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Capítulo 8

     Nos quedamos mirando todas nuestras caras hasta que Alvin se queja de su cara. La verdad es que le dieron duro. Tiene sus dos pómulos rojos y un morado en el medio de su frente. Sostiene una bolsa de hielo en su cara que le dieron en la enfermería y con su otra mano está intentando llamar a su novia. Refunfuña cuando no le contesta y empieza a caminar en círculo por el pasillo de la universidad.

―Kori, Kori ―llama a la chica  mientras Claudio intenta irse con Paulo ― ¿Sabes dónde está Camille? ¿Me va a dejar? ¿Está muy enojada? ―Alvin respira y la chica solo se encoje de hombros riendo ―Pero dime algo ―la sostiene por los hombros y la mira intensamente.

―No se Alvin ―la chica se ve visiblemente incomoda, me mira en busca de ayuda cuando Alvin sigue con su cuestionario.

―Alvin déjala ―lo alejo de Kori y me pongo en el medio de ellos dos―Tú novia seguro te está esperando en el estacionamiento para que la lleves a su casa.
   
Alvin me mira pensativo, se engancha la mochila en su espalda, ajusta lo más que puede la correa, se peina su pelo castaño y sale corriendo escaleras abajo. El chico es un poco explosivo e hiperactivo, en algunas ocasiones, como en esta, puede llegar a agobiar mucho.

― ¿Estas bien? ―le cuestiono a la chica y ella asiente.

― ¿Cómo que es muy eufórico no? ―yo asiento y nos quedamos en silencio, no incomodo pero si nos mirábamos sin movernos hasta que ella rompió el silencio―Pensé que no ibas a tocar con ellos después de lo que hicieron―su tono de voz  y la entonación que utilizo hace que se sienta como un regaño, que creo que no viene al caso porque ella no tiene ningún derecho en mí.

―Pues ya ves que al final si lo hice―abro los brazos y los entrecruzo sobre mi pecho, doy media vuelta y comienzo a caminar por el pasillo.

― ¡Oye! ―siento que me llama pero no me detengo, sigo caminando en busca de la salida de la universidad― ¿Qué te pasa? ¿Te enojaste o qué?

―Kori―me detengo y ella hace lo mismo―Lo que yo haga o no con mi vida no tiene por qué importarte―ella suspira y asiente.

―Lo sé, lo tengo claro―se pasa las manos por el pelo intentando acomodarse los mechones que le interrumpen la visión.

―Déjame hacerlo―mis manos van a sus mechones sueltos y los posicionan delicadamente detrás de su oreja, sus mejillas empiezan a adquirir un tono rosa y ella solo sonríe.

―No hagas esto―se queja mientras pasa por mi lado y  sigue caminando.

Me deja atrás y en mi mente estoy pensando que es lo que hice, la verdad no lo sé, solo le acomode el pelo, tal vez le incomoda eso pero si es así podía decírmelo. Corro tras ella y la detengo casi a la salida de la universidad. Mi mano va a su muñeca y la jalo, como que se puede hacer costumbre correr  tras ella.

― ¿Qué te pasa ahora? ―le cuestiono mientras le suelto la mano.

—Qué no me da la gana que me trates como tu amiga, después como si no fuera nada en tu vida, después vuelves a ser amable—se queja—Decídete.

—Ni te conozco Kori—bajo la cabeza y observo mis zapatos, en este momento tienen algo interesante—Solo llegaste a mi vida hace poco y si te agradezco tu apoyo ya sabes con que tema pero—suspiro—Eres una extraña en mi vida.

—Una extraña que te trata mejor que los idiotas que conoces de años—me paso las manos por mis rizos y asiento, el ambiente no es muy amigable—Igual deberías darle una oportunidad para que esta extraña deje de ser una extraña en tu vida.

Nos quedamos mirando el estacionamiento y al sol que hacia brillar los vidrios de los autos. Sujeto fuerte la correa de mi mochila y me ajusto las mangas de mi abrigo. Algunas personas están saliendo de la universidad y otras están en grupos debajo de los árboles de la entrada del lugar.

—Tengo que irme, llego tarde al hospital y ten...—le comienzo explicar a la chica de mechones rosas pero fui interrumpida por ella.

—Te puedo llevar—sus manos comienzan a jugar con su pulsera ante mi atenta mirada—O sea tengo que ir al hospital y—su tono de voz va disminuyendo de volumen hasta que se queda en silencio—Da igual, si no quieres no pasa nada. Es más ignora lo que te dije y...—ahora es mi turno de interrumpirla.

—Vamos Carolina.

—Kori—me rectifica—Kori.

El silencio vuelve a reinar el ambiente, ella conduce meticulosamente por las calles, no se Salta ninguna señal de tránsito, se puede decir que su manera de conducir es impecable. Me acomodo en el asiento y mi vista va a un colgante que tiene sobre el espejo del auto, unos gatitos, me quedo observando el hipnotizante balanceo hasta que una pregunta se me viene a la cabeza.

— ¿Te puedo preguntar algo?

—Ya me estás haciendo una pregunta—gira su cabeza hasta que sus ojos conectan con los míos. Me quedo en silencio mirando por la ventana, suspiro y la vuelvo a mirar, me observa de reojo mientras se concentra en las calles—Era broma, puedes preguntar.

—Da igual—bajo la ventanilla del auto y dejo que el aire me dé en la cara.

— ¿En serio Samantha?—me pregunta y yo solo la miro lo más seria que puedo, no estoy hoy para bromas y tal vez esta chica este sacando hoy mi mal carácter— ¿Qué me ibas a preguntar?

— ¿Tú papá siempre es tan hijo de su madre? Digo—respiro y ella se coloca una gafa que tenía colgada en el pulóver, se acomoda el pelo y me mira mientras entramos al estacionamiento del hospital—para no decir una grosería.

—Es mi padre Samantha—baja la guantera del auto, saca un labial de su bolso y comienza a aplicarlo mirando al espejo, yo giro la vista y trago saliva, me recojo el pelo con una liga mientras la siento carraspear—Aunque sea un hijo de puta—ella si dice la grosería—Es mi padre.

—Tal vez deberías darte un poco a respetar—termino de acomodarme el pelo y busco mi mochila en el asiento trasero—No deberías permitir esos comentarios tan despectivos y desagradables.

—Samantha—me llama y yo me giro a verla antes de salir del auto—Lo que  yo haga o no con mi vida no tiene porque importante.

—Lo tengo claro—sonrío y salgo del auto—Pero sabes que—doy marcha atrás y me acerco al auto por la ventana—De alguna forma me importa—me vuelvo a alejar y me apresuro a entrar al hospital.

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