Capítulo 17
Me quedo en la esquina mirando a la nada, hoy es una noche rara, hace calor, pero hay mucho viento que cuando sopla te provoca escalofríos. La luna está más brillante y grande que nunca, pero, no hay estrellas.
—Creo que la cagaste—una voz me hace sobresaltar—¿Tú eres así o es que te dan apagones cerebrales? —me pregunta Sebas sentándose a mi lado en el muro del parqueo.
—No sé—los dos sonreímos y él mira el cielo.
—Sam—Sebas me llama y yo giro la cabeza al verlo—A veces nos cuesta empezar de nuevo, pero si quieres salir adelante debes hacerlo. Deja el ayer en el pasado y no pienses en el futuro; disfruta tu presente—pone su mano en mi rodilla y da pequeños golpecitos.
Yo solo lo miro sin saber que decir, mi mente está nublada por Kori, solo hay una cosa en la que puedo pensar y es en ella, en su mano rozando mi cara, sus labios moviéndose sobre los míos, su lengua...
—¿Me estas escuchando?
—¿Eh? —es lo único que puedo responder, lo menos que estaba escuchando es lo que estaba el diciendo.
—A ver Ricitos—se agacha frente a mí y me sostiene las manos, sus ojos chocan con los míos y no sé qué tiene el, no sé qué clase de súper poder domina, pero es inevitable no abrirle mi mente y mi alma—¿Por qué lloras? —me cuestiona asustado—Solo te gusta una chica.
—No—niego varias veces—No me gusta una chica, no, no me gusta—Sebas suspira mientras me quita las lágrimas de la cara.
—Ten el coraje de seguir a tu corazón e intuición—me dice suspirando y levantándose del suelo—De algún modo, ellos ya saben lo que realmente quieres ser. Todo lo demás es secundario—me ayuda a levantarme y yo comienzo a sacudir mis pantalones.
Nos quedamos en silencio, solo se escucha el sonido de mi nariz sorbiendo; yo trato de esquivar su mirada, obvio no me gusta Kori, es solo mi amiga, solo eso. Una amiga, linda, pero solo una amiga.
—Sam—me vuelve a llamar Sebas—Estas en otro mundo pero no importa, te diré algo—sus manos se posan en mi hombro—Nos pasamos toda la vida soñando con deseos incumplidos, recordando heridas o cicatrices incluso golpes, construyendo artificial y con cimientos de mentira lo que pudimos haber sido; constantemente nos estamos frenando, conteniendo, constantemente estamos engañando y engañándonos; cada vez somos menos verdaderos, más hipócritas; cada vez tenemos más vergüenza de nuestra verdad—yo solo puedo suspirar y cuando iba a hablar el me detiene—Esa chica creo que merece una conversación contigo, no importa que no te guste—me dice al ver que iba a protestar—Solo explícale bien lo que sientes y no actúes como una idiota. Y no te gusta, pero bien que te dejaste meter la lengua hasta la garganta y le seguiste el beso—yo trago saliva—Vamos que te llevo a tu casa.
Soy arrastrada por Sebas y su buena energía, me esperaba un auto, pero no, lo que me recibe es una moto y un casco, Sebas me ayuda a ponérmelo y le da palmaditas suave, sonríe y se sube a la moto en espera a que yo lo haga. Me mira raro cuando ve que no me muevo del lugar, suspira y se quita el casco negro.
—No le des más vuelta al tema—me mira y se vuelve a poner el casco una vez que me ve moviéndome hacia su moto—Tienes toda la noche para consultarlo con tu almohada—yo suspiro y me subo a la moto, él se baja la víscera del casco y me mira a través del espejo del vehículo—¿Besa bien?
—¿No piensas avanzar? —ignoro su pregunta y lo agito, en este momento solo tengo ánimos para acostarme en mi cama y tener lastima de mi misma.
—Oye—me llama y yo lo miro por el espejo—No te tiene que gustar para saber si besa bien—yo ruedo los ojos, pero obvio no me ve por el casco—¿Besa bien? —me vuelve a preguntar y yo solo asiento suavemente y escucho un “Uuuuuuu” salir de la boca de Sebas junto a una carcajada.
Las calles nos reciben con una leve iluminación amarilla proveniente de las farolas, el viento sopla fuerte y sumándole la velocidad de la moto da mucho frio, hay muchas calles a esta hora que están concurridas, más bien las turísticas, las avenidas se encuentran despejadas solo con unos pocos conductores. En pocos minutos estoy en la puerta de mi casa entregándole un casco a un chico de pelos plateados. Me estiro un poco y más de un hueso cruje ante mis movimientos. La luz de mi casa todavía está encendida y se ve movimientos dentro a través de la ventana, sin contar que el auto de mi papá está aparcado en la calle.
—Gracias—le sonrió a él mientras pienso en la noche tan jodida que me espera detrás de esas cuatro paredes.
—No lo analices tanto en serio—se sube un poco el casco y saca su móvil del bolsillo—Ponme tú número—me entrega el móvil y algunos gritos salen de mi casa yo suspiro y accedo a lo que él me pide.
—Parece que estas intentando ligar conmigo—él se carcajea y asiente.
—Es que si la gente no sabe que soy gay lo va a pensar—me dice y yo ya me imagino a la vieja chismosa del barrio diciéndole a mi mamá que tengo novio—Pero para la mala suerte de ellos soy más de chorizo que de pescado.
Nuestra charla fue interrumpida por el portazo que dio mi papá al salir de la casa, detrás de él venía Santi con una maleta, el me mira y baja la mirada. En la puerta se encuentra mi mama mirando todo sin decir nada, su cara esta roja y sus ojos vidriosos, es obvio que algo paso y no necesita hablar para saber lo que siente.
—Papá no creo que sea necesario esto—le dice Santi pasándose las manos por su rizado pelo
—¿Qué pasa? —los cuestiono y la mirada que me da mi papá me hace callar y alejarme un poco.
—Todo esto es tu maldita culpa—mi papá me señala con el dedo, esta enfurecido—Has destruido a mi familia Samantha—se acerca más a mí, pero, un cuerpo le impide estar más cerca de mí—¿Y tú qué? —le cuestiona a Sebas que se interpuso frente a mí—Te hare un favor—le dice—Aléjate de ella, solo te va a joder la vida como mismo me lo hizo a mí—Sebas se carcajea en la cara de mi papá y este lo mira ofendido.
—Es fácil ver las faltas de los demás, pero que difícil es ver las nuestras propias—se acerca a mi padre—. Exhibimos las faltas de los demás como el viento esparce la paja, mientras ocultamos las nuestras como el jugador tramposo esconde sus dados—Sebas sonríe y mi papá solo traga saliva mirando al chico que le saca casi media cabeza—Así que señor—suspira acomodándole el saco a mi papá y sigue hablando con su tono calmado y suave de siempre—, el mundo es un pañuelo y usted un moco—suelta Sebas y ni Santi ni yo podemos aguantar la risa.
—No me falte el respeto—lo recrimina mi papá
—Me hago responsable de lo que digo, no de lo que entiendas—mi mamá sale de la puerta y sé que está a punto de arar esta especie de discusión, pero yo quiero ver a Sebas humillar a mi padre—Y veo que al parecer su ignorancia es enciclopédica, un consejo—le dice a mi papá, este solo se acerca al auto y abre la puerta, mira a Santi pero el chico solo esta anonadado mirando a Sebas—Es mejor callar y parecer estúpido que hablar y despejar dudas—mi papá se introduce al auto molesto y se marcha más molesto al ver que Santi no se quiso ir con él
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