Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

🎀Capítulo 3🎀

Buenos Aires, Argentina

Quinta Amor

Amorina creyó que el collar la invitaba a usarlo porque no podía dejar de mirarlo. Parecía que tenía una voz propia que la llamaba y le decía que era necesario que lo usara.

―Bueno... parece que me estás invitando a que te use, ¿no? ―arqueó una ceja mientras lo miraba.

La joven lo sacó del estuche y abrió la traba, se lo llevó al cuello para cerrarlo en la nuca y comenzó a ver cosas que jamás pensó que existían. El collar le estaba dejando ver lo que su abuelo y la mujer que él le había contado, tuvieron antes de que hicieran caminos separados. No parecía una ilusión, sino que realmente era como si los tuviera frente a ella, pero transparentes, se reían, hablaban y se besaban, se querían de verdad.

Se había puesto nerviosa cuando apenas se colocó el collar y vio cómo las imágenes de ellos dos, jóvenes y felices aparecían como si fuese magia. Amorina pensó que cosas así no existían, pero de algo estaba segura, la joya iba a poner en jaque a varios a su alrededor, porque no solo era una reliquia antigua y que venía de una familia poderosa, si no que era mágico y en manos equivocadas, podría ser algo terrible.

Lo metió dentro del estuche nuevamente y lo cerró. Agarró la tarjeta personal del abogado de su abuelo y estuvo tentada a enviarle un mensaje apenas se agendó el número. Impulsiva como era, no esperó mucho a enviárselo.

Hola, buenas noches. Disculpame el horario, soy Amorina, la nieta del señor Londez. ¿Podríamos hablar ahora? Gracias.

La muchacha le envió aquel mensaje sabiendo que posiblemente no se lo respondería de inmediato y dejó sobre la mesa el celular para ir a guardar dentro de su cuarto el estuche y ponerlo dentro de la primera caja que había recibido, donde se encontraba también el vestido y la llave. Cuando volvió a la sala, el aparato sonó con una videollamada entrante. Ella se sentó y la aceptó.

―Hola, señorita Londez, ¿cómo está? ―preguntó con su acento italiano tratando de hablar español.

―Hola, muy bien, ¿y usted? Por favor, llámeme solo Amorina y si no le parece mal prefiero el trato informal.

―De acuerdo ―asintió con la cabeza―. Aunque siendo la nueva dueña, es difícil dirigirme a usted... a ti, de manera informal.

―Tengo 21 años, que sea la nueva dueña no me hace mejor.

―Entiendo.

―Disculpame por el horario, pero necesito saber varias cosas... ―dejó en el aire la frase.

―Recibiste todo, ¿verdad?

―Sí y me tiene preocupada algo.

―El collar, ¿no?

―Sí, ¿él te contó de ese collar?

―El señor Londez tenía plena confianza en mí, gracias a mi padre lo conocí y cuando mi padre se retiró de la profesión, me cedió sus papeles y todo lo demás, para que le lleve sus cosas y ahora, si lo quieres y me lo permites, llevarte a ti las cosas y lo que sea necesario. Pero si tienes a alguien más en mente que es de tu país, no habrá problema.

―Sinceramente, no tengo a nadie. Así que, si querés, me vendrá bien tener a alguien allá para que maneje las cosas.

―Cuando vengas, te diré todo con más detalles.

―Está bien. ¿Cómo es esa casa que me dejó?

―¿Las Camelias? Era una gran casa, a tu abuela le encantaba. Tenía árboles frutales y en cada rincón camelias, era un paisaje a la vista, pero desde que tu abuela murió, el señor Londez no quiso quedarse allí.

―¿Eso significa que hay que reconstruirla?

―No, pero sí arreglarla. Tenía servidumbre.

―¿En serio? ―cuestionó incrédula.

―Sí, tenía servidumbre, mayordomo, ama de llaves, una doncella. Lo que te puedas imaginar, a tus abuelos siempre les gustó lo antiguo y vivieron como si fuesen nobles.

―Es una locura... que en pleno siglo XXI existan cosas así.

―Hay mucha gente rica que, aunque no sean nobles, tienen esas cosas. Es como algo tradicional para ellos. Pero las personas que tus abuelos tenían eran excelentes, porque los dueños eran así con ellos también. Jamás los hicieron a un lado y si tu abuelo te legó esto y todo lo demás fue porque vio en ti lo que no pudo ver en tus otros dos hermanos. Supo que de alguna manera ibas a ser responsable y dedicarle tiempo a todo.

―Es algo importante lo que me dejó, y espero que esté orgulloso de mí. Quiero hacer las cosas bien y que Las Camelias sea lo que fue una vez. ¿La textilería cómo está?

―La textilería va bien.

―Quiero que me cuentes del collar. ¿Qué sabes de él?

El abogado de pronto se puso un poco nervioso.

―¿Por qué te noto nervioso? ¿Es algo malo?

―No es eso, no pensé que me lo ibas a preguntar tan pronto. Y tampoco es algo malo. No sé mucho del collar.

―¿No sabes mucho o no querés o no podés contarmelo?

―No sé mucho en verdad.

―De acuerdo... en la carta me dice que el collar está incompleto, ¿sabes dónde puedo encontrar la otra parte?

―No, sabía que era una pieza incompleta pero no sé dónde puedes encontrar la otra parte, quizás esté perdida. Las joyas tan antiguas a veces con el tiempo se pierden.

―Sí, eso que decís es cierto.

―Perdón que lo pregunté ahora y no cuando te lo escuché, ¿has dicho que los viste gracias al collar? ¿A quiénes viste?

―A mi abuelo con Carmela, el nombre lo sé porque está grabado dentro del estuche del collar. Vi a los dos en su juventud. Se los veía felices y como si nada malo les depararía el futuro.

―Por lo que supe por tu abuelo, tuvieron un lindo romance, pero los dos sabían que no podían seguir juntos.

―Eso mismo me contó.

―¿Cuándo crees que podrías venir?

―La semana que viene, cuando tenga el pasaje comprado y el horario del vuelo te lo haré saber por mensaje, ¿te parece bien?

―Perfecto. Haré que preparen todo para cuando llegues.

―¿Qué prepararás? ―quiso saber con curiosidad.

―Volveré a contratar a la servidumbre de tus abuelos, si quieres.

―¿Es necesario? ―interrogó con énfasis―. Es decir, no es que no los quiera, es que... me parece demasiado para mí.

―Créeme, te serán de gran ayuda. No tienes idea lo que es Las Camelias.

―Pues... si lo decís así, está bien.

―Para cuando llegues, tendrás la mansión limpia y arreglada por dentro, después tú verás si quieres cambiarla por dentro, y arreglar el jardín trasero y el frente.

―Está bien.

―Amorina... cuando estés aquí, verás lo que tus abuelos vieron cuando decidieron instalarse en esa casa y llamarla de esa manera. En la época de tus abuelos, esa casa era un esplendor, tenía un encanto especial y no solo era la casa, era el pueblo, quedó en el tiempo y parece sacado de un cuento. Es modernidad y antigüedad en un mismo lugar y es una cosa maravillosa de ver.

―Tendré que creerte si me lo estás diciendo con tanta certeza ―rio.

―No te vas a arrepentir.

―De acuerdo, creo en tu palabra.

―En ese caso, me retiro... cuando tengas todo, me avisas.

―Lo haré. Buenas noches.

―Gracias, buenas tardes para ti.

El abogado cortó la videollamada y ni bien cortó, la llamaron sus padres para hacer otra videollamada.

―Hola, hija. ¿cómo estás? ―preguntó con una sonrisa su madre y le tiró un beso.

―Hola, yo todo bien, ¿y ustedes?

―Bien también, ¿tenés alguna novedad? ―cuestionó de nuevo su madre.

―¿Sobre qué?

―Algo que nos quisieras contar.

―Pues sí... Me mudo a Italia ―les sonrió.

―Estás loca ―contestó tajante y casi en un grito su madre.

―¿Porque me quiera mudar? No tengo algo concreto acá, así que cambiaré de aire y es lo que el abuelo quería y lo haré.

―¿Te entregó la casa? ―formuló su padre entrecerrando los ojos.

―¿Por qué crees eso?

―Por la manera en cómo lo decís.

―Es posible que quiera mudarme solo para controlar de cerca la textilería. No sería nada raro, más sabiendo que me la dejó a mí.

―¿Te dejó a vos la casa de Campochiesa? ―volvió a inquirir su padre.

―Así es ―les sonrió con alegría―, y pienso instalarme ahí.

La sonrisa que sus padres le vieron a su hija fue de determinación y estaba dispuesta a afrontar con valentía lo que se le presentara en el camino.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro