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CAPITULO 9


SEGURIDAD

Isabella

— ¡Silencio! — Pido mientras muevo los últimos cables de las cámaras de seguridad en la habitación donde está mi amiga, para desactivarlas, al igual que los sensores de seguridad.

— ¿Estás segura de que funcionará? — La voz de Ellie se cuela por mis oídos y la miro ofendida, ¿cómo se le ocurre dudar de mi conocimiento?

— Ellie, sí funciona. Lo primero que hice al unirme a la escuela militar fue hacerme amiga del equipo de seguridad para que me enseñaran a manipular los equipos a mi antojo, para cuando quisiera escaparme a la cocina a comer dulces, a cambio de un bufé especial cada mes solo para ellos.

— Ya entiendo por qué el primer mes papá se sorprendió al ver tu tarjeta de crédito y todo lo que habías gastado — Dice Amelia, como comprendiendo todo, pero para mí fue un favor llevarles ese mes langosta importada de Valtoria para su cena.

— Este equipo es similar al de la escuela, es fácil de manipular y configurar, así que déjenmelo a mí.

Me toma unos minutos hasta que logro desactivar todo para poder tomar los pasillos secretos hasta la habitación de Kathe.

— A la izquierda — Digo corriendo con mis hermanas detrás de mí — Más rápido, lentas.

— Isabella, mejor cállate — Grita Ellie tratando de mantener el ritmo, pero solo me echo a reír ante el esfuerzo que está haciendo.

Una vez llegamos abajo, en la habitación de mi amiga, subimos por una de las escaleras del túnel para retirar el piso que nos separa y poder salir.

El brinco del susto de mi amiga al verme me hace reír, y ella se coloca de pie de inmediato para ayudarme a salir del túnel.

— ¿Belle, qué haces aquí? — Pregunta, algo sorprendida. — Sus altezas — Dice, haciendo una pequeña reverencia al ver a mis hermanas salir del túnel detrás de mí.

¡Ja! A mis hermanas sí les hace reverencia, pero a mí no.

Qué falta de cortesía.

— No es necesario reverencias, cadete González — Dice mi hermana Mia, de forma calmada, para que mi amiga se incorpore con una sonrisa de oreja a oreja, como si hubiera visto a algún cantante famoso.

— Belle, péchizcame, si esto es un sueño. La princesa Amelia está delante de mis ojos y me acaba de hablar — Dice mi amiga al borde de un colapso de emoción en su rostro.

¡Por dios! Es mi hermana, no tiene nada de especial.

— Kathe, cálmate — Pido, pero ella parece quedarse muda contemplando a mi hermana, así que la pellizco con fuerza en el brazo.

— ¡Auch! Eso dolió, Belle — Grita, pero me encojo de hombros en un gesto despreocupado para verla sobarse el brazo.

— Kathe, basta de tu momento fan girl, así que concéntrate — Pido para que ella asienta. — ¿Qué me vas a decir?

— Belle... no puedo — Dice, mirando por todos lados, como en busca de las cámaras de seguridad.

— Hackeé las cámaras de seguridad, así que tranquila, nadie nos va a escuchar en los próximos veinte minutos.

— ¿Seguras? — Cuestiona preocupada, y asiento segura. — Está bien, les contaré. Tengo sospechas del cadete Smith, siento que es un infiltrado del palacio de Xelia.

— ¿Estás segura? — Pregunta mi hermana Ellie, con la mirada fija en mi amiga.

— El día que me secuestraron junto a mi hermana, eran hombres encapuchados los que ingresaron a mi casa, al parecer eran militares entrenados por la forma en que se movían cuando peleé con ellos. Nos metieron en un camión junto con otros cinco miembros militares de diferentes rangos del ejército de tierra. En ningún momento nos hicieron daño, solo nos mantuvieron todo el tiempo sedados y dormidos. Fueron alrededor de cuarenta minutos y dos horas de viaje que logré calcular. Mientras me mantenía despierta, logré escapar junto con mi hermana, pero no pude hacer nada por mi madre. Aproveché que habían tenido problemas con el camión y logré escapar luego de una serie de enfrentamientos con dos hombres, y uno de ellos hablaba similar al cadete Smith.

— Si tus sospechas son ciertas, ¿qué nos hace confiar en que él no sea el único infiltrado entre nosotros? No podemos confiar en nadie ahora, no sabemos quién está de nuestro lado o no — Analizo, viendo la mirada de preocupación de todos, lo que no hace que la sensación abrumadora en el lugar mejore. — ¿Mi papá lo sabrá? Que tenemos traidores entre nosotros — Miro a Amelia, quien parece perdida en sus pensamientos preocupada. — ¿Qué hacemos ahora? ¿Alguna idea? — Pregunto, ya que no tengo idea entre la visita del rey Dominic y toda esta nueva información.

— Hay que contarle a papá — Dice Ellie, pero Amelia niega de inmediato ante la propuesta de nuestra hermana.

— Aún no sabemos qué tipo de infiltrado es, si está del lado del rey Dominic o la princesa Sophia.

— ¿Princesa Sophia? ¿La hija del rey Dominic? — Cuestiono, aún más confundida. ¿Qué tiene que ver ella? — ¿Amelia, qué nos escondes? — Interrogo, ya que siento que esconde algo que desconozco.

De un momento a otro, escuchamos pisadas y nos miramos entre nosotras al darnos cuenta de que es nuestra hora de irnos.

Nos despedimos rápidamente de Kathe para volver a los túneles y correr lo más rápido que podemos.

— Cada una a sus habitaciones y recuerden intentar entrar a los baños si llegan a entrar los guardias en sus habitaciones — Grita Mia antes de voltear en una esquina de los túneles hacia su habitación.

Ellie corre junto conmigo un par de metros más hasta que se separa de mí dejándome sola para correr lo más rápido que puedo hacia mi habitación.

Una vez que llego, abro uno de los pasadizos de mi clóset, escuchando a la vez cómo golpean con fuerza la puerta de mi habitación.

Hoy en día no tienen respeto.

Una vez que escucho pisadas, corro hacia mi baño, cerrando la puerta tras de mí para cambiarme de ropa rápidamente y colocarme la pijama.

Escondo mi ropa sucia en alguna parte de mi baño para escuchar un golpe seco y las pisadas firmes del otro lado de la puerta.

— ¡Su alteza! — Grita una voz gruesa masculina. — ¡Encuentren a la princesa!

¡Dios mío! ¿En qué momento me convertí en una fugitiva de la justicia en mi propio palacio?

Abro la puerta de mi baño despacio para ver a cinco guardias por todas partes en mi habitación, buscándome.

— Su alteza real — Dice uno de los guardias, haciendo una pequeña reverencia al verme salir del baño. — Hemos recibido noticias de que la princesa Eleanor se encuentra desaparecida y estábamos preocupados al no recibir respuesta suya.

— Me encontraba en la ducha, así que no escuchaba nada, disculpe no haber contestado. ¿Está seguro de que Ellie no está en su habitación? A veces se queda dormida leyendo en su clóset o en el baño, perdiendo la noción del tiempo con los libros.

El guardia no dice nada, solo se mantiene serio mientras alguien le habla por uno de los auriculares.

— Sí — Dice con voz firme, atento a las palabras que le dicen del otro lado, y yo solo espero. — Águila verde segura — Afirma, mirándome unos segundos. — Por supuesto, águila azul y dorada seguras. Esperando órdenes.

El guardia da órdenes a los demás para abandonar mi habitación mientras yo me quedo algo confundida.

— Disculpe la intromisión, su majestad, solo era por seguridad y protocolo de bienestar — Dice, pero no es que me haga sentir segura, en realidad, la idea de que sea un intruso me pone la piel de gallina. — La princesa Amelia y Eleanor siguen en sus habitaciones, solo fue una falsa alarma. Que descanse, su alteza.

Hace una pequeña reverencia para abandonar mi habitación y suelto un pequeño suspiro una vez que sale, sintiendo cómo puedo respirar con normalidad.

Ahora no podemos confiar en nadie, sabiendo que tenemos intrusos del reino de Xelia entre nuestro equipo.

---

Escucho la alarma y quiero seguir durmiendo. Ya no dejan dormir ni siquiera cuando uno está en su etapa de crecimiento.

Tengo que entrenar.

Me levanto de la cama y me quedo unos segundos sentada, mirando a mi alrededor, reflexionando sobre si realmente necesito entrenar, pero recuerdo todo el caos que estamos viviendo, así que finalmente me levanto.

Me doy una ducha rápida, cambio mi ropa y peino mi cabello en una coleta alta antes de salir de mi habitación.

Tengo ganas de cabalgar un rato.

Hace mucho tiempo que no veo a Onyx, mi caballo.

Una vez lista, salgo de mi habitación y me encuentro con los guardias en fila.

— Su alteza real — Dice uno de los guardias, supongo que es el que está a cargo — ¿Necesita algo?

— No, solo voy a caminar un poco.

— Son las cinco de la mañana — Dice sorprendido.

— Lo sé, voy tarde para mi entrenamiento matutino.

Hago un ademán como despedida y siento cómo dos guardias dejan la formación para seguirme.

No puede ser cierto.

— Señor — Digo algo irritada, girando sobre mis talones para mirar al guardia a cargo.

— Sí, su alteza.

— No necesito guardias que me sigan, por favor, ya pueden retirarse.

— No puedo, su alteza, son órdenes del rey.

— ¿En serio? ¿Voy a tener estos dos tras de mí todo el día?

— Sí, su alteza.

¡Dios! O se los llevas o te los mando.

¿Qué es este acoso?

— Disculpe, pero sé cuidarme sola y me conozco perfectamente este palacio. Pueden simplemente darme espacio.

— Su alteza, son órdenes del rey, no puedo desobedecer a su majestad.

— Bueno, si no puedes contra el enemigo, únete a él — Mascullo, mirando a mis guardias — Espero que hayan dormido bien para poder seguirme el paso, muchachos.

Giro sobre mis talones y me dirijo hacia la caballeriza, en busca de mi caballo, notando que no soy la única que parece haber decidido venir a cabalgar, ya que veo las pisadas en la nieve en el camino.

Una vez que llego, puedo ver a mis hermanas preparando sus caballos con sus escoltas a unos metros.

— Amecieron con gorilas también las dos — Mascullo, sintiendo sus miradas y mirando a los seis guardias que tenemos entre todas — Sería mucho pedir que se fueran.

— Son órdenes de papá — Dice Ellie, y ruedo los ojos mientras voy en busca de mi caballo para prepararlo.

Espero, al menos, poder cabalgar un poco en el bosque con tranquilidad.

Una vez que termino de preparar a Onyx, me monto de un solo brinco y miro a mis hermanas en sus respectivos caballos.

— Vamos al bosque — Propongo, viendo la cara de negación de Amelia ante mi idea.

— No podemos, solo nos dejan ir al corral de entrenamiento.

— Qué aburrido — Suelto desanimada y empiezo a trotar junto a mis hermanas hacia el lugar de entrenamiento, seguidas de los guardias.

Alrededor de una hora entre saltos, corridas y risas mientras entrenamos, solo me hace sentir en casa, como si nada de lo que estuviera pasando importara. Lástima que todo eso se arruine con los guardias siguiéndonos a cada paso.

Literalmente, si camino a la izquierda, el guardia también lo hace. Qué horror.

Recorro una vez más el circuito en el que entrenamos, hasta que noto cómo un par de camionetas se pierden entre el bosque, haciendo que la alarma se active en mi sistema.

Miro de inmediato a mis hermanas para confirmar mis sospechas. Ellas asienten, igual que yo, entendiendo que algo está pasando.

Mia nos lanza un par de miradas en silencio, dándonos órdenes para que solo asentamos sin protestar.

El caballo de Mia empieza a gritar y a dar patadas al aire, lo que hace que los guardias se lancen hacia nosotras para intentar acercarse.

Por un momento, me congelo cuando veo que el caballo de Ellie empieza a hacer lo mismo con los guardias. En ese instante, me da señales, ya que toda la atención se centra en ella. Entonces, tiro de las riendas de mi caballo y empiezo a correr lo más rápido que puedo, escuchando los gritos de los guardias.

Me adentro rápidamente en el bosque, cabalgando sin cesar y tratando de seguir a la camioneta.

Mi corazón late con fuerza y el miedo se instala en mi sistema cuando escucho los ruidos de pisadas de otros caballos detrás de mí. Por un momento, pienso que vienen tras de mí.

El aire frío no hace que la agonía sea más llevadera, y menos cuando, de repente, pierdo la camioneta. En medio del ruido del bosque, por un momento solo siento miedo, y sin rumbo fijo, sigo cabalgando, ya que mi objetivo se ha perdido, intentando huir de quien sabe qué viene tras de mí ahora.

La idea de que uno de los guardias del rey Dominic me persiga me aterroriza. El niño de gato no es que me caiga bien, y sé perfectamente que no dudaría en hacerme daño. Así que me concentro solo en mi escape, atravesando la nieve que cubre el bosque.

Necesito concentrarme y mantener el ritmo, no puedo dejar que me atrapen.

— ¡Isabela! ¡Cuidado!...

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