Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

CAPITULO 15

SECRETOS

Isabella

Nos encontramos en uno de los cuartos secretos de entrenamiento antiguos que se utilizaban antes en el palacio. Está lo suficientemente apartado para que nadie nos escuche y mucho menos nos vea, porque ahí sí se formaría la guerra de Troya con todo lo que está pasando.

Sophia y Santiago se encuentran atados a una silla en medio del salón, mientras mi hermana Amelia lleva a cabo lo que parece un tipo de interrogatorio.

— ¿Qué tramas y desde cuándo Santiago trabaja para ti?

¡Wow! Buena pregunta, porque yo también quiero saber, ya que el traicionero de Santiago tiene lo suyo. Me dan ganas de darle unos buenos golpes, porque todo este tiempo pensé que estaba de nuestro lado y resulta que no.

Sophia mira a Santiago, asustada hasta la médula, y él le devuelve la mirada, como esperando que le dé permiso para hablar.

— Amelia, puedo explicar...

Intenta hablar Santiago, pero mi hermana no lo deja, acercándose a Sophia.

— ¿Por qué lloras? — pregunta Amelia detenidamente. Noto cómo Sophia no la está pasando bien en medio del interrogatorio, casi al borde de un ataque de ansiedad.

— Suéltame, por favor — pide Sophia, y yo me siento confundida. Las ataduras no están muy fuertes como para hacerles daño, incluso conociendo a Santiago, ya debió haber soltado el nudo que le hice.

— Amelia, ¡me duele! — se queja con lágrimas en los ojos, causando que sienta lástima por ella. Miro a Eleonor, quien mantiene su mirada neutral, observando la escena.

— Esto no es mucho — susurro solo lo suficiente para que Eleonor me escuche, pero ella solo niega.

— En este mundo no todo es color de rosas, y hay muchos muertos por las decisiones irrespetuosas de personas que solo hacen daño.

— Ok, sin palabras.

— Amelia, por favor — suplica Sophia. Mi hermana gira y nos mira unos segundos, haciéndonos señas para que nos mantengamos alertas. Asentimos de inmediato.

Esto se siente como una película.

Al final, mi hermana suelta los nudos de las muñecas y los pies de Sophia para que se calme.

— Gracias — dice Sophia de forma amable, mirando al traicionero de Santiago. — A él también, por favor.

— No hay necesidad — resuelve mi hermana de forma calmada, mirando a Santiago.

— No vamos a huir ni nada por el estilo. Responderé todo lo que me digas, Amelia, así que por favor, suéltalo — insiste, pero mi hermana niega.

— Amelia...

— Ella no tiene que hacerlo porque ya él se liberó — interrumpo, mirando a Santiago, quien alza las manos al aire, dejando caer la cuerda con la que estaba amarrado.

— ¿Qué? ¿Pero cómo lo hiciste? Ese nudo me estaba cortando la circulación — exclama sorprendida Sophia, y solo puedo reír.

— En realidad, se acaba de soltar una vez que mi hermana comenzó a soltarte a ti — intervengo, mirando a Santiago. — Tardaste mucho, Santiago.

— En mi defensa, hiciste un buen nudo, me costó liberarme — dice Santiago algo apenado, y solo sonrío ante mi buen trabajo. — Saben que esto es un atentado contra un miembro de la realeza, y más en las condiciones en que se encuentran sus reinos.

— Buena amenaza, pero nadie hablará al final — intervengo, ya que si piensa que nos va a asustar, está muy equivocado. — Aquí las preguntas las hacemos nosotras, así que cállate, traidor.

— Él no es ningún traidor, Isabella. Todo lo que ha hecho es para protegernos — la voz de Sophia nos llama la atención, y me hace dudar más. Protegernos, habló en plural, definitivamente algo esconden estos dos.

— Al parecer tienes muchas cosas que decir — menciona Amelia mirando a Sophia. — Así que habla, Sophia, ¿qué ocurre? ¿Qué hacías en mi habitación y quién es en realidad Santiago?

— Primero, no se llama Santiago, y mucho menos es de este país, como pueden notar — comienza a hablar mientras todos nos mantenemos atentos a ella. — Hugo Mercedes es la persona que dejó mi madre encargada de mi protección y cuidado antes de morir.

— No entiendo, ¿por qué te dejó al cuidado de él? — digo algo confundida ante sus palabras. — Disculpa mi ignorancia, pero si te dejó alguien encargado, es porque no confiaba en tu familia.

— Mi madre murió por culpa de mi padre — suelta, tragando en seco al escuchar esas palabras. — Mi padre no es una buena persona. El reino se encuentra en graves problemas económicos y muchas otras cosas que él tapa, involucrando a otras personas para que esos problemas no caigan en la corona. Además, está obsesionado con tener este reino por su sed de riqueza y poder.

— Eso se nota a kilómetros — interviene mi hermana Eleonor, mientras Sophia asiente, algo apenada.

— Te quiero pedir una disculpa personal, Eleonor, ya que no pude interferir a tiempo para evitar tu accidente. Lo lamento.

— ¿Por qué te disculpas? — responde confundida Eleonor, igual que todas nosotras, cuando todo comienza a tener sentido. Dominic — ¡Por Dios! ¡Tu padre!

— Exacto — confirma Sophia, y la piel se me pone de gallina ante la noticia que acabamos de enterarnos. — No fue un accidente, y no era para ti en realidad. Todo se hizo para que la persona afectada fuera Amelia, pero se equivocaron de persona por su parecido.

— Todo este tiempo nuestras sospechas fueron ciertas — la mirada de Eleonor se centra en mí, anonadada, y me encuentro helada, sin saber qué decir.

— ¿Ustedes sabían esto y no me dijeron nada? — la voz de Amelia, enojada, se escucha con su mirada fija en nosotras. — ¿Por qué no me dijeron nada?

— Hace poco sospechamos, solo eran dudas, y no queríamos preocuparte ya que estabas ocupada — respondo, ya que en realidad es cierto.

— Mi padre lleva planeando todo esto, pero aún no entiendo por qué lo hace en realidad — sigue contando Sophia. — Hugo viajó para ocultarse en medio de los estudiantes y proteger a Amelia por el atentado, pero no llegó a tiempo. Además, el plan tuvo que cambiar, ya que aumentaron la seguridad de ustedes, sin contar que fue más difícil que él entrara a la escuela de aire. Así que aprovechamos que Isabella ingresaba a su primer año en la escuela militar para mantenernos cerca de ustedes.

— Hiciste que ingresara a mi pelotón para poder estar cerca de nosotras. Todo fue planeado, ¿cierto? — pregunto, comprendiendo todo, y ella asiente. — Nunca fuiste mi amiga en la escuela, ¿o sí? — Esta vez la pregunta va hacia Santiago, o Hugo, como se llame.

— Solo estaba cumpliendo con mi deber, Isabella — su voz ronca se escucha, y yo solo me siento algo dolida, traicionada, ya que pensé que era mi amigo estando en la escuela, pero al parecer no. — Lo lamento mucho, pero solo estaba cumpliendo órdenes.

— Tú salvaste a Kathe, ¿cierto?

— Sí — responde seguro, y solo me hace sentir más confundida. — Me enteré de los secuestros y me camuflé para poder rescatarla, al verla en la lista de los militares que iban a ser capturados.

— O sea que ambos saben dónde están los militares.

Miro a Sophia y Santiago, o Hugo, como sea que se llame.

— Lamento decirte que no tengo idea de dónde se encuentran los militares — responde Sophia. — Una vez que me encontraron en uno de mis escapes del palacio hace unos meses, me mantuvieron prisionera en mi habitación. Apenas me llevaban mis respectivas comidas al día, pero todo dependía del humor de mi padre si comía o no. Así que no tengo más información.

— ¿Cómo sé que no estás mintiendo? Todo suena perfecto, pero aún no has dicho qué hacían los dos por los túneles.

— Hugo encontró los túneles por casualidad, ya que estábamos en busca de la biblioteca secreta de este palacio, en busca de la cura del virus.

— ¿Cura? Dominic trajo la cura junto con sus biólogos, que es la vacuna que se ha estado brindando — interviene Amelia, pero Sophia niega.

— Esa no es la cura, ¿cierto? Entonces, ¿qué se le está suministrando a la nación?

— Mi padre fabricó una especie de analgésico severo con sus biólogos, ya que el virus no tiene cura. Bueno, no hay una cura todavía creada con exactitud.

— ¿De qué hablas?

— El virus, con la vacuna suministrada en el cuerpo, hace una especie de congelamiento del avance de los síntomas, haciendo que la persona supuestamente mejore, pero en realidad el virus sigue en el cuerpo detenido por unos seis a siete meses aproximadamente, hasta que despierta, causando la muerte de la persona.

— Esto es una locura — escupo sorprendida. — Nuestro pueblo sigue enfermo, esperando simplemente morir.

— Mi padre quiere su reino como venganza de algo que no tengo idea. Por eso está haciendo todo esto.

— Disculpa, pero tu padre es un completo maniático.

— Lo sé, por eso tengo que detener todo esto antes de que sea demasiado tarde.

— ¿Cuál es la cura? ¿Qué sabes, Sophia? — pregunta Amelia.

— "En el jardín secreto, donde el sol brilla, nace una flor de belleza sin igual. Amapola y margarita en una se unen, creando una maravilla, sin igual.

Su corola rosa, con toques de blanco, invita a soñar con su belleza tan franca. El centro oscuro, como un misterio, guarda el secreto de su dulce fragancia.

Sus pétalos suaves, como terciopelo, acarician el viento con un susurro. El tallo delgado, como un cuello de cisne, sostiene la flor con elegancia y gracia."

¿Qué clase de poema es ese?

— Fueron las mismas palabras que me dijiste esa noche — dice Amelia, y me siento confundida. — ¿Qué clase de flor es?

— Esa es la flor de ensueño. Es una flor medicinal y el último ingrediente que me falta en la cura para terminar la vacuna.

— ¿Estás haciendo una vacuna?

— Sí, tuve clases de bacteriología, y con ayuda de la hermana de Hugo, que es bacterióloga, hemos estado trabajando en la vacuna. Han sido meses sin descanso, honestamente.

— ¿Por qué haces esto? — pregunto, ya que está colocando su vida en riesgo intentando ayudarnos. Además, hemos terminado realizando una especie de secuestro con ella.

— Porque creo en la verdad que siempre sea justa. Además, mi padre no es la mejor persona y no quiero que sufra más mi pueblo. Mi padre no es un buen líder, y mi hermano va a ser peor, así que tengo que hacer algo.

— Tú eres heredera al trono de Xelia, Sophia — dice mi hermana Amelia. — Hiciste el juramento al cumplir la mayoría de edad.

— Dicho juramento que mi padre hizo que no valiera nada, ya que me ha hecho pasar por una enferma mental. Por esa razón, minimiza lo más que pueda mis actividades públicas ante el pueblo e intenta siempre empeorar mi supuesta enfermedad.

— Eso es una mierda...

— ¡¡ISABELLA!! — el grito de mis hermanas regañándome me hace tragar en seco.

— Lo siento — me disculpo por mi grosería, pero es que era necesario, ya me hierve la sangre de tanta información de la misma persona.

— ¡Isabella! — afirma mi nombre Amelia, indicando las cincuenta flexiones de pecho que debo hacer como penitencia, ya que hay una ley no escrita en que no podemos decir groserías, palabras obscenas o maldiciones los miembros militares, como una forma de mantener el respeto lo más posible. Además, nuestro padre usó esa práctica desde que tengo uso de razón con nosotras.

— Ya me disculpé — me quejo, pero ella niega, haciéndome señas hacia el piso. — ¡Amelia! Es de madrugada y estoy cansada.

— Por quejarte, serán setenta.

Ruedo los ojos para tomar posición en el piso y comenzar a hacer las flexiones de pecho.

— Recuerda que las últimas cinco serán con Eleonor en tu espalda.

— No sabes cuanto te amo, queridísima hermana.

— Lo sé, querida hermanita — dice, mirándome con una sonrisa de diversión. — Ah... repite la que acabaste de hacer, no vale.

Ruedo los ojos para volver a hacer la flexión, sintiendo la mirada de Amelia encima de mí en cada uno de mis movimientos.

Esta va a ser una madrugada larga.

Pobre de mí.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro