Capítulo XXXVIII: El Legado de Rudra
"El mejor entre los dioses".
—Rigveda: 1.43.1.
https://youtu.be/0LzfNk28K-0
[Sede Principal de San Bestia: Museo del Séptimo Piso]
Luego de que los jóvenes-bestia hayan sido nombrados cazadores oficiales de la organización San Bestia, fueron a los baños de la arena para limpiarse la sangre seca que aún tenían encima, para después volver a vestirse con la ropa que llevaban antes de empezar la última prueba del gremio; aunque ahora la ropas de ellos —exceptuando la de Jofiel y Remiel— tenían ligeras arrugas, debido a dificultades a la hora de doblar la ropa. Como es sabido muchos de ellos tenían muy poco interés en lucir "decentes" en una sociedad "civilizada".
Sin embargo para Ezequiel, y el resto del personal bestia del gremio, el lucir elegantes en público era una preocupación tan nula, que la única razón por la que muchos llevaban trajes o ropa elegante, era nada más para mezclarse entre el público humano de las regiones más modernizadas.
"Antes de aprender a derribar a tu presa, aprende a vivir en su entorno", era la frase de las bestias, que los motivaba a tolerar las ropas elegantes e incómodas y ambientes fuera de su entorno natural.
Los que tenían un sitio a donde ir —como Uriel y Gabriel— ya estaban por retirarse a sus respectivos hogares, mientras Remiel, Azrael, Raziel y Camael buscarían un apartamento libre en el Donham-Eile, o incluso dentro de la misma sede principal de San Bestia. Sin embargo antes de separarse y retirarse, Ezequiel apareció ante ellos —llevando otra vez su ropa casual—, y les dijo que antes debían visitar un sitio en concreto, donde les anunciaría una noticia, que para ellos era muy importante.
Durante el camino el dragón plateado les fue relatando algunas de las reglas más importantes de San Bestia. Entre ellas estaban: no derramar sangre inocente, no matar a otra bestia a menos que sea necesario (como en defensa propia o de otro), no transformarse en publico humano, ser sigilosos en las cacerías (solo hacer ataques directo cuando la situación lo requiera), respetar las Leyes de la Selva, y evitar conflictos innecesarios con bestias que formen parte del Consejo de las Bestias de Alemania.
A pesar de que el gremio San Bestia y el Consejo de las Bestias estaban conectadas en el pasado, como organización y gobierno de un país/continente, ahora en la actualidad no había ningún tipo de lazo, debido a que cuando Amadeus obtuvo el liderazgo del Consejo de las Bestias, corto toda conexión con San bestia, para así no tener problemas en lograr su propio objetivo. Y mientras no haya pruebas suficientes, más allá de simples "rumores" o testimonios de "enemigos", legalmente Ezequiel no puede declararle la guerra al Consejo de las Bestias para quitar a Amadeus del poder.
Sobretodo porque, según el propio Ezequiel, debían contar con valiosas pruebas para encarcelar a Amadeus, quien al parecer era uno de los nacidos bajo las Estrellas del Zodiaco, y su estrella guardiana era la de Leo; una constelación bendecida por el mismísimo rey de los dioses griegos, Zeus.
Además las guerras y conflictos entre humanos era una cosa. Pero entre bestias eran algo que estaba en niveles casi bíblicos, tanto para la sociedad humana como la sobrenatural; implicaba la intervención de fuerzas que rozaban los límites divinos y del entendimiento humano. Y como en toda guerra, las bajas tanto de civiles como de guerreros, sería inevitable. Por eso, antes de declararle la guerra a un gobierno que se extiende en casi todo un continente, debían contar con el apoyo de casi todo el mundo.
https://youtu.be/nQ8FbHoAYPg
Tras casi media hora de recorrido en los pasillos, escaleras y pisos de la sede, llegaron al séptimo piso del ala oeste; una vez allí, se detuvieron en la entrada de lo que parecía un museo, custodiado por seis guardias del gremio. Y de hecho en realidad era un museo.
—¡Bienvenidos al séptimo museo del gremio! —anunció Ezequiel animado y jovial, mientras pasaba por la entrada y extendía los brazos en señal de bienvenida.
Los jóvenes-bestia estaban tan impresionados, que ni siquiera respondieron; en vez de ello entraron rápido, y contemplaron las maravillas del lugar. Había mosaicos, pinturas, papiros, vasijas e incluso pedazos de estructuras, tanto de las tierras indias como otras regiones asiáticas y continentales; todas pertenecientes en su mayoría al pasado de las antiguas tribus de bestias y humanos, haciendo referencia a un único y magnífico ser: el Dios de las Bestias, Rudra.
El grupo veía cada detalle del salón, maravillados tanto de las distintas arquitecturas como de la historia que transmitían; tal era su admiración, que ni siquiera se pararon a pensar en el raro detalle de que afuera había guardias impidiendole el paso al público.
A pesar de que los dibujos y estilos de pintura eran diferentes en cada cultura, todas describían las mismas características que definían a aquel magnífico ser: cabello rojizo/naranja con mechas negras, estilo salvaje y tres trenzas, además de tener rayas de tigre por todo su musculoso cuerpo, y llevar la piel de un tigre (blanco en los dibujos a color) como pantalón holgado, toga, falda o taparrabos.
Había pasillos, habitaciones e incluso escaleras que llevaban a un piso superior, y todo estaba lleno de historia grabada en todo tipo de estructuras y objetos, los cuales el grupo tenía que girarse y mover rápido la cabeza, para poder apreciar al menos la mayoría; a Algunas incluso les llamó tanto la atención, que mientras seguían a Ezequiel al centro del museo, se separaron y se acercaron a lo más llamativo para ellos.
Contemplaron escenas de antiguas batallas que libró Rudra contra otros seres, como dioses, demonios, titanes, siendo el más llamativo varias imágenes que describían su victoria sobre el dios griego Zeus, estando éste último arrodillado en señal de clemencia, o en el suelo siendo pisoteado en el rostro por el mismo Rudra. También había pinturas del dios-tigre combatiendo monstruos de tamaño planetario y semejantes a pulpos, que los textos de los cuadros llamaban: Makhluk Kekosongan (Criaturas del Vacío).
En muchas imágenes Rudra luchaba solo, pero en otras peleaba al lado de otros inmortales; siendo los más destacados el dios-mono chino Sun Wukong, la diosa nórdica Vanir Freyja, el dios mexica náhuatl Quetzalcoalt, el dios celta Aengus, la diosa-zorro japonesa Inari, el dios africano Shangó, la diosa griega Artemisa y el ángel Metatron.
Pero había un rincón especial con un letrero que decía en texto de oro y en idioma inglés: Rudra's First Disciples (Primeros Discípulos de Rudra). En este sitio destacaban cuadros con imágenes de diferentes inmortales en distintos escenarios, y cada cuadro tenía escrito en el marco dos textos: en la parte superior del marco el nombre del discípulo de Rudra y en la parte inferior una frase en inglés.
https://youtu.be/6-prKuVd4cA
Entre los cuadros había uno que tenía por título "Nezha", y mostraba la imagen de un joven de cabello rojizo y piel clara, que portaba una lanza de fuego, tenía ruedas en llamas bajo sus pies, una cinta roja alrededor de su cuerpo y llevaba un pantalón rojo, y que luchaba contra un colosal dragón asiático de color blanco y celeste, en las costas de una región de China.
Era la legendaria batalla entre el poderoso dios chino Nezha, contra el tercer príncipe de los dragones del Territorio Chino. Y en el texto de la parte inferior decía: "búsqueda de reconocimiento; el estudiante del tigre contra el hijo del dragón".
Otro cuadro tenía como título "Skanda", y describía un cielo tormentoso, donde se hallaba un ser de apariencia humana, pero de piel negra con marcas doradas, cabello flameante, pantalón holgado y ligera armadura rojiza, luchando contra el que parecía un guerrero de la India medieval, que portaba un par de varas con rayos azules.
El ser de fuego era Skanda, hijo del dios hindú Agni, luchando contra el gobernante del Reino de los Devas y Dios Hindú del Rayo, Indra. Y como texto el cuadro tenía: "humildad contra orgullo, bondad contra crueldad; el día en que el estudiante superó a un rey".
Un cuadro cercano titulado "Zhu Rong" no describía un combate, sino una unión. En lo que parecía un altar, estaban parado un hombre joven asiático de cabello negro y largo, complexión musculosa, y vestimenta de color rojo y negro de origen chino. Y frente a él estaba una mujer griega vestida con toga violeta, constitución delgada y esbelta, y de cabello rojo y rizado adornado con una corona de fuego.
Eran el Dios Chino del Fuego, Zhu Rong, y la Diosa Griega del Hogar, Hestia. Y como texto ponía: "corazón de fuego; la historia del pequeño estudiante que se convirtió en hombre, al convertirse en maestro".
Y un cuadro de título "San Gabriel", describía al mismo ángel junto a las diosas celtas Brigit y Morrigan y la diosa egipcia Wadjet, que el joven-tigre vio en el arte del mural en el pueblo donde llegó junto a sus compañeros y Auguste Grimm al Domhan-Eile, con la diferencia de que en este cuadro, cada individuo tenía su nombre debajo. Y abajo de la imagen había un segundo cuadro, que describía un paisaje nevado donde estaba el dios Rudra parado, chocando su puño derecho con el izquierdo de aquel ángel.
Detrás de Rudra estaba quien parecía ser la diosa Freyja junto a algunas valquirias, mientras que detrás del ángel estaban aquellas tres diosas antes mencionadas. Y en cuanto a la frase ponía: "Al terminar una historia, otra empieza; el estudiante se convierte en maestro, y el maestro se convierte en estudiante".
—Increíble ¿No? —dijo Ezequiel viendo las expresiones de asombro puro en los jóvenes-bestia—. En la sociedad humana se ha conservado muy poco de las historias de Rudra, como aquel libro llamado Rigveda. Es cierto que los humanos olvidan y distorsionan hasta su propio legado, motivados por una retorcida y falsa creencia de "progreso" —Ezequiel se detiene frente a un mural, levanta la mano derecha y toca el mural, denotando un sentimiento de respeto y serenidad—. Pero nosotros jamás olvidamos el pasado, ni de quienes venimos. Jamás olvidamos el legado de nuestros ancestros, y protectores.
Miguel y el resto de sus compañeros detuvieron su contemplación en todo el lugar, para acercarse a Ezequiel, y enfocar la mirada en el gran mural que éste tocaba y admiraba; parecía el trozo de la pared de algún templo de Asia (muy posible el sur de la India), con un largo texto escrito en un antiguo idioma indoeuropeo. Pero a ambos lados del mural se hallaban un par de posters, con traducciones del mismo texto en los idiomas más hablados.
Sin embargo el texto original era legible, a los ojos de Gabriel; era una vieja leyenda de las bestias, que se ha transmitido a lo largo de la historia en cada una de las tribus de bestias en el mundo, y decía:
"¿Es la muerte y la destrucción lo que encarna esa gran alma, que el universo tanto teme? ¿Es el viento y el relámpago su gran hijo pródigo? Pocas son las palabras para describirlo; ojos de fuego y voz de trueno. Rojizo como el amanecer, resplandeciente como el sol, y rugidor como la tempestad. Su crueldad y salvajismo sólo es comparable al amor que yace en su corazón; cálidos sentimientos nacidos por los que él amó, muertos junto a quienes perdió, y renacidos con la gran Madre de los Lobos; la hermosa y luminiscente luna blanca, que le enseñó a volver amar, y a ser el gran Padre de los Tigres".
Aquel texto, junto con todo lo que había en ese museo, empezó a afectar al joven-tigre en de gran manera; éste se mantuvo separado a una considerable distancia de sus compañeros, por lo que ellos no notaron cuando él se sujetó la cabeza, y el rostro, debido a que comenzó a sentir que estaba en medio de un remolino.
https://youtu.be/QVDErru90d4
Era un sentimiento que empeoró, en cuanto divisó a lo lejos, en una pared, un cuadro con distintas imágenes, que describían a un hombre pelirrojo y una mujer de cabello dorado, ambos usando pieles de animales como ropa, y sentados juntos en una fogata, al lado de lo que parecía alguna especie de tigre pequeño, con ojos verdes. Y al lado de esa imagen había otra, que parecía describir el relato bíblico sobre el día, en que el primogénito de Adán y Eva, mató a su hermano menor.
Aquella imagen provocó una terrible reacción en la mente del joven-tigre, haciéndole ver un torbellino de recuerdos, en las que estaba la indistinguible silueta de un hombre robusto, de cabello blanquecino, oculto en las sombras, que lo miraba de espalda, y parecía llevar ropa de origen egipcia, además de poseer unos demoníacos ojos rojos.
—¡La eterna cima existe solo para mí! ¡¡¡Y para alcanzarla yo renuncié a mi humanidad, Khan!!!
Escuchar en su mente la fría, cruel y enfermiza voz de aquel hombre en esas imágenes, que de cierta forma le era familiar, le revolvió el estómago: le hacía sentir a Gabriel un terrible ardor en la sangre, y que su visión se volviera rojiza por unos instantes. Él conocía de sobra esa sensación y reacción; era algo que le sucedía solo cuando se enfadaba demasiado.
—¿Gabriel que te ocurre? —pregunto Raziel preocupado, al ver que su compañero tigre parecía tener dolor de cabeza, por la forma en que se sujetaba la misma y se agitaba.
Con el comentario del joven-leopardo, el resto del grupo también se dio cuenta del raro comportamiento del joven-tigre. Pero antes de que alguien se le acercara para ayudarlo o ver qué le sucedía, Ezequiel empezó a caminar, pasando por delante de ellos, y dirigiéndose hacia Gabriel.
—No rechaces esa tormenta de recuerdos, cachorro rayado; déjalos fluir —dijo Ezequiel teniendo una sonrisa divertida, y a la vez emocionada, mientras se detenía a diez pasos lejos del joven-tigre—. Según me contó Agosto, tus nuevos padres han pasado este tiempo tratando de ayudarte a controlar tu furia animal porque, al parecer, la ira excesiva desencadena una reacción bastante... "peculiar" en ti. Y hasta ahora ninguno de tus nuevos compañeros te ha visto realmente enfadado, ¿cierto?
—Es cierto —dijo Azrael, también notando ese detalle, aunque no entendiendo el propósito de esa conversación.
Aunque Miguel y Rafael tampoco han visto a Gabriel enfadado, si han llegado a ver el resultado de eso. Pero quien ha llegado a verlo en persona, además de los Dumont, fue la misma Caroline. De vez en cuando la mujer-lobo veía como varios humanos del pueblo, comúnmente niños u otros chicos de su edad, se burlaban del joven-tigre por la rareza de su cabello, o lo rechazaban por rencor a alguna golpiza que él les dio antes, por haberlo molestado o haber hecho llorar a su "hermana" Rosabella.
Y debido a las capacidades sobrehumanas que muchos del pueblo han llegado a ver, y a la aptitud casi animal que demostraba al defenderse de los matones, Gabriel fue siendo acusado por los demás niños de ser un monstruo, o incluso un demonio; apodo que tomó fuerza, por la mala reputación de los pelirrojos.
Desde épocas antiguas, en muchas sociedades los pelirrojos sufrían el prejuicio de ser relacionados con lo pagano u oscuro, siendo considerados incluso personas malditas o relacionadas con demonios. Era un tipo de prejuicio, que aún hoy en día era aceptado como algo "normal" en la sociedad, tal como lo fue antes la esclavitud en muchos países. Y el joven-tigre lo odiaba; odiaba ser comparado con los mismos seres que él detestaba. Después de todo, desde que tiene memoria, ha sabido quienes son los verdaderos demonios.
Aquello le hizo entender a Caroline por qué él era tan solitario en ese lugar. Y en cada ocasión ella intentaba ayudarlo, aconsejandolo calmarse o llevándolo lejos de aquellos que se divertían molestandolo. Pero hubo una ocasión, acontecido un día después de que Rafael, Elsa, Miguel y su familia se mudarán al Castillo Dumont.
[Recuerdo]
El joven-tigre pensó que ahora, al saber la mujer-lobo sobre que él era una bestia como ella, ya no tenía porque aparentar ser "normal" a su lado. Y como consecuencia, en esa misma tarde en que iban a empezar a charlar, fueron emboscados por un pequeño grupo armado de adolescentes, que les guardaban rencor a ambos; con el joven-tigre por los conflictos que éste tuvo con ellos, y con la mujer-lobo porque en una ocasión ésta casi había matado a golpes a algunos de ellos, que intentaron coquetear con ella.
En esa emboscada Gabriel no necesito hacer nada, pues Caroline no tuvo problemas en volver a darles una paliza de muerte; incluso llegó a romperles algunas costillas, para que recordaran esa golpiza por si volvían a tener ideas de molestarla a ella o a su amigo tigre. Sin embargo en medio de la lucha, uno de los adolescente atacó a Gabriel por la espalda, con una tabla de madera, la cual se rompió, e hizo nada más que enojar a éste. Y al instante el joven-tigre sujeto al atacante del cuello, lo levantó del suelo como si pesara cual pluma, y lo lanzó tan lejos que pareció un proyectil.
Después de darles un escarmiento, Gabriel y Caroline estuvieron por retirarse al bosque para conversar en paz. Pero antes de marcharse, uno de los adolescentes, furioso y harto de ser humillado por el joven-tigre y ahora por la mujer-lobo, dijo una palabra muy odiada por el primero.
—Eres... un maldito... ¡demonio!
https://youtu.be/GqVw3etrmVA
Al instante Gabriel había detenido sus pasos, bajó la mirada y apretó los dientes. Caroline noto esto, y le sujetó del brazo para intentar alentarlo a irse de allí, y no escuchar a aquellos chicos problemáticos. Pero eso le fue imposible, cuando más de ellos se unieron a la acusación.
—¡Mis padres dicen que los que tienen pelo rojo estan relacionados con el diablo! ¡Y tú definitivamente no puedes ser humano!
—¡Exacto! ¡Debes de ser un demonio!
—¡Eres un malvado demonio!
Al contrario de Caroline, que no le molestaba ser apodada o comparada con un demonio, a Gabriel no le gustaba para nada; él odiaba que lo comparasen con esos seres, tal como lo hacía su despreciada familia de sangre. Por eso, hizo oídos sordos a los pedidos de su amiga lobo, y desató su ira; en menos de cinco segundos agarró un árbol cercano, y al instante lo arrancó del suelo, para arrojarlo contra el grupo de humanos que lo tachaban de "demonio".
Aquellos chicos humanos lograron salvarse del brutal golpe, tirandose todos al suelo. Luego contemplaron aterrados como aquel árbol siguió su rumbo, atravesando otros innumerables árboles, dejando detrás de sí un sendero de destrucción igual a como lo haría un meteoro. Presenciar eso fue más que suficiente, para motivar a los adolescentes a huir de allí, y no volver a molestar al joven-tigre y a la mujer-lobo, al menos por un largo tiempo.
Ese fue el día en que Caroline vio por primera vez una parte de la verdadera fuerza de Gabriel, y de algo extraño que sucedía cuando éste se enfadaba; por un instante percibió un intenso calor emanando del cuerpo de su amigo tigre, junto con un apenas perceptible humo.
Mucho antes de que él aprendiese a usar el Prana, cuando vio a Jofiel usarlo en Cerdeña, ya mostraba señales de aquella aura flameante, como si fuese algo esperando algún interruptor, para emerger.
[Fin del Recuerdo]
—Fue una suerte que los padres ignorantes de esos cachorros humanos, no les creyeran nada de lo que decían sobre el "niño demonio" —decía Ezequiel de modo divertido—. Pero aun así, pudiste haber matado a alguien, en alguno de tus arranques de ira...
—Y desearía haberlo hecho cuando pude —contestó Gabriel, empezando a gruñir igual que un tigre, mientras miraba de reojo a Ezequiel, dejando ver en sus ojos parte de esa furia ardiente que aún seguía latente en su corazón.
—¿Y quién crees que pagaría las consecuencias de tus actos impulsivos? —argumento Ezequiel, arqueando una ceja—. Si mal no recuerdo, aun tienes una familia, que te aprecia más de lo que jamás lo hizo tu asquerosa y prejuiciosa familia de sangre. Entiendo lo molesto que pueden llegar a ser los humanos, en especial los ignorantes; sus prejuicios son los bastante grandes, como para construir una montaña inamovible. Un amigo mío se dejó consumir por ese odio, e intentó derribar esa montaña, "desapareciendo lo que creaba sus cimientos", sin tomar en cuenta a quienes arrastraría en ese camino lleno de muertes, tanto innecesarias como necesarias.
—Pero aun así todos esos miserables se lo merecen... —contestó Gabriel bajando la mirada, apretando los dientes con furia y, por primera vez, mostrando tristeza y dolor genuino en sus ojos—. Creen que tienen el derecho de juzgar a alguien por lo que son o por su linaje, sin siquiera conocer su corazón. Pero yo si puedo verlo, y cada día es lo mismo; veo lo oscura y repulsiva que son las almas de esos desgraciados, que se atreven a decirle demonio a otros, cuando en el fondo son peores que uno. Si ellos creen que saben lo qué es un demonio, ¡entonces les demostraré lo que es uno de verdad antes de enviarlos directo al Naraka!
—Tienes razón, y es justificable que los castigues. ¿Pero qué hay de ti? —dijo Ezequiel, dejando de sonreír y mostrándose serio—. ¿Piensas seguir castigandolos como según ellos te ven? ¿Quieres aparentar ser lo que ellos temen? ¿Quieres ser lo que esas escorias piensan de ti?
Con cada palabra que decía Ezequiel, aumentaba la furia irracional del joven-tigre, y como reacción empeoraba la tormenta en su cabeza, a un punto en que ya no podía responder, sino hacer quejidos de dolor.
—¡Señor Ezequiel creo que ya es suficiente! ¡Algo le está ocurriendo! —dijo Rafael no entendiendo el punto de la conversación, y empezando a preocuparse como el resto de sus compañeros. Luego, al igual que Raziel y Jofiel, estuvo por dar un paso adelante para ir a ayudar a su amigo tigre. Pero Ezequiel los detuvo, extendiendo el brazo derecho en señal de "alto".
—Entonces di que eres: ¿Eres un demonio... o un dios? —dijo Ezequiel con seriedad, pero estando preparado para lo que vendrá a continuación.
Como si fuese la activación de un interruptor, aquella respuesta hizo que la tormenta en la mente del joven-tigre se detuviera, y cambiará a una única imagen, demasiado oscura y confusa para saber qué tipo de recuerdo era, y de quién.
Pero podía verse la silueta de un hombre-tigre, de ojos verdes y tan grande como una montaña, parado en medio de un bosque selvático, destruido y congelado en mayor parte. Y a varios metros frente a él, se tambaleaba otra silueta, que se asemejaba a la de un hombre-lobo de ojos dorados y tamaño igual al hombre-tigre, que pronunciaba unas palabras cargadas con enorme ira, lástima y dolor.
—Esta pelea es innecesaria, Rudra. No tienes que protegerlos a ellos ni a nadie más. Sólo puedes destruir y matar; es tu verdadera naturaleza y destino. Y no puedes cambiarlo. ¡Acepta tu trágico destino como lo hice yo!
Luego se hizo eco un rugido de tormenta, proveniente del hombre-tigre, seguido de unas palabras por parte de éste, pronunciadas con una poderosa voz de trueno también cargadas de furia, pero mezcladas con tantas emociones que era difícil distinguirlas.
https://youtu.be/DdTkJSltpGc
—Te equivocas, Fenrir... Dios o Demonio... Salvador o Destructor... ¡Yo soy el único que decide lo que soy y el destino que seguiré! ¡Y si el destino no es justo entonces lo destruiré y crearé uno mejor para todos! ¡Es lo que Raksha me enseñó!
Después de pronunciarse esas palabras, surgió un destello en la mente de Gabriel, y éste reaccionó abriendo los ojos, mostrando que ahora eran verdes como en su verdadera forma, para después caer arrodillado al suelo y dar un poderoso rugido , que se asemejó hasta cierto punto a un trueno.
Los demás jóvenes-bestia dieron un paso atrás, sorprendidos por un repentino torbellino de fuego rojizo que desató el joven-tigre, en cuanto dio aquel aterrador rugido. Sin embargo aquellas flamas no quemaban nada, ni menos se esparcían por el resto de la zona; al contrario se mantenían condensadas en el mismo punto de donde emergieron. Pero eso no era lo increíble.
Para cuando Gabriel se dio cuenta, ya estaba en medio de aquel salvaje fuego, muy contrario a como lo mostró durante la arena. Y mientras se levantaba del suelo, recibió la sorpresa más grande de todas, al ver y sentir que tenía su cola y orejas de tigre. No obstante seguía en su forma "humanizada", aunque con cambios que sus compañeros pudieron contemplar en su totalidad: además del cambio de sus ojos, se habían alargado sus uñas y luego tornado negras, y su cabello había crecido un poco vuelto más espinoso y erizado.
Parecía estar en un estado intermedio entre su forma bestia y la humanizada, el cual tanto Miguel como Gabriel y Rafael ya habían visto antes en otra persona; era casi igual a lo que le sucedía a Caroline cuando sus instintos se salían de control, durante las lunas llenas. No obstante en el caso de Gabriel, esto acababa de ocurrir siendo de día, lo cual no podía ser posible. Pero este pensamiento quedó en segundo plano, cuando el joven-tigre se dio cuenta de que sus amigos y el mismo Ezequiel veían a algo detrás de él.
De inmediato Gabriel se dio la vuelta y, al igual que sus compañeros, quedo sin palabras al ver que el fuego empezó a tomar forma, hasta convertirse en la imponente figura de un hombre-tigre, de la cintura a la cabeza y cruzado de brazos, flotando a pocos metros del suelo y tan alto que casi llegaba al techo; sus rayas eran flamas de color celeste, sus ojos eran fuego verde, y en su frente tres rayas abrían un espacio ovalado en medio, de modo que parecía un tercer ojo.
Además podía verse que llevaba brazales, y detrás de sus hombros emergió otro par de brazos: en el izquierdo sostenía un hermoso arco hecho de electricidad amarilla, y en el otro un majestuoso tridente hecho de lo que parecía roca fundida, que mantenía descansando en su nuca. Y por último en su espalda se formó un dharmachakra dorado, con el símbolo de un tridente en medio, igual al que formaban las rayas en la espalda de aquel hombre-tigre.
—No soy un experto en el tema. Pero "eso" definitivamente no es el espíritu de un tigre normal... —dijo Azrael, por primera vez mostrándose impactado, al ver algo que no se espero para nada.
—¡Lo sabía! —exclamó Jofiel levantando ambos puños y sonriendo de la emoción, al confirmarse algo que sospechaba desde que el joven-tigre usó una parte de la Danza de la Destrucción, para aumentar la circulación de Prana.
—¡Es lo que creo que es! —dijeron Rafael y Uriel al mismo tiempo; el primero empezando a emocionarse como su compañero león, mientras que el segundo estaba en total shock.
—De hecho, aun le falta recuperar el Tridente del Samsara y el Arco de la Destrucción, que están en la Colina Rudraksha. Pero sí que lo es —confirmó Ezequiel mirando la forma espiritual de Rudra, con una sonrisa nostálgica—. Ya que van a estar en el mismo Clan, y comparten el mismo destino, es necesario que sepan esto. Los hermanos Grimm lo predijeron, y después de que Mahendra restaurará el reino humano en el Alfheim, tuvo una visión del regreso de su maestro.
»Y dado a la información recopilada sobre la procedencia, vida y triste pasado de vuestro amigo tigre, sumado a esto, es más que oficial: frente a ustedes, está la nueva encarnación mortal, de la fuerza primordial que se alza por encima de los dioses y el destino. Gabriel Khanom, es el nuevo avatar de Rudra Shere Khan, el Dios de las Bestias.
https://youtu.be/cws9vY8dT6o
—¡¡¡Naaaniiii!!! —exclamó Remiel boquiabierto y poniendo ambas manos en su cabeza, para un segundo después tener que ser sujetado por Raziel con ayuda de Camael, debido a que cayó inconsciente de la sorpresa.
—¡Es imposible! ¡Me niego a creer que este miserable gato maldito sea la encarnación mortal de un jodido depredador de dioses y demonios! —decía Miguel señalando al joven-tigre, furioso e indignado sobre tal gigantesca revelación.
—No si de veritas —dijo Ezequiel de forma inocente, volteando la mirada para ver al joven-lobo, divertido de su negatividad, y luego volvió a mirar al joven-tigre—. Adelante cachorro rayado diles algo.
Mientras Rafael y Jofiel estaban asombrados, Miguel gritaba en negatividad de la revelación, Raziel y Camael ayudaban a Remiel a levantarse, y Uriel y Azrael estaban igual de impactados. Pero el más afectado era Gabriel; éste no hacía nada más que observar atónito la manifestación del poderoso dios que habitaba en él, luego dirigir la mirada hacia sus compañeros, después a Ezequiel, y repetir la misma acción una y otra vez.
No sabía que decir; por un lado él quería negar tal afirmación, pero sabía que ahora eso era imposible. Y de todos modos, sabiendo que estaría en el mismo clan que el resto de jóvenes-bestia, tarde o temprano ellos de algún modo descubrirían la verdad. Así que, teniendo la certeza de que será un largo día, Gabriel se frota la cara con una mano, y tras dar un largo suspiro, se quejo en voz baja:
—Ohhh rayos...
Próximo capítulo: El Terror de Raiden Tameemon.
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