Capítulo XXXII: Convicciones de una Bestia
"Señor, las tristezas no se hicieron para las bestias, sino para los hombres; pero si los hombres las sienten demasiado, se vuelven bestias."
—Don Quijote de la Mancha, de Miguel de Cervantes
[La Corte de las Tinieblas]
https://youtu.be/6wZJBAhXoSo
—Cuatrocientos años, y ni un solo avatar —dijo Drácula, teniendo la mano en su barbilla y mirando el suelo, sumido en sus pensamientos—. Pero según ustedes, están los avatares del Dios Hindú Skanda y la Diosa Nórdica Skaði. ¡Je, je, je! Eso significa, que el infeliz ya debe de estar aquí.
Lo que dijo Drácula, provocó una fuerte reacción en cada uno de los Señores Vampiros; mientras que los demás se mostraron nerviosos y aterrados, Pandora solo se emocionó como una niña, y Apokalis mostró una sonrisa divertida.
—¡¡¡¿Qué mierdas estas diciendo?!!! —exclamó Orlok alterado, al grado de que si pudiese, sudaría de los nervios.
—Por casualidad, ¿hubo un brote de locura hace poco? Como por ejemplo, ¿humanos volviéndose locos en un determinado lugar? —pregunto Drácula de repente, y un poco ansioso, sin hacer caso a las dudas de Orlok.
—De hecho, sí —contestó Carmilla, ahora seria, mientras recordaba un detalle, que en su momento, no le tomo importancia—. Hace un año, de repente surgió un brote de locura. Humanos volviéndose dementes, cosas así.
—¿Mencionaron algo en específico? ¿Un nombre, una palabra, un hombre de sombrero, un perro negro? —pregunto Drácula todavía pensativo, sin ningún cambio en su actitud y expresión.
—De hecho... sí. Varios dijeron haber visto a un hombre con sombrero, y otros mencionaron a un perro negro, con una sonrisa diabólica —respondió Carmilla, teniendo un muy mal presentimiento—. Y muchos mencionaban las mismas palabras, en distintos idiomas, comúnmente en hebreo: "Mi Enemigo".
—¿Estas insinuando que eso lo está provocando el Devorador de Demonios? —pregunto Ramades, un poco confundido.
—No. No es Rudra, sino un "viejo enemigo" suyo, que odia perder, y está buscando la revancha —contesto Drácula, ahora con una sonrisa divertida—. Si ese rey demonio loco ha iniciado su "juego macabro" a hace un año, eso quiere decir, que fue hace un año o dos, que Rudra adoptó su forma Shere Khan, y transmigro en un nuevo avatar mortal. Y es probable, que de algún modo, ese avatar haya viajado desde su tierra natal, a alguna parte de Francia. Que ese dios salvaje haya vuelto ahora, solo significa una cosa: sabe que yo sigo vivo, y conmigo, las ambiciones del anterior Rey Vampiro, también viven, junto con las mías.
[Sede Principal de San Bestia: Arena de Duelo]
https://youtu.be/NPojwWIQWeo
—¡Es hora de pescar un cocodrilo!
Exclamó Uriel avanzando a continuar su pelea con Rusbel, quien también se lanzó a atacar. Y en menos de segundos, ocurre un feroz intercambio de golpes. El hombre-cocodrilo atacaba apuntando en puntos específicos, para terminar de romper las escamas del hombre-dragón rojo, más sin embargo éste cuando bloqueaba con los brazos, por una décima de segundo, usaba Bendición Solar para fortalecer un poco más las escamas, y evitar el mayor daño posible.
No obstante, el hombre-cocodrilo ahora se mantenía distante y precavido en cada movimiento, para evitar el aliento de fuego del hombre-dragón. Y eso quedó demostrado, cuando Uriel redirecciono un tajo de la espada a un lado, la atrapó con ambas manos, e intentó disparar su llamarada directo al rostro de Rusbel; fue cuando éste contraataco del modo en Remiel advirtió al inicio del combate: con un ataque mágico de la propia espada.
De modo inesperado Uriel recibió una potente descarga eléctrica, proveniente de la espada, haciendo que quedase aturdido por un momento, pero lo suficiente, como para que Rusbel conectase un golpe con el talón de la palma de su mano izquierda, justo debajo de la mandíbula del hombre-dragón, obligándolo a retroceder.
—¡¿Lo ven?! ¡Advertí que podría usar algún encantamiento con la magia almacenada! —dijo Remiel, ahora estando de pie (usando su espada como bastón) comenzando alterarse, al ver que su suposición sobre la espada del hombre-cocodrilo era cierta.
—Es verdad. Pero al parecer solo se limita a replicar el hechizo del cual absorbió la magia. Y para absorberla, necesita al menos tocarla —decía Camael, analizando los puntos que favorecían y perjudicaban tanto la espada como a su portador, hasta que tuvo una idea—. Ya tengo un plan, pero no te va a gustar mucho.
—A estas alturas no me importa, siempre y cuando logremos salir de esto para ir a ver a un médico, o un veterinario—dijo Remiel sonriendo con sarcasmo, mientras se tocaba la espalda, aun adolorido del golpe reciente. Y era algo natural; de sus compañeros bestia él era el que menos fuerza física tenía.
Uriel, aunque estaba aturdido, no tardó mucho en recuperarse, y al instante concentro parte de la energía solar en su garganta, haciendo que brillase de dorado, para después disparar una llamarada de fuego tan potente, que parecía ser el fuego disparado de un misil. Y era obvio que Rusbel no lo iba a bloquear con su espada, por lo que dio otro salto en el aire, dando varios giros, y logra evadir el rayo de fuego; el cual no se detuvo, hasta impactar con las gradas.
Pudo haber creado una explosión espectacular, que arrasaría con gran parte del lugar. Pero en vez de impactar contra la pared y el público, lo hizo con lo que parecía una pared holográfica violeta: aquello era un campo de fuerza, que rodeaba toda la arena, para evitar que el poder abismal de los que peleaban destruyeran todo el lugar, y fue muy sensato que agregaran uno en la arena. En cuanto al hombre-cocodrilo, éste a un segundo de aterrizar, bloqueo un tajo de la espada de Remiel, quien pese al dolor del golpe reciente y el cansancio, todavía seguía apto para luchar.
—Disculpa que interrumpa. ¡Pero ya estoy listo para el segundo round! —dijo Remiel sonriendo con diversión, y luego se separa a varios pasos lejos del hombre-cocodrilo.
—Espero que esta vez luches mejor. No quiero enviarte al médico con la mitad de tus huesos rotos —respondió Rusbel igual de divertido.
Al mismo tiempo, Uriel había dejado de respirar el rayo de fuego, y estaba por volver a pelear. Pero fue detenido por el joven-garuda, quien le sostuvo del hombro derecho.
—Espera un momento "murcielagarto". No le ganaremos solo golpeándolo y con tu aliento picante —dijo Camael con un semblante serio.
—¿Y qué sugieres emplumado? —pregunto Uriel un poco molesto, pero dispuesto a escuchar sugerencias.
https://youtu.be/PYPmHD-nhWk
Mientras los tres tenían su batalla contra Rusbel, en otro lado de la arena continuaba la feroz lucha entre el hombre-elefante y los tres hombres-felinos. Azrael tenía los brazos en un estado grave; los huesos de los antebrazos estaban agrietados, y de recibir otro golpe brutal de su oponente, iban a acabar siendo polvo de hueso en término literal. Y a pesar de que empezó el proceso de curación, los huesos rotos iban a tomar tanto tiempo, que el hombre-pantera consideraba demasiado en la situación grave en la que estaba.
En cuanto a Agayuel, éste no lo pensó más, y dando un paso al frente, se preparó para arremeter contra un débil Azrael, y éste se preparó para evadir moviéndose a cualquier lado. Sin embargo no hubo necesidad de eso, puesto que los otros dos felinos se unieron a la batalla.
—¡Ahora Raziel!
Exclamo Jofiel, captando la atención de Agayuel y Azrael; ambos vieron que él todavía estaba en la misma posición de oración, solo que esta vez su cuerpo emanaba la energía Prana dorada con mayor intensidad. Y al lado de él, estaba el hombre-leopardo, quien en unos segundos junto ambas manos, para después señalar al hombre-elefante con una, y la palma de la misma resplandeció de color azul, mientras circulaban letras blancas alrededor formando un círculo.
—¡Escritura Sagrada: que la oscuridad se aparte, porque Dios dijo que haya a luz y entonces apareció la luz para iluminarnos en nuestra oscuridad!
Recitado el conjuro, alrededor del hombre-elefante y el hombre-pantera surgieron múltiples esferas de luz blanca. Agayuel, al estar sorprendido de lo que acababa de pasar, intento girarse para tener una vista clara de aquel hechizo; una acción que fue errónea, puesto que su hombro derecho toco un orbe de luz, provocando como reacción, una pequeña explosión. Sin embargo aquello no hizo más que moverlo un poco, puesto que no le hizo ni un rasguño.
—Magia sagrada —comentó Agayuel dándose cuenta del tipo de arte mágico al que pertenecía el hechizo—. Sin embargo es inútil. Lo único que conseguirá será fastidiarme.
—Obvio, porque eres demasiado grande, como para moverte en un espacio reducido —contesto Azrael, dándose cuenta del propósito por el que su hermano activo aquel hechizo.
Entonces el hombre-pantera avanzó hacia el hombre-elefante, y éste respondió ejecutando un puñetazo ascendente, el cual el primero aprovechó; primero salto para evadir, y después dio otro salto en el antebrazo de Agayuel, con el fin de impulsarse hacia arriba, y conectar con éxito un potente rodillazo en el rostro de su oponente paquidermo; obligándolo a retroceder unos pasos y chocar con dos orbes más que, pese a no lastimarlo, la luz de la explosión lo desequilibrio y desoriento.
Agayuel dio un paso firme en el suelo, tratando de recuperar el balance. Sin embargo recibió una patada en la rodilla, de parte de Azrael, que a pesar de no fracturarle la rodilla, si consiguió hacerle perder el resto del equilibrio, obligándolo a caer arrodillado; quedando vulnerable para otro rodillazo ascendente en el rostro. Sin embargo el contraataque de Azrael fue bloqueado por el brazo derecho del hombre-elefante, a quien se le acabó la paciencia.
Entonces los instintos del hombre-pantera se dispararon, advirtiéndole de un peligro inminente, y él sin cuestionar obedeció; en cuanto aterrizó en el suelo, tras saltar para golpear con la rodilla, retrocedió varios pasos lejos de su oponente con un par de brincos, evitando una vez más ser atrapado por la trompa de éste.
—Cerrando el espacio para impedirme moverme bien —decía Agayuel, parándose firme y molesto—. Buena estrategia. ¡Pero sigue siendo inútil! ¡Arte del Chamán: Limpieza del Ambiente!
Recitado aquel conjuro, el hombre-elefante piso la tierra, provocando una rara onda sísmica de color celeste, que destruyó los orbes alrededor de ellos. Y como consecuencia de los múltiples estallidos, todo el escenario fue cubierto por destellos cegadores.
—Van a necesitar mucho más que simples estrategias para vencer a la fuerza absoluta —decía Agayuel, caminando en medio de la luz, mientras la misma se desvanecía, y él se acercaba a Azrael para derrotarlo de una vez.
—¡Genial porque no se me ocurre mejor forma de derrotarte!
El repentino grito del hombre-león llamó la atención de Agayuel y Azrael, y mientras que éste último retrocedió, el primero se giró siguiendo la dirección de la voz, solo para ver que Jofiel se acercaba cual rayo dorado por la feroz aura de energía Prana que lo envolvía, y a un segundo de casi estar cerca del hombre-elefante, dio un salto directo a éste.
—¡Cachorro estúpido! —gruñó Agayuel, y al instante atrapó al hombre-león con la trompa—. ¡Aunque tu fuerza es grande, eres solo un gato al que le gusta maullar!
—¡Estas equivocado viejo elefante —exclamó Jofiel con una sonrisa divertida, pese a la situación grave en la que estaba—, tienes razón en que la fuerza lo es todo, y por eso no puedo darme el lujo de ser débil!
https://youtu.be/ntG_EEfpasM
Con esa respuesta, de forma inesperada para Agayuel, el hombre-león le sujetó de los colmillos, y comenzó a ejercer una fuerza mayor, como si intentara acercarse más. Todo esto, mientras el hombre-león recordaba a las sirvientas del castillo, sobretodo a Siara, a quienes él quería como su propia familia, y no dudo en protegerlas de aquellos viles vampiros aquel día, en que junto con su transformación, nació su motivación. Y no volvió a siquiera mencionarla, hasta que tuvo que escribirla en la prueba escrita:
"Jofiel: peleo porque me gusta pelear y porque no quiero ser un patético debilucho, que no es capaz de proteger a nadie ni a su propia familia. Desde que nací he visto el lado cruel de la vida y no pienso tolerarlo; combatiré a los verdaderos monstruos, como la salvaje bestia que soy".
—Debo ser fuerte, debo tener el poder para protegerlos a todos —decía Jofiel, cada vez emanando energía Prana con mayor intensidad, al grado en que detrás de él, comenzó a formarse un círculo dorado con forma de flor de loto—. ¡Un hombre débil que no es capaz de ni proteger aquellos que ama no merece vivir! ¡Poder del Rey: Hacha de Ganesha!
Agayuel, cansado de escucharlo, se dispuso a intentar golpearlo. No obstante, al igual que varios de los presentes, como las bestias de origen indio en las gradas, quedó congelado de la sorpresa, al ver algo que estaba más allá de la imaginación: detrás del hombre-león se formó la imponente imagen fantasmal de un gigante de complexión en extremo musculosa, con pantalón amarillo, collar, brazaletes y casco dorados; piel celeste, cuatro brazos y cabeza de elefante asiático. Era una imponente imagen del poderoso Dios Hindú de la Fortuna, Ganesha.
Al mismo tiempo, en el lado contrario de la arena, la feroz lucha entre Remiel y Rusbel estaba llegando a su clímax. El joven-kitsune todo lo que hacía era bloquear y evadir los ataques del hombre-cocodrilo, más no regresaba ningún golpe; estaba a la defensiva por completo.
—Sin duda tienes talento con la espada cachorro —dijo Rusbel, chocando su espada con la katana del joven-kitsune, y usando solo una mano, casi lo hace retroceder—. ¡Pero el talento no sirve sino lo desarrollas!
—¡Lo sé! —contestó Remiel, sosteniendo su katana con una mano en el mango y la otra en la hoja, para no ceder—. Es cierto que escogí ser un guerrero justo ahora. Y antes de todo esto solo practicaba por aburrimiento. Pero...
Antes de continuar, al joven-kitsune le llegó a la mente el recuerdo de su padre y hermano, junto a él, su madre y hermanas; aquellos días felices, antes de aquel trágico día, en que padre e hijo desaparecieron. Y construyeron los cimientos a una motivación, que gracias a las palabras de un orgulloso dragón rojo, por fin logró plasmarlo en aquella prueba escrita:
"Remiel: antes dudaba de que alguien como yo, podría ser un gran guerrero y protector, como lo son mi padre y mi hermano. Y temía convertirme en aquello que le desgracio la vida a papá. Pero creo que el chiste de la vida, está en descubrir por ti mismo si eres capaz de lograr algo; quizás así hasta logré demostrarle a cierta gata, cuan mejores personas y bestias podemos ser si nos lo proponemos".
—¡No puedo darme por vencido! —exclamó Remiel, ahora mostrando su característica sonrisa de bromista, solo que esta vez, denotando optimismo y convicción—. ¡Seré un guerrero fuerte del que mi familia se enorgullecerá! ¡Y seguiré avanzando hasta encontrar a mi padre y mi hermano y volver todos juntos a nuestro hogar!
Dictaminada esa declaración Remiel se mueve a su izquierda, dejando que la espada de su oponente se deslizara por el filo de la katana, e impactara contra el suelo. Entonces el joven-kitsune comenzó alejarse y mientras lo hacía grito:
—¡Ahora Camael!
De inmediato el hombre-cocodrilo dirigió su mirada a donde se encontraba el garuda, quien se preparaba para disparar con su arco; las flamas azules en la punta de la flecha espectral, daba a entender que era la técnica experimental reciente.
—No sé qué es lo que planean. ¡Pero olvidaron que mi espada ya absorbió ese hechizo antes! —dijo Rusbel, sonriendo de forma divertida, y elevando la preocupación en el joven-kitsune y el garuda, aunque en éste no se vio tanto como el primero.
Acto seguido el hombre-cocodrilo alzo su espada y apunto hacia Camael, y por un instante, el filo resplandeció con aquel fuego azul; es entonces que aquellas flamas, en vez de salir disparadas y convertirse en la serpiente de fuego azul, pasaron de la hoja al cuerpo de Rusbel, quien de pronto se le agrandaron los ojos, como una señal de que algo le impactó. Se miró la mano izquierda, y comenzó a analizar lo que acababa de ocurrir.
"He recuperado parte de mi energía... es quiere decir que esto no es magia... La energía usada en esta técnica no era mana... ¡Es...!", decía Rusbel en su mente, en extremo impactado de tal revelación, y antes de terminar sus pensamientos, el garuda conjuro Luz en la Guerra: Disparó Xiuhcóatl.
Debido a la enorme sorpresa que tuvo el hombre-cocodrilo por aquel descubrimiento, apenas reacciono a tiempo, y la flecha espectral tras convertirse en serpiente flameante llegó hasta él y volvió a atraparlo. Pero esta vez se enredó alrededor de su cuello y el brazo derecho, limitándole al máximo el poder mover su espada y el cuello.
Pero Rusbel aún tenía suficiente libertad en su brazo izquierdo, por lo que de inmediato se dispuso a usar su otra mano para tomar la espada y liberarse. No obstante, se dio cuenta que Remiel se le acercaba, con la katana lista para un corte (o golpe) horizontal. Sin embargo el hombre-cocodrilo todavía tenía su agilidad sobrehumana, producto de años luchando tanto bajo el agua como en la superficie de los barcos. Así reaccionó dando otro gran salto con un par de giros de 360 grados, lejos del alcance del joven-kitsune.
—¡Te toca "mucierlagarto"! —grito Camael levantando la mirada.
Durante todo el conflicto, el hombre-cocodrilo estaba tan distraído por la sorpresa de la revelación, sumado a la creencia de que el plan de los jóvenes-bestia era debilitarlo haciendo que tuviese menos movilidad con la espada, o quizás planeaban de algún modo quitárselas de las manos. Y por esto, se había olvidado de un detalle, del que solo se dio cuenta, cuando en el aire, durante unos breves segundos diviso una sombra en el suelo, perteneciente a algo que se acercaba a él; era el hombre-dragón.
Mientras Rusbel y Remiel peleaban, Uriel se elevó a lo alto, y justo con la señal de Camael se acercó a gran velocidad y descendió en picada, directo al hombre-cocodrilo, cuya fuerza era mayor en la tierra y en el aire, por lo que, de un modo irónico, el plan real de los jóvenes-bestia era atacarlo en el aire.
Si ya de por si moverse en el aire era complicado, para Rusbel lo era aún más. En un intento desesperado trato de estabilizarse en el aire para atacar con su espada. Pero fue inútil, porque Uriel, moviéndose con una agilidad absurda para su tamaño y peso, gracias a que estaba en su elemento, fue mucho más rápido, y se posiciono justo detrás del hombre-cocodrilo, para después endurecer las escamas de su codo, y ejecutar un potente codazo en la espina cervical de Rusbel.
El golpe fue lo bastante poderoso, como para aturdir al hombre-cocodrilo el tiempo suficiente, para que el hombre-dragón lo sujetara por el brazo izquierdo, y la serpiente de fuego soltara le soltara el brazo derecho, con el propósito de enredarse en el brazo de misma dirección del hombre-dragón; de este modo, Uriel tenía sujetado a su oponente por completo, y una vez logrado, descendió directo al suelo cual misil, y estrelló a Rusbel contra el fortificado concreto. Y como una reacción en cadena, la serpiente de fuego al recibir tal impacto, explotó en una pequeña pero poderosa explosión.
Sin embargo el suelo de la arena volvió a estremecerse, debido a que en el lado contrario también había concluido la batalla, cuando la figura astral del dios Ganesha levanto su primer brazo derecho, y lo descendió como si fuera un hacha que estaba por partir un tronco por la mitad. Y justo cuando lo hizo, Jofiel había retrocedido un poco la cabeza, para después usar los colmillos del hombre-elefante —los cuales seguía sujetando— con el fin de impulsarse hacia él, e impactar un brutal cabezazo en el rostro de éste, que junto con la mano espiritual de Ganesha, hizo que Agayuel fuese estrellado de espalda contra el suelo.
https://youtu.be/JEKTKKMbyQE
En ambos puntos, Uriel salto fuera de la grieta donde estaba un inconsciente Rusbel, mientras que Jofiel se alejó también saltando lejos de otra grieta, en donde se encontraba un inconsciente Agayuel, y como si fuera una ilusión, la imagen de Ganesha se desvaneció, junto con el círculo dorado y la energía Prana en Jofiel.
Por fin, los jóvenes-bestia habían logrado derrotar a dos de los tres maestros. Ahora solo quedaba aquel que está por encima de la cadena alimenticia, y justo en ese momento, los seis centraron su mirada en los últimos tres, que se encargaban de enfrentar a Ezequiel.
Mientras Rafael tenía un pequeño intercambio de golpes con el dragón blanco, Gabriel estaba parado con las manos juntas, en señal de oración, para reunir energía Prana, puesto que tenía activado Poder del Rey: Elevación del Prana. Y en cuanto a Miguel, también se preparaba para activar su habilidad, y justo llegó el momento de hacerlo.
—¡Ahora Rafael! —exclamó Miguel, y al instante el hombre-oso respondió apartándose del camino de Ezequiel, justo cuando éste había ejecutado un golpe directo derecho.
Acto seguido Gabriel avanzó con tanta fuerza, que el suelo bajo sus patas se agrieto, al segundo en que él salto, y a la velocidad del rayo avanzó directo hacia Ezequiel, quien al instante se cubrió con el brazo izquierdo, pensando que iba a recibir un puñetazo o zarpazo.
No obstante lo que el hombre-tigre sabía, era que su especie animal, los tigres, al contrario que los leones, poseen mucha más fuerza en sus extremidades traseras que en las delanteras; de modo que a unos segundos de llegar a su oponente, en vez de usar los puños, uso la mano izquierda para sujetarse del suelo y voltear su cuerpo de tal manera, que ejecutó un poderoso rodillazo derecho descendente, en el brazo izquierdo del hombre-dragón blanco.
La abismal fuerza de las extremidades traseras del hombre-tigre, amplificadas con su poder, y sumado con la debilidad de la especie de los dragones con los tigres, hizo que aquel rodillazo por fin destrozara parte de las escamas plateadas del brazo izquierdo de Ezequiel, mostrando un poco de su vulnerable piel blanquecina.
Y luego de que el hombre-dragón blanco retrocediera un par de pasos, por la fuerza del golpe que recibió, Gabriel había terminado de dar el giro, para después, al milisegundo de pisar el suelo, se impulsó hacia Ezequiel, conectando un rodillazo izquierdo en sus costillas derechas, logrando casi también romper las escamas del pecho. Pero a costa de recibir un puñetazo directo en el rostro, que lo mandó a volar. No obstante el hombre-tigre dio un par de giros en el aire y cayo de pie, escupiendo un poco de sangre.
—¡Ahora Miguel! —exclamó Gabriel, y al instante, de modo similar a como lo hizo él, el hombre-lobo se impuso cual rayo azul hacia el hombre-dragón blanco, al haber usado Fuerza Lunar: Viento Nocturno.
De inmediato Ezequiel reaccionó girándose, para atacar con un gancho derecho en el rostro de Miguel. Pero éste, para su disgusto interno, copio casi la misma maniobra que hizo Gabriel, aunque con el objetivo de impulsarse hacia arriba, y pasar por encima del puño de Ezequiel; acción que logró, y justo al tocar el suelo se acercó para golpear al dragón blanco, justo en la zona del pecho por donde el hombre-tigre había atacado por segunda vez.
https://youtu.be/GPlyGpww-DU
Sin embargo algo extraño sucedió
Ezequiel volvía a girarse para encarar el contraataque de Miguel, más no tendría tiempo de dar un puñetazo, ni menos con el brazo izquierdo debilitado por el momento a causa del golpe reciente. Ambos estaba casi de frente, y el hombre-lobo estuvo por dar el golpe decisivo con todas sus fuerzas. Pero entonces sus ojos se agrandaron; fue una clara señal de que algo le impactó, y fue a tal magnitud, que él usó la fuerza restante de su habilidad para retroceder varios pasos lejos del hombre-dragón, hasta llegar al hombre-tigre y detenerse en seco, todavía mostrándose perplejo y desconcertado.
—¡¿Por qué te detuviste Miguel?! ¡Casi lo tenías! —grito Remiel acercándose a la zona de la arena a paso veloz, en compañía de Uriel y Camael, quienes se acercaban volando.
El hombre-lobo no respondió; parecía estar en shock por algo, y eso fue evidente para Gabriel y Rafael, al igual que para Jofiel y los hermanos leopardo, mientras también se aproximaban a esa parte de la arena. Desde que conocían a Miguel, lo han visto como una persona que en situaciones graves, trataba de mantenerse calmado y analítico, para así no perder la concentración, y saber responder al peligro, por lo que el verlo así, comenzó a preocuparlos.
—El... él... —trataba de decir Miguel, con cierta dificultad, a causa de la enorme sorpresa que tuvo, al ver algo inesperado por completo—. El señor Ezequiel... estuvo a punto de dar una patada.
Tan rápido como término lo que intentaba decir, la sorpresa no tardó en llegar al resto del grupo, quienes al instante centraron su mirada en el mencionado dragón blanco; vieron que, efecto, su pie derecho estaba casi arriba del suelo. Solo faltaban sus dedos, para que el pie terminará por elevarse en una feroz patada diagonal o vertical, que pudo dejar inconsciente al hombre-lobo, de no haberlo notado a tiempo.
—Miguel no bromea —dijo Camael, aterrizando junto con Uriel cerca de Remiel, y teniendo una mirada perpleja igual a la de su compañero licántropo—. En el último segundo, cuando Ezequiel estaba girándose, comenzó a flexionar la rodilla y a levantar el pie, para atacar con una patada.
—¡¿Qué?! ¡Pero si las patadas están prohibidas en el boxeo!—cuestiono Raziel impactado de lo que escuchaba.
—A menos que el boxeo no sea su verdadero arte marcial —dijo Azrael, comenzando a estar tan desconcertado y preocupado como el garuda y el licántropo.
—Hace un momento él se quejó de la resistencia de un artista de lethwei —decía Jofiel frunciendo el ceño y aun sonriendo—, lo cual quiere decir que ha tenido demasiadas peleas con luchadores de ese arte. Y aquel rosario que traía cuando lo conocimos, reconozco esas inscripciones: es un idioma común del reino rival de Birmania, el Reino de Siam.
—¡¿El Reino de Siam?! —exclamó Camael en absoluto sorprendido, puesto que, aquel reino ubicado en Asia, cerca del territorio que abarca la India, es de donde él, por parte paterna, proviene.
—Eso explicaría la coloración en su piel —dijo Uriel, igual de serio y preocupado—. La forma humana de un draconiano, se adapta al ambiente en el vive durante su niñez. Y la de los dragones blancos es bastante parecida, a los humanos que habitan en regiones frías, como los irlandeses, nórdicos y rusos, por lo que todos tienen la piel desde un tono casi blanco a claro normal. Pero Ezequiel la tiene bastante bronceada; eso quiere decir, que ha pasado gran parte de su infancia en un ambiente caluroso, al grado en que su forma humana tuvo que adaptarse.
—Lo que dicen tal vez sea cierto —dijo Remiel, sorprendido de las revelaciones y recordando un detalle importante, que considero revelar a sus compañeros—. Ahora que me acuerdo, en uno de los torneos organizados por la Sociedad Sobrenatural en Rusia, Ezequiel participó bajo el alias "Buakaw Norris", representando el Reino de Siam. En el Mundo Yokai hay recuerdos e imágenes de ese torneo, porque también participó un humano luchador de sumo japonés, llamado Raiden Tameemon.
»Era conocido en su momento como el "mortal más fuerte" y más grande luchador de sumo. Aunque en realidad, era un miserable depravado discriminador con complejo de "héroe". De hecho, ni siquiera merecía llamarse "humano". Esa escoria intentó ganar ese torneo, para así tener la libertad de llevarse a cien mujeres elfas niñas y adultas a Japón, con el fin de convertirlas en esclavas sexuales suyas y de sus compañeros.
—¡Pero qué maldito enfermo degenerado! —exclamó Rafael asqueado de escuchar aquello, y furioso de que existiese tan horrible ser humano.
—Tienes razón. Pero por fortuna las elfas fueron salvadas de ese horrible plan, cuando en la primera ronda, ese cerdo desgraciado se enfrentó a Ezequiel, y perdió de una manera... no muy bonita —proseguía Remiel, ahora mostrándose incómodo—. En serio chicos, eso no debería llamarse una pelea, ¡sino una violación! ¡Literal se necesitaron diez sanadores especialistas en anatomía humana, para rearmar como un rompecabezas el esqueleto completo de Raiden, y más de treinta psicólogos para ayudarle a controlar el trauma que le dejó esa pelea!
»Sin embargo lo más increíble es que Ezequiel no uso boxeo; de hecho, aunque derrotó a Raiden con fuerza bruta, no dio indicios de usar esa disciplina. Al contrario, durante un momento pareció que por mera inercia, o simple costumbre, intentó usar un arte parecido, aunque distinto al boxeo. Pero hasta el final se contuvo.
—Realmente, ustedes son muy intuitivos. Y el conocimiento que tiene cada uno respecto a una tierra y la biología de su especie, hace que se complementen muy bien. Tienes razón zorro astuto. En esa pelea estuve a punto de matar a Raiden, por no poder controlar el estilo de lucha con el que crecí, y al que tan acostumbrado estoy —decía Ezequiel denotando verdadera felicidad y nostalgia, para después mirar su mano derecha—. Como sabrán, debido a nuestro factor curativo, no podemos tener cicatrices.
»Por eso, al carecer de cicatrices en todo mi cuerpo, solo tengo mi piel bañada por la cálida luz del hermoso sol, como único recuerdo vivo, de mis cuarenta años de entrenamiento en la India y en el Reino de Siam, bajo las enseñanzas de mi padre y mi abuelo —Ezequiel, ahora sonriendo con orgullo, vuelve a dirigirle la mirada a los jóvenes-bestia—. Deben sentirse orgullosos cachorros, por haberme obligado a desenfundar mis "armas". Han demostrado ser dignos, de ver el verdadero arte de la guerra, el maravilloso Arte de las Ocho Extremidades.
Próximo capítulo: El Mortal Más Poderoso.
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