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Capítulo XXXI: El Pescador de México

"...Maestro, entre tales sujetos debiera yo conocer bien a algunos que inmundos fueron de tan grandes males".

—Infierno de Dante, Canto VII: 49-51.

[Sede Principal de San Bestia: Arena de Duelo]

https://youtu.be/arLfvJv0FEI

—¡Ja, ja, ja! ¡Así que por fin usará el silat! —decía Bill divertido y emocionado desde las gradas, junto a su esposa y varios subordinados suyos de la Sede Norteamericana de San Bestia.

—No le queda de otra —dijo Anastasia, con una sonrisa que reflejaba cuan divertida estaba en el interior, aunque mantenía su postura firme y severa—. Ese arte está diseñado para enfrentar enemigos armados y de mayor tamaño. Sin embargo, el cachorro pantera deberá medir muy bien las técnicas a usar, porque un solo golpe recibido, será el fin..

En la arena, el combate entre todos había tenido una pausa momentánea, tras la increíble revelación del arte marcial de Azrael, quien justo ahora se encontraba en guardia, y listo para recibir cualquier ataque; el cual llegó. Agayuel lanzó un gancho izquierdo tan poderoso y veloz, que cuando el hombre-pantera retrocedió, usando el codo izquierdo para redirigir el puñetazo fuera de su alcance, se desató una potente corriente de viento, que llegó hasta el otro extremo de la arena.

Acto seguido, Azrael avanzó a paso veloz, y en el proceso, uso otra vez el codo izquierdo para redirigir fuera de su camino un puñetazo derecho, que iba directo hacia él. Y al estar frente a su oponente, conectó un codazo derecho en el estómago de Agayuel. No obstante, éste lo resistió totalmente, e iba atrapar al hombre-pantera usando la trompa. Sin embargo, éste evito por poco el agarre, sumergiéndose en la sombra.

Agayuel de inmediato se puso erguido, para que su sombra cambiará de dirección, esta vez, detrás de él. Luego cerró los ojos, y de forma espontánea se voltea —teniendo cuidado de no mover mucho su sombra—, dando un puñetazo en el suelo, justo cerca de donde emergió Azrael, quien logró apartarse del camino de aquel puño, cuando la sombra del hombre-elefante se movió un poco. Pero no pudo evitar ser capturado por la trompa, cuando la misma le envolvió el torso. Entonces, capturado a su objetivo, Agayuel vuelve a ponerse erguido, y levanta al hombre-pantera con la trompa, mientras ejerce fuerza en el agarre, y éste intentaba liberarse.

—¿Creíste que yo era solo un viejo fortachón? —gruñó Agayuel enfadado a gran nivel, y como prueba de ello, aumentó la fuerza en su agarre a tal grado, que se oía los huesos del hombre-pantera tronar—. Primera lección que debes grabar en tu memoria: antes de actuar, investiga bien a tu rival, para no recibir terribles sorpresas.

—Me lo veía venir, dado a que el viejo paquidermo, como posiblemente los demás maestros del gremio, conocen nuestras habilidades —dijo Jofiel sonriendo un poco, aunque tenía una mirada seria, mientras Raziel estaba muy preocupado por su hermano—. Debido a que la habilidad de Azrael es exclusiva de los muertos-vivientes, tiene varios inconvenientes para él; empezando por el hecho de que su corazón late. Cada vez que su pecho sale de la sombra, por una milésima de segundo, el sonido de su corazón viaja por el suelo. Y el viejo, al ser en parte elefante, puede percibir los sonidos que viajan por tierra, gracias a sus patas.

Tal como explicó el hombre-león, los elefantes poseen la capacidad de percibir el sonido que viaja por tierra. Es gracias a esto que Agayuel pudo saber el momento exacto, en el que Azrael comenzó a emerger de la sombra. Y no solo era esto; sus orejas estaban especialmente diseñadas para detectar incluso infrasonidos, y como elefante posee una de los sentidos olfativos más desarrollados de todo el reino animal. Cada uno de estos factores, hacen del hombre-elefante capaz de defenderse de cualquier oponente, que intente atacarlo desde un punto ciego.

Fue una dura lección, que Azrael tuvo que pagar con dolor. Sin embargo no iba a dejarse derrotar por tal descuido, puesto que, tras luchar por liberarse del agarre de su oponente, y ver que no tenía oportunidad, como un intento desesperado clavó sus garras en la trompa del hombre-elefante; haciendo que éste, además de sentir un dolor molesto, se enfadara aún más. Y como respuesta, aunque Agayuel término por liberar a Azrael, lo hizo azotandolo contra el suelo de tal manera, que incluso éste rebotó igual que una pelota.

A pesar del terrible dolor por el brutal golpe, el hombre-pantera, luego de escupir una preocupante cantidad de sangre, intenta levantarse; solo para recibir de frente un puñetazo derecho, que lo manda a volar. A simple vista pareció que Agayuel terminó por vencerlo. No obstante, Azrael dio un giro en el aire y aterrizó de pie, a cinco metros lejos de su oponente, aunque con ambos brazos muy dañados.

—¡Ja, ja, ja! Justo al momento de impacto, Azrael se protegió con ambos brazos, y dio un salto hacia atrás para reducir el daño. Es sin duda muy habilidoso —felicito Jofiel bastante animado al ver las habilidades combativas del hombre-pantera—. Pero también debe tener sumo cuidado al momento de atacar.

—¿A qué te refieres? —pregunto Raziel, cada vez más preocupado con lo que decía el hombre-león.

—El principio básico de las artes marciales es: "la técnica correcta en el momento correcto". Por ahora Azrael ha podido redireccionar los golpes, porque aplico la fuerza justa y la técnica en el momento justo. Pero aun así, la fuerza del elefantón le supera con creces; un mal cálculo en un intento por redirigir algún ataque, podría ser muy fatal para él —explicó Jofiel aun con su actitud jovial y despreocupada, y luego comienza a flexionar los huesos de los hombros—. Y hablando de atacar, ya me recupere lo suficiente. ¡Raziel prepárate! ¡Es hora de ayudar a tu hermano!

—Pero yo no... no podría ser útil —respondió Raziel, bajando un poco la mirada, avergonzado y apretando los puños, por la molestia que sentía hacia sí mismo—. Yo no sé artes marciales, ni menos tengo un hechizo útil en esta situación. Solo sería un estorbo.

—Yo no lo veo tan así —dijo Jofiel, de forma pensativa, como si se le ocurriese algo—. Ese hechizo que usaste contra el dragón abisal, el de invocar lucecitas, ¿puedes conjurarlo sin el grimorio?

—Sí. ¿Pero qué...?

—Ahora no es momento de explicar, sino de actuar. Cuando te diga, comienza a conjurarlo —contesto Jofiel, interrumpiendo a un confundido Raziel, para luego juntar las manos en señal de oración, haciendo que la energía Prana comenzara a emanar en su cuerpo—. Esta vez, ¡usare el "arma definitiva" del lethwei! ¡Om gam ganapateye namaha, sharanam ganesha!

https://youtu.be/zpfYa6i3pR8

Mientras tanto, en el otro lado de la arena, Rusbel se encontraba bloqueando con su espada un par de flechas púrpuras, arrojadas por Camael. Cerca estaba Remiel, en guardia con su katana, pero denotando cierto agotamiento, por la incesante lucha contra el hombre-cocodrilo. Es entonces que el garuda decide usar una técnica, que hasta ahora, no había probado, y por ello, dudaba de si funcionaría o no. Pero no tenía otra más que intentarlo.

¡Luz en la Guerra —empezó a conjurar Camael, mientras creaba tres flechas de energía, luego las tres se fusionaron en una más grande flecha, aunque con fuego celeste en la punta—: Disparo Xiuhcóatl!

Recitado el conjuro, disparó la flecha flameante, y la misma tomó forma semejante a una serpiente violeta con fuego celeste circulando alrededor como un tornado. Era una técnica basada en Xiuhcóatl (serpiente de fuego), el arma más poderosa de los Dioses Mexicas, empuñada por el Dios Mexica de la Guerra, Huitzilopochtli.

Era obvio que Rusbel no tenía intenciones de ser golpeado por tal ataque. Y por eso, levanto su espada, poniéndola frente a la flecha-serpiente, y como resultado, se sorprendió, al ver que la misma se hizo a un lado, y se envolvió sobre su brazo, para después seguir con el hombro y el resto de su cuerpo, hasta sujetarlo en un agarre mortal. El fuego no le quemaba las escamas, más sin embargo el calor que producían era insoportable para él.

Aunque el verdadero problema vino, cuando el joven-kitsune no desaprovecho tal oportunidad; él había avanzado tan rápido como su cuerpo cansado se lo permitía, con la katana lista para asestar un golpe diagonal ascendente desde la izquierda. Remiel apuntaba a la cabeza de su oponente, dado a que la enorme mandíbula de éste lo hacía un blanco fácil; una mala elección, puesto que el hombre-cocodrilo logró mover la cabeza lo suficiente, como para sujetar la hoja de la katana con los dientes.

Entonces, sin dar tiempo al joven-kitsune de reaccionar, éste fue estrellado contra el reforzado suelo, luego de que el hombre-cocodrilo diese un pequeño salto a un lado, y en el aire diera un brutal giro —similar al que hacen los cocodrilos cuando atrapan a una presa—, que levantó a Remiel y lo estampo contra el suelo. Luego, Rusbel aterriza de pie, suelta la katana, y usando solo sus dedos, mueve su espada para golpear la serpiente flameante; haciendo que la misma fuese absorbida por la espada.

—Va... a doler mañana... —se quejó Remiel haciendo muecas de dolor, al sentir que tenía la espalda destrozada, aunque en realidad solo tenía algunas grietas en los huesos que sanaran en seguida.

—Deberías practicar tu estilo en otro ángulo; a veces tener una espada que no corta, puede ser una desventaja —aconsejo Rusbel al joven-kitsune, bastante divertido del ataque reciente. Luego dirige la mirada a Camael, quien aún volaba, pero al igual que Remiel, comenzaba a verse cansado. —En cuanto a ti polluelo, aun te falta refinar esa técnica; no pudo atraparme por completo, y esas flamas eran patéticas.

—¡Entonces te encantarán estas!

https://youtu.be/2foIjoNTCa4

Al instante el hombre-cocodrilo salto, esquivando por poco una esfera de fuego, disparada por la persona que recién había hablado, de forma sarcástica y orgullosa, y había aterrizado en el suelo, a dos metros cerca de Remiel; obviamente era el hombre-dragón Uriel, quien había atacado desde lejos con su aliento de fuego.

—Disculpen la interrupción, pero por consejo de Miguel y Azrael, los ayudare con el "pejelagarto" —dijo Uriel de forma burlona, y teniendo una sonrisa confiada y orgullosa, mientras tronaba sus nudillos—. Aunque, de igual modo necesitan ayuda. ¡Je, je, je!

—Me cuesta aceptarlo... pero si necesitamos un poco... de ayuda —contestó Remiel sonriendo pese al dolor, y levantando un poco la mano con debilidad.

—¿Oh? Así que el "murcielagarto" rojo se unirá a la cacería —bromeo Rusbel devolviendo la burla, aunque para nada ofendido, sino bastante humorístico, además de tener una cierta nostalgia en su mirada—. Por cierto compañero escamoso, eres de ascendencia española, ¿verdad?

—Así es; por parte materna —contesto Uriel, poniéndose en guardia con los brazos adelante, y estando bastante confundido por esa extraña duda del hombre-cocodrilo—. ¿Por qué la pregunta?

—Es solo que sentí un poco de nostalgia al ver tu forma humana. Me recordaste a un viejo amigo —respondió Rusbel, con un tono bajo, mientras dirigía una breve mirada a la espada que blandía en su mano derecha, y volvía a centrarse en sus oponentes—. Pero aparte de eso, me parece muy raro que alguien como tú, quiera unirse a este gremio. Generalmente los dragones rojos se mantienen imparciales, ante los problemas de otras criaturas. Además, por lo poco que sé de ti de los informes, no tienes muy buenas experiencias con humanos y otras criaturas. Deberías ser como tu padre, y mantenerte al margen.

Con esas palabras, Uriel recordó al instante a su padre, quien como decía Rusbel, era imparcial; aunque poseía un alto sentido del honor, se mantenía al margen de los problemas de criaturas ajenas a los dragones del nido. Y aparte, como dijo el hombre-cocodrilo, Uriel no tenía buenas experiencias con las personas; sobretodo humanos y atlantes.

En las islas canarias, su madre no lo dejaba interactuar con otros niños, por temor a que estos se diesen cuenta de que él no era humano, y en el hogar de la familia Blunavy cuando intentaba socializar con humanos o atlantes, terminaban con él metiéndose en una pelea; en su mayoría porque los mismos jóvenes humanos se burlaban de él por ser huérfano o pelirrojo, y varios de los atlantes descargaban su ira contra él, por las atrocidades que causaron los dragones en el pasado a la ciudad de Atlantis.

De no haber sido por Amitiel y el resto del castillo Blunavy, sin duda él habría causado una masacre en Cerdeña o Atlantis en un arrebato de furia, como casi lo hizo el dragón abisal.

—¿Qué importa mi razón de intervenir en las estupideces de los demás? —respondió Uriel, soltando algunos gruñidos, por la creciente furia interna.

—Demasiado. Unirse a este gremio implica más que intervenir en distintas estupideces —contesto Rusbel, ahora sin ningún aire humorístico, sino serio.

—En pocas palabras, eliminar a malnacidos para que dejen de fastidiar a los demás —agregó Camael casi con sarcasmo, mientras aterrizaba en el suelo, y desaparecía su arco para descansar un poco.

—Es mucho más que eso polluelo —dijo Rusbel de forma severa, como un adulto regañando a unos niños, aunque manteniendo una mirada serena—, es algo, que a diferencia de ti que no te importa nada, y a diferencia del "murcielagarto" y el zorro bufón, que creen que esto es un simple "juego de castigo y venganza", no podrían comprender sin vivirlo en carne propia.

—Que crítico eres —se quejó Remiel, mientras se ponía de pie con ayuda de su katana como bastón—. Supongo que tienes un propósito mega dramático y novelístico, para haberte unido al gremio.

Como respuesta al comentario del joven-kitsune, Rusbel solo se rio. Pero su risa parecía casi fingida; era como la risa de alguien, que oculta su dolor a través de la comedia y el humor. Y justo cuando terminó sus carcajadas, puso su espada a descansar en su hombro derecho, y miró al trío de jóvenes-bestia, con una mirada que reflejaba justo eso: un gran dolor emocional.

—Pueden tomarlo como una pequeña lección, para que no les sorprenda lo que pueden encontrar en este trabajo, y entiendan el gran favor que le hacen a los demás; a los que necesitan justicia, para no descender a la oscuridad —decía Rusbel, ahora denotando nuevamente su humor, aunque al igual que su risa, ahora parecía fingido—. Quizás Ezequiel ya les dijo esto, pero hay diferentes tipos de males. Y esos tipos tienen sus variantes...

https://youtu.be/i8haEHT8lkI

[Recuerdo]

"Hay diferentes tipos de males, y esos tipos tienen sus variantes". Era lo que siempre me decía mi maestro de la Sede Mexicana de San Bestia. Pero yo no le prestaba tanta atención. Como muchos jóvenes, solo me dedicaba a pasarla en grande; sobretodo en un lugar, que marco mi infancia.

Es cierto que pese a la abolición de la esclavitud en la mayor parte del mundo, la discriminación aún era algo común en esta época, tanto hacia los africanos como a otras personas extranjeras, o con características poco comunes, como los pelirrojos. Pero existían algunos sitios, donde todos convivían por igual.

Y en el pueblo donde yo vivía, había uno así: un establecimiento comunitario, donde trabajaban humanos de ascendencia africana, mexicana, española e incluso francesa. Era dirigido por una amable anciana nahual, en el que se podía obtener empleo como pescador, y recibir educación en defensa personal, como boxeo o esgrima, o incluso, bajo el permiso de la abuela, el arte del cambiaformas.

Yo tenía buenos amigos allí. Y de todos, los más grandes eran un joven español pelirrojo, llamado Tulio, y una joven francesa de ojos bicolor (el derecho ámbar y el izquierdo verde), llamada Sofía. Ambos no venían de familia noble ni guerrera, ni siquiera tenían ascendencia de un ser sobrenatural. Eran humanos comunes y corrientes, pertenecientes a pequeñas y humildes familias, y pese a eso, tenían talentos propios.

Tulio era el mejor en combates mano a mano y esgrima. Y Sofía, junto con algunos compañeros suyos, recorrió el camino del nahual, igual que la abuela, y pese a ser muy joven, logró transformarse en cinco diferentes animales.

De vez en cuando yo los visitaba y ayudaba en el trabajo de pesca, e incluso vivimos increíbles aventuras en el mar. Pero sin darnos cuenta, los días se convirtieron en años, y se acercaba el momento, en que Tulio y Sofía iban a graduarse como profesionales en sus respectivos artes. No obstante, yo no podría estar allí para verlo, porque mi aprendizaje como futuro cazador del gremio San Bestia, estaba cerca de llegar a su fin.

Iba a estar ausente por unos cuantos meses, mientras terminaba mis pruebas de campo. Sin embargo, antes de irme, Tulio y Sofía me entregaron sus más preciados tesoros; el primero me dio una brújula, perteneciente a sus abuelos, con una curiosa frase en un borde, y la segunda me dio un collar dorado, con una antigua moneda de oro de su país natal. Me dijeron que la brújula me guiaría cuando me sintiera perdido, y que el collar era un amuleto de la suerte; ellos me dieron sus tesoros, con la esperanza de que me salvarían la vida, y regresaría a salvo con ellos. 

Pero cuando volví de mi entrenamiento, convertido en un verdadero cazador, en vez de una feliz bienvenida, tuve que asistir al funeral de varios de mis compañeros; entre ellos, el de Tulio. Y no solo eso; la abuela se encontraba en un estado de salud grave, a causa de unas severas heridas.

No entendí que sucedió, hasta que Sofía, entre lágrimas, me lo explico todo: hubo una terrible explosión en el establecimiento, y no fue algo natural, fue premeditada por un grupo, que nosotros conocíamos bien. El grupo era parte de una pequeña organización secreta de la sociedad humana occidental, que llevaban por nombre los "Libertadores". Pero en la Sociedad Sobrenatural los llamamos "Supremacistas Negros", porque los únicos a quienes defienden, son a los de ascendencia africana. Y los métodos que utilizan, no son nada pacifistas.

Al principio se dedicaban a asaltar comercios de esclavo o asesinar esclavistas. Pero tras la abolición de la esclavitud en la mayor parte del mundo, su organización cambio. Varios grupos motivados por el odio que les tienen a los europeos, por lo que hicieron los colonizadores, comenzaron a atacar y corromper tanto a la gente como a la sociedad humana y la cultura europea, bajo el pretexto de eliminar la desigualdad. En pocas palabras, se convirtieron en una versión contraria y aún más retorcida del Ku Kux Klan.

El líder del grupo en México visitó el establecimiento, para exigirle a la abuela que desalojara a los miembros de ascendencia europea, y solo aceptara a africanos y mexicanos. Obviamente la abuela se negó, y el bastardo no deparó en causar aquel desastre como represalia, aun cuando entre las víctimas también hubiese personas de las ascendencia que el desgraciado prefería.

Muchos padres y familiares de las víctimas trataron de denunciar aquel crimen. Sin embargo como casi todas las fuerzas de la ley humana, no hicieron nada, porque estaban vendidos a distintas organizaciones criminales; entre ellas, aquel maldito grupo "libertador".

Dado a que la ley humana no iba hacer nada, Sofía y el resto de los trabajadores y estudiantes, acordaron hacer justicia por sus propias manos. Pero no iban a reunir pruebas para encarcelar a los culpables, claro que no; iban a matarlos a todos. Y estaban dispuestos a ello, sin importarles las consecuencias. Si ellos hacían tal cosa, serían tachados de grupo criminal, y castigados por la ley humana; sería el fin del establecimiento, junto con el legado de la abuela, y el futuro de ellos, no solo como miembros de la sociedad, sino también como seres humanos.

https://youtu.be/SLv6fgTmFGY

El legado de la abuela no podía desaparecer, ni personas tan buenas y con un gran futuro por delante como ellos debían cometer tal acto. Sin embargo, había una solución: yo, al ser una bestia, si mato humanos, no estaría cometiendo asesinato, sino cumpliendo con mi deber como depredador. Por lo tanto, yo era el único, que podía preservar el futuro de ellos, castigar a los verdaderos culpables, y vengar a Tulio y mis demás compañeros humanos.

Era mi deber como depredador, como cazador, y como amigo.

Entonces, por el bien de ellos, corte todo lazo con el establecimiento, para comenzar sin problemas mi cacería; pase las siguientes noches cazando a cada miserable de aquel grupo en México, hasta llegar al postre: el líder. Ellos no tenían idea de la existencia sobrenatural; de hecho, todos eran escépticos. De modo que me fue muy fácil despedazarlos a todos.

No obstante, el líder fue un caso diferente; era un humano, que fue exiliado del Reino Humano del Alfheim, poco después de que el anterior gobierno fuese derrocado. Y por eso, él no solo sabía de sobra acerca de lo sobrenatural; estaba muy bien preparado con una colección de artefactos mágicos, robados del Territorio Nórdico y Céltico; tales como armas encantadas o con cualidades especiales.

El desgraciado intentó usar todo lo que tenía a su alcance para salir vivo. Pero entre las armas, logre adueñarme de una espada mágica, y con ella, ninguna magia, maldición o encantamiento, me afectó. Entonces, el desgraciado recurrió a las balas de plata, y una de ellas pudo haberme matado, de no ser porque la moneda de oro de Sofía amortiguo el impacto de la bala (ella tuvo razón en que su amuleto me salvaría la vida).

Y después de un desesperante y caótico duelo, al final logre vengar a Tulio y demás compañeros míos, degollando vivo al malnacido igual que un pescado para mi cena. Después de todo no soy ningún héroe, ni menos un guerrero de la justicia, sino un simple pescador.

[Fin del Recuerdo]

—Luego de aquella noche, Sofía, y el resto de mis compañeros pudieron continuar con sus vidas, y tener un mejor futuro, porque Tulio y nuestros otros queridos amigos, finalmente descansarían en paz —decía Rusbel con una sonrisa nostálgica, mientras miraba el techo, y terminaba su relato—. El mundo necesita a más buenos humanos, y por eso elegí este camino. Elegí ser aquel que imparta el castigo a los verdaderos culpables, vengue a verdaderos inocentes, y evite que buenos humanos se manchen las manos, con la asquerosa sangre de los malditos.

—Por kami, con esto ya queda oficializado, que no hay límite para la estupidez humana —dijo Remiel rascándose la cabeza con bastante lastima.

—Tienes razón zorro comediante, y por eso hay quedarle un freno a eso —dijo Camael, cruzado de brazos, y aunque no podía sonreír debido a su pico de águila, ahora mismo mostraría una sonrisa divertida—. Seré sincero; muy poco me importa los problemas de los demás o quiénes son. Pero si me molesta que alguien haga algo mal con su miserable vida, no me quedaré callado. Y si alguien no hace algo para castigar a una escoria, ¡lo haré yo mismo!

https://youtu.be/Nioflv9Xn5I

Camael se mira el brazo derecho por un momento, y como si fuera una ilusión, su brazo emplumado fue reemplazado por el pequeño brazo de un niño humano, con marcas de golpes; le había llegado a la mente un mal recuerdo, de su tiempo antes de despertar la transformación, y perder su piel humana por primera vez.

—Antes de tener mi vida como bestia, no había día en que no conociese el dolor —decía Camael, ahora con desprecio en su tono, y odio en sus ojos—. Perdí la cuenta de las veces en que pedí ayuda, y nunca nadie la brindo. ¿La razón? Porque le creían al humano farsante, que se hacía llamar mi "padre". Mi única salvación, fue cuando obtuve mis alas, y cobre una porción de los años de sufrimiento que pase, con esa maldita familia. Pero no es suficiente, y nunca lo será; hare sufrir a cada malnacido, no porque sea lo correcto u otras estupideces sobre justicia, ¡sino para que sufra como se merece!

—A mí tampoco me interesa tanto ayudar a otros, que no sean parte de quienes considero familia. Ni siquiera tengo una motivación tan dramática como la tuya "pejelagarto" —decía Uriel cruzado de brazos, un poco bromista, y mirando el techo con una sonrisa que, aunque era divertida, debido a sus fauces dracónicas parecía siniestra—. Alguien como yo, no podría ser un caballero de brillante armadura, y jamás lo seré...

Dicho eso, el hombre-dragón hace una breve pausa, al recordar una frase que le dijo cierta joven-sirena en Cerdeña, antes de que el joven-dragón subiese a bordo del barco, con destino a Francia, para unirse al gremio San Bestia.

"Uriel, puede que aún no estés del todo convencido con tu decisión, y de quien puedes llegar a ser. Pero jamás olvides, que yo siempre estaré allí para apoyarte y guiarte; para evitar que te sumerjas en las tinieblas, y continúes siendo la hermosa luz carmesí, que me trajo felicidad, y encendió en mí el espíritu de lucha. No seas un caballero de brillante armadura, sé el sol que aparte la oscuridad con su hermoso fuego carmesí".

—Pero cierta sirena testaruda, a la que aprecio mucho, se decepcionaría mucho si ve que el "sol" que tanto adora, es consumida por la oscuridad—dijo Uriel, volviendo a centrarse en el hombre-cocodrilo, ahora denotando una increíble motivación, mientras volvía a entrar en guardia, para continuar la lucha.

Uriel decía tal declaración con una inigualable seguridad, en parte gracias a que estaba seguro de que Amitiel no estaba allí para escucharlo, puesto que, por cuestiones de orgullo, él siempre evitaba decir tales palabras emotivas cerca de ella. No obstante, lo que él no sabía, era que, como había dicho Auguste con anterioridad, las familias y conocidos de ellos estaban observando la última prueba; incluyendo la familia Blunavy. A través del cristal de lo que parecían espejos, ubicados en puntos específicos alrededor del estadio, se transmitía igual que cámaras a un televisor todo lo que sucedía en la arena.

Y justo en ese momento, en Cerdeña Eric, Ariel, Amitiel y varios de los inquilinos del castillo estaban reunidos en una sala, observando un espejo muy similar al que tenía la familia Dumont, en el cual veían con detalle la última prueba del joven-dragón, quien luego de decir aquellas palabras, aparte de alegrar al humano y a la sirena pelirroja, hicieron florecer en el corazón de la hija de estos una felicidad sin igual; a pesar de que ella sonreía, ni siquiera una sonrisa era capaz de transmitir los hermosos sentimientos, que florecían en su corazón.

Pero esa motivación, incluyendo la del garuda, ya la conocía Ezequiel con lo que escribieron ambos en la prueba escrita; pese a ser palabras simples, fueron más que suficiente, para dejar en claro el propósito que los incentiva a recorrer tal camino, entre la luz y la oscuridad.

"Uriel: no soy alguien bueno, y jamás seré un héroe como en los cuentos de hadas. Pero si una pequeña sirena dice que puedo ser alguien mejor, no un héroe, sino una feroz luz carmesí que aparta la oscuridad de la noche, ¿por qué no intentarlo?".

"Camael: no me interesa la justicia ni nada parecido. Solo despedazo a las malditas escorias para que dejen de joder y sientan el dolor que le provocan a los demás. No necesito más motivación que esa".

—Excelente discursito motivador. Casi me hacen soltar una lágrima de cocodrilo —dijo Rusbel de un modo bromista, mientras se limpiaba una lágrima inexistente—. ¡Espero que vuestra voluntad sea igual de fuerte!

https://youtu.be/ntG_EEfpasM

Dicho eso, volvió a cargar a una velocidad casi imperceptible para el ojo humano, listo para ejecutar un corte horizontal, o eso pareció, puesto que cuando Uriel se defendió con su aliento de fuego, Rusbel dio un gran salto hacia adelante, que al pasar por encima del hombre-dragón, conectó un golpe en su nuca con el pomo de la espada, lo bastante fuerte, como para causar un pequeño disturbio en la espina cervical de Uriel, que a su vez enviaría un choque directo al cerebro que lo dejaría inconsciente.

Sin embargo quien recibió la sorpresa fue Rusbel, cuando el brazo con el que atacó, terminó siendo sujetado por la cola del hombre-dragón, y al instante, fue estrellado de modo implacable contra el suelo, donde luego recibió una brutal patada, que pudo haberle costado muy caro, de no haberse protegido a tiempo con el brazo izquierdo. Después, mientras se elevaba unos centímetros del suelo a causa de la patada recibida, dio un giro en el aire para recuperar el control, y caer de pie.

—Atacar a la espina cervical. ¡Je, je, je! ¡No eres el único que sabe y utiliza técnicas de pesca en un combate! —reveló Uriel sonriendo bastante divertido, mientras movía un poco el cuello.

—¡¿Qué sucedió?! ¡Ese golpe debió dejar a Uriel inconsciente! —exclamó Remiel impactado e incredulo de lo que acababa de ver.

—Respondiendo a tu pregunta, es gracias a mi pequeño legado paterno —contesto Uriel con una sonrisa divertida, para después enseñarles que las escamas de su nuca, por un breve momento, parecían desprender un brillo dorado—. Cada especie de dragón tiene una habilidad especial, y la mía no es una excepción. Bendición Solar me permite absorber la luz del sol, y convertirla en energía para potenciar mi aliento de fuego, o fortalecer mis escamas. ¡Y hoy tuve una buena dosis de sol en el barco y al llegar a este mundo!

—Y te vendría bien ahorrarlo para tu aliento picoso —comentó Camael, denotando un poco de sorpresa en su mirada, al darse cuenta de algo—. El fuego es la debilidad del "pejelagarto". Y tu aliento de fuego, al no ser de propiedades mágicas, ¡la espada de él no puede absorberla! ¡Por eso evade tu aliento de fuego!

—Felicidades por descubrir mis puntos débiles —felicito Rusbel no muy sorprendido de la perspicacia de los jóvenes-bestia, aunque sí orgulloso—. ¿Pero sabrán aprovecharlo?

—¿Por qué no lo descubrimos? —respondió Uriel al desafío del hombre-cocodrilo, y ambos se pusieron en guardia para continuar la lucha, solo que esta vez, más preparados y con la emoción en su punto máximo.




Próximo capítulo: Convicciones de una Bestia.

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