Capítulo XXX: Verdaderos Hombres
"Llegará el día en que el resto de la creación animal podrá adquirir esos derechos que fueron alejados de ellos por la mano de la tiranía."
—Jeremy Bentham.
https://youtu.be/Ydz6Nb1b0FE
[Castillo Dumont: Sala de Estar]
—¡¡¡Mi hermano también es el avatar de un dios!!! —chillo Rosabella, estando nuevamente sentada en su sillón, inmensamente sorprendida, feliz y emocionada, al finalmente entender lo que sorprendió a todos.
—¡¿También?! ¡¿Acaso hay otros?! —pregunto Elsa, todavía apenas procesando todo.
—¡Sí! Está el Sabio de las Cenizas, Mahendra Raoh, avatar del Dios Hindú Skanda. Y también está la Reina de las Nieves, Emma Vanadis, avatar de la Diosa Nórdica Skaði —contesto Rosabella todavía emocionada—. Ahora que lo pienso, es un poco curioso. No ha habido avatares en más de cuatrocientos años, y justo ahora están resurgiendo. ¡¿No es increíble?!
—Yo no lo veo así Rosabella —contesto Caroline, bastante preocupada, y sumida en sus pensamientos—. Esto no es normal...
Después de la impactante revelación anterior, todos estaban alterados en distintos niveles (la mayoría en alto nivel). Bella estaba callada, y sumamente preocupada. Ella no conocía mucho acerca de aquel ser, pero lo poco que sabía (por parte de su hija Rosabella), no era nada reconfortante.
Rudra, la gran obra maestra de los Dioses de la Creación, que desde lo más bajo de la jerarquía inmortal, se ganó el merecido respeto y temor de todos, con sus feroces hazañas; tales como el haber combatido contra otros dioses y demonios de su propio Panteón, le bajo el inmenso ego a dioses como Zeus, Odín, Ra, Ògún y Huitzilopochtli, literalmente barriendo el suelo con sus caras, y derrotó a diferentes Reyes Demonio de distintos reinos.
Ciertamente, era una deidad de gran historial. Pero lo que le llenaba de temor a Bella, es que, como le había dicho Rosabella una vez, Rudra es impredecible. Al contrario que Shiva, quien es alguien bondadoso que solo destruye cuando es necesario, Rudra es un ser destructor que solo es amable cuando es necesario. Además de que se ganó el especial odio de un siniestro y psicótico Rey Demonio, que disfruta jugar con las mentes humanas, solo para demostrar un enfermizo "mensaje".
—¡Ahora todo comienza a tener sentido! —decía Adán, mientras caminaba de un lado a otro cerca de los sillones, sumamente serio y preocupado—. Auguste nos había dicho que su padre era británico y su madre una india. Al principio si lo parecía. Pero según fue creciendo, su forma humana cambiaba demasiado. Y ahora parece más un mestizo indio y griego; porque su forma humana se está convirtiendo en la de ese dios-tigre.
—¿Griego? —dijo Elsa, bastante confundida de ese detalle.
—Lo que sucede, es que cuando la forma tigre de Rudra murió por última vez, y él ascendió al Reino de los Cielos, se hizo su forma humana, a imagen y semejanza, del humano que le enseñó la bondad y la piedad —explico Rosabella, todavía emocionada por la revelación—. Y ese humano fue diseñado, a imagen y semejanza, del Dios Primordial Judeocristiano de la Creación, marido de la Diosa Primordial Griega del Caos; de ahí la similitud con los griegos. No creas que los inmortales griegos eran africanos, eso sí es un mito.
—¡Esos detalles lo hablaremos luego! ¡Ahora debemos hablar con Ezequiel y Auguste inmediatamente! —dijo Adán tan alterado como jamás se ha visto hasta ahora.
https://youtu.be/UReZ6Ky5ISc
Mientras hablaban, a la sala llegaban un par de sirvientes, cargando un enorme espejo, verticalmente rectangular, de marco metálico con soporte detrás para mantenerse de pie, y con un diamante triangular celeste incrustado en la parte superior, apuntando hacia arriba. Además tenía trazado tres palabras rúnicas: dos en los bordes verticales que decían annað (otro) y staður (lugar) respectivamente, y la última en la parte superior, debajo del cristal, la cual decía útsýni (visión). Sin embargo, el vidrio no reflejaba nada; al contrario, estaba oscuro, como si fuera la entrada a una cueva sin luz.
Era un espejo omnisciente, comúnmente llamado espejo de visión remota.
En la antigüedad, cuando los inmortales podían caminar en el Mundo Mortal, algunos grupos mortales recibieron herramientas y artefactos de ellos, para ir a un sitio a otro, u comunicarse con mortales de otra tierra. Sin embargo, con el crecimiento del Imperio Romano, junto con la influencia vampírica, los humanos fueron siendo despojados de esa "tecnología ancestral", para ser mejor controlados por la elite social, tanto humana como vampírica.
Y con el surgimiento del islam, los líderes islámicos fueron adueñándose de los artefactos restantes en Oriente Medio, con el fin de utilizarlas para eliminar a las bestias de esa tierra y de África y Asia. Sin embargo esos planes fracasaron en la época de las cruzadas, cuando un avatar del Dios Rudra viajó a Jerusalén, persiguiendo al avatar de un Rey Demonio, y en su camino, mientras castigaba a templarios y hashshashin por igual, destruyó varios de esos artefactos, para evitar que los humanos causaran la misma tragedia, que hundió la Atlántida al fondo del océano.
No obstante, los enanos lograron recrear versiones propias de algunas de esas herramientas y artefactos; entre esos está el espejo de visión remota. Como el nombre lo sugiere, estos espejos muestran a través del vidrio escenarios o personas ubicados en lugares lejanos. Sin embargo, la función varía del modelo; puesto que algunos espejos solo muestran lo que ven otros espejos o cristales especiales, mientras que hay otros que solo muestran lugares o personas que el dueño conoce. Y en casos especiales, hay algunos con una especie de "inteligencia artificial", capaz de hablarle y decirle al dueño todo lo que quiere saber sobre personas o sitios en específico.
https://youtu.be/eTyFRjCJaWg
En cuanto el par de sirvientes sitúo el espejo en el suelo, frente a los presentes, Adán fue hasta el espejo. Luego, con el dedo índice, trazó la runa ansuz en el vidrio. Y acto seguido, apareció en el vidrio dicha runa, de color celeste luminiscente.
—¡Comunícame con Auguste enseguida! —ordenó Adán de forma impaciente, y como reacción, la runa en el vidrio desapareció. Pasaron algunos largos segundos, y finalmente hubo una nueva señal: el vidrio del espejo comenzó a mostrar algo; no era un reflejo de la sala, sino la imagen de Auguste, del pecho a la cabeza, y podía verse ligeramente que estaba sentado en una especie de grada, además de que él parecía sostener el espejo en su mano derecha. Y es que, en realidad, él estaba sentado en la silla de unas gradas, con un espejo de transmisión del tamaño de una carta, flotando en su mano.
—No pensé que me llamarían tan pronto. Sé que nos hemos tardado más de lo debido, pero ahora mismo, los jóvenes revoltosos finalmente están en la última prueba —explico Auguste denotando un gran cansancio y estrés.
—¡No te llamamos para eso Auguste! ¡Se trata del niño-tigre! —decía Adán no haciendo ningún esfuerzo en calmar su enojo y preocupación—. El espíritu que lo posee no es un tigre normal, es...
—Ah, así que por fin lo han descubierto —dijo Auguste con una sonrisa sarcástica, e interrumpiendo a Adán, además de impactarlo y molestarlo aún más.
—¡¿Tú lo sabías?! —exclamó Bella, tan impactada como el resto de los presentes.
—No sé porque no me extraña —dijo Ismael sarcásticamente, con una mano en su rostro—. Imagino que Ezequiel también lo sabe.
—No hace falta responder, cuando ya conocen la respuesta —contesto Auguste, casi de forma divertida. Pero vuelve a su actitud seria—. Sé que les debemos una explicación, y se las daremos. Pero...
Justo antes de que dijera otra palabra, se escuchó de fondo dos estallidos, seguido del de varios choques metálicos.
—¿Qué está sucediendo? —preguntó Valerie bastante sorprendida y confundida de esos fuertes ruidos.
—Son los jóvenes revoltosos, que se están emocionando con la batalla —respondió Auguste, ahora con mucha pena.
—¡¡¡¿Cómo que "batalla"?!!! —exclamaron Bella, Valerie y Elsa al mismo tiempo, sumamente preocupadas al escuchar eso.
—Bueno, de todos modos, por petición de Ezequiel, las familias Blunavy, Nishimura y King tienen permitido presenciar la prueba final de Uriel, Remiel y Jofiel, por lo que ahora mismo están viendo lo que sucede. Así que no le parecerá mal que ustedes también sean espectadores —contesto Auguste relajadamente, aunque lo que decía solo elevó la preocupación de las tres humanas.
[Sede Principal de San Bestia: Arena de Duelo]
https://youtu.be/ib8T6JV5yxI
—¡Poder del Rey: Elevación del Prana! —recito Jofiel más emocionado que nunca, y es envuelto por su energía Prana, al mismo en que efectuaba un puñetazo en el pecho de Agayuel, con la fuerza suficiente, como para provocar una onda de choque. Sin embargo, no pudo hacer más que moverlo un par de pasos hacia atrás, por lo que, terminó por recibir igualmente un puñetazo de su oponente, que le mandó a volar varios metros.
En el aire, Jofiel da un giro, y aterriza de pie en el suelo. Después, levanta la mirada, viendo que el hombre-elefante había saltado, y venía hacia él, con la intención de aplastarlo con el puño izquierdo. Pero en vez de esquivar, simplemente saltó hacia él, efectuando un potente rodillazo izquierdo.
Entonces hubo un doble estruendo: el primero, causado por el puño de Agayuel, al destrozar parte del piso de concreto con su puño, y el segundo provocado por el rodillazo de Jofiel, al impactar contra el brazo derecho de su oponente paquidermo, en vez de su rostro, debido a que éste logró protegerse a tiempo. No obstante, el hombre-león, con su mano derecha, tomó uno de los fragmentos del suelo, que salieron volando por el puñetazo del hombre-elefante, y lo usó para golpear a éste en el rostro.
Al mismo tiempo, Remiel luchaba contra Rusbel; debido a que la espada de éste absorbía la magia, el joven-kitsune no tenía de otra que luchar contra él, sin magia. Por lo que, la arena resonaba con el sonido del choque de sus armas. Por un breve instante, estuvieron igualados. Pero poco a poco, Rusbel fue ganando ventaja; pese al diferente estilo de lucha con espada, el hombre-cocodrilo era mejor en su área, que el joven-kitsune.
Respecto a Camael, éste seguía sobrevolando el aire, con su arco en mano, preparándose para dispararle una flecha a Rusbel a la primera oportunidad. De momento se enfocaba en atacar desde lejos, y evitar usar armas como espadas para atacar, puesto que, no quería correr riesgos de que fuesen absorbidas por la espada del hombre-cocodrilo.
En cuanto a Gabriel, Rafael y Uriel, estos se turnaban para enfrentar a Ezequiel; mientras uno peleaba, otro esperaba su oportunidad para luchar. De momento, Gabriel solo podía evadir los ataques, y no devolverlos (ni menos literalmente, porque Ezequiel no había usado uno de sus hechizos sagrados). Uriel, cuando llegaba su turno de pelear, solamente intentaba golpear a Ezequiel con los puños, pies o cola. Pero el dragón blanco los esquivaba todos, y contratacaba con puñetazos abismalmente fuertes. En cambio, Rafael era el único que podía tener un pequeño intercambio de golpes con Ezequiel, y gracias a su inmensa resistencia, era capaz de aguantar cinco golpes a lo mucho, para intentar devolver algún de golpe.
Al mismo tiempo, Miguel y Azrael ya comenzaron a idear individualmente su propia estrategia, mientras que Raziel aguardaba el mejor momento para unirse a la batalla; aunque no tenía en mano su grimorio, había memorizado algunos de los mantras y sus funciones. Pero no veía ninguno efectivo en esa situación. Y de todos modos, sus conjuros no iban a ser tan útiles; porque sus hechizos son ineficaces contra humanos y bestias.
—Miguel, ve a ayudar al resto a enfrentar al par de lagartos —decía Azrael, con una expresión cansada, mientras avanzaba hacia donde se libraba la pelea entre el hombre-león y el hombre-elefante—. Mi hermano, el león loco y yo nos ocuparemos del paquidermo.
—¿Estás seguro? —cuestiono Miguel con seriedad y preocupación—. Rafael y Uriel...
—A diferencia del dragón abisal, Uriel tiene mala química con el dino-angelical —le interrumpió Azrael, sin voltear a ver al hombre-lobo—. Lo mejor será que ayude a Remiel y Camael con el lagarto coco. En cuanto a Rafael, él es bueno en combate físico. Sumado eso con su estilo de lucha y magia de sanación, hacen de él un oponente ideal para la lagartija plumífera. Como podrás haberlo adivinado, cada uno de nuestros oponentes es experto en un área específica, por lo que debemos elegir a los indicados para crear una mejor contramedida, y así enfrentarlos.
Miguel iba a responder. Pero tras pensarlo cuidadosamente, no podía negar que Azrael tenía razón: Ezequiel, Agayuel y Rusbel eran expertos en un área de combate específica. Aquel combate de entrenamiento, no solo era para probarlos frente a los miembros del gremio, también estaba pensado para probar las estrategias de ellos como clan, y ver cómo se desenvolvían contra diferentes oponentes.
—Está bien —contestó Miguel, pensando bien el punto de su compañero pantera, y estando de acuerdo—. Buena suerte.
Dicho eso, inmediatamente el hombre-lobo fue a ayudar en el enfrentamiento con Ezequiel y Rusbel, mientras Azrael y Raziel iban a ayudar al hombre-león, quien se encontraba intercambiando golpes con su oponente. Pero tras un choque de puños, que hizo retroceder a Jofiel varios pasos, se detuvo momentáneamente su combate.
El hombre-león tenía heridas en todo el cuerpo, que apenas comenzaban a sanar. Y aun cuando seguía de pie, con la guardia en alto, listo para seguir peleando, se veía que estaba cansado. En cambio, el hombre-elefante estaba de pie como si nada. Ni siquiera se notaba cansado. La pelea entre ambos se había convertido en una batalla de resistencia, la cual, Jofiel estaba perdiendo; pese a haber resistido los devastadores golpes del hombre-elefante, igualmente seguía recibiendo daño, mientras que Agayuel parecía no sufrir un mayor daño.
https://youtu.be/Yui_ZdYiPB8
—Admito que tienes mucha fuerza y resistencia. Pero yo estoy muy por encima de tu nivel. En términos de fuerza bruta, pierdes contra mí —dijo Agayuel con su característica seriedad.
—¿Estás retándome? Porque si es así, me siento más motivado a derribarte —dijo Jofiel de forma alegre y salvaje, y estando a punto de lanzarse nuevamente a pelear. Pero el hombre-pantera lo detuvo al pararse frente a él, acompañado de su hermano.
—En la mayor parte del tiempo pareciste una persona tranquila y juiciosa. Pero al momento de pelear te vuelves un total salvaje. Je, en serio que eres un lunático —le dijo Azrael a Jofiel, con mucha pena. Luego comienza a caminar hacia el hombre-elefante—. Descansa por ahora lunático. Mi hermano y yo nos ocuparemos de este paquidermo mientras tanto.
—Disculpa por interrumpir tu combate. Pero es mejor luchar en manada que en solitario —dijo Raziel, un poco serio, a su compañero hombre-león.
—¡Je, je, je! Pelear solo o acompañado, no me importa, ¡siempre y cuando pueda disfrutar de una buena pelea! —contestó Jofiel, todavía con la emoción salvaje de la pelea. Pero baja su guardia, y disminuye su energía Prana, para descansar un poco y sanar sus heridas.
—Según tengo entendido, por parte materna, perteneces a la tribu yoruba, igual que yo —dijo Agayuel, agachándose un poco para ver mejor a Azrael, quien había detenido su avance, frente a él—. Y también sé, que tuviste una experiencia cercana con la muerte, en la que te comunicaste con un inmortal.
—Así es. ¿Y qué hay con eso? —pregunto Azrael con indiferencia, mientras levantaba la mirada, para ver el rostro del hombre-elefante, para nada intimidado.
—En nuestra tierra, los líderes chamanes y otros guerreros con capacidades psíquicas, mediante situaciones específicas, podemos tener contacto con los inmortales del Territorio Africano —reveló Agayuel, con cierto interés en su tono.
—¿Cómo ese tal Allah? —contestó Azrael de forma burlona.
—¡No confundas al falso dios inventado por los humanos, con los verdaderos dioses de nuestra tierra! —gruñó Agayuel bastante ofendido—. Ese dios, junto con ese librito llamado Corán, no es más que otra de las tantas estúpidas mentiras de los humanos; producto de una descarada tergiversación, de otra tergiversación, de la Doctrina de los Astros.
—Básicamente una versión muy corrupta, de una versión menos corrupta del original —dijo Jofiel divertidamente y escuchando la conversación, al igual que Raziel—. Y no es de sorprenderse; más de la mitad de las enseñanzas e historia original de todos los Panteones, fue corrompida y tergiversada por los humanos; principalmente por beneficio personal. Por eso hay tantas versiones de las historias de los Panteones, especialmente del Panteón Judeocristiano, o como antes se llamaba, el "Panteón Astral".
—Exactamente —respondió Agayuel seriamente a lo dicho por el hombre-león—. Nosotros, las bestias de áfrica, respetamos y recibimos consejos de los únicos y verdaderos dioses del Territorio Africano, los cuales, al igual que algunos Panteones, se dividen en tribus. Y nuestra tribu se comunica con la tribu de Dioses Yoruba: los Orisha. Por eso, leopardo negro, debes entender porque me resulta tan extraño, que hayas entablado comunicación con un inmortal, ajeno a los del Territorio Africano. ¿Con quién hablaste?
—Se podría decir... que tuve una "charla motivadora" con mi "ángel de la guarda" —respondió Azrael con sarcasmo divertido, mientras recordaba a aquel extraño encapuchado—. ¿Y tú si te comunicaste con algún Dios Yoruba?
Aquella pregunta, hizo que la mirada de Agayuel se tornara disgustada por un momento, como si recordara algo que le molestaba.
—Sí. En mi juventud, tuve un breve encuentro, con el Dios Africano del Fuego, el gigante Aggayú Solá —respondió Agayuel—. Y las circunstancias que me llevaron a comunicarme con él, como podrás suponer, no fueron de amor y paz.
—Puedo adivinar que eres una de las víctimas de la crueldad, que se vive en Africa, ¿cierto? —dijo Azrael, ahora con seriedad, y cruzándose de brazos; ganándose una mirada aún más molesta, del hombre-elefante.
—No tienes ni la menor idea —respondió Agayuel de muy mal humor. Luego se pone erguido, y mira a Raziel y Jofiel—. Escuchen bien cachorros, especialmente ustedes dos par de leopardos, porque lo que les diré, es una pequeña muestra del tipo de males, que hay en nuestra tierra...
https://youtu.be/q7VnD6Dqx4M
[Recuerdo]
Como bien se sabe, en África, varios grupos humanos tienen por costumbre la esclavitud. Los esclavos varían de prisioneros de guerra a esclavos domésticos. Pero en casos no muy conocidos, se obtenían esclavos atacando aldeas pequeñas, o si nacías siendo diferente al resto, te usaban como sacrificio, o te vendían a los malditos árabes.
Pero en mi caso, fue por lo que yo era.
Debido a mi especie, nací con ojos azules y cabello grisáceo; obviamente destacaría entre los habitantes de mi tierra. Y por eso, a la edad de siete años, fui capturado por un grupo de comerciantes de esclavos; no eran europeos ni americanos, ni siquiera árabes, sino otros africanos. Eran un grupo de humanos cazadores, que iban de aldea en aldea, buscando posibles cachorros bestia, para capturarlos y venderlos como mercancía en Arabia.
No obstante, mi caso fue especial: debido a que yo era un hombre-elefante, optaron por conservarme, para que cuando obtuviera mi transformación, me cortaran los colmillos para venderlos por su marfil. Y a causa de mi factor curativo, mis colmillos volverían a crecer infinitas veces, por lo que, literalmente, yo era como una mina de oro para esos bastardos.
Me alejaron de mi hogar, y me encerraron en una cueva, junto a otros esclavos de mi misma especie, donde era golpeado y maltratado sin cesar; querían quebrar mi voluntad, para hacerme un simple cachorro manso, con el que podrían quitar fácilmente todo el marfil que quisieran. Pase dos terribles años, sufriendo todo tipo de agonías. Y en ese cautiverio, veía como ellos obligaban a los demás jóvenes a transformarse, para cortarles sin piedad los colmillos; esos jóvenes habían perdido la voluntad de luchar, por lo que estaban a su total merced.
Durante esos dos años, el único apoyo que tuve, vino de una humana israelí, que fue hecha esclava junto a otras mujeres por los musulmanes corruptos, y vendidas a ese grupo malnacido. Ella fue lo que mantenía mi voluntad de luchar, y a su vez, yo le traje algo de luz en esa terrible oscuridad. Pero cuando pasaron los dos años, y se acercaba el momento en que obtendría mi transformación, ella no quería verme sufrir como los demás jóvenes; por eso, planeó, junto a otras esclavas, intentar liberarme.
Sin embargo, el plan fracasó; una de las esclavas negras, la delató. Como castigo, ella iba a ser violada frente a mí, y decapitada. Cuando supe de eso, por parte de uno de los malnacidos, quede devastado: eso era lo que ellos planeaban; querían quebrar mi voluntad, para finalmente volverme dócil.
Yo lloraba de la impotencia en mi celda, mientras esos malditos la desvestían y afilaban una espada, para su inminente castigo. Fue entonces que, para mí, el tiempo se detuvo, y todo tomó un extraño tono púrpura. Luego noté a alguien más en la cueva; era un hombre adulto, también africano, que no era de aquel grupo, y no era por su rostro, porque no podía verlo bien. Lo que me dio a entender que no era de allí, fue su vestimenta roja y el enorme hacha que colgaba en su espalda, que le hacían parecer un antiguo guerrero tribal. Y también comencé a dudar de que fuera humano, por su inmensa estatura. La cueva era tan grande, que podría caber fácilmente hasta diez elefantes, y aun así, aquel hombre era tan alto, que sobrepasaba la mitad de la altura de la cueva.
De repente me miro, y aun cuando yo no podía ver bien su rostro, sabía que estaba molesto. Entonces se acercó hasta estar frente a mí, y comenzó a gritarme, con una voz dura como las rocas: "¡Qué vergüenza! ¡Deja de llorar cachorro llorón!". Debido a la sorpresa y miedo que me causó, hice caso, e intente retener mis lágrimas. Entonces él continuó: "¡¿Cómo osas quedarte ahí parado llorando, cuando alguien necesita tu ayuda?! ¡¿Acaso no eres un hombre?!", me gritaba aquel extraño, a lo que yo le respondí: "¡Sí lo soy!".
Entonces él se río, y me contestó: "Pues entonces no desperdicies más lágrimas, y pelea. Un hombre puede llorar, pero jamás debe permitir que sus lágrimas sean en vano. Los patéticos hombres que pasan su vida lloriqueando, permiten que bastardos como estos se salgan con la suya. Pero los verdaderos hombres no lloran en vano: un hombre llora cuando es tiempo para eso. ¡Un verdadero hombre se levanta y pelea! ¡El tiempo para llorar viene después! ¡Y ahora es tiempo de pelear! ¡En vez de desperdiciar lágrimas, levántate y aplástalos! ¡Levántate y lucha! ¡Aplasta a estos bastardos y salva a los que sufren bajo su tiranía! ¡Sé un verdadero hombre, aplasta a los bastardos y dale un ejemplo de fortaleza a los débiles! ¡¡¡Sé su futuro!!!".
https://youtu.be/zml42Po2bpw
Esas palabras, tuvieron más que un efecto en mí: hicieron más que darme esperanza; reconstruyeron algo que se había roto en mí ser: me devolvieron el espíritu de lucha. Y como si reaccionara por eso, todo volvió a la normalidad, el extraño desapareció, y obtuve mi transformación. Justo antes de que un bastardo abusara de aquella mujer, había comenzado mi transformación. Y tan pronto como me convertí en hombre-elefante, rompí mis ataduras, destroce la jaula donde me retenían, y salve a la humana, aplastando a esos bastardos con mis propias manos.
Y aunque vino el resto de ese grupo malnacido, sin darme cuenta ya no peleaba solo. Como una reacción en cadena, cada una de las jaulas fue siendo derribada, y los demás hombres-elefante fueron destrozando a sus captores; en ese momento no lo supe, pero el responsable de eso, había sido yo: el verme a mí luchar, de algún modo, enciendo sus instintos de lucha: yo les había devuelto la voluntad para pelear.
Esa fue la noche en que todos pudimos ver el amanecer, finalmente libres. Y ya más nadie sufriría igual que nosotros, porque exterminamos a ese grupo de malnacidos. Y cuando regresamos a nuestros hogares, teníamos un objetivo en mente: ser las Bestias de los Dioses, que forjaran el camino a un nuevo futuro para nuestra tierra, y sus habitantes.
[Fin del Recuerdo]
—Mientras hay quienes defienden la libertad de mi gente, hay ignorantes hijos de perra, que por su ignorancia y favoritismo, dejan sufrir a inocentes, como aquella humana israelí, y permiten que bastardos como aquellos vivan sin recibir castigo —decía Agayuel sumamente serio, y terminando su pequeña reflexión—. Por eso elegí este camino; ser el verdadero hombre que necesita mi tierra, y los que sufren en ella.
—¡Je, je, je! Jamás pensé que me encontraría con alguien, que comprendería bien —respondió Azrael, con una sonrisa sarcástica—. Y en eso estoy de acuerdo. Yo tengo una meta en concreto. Pero mi hermano y yo, a corta edad, vimos lo cruel e hipócrita que puede ser el mundo enfermo en el que nacimos. Y por eso, además de lograr mi meta, ¡también le arrancare las entrañas a cada malnacido que encuentre en mi camino!
—¡Yo también lo decidí! —declaro Raziel, igualmente serio, y recordando al padre Franklin, y aquella vampiresa, quienes fueron asesinados por los Purgadores—. Hay personas que no decidieron ser lo que son, y hay quienes sufren injusticias por los que se hacen llamar "justicieros". Por eso, si nosotros no hacemos algo por ellos, si no castigamos a los verdaderos culpables, nadie más lo hará.
—Ambos sí que sueñan en grande —dijo Jofiel con una sonrisa confiada, mientras se cruzaba de brazos—. Serán grandes castigadores.
Al mismo tiempo, desde lejos, Ezequiel, gracias a su alto sentido auditivo, al igual que los demás, pudo escuchar las declaraciones de los hermanos bestia, y por eso, no pudo evitar sonreír, mientras recordaba sus motivaciones.
"Azrael: vivimos en un mundo hipócrita, así que seré también un hipócrita: seré un justiciero que mate a malnacidos e hipócritas. Después de todo, alguien ya debería darle una lección a esos hijos de perra".
"Raziel: la sociedad humana está llena de desigualdad, crimen e injusticia. Y aun cuando existen aquellos que luchan contra eso, muchos son "héroes falsos". Y por eso no me quedaré de brazos cruzados, mientras más héroes falsos viven sin recibir castigo. Nací siendo una bestia, así que usare mis dones para castigar a aquellos que la ley humana jamás lo hará".
—Ciertamente, estos cachorros son unos verdaderos casos —dijo Ezequiel un poco divertido. Entonces vuelve a centrarse en su propia pelea, la cual, fue interrumpida con la llegada de Miguel; éste estaba con Gabriel, Rafael y Uriel, diciéndoles sobre el nuevo plan, ideado por Azrael.
—Aunque me moleste, no puedo negar que Azrael tiene un punto —dijo Uriel, cruzado de brazos, y pensando en lo que dijo el hombre-pantera al hombre-lobo sobre la batalla—. Está bien, iré a ayudar a Remiel y Camael.
—De acuerdo —respondió Miguel con una sonrisa reconfortante. Luego se enfoca en Ezequiel, mientras Uriel extiende sus alas y vuela hacia donde luchaban el joven-kitsune y el garuda con el hombre-cocodrilo.
—Espero que tengas un plan para ganarle al dragón indio-ruso de dos metros, perro sarnoso —dijo Gabriel sarcásticamente, igualmente preparándose para reanudar la lucha.
—Casi lo tengo gato maldito. No me apresures —contesto Miguel, ahora con mal humor.
—Por la madre tierra ¡no empiecen con vuestras discusiones! —dijo Rafael empezando a molestarse, mientras seguía con la guardia en alto, y totalmente enfocado en su oponente dragón blanco, quien esperaba pacientemente la continuación del combate.
Volviendo con el enfrentamiento entre el hombre-león y los hermanos leopardo con el hombre-elefante, éste último se encontraba callado, y un poco impresionado de las palabras de Azrael y Raziel. Sin embargo, solo por eso, no iba a quedarse a elogiarlos.
https://youtu.be/xMRfvAvcBnA
—Tienen una voluntad fuerte, lo reconozco —contestó Agayuel, bajando la mirada, con los ojos cerrados. Después los abre, ahora teniendo una mirada feroz—. ¡Pero la voluntad sola no basta para ganar batallas!
Dicho eso, Agayuel efectuó un gancho derecho, a una velocidad increíble para su tamaño y peso, y con la fuerza suficiente para romper el concreto; algo que demostró, cuando su puño terminó golpeando el suelo reforzado, al ser redireccionado por el codo derecho de Azrael, quien luego se le acercó por su lado derecho, y conectó un codazo izquierdo en su rostro.
Lo sucedido llamó la atención del resto de los presentes en la arena, quienes detuvieron su enfrentamiento, al haber quedado sorprendidos por lo inesperado que fue aquello. Sin embargo, para Ezequiel no fue una sorpresa, ni tampoco para Bill Kane, quien desde las gradas estalló en carcajadas, e incluso su esposa Anastasia soltó una pequeña risa.
—¡¿Cuándo aprendiste ese arte marcial?! —pregunto Jofiel bastante sorprendido y emocionado, puesto que reconoció aquel estilo de lucha.
—Cuando hablamos de nuestro pasado, dijimos que pasamos un año entrenando. Nunca dijimos el tipo de entrenamiento que tuvimos cada uno —contesto Azrael con indiferencia, mientras se alejaba un par de pasos del hombre-elefante, y se puso en guardia, con los brazos cruzados; teniendo la palma derecha arriba del brazo izquierdo, apuntando hacia al oponente.
—Disculpen a mi hermano —dijo Raziel muy apenado, mientras se rascaba la nuca—. A él no le gusta hablar sobre sus técnicas y capacidades, ni siquiera a sus compañeros. Dice que es por precaución. Mientras estuvimos en la sede norteamericana de San Bestia, un hombre-mono maestro de artes marciales, ofreció a ayudar a mi hermano en desarrollar sus capacidades psíquicas, mediante la disciplina de su arte marcial, llamado Silat.
Silat, también conocido como pencak-silat, pukulan o bersilat. Es un arte marcial del sudeste asiático, que se adapta al cuerpo del guerrero, permitiéndole usar su ingenio y capacidades físicas para lograr el mejor resultado en un combate, con el menor esfuerzo físico. Pero lo que caracteriza a este arte marcial, es su múltiple empleo de los codos, los cuales se usan para desviar y bloquear, además de atacar y contraatacar; esto lo diferencia de otros artes marciales similares, como el muay boran y el lethwei.
—Fue un buen golpe —dijo Agayuel, luego de mover un poco su cabeza—. Pero no creas que con técnicas podrás vencerme. Las técnicas son inútiles ante la verdadera fuerza.
—Menos trompeteo y más golpeteo elefantón —respondió Azrael, ahora con una sonrisa confiada, que inspiraba a desafío, y emanaba energía sombría.
Próximo capítulo: El Pescador de México
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