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Capítulo XXV: Resurrección y Transmigración

"¿En qué cielos o abismos distantes ardió el fuego de tus ojos?"

—Tigre, tigre de William Blake.

https://youtu.be/g-jGHbkM8e4

[Bláth an Ghleann: Santuario Astral]

Tras llegar al Domhan-Eile, y avanzar por las calles fantásticas del pueblo, el grupo había llegado a la enorme entrada de una catedral, comparable a la Catedral de Notre Dame; tenía seis torres en total, y la estructura era de forma circular, además de estar hecha puramente de piedra.

Estaban cerca de los límites de la ciudad, puesto que, a lo lejos, empezaban a notarse parte de las murallas, que lo rodeaban todo —de una forma que se asemejaba a la de una gran flor—. Pero los ciudadanos no estaban aislados del exterior; ya que, en el norte y el sur de la muralla, habían grandes entradas similares a las de un castillo, por las que pasaban la gente; en un lado andando, y en otro en vehículos terrestres. Y afuera del pueblo, era un extenso valle, rodeado de grandes bosques y montañas boscosas.

Además, la zona donde se encontraba el grupo, estaba mucho más modernizada que las demás; puesto que cerca había un taller mecánico en el que trabajaban enanos, y en otro lado un establecimiento elegante y de madera, donde aparcaban coches. Aparte, también se hallaba un restaurante.

Entonces, sin perder más tiempo, el grupo ingresó a la catedral; el vestíbulo era muy espacioso y limpio (exageradamente). El suelo era de cerámica con intrincados diseños, y había pilares en los alrededores. Ambos lados tenían puertas, y al lado de estas unas escaleras circulares que llevaban a los pisos superiores. Y al fondo, se encontraban diferentes pisos, a los que se podía acceder por medio de escaleras; cada piso tenía habitaciones, con puertas parecidas a la del Salón Astral de la familia Blunavy.

Por último, se hallaba una recepción —con forma de octágono— en medio, en la que algunas personas iban para comprar unos pequeños, y rectangulares, papeles violeta luminiscentes, que tenían cierto parecido con los talismanes japoneses, con la diferencia de que estos tenían grabados en rúnico la palabra islandesa "loft" (aire). Y el dinero con el que pagaban la compra, era unas monedas, cuyo color variaba entre verde, gris oscuro y dorado (este último era el menos común), y todas tenían grabadas en un lado el símbolo de los puntos cardinales, y en el otro, el símbolo del árbol de la vida en la cultura celta.

—Oigan, ¿no necesitamos un ticket? —pregunto Raziel a sus compañeros.

—En realidad no. Ya tengo uno, y será suficiente para viajar —respondió Auguste de inmediato, y continúa avanzando, mientras el resto lo sigue.

El grupo pasa de largo de la recepción, y se dirigieron a los pisos del fondo. Cada piso estaba construido encima de otro, y las escaleras por las que se accedían a ellas, al llegar al último piso de abajo, continuaban descendiendo, dando a entender que había más debajo del vestíbulo. Pero no hacía falta ir hacia ellos; puesto que el grupo encontró una de las pocas puertas que no desprendía brillo violeta, en el segundo piso del fondo.

Auguste sacó de su chaqueta un papel igual a los que vendían en la recepción, y lo colocó en el vidrio circular de la puerta, y la misma empezó a brillar de púrpura, al igual que el ticket, y algunas marcas que aparecieron en el picaporte de la puerta. Luego, el papel se desintegró de forma fantasmal, y Auguste abrió la puerta.

El interior de la habitación era circular y lo bastante amplia, como para que entraran 20 personas a lo mucho. Todo el lugar era de piedra oscura. Pero no había oscuridad, puesto que estaba bien iluminado; en parte porque, desde la puerta, hasta las paredes, techo y suelo había marcas semejantes a venas de color morado, que parpadeaban cada pocos segundos, y emanaban un aire fantasmal. Y por otra parte, se encontraban cristales luminiscentes de color azul —largos como tubos— pegados en las paredes.

Y como detalle final, en medio había un pedestal mediano; la parte superior era cuadrada con cuatro picos de cristal azul apuntando al centro. El resto del pedestal era redondeado, y a sus pies se interconectaban las venas del suelo. Y justo arriba, en el techo, se encontraba un círculo por el que se conectaban las venas del techo; de allí emergía una luz violeta que iba directo al pedestal; dicha luz, junto con los cuatro cristales, creaban encima del pedestal, el pequeño holograma semi transparente de un círculo lleno de símbolos astrológicos, con un planeta marrón —de atmósfera gaseosa en su totalidad— flotando encima, con unas letras blancas levitando arriba del planeta, que decían "Svartálfaheim".

—Qué curioso. Siempre tuve curiosidad de visitar ese mundo —comentó Jofiel al ver el nombre del planeta en el holograma.

—No querrás hacerlo —dijo Azrael con tono sarcástico—. El aire de allí es muy tóxico, y solo el centro de ese mundo es habitable. Por algo los enanos viven bajo tierra.

—Efectivamente —decía Uriel—. Y aun así hay que ser cuidadoso. Aunque es un buen mundo para comprar valiosos minerales, la exposición a algunos durante largos periodos de tiempo puede ser fatal.

—Y hablando de mundos, ¿A dónde vamos exactamente? —preguntó Miguel curioso.

—A la capital de este mundo —dijo Auguste mientras caminaba hacia el pedestal, y dio un ligero toque en el círculo debajo del planeta holográfico, y lo gira; haciendo que el planeta desaparezca, y aparezca el holograma del planeta tierra bajo la palabra "Terra".

Luego Auguste vuelve a girar el círculo, y el holograma vuelva a cambiar; mostrando otro planeta, que era muy similar a la tierra, y tenía por nombre "Domhan-Eile".

—En nuestro mundo, hay un único pasaje, que lleva directamente a la Sede Principal de San Bestia, y está construida en París. Pero aquí nos ahorramos ese viaje —explicó Auguste, y después toca el planeta holográfico.

Entonces el holograma cambia a un mapamundi rectangular del Domhan-Eile; en el mismo había diferentes puntos brillantes, en distintos continentes. Auguste tocó uno de los puntos, y el mapa se amplió en el lugar señalado; una región cerca del océano, y en la misma aparecieron dibujos de tres ciudades, llamadas, Dúghorm, Nead Eolais y Cathair Emerald; en cada una apareció un punto violeta. Luego, el Sr. Grimm presiona el que estaba en la última ciudad mencionada.

Después, los cristales empezaron a parpadear, y pequeñas ráfagas rosadas fantasmales comenzaron a girar por la habitación; envolviendo a todos los presentes. Esto ocurrió en tan solo cinco segundos, y al sexto segundo, cada individuo fue tornándose transparente, hasta terminar de desaparecer en tres segundos, igual que espíritus. Y en cuanto lo hicieron, toda la habitación fue apagándose, como si su energía se agotará.

[La Corte de las Tinieblas: Sala de Reuniones]

https://youtu.be/3zx1ZtxUbGE

Mientras tanto, en la Sede Principal de la Aristocracia Vampírica, había comenzado la reunión anual de la Corte de las Tinieblas; integrado por los Señores Vampiros. Antaño, desde el inicio del Primer Rey Vampiro, los Señores actuaban como generales y manos para expandir el imperio vampírico; logrando, junto a su rey, dominio sobre diversas tierras; como Egipto y Roma.

Incluso, sin que la historia lo supiese, grandes gobernantes, como Julio César, fueron siervos del Rey Vampiro, y otras emperatrices o reinas, como Cleopatra, sus amantes; esto hizo que los vampiros tuvieran un gran desarrollo en su civilización, además de hacer que el Rey Vampiro ganara varios herederos.

Pero actualmente, en ausencia de un rey y herederos, los nuevos Señores Vampiro son los que se encargan de gobernar el último gran reino que les queda: Rumania. Tras varias revueltas y rebeliones, los vampiros fueron recuperando influencia y poder, y por medio de partidos y luchas, se decidieron quiénes serían los Señores Vampiro de la actualidad; los cuales son nueve en total.

Cada uno gobierna una parte de Rumania, de manera que comparten el liderazgo de la Aristocracia Vampírica, y con el tiempo fueron ganando influencia en regiones cercanas; como Hungría, Moldavia y Bulgaria, al grado de unirlas a su reinado. Luego decidieron expandirse más a Francia y a América del Norte. Y durante cada año, los Nueve Señores Vampiro acuerdan reunirse para dialogar y discutir diversos asuntos respecto a su gobierno; desde temas políticos hasta planes futuros.

Justamente ahora, se estaba llevando a cabo una de esas reuniones, en una sala iluminada con seis candelabros con fuego azul, repartidas por el lugar; de manera que iluminaban perfectamente las paredes, y se podía apreciar los cuadros que colgaban; los cuales tenían representaciones artísticas de batallas pasadas, como la guerra entre valaquianos y otomanos. Además, al fondo en la pared había una ventana con cristales azules, y en medio de la sala se encontraba una gran mesa ovalada, en la que estaban sentados como reyes, los Nueve Señores Vampiros.

—Increíble el caos que montaste con tus subordinados, Carmilla. Debes saber que es molesto reparar veinte paredes de este castillo.

Dijo de manera molesta, y con algo de sarcasmo, un hombre vampiro húngaro, que aparentaba ser no mayor de 18 años; cabello marrón oscuro y corto, ojos dorados, físico delgado, y labios rosados. Llevaba un elegante traje de aristócrata, color violeta con botones dorados, guantes negros, y aunque llevaba chaqueta, no traía camisa, y usaba más de dos collares dorados, un par de aretes en cada oreja, y una perforación en su nariz. Era el Quinto Señor Vampiro, Felsegor.

—A veces es bueno dejar que liberen algo de tensión. Y si así se calman los que son conflictivos, mejor —comentó Carmilla de manera casual y bastante divertida.

—En eso estoy de acuerdo, y lo digo por experiencia. Pero hay algo preocupante, respecto al tema que llevó a ese conflicto.

Dijo con tono de bufón, un hombre vampiro joven que, a diferencia del resto de la sala, era el único que no era europeo, sino más bien de origen egipcio; de ojos color rojo, cabello negro largo y ondulado, y su piel, aunque era pálida, conservaba un tono oscuro, además de que llevaba delineado negro debajo de sus ojos. Llevaba encima una pechera dorada con hombreras azules y puntiagudas, brazaletes con filos, pantalones blancos acorazados con armadura igualmente dorada, y en vez de zapatos usaba botas metálicas. Era el Segundo Señor Vampiro, Radames.

—¿Y qué es señor de oro frío? —pregunto Carmilla con sarcasmo, interés y ligera molestia.

—En un castillo como este, los chismes se expanden por los corredores igual que ratas, literalmente. Carmilla, nunca imaginé que tú y tus concubinas tuvieran gusto por los animales, ni menos por uno que podría matarlas con solo una mordida.

Comento, de manera sarcástica y con tono sombrío, un hombre a través del cristal de un espejo ovalado, con bordes de metal, en el que estaban grabados símbolos arcanos, que resplandecían de color azul. No podía verse con claridad el sujeto, debido a que se encontraba en una zona muy oscura. Pero podía apreciarse sus brillantes ojos rosados. Era el Sexto Señor Vampiro, Mefisto.

—Irónico que eso venga de alguien que pasa la mayor parte del tiempo oculto, Mefisto —respondió Carmilla bastante divertida—. Respecto a lo de Joel, ¿Qué puedo decir? Las bestias son verdaderos dioses en la tierra. Aunque es una real pena, que Joel no pueda "divertirse" estando en su verdadera forma por el veneno de bestia.

—Por favor, no juegues con nosotros Carmilla. Puedes aparentar ser solamente una jovenzuela rebelde poliamorosa. Pero todos sabemos lo malditamente astuta que eres, y también sabemos sobre el maldito linaje de Joel.

Decía, con un humor malo en todo el sentido de la palabra, un hombre vampiro rumano que era el de apariencia menos humana; no tenía cabello, su nariz era levemente larga, el tono de su piel era grisácea, y sus ojos totalmente dorados con pupila negra y hendida, además de que tenía orejeras y era en extremo delgado, al grado de parecer anoréxico. Y como si no fuera suficiente aterrador, llevaba un simple traje negro que, pese a su elegancia simple, le daba un aspecto siniestro. Era el Tercer Señor Vampiro, Orlok.

—Y dado a que las mujeres vampiro son las únicas de nuestra raza, que pueden tener descendencia con las bestias, hay una posibilidad de que tú, o tus concubinas, engendren un híbrido. Y todos aquí sabemos cuán peligrosos son esos híbridos, especialmente por los hijos que tuvo el Tigre Monstruo Absalón con su esposa vampiresa.

https://youtu.be/c2SHq0RlZVc

Decía, de manera aburrida, junto con un tono serio, un hombre vampiro de origen ruso; cabello negro espinoso y rebelde, ojos rojos con pupila violeta, y a diferencia de los demás en la sala, tenía un par de pequeños cuernos en su frente, y poseía un físico robusto y fornido. Además, usaba una chaqueta sin mangas y pantalón de cuero negro, con símbolos de cadenas en diferentes partes. Era el Cuarto Señor Vampiro, Apokalis.

—La primera esposa de Absalón, la gran condesa Minerva; famosa por rebelarse contra la Aristocracia Vampírica, y enseñarle a él como cazar vampiros. Una gran mujer y guerrera —elogiaba Carmilla con gran admiración, luego se muestra seria, aunque manteniendo una sonrisa jovial—. Entiendo que les preocupe, que yo tenga bajo mi mando mestizos de bestia y vampiro, sobretodo unos, que combinen el legado sanguíneo de Joel y el mío. Pero les aseguro, que si yo, o mis esposas, llegamos a engendrar tales criaturas poderosas, nuestros hijos serán grandes aliados para la Corte.

—Disculpa que sospechamos de ti. Pero debes entender nuestro punto. Eres uno de los miembros más nuevos de la Corte, y te ganaste el puesto, porque empataste en votos con el anterior candidato. Y tuvo que resolverse ese empate, por medio de una lucha; una, que la ganó Joel. Además, la forma en que gobiernas tu región es un poco... "humanitaria", para no decir misericordiosa.

Dijo, de forma comprensiva y sincera, un hombre vampiro valaco, de ojos rojos, cabello negro largo rizado y con tonos púrpura. Llevaba un traje enteramente azul con bordes dorados, junto con una camisa blanca, y diseños de plumas blancas en la espalda, hombros y pecho de la chaqueta. Era el Séptimo Señor Vampiro, Maldibion.

—Je, je. Descuida Maldibion, lo entiendo. Y tienes un poco de razón en lo último. Es entendible que mi tipo de gobierno se vea flexible, desde vuestro punto de vista —decía Carmilla de forma risueña, hasta que de repente, cambia a una mirada implacable—. Pero la misericordia no es una de mis virtudes. Cuando alguien es basura, merece sufrir, morir y ser tratado como la basura que es. No obstante, también puedo ser justa, cuando hay que serlo.

—Cruel pero justa. Por eso me agradas Carmilla. Y ahora que ya resolvimos este tema, y estamos hablando de ti, ¿por qué no empezamos a hablar de una vez, sobre la misión de infiltración en Francia? Escuche que en la base que estableciste allí, ya han empezado a crear las copias de la criatura.

Decía, con tono juguetón y malicioso, una vampiresa de origen valaco, que aparentaba ser una niña de 13 años; de ojos rosados, cabello rubio liso y amarrado en un moño, cuya cinta estaba decorada con una rosa. Llevaba un vestido de realeza puramente negro, con dibujos de flores rojo sangre en la falda, y en su cuello portaba un colgante con la pequeña cabeza de una muñeca de trapo, cuyos ojos resplandecían de rojo y se movían a los lados, como si tuviera vida. Era la Primera Señora Vampiro, Pandora.

—¡Es cierto! ¡Y también tenemos que buscar una manera de traer a esa criatura! —decía Felsegor denotando bastante ansiedad y frustración.

—No te alteres niño de cristal —dijo Apokalis con aburrimiento y molestia, haciendo enojar a Felsegor por el comentario.

—¡Maldito demonio de...!

—El diablillo tiene razón, Felsegor —decía Mefisto, interrumpiendo al mencionado Señor Vampiro, con un tono que reflejaba calma en su plenitud—. Desesperarse no ayuda. Y es cierto que debemos resolver el dilema, respecto a la criatura. Pero para eso, hace falta la pieza clave; el sujeto que logró capturarla, y estuvo a cargo de investigarla.

—Oh es verdad, Terrordar. Que por cierto, ¿Dónde mierdas está? De todos nosotros, él es uno de los primeros en llegar; lo cual hace su ausencia muy rara —dijo Radames un poco pensativo, e intrigado.

Antes de que alguien siquiera respondiera, la puerta de la sala se abrió, revelando a nada más ni menos que Terrordar.

—No se preocupen, ya llegue —dijo Terrordar con una sonrisa sarcástica.

—¡¿Dónde demonios del infierno has estado?! ¡Tenemos muchas cosas urgentes de las que debemos explicarte! ¡Y ni hablar del problema de la criatura y las copias! —se quejó Orlok bastante molesto.

—Todo eso puede esperar un momento amigos míos. Por ahora, tenemos algo mucho más importante que atender: dejaré que él se los explique —dijo Terrordar, todavía sonriendo, y avanza un paso adelante, para dejar que ingrese otro invitado.

https://youtu.be/DgUqq2SbCqM

En la habitación entra un sujeto alto, tanto, que tuvo que agacharse un poco para pasar por la puerta. Era el anciano demacrado, pero ahora era distinto; había rejuvenecido considerablemente. Gano más masa muscular, de manera que se volvió robusto. Su rostro carecía casi de arrugas en su totalidad, y su cabello canoso empezó a ser reemplazado por un color negro rejuvenecido, además de que tenía una pequeña barba de candado.

Su vestimenta también era diferente: ahora llevaba un elegante, moderno y gótico traje oscuro y rojo, con una gran capa —negra por fuera y roja por dentro—, que mantenía sujetada alrededor de sus hombros.

Cada miembro de la sala tuvo su propia reacción; desde sorprendido, a confuso y procesando lo que veían, exceptuando a Mefisto, que no podía saberse cuál era su reacción. Pero el más sorprendido sin duda, eran Maldibion y Pandora, mientras que Apokalis, aunque no denoto ni una pizca de sorpresa, sí se tornó más serio; al igual que Orlok. Sin embargo, el silencio fue cortado, cuando uno finalmente habló.

—Este año sí que está lleno de sorpresas. La resurrección del mismísimo Vlad III Draculea Tepes —comentó Radames totalmente divertido.

—Más que resurrección, yo lo llamaría "despertar", porque nunca morí. Solo estuve durmiendo, esperando el momento adecuado, para caminar en el mundo otra vez —respondió Drácula de forma sarcástica, y teniendo una expresión nostálgica.

[Sede Principal de San Bestia: Vestíbulo]

https://youtu.be/uttlRqHpvNs

El corazón del gremio de las Bestias Sagradas; ubicado en la ciudad más grande del Domhan-Eile. La sede era una gran fortaleza, que mezclaba el estilo medieval con el arte renacentista. Pero no solo era antiguo; también, con el paso de los años, fue modernizándose, de manera que, al igual que algunos edificios de Cathair Emerald, ahora tenía torres y construcciones mecanizadas, y rebosantes de tecnología hasta cierto punto notable.

Dentro de la estructura, específicamente donde se hallaba la entrada, había tres patios en un rincón, separados con vallas de metal; cada patio tenía, en total, veinte plataformas redondeadas organizadas en veinte filas. Cada plataforma estaba elevada a cierta altura del suelo, de manera que tenían una mini escalera integrada en un lado, que ayudaba a subir o bajar de la plataforma al suelo. Cada una tenía barandales a los alrededores, con los que se podía sostener, y la entrada —ubicada en frente de la escalera— carecía de puerta o rejilla.

Por último, en la superficie de cada plataforma, estaba grabado un círculo con símbolos astrales: en algunas plataformas, los círculos destellaban de púrpura, y en los mismos, se materializaban cual fantasmas personas. Y de la misma forma, en diez plataformas, cerca de la una y de la otra, se materializaron Auguste y los jóvenes-bestia.

Tras dejar de ser intangibles, cada uno bajo de la plataforma —haciendo que la luz del círculo se apagará—, y avanzaron por un camino de piedra, que los llevó a la salida de la zona, y estuvieran en medio de lo que parecía el descomunal pasillo de un gran castillo; había puertas, pasillos y escaleras en todas direcciones, y en todos lados había personas que iban y venía. Lo curioso es que la mayoría de los habitantes, tenían trajes oscuros con capucha, y llevaban colgantes con símbolos de diferentes culturas.

—Bueno, bienvenidos a vuestro lugar de trabajo: San Bestia —anuncio Auguste con emoción.

Los jóvenes-bestia miraban a su alrededor, con gran fascinación; si ya de por sí les encantaba ese mundo, la fortaleza del gremio no se quedaba atrás. Ellos no pudieron evitar sentir que estaban en la época medieval. Pero de todos, Miguel captó algo, que obtuvo toda su atención, y como si algo llamara a su sangre, él avanzó hacia aquello que lo hipnotizaba; cuatro grandes estatuas en específico, construidas en medio del lugar.

La primera estatua era la de un hombre-lobo, con una increíble armadura medieval europea, y llevaba en su espalda dos pares de espadas claymore. La segunda estatua era de un hombre-oso, con ligera armadura céltica, y portaba en mano un libro. La tercera estatua era de un hombre-león, con una armadura masiva, que tenía cierto estilo griego, y en su espalda portaba una alabarda. Y la última estatua, era la de un hombre-tigre, con una armadura ligera como las que usaban en la india medieval, y portaba en mano derecha un tridente.

https://youtu.be/mtOuasYJnv8

Eran las estatuas de nada más ni menos que Daniel Artorias, Isaac Talamh, Jacob Vasillias y Absalón Khan.

Miguel veía la estatua de su ancestro, con una mirada seria, que mezclaba admiración, y agobio, por la gran carga que sentía, al llevar tal legado familiar. Auguste, junto con el resto de los jóvenes-bestia, se acercaron, y contemplaron igualmente las estaturas. Rafael también veía la estatua de su ancestro, pero sin sentimientos agobiantes, ni nada parecido, sino con pura admiración, y sorpresa. Sin embargo, Jofiel miraba la estatua de su ancestro con indiferencia, debido a que estaba más que acostumbrado a ver retratos o estatuas de su famoso antepasado.

—Una gran carga, ¿verdad? —pregunto Auguste, notando la mirada de Miguel.

—No sé cómo describirlo —dijo Miguel con seriedad, mientras seguía mirando la estatua—. Simplemente todavía me es... difícil de asimilar.

—Yo tampoco —dijo Rafael con un tono decaído, e igualmente mirando la estatua de su ancestro—. Es como si descubrieras que tu ancestro es el rey Arturo, o algo por el estilo.

—Sí, lo sé. La carga de un gran legado familiar, puede ser muy difícil de sobrellevar —dijo Auguste, ahora con una mirada comprensiva.

—Los entiendo bien. Sobrotodo a tí Miguel, yo también me sentiría igual, si supiera que desciendo de un hombre-lobo y una humana que era monja —comentó Camael con algo de pena.

—No tienes que recordarme esa parte —respondió Miguel con cierta molestia.

—¿Isabela era una monja? ¿Me quieren explicar cómo fue que sucedió eso? —pregunto Azrael confundido y sorprendido, puesto que él se ha centrado más en investigar sobre mitología y otros relatos, que investigar la historia de los Cuatro Héroes Bestias.

—Pues... la razón fue, literalmente, por el bien de Europa —dijo Miguel, ahora sintiendo bastante pena—. Como sabrán, nosotros, las bestias, cuando maduramos por completo, obtenemos nuestro Despertar, una rotura de nuestros límites naturales, de manera que nos hacemos mucho más fuertes. Y para madurar por completo, hay que completar la Tercera Fase de nuestro ciclo de vida; la cual es "reproducción".

—Básicamente un aumento de poder, al tener relaciones sexuales por primera vez —comentó Camael con indiferencia.

—Creo que no hace falta ser tan directo —dijo Raziel con bastante pena.

—Y pues —proseguía Miguel, ahora más incómodo del tema, por el comentario del joven-águila—, Isaac, Jacob y Absalón ya tuvieron sus Despertar, gracias a sus respectivas parejas. Y Daniel también lo necesitaba, puesto que en aquel momento, ellos iban a luchar contra el Primer Rey de los Vampiros, así que necesitaban toda la fuerza posible. Y dado a que él no tenía pareja, debido a que no quería ninguna relación, por el terrible pasado que tuvo, a causa de la maldición del séptimo hijo, su compañera de viaje, y gran amiga, una joven monja llamada Isabela, decidió hacer ese sacrificio, para que él obtuviera su poder completo como bestia. Obviamente Isabela quedó embarazada de él, por lo que ella tuvo que renunciar a ser monja. Y tras terminar la Guerra de las Tinieblas, Daniel e Isabela se casaron, dando inicio al legado familiar.

https://youtu.be/rmRBZB_o8MM

—Una historia algo descabellada, en mi opinión —comentó Remiel con humor.

—Más que la tuya, no creo —comentó Gabriel con algo de sarcasmo, disgustando un poco al joven-kitsune.

—¿Y qué me dicen de Isaac? —pregunto Azrael, ahora más interesado en la historia.

—Bueno, él era originalmente un humano que trabajaba en un circo, como acróbata y malabarista. Entonces conoció a la hija de una distinguida familia, llamada Jacqueline, y formaron una amistad. Pero el prometido de ella se llenó de celos, y atentó contra la vida de Isaac, y casi logra matarlo —explicaba Rafael, sacando una libreta de su chaqueta, y continuaba contando la historia—. Luego de eso, Jacqueline pidió la ayuda de un viejo amigo de su familia, quien era un hombre-oso Druida. Entonces, el druida convirtió a Isaac en un hombre-oso, y éste a su vez, se convirtió en su aprendiz. Y después de la gran guerra, Isaac y Jacqueline se casaron; dando inicio a mi legado paterno.

—¿Y qué hay de Absalón? ¿Algún descendiente, aparte de Ezequiel Cross? —pregunto Azrael.

—No se sabe exactamente cuántos descendientes tiene, porque tuvo varios —reveló Uriel—. Todo comenzó, cuando él fue vendido como un esclavo por su malvado padre. Una condesa vampira llamada Minerva, quién era, irónicamente, una cazadora de vampiros, lo compró, porque él le recordaba a su amante fallecido. Y después de que Absalón fuese poseído por el Gran Destructor, convirtiéndose en un hombre-tigre, comenzó un romance con su ama; aunque con algunos altibajos al principio, debido a que Minerva era una vampiresa, y él una bestia.

—Sin embargo, Minerva no fue su única pareja —continuaba explicando Auguste—. Verán, lo que sucedió fue que Daniel, Isaac y Jacob necesitaban aliados para la guerra contra el Aquelarre, y encontraron posibles alianzas en dos reinas matriarcas, la princesa del Reino Elfico, y la princesa de los licántropos del norte. Jacob tuvo la idea de ofrecerles a ellas la oportunidad, de engendrar un poderoso heredero, hijo del avatar de un dios. Literalmente él ofreció a Absalón, como medio para forjar una alianza, y ellas aceptaron.

—Absalón fue la mejor opción para eso; no solo por ser un avatar, sino también porque obtuvo la Liberación Espiritual, deshaciéndose de todas las debilidades humanas —explicaba Jofiel—, como la avaricia, el rencor y la lujuria. Por lo que a él no le interesaba nada más que la fuerza y vengar inocentes. Y al final, terminó casándose con la condesa Minerva, la Princesa de los Licántropos del Norte Laufey, la Princesa de los Elfos Luminosos y Oscuros Kaysa, la Reina de los Orcos Thora, y la Reina Dragón Oscura Brunilda. Cinco esposas en total.

—Increíble pero cierto —comentó Remiel con un poco de sarcasmo.

—Y con cada una, Absalón tuvo tres hijos, lo que llevaría a quince hijos en total. Literalmente tuvo una enorme y querida familia, lo cual es algo poético, tomando en cuenta el terrible pasado que tuvo con la suya —prosiguió Camael, con un tono comprensivo en lo último.

—Aunque fue por ese pasado, que Pashupati lo eligió —dijo Uriel, estando un poco pensativo.

https://youtu.be/LUPU0yU_O9U

—¿Quién es Pashupati? —preguntó Rafael confundido, al escuchar aquel nombre.

—Es uno de los tantos nombres mitológicos, del Padre de los Tigres —respondió Auguste, ahora con seriedad—. A ese Dios Hindú también se le conoce como Pashupati, y era adorado en la antigua Israel como Adonai. Pero el nombre con el que lo conocen las bestias, "Shere Khan", no es su real nombre, ni tampoco los ya mencionados. En realidad son títulos.

—¿Entonces cuál es su verdadero nombre? —pregunto Raziel con bastante intriga.

—Cuando él estaba siendo creado, el Emperador de Jade tuvo la idea, de usar parte de la conciencia destructora del Dios Shiva, para crear el alma de este Dios —explicaba Jofiel—. Por lo cual, hace del Dios de las Bestias, un ser con la segunda personalidad del Dios Shiva. Pero con emociones y juicio propio. Y como tal, fue nombrado en honor a él. El verdadero nombre de Shere Khan, es Rudra.

—El gran Dios Rudra. Mi padre siempre nos relataba a mí, y a mi hermano y hermanas, historias sobre algunos de los hombres-tigre, que fueron sus avatares —decía Remiel con algo de nostalgia y emoción—. Como el épico guerrero hombre-tigre Khalam, quien le partió el trasero a dos Reyes Demonio, y fue marido de la gran y heroica mujer guerrera china, que inspiró el relato Hua Mulan. ¡Ah! Y también sobre el bestial guerrero, conocido por los vikingos como Suther, y por los sajones como Solomon. Pero su verdadero nombre, fue Shivam; la bestia que aterrorizó los pueblos sajones y vikingos, y también el que ejecutó a Ivar el "Deshuesado", e hizo que los Dioses Odín y Thor sintieran el verdadero terror ¡ja, ja, ja!

—Literal, porque lo que les dio Shivam fue una brutal golpiza nivel dios. ¡Ja, ja, ja! —dijo Uriel igualmente entre risas, y el resto también se unió a las carcajadas, menos Gabriel.

Mientras ellos reían, no se dieron cuenta, de que el joven-tigre había quedado mortalmente callado y paralizado, cuando el joven-kitsune menciono a Shivam. Él dirigió su mirada a la estatua de Absalón, y en su mente todo comenzó a encajar: las dos visiones, la antinatural familiaridad que a veces sentía, su increíble manejo del Prana, todo. Y entonces, noto como si el tiempo se detuviera.

Más que sorprendido, Gabriel estaba aterrado. Muchos pensamientos circulaban por su cabeza, y de todos, solo uno pudo pronunciar mentalmente. "¿Por qué yo?". Luego, como única respuesta, oyó el gruñido de un tigre, detrás de él. Viendo que aquella pregunta no sería respondida, Gabriel formuló otra pregunta en su mente: "¿Por qué ahora?". Esta vez sí tuvo su respuesta: en la mente del joven-tigre, aparecieron letras en su idioma natal, que decían: "Solo estuve descansando, esperando el momento adecuado, para transmigrar al mundo otra vez".




Próximo capítulo: Aprendices de Cazadores.

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