Capítulo XVI: Kitsune Demonio de Corea (II)
https://youtu.be/8lw4LIX3mIY
"La verdadera razón detrás de por qué Daji sugirió un método de tortura tan escandaloso, sin embargo, fue para darse un festín secreto con la sangre y la carne del cadáver dentro del Bosque de Carne mientras estaba en su estado de zorro espectral durante toda la noche."
—La Investidura de los Dioses, capítulo 17.
[Tokio: Izakaya Menma].
La cita amistosa entre el tigre indio y la loba alemana pasó de la calma y la alegría juvenil a la sorpresa y molestia, debido a la intromisión de la kitsune demoníaca de Corea.
—¿Qué diablos haces aquí, zorra loca? —preguntó Caroline con un tono feroz y enseñando los dientes, tal como lo haría una auténtica loba ante un enemigo o rival hostil.
—¡Descuida loba feroz! Solo pasaba por aquí, porque este es uno de mis izakayas favoritos. Ya que es el único de esta ciudad en el que cocinan, "ilegalmente", los órganos de ese pez venenoso torafugu (pez globo tigre) —explicó Kira con una sonrisa traviesa—. El hígado y los órganos venenosos de ese pescado son una delicia tan maravillosa, que estremece de muerte mi paladar. ¡Ja, ja, ja!
Estando ahora cerca de la mesa donde cenaba la pareja tigre y loba, la kitsune coreana tomo una silla a su izquierda, ya ocupada por un militar japonés de más de 30 años. Y entonces aparto la silla de forma tan brusca que hizo caer al militar al suelo.
—¡Niña maleducada!
Exclamó el militar japonés levantándose del suelo con la cara roja de la rabia, y dispuesto a sujetar del hombro derecho a la kitsune coreana para golpearla. Pero antes de que su mano tocara el hombro de ella, el militar sintió el más horrible de los dolores, luego de que la misma kitsune coreana le sujetara la muñeca y se la aplastara como si fuera de plástico.
—Vuelve a intentar tocarme, basura inmunda, y tendrás más que una mano inutilizable —amenazó Kira con un frío y despiadado tono, sin siquiera voltear la mirada.
Luego ella soltó el brazo del militar, dejando a éste caer arrodillado mientras chillaba de terrible agonía al tener el brazo destrozado de tan brutal forma, que dejó en shock al joven-tigre y la mujer-loba.
—¡¿Estás demente?! ¡No puedes hacer esas cosas aquí! —dijo Gabriel casi levantándose de la silla, molesto y preocupado por las consecuencias que puedan traer las acciones impulsivas de la kitsune coreana en un lugar lleno de humanos normales.
—Descuida lindo gatito. Este izakaya y la mayoría de sus clientes ya me conocen —respondió Kira con una sonrisa despreocupada, mientras ponía la silla cerca de un lado de la mesa para sentarse.
Con esa respuesta, Gabriel miró de reojo a las demás personas en el lugar, y entonces noto como todos, tanto los trabajadores como los clientes, ignoraban por completo la escena. Pero en el rostro de algunos se apreciaba una notable preocupación, y profundo terror.
—¿Ves? No hay problema. Podemos comer tranquilos y romper algunos huesos, sin recibir quejas —dijo Kira de forma jovial, estando sentada frente a la mesa, entre la mujer-lobo y el joven-tigre, para luego tomar con sus propias manos un pedazo de sushi del plato de éste último.
—¿Estuviste intimidando a esta gente? —preguntó Gabriel estupefacto y aún más molesto.
—Haaa, sí. Algún que otro idiota se acercaba a mí con estúpidos sueños de violarme o venderme a algún burdel. Así que les enseñe cuál es su lugar; rompiendo huesos y volteando órganos a domicilio —dijo Kira con un tono divertido, mientras veía el sushi clavado en la uña de su dedo índice, para luego fijar la mirada en el joven-tigre, y comerse el sushi con los colmillos de zorro expuestos—. No deberías molestarte por eso —dijo ella mientras comía, y después de tragar continúa hablando—. Tú también haces lo mismo, ¿no?
—Solo con quienes de verdad se lo merecen. No con todos a diestra y siniestra —dijo Gabriel bastante molesto con la comparación.
—Pero estas de acuerdo en que el miedo es el único recurso que estas escorias entienden. Después de todo, le diste un buen susto al cocinero prejuicioso, al amenazarlo con cocinarlo igual que cada plato de su menú. No finjas que no, porque lo escuche desde afuera
https://youtu.be/1E83ziGEsPE
Dicho eso, Kira intentó tomar un sushi de uno de los platos de Caroline, usando la filosa uña del dedo índice derecho. Pero la licántropo blanca la detuvo, sujetándole la muñeca con la mano izquierda. Algo que por supuesto no agrado a la kitsune coreana.
—Los modales de la sociedad humana no son lo mío, en especial las costumbres de aquí. Pero estoy muy segura de que tomar comida ajena sin permiso y no usar los cubiertos, son faltas de respeto muy graves de tu parte —dijo Caroline con un tono bastante severo, que dejaba ver cuán molesta estaba ella por la presencia de la kitsune coreana.
—Lo sé, y para ser sincera, no me importa —contestó Kira con un tono juguetón, aunque sus ojos ahora denotaban hostilidad al fijar la mirada en los ojos de la mujer-lobo—. A mí nunca me ha gustado seguir las reglas de las sociedades humanas, sobre todo en esta maldita tierra llena de hipócritas y ratas despreciables. ¿O es que no te agrada eso, pequeña alfa lobuna?
A medida que hablaba la kitsune coreana, los ojos de Caroline comenzaban a tornarse de color azul, mientras sus dientes ganaban filo y ella empezaba a gruñir igual que un auténtico lobo. Y en respuesta los ojos de Kira se tornaron de un brillante rojo, a la vez que ella gruñía igual que un zorro.
—Caroline... cálmate por favor...
No obstante, antes de que el conflicto estallara, la voz suplicante y comprensiva de Gabriel fue lo único que pudo calmar a Caroline; los ojos de ella se enfocaron en los del baghatma, quien tenía una expresión que reflejaba preocupación y temor, pero no hacia las personas, sino hacia la misma Caroline.
Ver al baghatma así, logró hacer que la licántropo blanca volviera a ocultar sus características de lobo, y además soltará a la kitsune coreana, quien también pasó a calmarse y ocultar sus propias características de bestia.
—Te equivocas, zorra loca —dijo Gabriel más aliviado, y volviendo al tema para dejar en claro algunas cosas—. Al humano de la cocina solo lo asuste por simple diversión; no porque quise intimidarlo o mostrarme como el mandamás del lugar.
https://youtu.be/v-sI1ij-XvM
—Y ese es tu estúpido problema, tigrillo aún en proceso de ser adulto —se quejo Kira cruzándose de brazos, mientras sonreía de forma cínica y miraba al baghatma, quien ahora se mostraba más molesto por el apodo—. ¿Cómo esperas a que las escorias prejuiciosas y discriminadoras, como cada habitante humano de esta tierra, aprendan a respetarte si no les muestras lo que pasa cuando te pisan la cola?
—No quiero que me respeten. No me interesa si me respetan, adoran, odian o temen. Ni mucho menos quiero actuar como un abusón idiota, igual que tú —dijo Gabriel con firmeza y severidad—. Además no sé cuál es tu problema con los humanos de aquí. Pero no debes tratarlos a todos de esta forma; como si todos fuesen horribles criminales.
—Si hubieras visto lo que yo vi en cuatrocientos años, entenderías que trato a estos pequeños bastardos así, porque eso son: son malditos criminales —dijo Kira acercando la cabeza un poco al rostro del baghatma, sin dejar de sonreír como una desquiciada, y denotando un intenso odio en los ojos—. Sus supuestas leyes, su supuesto "honor" y su supuesta tolerancia hacia extranjeros y vecinos, son un mal chiste.
»En realidad todo eso, no es más que un estúpido y divertido seonjeon (propaganda), para tener la fantasiosa máscara idealista de el "mejor reino de todos". Pero comparado con otras poblaciones con altos índices de prejuicio y discriminación, son mucho peores que los árabes, los norteamericanos, los británicos y los mexicanos. Y es porque el cien por ciento de la maldita población humana japonesa es así.
—¿De verdad crees algo tan extremista como eso?
—Si no fuera verdad, entonces ¿por qué crees que los humanos japoneses, tan pronto como conocen a los malditos y prejuiciosos dioses griegos, dioses nórdicos, humanos británicos y humanos griegos, los adoran tanto y por voluntad propia, que hasta los idolatran, les lamen las pelotas y los glorifican tanto como a sus "héroes nacionales" y a su amado Buda?
"Aunque me molesta admitirlo, ella tiene un punto en eso", pensó Caroline con molestia, reconociendo que eso era verdad, porque ya lo había visto en persona. Y también conocía bien que los únicos extranjeros que reciben respeto genuino son los británicos, quienes tienen un largo historial de odio y prejuicio contra los indios y otros pueblos como los irlandeses.
—Deberías de poder entenderlo tigrillo —proseguía Kira—, porque ellos también se burlan de los humanos y dioses de tu territorio; los desprecian, los denigran, los humillan, los pisotean, los usan para promocionarse y los tratan como "inferiores" ante cualquier patética escoria idolatrada en esta pútrida tierra.
—Déjame decirte algo, zorrita con obvios traumas psicológicos —dijo Gabriel acercando su rostro un poco más al de Kira, quedando la cara de ambos a pocos centímetros del otro, mirándose directo a los ojos cual depredadores intentando intimidarse entre sí—, cada tierra tiene sus tipos de prejuiciosos y discriminadores; eso es una realidad innegable e indiscutible. También es cierto que hay más prejuicio y discriminación en unas tierras que en otras. Pero afirmar que toda la población en general de un país es así, no es correcto.
—¿A no? ¿Entonces eso de allá es una bienvenida amorosa? —pregunto Kira con sarcasmo divertido, mientras dirigía la vista a algo detrás del joven-tigre.
Gabriel, con bastante confusión, se giró para ver una ventana que estaba a dos metros detrás de él, y entonces contempló a través de esa ventana una curiosa casualidad: al otro lado de la calle, a plena luz del día, un grupo de ocho humanos japoneses no mayores de 20 años estaban burlándose e intimidando de forma cruel a un chico un poco más joven que ellos, que parecía ser de origen indio o tal vez siamés.
Los abusones japoneses sujetaban al pobre chico y lo empujaban al suelo, y lo levantaban para volverlo a tumbar, mientras lo insultaban, lo pisoteaban y se reían de él, quien al ser superado en número apenas podía defenderse. Y lo peor era que los pocos civiles que pasaban cerca no hacían más que reírse de la escena, o solo lo ignoraban como si no fuese nada importante. Ni siquiera se molestaban en llamar a algún policía o detener el terrible acto de agresión.
—Aunque no lo creas, ese tipo de cosas suceden a menudo en todas partes de esta tierra. Por ejemplo, en esta zona turística donde hay muchos extranjeros —explicó Kira con una sonrisa divertida—. Es tan común, que ahora nadie mueve un dedo para detenerlo. A fin de cuentas son solo "extranjeros bárbaros y monos parlantes", según dicen los humanos de aquí.
Saber eso lleno de furia al baghatma, a quien ya de por sí esa terrible escena le trajo muy malos recuerdos; le hizo hervir la sangre de tanta ira, que él clavó las filosas uñas de sus manos en la mesa, y sus ojos se tornaban verdes. No pudo aguantarlo más, así que se levantó de una forma tan violenta que tumbó la silla, hizo temblar la mesa y preocupó a Caroline.
—¡Gabriel espera! —exclamó Caroline ahora siendo su turno de preocuparse de lo que podría causar la furia impulsiva del joven-tigre.
—Adelante tigrillo. Enséñales a esos sacos de carne lo que es el respeto ¡Je, je! —dijo Kira de forma divertida y cínica, ansiosa por ver lo que ella consideraba un satisfactorio espectáculo.
https://youtu.be/4I21sL8IFGM
No obstante, contra todo el pronóstico de la kitsune coreana, el baghatma pasó de transmitir una furia asesina a absoluta sorpresa. Ahora siendo el turno de la kitsune coreana en sentirse confundida, ella volvió a mirar la ventana, y quedó en shock al descubrir el nuevo acontecimiento.
Los matones japoneses habían dejado de intimidar al joven extranjero, porque ahora eran ellos los que estaban siendo intimidados, esta vez por otros cuatro jóvenes japoneses que tenían un físico bastante fuerte y atlético, lo que daba a suponer que debían de ser artistas marciales o deportistas.
—Escuchen bien escorias, ¡¡tienen exactamente tres segundos para dejar a ese chico en paz, o conocerán lo que es el dolor de verdad!!
Exclamó el más alto y fuerte de los cuatro japoneses fornidos, mostrando una cara furiosa que daba miedo, tronándose las manos, y teniendo una voz tan fuerte que hasta Gabriel, Caroline y Kira lo escucharon muy claro. Y en respuesta los matones gritaron de pánico mientras se daban la vuelta y corrían lejos, dejando al pobre chico indio/siamés en el suelo.
Después de que los matones huyeron, uno de los japoneses fornidos se acercó al chico y lo ayudó a levantarse. Los otros tres también se acercaron con notable preocupación en sus miradas. El chico indio/siamés pareció llevarse bastante bien con sus salvadores, quienes ahora conversaban con él de forma amistosa.
Y hasta donde podía escuchar el joven-tigre, aquellos japoneses fornidos motivaban al chico a unirse al dojo de ellos, para hacerse más fuerte y defenderse de quienes abusaban de él. Una petición que el chico indio/siamés aceptó con emoción y determinación en su rostro. Entonces los cinco comenzaron a retirarse del lugar juntos como buenos amigos.
Para estar seguro cien por ciento seguro, Gabriel activo los Ojos de Rudra, y no sólo comprobó por sí mismo que aquellos cuatro japoneses fornidos y el niño indio/siamés eran humanos normales, sino que además fueron las primeras almas doradas que él vio en la Sociedad Humana de Japón. Esto calmó tanto el corazón del baghatma, que le hizo sonreír de una forma tierna, que a la licántropo blanca también calmo, y lleno de igual felicidad.
—Quizás sea cierto que esta tierra sea una de las más prejuiciosas y discriminatorias de todas, en especial contra mi gente y otros asiáticos. Hasta la mayoría de sus dioses y demonios también lo son —decía Gabriel con seriedad, mientras volvía a mirar a la kitsune coreana, quien seguía incrédula de lo sucedido—. Pero también es cierto que aquí todavía existen personas con verdadero honor. Y mientras sigan existiendo, aún habrá esperanza para esta gente. No sé qué te hizo odiar de esta forma a los humanos de esta tierra, pero no puedes generalizar tu odio de esto modo, porque estas siendo igual que ellos; estás siendo tan prejuiciosa y discriminadora como los malditos que tanto odias.
La kitsune coreana estuvo en silencio por un segundo, con las cejas temblando y los ojos inyectándose de sangre, viendo el rostro del baghatma y procesando las palabras de éste, hasta que de repente ella estalló en cólera.
—¡¡Tong deong-eoli gaejasig byeongsin goyang-i jenjang...!! (¡¡Pedazo de mierda hijo de puta idiota gato maldito...!!) —exclamaba Kira en su lengua materna con tanta rabia que se levantó de forma brusca, tirando la silla al suelo, y con ambas manos golpeó la mesa con tal fuerza que casi la rompe.
—¡Eh, eh, eh! —le interrumpió Gabriel levantando el dedo índice derecho y haciendo señas con la misma en señal de negación—. Acepto que me lances todo el diccionario "taka taka" de insultos. Pero "gato maldito", no. Es el insulto favorito de Caroline y de su hermano menor, y a ti no te queda. Ten personalidad propia cariño. O sea aprende y ubícate.
Dijo él con una falsa y exagerada actitud presuntuosa solo para bromear, haciendo que Caroline casi se riera, y Kira soltará un aterrador rugido iracundo que no podía pertenecer al de un simple zorro.
https://youtu.be/gGTAmmTiD_Y
Y en un acto de furia descontrolada, la kitsune coreana agarro la mesa con una mano, clavando las uñas en la madera, y la apartó hacia adelante con tal fuerza, que la mesa destrozó la pared del restaurante y chocó contra el techo de un edificio ubicado a casi cuarenta metros adelante.
Acto seguido la kitsune coreana, con los ojos brillando por completo de rojo y mostrando los colmillos con la ferocidad de un zorro salvaje, atacó al baghatma por medio de un simple puñetazo izquierdo. Era un golpe tan predecible, que fue detenido por la palma derecha de Gabriel, a solo un centímetro de llegar al rostro. Esto causó una onda expansiva que hizo temblar todo el restaurante, movió las demás mesas altas y destrozó las paredes de tatami que había allí.
Por otro lado, los ojos de Gabriel ahora volvían a ser verdes, y brillaban de forma amenazante en respuesta a la agresión de Kira. No obstante ésta última no se sorprendió ni menos se inmuto. Y por ello siguió con su arranque de rabia atacando con una patada derecha tan veloz que era imperceptible al ojo humano.
Pero su pierna fue detenida por la mano derecha de Caroline, justo antes de impactar en el estómago del baghatma. Aunque esto no pudo evitar que la acción causase un vendaval, que sacudió el restaurante y la zona.
—Tomás comida ajena sin permiso. No usas los cubiertos. Y ahora destrozas este bonito restaurante en un berrinche y nos arruinas la "cita amistosa". Sin duda, eres peor que las chicas abusivas de Francia —dijo Caroline con un tono feroz, mientras sus ojos grises volvían a brillar de color azul, una vena de su frente se hinchaba por la furia, y hacía una horrible mueca molesta que mostraba sus filosos dientes.
Por suerte mucho antes de comenzar la confrontación, varios de los trabajadores y clientes del local huyeron en cuanto vieron que la kitsune coreana se enfadaba, por lo que nadie resultó herido en medio de todo ese desastre. Pero aun así fue suficiente caos como para que alguien tuviese que intervenir.
—¡Por la diosa Izanami! ¡¿Qué parte de "día libre" y "anonimato" no entendieron ustedes?!
De inmediato la atención de Gabriel, Caroline y Kira cambio al escuchar una conocida voz: los ojos de los tres volvieron a la normalidad, dejaron de denotar hostilidad y entonces enfocaron la mirada en el enorme agujero en la pared, que había causado la mesa arrojada por Kira hace un momento.
Allí estaba parada la maestra de la Sede Japonesa de San Bestia, Syuri Kondo. Y tampoco lucía feliz.
—¡Sensei! —dijeron Gabriel y Caroline al mismo tiempo igual de sorprendidos y asustados, mientras cada uno soltaba el puño y la pierna de Kira.
—Prima Syuri... —dijo Kira recuperando la suficiente calma y consciencia para dejar de actuar con ira, y por ello volvió a poner el pie derecho en el suelo, mientras se cruzaba de brazos y desviaba la mirada—. ¡Tsk! Otra vez andabas vigilándome. Supongo que no conoces lo que es la "privacidad".
—Y yo supongo que ninguno de ustedes conoce lo que es "ser discreto", porque acaban de causar un desastre a plena luz del día, en medio de un poblado humano... —decía Kondo con ambas manos en la cintura, frunciendo el ceño y denotando furia en cada palabra—. ¿Al menos tienen la más remota idea de cuánto va a costar encubrir un evento como este?
—En defensa mía y de Caroline... —decía Gabriel intentando defenderse.
—Mejor ahórrate las defensas, Gao-kun, para cuando hablemos los cuatro, en privado, después de terminar de limpiar este desastre —le interrumpió Kondo, dejando en claro con su tono y mirada cuan furiosa estaba.
https://youtu.be/0vxx04quIzs
Esa misma tarde llegó todo un personal de la sede de Syuri Kondo a limpiar la mayor parte del lugar, alterar la memoria de los testigos del evento y, por supuesto, crear una tapadera que encubra las circunstancias reales del desastre. Claro que no iba a ser un falso evento muy convincente, si se analiza bien y al detalle, pero funcionaría para que los humanos del lugar lo olvidaran, y quedara como una de tantas anécdotas extrañas ignoradas en la historia de la Sociedad Humana.
Mientras tanto el trío chico-tigre, mujer-loba y mujer-zorro acompañó a la maestra Syuri Kondo de vuelta a la sede japonesa de San Bestia, donde tuvieron una charla respecto a lo sucedido en aquel restaurante humano.
Los cuatro se encontraban ahora en el jardín personal de la maestra Kondo, donde ella meditaba y cultivaba uvas importadas del extranjero; siendo las uvas una de las muy pocas frutas que el organismo de una bestia depredadora aceptaba, eran muy cotizadas en el mercado de la Sociedad Sobrenatural.
En especial porque, según las historias, el Señor de las Bestias acostumbraba a beber zumos de uva después de una buena cacería.
Apenas el sol estaba ocultándose, por lo que el jardín comenzaba a estar iluminado por farolas de fuego azul, y también unas peculiares plantas luminiscentes que parecían provenir de un cuento asiático. Y el árbol de cerezo le daba un toque especial al jardín.
La maestra Kondo estaba inspeccionando una de las plantas vid, asegurándose de que las frutas estuvieran creciendo bien. Por otro lado, Gabriel y Caroline se encontraban parados juntos a pocos pasos cerca de la maestra, mientras que Kira estaba sentada en una roca un poco distante de ellos.
—Bien, habla tigrillo —dijo Kondo todavía con un tono serio, dándose la vuelta para ver a sus tres estudiantes problemáticos—. Puedes decir tu versión de los hechos, mientras decido cuál será tu castigo.
—¿Mi castigo? ¡Escuche vieja fénix, la culpa de todo lo sucedido la tiene esta zorra loca! —exclamaba Gabriel con bastante indignación, dando unos cuantos pasos adelante y señalando a la kitsune coreana con la mano izquierda.
—¡¡No me llames "vieja" insolente baketora!! —exclamó Kondo con tanta rabia que se notó una vena en su frente, sus ojos cambiaron a un color dorado, su cuerpo emano una feroz llamarada rosa oscura, y el fuego de las farolas cambio a un color rojo intenso por un segundo.
—¡Sí señora! —respondió Gabriel pasando de furia a sorpresa y terror, mientras se paraba firme e inclinaba el torso en señal de respeto y sumisión.
"Para ser muy risueña y optimista, tiene un carácter que da miedo...", pensaba Caroline con los ojos muy abiertos, sorprendida de lo aterradora que podía ser la maestra Syuri Kondo.
—Escuchen con atención: los tres acaban de meterse en un problema muy gordo. Y no piensen que solo porque son estudiantes recomendados por otros maestros, haré la vista gorda a irresponsabilidades como la acontecida hoy.
—¿Y qué me dice de hacer la "vista flaca"? —preguntó Gabriel con una sonrisa humorística a modo de broma, como un intento de hacer reír a la maestra para tranquilizarla.
Pero solo consiguió que ella le hundiera el rostro en la tierra con un fuerte coscorrón en la cabeza, que avergonzó a Caroline e hizo reír a Kira.
—Otro comentario como ese y serás expulsado de mi dojo —amenazó Kondo con el puño derecho humeando y los ojos cerrados con el ceño fruncido.
—Como si no me amenazaran casi a diario con expulsarme de una escuela —dijo Gabriel con sarcasmo molesto, tras sacar su cara del suelo, escupir algo de tierra y apoyar la mejilla derecha en la mano del mismo lado con el codo apoyado en el suelo.
—¿Qué dijiste, Gao-kun? —pregunto Kondo abriendo los ojos para ver al baghatma, mientras volvía a emanar fuego de su puño derecho.
—Nada, nada —contestó Gabriel agitando la mano izquierda.
—Eso pensé —dijo Kondo calmándose lo suficiente como para que dejara de emanar fuego, y luego centró la mirada en las otras dos mujeres bestia allí presentes, quienes no dejaban de mirarse de reojo como dos depredadores compitiendo por algo en particular—. Pero aunque a ti y a tu amiga les espera un castigo, reconozco que la promotora del desastre que me dará mucho papeleo por arreglar, es mi pequeña Kira. Así que lo justo será que ella tenga un castigo mayor.
—Por lo menos la zorrita no quedará impune por arruinarnos el día... —dijo Caroline cruzándose de brazos—. Pero dudo mucho que sea suficiente.
https://youtu.be/bkofRnfGh2A
—Si no te basta con eso, entonces puedes contribuir al castigo haciéndola pagar con tus propios puños y garras —dijo Kondo entrecerrando los ojos y esbozando una sonrisa sarcástica, mientras ponía ambos brazos detrás de la espalda.
—Kondo-sensei... —decía Gabriel apenas sentándose en el suelo, y levantando la mirada para ver a su maestra—. ¿No estará diciendo qué...?
—Me siento responsable por los inconvenientes y problemas que ha traído mi pequeña "hermanita". Así que les daré una oportunidad de resolverlo de una vez. En mi dojo tengo un sitio perfecto donde pueden resolver sus problemas a la mejor y tradicional forma de las bestias.
—¡Aguarde un segundo eso no es necesario! —decía Gabriel levantándose rápido del suelo, al principio viendo a la maestra Kondo, pero después corrió hacia la licántropo blanca y se detuvo frente a ella—. ¡Caroline, recuerda lo que me decías en Francia; no vale la pena darle atención a esos idiotas!
—Gabriel, ella arruina nuestra cena amistosa y dedica parte de su tiempo para amargar tu estancia en esta sede —decía Caroline con molestia y dirigiendo su mirada feroz al joven-tigre, quien se estremeció un poco por eso—. Antes no me importaba, pero mi paciencia también tiene un límite. Además, ¿tú de verdad no sientes deseos de golpearla?
—Por supuesto que sí. Ahora mismo quiero darle una buena golpiza. Pero es un problema que solo yo tengo que resolver. Tú no tienes que malgastar energías por mí en defenderme, ni menos contra simples matones como ella —decía Gabriel con una seriedad y calma que lo hacían ver muy maduro, lo cual empezó a tranquilizar a Caroline.
—Vuelve a llamarme así, y te daré más razones para que desees golpearme —amenazó Kira con un humor muy hostil.
—En realidad tengo mejores cosas que hacer, que golpear a cada imbécil que me busca pelea —decía Gabriel dándose la vuelta para mirar de frente a la kitsune coreana, y después acercarse un par de pasos a ella—. Ni siquiera tú mereces mi atención.
—¿Estás diciendo que yo no valgo la pena?
Preguntó Kira como amenaza, mientras se levantaba de la roca para caminar con ambas manos en la cintura. Se detuvo en frente del joven-tigre, y acercó el rostro al de él, todo el tiempo mirándolo directo a los ojos de forma hostil y enseñando los colmillos en una aterradora mueca molesta.
—Sí, básicamente —contesto Gabriel adoptando una expresión y tono indiferente, devolviendo la mirada sin sentirse intimidado—. ¿Quieres que te lo diga en chino-coreano para que lo entiendas?
La kitsune coreana gruño de ira. Pero el baghatma no se preocupó, ya que gracias a esa táctica de intimidación podía ver los ojos de su oponente, y por ende tener una idea de lo que intentaría hacer. No obstante, al parecer Kira era muy consciente de esto, porque cerró los ojos. Y de esta manera confundió a Gabriel al esbozar una sonrisa sarcástica con risa incluida.
Kira aprovechó ese instante de confusión para realizar un movimiento sorpresivo, que ha visto mucho en las novelas visuales coreanas que lee; acercó más el rostro al baghatma, y lo sorprendió dándole un simple beso en los labios, que duró apenas un segundo. Aunque la mujer-loba y la maestra Kondo se sorprendieron más que el propio joven-tigre.
—¿Ahora te sigo pareciendo que no valgo la pena? —preguntó Kira tras cortar el beso y empezando a retroceder cinco pasos, ansiosa por reírse de la reacción del baghatma por haberle dado su primer beso.
Sin embargo, en vez de un sonrojo y un arrebato molesto, muy clásico de las novelas visuales de romance que Kira leía, la respuesta a su beso fue que Gabriel, todavía con una expresión molesta sin el más mínimo sonrojo, escupió al suelo y se limpió la boca con el antebrazo izquierdo, como si se hubiera ensuciado la boca con algo repulsivo.
Para Kira fue como recibir una puñalada en su orgullo de hembra; la enfadó tanto que en su frente se hincho una vena.
—Bakemono (bestia) malnacido... Tú sí que sabes ganarte el odio de una hembra... —dijo Kira entre gruñidos molestos y apretando los dientes, mientras fruncía el ceño y apretaba los puños.
—Pues ahora sabes por qué no soy popular entre las mujeres —dijo Gabriel con indiferencia, pero entonces su expresión cambió a una confusa cuando comenzó a escuchar gruñidos de lobo detrás de él. Y por si fuera poco, su instinto le advirtió que había una amenaza mortal detrás.
Gabriel sintió el verdadero terror cuando volteó la mirada hacia atrás, y vio que Caroline estaba en un estado de shock, gruñendo como una loba y enseñando los dientes ahora filosos, mientras las venas en su frente se hinchaban por la rabia, y sus ojos volvían a tornarse de color azul con un brillo amenazador.
Próximo capítulo: La Kumiho que Amo al Tigre.
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