Capítulo XV: Cachorros de un Tigre y una Kitsune
"...Minino de Cheshire, ¿podrías decirme el camino para salir de aquí?"
"Esto depende en gran parte del sitio al que quieras llegar —dijo el Gato."
—Alicia en el País de las Maravillas de Lewis Carroll.
[Japón 1879]
https://youtu.be/EbftqekNkVY
En la tranquilidad de la noche, en un parque de la ciudad de Tokio, se encontraba Remiel recostado en un árbol de cerezo. Lucía exactamente igual, incluso llevaba el mismo atuendo oriental, aunque no tenía su katana a la vista. No había ni un alma en el parque. Solo se oía el sonido de los grillos y las hojas meciéndose con el viento. El joven-kitsune, que hasta ahora ha mostrado una actitud divertida y humorística, tenía una expresión pensativa y seria. Solo estaba sumergido en sus pensamientos, hasta que decide pararse, y se dispone a caminar para salir del parque; de no ser por lo siguiente.
—Pareces preocupado. ¿Qué te aflija zorrito?
Remiel escucho una melodiosa voz, y rápidamente miro a su alrededor; no vio a nadie. Entonces miro arriba del mismo árbol de cerezo, y se sorprendió al ver que, entre las hojas, estaba una chica de su edad, sentada en una rama; tenía el cabello color violeta claro, su piel era clara y llevaba ropa de geisha clásica color púrpura. Pero lo más destacable de todo, fueron sus ojos azules con pupila hendida, como la de un felino, y una gatuna cola delgada, del mismo color que su cabello. Era una mujer-gato.
"No escuche que ella estuviese ahí. Ni siquiera detecte su aroma hasta ahora. Es como si hubiese aparecido de la nada". Pensaba Remiel sorprendido.
—No he estado mucho tiempo en Japón, pero sé que los locales tienen un estricto sentido de la cortesía. Y no es muy cortés no responderle a alguien, aunque sea un desconocido —dijo la chica-gato de forma burlona.
—Lo siento, es que me sorprendiste. Y... ¡¿Quién demonios del infierno eres tú?! ¡¿Y qué haces mostrando tus características así?! ¡Un humano podría verte! —dijo Remiel, en un principio tranquilo y cortés, para luego exclamar molesto y preocupado.
—No te alteres. No hay nadie más aquí. Solo nosotros dos. Estaba por aquí, mirando el ambiente, y entonces te vi y me pareciste interesante. Jamás había visto a un kitsune masculino, y sé que eres un kitsune, porque reconocería ese aroma donde fuera. Aquí en Tokio sí que hay bastantes de tu especie.
—Pues perdón. Es que no tengo dinero para comprarme una colonia —respondió Remiel, de una forma dramática y sarcástica.
—¡Ja, ja, ja! Y de paso te haces el graciosillo.
—Gracias. Me lo dicen a diario. En cuanto a tu pregunta inicial, solo estoy pensando en cómo viajar a otro país.
—¿Viajar? ¿Por qué? Si aquí es estupendo. Y fuera de Japón hay peligros inmensos para un kitsune.
—Pero... necesito hacerlo... para encontrar mi padre y hermano mayor —dijo Remiel mirando a otro lado, y con tono bajo en esto último.
—¿Tu padre y hermano mayor? ¿Por qué?
Remiel se disgusta un poco, por haber hablado inconscientemente, y ser escuchado por la muy curiosa y extraña chica-gata.
—Haces muchas preguntas. ¿No tienes otro sitio a dónde ir? —cambio de tema Remiel, un poco molesto, y de tono sarcástico.
—Solo tengo curiosidad. Cuando dije que me parecías interesante lo decía en serio —dijo la chica-gata de forma comprensible, aunque con una sonrisa traviesa—. Y si lo que quieres es viajar, yo podría ayudarte con eso.
—¿De verdad? ¿Cómo?
—Primero, como podrás ver, obviamente no soy japonesa, pese a este atuendo y a que hablo muy bien el japonés. Soy una aficionada turística. Y hasta ahora he viajado tanto a Europa como a América. Y lo he hecho... así.
Dicho eso, la chica-gata se queda totalmente quieta por unos segundos. Posteriormente una extraña energía rosada espectral la envuelve, y luego ella se deja caer hacia atrás. Remiel, se sorprende y asusta por aquello. Pero su sorpresa fue mayor, al ver que la chica-gata había desaparecido.
—Te sorprendí ¿verdad? —dijo la chica-gata, aún con su sonrisa traviesa, reapareciendo detrás de Remiel; y haciendo que este se asustara.
—¡Por kami casi haces que me dé un infarto! —exclamo Remiel molesto y mortalmente sorprendido, mientras se alejaba de la chica-gata a paso veloz por el susto—. ¡¿Cómo lo...?!
—Es algo fácil para mí —lo interrumpe—. En resumen, puedo pasar entre distintos planos. Y de ese modo, viajo a lugares que conozco, vi, o estuve alguna vez —respondió ella, mientras se quedaba otra vez quieta, y la misma energía la cubre una vez más. Entonces va volviéndose invisible; de los pies hasta la cabeza; como si de un fantasma se tratase; hasta desaparecer—. Es muy útil para viajar por el mundo —dijo, aún con su sonrisa divertida, reapareciendo acostada en una rama del mismo árbol de cerezo, detrás de un sorprendido Remiel; asustándolo otra vez.
—¡¡Quieres dejar de hacer eso!! —exclamó Remiel cada vez más molesto por las jugarretas de la chica-gata.
—Je, je, je. Perdón, es que no puedo evitarlo. ¡Es muy divertido! —decía la chica-gata, aún con su sonrisa divertida.
—Bien entonces —decía Remiel, ahora calmado—, ¿Me ayudaras? Prometo compensarte con lo que sea si me das tiempo.
—Respecto al viaje: depende a donde quieras llegar. Y en cuanto al pago: solo pido la razón del por qué quieres viajar, y un relato de tu especie. Mencionaste que quieres buscar a tu padre y hermano mayor. Pero eso no me es suficiente razón, y me gustaría saber un poco más. Como te dije, soy una aficionada turística. Aparte de viajar, también colecciono relatos e historias de distintas tierras. Y los relatos de este lugar, como el de los kitsunes, me han intrigado bastante. Pero sólo he escuchado y leído historias contadas y escritas por humanos, y quiero saber un poco por las propias palabras de un kitsune. Sin embargo, en el tiempo que he estado aquí, no he podido socializar con ninguno de los que me he encontrado. Incluso esta es la primera vez que entablo una conversación con uno, además de que también es la primera vez que veo a uno de género masculino.
—Eres una gatita muy rara y en extremo curiosa. Hasta parece que eres nueva en este mundo.
—Je, je, je. Se podría decir que "tienes algo de razón". Pero no me interesa hablar de mi, sino escuchar de ti.
Remiel dio un suspiro cansado, y luego se sentó en el césped; a la vez que muestra una sonrisa divertida; aunque no tanto como el de la chica-gata.
—De acuerdo, tú ganas. Te explicare un poco sobre mí, mi especie, y porque quiero salir de japón. Había una vez...
https://youtu.be/KLhfzCAgg7w
Entonces Remiel explico un poco sobre él y su especie. Y para entenderlo todo mejor, primero hay que aclarar otros detalles. Como se ha visto hasta ahora, Remiel era un hombre-zorro, o más bien un kitsune (también conocidos como Kumiho en Corea). Comúnmente los miembros de dicha especie nacen siendo mujeres. Incluso se ha creído que era similar al caso de los hombres-tigre, que son una especie exclusivamente de un solo género; por lo que se reproducen con otras especies. Pero lo cierto es que también hay kitsunes masculinos. No obstante son muy poco comunes, porque, muy rara vez, una kitsune da luz a uno varón.
Y debido a que el Consejo de las Bestias solo tiene influencia en la mayor parte de Europa, no puede controlar a las bestias de los otros continentes, por lo que en Japón las bestias, como los kitsune, podían reproducirse con humanos; aunque de todos modos estos casos son extremadamente raros. En la mayoría de las parejas entre humanos y bestias, esta última es de especie herbívora, como los humanos-conejo; porque las bestias depredadoras casi siempre tienden a ver a los humanos como comida, por ser estos sus "presas naturales".
En cuanto al caso de los kitsune, estos al carecer casi de varones, la mayoría de las hembras, al cumplir los 900 años, debían abandonar temporalmente su hogar, el Reino Yokai, para ir al Mundo Mortal, y buscar una pareja de por vida, que les dé suficientes hijos para continuar con la especie. Y la madre de Remiel era una de esas kitsunes jóvenes: se llamaba Sakura Nishimura.
Era una hermosa y esbelta mujer joven que aparentaba 20 años; de cabello negro largo hasta la cintura, ojos de un agradable tono rojizo, y piel de tonalidad clara. Llevaba puesto un vestido de estilo oriental rosado, junto con medias largas blancas hasta los muslos y zapatillas igualmente rosadas. Y por último, tenía un par de orejas y nueve colas de zorro color naranja, con las puntas blancas.
Cada cola representa 100 años que ha vivido el kitsune. Pero para ellos, los 900 años serían los 19 en edad humana; ya que son una especie mucho más longeva que los humanos y las demás bestias; llegando a ser casi tan longevas como los elfos. Sin embargo, debido a que ellos viven en el Reino Yokai, una dimensión aparte en la que viven criaturas espirituales del tipo yokai, y donde cien años equivalen a uno en el Mundo Mortal, es común ver diferentes kitsunes cada año.
Sakura recién había cumplido los 900 años, por lo que se le permitió ir al Mundo Mortal para buscar a su pareja de por vida; una misión que parecía imposible, porque ninguno le llamaba la atención. Ni siquiera considero a los humanos como posibles candidatos, simplemente porque no los veía interesantes o atractivos; principalmente porque la mayoría que conoció (o se le acercaron) eran desgraciados y malas personas. Tampoco encontró a una bestia que le pareciera buena. Sin embargo, en cierta noche, en un restaurante de fideos para bestias en Tokio, por fin conoció a alguien muy interesante.
https://youtu.be/m8qoV-S9q6g
Era un hombre joven de origen chino, que aparentaba estar entre los 18 y 20 años, al que las bestias del lugar, llamaban Kainan; de cabello largo hasta la barbilla de color blanco con rayas negras, ojos azules, piel de un tono oscurecido, y de constitución extremadamente musculosa. Llevaba una extraña vestimenta de estilo oriental, mezclado con estilo occidental, de color oscuro con detalles azules en los hombros y cuello; además de tener una capucha. Y en su cuello portaba un colgante dorado, con forma del símbolo Dharmachacra budista.
Pero sus características eran lo de menos, lo único que llamó la atención de Sakura, fue que Kainan era un baketora blanco, o más conocido como un hombre-tigre blanco. Era el único de su especie en el lugar, pues, el resto eran, bakenekos (hombres-gato), nekomatas (gatos de dos colas), hombres-ciervo, hombres-conejo y otros kitsunes. Y por eso Sakura, muy intrigada, decidió acercársele para conocerlo; y no necesitaba de su magia para saber si él era alguien malo, porque sabía de sobra que los hombres-tigre no podían serlo.
Los hombres-tigre, pese a ser salvajes y agresivos hacia otras especies de bestias, como los hombres-lobo y hombres-león (con los que tiene una gran rivalidad), no podían ser malvados; porque la maldición solo se activa cuando el humano maldito o bestia posee un corazón puro. Ya que, el creador de ellos, el Padre de los Tigres, hizo la maldición así, para que toda la especie fuesen seres vengativos que persiguen y destruyen a los malvados; como él lo hace. Y gracias a los Ojos del Espíritu pueden reconocer a los verdaderos malvados.
Solo un inocente puede vengar a otro inocente. Como tal, por naturaleza, la especie solo puede matar a alguien malvado. Y por ello, los hombres-tigre jamás podrán ser malvados, o de lo contrario, la maldición simplemente se volvería "inactiva"; haciendo al individuo un simple humano. Teniendo todo esto en mente, Sakura se acercó al hombre-tigre blanco con suma confianza. Sin embargo Kainan la ignoro totalmente; molestando, y sorprendiendo un poco, a la chica-zorro, y motivándola aún más a conseguir su atención.
Sakura intento seducirlo o provocarlo, pero todo fue inútil. Y por eso, se vio obligada a utilizar su Magia de Encanto: Ciego de Amor; un encantamiento muy común en los miembros femeninos de la especie, que sirve para encantar a un individuo, y así enamorarlo. La mayoría de las kitsune pudieron conseguir pareja gracias a ese hechizo. Aunque había un detalle; algunos seres pueden ser inmunes a ese encantamiento, como los kitsune masculinos por ejemplo; y al hombre-tigre blanco no le afectó para nada; sorprendiendo y frustrando a Sakura por completo,
Al final, Kainan terminó yéndose del lugar. Pero Sakura no se había dado por vencida; pues, los kitsune, al ser seres extremadamente posesivos, cuando deciden tener a alguien como pareja, recurrirán a lo que sea para conseguirlo. Y la chica-zorro quedó decidida a tener al hombre-tigre como su pareja; y por ello, comenzó a seguirlo a escondidas.
Mientras lo seguía, llegaron a un barrio urbano deshabitado, silencioso e iluminado nada más con faroles, donde ella vio que él se dedicaba al típico trabajo de su especie: cazar malvados. Kainan avanzaba por un callejón oscuro, hasta toparse con un grupo de hombres muy bien vestidos, y armados con katanas; quienes acompañaban a uno de los líderes de la famosa mafia japonesa; los Yakuza. Todos ellos miraron confundidos, al que para ellos, era un completo extraño y joven tonto; sin saber que los tontos eran ellos por estar allí con él.
https://youtu.be/uU4ByuFc5fo
Kainan solo siguió avanzando, de forma natural, hacia los Yakuza; con una expresión que denotaba tranquilidad. Entonces uno de los guardias se le acercó; y al estar a unos centímetros frente a él, se vio un flash azul. Acto seguido, el guardia se desplomó en el suelo; con la garganta totalmente cercenada. Con eso, el Líder Yakuza y sus guardias se pusieron a la defensiva, aunque en vano, porque el hombre-tigre blanco desapareció ante sus ojos.
Luego se vio un flash blanco y eléctrico pasando alrededor de ellos, para después convertirse en Kainan, quien quedó detrás del grupo; con las uñas filosas y cubiertas de sangre. Todos los Yakuza, menos el líder, estaban totalmente inmóviles, hasta que aparecieron marcas azules en todo sus cuerpos, y posteriormente se desploman en pedazos; bañando el piso en un mar de sangre y vísceras.
El Líder Yakuza quedó en shock e incapaz de comprender lo sucedido. Y cuando se volteó, tenía en frente a Kainan. El Líder Yakuza, totalmente aterrado, ante lo que consideraba inhumano, retrocedió; desenfundo su katana, y da un potente tajo; solo para ver la filosa hoja romperse en mil pedazos, por un simple golpe de la mano derecha de Kainan.
—Muy mala suerte. Si usaras la plata como armas, en vez de adornos tontos, tal vez hubieras tenido una oportunidad —dijo Kainan con una sonrisa pacífica, que contraría totalmente sus acciones—. Descuida. Te reunirás con los tuyos, y otros como tú, en el Naraka.
Posterior a lo dicho, Kainan, a una velocidad imperceptible, con la filosa uña de su dedo índice izquierdo, dio un piquete al cuello del Líder Yakuza; justo en su arteria. Luego éste este comienza a notar un horrible dolor en su cuello, que iba esparciéndose al resto de su cuerpo. Kainan se aleja un poco, para no ensuciarse, cuando el Líder Yakuza cayó arrodillado, y comenzó a vomitar chorros de sangre, hasta tornarse pálido, y finalmente caer muerto.
Mientras tanto, la chica-zorro miraba todo lo sucedido, sentada en el techo de una casa del barrio; enormemente sorprendida ante aquello, y cada vez más atraída hacia el hombre-tigre blanco. Después de que Kainan matara brutalmente al Líder Yakuza, colgó el cuerpo de éste en una casa cercana, y luego se retiró tranquilamente del lugar. En cuanto a Sakura, ésta, bajo la forma de un pequeño fuego azul, lo sigue por encima de las casas.
https://youtu.be/EuXsyVRYJP4
Kainan iba en dirección a una gran casa abandonada de un solo piso; posiblemente donde él se hospedaba. Toda la zona era un terreno vegetal totalmente deshabitado; incluso la casa parecía ser parte de la misma naturaleza. Y nadie de la urbanización se atrevía a ir a esa zona, por rumores e historias de criaturas y fantasmas que se ocultaban allí; y en parte tenían razón. Aunque era algo que no era nada preocupante para el hombre-tigre blanco, ni para la chica-zorro que lo seguía a escondidas; hasta ahora.
—¡¡Quieres dejar de seguirme!! —exclamó Kainan molesto, volteandose y mirando a los lados.
Sakura, sabiendo que ya la descubrió, sin más remedio, en forma de flamas azules, reaparece a diez pasos lejos de Kainan. Pese a que estaba en forma humana, el hombre-tigre blanco la reconoció como la kitsune, que se le acercó en el restaurante anteriormente.
—¿Sabías que te seguía todo el tiempo? —pregunto Sakura un poco sorprendida de tal cosa.
—No del todo. Me di cuenta poco después de terminar mi trabajo. Admito que eres buena ocultando tu chi. Pero aún te falta para que tu camuflaje sea perfecto. Si me estas siguiendo por esa tontería de los kitsune, sobre buscar parejas, olvídalo. No me interesa tener pareja, ni mucho menos con una de ustedes.
—Parece que sabes mucho de mi especie.
—Por supuesto. Los he visto de sobra. He visto a muchos de ustedes usar su magia para hipnotizar y arrebatarles a muchas mujeres sus parejas. También he visto casos, en los que ustedes han ido tan lejos, como para matar y lastimar a inocentes... como lo hicieron con mi hermano menor
Eso último sorprendió aún más, e intrigó, a la chica-zorro.
—¿Qué fue lo que le ocurrió? —pregunto Sakura, empezando a sentir algo de compasión; que se reflejaba en su mirada.
—Eso no es de tu incumbencia —dijo Kainan con seriedad y molestia; negándose a hablar de un tema muy sensible para él—.Tu especie ha causado mucho sufrimiento, y no puedo perdonarlos.
—Créeme que lo entiendo. No negaré que mi gente hace atrocidades, con tal de obtener lo que desean. Y es razonable que nos guardes rencor. Pero no puedes juzgar a toda una especie, por los pecados de unos cuantos, ni mucho menos a mí.
—Ahora resulta que eres filosófica.
—Gracias por el cumplido. Escucha, sea lo que sea que le ha hecho mi gente a tu hermano menor, lo lamento, y lo digo en serio. Pero aun así, no renunciare a lo que deseo. Y ya que sabes cuán lejos han llegado muchos de los míos para conseguir lo que quieren, sabrás de sobra que, una vez que decidimos tener a alguien como pareja, nada en el mundo nos hará renunciar a esa decisión. Y por eso...
Sakura avanza de forma seductora, hasta estar tres pasos cerca de Kainan, y muestra una mirada intimidante, mientras sus ojos rojos brillaban con intensidad.
—Lamento decirte que, entre toda la basura que me he encontrado en el camino, tú fuiste el único diamante que captó mi atención; y ciertamente no me equivoque —dijo Sakura, con tono seductor y amenazador—. Contigo me voy a divertir mucho; en más de un sentido.
Kainan mostró una expresión disgustada, porque entendía que ahora se le pego una kitsune obsesiva, así que decidió intentar usar la fuerza para ahuyentarla. Entonces una luz azul lo envolvió, junto con un brillo azulado, proveniente de su colgante. Luego de que pasa la luz, él había cambiado a su forma hombre-tigre blanco de ojos azules. Pero su vestuario también cambio.
Su ropa ahora era un atuendo budista de color amarillo, con detalles rojos, y una cinta azul en la cintura a modo de correa. También tenía un poco de armadura gris en sus piernas, brazos y pecho; además de llevar una katana colgando en el lado izquierdo de su cintura, y guantes metálicos; ambas desprendían una rara energía eléctrica. A simple vista parecía el tipo de bestia, con el que muchos monstruos temblarían de miedo. Sin embargo la joven-kitsune no se asustó para nada, sino todo lo contrario; se emocionó (y excito).
—¡Ohhh te ves maravilloso! —exclamó Sakura sonrojada, y con enorme éxtasis. Luego cambia a una expresión divertida—. Si vas a tratar de asustarme o usar la fuerza para echarme, déjame decirte que, aunque he lastimado... "un poco" a varios humanos molestos, no he matado, ni lastimado, a alguien inocente. Así que baja esas garras lindo gatito.
Kainan se sorprendió con eso, así que usa los Ojos del Espíritu para comprobarlo; y ve que ella tenía razón. El espíritu de Sakura era de un color amarillento con algunas tonalidades rosadas, pero no era malvada. Kainan no podía ni rasguñarla. Y dado a la actitud de ella, hiciera lo que hiciera él, no podría ahuyentarla. Entonces el hombre-tigre blanco comenzó a frustrarse, mientras que la chica-zorro noto tres detalles interesantes en él, que le serían útiles.
La vestimenta de Kainan era una mezcla entre el estilo monje y caballero occidental, además de que llevaba una katana y guantes de luchador. Sakura también recordó que, cuando Kainan mató a los Yakuza, uso técnicas marciales desconocidas. Todo esto le hizo suponer a Sakura que Kainan, muy probablemente, debía de ser un caballero, samurái y luchador shaolin; sumando todo esto al hecho de que era una bestia que persigue a los malos, y venía de China; daba también a suponer que él debía de tener un alto sentido del honor. Y como tal, si Kainan hace un trato bajo su propia palabra de honor, su código le obligaría a cumplirlo; porque era algo deshonorable no cumplir con su palabra.
https://youtu.be/TeBzELRQEP0
—No te disgustes lindo gatito. Dado a que no puedes echarme por la fuerza, ni yo encantarte también por la fuerza, estaremos en un punto muerto. Y como muestra de que no soy tan mala, ¿que tal si lo resolvemos con una apuesta? —sugirió Sakura de forma inocente.
—¿Qué clase de apuesta? —pregunto Kainan, todavía molesto, pero intrigado.
—Veamos... deberá ser algo desafiante... ¡Ya sé! Iremos a una aldea de tanukis y yo tratare de espantarlos a todos antes de que amanezca. Si fallo, te dejare en paz, y buscare a otro candidato para ser mi pareja.
—Je. ¿Aldea de tanukis eh? Me parece bien.
—Pero si logro espantarlos a todos antes del amanecer, deberás casarte conmigo, y darme al menos... seis cachorros.
—.... ¡¡¿Qué?!!
—Debo preservar a mi especie, y tú también debes hacer lo mismo con la tuya.
—Eres una...
—Es este trato, ¿o prefieres tenerme persiguiéndote por el resto de tu vida? —ella lo interrumpe, y él queda callado ante su comentario—. Y no te preocupes. Doy mi palabra de honor, de cumplir con mi parte si ganas. Pero tú también debes de jurar con tu palabra de honor, de cumplir tu parte si yo gano. Entonces ¿Aceptas? —Sakura extiende su mano, para sellar el trato con un apretón de manos.
Kainan lo pensó muy bien, y, con una sonrisa divertida, extendió su mano; sellando el trato y jurando bajo su honor, que lo cumpliría si perdía; internamente creyendo que eso sería imposible. Los tanukis eran poderosas criaturas mágicas cambiaformas, y toda una aldea sería capaz de enfrentar a una sola kitsune. Por eso, él creía que ganaría la apuesta fácilmente. Lástima que nunca escuchó del dicho: "astuto como un zorro".
Fueron a un bosque en las afueras de Tokio, donde había una aldea secreta de tanukis. Parecía una aldea japonesa de la época antigua. Las calles eran iluminadas por luces danzantes en el aire. Y en el jardín de una modesta casa, había un grupo de tanukis reunidos en una fiesta; era el momento perfecto. Sakura salió de los arbustos, mientras que Kainan seguía oculto, estando en forma humana, y con una sonrisa confiada; sin tener ni idea del plan de la chica-zorro.
Antes de que los tanukis en la fiesta notaran la presencia de Sakura, esta usa Magia de Ilusión: Cambio de Apariencia. Y acto seguido una luz rosa la envolvió por unos segundos. Lo único que cambió en ella fue que ahora tenía las orejas y las colas de zorro. Sin embargo, cuando los tanukis vieron el resplandor, y voltearon a verla, no vieron a una hermosa kitsune, sino a la aterradora forma hombre-tigre de Kainan.
Debido a que los hombres-tigre, al igual que los hombres-león y otras bestias asiáticas, pueden llegar a controlar las energías internas chi y prana, son capaces de repeler, o incluso cancelar, la mayoría de las artes mágicas de origen sagrado; como la magia nórdica, santa, druídica y por supuesto; la de los tanukis. Y al ser una bestia de clase depredadora, los tanukis del lugar se horrorizaron a tal grado, que no se quedaron a pensar en el hecho de que era una bestia, que solo mata y devora malvados.
Los tanukis se transformaron en distintas aves y huyeron. Muchos de ellos alertaron al resto de la aldea, y estos a su vez, junto a los niños y los ancianos, igualmente se retiraron al bosque; transformándose en diversos animales, característicos de los bosques japoneses, y se dispersaron. Sakura volteó su mirada de vuelta hacia Kainan, y se ríe al ver que este estaba boquiabierto, y sumamente impactado. Luego, el hombre-tigre blanco puso una expresión penosa, y dio un suspiro rendido; sabiendo que tendrá que cumplir su trato con la chica-zorro.
https://youtu.be/ntForJl8f9A
Luego de eso, ambos fueron a la misma casa abandonada, donde se hospedaba Kainan, para comenzar a "cumplir con el trato". Pese a lo desaliñado y horrible que se veía la vivienda desde afuera, el interior estaba limpio, en extremo ordenada y cómoda; aunque solo tenía lo esencial para ser considerada una casa. Las paredes y el techo eran de madera. En un lado estaba la cocina. Al fondo se encontraba el dormitorio, y en el otro extremo lo que se consideraría como la sala de estar; en la cual, había dos sofás, una mesa, y un pequeño estante con algunos libros.
A simple vista no había objetos, que podrían considerarse personales, aparte de la ropa en el closet del dormitorio. Aunque ahora Kainan se vio obligado a vender su anterior futón, y comprar uno más grande (para dormir él con Sakura), y un nuevo guardarropa para la nueva integrante en su hogar: comenzando así, de forma curiosa, la vida de casados entre el joven-tigre blanco y la joven-kitsune.
Pese a que Kainan, en el fondo, todavía guardaba cierto rencor hacia los kitsune, no trataba mal a Sakura, ni rechazaba su ayuda y muestras de amor. Primero: porque él sabía bien que, más allá de una relación sexual, ella realmente lo quería (aunque de forma obsesiva). Y segundo: porque su familia, y maestro de la organización, le enseñaron lo que era la humildad, el respeto, la tolerancia y a aceptar el amor incondicional.
Y además, a Kainan le era difícil despreciar a una persona tan carismática, dulce, divertida, y aunque algo celopata y alocada, como lo era Sakura. Por eso, en unas cuantas semanas, el hombre-tigre blanco no tardó mucho en acostumbrarse a su compañía; hasta el punto de no poder evitar sentir un cariño especial por ella; junto a un deseo de protegerla. Y aunque no sentía amor romántico, jamás se acercó a otra mujer. Primero porque su código le impedía serle infiel a su esposa, y segundo porque lo que él había dicho anteriormente, sobre que no le interesaba tener pareja, lo decía en serio.
Pero a pesar de que ahora tenían una relación más amistosa, Kainan no hablaba mucho de sí mismo. Solo llego a revelar que era bestia por herencia de su padre, y que, después del "incidente" que sufrió su hermano en China, él se mudó a Japón, y se unió a una organización, que se encarga de mantener orden entre las bestias rebeldes, y cazar vampiros y humanos malvados; llamada San Bestia.
No tenía a nadie más en las tierras niponas, aparte de los compañeros de la organización para la que trabaja. Por lo que vivía solo, y con nada más que el propósito de su especie. Jamás se le ocurrió tan siquiera casarse y formar una familia propia. Así que, lo sucedido con la kitsune, podría considerarse una coincidencia poética, porque si algo ha de enseñarnos la vida, es que las cosas que menos esperamos tener, bajo ciertas circunstancias, el destino nos dará una oportunidad de tenerlas.
Mientras que él tenía su trabajo, Sakura, para tener mejor estabilidad económica y así poder criar a sus futuros "seis cachorros", consiguió un trabajo, irónicamente, como cocinera, en el mismo restaurante en el que conoció a Kainan. Y lo cierto era que ella tenía talento para la cocina; su familia, muchos habitantes del Reino Yokai, y el mismo Kainan se lo habían reconocido.
Y en poco tiempo, su casa pasó de ser una vivienda derruida, a una agradable casa; no como la de los ricos, pero sí bastante decente; porque a la pareja le gustaba la vida sencilla; una de las cosas que tenían en común, aparte de la literatura, la naturaleza, los festivales culturales y castigar humanos malvados.
https://youtu.be/-mW4BkOptR0
Entonces, nueve meses después, finalmente habían tenido a su primer hijo: un varón. Sakura creía que ese hijo iba a ser un hombre-tigre como Kainan; y por eso, lo nombró en honor al tigre sagrado de las tormentas e hijo pródigo del Padre de los Tigres, "Byakko". Un año después nacería el siguiente hijo; un varón también. Y creyendo que el segundo hijo sería otro hombre-tigre, Kainan y Sakura, juntos, nombraron a su segundo hijo como "Remiel" (Trueno de Dios).
Aquel par de cachorros no solo marcaron el inicio de ambos como familia oficial; también profundizaron la relación del hombre-tigre con la mujer-zorro, a una más íntima y sentimental; porque le hicieron ver a él, que ella era aquello, que los hombres-tigre deben encontrar, para estar "completos". Aquello que, según la historia ancestral de las bestias, el Padre de los Tigres encontró en una Loba Madre, después de perder a su preciada pareja en un trágico suceso. Aquello era, lo que ellos llaman, su "Luna".
Próximo Capítulo: Búsqueda y Destinos Cruzados
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