Capítulo XLVIII: El Renacer de un Dios
"Brilla como el sol."
—Rigveda himno 1.43.5.
https://youtu.be/Cdu0FRk_0Uk
[Base de Carmilla: Almacén Principal]
Después de la violenta batalla que tuvieron el narasinja Jofiel y el licántropo nórdico Joel, la zona en donde estaban los barcos y los carros de guerra era un total desastre; casi todos los barcos estaban destruidos, los carros yacían volteados y deformados —muchos hasta estaban partidos por la mitad—, y el suelo de cerámica estaba agrietado cual cristal. Pero luego de que el narasinja usará su mortal cabezazo y la zona fuera cubierta por una nube de polvo, ahora sólo reinaba el silencio.
No se sabía que sucedió después, ni menos quien terminó saliendo victorioso. Sin embargo la molesta la nube de polvo ya empezaba a dispersarse en el aire, y según lo hacía aumentaba la tensión en todos los que presenciaban el combate. Y en cuanto el polvo al fin se dispersó, pudo saberse el resultado: Jofiel estaba dando un par de pasos atrás, desorientado y aturdido con la frente sangrando, mientras Joel se hallaba arrodillado, protegiéndose el rostro con ambos brazos cubiertos de hielo, el cual tenía grandes fisuras.
Justo antes de que la cabeza del narasinja impactara en el rostro del licántropo, éste se protegió con el hielo de los brazos, aunque la fuerza del cabezazo lo hizo arrodillarse y destrozar el suelo por completo, de modo que ahora ambos hombres-bestia yacían parados en la tierra que el mismo Joel congeló con anterioridad, bajo el fin de evitar que Rafael usara la magia de tierra.
—¿Qué... clase de... hielo es... ese...? —decía Jofiel con lentitud, mientras se sujetaba la cabeza y seguía retrocediendo, todavía sonriendo pese al dolor que demostraba en su voz y a que luchaba por mantenerse en pie.
—Es increíble... —decía Joel con una expresión que reflejaba verdadero asombro, mientras se paraba, escupía un poco de sangre y veía que el hielo de sus brazos tenía severas fisuras—. Tal vez no lo sepas. Pero el hielo que creo con mi Arte Mágico, es hielo del Nilfheim; uno de los mundos más fríos del Cosmos, y del cual se forma un hielo tan fuerte, que ni siquiera el miserable de Odín con su estúpida magia, o el inútil de Thor con su patético martillo de mierda, son capaces de romper —dicho esto, Joel fijó su mirada en el narasinja.
»En cambio tú, siendo un simple mortal, lograste una hazaña inimaginable al agrietar el hielo del Niflheim, gracias al poder que ganaste entrenando con esa energía llamada Prana. Ustedes los que siguen las enseñanzas del Dharma y el Taoísmo, son guerreros increíbles y dignos de admiración. Ahora entiendo porque ese maldito viejo tuerto y el desgraciado Zeus estuvieron tan obsesionados en robar los conocimientos del Prana y el Chi, a pesar de que jamás pudieron dominarlas, ni aunque se esforzaran.
Lo que dijo el licántropo nórdico sobre el hielo que creaba su magia desconcertó por completo al clan y a las doncellas que escuchaban todo; algunos hasta comenzaron a dudar si la bestia enemiga que enfrentaban era de verdad un mortal, y a creer que era alguna especie de semidiós.
"No es solo su fortaleza física, intelecto y capacidad de adaptación. El verdadero problema es ese hielo", pensaba Camael, estando junto a Raziel en una zona segura del puente del cuarto piso, escuchando todo lo que decía el licántropo gris gracias a su agudo sentido del oído.
"Aunque logremos hacerle daño, el problema radica en que él puede protegerse con ese hielo casi irrompible. Rafael podría sanar a Jofiel para que pueda seguir peleando, pero necesitaríamos más de diez minutos para que Jofiel vuelva a reunir el Prana necesario, y aun así no sé si su poder actual sea suficiente para lograr romper ese hielo, o si su cuerpo resista un aumento de Prana de semejante magnitud", analizaba Azrael en su mente, estando ahora sentado en el mismo puente que Miguel y Rafael.
El arthdruwid se encontraba usando un poco de su magia de sanación para curar las escamas de la cabeza de Uriel, antes de empezar a sanar a Remiel y al eniyamotekun negro. Mientras tanto estos tres, al igual que Rafael, veían lo que sucedía y tal como su líder estaban empezando a preocuparse mucho más, de lo que estuvieron cuando enfrentaron a Ezequiel.
"¡Maldición! ¡En una pelea en que la cantidad fuese necesario podríamos ganar! ¡Pero en este caso lo que de verdad cuenta es la calidad del ataque! ¡Tengo que pensar algo ya!", se decía Miguel en su mente y apretando los puños con tanta fuerza que sus propias garras perforaron las palmas. Él trataba de conservar la calma para pensar rápido en un plan contra semejante enemigo. Pero la tensión mezclada con preocupación y presión le dificultaban el idear uno bueno, y no era el único con ese problema; Raven también estaba pasando por lo mismo.
Tanto el licántropo alemán como la dhampiresa rumana sentían una presión mortal, y por separado se mataban por idear algún plan de ataque. Raven podría enviar a sus compañeras a ayudar al clan, pero temía más a la posibilidad de que si lo hacía, los vampiros intentarían aprovechar ese momento para quitarle la piedra.
En otras circunstancias ella no tendría problemas en luchar contra un pequeño ejército de vampiros, pero ahora no era capaz de eso por tener la mayor parte de su magia ocupada en proteger y a la vez contener la piedra. Además, por nada del universo la dhampiresa permitiría que la piedra cayera en malas manos, en especial en las de los vampiros.
Tal era la situación, que incluso Miguel y Raven comenzaron a pensar que no tenían otra opción más que retirarse. Pero de tomar esa sabia decisión quedaba la cuestión de cómo lo iban a hacer, sin correr el riesgo de dejar a alguien atrás. El solo pensar en eso agraviaba la tensión, la cual empeoró en ambos y en sus compañeros, cuando vieron que el licántropo nórdico ahora estaba apuntando a Jofiel con el brazo derecho, y había comenzado a crear un pico de hielo en la palma de la mano; Joel planeaba darle una muerte rápida y honorable al narasinja.
—Pero aunque tú fueras más fuerte que yo, te hace falta sufrimiento para obtener el verdadero poder —dijo Joel, ahora frunciendo el ceño y teniendo otra vez su actitud seria—. Fue un gran honor el conocerte a ti y a tu clan. Pronto serán historia que estos miserables vampiros olvidarán, pero en mis recuerdos vivirán por siempre.
Con esas palabras, Miguel y el resto de su clan estuvieron por saltar al campo para salvar a Jofiel. Pero antes de que alguno diera el primer paso, vieron como el licántropo nórdico terminó de forjar aquel pico de hielo y lo disparó al narasinja.
—¡¡¡Jofiel!!! —exclamaron Miguel, Rafael, Uriel, Remiel, Azrael, Raziel y Camael al mismo tiempo, todos empezando a moverse para tratar de salvar a su amigo. Pero ninguno de ellos iba a poder llegar a tiempo.
El narasinja veía con una sonrisa como el pico de hielo se aproximaba hacia él, sin importarle mucho; por un lado no le importaba morir, siempre y cuando fuera con honor, y por otro lado no estaba nada preocupado porque sentía el Prana familiar de un compañero suyo acercándose. Es entonces que el pico de hielo a un metro de llegar a su objetivo es atrapado por las garras de una mano cubierta de un pelaje naranja, bañada en resplandecientes flamas rojizas, provocando un poderoso vendaval en el área.
https://youtu.be/loSj5Iy1OOs
No era otro que el baghatma Gabriel Khanom.
—Has tardado bastante en unirte a la pelea. Si planeabas una entrada dramática podrías habernos avisado —dijo Jofiel con sarcasmo divertido.
—En realidad odio el dramatismo. Solo me dedique a observar el combate desde lejos para aprender lo mejor posible de nuestro nuevo enemigo. Además tampoco me gusta meterme en las peleas de otros —respondió Gabriel con molestia, luego voltea la cabeza para ver detrás a sus compañeros descendiendo a un puente más abajo, con el motivo de acercarse—. ¡No se acerquen! ¡¡Voy a pelear solo!!
"¡¡¿Eh?!!" fue lo que pensó el resto del clan al escuchar las inesperadas palabras del baghatma. Cada uno detuvo su descenso, quedando Camael y Raziel en el tercer puente mientras Miguel y los demás en el segundo, muy cerca de donde se encontraban Gabriel y Jofiel con Joel.
—¡¡Rayado sé que los baketoras son solitarios y prefieren pelear sin manadas pero no te pases de idiota!! —exclamó Remiel alzando las manos a los lados, sorprendido de modo exagerado por lo que dijo su compañero tigre. Hasta de cierto modo le recordó un poco a su hermano Byakko en su juventud rebelde.
—¡Gabriel ¿no viste de lo que ese tipo es capaz?! ¡Ahora que Jofiel no puede seguir peleando solo nos queda como último recurso el Prana tuyo y de Camael! ¡Y ambos no tienen tanto Prana como Jofiel! —decía Azrael casi como un regaño.
—Lo sé. Por lo que dijo este sujeto y lo que demostró Jofiel, el Prana es nuestra única arma para enfrentar ese hielo. Y también sé que lo que les pido es demasiado arriesgado. Pero por esta vez... No, por primera vez que los llevo conociendo, les pido que me escuchen —decía Gabriel, volviendo a centrar su mirada en el hombre-bestia enemigo—. Necesito librar esta pelea solo para que pueda avanzar. Las bestias evolucionan con cada batalla mortal y tras recuperarse de heridas de muerte.
»Es por eso que necesito luchar solo contra este enemigo. Hasta ahora hemos luchado juntos contra oponentes que están muy por encima de nuestro nivel, como aquel dragón abisal y los maestros del gremio San Bestia. Pero sí continuó dependiendo todo el tiempo de otros, no podré avanzar por mí mismo. Y tengo que hacerlo; tengo que llegar al siguiente nivel, como casi paso en nuestra batalla contra Ezequiel, y en mi pelea con Kira Ginoh.
Tal como decía el baghatma, las bestias evolucionan con cada batalla que libran, y de algo que se dio cuenta el mismo Gabriel es que en cada batalla difícil que tiene, se libera la verdadera naturaleza dormida dentro de él. Ya ocurrió aquella vez cuando él y el resto del clan pelearon con Ezequiel, y también sucedió en aquel conflicto con la kitsune coreana que conoció en Japón, después de que ésta última tuviera su pelea con Caroline.
—¡Baketora imbécil! ¡Si no caminas en la línea entre la vida y la muerte nunca conocerás el poder del camino de la inmortalidad!
—¡Entonces prepárate para caminar en esa línea zorra desquiciada porque estoy listo para matarte!
Exclamaron respectivamente Kira Ginoh y Gabriel Khanom, ambos estando en forma humana, parados en el suelo agrietado de un enorme dojo japonés, vistiendo uniformes de karate y liberando cada uno su propio bestial poder.
El baghatma liberaba su Prana de fuego furioso, el cual empezaba a transformarse en la sombra de la forma hombre-tigre de Rudra, mientras la kitsune coreana liberó un siniestro Chi de color rosa oscuro, el cual también se asemejaba al fuego y parecía tomar la forma de la sombra de una mujer similar a ella, con los brillantes ojos rojos y las visibles orejas de zorro, pero además poseía un singular par de enormes cuernos en la frente, que le daba a la sombra la apariencia de un demonio.
A pesar de que a Gabriel le enfurecían las palabras de aquella kitsune coreana, no podía negar que tenía algo de razón: él solo pudo conocer el poder durmiente en su interior, con batallas en las que está listo para morir. Y el único modo de aprender a controlar esa naturaleza salvaje, es liberándola; no conocía otra alternativa más que esa. Es por esto que decidió que cuando tuviera la oportunidad de enfrentar a un enemigo muy por encima de su nivel, se arriesgaría a enfrentarlo. Pondría su vida en riesgo para despertar su verdadera naturaleza, acostumbrarse a ese salvaje poder y dominarlo para que no lo domine a él.
Ya era tiempo de que él dejará que el alma de Rudra se fusionara con la suya, tal como debía haber sucedido hace un año.
—Si aún así no quieren dejarme esta pelea, al menos déjenme luchar solo para que Miguel y Azrael puedan idear un plan, o encuentren otra debilidad en su magia de hielo —dijo Gabriel firme en su decisión, y por primera vez teniendo un ligero tono de súplica.
—¡Definitivamente te has vuelto tan loco como Jofiel! —regañaba Azrael dando un paso al frente, y no puede avanzar más porque siente una terrible punzada en el pecho; una de sus costillas estaba rota y todavía no sanó del todo, por lo que comenzaba a punzar su pulmón derecho.
—¿Qué dices Miguel? —preguntó Rafael ahora teniendo una expresión seria, y queriendo saber lo que opinaba su amigo y líder.
https://youtu.be/hmHn_dMTZUo
—... Uriel, ve junto a Camael y asegúrate de que Raziel esté en condiciones para recitar los sutras —respondió Miguel con igual seriedad luego de estar solo mirando al baghatma, pensando en sus palabras—. Y Rafael, ahorra el mana que sea necesario para sanar a Jofiel; dejaremos que Gabriel pelee solo.
—Entendido jefe —respondió Uriel con sarcasmo y no muy convencido del plan. Pero decidió confiar en su analítico amigo y líder lobo, por lo que extendió las alas y voló hacia donde se encontraban el garuda y el eniyamotekun.
—¿Qué Raziel esté en condiciones de recitar los sutras? —dijo Rafael, procesando en voz alta esas palabras de su líder y amigo lobo, teniendo una idea de lo que pensaba.
Lo que planeaba Miguel era dejar que Gabriel luchará para que, si éste último tenía razón en lo que decía, liberara el poder de Rudra durante la pelea, y así consiguiera distraer y debilitar al licántropo enemigo lo suficiente, como para que Jofiel pudiera recuperarse y volver a reunir el Prana para un ataque conjunto. Era lo mejor que había pensado hasta el momento, y con suerte podría pensar en algo mejor cuando se desarrolle la pelea.
Pero también había un detalle que no se podía ignorar; Miguel ni nadie de sus compañeros sabían lo que podría suceder si Gabriel despertaba ese poder destructivo y caótico, ahora que él ya había liberado el alma de Rudra. Este factor impredecible hacía el plan en extremo riesgoso, y que ellos contaran casi al 100% en que cuando se presentase la situación, Raziel recitaría los sutras que activarían el collar en el cuello de Gabriel, y suprimirían el poder inmortal junto con la naturaleza salvaje de Rudra.
Sin embargo era un riesgo, que dada las circunstancias Miguel consideraba que valdría la pena correr.
—Gracias "manada" —dijo Gabriel con buen humor pese a la situación, mientras mostraba una pequeña sonrisa que inspiraba confianza, y al mismo tiempo decía en su mente: "confío en ti Raziel para que actives el Aro Celestial, si necesito ser detenido".
—Cuánta confianza le tienes a tu manada. Pero haces bien en luchar solo. Al fin y al cabo, luchar al lado de una manada te vuelve lento en el camino hacia la fuerza absoluta —dijo Joel con seriedad, bajando el brazo derecho y desactivando el estado Úlfhéðnar.
—Te equivocas —dijo Gabriel, ahora teniendo un tono molesto—. Luchar junto a compañeros fortalece las habilidades y compatibilidad, concede una mejora mutua en cuanto a combinaciones y brinda un soporte fuerte, que hará aún más difícil el caer derrotado.
—Irónico que lo diga un baghatma; una especie de bestia solitaria adaptada para luchar en soledad —decía Joel esbozando una pequeña sonrisa divertida—. He escuchado bastante de tu especie. Los vampiros y demonios de Rumania todavía tiemblan con historias acerca de la furia de los poderosos hijos del Rey Tigre Rudra.
—Y esos solo son cuentos de hadas. Espera a escuchar las verdaderas historias de terror —contestó Gabriel con diversión, para luego tirar el pico de hielo y empezar a caminar directo hacia su oponente.
—Te haces el fuerte y decidido, y sin embargo percibo cierta inseguridad en tu tono, mirada y forma de andar. Pero a pesar de eso sigues avanzando dispuesto a enfrentarme —decía Joel dejando de sonreír, y mostrándose confundido ante las acciones contradictorias del baghatma—. Si lo que buscas es morir con honor, entonces con gusto te concederé tu deseo y haré una gran tumba en tu nombre.
—¡Je, je! Es muy considerado de tu parte. Pero no me considero alguien tan importante como para merecer una tumba —respondió Gabriel frunciendo el ceño y ahora mostrando una sonrisa feroz—. No soy nada más que un animal sin verdadero nombre; un simple baaghi (rebelde).
https://youtu.be/ZYAPgPH9hsI
Dicho eso el licántropo nórdico gruñó con furia y corrió hacia el baghatma, quien a su vez aceleró el paso. En cuanto la distancia entre ambos se acortó, Joel atacó con un rápido golpe directo derecho, que Gabriel redirecciono con el antebrazo izquierdo usando el movimiento de bloqueo clásico del karate, y atacó de inmediato con un golpe de palma derecho característico del kung fu, logrando casi conectar con éxito pues Joel consiguió atrapar su brazo con la otra mano y, al mismo tiempo en que lo apartaba, contraataco con un brutal codazo izquierdo en el rostro del hombre-tigre, que le hizo escupir sangre.
Sin embargo Gabriel no cedió ante el golpe y atacó de inmediato con un potente rodillazo, que logró conectar en el estómago de Joel, y gracias a la fuerza mayor que poseía en las extremidades inferiores también consiguió hacerle un considerable daño, aunque no el suficiente. Es entonces que para reducir la diferencia de fuerza, el baghatma usó la Fuerza Lunar de Miguel, también con el fin de ahorrar Prana para cuando Joel volviera a usar aquel estado.
Acto seguido Gabriel obliga a Joel retroceder haciendo un simple zarpazo izquierdo apuntando al cuello, para luego saltar y atacar con otro rodillazo derecho, el cual Joel bloqueo con el brazo izquierdo, para luego contraatacar con un derechazo tan poderoso, que a pesar de que Gabriel consiguió bloquearlo por poco con su propio brazo, igual fue enviado a estrellarse contra la pared del tercer piso del lado oeste de la base.
De inmediato el baghatma se levantó del suelo, viendo ahora que se encontraba en una enorme habitación llena de contenedores grandes, en los que alguna vez estuvieron los mutantes. Además vio que había atravesado la pared del pasillo junto con la puerta de la habitación, de modo que ahora desde adentro podía verse el Almacén Principal. Sin embargo la vista se amplió cuando Joel entró, destrozando parte de la misma pared del pasillo, y ahora se dirigía a la cámara.
Antes de atacar Gabriel sintió un terrible dolor en el brazo izquierdo; en apariencia estaba bien, pero en el interior tenía los huesos torcidos y agrietados. No obstante él mismo se la arregló con un simple movimiento del mismo brazo, y en cuanto al daño en los huesos ya había empezado el proceso de sanación.
—¿Aun sigues con la idea de enfrentarme? —preguntó Joel, para nada emocionado a como estuvo en su pelea con el narasinja, de modo que empezaba a decepcionarse—. Sé que permaneciste oculto para observarme, y ver todas mis técnicas para copiarlas. Te recomiendo que empieces a usarlas, junto con todo tu poder, o terminare dándote una muerte carente de emoción. Y no existe peor humillación que vencer a un oponente que no dio todo de sí.
Era obvio que el licántropo nórdico no sabía que Gabriel no era un usuario de magia, de modo que no podía copiar hechizos que requerían mana como la magia elemental. Pero tampoco estaba equivocado del todo; el baghatma veía el combate desde lejos para ver si lograba copiar algún ataque especial o técnica del enemigo. No obstante resultó inútil; el licántropo nórdico atacaba con magia y fuerza pura. Pero aun así le pareció mejor que Joel no supiera tal información.
—¿Quieres que pelee dándolo todo? Bien, entonces será así —dijo Gabriel, mostrando una sonrisa falsa que ocultaba su preocupación—. ¡Poder del Rey: Elevación del Prana!
La mencionada técnica y habilidad se activó en cuanto él las nombro, haciendo que su energía Prana fuese liberado de golpe, tumbando varios de los contenedores y empezando a agrietar las paredes y techo de la habitación.
"Está usando la misma técnica especial que el narasinja. Sin embargo hay algo diferente; la sensación que transmite es caótica... como una tormenta, y a la vez serena como el sol" decía Joel en su mente, opinando sobre la extraña diferencia que había entre la energía Prana de Gabriel con la de Jofiel, lo cual le levanto un poco la emoción.
Sin embargo en ese segundo de distracción él no tuvo el tiempo para reaccionar ante el primer movimiento del baghatma, de modo que recibió de lleno un puñetazo en el rostro, seguido de otro y uno más en el pecho. La fuerza de aquellos salvajes golpes terminó por hacer colapsar la habitación sobre ambos hombres-bestia. Pero antes de ser aplastados por los escombros Joel contraataco con un feroz puñetazo derecho, que al impactar con el puño izquierdo de Gabriel, creó una onda expansiva que redujo a pequeños trozos cada escombro y concreto a un radio de diez metros.
Pero además de todo lo que estaba cerca, los huesos del brazo izquierdo de Gabriel también sufrieron un terrible daño, al grado de empezar a agrietarse otra vez. No obstante el baghatma no retrocedió y continúo atacando; primero uso puñetazos directos con base en el karate, luego intentó redireccionar los ataques directos con movimientos giratorios de los brazos en base al kung-fu. Al principio funcionaba hasta cierto punto, pero tal como sucedió con Jofiel, el licántropo nórdico empezó a acostumbrarse al estilo de combate de su oponente, de modo que ahora se volvió mejor bloqueando los golpes y contrarrestando los bloqueos enemigos.
—¡Sí esto es todo lo que puedes hacer entonces terminaré con esto de una vez! —exclamó Joel comenzando a molestarse, y atrapando el puño derecho de Gabriel, para luego conectar un sólido rodillazo en su estómago.
Acto seguido el licántropo nórdico atacó con un izquierdazo que le hizo atravesar cinco habitaciones al baghatma, hasta quedar estampado contra una pared de concreto. De inmediato Gabriel levantó la mirada y levantó los brazos para prepararse a bloquear otro ataque de Joel, quien había atravesado de golpe los escombros de las habitaciones derrumbadas, hasta llegar a él, listo para atacarlo otra vez.
Gabriel intentó bloquear el siguiente ataque con ambas manos, pero una vez más terminó atravesando esa pared de concreto —la cual tenía casi cinco metros de grosor— y cayó con fuerza en el suelo de cerámica ahora agrietado; todo esto tras recibir una simple patada de Joel. El baghatma intentó levantarse por segunda vez, pero ahora presentaba más dificultades en hacerlo; apenas sentía alguna movilidad en los brazos, además de que ahora estaba escupiendo sangre y le faltaba el aire.
—Empiezo a sospechar que no usas mis propios hechizos en mi contra, porque no eres un usuario de mana. Pero aun así también tengo el presentimiento de que sigues sin dar todo lo que tienes —decía Joel, mientras caminaba a paso lento a través del hueco en la pared.
Aquellas palabras muy poco le importaron a Gabriel ahora mismo; éste se concentró más en levantarse del suelo, y tras un último impulso logró pararse justo a tiempo para apartarse y así evitar ser aplastado por un poderoso pisotón del politicastro nórdico, que destrozó el suelo al grado de empezar a colapsar al piso inferior. No obstante el baghatma fue sorprendido por completo cuando Joel levantó el brazo derecho y desde la palma de la mano le disparó un par de picos de hielo.
Por fortuna Gabriel consiguió atrapar con ambas manos uno que iba directo al centro de su estómago, pero no consiguió hacer lo mismo con una que fue hacia su hombro izquierdo. Y en cuanto sus patas pisaron una parte del suelo que aún no había colapsado, tuvo que arrojar el pico de hielo que atrapó y saltar hacia atrás para atravesar la pared a su espalda, y así evitar ser empalado por numerosos picos de hielo que surgieron desde donde se encontraba Joel.
Una vez estando de nuevo en el Almacén Principal, Gabriel chocó de espalda con el montículo de tierra creado por Rafael, y que el licántropo nórdico había congelado antes. Y tan pronto como su espalda tocó el frío hielo, el baghatma fue inmovilizado por completo cuando una ventisca de hielo lo congelo desde las patas hasta los brazos, de modo que quedó atrapado. Aparte frente a él empezó a formarse un puente de hielo, del cual cruzaba a paso tranquilo el licántropo nórdico.
Después de que comenzara la batalla, Rafael fue a sanar las heridas de Jofiel, mientras Miguel, Azrael y Remiel lo siguieron para reagruparse y planear juntos planes de contingencia, en caso de que el ataque conjunto fallará. Pero tras ver a éste salir atravesando una pared, y luego ser atrapado por el hielo del enemigo, una vez más fueron presas de la preocupación y tensión.
—¡Ese loco ya se lo habíamos advertido! —exclamó Azrael aún furioso por la insensatez de su compañero tigre.
https://youtu.be/8nFYqEhh_mQ
Al mismo tiempo Gabriel luchaba por liberarse del hielo que lo aprisionaba. No obstante todo lo que podía hacer con su nivel de Prana actual, era crear pequeñas grietas. Esto comenzó a frustrarlo y hacer que sintiera furia hacia sí mismo. La furia de la que tanto ha tratado de evitar, estaba fluyendo de nuevo en él.
—Como dije antes: las manadas ralentizan tu camino hacia el verdadero poder —decía Joel con seriedad y molestia, a la vez que detenía su paso a mitad del puente de hielo—. La confianza, las amistades y la familia no sirven más que para causarte dolor al perderlas, y no sirven para fortalecerte. Es algo que mi maldito destino me hizo comprender por las malas. Lo único que de verdad importa en la vida es la fuerza para vencer a todos los enemigos que te quieran ver caer. Créeme; te lo dice alguien que una vez tuvo una manada, la cual abandonó para no ser más débil y no volver a sufrir el dolor de la pérdida al caer.
Escuchar las palabras del licántropo nórdico hizo que Gabriel gruñera de rabia y sintiera la necesidad de romperle el hocico, porque le hicieron recordar un viejo ideal que ya había olvidado: era casi lo mismo que pensaba Gabriel, antes de convertirse en un avatar de Rudra. Debido al rechazo y odio que recibía a diario, él llegó a pensar casi igual que Joel; que las amistades y la familia no importaban, que lo único importante era la fuerza y la superioridad para no ser intimidado y prevalecer ante todo lo que se interpusiera en su camino hacia la paz personal.
Joel era como un reflejo de lo que pudo haber sido Gabriel, si éste no se hubiese convertido en el nuevo avatar de Rudra.
Sin embargo ese tipo de pensamientos quedaron en el olvido, cuando a la vida del baghatma llegó aquel extraño que le enseñó otro camino, el viejo monje que le dio un propósito para seguir viviendo, los compañeros bestia que le enseñaron lo que era sentirse igual, y la familia francesa que él llegó a querer como propia, a pesar del pequeño distanciamiento que hubo tras revelarse la naturaleza de Gabriel como encarnación mortal de Rudra.
Como es evidente tanto Adán como Bella, tras enterarse de la identidad del espíritu que poseía a Gabriel, sintieron un miedo natural ante algo que no comprendían. Y ese miedo les impedía a ambos acercarse a él cuando regresó junto a Miguel y Rafael al Castillo Dumont, después de la prueba final de San Bestia, de modo que Rosabella era la única de la familia que no le tenía miedo. Pero aun así recibir rechazo y miedo de parte de quienes juraron amarlo como a un hijo, fue algo que reavivó viejos rencores en el baghatma, que aún no habían sanado del todo.
No obstante aquel nuevo rechazo solo fue temporal, porque sin siquiera esperarlo Bella luchó contra ese miedo natural para volver acercarse a él, y seguir siendo la madre que el baghatma jamás tuvo. Tras éste acercamiento, Adán también reunió el valor para volver a acercarse a su hijo adoptivo.
Y después de que Miguel, Rafael, Elsa, Gabriel y Caroline regresaron de sus respectivos entrenamientos, volvieron a ser unidos como antes de revelarse que Gabriel era un avatar de Rudra. A pesar de todo y de lo que él era, siguieron a su lado.
https://youtu.be/DdTkJSltpGc
Aquello por fin le hizo ver al joven-tigre que la familia Dumont, era de verdad su verdadera familia. Le hizo entender que el sueño de sus dos viejos maestros, en que él por fin encontrara un lugar al que llamar hogar, se hiciera realidad. Es por esto que el escuchar a Joel decir tales palabras sobre la hermandad y la familia, aumentó la furia en el baghatma a un nivel que no había alcanzado, desde hace mucho tiempo.
Una furia primordial que fue la llave para abrir un nuevo recuerdo en la mente de Gabriel, que no pertenecía a él sino a alguien más.
[Recuerdo]
En la mente del joven baghatma se formó un remolino de memorias, que lo llevó hacia uno en específico, que en el que veía a un hombre joven que no aparentaba más de 24 años. Su cabello era largo, de estilo rebelde, puntiagudo y rojizo con rayas negras, dos pequeñas trenzas en ambos lados y una detrás de la cabeza. Poseía una constitución musculosa y un poco robusta, su piel era de un tono que se acercaba a un moreno claro, y estaba adornada con marcas naturales de color negras y de formas delgadas y definidas, semejantes a las rayas de un tigre, las cuales formaban en su espalda el símbolo de un tridente.
Vestía un pantalón holgado de color blanco con rayas negras sujetado por una correa dorada con el emblema dorado de un tridente. En antebrazos portaba brazaletes negros con bordes dorados, dos pulseras de semillas rudrakshas en su bíceps derecho y en vez de orejas humanas tenía las de un tigre, además de una larga cola de dicho animal en la parte baja de su espalda, y sus uñas parecían filosas garras negras. Pero lo más llamativo de su apariencia, era que en la frente tenía tres rayas en cuyo centro se formaba un espacio ovalado vertical, que parecía un tercer ojo. Y además los ojos del hombre eran verdes con pupila hendida, como la de un felino.
Aquel hombre se encontraba cruzado de brazos y parado en medio de un enorme templo de origen griego, ubicado en lo alto de una colina en un lugar oscurecido por las nubes tormentosas, donde además de los truenos se escuchaba una feroz guerra, en la que participaban guerreros medievales de distintas tierras asiáticas, luchando al lado de guerreros espartanos contra un enemigo en común: extraños soldados griegos y japoneses, cuyos ojos carecían de cualquier señal de vida y portaban el símbolo de un rayo azul en sus escudos y armaduras.
—¡Esta maldita pesadilla no puede estar pasando de nuevo! ¡¡Me niego a perder por segunda vez contra un animal hindú inferior como tú!!
Exclamó con la furia de mil tormentas un anciano de origen griego, que se encontraba arrodillado en medio de un cráter dentro del templo, frente al hombre pelirrojo. Poseía una musculatura muy desarrollada para la edad que aparentaba, tenía una cabellera tan larga como su barba, sus ojos brillaban de azul y vestía una toga griega junto con pechera, brazaletes, rodilleras y hombreras de reluciente plata, las cuales estaban agrietadas y manchadas con la propia sangre del anciano griego.
—Hace más de mil años perdí contra Israel Yahweh. Y con esa derrota también perdí mi puesto como gobernante del Olimpo por culpa de tu maldito discípulo y marido de mi hermana Hestia. Y ahora mi esposa se atrevió a dejarme para irse con ese maldito Lucifer... ¡Pero esto no se quedará así porque pienso recuperarlo todo aunque tenga que matarlos a todos ustedes! ¡¡Aunque tarde millones de años te derrotare y luego absorberé tus poderes ilimitados!! ¡¡¡Los griegos serán los amos del Mundo Mortal y yo seré el Supremo Rey de todos los Dioses!!!
Declaró el anciano igual que un completo lunático, mientras se levantaba del suelo, liberando una poderosa energía eléctrica de color azul que estremecía el suelo y hacía tronar el cielo. Sin embargo el hombre pelirrojo solo se río de las quejas infantiles del anciano griego.
—Debiste haberte quedado en el Tártaro junto a tu padre desquiciado. Al menos así seguirías vivo, cachorro estúpido y llorón.
Respondió el hombre pelirrojo de forma burlona, esbozando una sonrisa divertida y cruel que enseñaba sus dientes filosos, para luego empezar a emanar humo en todo su cuerpo, junto con descargas eléctricas de color dorado. Acto seguido la tormenta en el cielo empeoró al igual que el temblor de la tierra, cuando el hombre pelirrojo rugió con imponente voz de trueno...
—¡Asura Agni: Meng Amok! (¡Fuego del Asura: Atacar y Matar con Furia!)
[Fin del Recuerdo]
—¿No piensas responder más? Entonces aquí termina nuestra charla reflexiva —dijo Joel con molestia de la charla y el repentino silencio del baghatma, quien había bajado la mirada al suelo y se mantuvo en total silencio.
Sin esperar más, el licántropo nórdico levantó el brazo derecho con la intención de disparar un pico de hielo desde la palma de la mano. Pero antes de pensar en el conjuro, él y cada uno de los que miraban la escena tuvieron que taparse los ojos, debido a un inesperado y repentino estallido de llamas violentas; era un torbellino de fuego carmesí que brillaba tanto como el mismo sol, al grado de casi dejar ciegos a todos los presentes.
—Nā sahanaṁ mugisindi... (Se me acabó la paciencia...).
Se oyó la voz de Gabriel pronunciar unas palabras en un lenguaje desconocido, y ahora teniendo un tono tan fuerte que se asemejaba al trueno. Luego el brillo de aquellas llamas comienza a disminuir, sin perder esa esencia violenta que las hacía parecer flamas vivientes; la intensidad de la luz bajó a un grado en que era tolerante para la vista, de modo que todos pudieron ver por fin de dónde provino esas llamas; las palabras no eran suficientes para describir la sorpresa que sintieron todos al ver que aquellas llamas salvajes provenían del cuerpo de Gabriel; era su energía Prana convertido en fuego puro.
Y eso no era lo único impactante; él había empezado a moverse para salir del hielo que lo aprisionaba, lo cual consiguió, pero con romper el mismo hielo, sino de otra forma inesperada e impresionante, sobre todo para Joel.
"Esas llamas... ¿están derritiendo el hielo del Niflheim...?" pensó Joel ampliando los ojos, al ver algo que no creyó que fuera posible; el hielo del Niflheim que mantenía atrapado al baghatma y el pico aun clavado en su hombro, estaban siendo derretidos por aquel salvaje Prana ardiente, y no solo eso; por unos segundos, detrás de Gabriel, las llamas parecían estar tomando la apariencia de un círculo dorado con forma de mándala, y frente del círculo se hallaba la enorme sombra de un hombre con flameantes ojos verdes.
Próximo capítulo: Defendiendo el Legado.
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