Capítulo XLVII: Animalidad vs Humanidad
"Si tener alma significa ser capaz de sentir amor, lealtad y gratitud, los animales son mejores que muchos humanos."
—James Herriot.
https://youtu.be/s_FZ_sC_OIU
[Wonderland: Reino de Corazones].
El ambiente alegre y festivo en ambos reinos fue reemplazado por el terror y la desesperación de la guerra. Mientras el Reino de Albión tenía que enfrentar la invasión frente a sus muros, el Reino de Corazones tenía que enfrentar la élite y el líder de la invasión que llegaban desde las alturas.
Y los primeros enemigos que enfrentarían ya estaban cayendo en diferentes puntos del Reino de Corazones.
—¡Elementales de cerámica! ¡Estamos siendo atacados por monstruos de cerámica!
Advertían algunos caballeros en diferentes puntos del reino, donde estaban aterrizando los guerreros de terracota desde los Barcos Voladores. La gran mayoría de los civiles fueron conducidos con éxito a los refugios más cercanos, que consistían en torres y almacenes reforzados tanto con magia como materiales fuertes, preparados de antemano para situaciones como esas.
Los caballeros, con ayuda de los hechiceros y algunos caballeros mágicos de Albión, estaban reagrupándose en dichos refugios para defender a los civiles y detener la invasión, mientras el resto de los civiles eran escoltados de regreso al portal y al interior de los muros del castillo.
El lado este del reino era un lugar lleno de jardines, con posadas grandes unidas por puentes elegantes de piedra. Y ahora estaba siendo invadido por espadachines, arqueros y lanceros de terracota. Los caballeros ya estaban enfrentando a la nueva amenaza, y lo hacían con bastante eficiencia, ya que un solo caballero del Reino de Corazones lograba acabar por sí solo dos o tres soldados de terracota.
Y con la ayuda extra que recibieron de una singular pareja, los civiles podían ser evacuados con relativa facilidad.
—¡Y pensar que por un momento creí que terminaríamos peleando contra caballeros de este reino! —decía Elsa, mientras hacía pedazos a un soldado de terracota a base de puñetazos.
—¡Pues agradezco que no haya sido así! —dijo Rafael, destrozando a cinco soldados de terracota a una velocidad sobrehumana, cada uno con un único puñetazo, siendo el primero en el plexo solar, el segundo bajo la barbilla, el tercero en el hígado, el cuarto en el centro del pecho y el último en la cara—. Con estas escorias puedo pelear a gusto sin contenerme —agregó Rafael, al final soplando su puño derecho para limpiarse el polvo de cerámica en sus nudillos.
—Eso se oye interesante...
Una pretenciosa voz masculina llamo la atención del joven-oso y la ricitos de oro, quienes no tardaron en descubrir que los soldados de terracota no eran los únicos enemigos que transportaba aquella nave. Vieron que desde una calle, entre dos posadas con torres pequeñas, venían nuevos enemigos que habían matado a cinco caballeros de Albión, dos caballeros corazón de rango 1 y uno de rango 2.
https://youtu.be/3q9bCtSLUWI
Eran soldados humanos romanos, pero de la Antigua Roma, dado a que vestían las mismas armaduras que llevaban los soldados comunes durante la época del tiránico emperador Julio Cesar.
Y en medio de ellos destacaba un humano varón adulto, enorme, fornido y con una armadura romana más completa, elegante y detallada, como la que llevaría un soldado del más alto rango en la jerarquía militar de la Antigua Roma, pero con la distintiva de que tenía guanteletes intimidantes. Tenía el cabello negro recortado, piel clara con un ligero bronceado, una prominente barbilla y astutos ojos azules.
Era el histórico general de la República Romana, partidario y protegido del general y dictador romano Lucius Cornelius Sulla Felix, aliado político y después enemigo del dictador Gayo Julio César. Era Cneo Pompeyo Magnus, también conocido como Pompeyo el Grande.
—Rafael, corrígeme si me equivoco, pero me parece que esos sujetos son... —decía Elsa incrédula y molesta.
—Antiguos soldados romanos... —prosiguió Rafael frunciendo el ceño—. Y el que parece un pretoriano creo que es Pompeyo en persona.
—Es reconfortante saber que aún sigo siendo recordado, incluso en esta época llena de niños incultos —dijo Pompeyo caminando con una actitud despreocupada y una sonrisa arrogante—. Y más reconfortante es ver a un enemigo muy familiar. Hace solo una semana que me regresaron a la vida, desde los oscuros valles del Infierno, y no creía que volvería a ver a un celta en esta época.
Pompeyo se detuvo a sólo siete pasos frente al joven-oso, y lo inspeccionó de pies a cabeza; a sus ojos, incluso con esa ropa moderna, Rafael era la viva imagen de los antiguos jóvenes guerreros celtas.
—Y yo creía que no tendría que ver a semejantes basuras con patas volver a caminar —contestó Rafael, manteniendo un semblante relajado, aunque sus palabras estaban cargadas de un sentimiento de lastima.
—Tus palabras parecen insultos, pero tus ojos y tono son como los de un hombre que observa con lastima el cadáver de un desgraciado —dijo Pompeyo frunciendo el ceño con auténtica molestia—. ¿Acaso te hierve la sangre de odio por ver en persona a los héroes que "civilizaron" a tus barbáricos ancestros?
—No te confundas. Yo jamás sentiría odio por otro ser vivo, ni siquiera por basuras idealizadas como ustedes. Todo lo que puedo sentir es lástima, porque son un desperdicio del valioso aire que nos regala la Madre Tierra.
—Bárbaro insolente... —dijo Pompeyo, mientras sus cejas temblaban, sus ojos se inyectaban en sangre y se tensaban venas en su cuello y rostro, como señal física de la furia que estaba por explotar de su interior—. ¡¡Arrodíllate y suplica perdón por tus insolencias!!
https://youtu.be/CXGY87yFB_4
Mientras vociferaba con ira, Pompeyo lanzó un poderoso golpe con su guantelete derecho. Y lo que consiguió fue que su magnífico guantelete se fracturara, hundiera y estallara en pedazos, junto con su brazo derecho, al chocar contra el puño izquierdo del arthdruwid.
"¡¡¡¿Qué?!!!", fue lo último que pudo pensar Pompeyo en shock por lo que le paso, antes de perder algunos dientes y chorrear sangre de la boca, tras recibir en el lado izquierdo de la cara un derechazo de Rafael, tan poderoso, que lo envió girando cual trompo unos metros en el aire.
Pompeyo cayó al suelo, en frente de un extenso muro de ladrillos de piedra. Y aunque logró ponerse de pie, le temblaban las piernas y tenía la visión medio borrosa, aparte de que brotaba un chorro de sangre de su nariz y boca. Entonces le alcanzó el terrible dolor de su brazo destrozado con huesos sobresaliendo de su piel, como si hubiera golpeado con todas sus fuerzas un muro de titanio. Sin embargo, el dolor pronto fue opacado por un intenso terror que le recorrió de pies a cabeza.
—Esta fuerza sobrenatural... ya había escuchado antes de algo parecido... Tú no eres un celta ordinario... ¡Eres uno de esos druidas que se transforman en hombres-oso! —decía Pompeyo con terror al reconocer esa fuerza como la de los temidos arthdruwid que masacraban ejércitos enteros de romanos y vikingos.
Su terror se intensificó cuando se dio la vuelta y vio a Rafael parado en frente suyo, luciendo imponente como un enorme oso frente a una pequeña rata. Entonces lo siguiente que vio Pompeyo fue la oscuridad, dejó de sentir las piernas y perdió la consciencia.
Mientras tanto Elsa y los otros soldados romanos miraban atónitos lo que pasó.
Rafael había finalizado la pelea atacando con una simple patada baja izquierda, muy propia del Muay Boran de Gabriel, que aparte de romperle las piernas a Pompeyo, le hizo girar de lado y terminar con la cabeza hundida en la tierra como un palo. La fuerza de la patada incluso abrió un corte horizontal en todo el muro detrás del antiguo general romano.
—Rafael... ¿Tú atacaste con una patada? —dijo Elsa sorprendida, ya que no esperaba que el hombre-oso abandonaría las reglas del boxeo.
—El boxeo es un deporte para caballeros. Por eso tiene tantas reglas que lo limitan. En cambio, yo no soy un caballero —dijo Rafael mientras se daba la vuelta para mirar a su hembra rubia—. Yo soy un hombre-bestia que pelea por sobrevivir, ni más ni menos.
Aquellas palabras y la forma en cómo las dijo el hombre-oso encendió de pasión la sangre de Elsa, mientras ella se sonrojaba y veía con respeto, admiración y amor al arthdruwid. Este respeto que ella sentía era uno muy propio de un guerrero, como si el antiguo linaje nórdico y britano de ella ardiera de amor y respeto al contemplar un guerrero extraordinario.
Pero para la molestia de Elsa, el momento fue cortado de manera abrupta por culpa de uno de los soldados romanos, uno corpulento y de cabello castaño, que intentaba embestir a Rafael como un profesional de la lucha libre. No obstante su tacleada fue inútil, porque no pudo ni siquiera mover un milímetro al poderoso oso druida; se sintió como si intentara mover una montaña.
—¿Boxeo grecorromano? Lo siento, pero ya pelee con alguien de estilo similar. Y no se compara en nada al Boxeo Celta de Hierro —dijo Rafael levantando las manos hasta la nuca, para luego descender ambas palmas sobre la espalda del soldado romano.
La fuerza del golpe, aparte de hundir la parte trasera de la pechera del soldado romano, le destrozó los huesos de la espalda, junto con las costillas, de una forma tan brutal que debajo de la armadura su pecho se desgarró, y la pechera fue lo único que evitó la salida de sus tripas. El soldado romano cayó en un charco de su propia sangre, a los pies del arthdruwid, y sin duda terminaría muriendo.
Boxeo Celta de Hierro. Así es como define Rafael su estilo propio del boxeo, el cual combina las bases del Lethwei de Jofiel, de tener un cuerpo más sólido que el hierro, con la fuerza demoledora de las patas de un oso y las técnicas comunes del boxeo irlandés. Era un estilo de lucha semejante al empleado por los arthdruwid, incluido el ancestro de Rafael y la Reina Oso que dio origen a su tribu en el Territorio Celta.
—Es como esos druidas que se transforman en hombres-oso... Es un monstruo —dijo un soldado romano retrocediendo un par de pasos, teniendo terribles recuerdos de su tiempo, cuando muchos de sus compañeros eran masacrados por un único hombre-oso, al que ofendieron invadiendo su territorio de caza.
Los demás soldados romanos también tuvieron recuerdos aterradores parecidos, y ahora dudaban de enfrentar a esta pesadilla viviente de su época.
—Elsa, ¿puedes quedarte un momento aquí y ayudar a los caballeros a evacuar a las personas? —preguntó Rafael, mientras caminaba en dirección a los soldados romanos con calma absoluta.
—¡Claro! Ve a destrozar cráneos romanos. Hazlo también por mis ancestros —dijo Elsa guiñando un ojo, levantando el pulgar y mostrando una gran sonrisa.
—Bien —dijo Rafael comenzando a crujir los nudillos de sus manos de manera amenazante—. De todos modos, ya necesitaba poner a prueba la evolución de mi estilo de lucha.
Al mismo tiempo en el lado opuesto del pueblo, una zona con más árboles y rocas naturales que casas y estructuras, casi todos los soldados de terracota habían sido destruidos. En un principio los caballeros tuvieron problemas para enfrentar la amenaza al mismo tiempo que ayudaban a los civiles a escapar a los refugios. Pero entonces la balanza se tornó al favor del Reino de Corazones con la llegada al lugar de la pareja conformada por Gabriel y Caroline, quienes destrozaban a los soldados de terracota con un simple golpe.
Pronto el suelo estuvo lleno de pedazos de espadachines, lanceros y arqueros de terracota, quienes a pesar de ser extraordinarios guerreros en el manejo de sus respectivas armas, no eran un desafío para los caballeros del Reino de Albión y el Reino de Corazones, ni mucho menos para la pareja tigre y loba.
Pero después de que el lugar fue evacuado con éxito, apareció otra parte de la élite del ejército de Qin Shi Huang.
https://youtu.be/tabnaEOAtCs
—Lo que faltaba. Vinieron asquerosos vikingos —dijo Caroline frunciendo el ceño con molestia.
Del techo de unas casas aterrizaban de pie en el suelo mujeres europeas musculosas que vestían armaduras nórdicas con figuras de alas en hombreras, brazales y grebas, de manera que hacían alusión a las valquirias. Pero mientras algunas llevaban las típicas espadas y hachas, otras estaban armadas con extraños rifles de color metálico, con brillantes grabados rúnicos azules en el cañón, y una luminiscente línea azul en la parte superior de la culata.
—¿Te dejo liberar algo de odio contra estas escorias? —preguntó Gabriel con una sonrisa divertida.
—Sí. Adelántate a las granjas. Si siento que tu Chi disminuye mucho, estaré allí de inmediato para salvarte el pellejo rayado, otra vez —dijo Caroline, recordando con molestia la reciente pelea que tuvo el baghatma contra la kumiho en capítulos anteriores.
—Podría despedirme dándote un beso. Pero ahora no es el momento —dijo Gabriel, empezando a caminar en dirección a unas escaleras de piedra en la calle, que llevaban a zonas más bajas del pueblo y la región.
—Estoy de acuerdo. Mejor lo reclamare como recompensa al final de toda esta locura —dijo Caroline entrecerrando los ojos, sonriendo orgullosa y cruzándose de brazos, mientras Gabriel solo se reía de su comentario.
—¡No irás a ningún lado chico pelirrojo! —dijo sonriendo una mujer vikinga levantando su extraño rifle, con el cual disparó pequeñas y delgadas balas luminosas, parecidas a balas de plasma, a una velocidad tan alta que llenarían de agujeros a un hombre en segundos.
Pero el joven al que tenían enfrente no era un hombre humano, sino un hombre-tigre. Y como una verdadera bestia, sus reflejos y velocidad le permitieron pasar entre las balas sin el menor roce. Esta demostración de destreza sobresaltó a las vikingas, en especial la que estaba disparando; mayor fue su miedo al tener al baghatma de frente, y éste la noqueo con un poderoso golpe de palma abierta en el plexo solar que le saco todo el aire a la guerrera.
Luego Gabriel se centró en correr y descender las escaleras del frente. Algunos soldados de terracota aparecieron en su camino desde los tejados de las casas, y fueron reducidos a pedazos con golpes directos, codazos y zarpazos del baghatma.
https://youtu.be/1E83ziGEsPE
Mientras tanto las vikingas, sabiendo que el baghatma ya estaba muy lejos, abrieron fuego contra la licántropo blanca; la primera de esas balas volaba directo al rostro de Caroline, pero solo consiguió atravesar su largo y liso cabello castaño, debido a que ella esquivó la bala moviéndose a un lado tan rápido que su cabello se levantó como una manta de seda.
Las mujeres vikingas se sorprendieron un poco, y entendieron de inmediato que esa mujer europea tampoco podía ser humana, o por lo menos no una normal. Así que continuaron descargando esas balas mágicas. Entonces sintieron que el corazón se les subía a la garganta al presenciar cómo la licántropo blanca se movía entre las balas, casi como lo hizo Gabriel, solo que parecía un poco más rápida, llegando a ser casi imposible seguirla con la vista.
Una de las mujeres vikingas se puso pálida del terror cuando Caroline llegó hasta ella, esquivando cada una de las balas como un demonio. Y entonces, para la humana vikinga, todo se terminó allí, aunque en cámara lenta se podía apreciar lo que sucedió; su rifle tecno-mágico fue destrozado por una patada izquierda circular invertida de la licántropo blanca, quien prosiguió con una patada derecha baja que destrozó las piernas de la humana vikinga y la hizo girar en el aire, para luego, en ese breve lapso de tiempo, terminar con la cabeza en el suelo tras recibir en el rostro un puñetazo izquierdo de la licántropo blanca.
Las demás mujeres vikingas continuaron disparando, y una vez más la mujer-loba esquivo las balas mágicas moviéndose a esa velocidad comparable al de una bala. A pesar de que no estaba en su forma bestia, ya de por sí estaba en otro nivel; incluso ella misma comenzó a darse cuenta de eso.
"Desde que Gabriel y yo nos apareamos, me he sentido más ligera y fuerte, como si me hubiera quitado una carga muy pesada en todo el cuerpo. Incluso puedo ver esas balas acercándose hacia mí y no necesito de mis instintos para esquivarlas... Así que esta es mi fuerza como bestia adulta... ¡Es maravilloso! ¡¡Me encanta!!", pensaba Caroline, poco a poco esbozando una gran sonrisa de lunática con sus colmillos de loba, y con sus ojos brillando de intenso color azul.
Una por una y con un ruidoso estruendo, las mujeres vikingas volaban en un instante con la marca de un puño en sus pecheras o en sus caras, otras con el rostro desfigurado por un brutal puñetazo, y algunas tenían las piernas dislocadas antes de ser estrelladas contra el suelo.
En cámara lenta podría verse que Caroline se acercaba a una por una, y las derrotaba con un único golpe en el pecho o en el rostro, mientras que a otras las tumbaba con una patada baja y las remataba con un puñetazo que las estrellaba contra el suelo.
Pero a los ojos de las mujeres vikingas, la licántropo blanca se movía tan rápido que casi parecía teletransportarse de un lado a otro, y solo podían seguir a duras penas sus movimientos por la fugaz estela de luz que dejaban sus brillantes ojos azules; era lo más cercano a lo que esas humanas tendrían como referencia a lo que sería en vida real una verdadera diosa aplastando humanas mortales.
Una diosa entre bestias; esa fue la descripción que dio la maestra Syuri Kondo para referirse a Caroline Rosenthal, después del mes de entrenamiento del clan Nightfall Angels. Al final del mes, los maestros de San Bestia organizaron una charla grupal, a través de Espejos Transmisores, para hablar de sus nuevos estudiantes más destacados. Y la risueña Syuri Kondo describió a la licántropo blanca de la siguiente manera:
—Nació en un ambiente hostil, en el que ponía su cuerpo al límite cada día y noche. Tiene un potencial evolutivo muy superior al de una bestia normal. Fácilmente ella entraría en la categoría de "Superbestia". Pero incluso eso se queda corto; ella es una "Diosa entre Bestias". Para explicarlo mejor, si Ezequiel Norris fue, y sigue siendo, uno de los "reyes" de su generación, Caroline Rosenthal sería una de las "reinas" de su propia generación; me atrevo a decir que ella es la "Ezequiel Norris" de esta época. ¡No por nada es la primera hembra en ganarse el corazón del nuevo avatar del Rey Tigre!
Y con mucha razón la maestra Syuri Kondo la describía de esa forma, porque ahora que Caroline llegó a los 18 años y tuvo su primer apareamiento, había alcanzado la madurez completa. Es por eso que todas esas valquirias, aun con sus versiones mejoradas de los rifles modernos, no pudieron hacer nada contra el feroz huracán encarnado en forma de mujer-loba blanca.
—¡¿Qué carajos eres tú?!
https://youtu.be/8WZKyyFjxWE
Exclamó una nueva mujer guerrera apareciendo en escena junto a otras diez vikingas. Era de origen griega con cabello castaño rojizo, ojos verdes, piel clara y constitución alta y musculosa, además de que vestía armadura griega blanca con pantalones holgados negros, portaba una espada mágica con runas azules en la hoja, y tenía el estereotipado cabello corto hasta la barbilla y rapado de un lado.
Era Teelah She-Man, una de las mercenarias del actual ejército de Qin Shi Huang. Una guerrera mágica, hija de una pareja de magos extranjeros, antigua miembro de la guardia real de un reino en una isla del Domhan-Eile, que fue destruido durante las Guerras de Oz y Albión.
Antes estuvo enamorada del príncipe heredero del reino al que servía. Pero tras una batalla en la que el príncipe perdió la vida, Teelah se enteró que el príncipe escondía una identidad heroica para ayudar a los demás, y ya había algunos amigos conocedores de esa identidad. El haber escondido esa revelación a Teelah por tanto tiempo hizo que ella se llenará de rabia, y tomará la decisión extremista de abandonar la guardia real.
Teelah quería que todos se disculparan con ella por haberle mentido. Y por este deseo, impulsado por rabia infantil, abandonó el reino en su momento de mayor necesidad, lo que provocó la caída del mismo y la muerte de todos. No obstante, lejos de madurar y reconocer sus propios errores, Teelah fue convencida por un sirviente del Señor Vampiro Mefisto, llamado Kevin Smith, de que ella tenía la razón y debía culpar a los demás.
Y ahora Teelah trabajaba como mercenaria para el emperador Qin Shi Huang, bajo falsas promesas de darle a ella el poder, el estatus y la gloria que, según ella, se merecía.
—Soy una hembra alfa, es todo lo que necesitas saber —contestó Caroline a la pregunta de la mercenaria, con un semblante disgustado, ya que reconoció aquel corte de cabello como el típico usado por las falsas hembras.
—¿Hembra alfa? ¡Ja, ja, ja! ¡¿Te haces llamar "hembra alfa", teniendo un cuerpo tan irreal y una ropa que te "cosifica" tanto?! —se burló Teelah, señalando el cuerpo y el vestido de la licántropo blanca—. ¡Pobre perra ilusa, te voy a enseñar lo que es una auténtica mujer fuerte y superior a los hombres!
Teelah levantó su espada, preparada para atacar con un movimiento letal. Pero más letal fue la patada alta derecha de la licántropo blanca, que incluso destrozó la espada mágica de Teelah en cientos de pedazos y chispas amarillas.
—Por última vez, mi cuerpo es así por genética, como el de otras tantas hembras con mi misma figura... —decía Caroline con una mirada feroz y con el iris de sus ojos brillando de un amenazante color azul, mientras bajaba la pierna derecha y cruzaba los brazos con las manos abiertas—. Y segundo, me visto así porque me gusta lucir hermosa como hembra.
Antes de que Teelah tuviera tiempo de responder, su visión se tornó borrosa y escupió sangre tras recibir en el cuello un golpe de la parte lateral de la mano izquierda de Caroline, seguido de otro golpe igual con la mano derecha en el costado izquierdo. Luego Teelah sintió y escuchó las costillas de su lado derecho fracturarse ante otro golpe del mismo tipo, y su cuello crujió con el impacto de otro de esos golpes tajantes.
De forma sucesiva y con una velocidad en constante aumento, Caroline atacaba a Teelah con la parte lateral de las manos, similar a la técnica Tegatana del Karate. Pero en este caso, la licántropo blanca empleaba la técnica con las manos en ambas direcciones, atacando los costados, los hombros y el cuello de Teelah de una forma tan violenta que recordaba al movimiento Dempsey Roll del Boxeo. Y con cada golpe, el aire circulaba alrededor de las manos de Caroline, dándole a esta versión de la técnica Tegatana más la forma de los ataques de un hacha que una espada.
Era la técnica Prazdna Ruka: Nebo Sekira [Prazdna Ruka: Hacha del Cielo].
La ferocidad y velocidad de los ataques alcanzó un punto en el que Teelah ya no sabía cuántos golpes recibió ni cuántas fracturas tenía, debido a que sus órganos internos fueron aplastados y su columna vertebral hasta el cuello fue destrozada. De manera que Teelah perdió por completo la sensación en casi todo su cuerpo.
El castigo finalizó cuando Caroline levantó la mano izquierda, y la descendió sobre la cara de Teelah con tanta brutalidad que, aparte de romper el suelo con la cabeza de Teelah, también le partió por la mitad el cráneo, dándole fin a la vida de Teelah sin pena ni gloria. Era un final irónico, dado a que Teelah siempre pensó que tendría un final sin consecuencias, como una protagonista perfecta, heroica e invencible.
—Comparado con la zorra maldita, ustedes son pequeñas cachorras intentando derribar a una loba adulta —decía Caroline, levantando con lentitud la mano izquierda, que ahora goteaba sangre fresca de su enemiga derrotada—. Y ella es mucho más hembra y guerrera que sabandijas como ustedes —dijo al final, con un semblante serio que iba más allá de lo intimidante.
Todas las guerreras humanas, tanto las que estaban allí como las que recién llegaban, ahora temblaban de miedo ante la vista de la aterradora e imponente mujer-bestia que las enfrentaba. Y aunque le rezaran a Odín por fuerza, sería inútil, porque el poder de Perun y sus descendientes es por lejos superior al de cualquier dios nórdico o griego.
https://youtu.be/dIuDkPjW2ic
[Lado Oeste del Reino de Corazones].
Los campos de huertos y granjas es una zona rural bastante amplia, que en contraste con el resto del pueblo, solo tenía cabañas sencillas, establos, graneros e invernaderos. Estaba ubicado cerca de un bosque frutal de árboles de hojas rojas con manzanas verdes, limones amarillos y algunas frutas semejantes a hileras de uvas azules.
Dentro y fuera de los invernaderos había huertos cuidados de tomates tan grandes como sandías, sandías tan pequeñas como tomates, calabazas normales y blancas, arándanos tan grandes como pelotas de baseball, lechugas diez veces más grandes de lo normal, y zanahorias moradas.
Además había jardines de flores y monolitos que le daban un ambiente mágico al lugar. Incluso, a pesar de que las cabañas eran rudimentarias, fueron construidas y arregladas de manera que eran bastante acogedoras.
Era un campo de granjas muy hermoso y alegre, hasta que el enorme buque volador de guerra japonés llegó a esa zona, casi rozando los tejados de las cabañas con la superficie inferior.
Lo más alarmante fue que la nave tenía abiertas compuertas redondas cerca de la quilla y en ambos extremos, de las cuales saltaban a los techos de las casas la tripulación de la nave. Y al cabo de un rato, la enorme máquina voladora consiguió aterrizar de forma segura en un campo espacioso, aunque en el proceso aplasto tres cabañas que por fortuna habían sido evacuadas a tiempo.
No obstante, por desgracia, muchos campesinos no consiguieron huir a tiempo, porque varios de los soldados enemigos que habían salido de la nave por esas compuertas se organizaron para rodear la zona, impidiendo el escape de la mayoría de los granjeros. Y pronto toda la zona fue tomada por el ejército enemigo.
Los soldados encargados de tomar esa zona eran todos humanos, y hasta donde podía verse eran 299 de los 300 espartanos que lucharon junto al Rey Leónidas en la Batalla de las Termópilas, y les acompañaba un espartano más que cumplía el deber de ser su comandante. Con ellos venían 200 vikingos de la época de Ragnar Lothbrok, 100 samuráis de diferentes épocas pasadas, y algunos artistas marciales japoneses como luchadores de sumo, maestros de Karate y otros más.
Y siendo la gran mayoría espartanos, vikingos y samuráis, su conquista de la zona fue tal como lo hacían según sus respectivas culturas.
Gritos y llantos de angustia y desesperación hacían eco en toda la región. Podía verse a espartanos sacando a golpes de las casas a niños pequeños. Unos samuráis y vikingos derribaban puertas para saquear comida y sacar a los campesinos a la fuerza; los campesinos hombres que intentaban resistirse eran asesinados, y las mujeres eran arrastradas por el suelo siendo jaladas del cabello.
Los bebés y los niños más pequeños eran arrebatados de sus padres y hermanos mayores para reunirlos en el interior de una granja, y sacrificarlos en nombre de los dioses de Asgard. En cuanto a los demás, los que pasaban de los doce años eran obligados a dividirse entre hombres y mujeres; los hombres iban a ser ejecutados en masa, y las mujeres iban a ser despojadas de sus ropas para ser abusadas en frente de sus hijos, maridos, hermanos y padres.
Los espartanos, vikingos y samuráis, lejos de mostrar algún indicio de remordimiento, solo se estaban riendo y burlando del sufrimiento de los campesinos, como si todas esas atrocidades innombrables fuesen nada más que un simple juego.
https://youtu.be/GqVw3etrmVA
Todo era presenciado por el baghatma Gabriel Khanom, quien había llegado a los campos de granjas bajando una de las escaleras, y la visión de lo que estaba pasando lo había petrificado.
Desde que llegó a Francia, había escuchado a niños humanos e incluso adultos decir todo tipo de comentarios, que se resumían en deseos de ser como los espartanos, vikingos y samuráis, bajo afirmaciones de que eran héroes y ejemplos a seguir. Pero lo que él estaba presenciando ahora, lo había dejado en shock y con preguntas de saber quién en su sano juicio podría desear ser como las escorias que veía allí.
Entonces comprendió que los humanos que conocían a los espartanos, vikingos y samuráis en realidad solo veían el exterior perfecto, plano e idealizado, sin el más mínimo interés de mirar el horrendo e inhumano interior; los humanos solo veían la superficie, e ignoraban el interior.
Lo que estaba presenciando ahora era lo que en realidad hacían los espartanos, vikingos y samuráis; ahora mismo estaba viendo la verdadera cara de los humanos carentes de humanidad; había vuelto a ser testigo del peor lado de la raza humana, que él conocía más que bien, y esto trajo a su mente las palabras que le dijo la kumiho Kira Ginoh hace poco en capítulos anteriores...
—Tarde o temprano volverás a presenciar la auténtica depravación y la hipocresía, quizás de parte de los Falsos Humanos. Y cuando eso pase, sé que el rugido de tu bestia interna incendiara el cielo y hará caer la tormenta sobre los culpables.
Esas palabras hoy estaban cobrando sentido, tanto metafórico como literal, porque de manera inexplicable las nubes grises comenzaron a agruparse en el cielo, mientras los truenos retumbaban el aire, los relámpagos iluminaban la cruda escena que resumía lo peor de historia humana, y un fuego estaba creciendo en el corazón del baghatma.
Una niña de 12 años y su madre fueron separadas a la fuerza por dos samuráis, y por más que intentarán luchar no podían hacer más que llorar de impotencia, mientras eran sometidas al suelo por las sucias manos de esos depravados.
Y de un segundo para otro, todos los espartanos, vikingos y samuráis presentes detuvieron sus respectivas actividades, tras escuchar los repentinos gritos desgarradores de dos de sus compañeros; se sorprendieron al ver sin brazos a los dos samuráis, que hasta hace un momento estaban sometiendo a una mujer y su hija un poco lejos de las granjas.
Chorros de sangre, salidos de los brazos mutilados de los dos samuráis, salpicaron a la mujer y su hija, pero eso a ambas no les importo; la niña corrió a los brazos de su madre, y lloraron juntas por el alivio de haber sido salvadas. Entonces la mujer vio la ancha espalda del chico pelirrojo que las salvó, el baghatma Gabriel Khanom.
Y por raro que parezca, tanto ella como la niña se sintieron seguras detrás de él, como cuando una hembra herida y su cachorra son defendidas por el fuerte macho de la manada.
Los dos samuráis seguían gritando de dolor, y además pedían ayuda. Así que Gabriel sujeto cada uno de la cabeza, y los silencio estrellando el rostro de ambos contra el otro, aplicando tanta fuerza que reventó la cabeza del par de samuráis como tomates.
Gabriel había vuelto a cambiar sus ojos azules por verdes con pupila hendida, y ahora emanaban un brillo tan intenso que la misma oscuridad se alejaba de él. Esos brillantes ojos verdes observaban con atención a los Einherjar allí presentes, quienes le devolvían la mirada con absoluta alerta; algunos japoneses murmuraban la palabra "Marut", como solían hacer los humanos en toda Asia cuando se referían a los hijos hombres-tigre de Rudra.
Entonces los fieros ojos verdes de Gabriel captaron la presencia de varios granjeros inocentes, entre los cuales había niñas y mujeres que estaban siendo sometidas en el suelo por espartanos, vikingos y samuráis; algunas de ellas ya tenían el vestido casi roto por manos de esos Einherjar, y otras no podían moverse por heridas graves de haber sido golpeadas casi hasta la muerte.
Presenciar todo eso fue la chispa que despertó al Mahakala.
Deva 20%, 19%, 18%, 17%, 16%, 15%, 10%, 05%.
—He pasado tanto tiempo siendo feliz, que olvidé lo que se sentía estar así de furioso. Pero ya lo recuerdo; recuerdo lo que más odiaba...
Decía Gabriel empezando a quitarse los zapatos, lo cual sería equivalente a quitarse los guantes en el boxeo. Además, mientras hablaba, sus dientes pasaban a ser colmillos de tigre, se extendían las garras de sus manos y pies, su cabello comenzaba a levitar cual fuego y un vapor intenso estaba emanando de su cuerpo.
Asura 80%, 81%, 82%, 83%, 84%, 85%, 90%, 95%.
—Si todos ustedes están cansados de vivir, ya pueden estar tranquilos... —proseguía Gabriel arrojando los zapatos lejos, mientras mostraba un semblante iracundo, y el vapor de su cuerpo seguía creciendo hasta formar la enorme y siniestra silueta oscura de un baghatma—, porque a partir de ahora están muertos, solo que aún no lo saben.
Deva 00%.
Asura 100%.
Próximo capítulo: 1 Marut vs 700 Einherjar.
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