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Capítulo XLIV: Romance Primitivo y Puro

"...El amor les había descubierto la fragilidad y la ternura que secretamente moraba en sus almas."

—Mahabharata, capítulo XXXIV.

https://youtu.be/Ae4knQLyKPo

[Reino de Albión: Segunda Base de los Caballeros Mágicos].

El nuevo "Shere Khan" y la hija del "Lobo Feroz" tuvieron al fin el primer beso entre ambos. Luego sacaron sus dientes filosos y el tierno beso se convirtió en una violenta competencia de mordidas. Luego sacaron las garras, se desnudaron e iniciaron la preparación para el apareamiento, que consistió en marcarse el cuerpo del otro con la boca, la lengua, las garras y los dientes.

Gabriel mordía, lamía y besaba el rostro, el delgado cuello, los grandes senos, los definidos abdominales y los gruesos muslos de Caroline, y ella hacía lo mismo con el rostro, el grueso cuello, el musculoso pecho, los definidos abdominales y la pelvis de él. Todo esto, mientras se desgarraban la piel con las garras por accidente. 

Los dos terminaron revolcándose por el césped, como dos animales salvajes intentando dominar al otro; cayeron al agua del manantial, y allí continuaron esa violenta lucha. Entonces se detuvieron un momento para limpiarse la sangre y el sudor de sus cuerpos en la pequeña cascada. Además cada una de las mordidas, moretones y rasguños que se hacían se regeneraban en cuestión de segundos, dejándolos como nuevos.

Como era la costumbre, la hembra bestia quería probar a su macho bestia, para descubrir si era digno de aparearse con ella. Por lo tanto, Caroline luchaba y forcejeaba con intención de matar. El resultado determinaría cómo continuaría; por eso Gabriel se esforzó al máximo, liberando todo su salvajismo y ferocidad animal.

Después de limpiarse, reanudaron la lucha, y esta vez el baghatma logró sacar a la licántropo hembra del lago; la tumbó de espalda en el césped, donde la mantuvo sometida agarrándola de las muñecas contra el suelo a ambos lados de la cabeza. Siguieron forcejeando otros segundos, hasta que la misma licántropo blanca se detuvo para recuperar el aliento.

Aunque estuvieron lastimándose y forcejeando de forma muy ruda, sonreían como un par de niños divirtiéndose en un simple juego infantil.

—Demostraste tu fuerza y ferocidad como hombre-bestia depredador —dijo Caroline volviendo a mirar los ojos de su macho—. Definitivamente aprobaste. De todos modos, no puedo imaginar que exista otra hembra capaz de aparearse contigo, sin terminar partida por la mitad. ¡Je, je, je!

—¡Ja, ja! ¡Tú también aprobaste; aparte de ser muy testaruda y aterradora, también me haces reír! —contestó Gabriel alegre, mientras empezaba a acomodarse para iniciar el acto.

Siendo un par de jóvenes sin experiencia en absoluto sobre el tema, dejaron que sus instintos los guiarán. Y como tal, el baghatma se unió a la licántropo blanca en esa misma posición, teniendo cuidado de no lastimarla ni incomodarla.

Caroline no sintió tanto dolor como esperaba sentir, gracias al exceso de entrenamiento y esfuerzo sobrehumano que estuvo haciendo desde pequeña. Sin embargo, el sentir como si una barra ardiente, gruesa y larga de titanio entrara dentro de ella, le provocó una sensación eléctrica de pies a cabeza; no sintió lujuria como pasó con sus amigas en esa misma situación, sino una estimulante emoción competitiva.

Gabriel, al igual que sus amigos bestia en la misma situación, no sintió más que una desenfrenada emoción desafiante, aparte de un intenso aumento de calor en todo su cuerpo como si ardiera en fiebre. Pero como extra, sentía una electricidad recorriendo su columna vertebral hacia el cerebro. Y también sintió como si su órgano reproductor estuviera siendo aplastado por un túnel húmedo y frío.

Aquí se demostró la razón detrás de la gran mayoría de capacidades extraordinarias del cuerpo de las bestias macho; por ejemplo, la tremenda densidad de sus músculos y huesos, sobre todo en partes clave como la cintura, la pelvis y la espalda.

Caroline envolvió sus tonificadas piernas alrededor de la cintura de Gabriel, con tanta fuerza que incluso le causó una leve fractura en la columna vertebral. El baghatma rugió de dolor, y en respuesta agarro la estrecha y tonificada cintura de la licántropo hembra para embestirla a un ritmo profundo, rápido y fuerte, llegando a hacerle a ella el mismo daño por la fuerza de las embestidas. Luego hundió las garras de las manos y los pies en el suelo, reforzando su dominio, y la licántropo hembra enterró las garras de las manos en la ancha y musculosa espalda de él con un fuerte abrazo, en respuesta al dolor y la emoción.

Fue muy diferente a los casos de Miguel y Raven, Rafael y Elsa, y Uriel y Amitiel. Esto no era un choque de instinto animal contra amor romántico y lujuria. Esto era como el abrazo entre un volcán y un glaciar; el choque entre dos poderosas tormentas; el acto de amor puro entre un hombre primitivo y una mujer primitiva.

Prueba de eso es que los ojos de Gabriel volvieron a ser verdes como en su forma hombre-tigre, y los ojos de Caroline adoptaron el color azul frío como en su forma mujer-loba.

El baghatma pasó a rodear la estrecha cintura de la licántropo blanca con un brazo, para luego hundir los dientes en uno de los enormes senos de ella, y usar la otra mano para apretarle el otro seno. Caroline gruño de dolor, y reaccionó sujetándole con fuerza el cabello a Gabriel para hacerle mover la cabeza hacia atrás, dejando su yugular vulnerable a una mordida capaz de destrozar el acero.

Esa mordida, realizada por dientes diseñados para perforar y desgarrar la carne humana, apenas pudo atravesar los desarrollados y densos músculos del grueso cuello de Gabriel. Sin embargo, le hizo entender a éste último que no debía tomárselo a la ligera; Caroline había perdido la razón ante los instintos, como cualquier mujer-bestia, y ahora actuaba a matar.

Así que el ahora madurado hombre-bestia debía responder con más salvajismo; la sujetó del cabello, la forzó a soltarle el cuello, y procedió a devolverle la jugada mordiéndole el tonificado hombro izquierdo.

Fue una mordida capaz de aplastar tornillos de acero como si masticara golosinas. Pero los músculos densos y desarrollados de la mujer-loba evitaron que le destrozara los huesos del hombro. Entonces ella volvió a agarrarle el cabello para hacerle lo mismo, solo que esta vez él recibió la mordida de ella con otra mordida, dando lugar a un salvaje "beso", si se le puede llamar así. Además, por simple instinto, sujetaron la nuca del otro y profundizaron más en ese beso, lastimándose con los filosos colmillos en el acto. 

El baghatma podía sentir la suavidad de la piel y la dureza de los músculos entrenados de la licántropo hembra; incluso el interior estrecho de ella apretaba tan fuerte el miembro de él, que podría aplastar una barra de acero como si fuera de papel.

La licántropo hembra también sentía al completo la suave piel y los músculos extremadamente desarrollados del cuerpo del baghatma, con la diferencia de que ella sentía que estaba siendo taladrada por una barra de titanio con una fuerza capaz de romper una pared de concreto.

Ambos pensaron al mismo tiempo que, sin lugar a dudas, eran el compañero ideal del otro, porque cualquier otro hombre terminaría muriendo o por lo menos castrado en el proceso, y cualquier otra mujer terminaría siendo partida por la mitad si sobrevivía a la rudeza del apareamiento bestial.

Sin decirse palabra, los dos se detuvieron al mismo tiempo para separarse un momento, como si pudieran entenderse el uno al otro con solo verse a los ojos. Y volvieron a competir para ver quién tomaba el dominio; el baghatma volvió a ganar, logrando someter a Caroline mediante una técnica marcial para sujetarle un brazo y la cabeza desde atrás de ella.

Gabriel estrelló el rostro de Caroline contra la tierra, tal como lo haría en cualquier entrenamiento o combate. No obstante, en esta ocasión los dos estaban desnudos, y en la pelvis del hombre-tigre chocaban los musculosos glúteos de la mujer-loba. Así que no se detuvo; siguiendo su instinto volvió a unirse a su hembra en esa nueva posición, sujetándola de la estrecha cintura con una mano, al mismo que la retenía agarrándola de la cabeza, y reanudó el apareamiento a ritmo rápido. 

Caroline se acomodó para estar a cuatro patas, y entonces Gabriel la sometió acostándose encima de la espalda de ella, rodeándole el cuello con un brazo y los senos con el otro, mientras seguía embistiéndola desde atrás, luciendo como verdaderos animales en celo.

"Empiezo a entenderlo; debo dominar el ritmo, predecir lo que ella hará y lo que quiere, sincronizar mis movimientos con los de ella, y atacar sus puntos sensibles para someterla. En esos aspectos, el apareamiento es parecido a una pelea. Incluso siento que mi corazón arde y palpita de emoción salvaje", pensaba el hombre-tigre apretando los colmillos y teniendo sus mejillas un poco enrojecidas, mientras presionaba aún más su musculoso pecho contra la tonificada espalda de la mujer-loba, de manera que profundizaba más en el interior de ella.

"Está muy caliente. Es como si su cuerpo entero estuviera en llamas y me quemara el vientre. Y mi cuerpo tiembla de alegría, orgullo y emoción por la ferocidad animal de Gabriel. Es similar a una pelea por el dominio en muchas Artes Marciales, pero teniendo nuestros cuerpos unidos como uno solo. Es tan divertido y emocionante que mi mente se nubla", pensaba la mujer-loba igual de sonrojada, y sacando la lengua con una adorable expresión alegre, mientras sujetaba de manera cariñosa la mano del brazo con la que su macho la tenía agarrada del cuello.

Sentirse dominada por la fuerza y el salvajismo de su macho, aceleraba la adrenalina de Caroline a niveles desquiciados, hasta entrar en un estado mental de absoluta emoción competitiva. Gabriel también estaba pasando por algo similar; su adrenalina fluía cada vez más rápido, su cuerpo ardía de pies a cabeza, y un deseo competitivo había despertado en su corazón.

Siguieron alternando de posición según cambiaba el dominio entre ambos durante el apareamiento. Y debido a que todo era por instinto, la pareja tenía lagunas mentales sobre lo que hicieron.

Aparte del sonido de la cascada y el choque de pelvis con pelvis, no había más sonidos que los gruñidos de tigre y loba en celo; no se decían nada, no gemían ni mucho menos gritaban o susurraban el nombre del otro. Solo gruñían, respiraban fuerte y se comunicaban a través del contacto salvaje y primitivo de sus cuerpos. 

Era un romance primitivo y puro en toda regla. 

Si en algo se diferenciaba Caroline de su hermano menor Miguel, es que estaba más entregada a sus instintos naturales. Y algo que caracterizaba a Gabriel, es que desde mucho antes de ser bestia ya tenía un instinto animal muy desarrollado.

Ambos eran la definición de hombre-bestia y mujer-bestia.

Contrario a los humanos y otras razas, la cópula en las bestias no producía una sensación adictiva de placer sexual, sino la misma emoción desenfrenada que ellos sienten al llevar sus cuerpos al límite en cualquier actividad física extrema, como una pelea en la selva. Una parte de esto se debe al dolor, el esfuerzo físico y la agresividad durante el acto sexual, que ellos lo asocian con las mismas que sienten al pelear.

Y por otra parte es debido a que en su biología el coito produce una hormona especial, exclusiva en ellos, que está ligada a la emoción y diversión que sienten al pelear, por lo que para ellos no es lo bastante "adictiva" como para desarrollar un apego fuerte como los humanos pueden tener con el placer carnal. En biología humana, lo más parecido serían las endorfinas que anulan el dolor temporalmente y producen una sensación de liberación y emoción, durante un evento extremo en el que el luchador o deportista lleva su cuerpo más allá del límite físico y mental. 

Además, por extraño que suene, el apareamiento les permite a las bestias liberar la tensión y estrés que produce la abstinencia reproductiva y las situaciones estresantes. Y mantiene su rendimiento físico y mental en óptimas condiciones, como cualquier ejercicio extremo.

Dejando a un lado la parte biológica, en las bestias el apareamiento les sirve también para que la pareja "perciba" el cariño mutuo del uno por el otro, similar a los animales que pueden "percibir" hasta cierto punto las emociones de diferentes maneras; para ellos es la mejor forma en que las parejas pueden expresarse el cariño especial, la admiración y el respeto que se tienen por el otro.

Transcurrió una hora desde que la pareja inició el acto reproductivo, y ya estaban por finalizarlo.

La mujer-loba estaba sentada a horcajadas sobre el hombre-tigre, sujetándolo fuerte del cuello con una mano de forma dominante, mientras movía las caderas con intensidad, y con la otra mano le retenía un brazo contra el suelo.

El baghatma intentaba hacer que la licántropo hembra le soltara el cuello, logrando solo cortarle el ritmo a ella. Por lo que ésta tuvo que liberarle el cuello para agarrarle la otra mano; acción que él aprovechó para reunir un poco de fuerza, y levantar el torso del suelo. Gabriel se las arregló para cruzar las piernas y sentarse, con Caroline todavía unida a él, y ahora trato de liberarse de su agarre.

Sin embargo la licántropo blanca reforzó aún más su dominio, rodeando con sus tonificadas piernas la musculosa cintura del baghatma. Continuaron forcejeando por un buen rato, hasta que el baghatma movió los brazos para atraer más a la licántropo hembra hacia él, y comenzó a cubrirla de besos desde los senos hasta el cuello.

Esa acción causó que el cuerpo de Caroline estuviera al límite, y a su vez los músculos de su interior apretaran más fuerte el órgano reproductor de Gabriel, al punto de producirle tanto dolor a él como el que ella sentía con cada penetración profunda y violenta. Pero además, el agarre de ella se debilitó por un instante, el cual fue aprovechado por su macho para sujetarla de la estrecha y tonificada cintura, y ayudarla a continuar moviendo las caderas en sentones rápidos.

La mujer-loba no podía aguantar la extraña sensación eléctrica que empezaba a surgir; era como si algo estuviera por explotar dentro de ella, y por mero instinto abrazo al hombre-tigre de tal modo que estrelló la cara de él contra los enormes y redondos senos de ella, presionando todavía más sus cuerpos y, con eso, intensificando esa creciente sensación. 

Entonces, con un último y profundo sentón, el apareamiento culminó.

Caroline sintió como si un volcán hiciera erupción dentro de ella, por la dolorosa explosión caliente que llenaba su interior como lava llenando un cráter. Esto generó una sensación eléctrica en sus músculos y un escalofrío en su piel, que estremecieron su cuerpo entero con una profunda y satisfactoria relajación, como si su mente y sus músculos liberaran una pesada carga de estrés acumulado.

Gabriel sintió un tipo de relajación parecida, pero en su caso fue como ser abrazado por un viento gélido, que apago el sofocante calor en su cuerpo, refrescó sus músculos y libero de ellos gran parte del estrés acumulado. Era como un relajante y armonioso choque de fuego y hielo, o una calma absoluta después del choque de dos tormentas. En cualquier caso, eso trajo una relajación satisfactoria.  

Y lo mejor fue que al poder sentir lo que el otro sentía, para ambos fue como un clímax multiplicado por cuatro, por lo que permanecieron unos segundos sin hacer nada más que tomar largos respiros para recuperar el aliento, mientras seguían abrazados y unidos como si no quisieran separarse. Entonces la mujer-loba tomo entre sus manos el rostro de su hombre-tigre, para lamerle los labios y darle un profundo beso.

El aliento del baghatma era cálido y con sabor a uva, mientras que el de la licántropo hembra era frío y con sabor a fresa. Por lo que el contacto entre sus alientos, labios y lenguas era como un delicioso postre que ambos jamás se aburrirían de saborear. 

https://youtu.be/Fb6BwGZ5Hds

Oh mein Gott... Esto resultó mucho, mucho mejor que un entrenamiento normal... —dijo Caroline cortando el beso, con un largo respiro de por medio, pero manteniendo el rostro tan cerca de su macho que la nariz de ambos se rozaban—. ¿Listo para otra ronda?

—¿Quieres repetirlo? —preguntó Gabriel parpadeando sorprendido.

—Sí. Y esta vez en nuestras verdaderas formas. Si el sistema de ambientación de estas salas es tan avanzado como dijo Sigrun, entonces la luna artificial de esta sala podría permitirnos transformarnos.

—Supongo que sí —dijo Gabriel con un suspiro, y comenzando a sonreír con diversión—. No sé si funcionaría, pero también me gustaría intentarlo.

—¿Feliz porque en nuestra forma bestia tú eres más alto que yo, mientras que en forma humanizada es al revés? —preguntó Caroline arqueando una ceja.

—Yo no tengo problemas con que seas más alta que yo. Solo digo que será interesante, por el hecho de que nos aparearemos con el cien por ciento de nuestra fuerza libre.

—Cierto. Así será más emocionante y divertido. ¡Hagámoslo!

—¡Ja! ¡De acuerdo!

Como si estuvieran sincronizados, los dos se prepararon para entrar en su respectiva forma bestia.

En esta ocasión, fue un poco incómodo. La licántropo hembra cerro los ojos y gruño de dolor, debido a que sintió como si la "barra de titanio" dentro de ella aumentara casi el doble de tamaño y grosor, llegando a formarse un bulto en su vientre hasta que se completó la transformación de ambos. No había dudas de que, si fuera una mujer humana, su interior se habría partido. Y de no ser por la biología bestia del baghatma, éste habría perdido su órgano reproductor por el fuerte y estrecho interior de su hembra.

—¿Cómo te sientes? —preguntó Caroline abriendo un ojo, todavía adolorida en el vientre, y agarrando los grandes y fuertes hombros del baghatma.

—Como si un túnel de acero húmedo y extremadamente frío me la estuviera aplastando —dijo Gabriel con humor divertido, aunque denotaba dolor e incomodidad.

—¡No, imbécil! —dijo Caroline soltando una carcajada y golpeando el pecho de su macho—. Hablo de tu... verdadera naturaleza. ¿No sientes que puedes perder el control? Me preocupa que por hacer esto, sin tu collar, tu lado Asura vuelva a descontrolarte.

—Puedes estar tranquila. Aun no estoy seguro de cómo funciona mi dualidad Deva-Asura. Pero la verdad es que no me siento igual a cuando desperté mi poder Asura... Es casi igual al día de la prueba final de San Bestia... cuando libere por primera vez mi parte Deva.

—¿En qué sentido?

—Cuando libere mi parte Asura, todo lo que sentía era furia. Pero no una normal; era como si cada segundo que pasara, esa furia creciera sin límite aparente, y a medida que aumentaba también lo hacía mi fuerza y resistencia, a costa de perder mi velocidad. No se notó al inicio porque tenía activado el Meng Amok, pero mi velocidad fue decayendo poco a poco. Y, ahora que lo pienso, creo que fue gracias a ese aumento de fuerza y resistencia que mi primer Tuphanu Garjana no me lastimó tanto como en nuestra pelea con Kira.

—Ya veo. Tiene sentido. ¿Y qué hay de tu lado Deva?

—Con mi lado Deva es lo contrario; me siento feliz y en paz, lo cual me hace sentir mucho más rápido y preciso al moverme, quizás sea algo literal. No obstante, en ese estado siento que mi fuerza y resistencia se reducen considerablemente. Me sentí así al final de la pelea contra Ezequiel, también cuando pude luchar a tu lado contra Kira y... ahora que estoy haciendo esto contigo. ¿Puedes sentirlo a través de... esto?

—Sí —contestó Caroline, frotando la nariz de su cabeza de loba con la nariz de la cabeza de tigre del baghatma—. Es una felicidad y paz maravillosa, como si estuviera sentada en un bosque, escuchando el canto de los animales bajo la cálida luz del sol.

—Más o menos me siento así.

—Pero si las estadísticas de tu poder cambian en relación a tus emociones, ¿qué pasaría si hallaras algo como un "punto intermedio"? ¿Si no estás muy enojado ni tampoco demasiado feliz?

—Creo que eso sería la "llave" para liberar algo más... —dijo Gabriel, abrazando la estrecha y tonificada cintura de la licántropo hembra—. Pero no me preocuparía por eso ahora, loba feroz.

—Claro. Preocúpate mejor en seguirme el ritmo, Shere Khan —dijo Caroline, al final lamiendo la nariz del baghatma con cariño, y éste responde haciéndole lo mismo a ella.

La pareja volvió a abrazarse, y cerraron los ojos para dejarse llevar por la calidez de sus cuerpos presionándose el uno contra el otro, mientras reanudaban el apareamiento a un ritmo lento, para acostumbrarse a hacerlo en forma bestia.

—Si hacemos esto por lo menos cuatro veces a la semana, podría considerar dejarte tener tres o cuatro concubinas —dijo Caroline, agitando las orejas y la cola de manera alegré, mientras seguía moviendo las caderas.

—Caroline... —dijo Gabriel con un gruñido molesto y frunciendo el ceño, sin dejar de ayudar a su hembra a mover las caderas.

—Solo quiero decirte que en el futuro puedo estar dispuesta a tener "hermanas" de harem —dijo Caroline abriendo los ojos, y denotando un humor jovial respecto al tema—. Sé que en Asia era muy común los harems compuestos por una esposa y un grupo de concubinas. Por ejemplo, los emperadores chinos, los reyes de Siam y también algunos gobernantes de la India tuvieron muchas hembras, tanto por motivos de preservar linajes como por motivos personales o de unir tribus. También sé que en Corea existió un sistema, similar al que tenía China, que permitía a los machos tener un número determinado de concubinas, dependiendo de qué tan alto sea el estatus del macho en el reino.

—¿Kira te dijo todo eso? —preguntó Gabriel abriendo los ojos con otro gruñido enfadado.

—Sí, y supongo que fue para fastidiarme. Pero también investigue sobre Asia para conocer más tus raíces ancestrales, y entender cómo son las relaciones amistosas y de parejas en esas tierras.

—Parece que desde hace un tiempo querías estar preparada, en caso de que nuestra relación avanzará.

—Pues... más o menos —contestó ella, bajando las orejas de forma adorable y penosa—. No estaba del todo segura que esto pasaría. Pero por si acaso, quise conocer lo fundamental de estos temas en Asia, para no hacer algo que se malinterprete o te moleste.

—Nada de lo que haces me molestaría realmente, incluso aunque comas con la mano izquierda.

—¿Qué pasa con la mano izquierda al comer?

—De donde vengo, se considera irrespetuoso comer con la mano izquierda, porque la empleamos para la higiene personal, tocar cosas sucias y realizar tareas desagradables.

—Uhhh... Me disculpo por todas las veces que comí con la mano izquierda frente a ti. No es que yo sea zurda. En realidad estoy acostumbrada a usar ambas manos, porque soy ambidiestra.

—Ya sabía que lo eras, por la forma en que usas tus extremidades al pelear. Y es curioso, porque yo también soy ambidiestro.

—¡¿Tú también lo eres?! —exclamó Caroline levantando las orejas, abriendo mucho los ojos y mirando de reojo la cabeza de su macho.

—Desde que tengo memoria. Pero regresando al tema anterior... Lo del harem es la otra parte que me preocupaba. Eres una hembra maravillosa; demasiado para alguien como yo. Y no quiero que tengas una vida así conmigo.

—Solo porque muchos avatares anteriores tuvieron varias esposas, ¿crees que no mereces ser feliz conmigo por la probabilidad de que tengas una vida matrimonial como la de ellos?

—Sí —dijo Gabriel, acariciando el suave pelaje de la espalda de la mujer-loba con cariño, denotando preocupación y culpa.

—Pero hubo algunos avatares que tuvieron una sola esposa —decía Caroline, estremeciéndose ante las caricias de su hombre-tigre, lo cual demostró agitando más rápido la cola—. Por ejemplo, el avatar que tomó como esposa a la heroína china Hua Mulan. Y hubo otros que tuvieron dos o tres esposas como máximo. Nada asegura que vas a tener un harem. Y aunque lo llegaras a tener, no necesariamente van a ser siete, nueve o hasta veinte esposas y concubinas.

—De todos modos, no estoy seguro.

—Sea cuál sea tu caso, no debes negarte a la felicidad. Gabriel, ya has sufrido en soledad por demasiado tiempo... Al menos permíteme hacer este viaje contigo, sufrir a tu lado y ayudarte a salir de las tinieblas, para demostrarte que puedes ser feliz, porque ya no tienes que estar solo nunca más.

—Desearía poder llorar ahora, para demostrarte lo feliz que estoy por haberte conocido. Pero hace años que mis lágrimas se han secado por completo, y ahora solo puedo tenerlas en sueños —decía Gabriel con una voz quebrada, y sintiendo un calor picoso en sus brillantes ojos verdes.

De repente la licántropo hembra empujó el pecho del baghatma para acostarlo de espalda al suelo con un poco de brusquedad. Luego ella se acomodó para volver a estar sentada a horcajadas encima de él.

—Entonces demuéstralo con tu cuerpo. Tenemos cuatro horas antes de dormir. Y las aprovecharé al máximo para marcarte como mío, porque harem o no, yo seré la esposa oficial.

Dijo la licántropo hembra, bajando la barbilla con una sonrisa orgullosa, pero manteniendo una tierna mirada con sus ojos azules resplandeciendo como estrellas en un cielo nocturno. Apoyó sus manos en los abdominales del baghatma, con la luz de la luna artificial haciendo brillar su hermoso pelaje blanco como la nieve, mientras delineaba su voluptuosa figura de mujer delgada, alta y esbelta con pechos grandes. Incluso su cabeza, aunque era de una loba, tenía rasgos suaves y femeninos bastante encantadores a los ojos de una bestia.

A los ojos humanos, ella era una criatura incomoda de ver. Pero a los ojos del baghatma, ella era una inusual y fascinante combinación de ternura, belleza sobrenatural e imponente figura; tanto que sus instintos volvieron a encenderse, pero él decidió controlarlos unos minutos para seguir contemplando tan hermosa vista de la licántropo hembra, quien había empezado a mover las caderas para seguir el apareamiento, mientras la cola de ambos se enrollaban igual que cobras amantes.

La pareja volvería a repetir la acción y las posiciones que hicieron, pero ahora en sus formas bestias. Y resultó mucho más violenta que en sus formas humanizadas, de manera que duraron casi tres horas enteras apareándose; al final regresaron a sus formas humanizadas, y se dedicaron a besarse, acariciarse y abrazarse en el césped del suelo, sin salvajismo ni lujuria, solo cariño puro entre ambos, como una verdadera pareja de animales que se expresa el cariño mutuo con caricias y lamidas, hasta caer dormidos en un sueño tranquilo.

Se despertaron a la mañana siguiente, dándose cuenta de que se quedaron dormidos en la sala de spa. Y sin perder tiempo se dieron juntos un baño en el lago, para limpiarse cualquier aroma que evidencie lo que sucedió entre ambos. Luego regresaron a su habitación privada en la base, justo a tiempo para hacerles creer al equipo 1 que volvieron antes y pasaron la noche allí. 

Aunque, desde la perspectiva de la pareja, no sabían qué era mejor; que el equipo creyera que ellos dos durmieron juntos en un cuarto, o que pasaron la noche en una sala de spa. 

De todos modos, Gabriel y Caroline querían esperar un poco más antes de darle la noticia al clan sobre el gigantesco paso que dieron en su relación, porque primero estaba la misión, y además el Avatar de Rudra quería estar cien por ciento seguro de si iba a poder ser feliz ahora. 




Próximo capítulo: Ataque de los Einherjar.

Nota del Autor: debido a las nuevas pautas de la plataforma dejo esta nota para aclarar que los personajes Gabriel y Caroline, como bestias, ya son mayores en edad humana.  

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