Capítulo XLIII: Sinceridad a Golpes
"El descontento se reflejaba en la actitud de Madre Loba y su pareja."
—El Libro de la Selva, de Rudyard Kipling.
https://youtu.be/3iHxXvkMezI
[Once Horas Atrás. Reino de Albión: Segunda Base de los Caballeros Mágicos].
La pelea entre Gabriel y Caroline continuo durante media hora; por momentos el baghatma dominaba a la licántropo hembra en Artes Marciales, reflejos, agilidad y técnica, hasta que ésta última terminaba adaptándose y comenzaba a dominarlo a base de talento innato, hasta que el primero se adaptaba y volvía a dominarla.
A pesar de que era un entrenamiento, los dos se estaban atacando con todo, sin recurrir a la magia o al Prana.
Codazos invertidos, horizontales, verticales y diagonales.
Golpes directos con puños, garras y palmas abiertas.
Rodillazos frontales, angulares y aéreos.
Patadas horizontales, invertidas y bajas.
Ganchos, zarpazos y uppercut con el puño o la mano abierta.
Empleaban variaciones de cada uno de esos tipos de ataques en diferentes combinaciones majestuosas, siendo los de Gabriel al estilo Kalaripayattu y Muay Boran, mientras que los de Caroline eran de ese misterioso Prazdna Ruka, que parecía un híbrido entre el Karate japonés y un sincretismo de artes marciales rusas/eslavas conocido como Система (Systema).
Se atacaban con tanta agresividad que apenas bloqueaban y esquivaban algún ataque. Pero lo más importante era que, en contraste con entrenamientos anteriores, esta era la primera vez que estaban tan igualados.
Detuvieron sus ataques al mismo tiempo retrocediendo un par de pasos, con la misma idea de tomar un breve respiro; tenían magulladuras, cortes y moretones en casi todo el cuerpo, además de sangre, pero al rato cada una de esas heridas fue desapareciendo, quedando sólo la sangre como recordatorio de lo brutal que fue el combate.
—Rayos... Pase por tantos entrenamientos infernales, mi poder aumentó gracias a que estuve al borde de la muerte dos veces, y domine las bases del Muay Boran, pero aun así tu poder sigue siendo superior al mío —dijo Gabriel sonriendo con el ceño fruncido, entre largos respiros, mientras estaba en una postura que recordaba a la guardia del Muay Thai.
—Pero te has hecho mucho más poderoso... Antes tus puños no eran tan fuertes como ahora —contestó Caroline también sonriendo con el ceño fruncido y tomando largos suspiros, mientras estaba en una postura semejante a la guardia del boxeo—. Sí, todavía soy un poco más fuerte que tú en términos de velocidad y agilidad. Pero ahora estamos igualados en fuerza física. Y tu habilidad con las Artes Marciales es superior a la mía. A este paso me alcanzarás en todos los aspectos, y hasta podrías dejarme muy atrás.
—¡Ja, ja! Hoy estás muy "modesta", a menos que quieras ilusionarme para burlarte de mí luego de aplastarme sin piedad.
—¡Estoy siendo honesta contigo, pedazo de bobo! —dijo Caroline, antes de reanudar la pelea acercándose con la pierna derecha lista para una patada horizontal. O eso creyó Gabriel, porque al momento de cubrirse con el brazo izquierdo, sintió un fuerte golpe en el hombro izquierdo que lo desoriento un poco.
A la mitad de la patada, Caroline movió la rodilla hacia abajo, y con ello levantando el pie hacia arriba, para luego descenderlo en el hombro izquierdo de Gabriel. Fue un tipo de patada muy parecida a la conocida como "patada brasileña", empleada en el Karate estilo Kyokushinkai fundado en 1953 por el maestro japonés de origen coreano Masutatsu Oyama.
—¡Hoy quiero ser honesta contigo! —decía Caroline mientras levantaba el brazo izquierdo y lo descendía en un poderoso golpe vertical, usando la parte lateral de la mano izquierda para simular el tajo de una espada, muy similar a la técnica Tegatana (Mano Katana) del Karate.
Gabriel logró cruzar los brazos encima de la cabeza para bloquear el ataque a tiempo. Pero eso no evitó que sufriera fracturas leves en los antebrazos y fuera obligado a estar casi agachado, aparte de que la nieve alrededor se dividió en dos lados, todo por la fuerza del golpe. Sin embargo, él apretó los dientes y se apoyó en la fuerza monstruosa de sus piernas para no ceder.
—¡Y también quiero ser honesta conmigo misma! —prosiguió Caroline luciendo furiosa y ansiosa.
—¡¿De qué hablas ahora?! —preguntó Gabriel adoptando una expresión seria. Y su primera respuesta fue un rodillazo en el costado izquierdo que le fracturó al menos un par de costillas, basándose en el dolor que sintió enseguida.
—¡Gabriel, he sentido tus sentimientos a través de tus puños! —dijo Caroline continuando con su feroz ataque.
Lo siguiente que el baghatma sintió fueron fracturas leves en hombros, clavículas y el esternón, luego de recibir un veloz combo de golpes con la palma abierta en los hombros, cuello, pecho y estómago. Aunque su factor curativo regeneraba las fracturas en segundos, no hacía nada para aliviar el dolor. Pero aparte del dolor, también podía sentir algo más en aquellos golpes.
—¡¿También sientes mis sentimientos?! —preguntó Caroline continuando con uno de sus devastadores puñetazos derechos, uno cargado de un Chi con forma de agua cristalina que simulaba el golpe de una ola del océano.
Una ola que se detuvo al chocar contra una montaña inamovible, personificada por el Chi envuelto en el codo izquierdo de Gabriel, quien prosiguió con un codazo derecho en el rostro de ella, y luego la hizo retroceder un par de pasos con una patada frontal en el estómago al estilo Muay Boran.
—¡No lo sé, Caroline!
Respondió Gabriel , antes de darse la vuelta para realizar una voltereta hacia atrás y descender su pie derecho sobre la cabeza de Caroline, de tal manera que estrelló la cara de ella contra el suelo. La licantropo blanca se levantó de inmediato para atacar, pero el golpe anterior la dejó tan desorientada que, aparte de tambalearse, no pudo reaccionar ante el brutal rodillazo aéreo que golpeó su rostro y la derribó.
—Estoy concentrado en no sentir cómo tus puños fracturan mis huesos una y otra vez —contestó Gabriel, escupiendo sangre al final y retrocediendo un par de pasos, con los puños al frente y los pies separados lo suficiente para distribuir el peso, similar a una de las posturas tradicionales del Muay Thai.
—¡Grrr, no seas imbécil ahora, solo...! —decía Caroline levantando el torso de la nieve, y escupiendo sangre con algunos dientes, los cuales serían reemplazados en pocos segundos. Entonces toma una pausa para cerrar los ojos, sentarse bien y tranquilizarse con un resoplido, antes de volver a mirar al chico tigre. —Gabriel, solo sé honesto conmigo, por favor —pidió ella un poco más relajada y con la voz temblorosa.
El joven-tigre iba a decir algo para tratar de desviar el tema. No obstante la imponente mirada severa de Caroline lo hizo cerrar la boca, y reconsiderar lo que tenía que decir. Así que bajó los brazos y, con un resoplido, se armó de valor para hablar con honestidad y seriedad.
https://youtu.be/zxlzmZS9NEM
—Sí... Sentí tus sentimientos...
—¿Y...?
—Caroline, la verdad es que no tengo idea de cómo debería actuar en esta situación. Sabes bien que detesto el dramatismo y jamás estuve con otras hembras antes. Incluso cuando era humano solo pensaba en sobrevivir un día más.
—Si te sirve de consuelo, estoy en la misma situación que tú. Por obvias razones, esto es algo nuevo para mí, y ni siquiera sé por dónde empezar —dijo Caroline sonriendo con sarcasmo y poniéndose de pie con notable esfuerzo—. Así que... ¿Qué tal si solo hablamos con honestidad?
—¿Quieres que sea honesto? Todo lo que he dicho de ti, que eres fuerte, maravillosa, inteligente, ruda, divertida y feroz, es todo lo que pienso y creo en realidad. Eres una peleadora talentosa y poderosa, que me ha motivado a ser más fuerte y trajo una emoción sin igual a mi vida.
—Tú también eres un peleador extraordinario. He tratado de hacerme más fuerte para no quedarme muy atrás de ti. Pero en solo unos meses ya me has vuelto alcanzar. Tienes verdadero talento, y esa tenacidad de jamás rendirte es tu mayor fortaleza, y lo que más me motiva —Caroline baja la barbilla por nerviosismo y entrelaza los dedos frente a su vientre—. Además... Sé que sonaré superficial, pero la verdad es que también me encanta tu cabello y pelaje rayado pelirrojo. Y adoro tus ojos verdes.
—Si es así entonces, para igualar las cosas, debo confesar que también me cautivan el color plateado y azul que adoptan tus ojos. Y me fascina el color blanco de tu verdadera forma. Pero...
—¿Qué pasa? —Caroline se preocupa al notar la mirada temerosa y triste de Gabriel. Una mirada que ella muy rara vez ha visto en él, por el afán de éste en mostrarse fuerte.
—Yo... tengo miedo —confesó Gabriel desviando la vista al suelo—. Todo lo que conocí desde que nací fue violencia. De no haberme convertido en una bestia, tal vez me habría convertido en un asesino que se desahoga infligiendo dolor a los demás. Incluso como bestia soy un desastre.
—¿Todavía sigues teniendo una percepción tan negativa de ti mismo?
—Estoy siendo honesto, como pediste que fuera. Y honestamente, soy un animal rabioso e impulsivo, cuyas acciones irresponsables crearon no sé cuántos enemigos, no siente remordimiento por haber matado a sus propios progenitores, no es un estúpido defensor de los débiles ni nada parecido a un maldito héroe glorificado e idealizado.
—¿Por eso niegas la posibilidad de llevar nuestra amistad a algo más? ¿Temes que tus propios defectos arruinen nuestra relación?
—En parte sí —contestó Gabriel rascándose detrás de la oreja izquierda.
—¿Y qué tal si te digo que yo estoy dispuesta a caminar a tu lado, aun con todos tus defectos?
—Preferiría que no.
—¿Por qué? —preguntó Caroline en un instante pasando a transmitir pánico y desilusión en su bello rostro y voz.
Gabriel no respondió, y antes de que pudiera hacerlo, se vio obligado a cubrirse con los brazos para protegerse de otra lluvia de puñetazos de la mujer-loba, quien ahora atacaba con un estilo agresivo y casi carente de técnica.
—¡¿Acaso me falta algo para ser "aceptada" por tu instinto reproductivo?! —decía Caroline descargando su ansiedad y enfado en la lluvia de golpes que lanzaba, teniendo además sus ojos de color azul y sus colmillos lobunos—. ¡¿O es que hay algo de mí que te incomoda?! ¡Responde, maldita sea! —exclamó ella alzando el puño derecho en un devastador uppercut que levantó la guardia de Gabriel, dejando el rostro de él vulnerable por un instante.
Caroline apretó el puño izquierdo e impactó un poderoso gancho en la mejilla derecha de Gabriel, a costa de recibir ella también un puñetazo derecho en la mejilla izquierda que le volvió a volar un diente.
—¡No es nada de eso! —respondió Gabriel con un rugido furioso de tigre casi semejante a un trueno, ahora teniendo sus colmillos y ojos verdes de tigre, mientras levantaba la pierna izquierda en una feroz patada contra el hígado de la licántropo blanca.
Incluso una bestia como Caroline tuvo que retroceder un paso por recibir un golpe de tal magnitud en el hígado, que además le fracturó varias costillas. No obstante su biología de bestia la hizo recuperarse lo suficiente para adoptar una postura encorvada, con el peso bien distribuido y equilibrado sobre sus piernas separadas, como una depredadora lista para abalanzarse sobre su rival.
Para su sorpresa Gabriel adoptó una postura muy parecida, solo que con los brazos posicionados de manera parecida al llamado "Estilo Tigre" del Kung-Fu. No fue que él estaba copiándola a ella; esa era una postura propia del estilo Pashu Kalari de él, que hasta ahora no había mostrado.
Entonces comenzó a caer una llovizna de sangre, luego de que Gabriel y Caroline se impulsarán cual balas contra el otro y sintieran como si una bala de cañón les golpeara el rostro, destrozándoles la nariz y algunos dientes, debido a que se atacaron al mismo tiempo con un golpe directo simultáneo; otra llovizna de sangre cayó luego de que ambos se golpearan el rostro con un uppercut simultáneo, que le continuó un gancho simultáneo.
Después tuvieron la misma idea de sujetarse las manos del otro, por lo que terminaron en un forcejeo intenso, mirándose cara a cara como animales furiosos, mientras la energía Chi emanaba de sus cuerpos y la nieve alrededor de ellos levitaba.
—¡Respóndeme, gato maldito! ¡¿Es por qué ya tienes en mente a otra hembra, y quieres conformarte con una sola porque te rehúsas a tener un harem?! —preguntaba Caroline con auténticos ladridos furiosos de loba, mientras lágrimas brotaban de sus ojos y se deslizaban por sus mejillas sonrojadas, por la suma de emociones como vergüenza, frustración y tristeza.
Verla así y escuchar sus acusaciones, le produjo un terrible dolor en el pecho al Avatar de Rudra, que lo hizo enojar.
—¡¡Ya cierra el hocico por un momento!! —exclamó Gabriel más como un rugido estruendoso que palabras humanas, mientras chocaba su frente con la de la licántropo hembra en un fuerte cabezazo que resonó en todo el lugar artificial.
El golpe solo les causó a ambos en la frente un moretón con un corte poco profundo, que sanarían en unos segundos. Pero antes de que ella cayera al suelo, un horrible dolor recorrió sus órganos internos y huesos al sentir una patada baja en la rodilla izquierda que la desestabilizo, un golpe de palma abierta en el estómago que la hizo bajar la cabeza, un codazo debajo de la barbilla que levantó la cabeza de ella otra vez, y por último un golpe de codo en la tráquea que la tumbó espalda en la nieve.
Caroline tenía las costillas, el esternón y las clavículas fracturadas, además de un severo daño en sus órganos internos y en la tráquea. Y aunque su factor curativo ya estaba trabajando en sanarla y hacerle crecer nuevos dientes, estaba tardando más de lo habitual por la acumulación de daño; sin duda fue más daño de lo que ella le causó a él durante la violenta pelea.
—Escucha loba idiota, para mi instinto eres más que perfecta... Y, aparte de mis hermanas y mi madre adoptiva, eres la hembra que más aprecio en mi vida. Pero hay una razón por la que tengo miedo de llevar nuestra amistad a algo más... —decía Gabriel tomando largas bocanadas de aire, con sus hombros subiendo y bajando, como señal de lo intenso que resultó el final del combate. Incluso empezaba a tener gotas de sudor en el cuerpo. Y al final escupió sangre con algunos dientes rotos que su factor curativo ya termino de reemplazar.
—¿Y cuál es esa razón, Gabriel? —preguntó Caroline tras escupir sangre y algunos dientes rotos ya reemplazados. También tenía gotas de sudor en el cuerpo, y empezó a abrir sus ojos, aun azules, para ver los ojos verdes del baghatma.
La licántropo blanca se apoyó en un brazo para levantar un poco el torso, mientras seguía sobándose la frente con la otra mano. De manera que ella lo miraba a él desde abajo, con la luz de la luna encima de ellos en medio de un cráter de nieve.
—Caroline... Yo realmente aprecio mucho la amistad que tengo contigo. Y me da miedo arruinarla con un pésimo y forzado romance.
Esas palabras hicieron que la licántropo blanca abriera mucho los ojos en un estado de shock, porque era el mismo tipo de miedo y pensamiento que ella tenía en torno a la idea de lo que se estaba hablando ahora. Incluso recordó que dijo algo similar frente a sus amigas en el barco Draco Wang en capítulos anteriores...
—Yo realmente aprecio mucho la amistad que tengo con Gabriel. Y me da miedo arruinarla con un pésimo y forzado romance con él.
"Así que tú también tenías el mismo temor... Ambos pensábamos lo mismo todo este tiempo... Tremendo par de bobos hemos sido", pensaba Caroline con las cejas temblorosas, riéndose por dentro y, poco a poco, esbozando una tierna sonrisa de creciente felicidad, a la vez que se ponía de pie.
—Parecerá una tontería. Pero prefiero sacrificar ese posible futuro, a que se arruine nuestra amistad... —decía Gabriel cerrando los ojos, lo cual fue un grave error, porque la licántropo hembra lo silencio con un sorpresivo puñetazo en el rostro, que lo hizo caer sentado en la nieve.
—¡Imbécil, no tienes que sacrificar nada, porque ahora lo sé con certeza; mis instintos te reconocieron como mi compañero alfa! —gritó Caroline apretando los puños, con una inusual mezcla de furia, determinación, felicidad y nerviosismo en su voz, mientras más lágrimas brillantes se deslizaban por sus mejillas sonrojadas.
"¿Qué rayos...?", se preguntó Gabriel en la mente, mirando a la licántropo hembra, boquiabierto y tan desconcertado por lo que acaba de escuchar de ella.
—¡Si te aterran tus defectos, entonces yo estoy en tu misma situación —decía Caroline con la mirada baja—; sé que puedo ser muy mandona, necia, insegura con las relaciones, orgullosa y muy violenta, además de ignorante en muchos temas y bastante "territorial"! Pero aun así, quiero compartir mi vida, mis metas y mis sueños contigo, porque estoy dispuesta a caminar a tu lado con todos tus defectos. Y si no quieres aceptarme por los míos, lo puedo entender.
—Escucha lobita idiota, si yo no soportara tus defectos, habría escapado de ti hace mucho tiempo —dijo Gabriel sonriendo con buen humor y cruzando las piernas—. Pero ¿qué crees? Aquí sigo, dispuesto a enfrentarte y acompañarte a la cima, porque eres la única a la que considero mi única digna rival y... la "luna" que me enseñó a volver a amar.
—Puedo decir también algo similar. Si para ti yo soy la "luna", entonces para mí tú eres el "sol" —dijo Caroline sonriendo de nuevo y teniendo problemas para mirar de frente al baghatma por timidez—. Gabriel, ¿me perdonarías si llego a herirte mucho?
—Oye tú podrás ser como un huracán en el océano. Pero te recuerdo que yo soy como una tormenta de fuego.
—¿Y si un día cocino algo que no te gusta o te enferma?
—He pasado días comiendo pescado crudo y frutas horribles. Cualquier comida preparada por tus manos, para mí será como la Carne Celestial y el Durazno de la Inmortalidad.
—Si de repente me pongo muy sobreprotectora contigo, como lo es mi hermano conmigo, ¿no te molestaría?
—Claro que no. Al contrario; lo encontraría muy tierno, porque demuestra que te preocupas mucho por mí y me quieres. Además trataría de ayudarte a superarlo.
—Y si me molesto contigo por una estupidez o un malentendido, y te pateo fuera de nuestro lecho de pareja para que vayas a dormir al sofá, ¿también me perdonarías?
—¡Ja, ja, ja! He pasado meses durmiendo en las ramas de un árbol, en un montículo de hojas y en tierra fría. Para mí un sofá sigue siendo mejor que dormir en el suelo —dijo Gabriel con una sonrisa de diversión sarcástica, y Caroline también se ríe. No obstante el joven-tigre de repente cambia a un semblante más serio y preocupado. —Pero ya estás hablando muy a futuro. ¿Y si esto no funciona? ¿Qué tal si por intentar llevar nuestra relación a lo otro, se arruina la amistad entre nosotros dos?
—Gabriel, tú ya no eres humano, ni tampoco yo lo soy. Eres un hombre-tigre, y yo una mujer-loba. Y es tiempo de que dejemos de pensar como humanos bobos, para actuar como los peleadores bestias que en realidad somos —dijo Caroline con más seriedad, para entonces armarse de confianza con un profundo respiro, antes de volver a dirigir la vista a los ojos del baghatma con más determinación—. La maestra Kondo dijo que tu fertilidad estará "bloqueada" hasta que se complete tu maduración como avatar. Por eso creo que debemos aprovecharlo ahora que tienes mi permiso.
—¿Permiso de qué...? —preguntaba Gabriel confundido, y entonces sus ojos verdes brillaron de sorpresa al entender lo que quiso decir la chica-lobo—. Caroline, ¿la luna llena artificial de este lugar te está afectando? ¿Por qué querías hacer algo tan drástico como eso? ¿Y ahora?
—He escuchado mucho a los humanos y a mis nuevas amigas hablar de eso que llaman "amor romántico". Y esto que siento cuando estoy contigo, es muy parecido a eso; antes deseaba conocerte en mayor profundidad, y ahora siento un fuerte deseo por tocar e inspeccionar cada musculo de tu cuerpo, quiero morderte para saborear tu carne, y deseo unir nuestros cuerpos para medir nuestras fuerzas. Esto es lo que siento como bestia hembra y peleadora de nacimiento. ¿Lo entiendes? ¿Tú también sientes lo mismo por mí?
Gabriel no respondió de inmediato por la sorpresa que tenía; Caroline acababa de describir casi lo mismo que él siente cuando la ve o piensa en ella.
"Ahora que lo pienso, jamás me sentí así por otra hembra, que no fuese Caroline. Ni siquiera por Raven o Erzuli, y ellas también son hembras extraordinarias. Tampoco sentí algo por la amiga de Rosabella, esa chica llamada Cinder, y a ella la conocí antes que a Caroline...", fue la línea de pensamientos del baghatma, y entonces su mente captó algo que había ignorado hasta ahora.
Si algo es bien sabido sobre el nuevo avatar de Rudra es que, desde que llegó a la madurez sexual como hombre-tigre, sus instintos jamás lo incitaron a fijarse en las otras hembras que veía en su camino. No lo incitaron a sentirse atraído por las mujeres-bestia en la Sede Japonesa de San Bestia, e inclusive no sintió algo similar por las chicas del grupo Twilight Maidens.
En su vida humana jamás supo cómo era estar enamorado. Pero lo que sí sabía es que este sentimiento era diferente al de cualquier otro que haya sentido por otros oponentes: con Miguel, Rafael, Jofiel e incluso el licántropo Joel, solo sentía respeto y admiración como peleador.
Lo único parecido a una sensación de atracción sexual como la de los humanos, era lo que sentía por Caroline; quería pelear con ella toda la vida, tocar cada parte de su cuerpo, morderla para marcarla como su "rival" favorita, y no se aburría de estar a su lado.
"Nunca vi a otra hembra como veo a Caroline. No lo había pensado, básicamente porque no estaba seguro de cómo funcionaba mi instinto reproductor... Pero ahora lo sé...", pensaba Gabriel con una cara de absoluta sorpresa.
Como auténticas bestias, el hombre-tigre quería aparearse con la mujer-loba, y ésta quería aparearse con él. Era un sentimiento mutuo; solo faltaba ser correspondido.
https://youtu.be/fQCkU56FrUk
—Sí, siento lo mismo que tú... —contestó Gabriel con un suspiro rendido, cerrando los ojos y bajando la mirada, para entonces esbozar una sonrisa divertida.
—Entonces, para evitar que estemos "estancados" en nuestra relación, debemos tomar el riesgo y la responsabilidad cruzando esa línea, y marcarnos como pareja bestial, para que podamos ser felices. ¿Cuál es tu elección?
—Rudra le enseñó a Buda Gautama que el sufrimiento es opcional y la felicidad está en nosotros mismos, sin cortar los lazos con la familia y el pasado que construyeron nuestro presente y nos conducen al futuro... Ya estoy cansado de seguir sufriendo... —dicho esto, Gabriel levantó la vista y cerró los ojos, con las mejillas de un adorable color rojizo, para mostrar una sincera sonrisa que enterneció a Caroline—. Así que voy a elegir luchar por mi felicidad: hagámonos adultos juntos, como bestias.
Tan pronto como el nuevo Shere Khan y la hija del Lobo Feroz llegaron a un acuerdo, apagaron el sistema de personalización de la sala de entrenamiento y salieron de la sala para entrar al cuarto de baño ubicado al lado.
El baño de aguas termales era un poco parecido a la sala de entrenamiento, solo que un poco más pequeña, el suelo era de tierra con césped y algunos arbustos y árboles incluidos, mientras que las paredes parecían estar hechas de piedra como una cueva, pero el techo era de un metal blanco con formaciones de líneas en hexágonos y cristales cargados con luz solar.
En frente de una pared rocosa se encontraba la amplia bañera, que lucía más como un manantial que una bañera o piscina en sí, ya que contaba con una pequeña cascada, además de humeante agua caliente. Al lado estaba un armario de madera con los artículos de baño. Y en un rincón yacía un pequeño cuarto privado de madera en el que se podían hacer las necesidades biológicas.
Como era de esperarse, la Sociedad Sobrenatural ya contaba con versiones avanzadas del jabón, el champú, la esponja e incluso el papel higiénico y el inodoro, los cuales no se diferenciaban mucho de los más conocidos y modernos que desarrollaría la Sociedad Humana; como por ejemplo el inodoro moderno con descarga de agua, cuyas bases fueron sentadas con el prototipo construido por Alexander Cumming en 1775 y mejoradas por Joseph Bramah.
Siendo este el cuarto de aguas termales de una fortaleza, dentro de un reino de magia y ciencia, era obvio que tendría todas las comodidades más avanzadas en lo que respecta la higiene. Y al igual que con la sala de entrenamiento, el cuarto de baño contaba con un sistema de personalización propio; uno más simple que funcionaba solo para cambiar el techo y la temperatura del agua, con el fin de darle al cuarto un ambiente de cueva subterránea o un manantial al aire libre.
En este caso la pareja tigre y loba personalizó el techo para que fuese un cielo despejado en tiempo nocturno con la brillante luna llena, como si fuera el paisaje sacado de un cuento de hadas.
Gabriel y Caroline ya no tenían moretones ni magulladuras, pero seguían cubiertos de sangre seca. Además, aunque los dos crecieron un poco más, la mujer-loba seguía siendo unos pocos centímetros más alta que el joven-tigre en forma humanizada.
Los dos se encontraban sentados a la orilla del lago, inspeccionando la temperatura del agua y la ambientación de la habitación tras programar el sistema de personalización. Y aunque no les llevó más de un minuto hacerlo, se tomaban su tiempo para procesar el gigantesco paso que estaban por dar.
—¿Nervioso? —preguntó Caroline mirando de reojo al joven-tigre, con una sonrisa divertida que apenas ocultaba el nerviosismo que estaba creciendo en ella.
—¡Je! ¿Para qué responder, si ya sabes la respuesta? —contestó Gabriel con una risa sarcástica.
—Lo entiendo. No es una decisión que se debe tomar a la ligera, en especial por las responsabilidades que conlleva.
—Sí... Bueno, al menos yo desearía poder retroceder en el tiempo, y decirle a mi yo imbécil del pasado que prestara más atención a los consejos de sus padres adoptivos respecto al apareamiento, en vez de tener el cerebro distraído en estupideces como que si combino maní con mantequilla podría crear mantequilla de maní.
—¡Pfff! ¡Ja, ja, ja! ¡Eso suena muy propio de ti! —dijo Caroline relajándose con unas cuantas risas—. Yo sí tengo algo de conocimiento porque hable con mis padres. Y honestamente, aunque no sé cómo empezar, mis padres concordaban en que sólo debía obedecer mis instintos.
—En ese caso, lo mejor es que no me reprima contigo —dicho esto, Gabriel se sujetó el Aro Celestial del cuello con la mano izquierda, antes de empezar a recitar un mantra—. Om Namo Bhagavat Rudraya...
A medida que el baghatma repetía ese mantra, el Aro Celestial de su cuello comenzaba a volverse intangible, y entonces él pudo quitárselo con algo de dificultad. Después lo arrojó al suelo, dejó de recitar el mantra y el Aro Celestial volvió a ser tangible.
—¡Gabriel, ¿tú acabas de...?! —exclamó Caroline desconcertada.
—Rudra es el ejemplo y maestro supremo de todos los budas. Así que los mantras dedicados a él son superiores a cualquier sutra —explicó Gabriel acariciándose el cuello, disfrutando la sensación de no tener el collar divino después de tanto tiempo.
—¡Eso es lo de menos, pedazo de bobo! ¡¿Por qué te quitaste el collar?! —decía Caroline agarrando los hombros del chico-tigre para zarandearlo varias veces.
—¡Porque ese es el punto: permitir que los instintos tomen el control! —contestó Gabriel sonriendo despreocupado, y la chica-loba deja de zarandearlo para mirarlo con desconcierto—. Caroline, si tú estás dispuesta a correr todos los riegos posibles para estar conmigo, yo también haré lo mismo. Si yo fuera un humano, diría algo estúpida y ridículamente cursi como "te amo" y lo adornaría con palabras de novela romántica. Por eso, como un hombre-tigre imbécil que detesta el dramatismo y la cursilería, solo puedo usar mi cuerpo y mis instintos de bestia para expresarte mi aprecio y respeto.
—Tú... gato maldito, grandísimo bobo, tigre imbécil... —decía Caroline con sus cejas temblorosas y sonriendo sonrojada con los ojos humedecidos.
Así que dejo que sus instintos y cuerpo hablaran por ella; la hicieron tomar la iniciativa agarrando la cabeza de su hombre-bestia para llevar la boca de él a los labios de ella, y esta vez el avatar de Rudra respondió con afecto al beso.
Puede que Kira le haya dado el primer beso, pero Caroline le dará el primer apareamiento.
Próximo capítulo: Romance Primitivo y Puro.
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