Capítulo XLIII: Doncellas del Crepúsculo
"Si instruimos a un niño, preparamos a un hombre. Si instruimos a una mujer, preparamos a toda la aldea."
—Proverbio africano.
[Ciudad de Lille: Patio de la Fábrica Abandonada]
https://youtu.be/SxThZpslbhE
Después de que Azrael siguiera al trío de individuos sospechosos de ser vampiros y descubriera lo que resguardaban en la extraña caja metálica, su mente fue invadida por preguntas que él ansiaba responder; "¿Qué es esa piedra? ¿Será un arma de los vampiros? ¿Un medio para obtener más poder? ¿Es un liberador de energía oscura?".
La última pregunta parecía la más obvia para Azrael, dado a la extraña sensación que tenía cerca de la piedra. No obstante esa energía que liberaba no era solo del vacío; también desprendía una energía que él jamás había percibido; era casi como estar frente a un cristal radioactivo, o un abismo casi infinito. En ambos casos, la sensación que transmitía la fuente era de malestar, ira, dolor y otras emociones negativas combinadas en un solo concepto: maldad pura.
Aquella piedra era como la encarnación física del concepto de "maldad".
Sin embargo el joven-leopardo negro tuvo muy poco tiempo para investigar lo qué era ese cristal, porque tuvo que ponerse a la defensiva al escuchar a alguien aterrizar a varios pasos detrás de él. Y como todo animal él obedeció saltando, haciendo una voltereta hacia atrás, y aterrizando de pie en la espalda de su atacante.
—¡¿Pero qué carajos?! —exclamó Azrael, no pudiendo dejar de sorprenderse, esta vez al ver lo que era su atacante; un muñeco de madera, tan alto como un humano promedio y armado con un par de estacas; de hecho, en vez de manos tenía estacas.
Al instante el muñeco se dio la vuelta, dejando ver que sus ojos eran verdes y brillantes, para después acercarse e intentar apuñalar al joven-leopardo negro. No obstante su estoque izquierdo fue redireccionado por el codo derecho de Azrael, quien luego contraatacó con un codazo izquierdo que terminó destrozándole la cabeza al muñeco de madera, y haciéndolo colapsar en pedazos mientras liberaba una energía fantasmal de color verde, que el joven-pantera reconoció gracias al viaje que hizo a la Sede Africana de San Bestia.
"Esto es Arte Vodun", dijo Azrael en su mente sorprendiéndose cada vez más, lo cual ya significaba peligro a niveles casi bíblicos para él.
La magia Vodun, también conocida como Voodoo o Vudú. Es un antiguo tipo de magia casi olvidado, originario de las tribus de África y extendido en otros continentes donde fueron llevados los esclavos de dicha tierra. Aunque las prácticas e incluso tradiciones de las regiones y las de otros continentes tienen ciertas variaciones con las del África, la verdadera y original —la africana— se basa en el control de la energía de los elementos y los objetos animados o inanimados, para manejarlos igual que marionetas.
Y al contrario que otros tipos de artes mágicos, en los que el control viene de las manos, pensamientos u objetos (como varas o báculos) junto con sugestión pura, los métodos más utilizados para controlar la energía material en la magia Vodun son el uso de objetos externos con el fin de que actúen como "hilos" entre el conjurador y lo que intente controlar, siendo muñecos o talismanes los más usados.
Pero las sorpresas no terminaron con ver ese arte mágico africano en esa parte del mundo, porque Azrael encontró al mago, o en este caso, al chamán, que controlaba al muñeco de madera; después de destruirlo, el joven-pantera giro a su derecha para mirar la dirección de la que provino el muñeco, y entonces vio al chamán caminando hasta hacerse notar.
Allí en el suelo estaba parado una bestia femenina en su verdadera forma; parecía una hiena bípeda un poco más grande que una mujer adulta, de pelaje amarillo con manchas negras, ojos rojos y una cabellera larga de color negro con largos flequillos, muy similar al cabello largo de una mujer. Y al igual que otras bestias femeninas en su verdadera forma, tenía una constitución esbelta y curvilínea, menos musculosa que los varones, y el área de los pechos era grande y desarrollado como el de una humana.
Su ropa consistía en una falda de tela color marrón estirable para libre movimiento de las piernas, adornado con huesos pequeños y sujetado con una cuerda adornada con tres muñecos de hechos de diferente material (tela, madera y metal). Y para cubrirse el torso tenía una chaqueta de tela negra, con huesos humanos a modo de armadura como una pechera hecha de costillas, hombreras hechas con cráneos y brazaletes hechos de dientes.
Era una especie de bestia que solo habita las tierras de África y Oriente Medio, conocida de muchas maneras, como Kaftar y Qori Ismaris. Pero su nombre nativo más común, llamado así por el Imperio Bornu, es el de Bultungin.
—Esto tiene que ser una maldita y pésima broma —dijo Azrael para sí mismo, no pudiendo creer que en esa parte del mundo estaba un enemigo natural de su especie, y en el peor momento posible.
[Burdel Dernière Nuit: Habitación N7]
https://youtu.be/CMaPSkBhgoQ
Desde que el joven-lobo ingresó a una de las habitaciones del interior del burdel, ha transcurrido tantos minutos que se pensaría que en realidad pasó una hora. Pero para él y la joven que no ha visto desde aquella noche del 1879, el tiempo desapareció. Tras ver quiénes eran ambos durante la pequeña confrontación, se sentaron juntos en la orilla de la cama para tener una esclarecedora conversación, en la que se pusieron al día.
El primero en empezar fue Miguel; explicó un resumen sobre lo que sucedió después de que se encontraron en el bosque, sobre el viaje de él y su familia a una parte de Francia para intentar tener una vida "normal", el cómo su hermana terminó conociendo a un "maldito chico-tigre", cuya familia les brindó ayuda y cobijo en su hogar, junto a un "raro chico-oso" y una niña humana aterradora. Y ahora, después de unas circunstancias muy difíciles de explicar, el joven-lobo se unió al gremio San Bestia y dirige un Clan para investigar una posible base vampírica.
Terminado su breve resumen, fue el turno de Raven; ya que ahora Miguel sabía que ella era una dhampiresa, ésta última tuvo que comenzar explicando quién era en realidad; ella era la única hija del dhampiro Adrian Tepes y la bruja oscura Julieth Queen, lo que la hace parte del linaje real casi extinto de los vampiros y del linaje real de las brujas. Esto le daba a ella un valor incalculable para el Reino de las Brujas de Estiria, y también la hacía una grave amenaza para la Aristocracia Vampírica de Rumania.
No era de extrañar que sus padres tuvieran que mantener su existencia tan oculta, incluso de la misma Sociedad Sobrenatural.
Para finalizar el relato, Raven contó el motivo por el que estaba en ese burdel; en realidad era una infiltrada que, junto a un pequeño grupo conformado por guerreras que ella conoció en las diferentes tierras a las que viajó junto a su madre, las Twilight Maidens (Doncellas del Crepúsculo), planeaba robar una piedra que los vampiros iban a entregar esa misma noche a la base establecida en el burdel.
Según algunos informantes del padre de Raven, los vampiros infiltrados en Francia lograron encontrar una de nueve piedras, que juntas formaban una gema en la que el padre Raven siglos atrás selló un incalculable poder demoníaco. Y en esa misma noche los vampiros planeaban entregar la piedra hallada a una Señora Vampiro de nombre Carmilla, quien llegaría en breve a la base del burdel. En cuanto a cómo Raven ingresaría a la base a robar aquel fragmento, primero necesitaba dejar inconsciente a una víctima para llevarla dentro de la misma base.
—¿Pero cómo me llevarías al interior de la base si... me hubieras dejado inconsciente? —preguntó Miguel, con algo de incomodidad en lo último, tras escuchar esa parte del plan de la dhampiresa bruja.
—Es fácil —contestó Raven, mostrando una sonrisa divertida que la hizo ver aún más hermosa a los ojos del joven-lobo.
La dhampiresa se levanta del colchón y camina al centro de la habitación. Después alza la mano derecha, extiende sus uñas filosas y, con las mismas uñas, se corta la palma derecha mientras cerraba la mano en un puño. Y cuando su sangre oscura cae en el piso, como si tuviera vida propia empieza a extenderse mientras formaba un símbolo que abarcaba casi toda la habitación; era el símbolo de la cruz egipcia Ankh, aunque mal formada de un modo que parecía siniestra y amenazadora. Acto seguido el símbolo comenzó a brillar de un rosa con tonalidades oscuras.
—Las mujeres de afuera son humanas y todo este lugar es un burdel "normal". Pero cada habitación tiene un sello que conecta con la verdadera Granja de Vampiros —explicaba Raven mientras se giraba para ver a Miguel—. Cuando alguien pide una cita y llega a la habitación escogida, la vampiresa lo incapacita o mata, luego activa el sello con su propia sangre y lleva a la víctima a la base, para ponerla en una especie de corral donde le quitarán toda la sangre. Como las víctimas son en su mayoría escorias de la sociedad, sus desapariciones no causan mucho revuelo. Y además cada habitación está reforzada con sellos anti-sonidos, para que no sea posible oírse desde afuera lo que sucede adentro; así las vampiresas se aseguran de que nadie escuche los gritos de las víctimas.
—Ya veo. Ahora entiendo cómo es que esta última base ha permanecido tan oculta durante tanto tiempo —decía Miguel sorprendido e intrigado, mientras se levantaba de la cama y caminaba al centro del círculo para inspeccionarlo con más detenimiento—. Y esté debe ser el símbolo egipcio "Ankh", el cual los vampiros usan por costumbre de sus orígenes en Egipto, y aún hoy lo siguen usando por su significado simbólico sobre la vida. Interesante.
—Veo que estudiaste bastante sobre mi raza paterna —dijo Raven con una sonrisa divertida y denotando un pequeño orgullo.
—Claro. Dado a que los vampiros serán los oponentes que más enfrente en mi trabajo, me desvele varias noches estudiando sobre ellos. Así que soy casi un experto en el tema —decía Miguel con una sonrisa penosa, mientras se agachaba para tocar el sello del suelo—. Como ejemplo, sé que los vampiros heredaron muchas costumbres de los egipcios y las mezclaron con las griegas, romanas y rumanas. De ahí el motivo por el que casi siempre hablan en esas lenguas, construyen sus edificaciones en base a esas culturas, ¡o incluso dicen frases como amor ómnibus idem.....!
—¡¡Miguel no!! —le interrumpió Raven levantando las manos en señal de alto, denotando ella ahora preocupación total, pero fue muy tarde.
De repente el brillo en el símbolo se intensifico, después de que el joven-lobo pronunciara aquella frase en latín. Miguel se puso de pie y se acercó a Raven, mientras ambos miraban el Círculo Mágico con igual preocupación, y entonces tuvieron que cerrar los ojos a causa de la intensidad de la luz. Luego tuvieron la misma sensación que uno tiene cuando está dentro de un elevador que cae de golpe al último piso, por lo que ambos cayeron al suelo.
Al abrir los ojos, ambos vieron que ahora se encontraban dentro de una habitación hecha de piedra gris, que parecía ser el cuarto de una antigua casa griega, con una puerta de madera al fondo e iluminada por curiosos candelabros con fuego azul. Pero el sello seguía en el suelo, lo que implicaba que el mismo los teletransporto a otra habitación dentro de la mismísima base de vampiros, tal como había explicado la dhampiresa.
—El sello responde a una frase de los vampiros... ¡lobo idiota! —dijo Raven con funesta ira, mientras se sentaba en el suelo y miraba al joven-lobo.
—Lo... siento mucho... ¡Je, je, je! —se disculpó Miguel entre risas penosas, levantando un poco la cabeza mientras se apoyaba en el brazo izquierdo, y se rascaba la nuca con la mano de su otro brazo.
[Forêt de Silence]
Mientras tanto en el bosque tétrico donde investigaban Jofiel y Camael, la niebla había comenzado a disiparse. Sin embargo eso no disminuyó la esencia aterradora del bosque; en especial porque ahora el dúo, sin saberlo, se adentró tanto que ya no se veía la casa del placer donde investigaban Miguel y compañía.
Desde que ingresaron al bosque no encontraron nada sospechoso, ni pudieron llamar la atención de un vampiro. De modo que tuvieron que recurrir a hacer bastante ruido, como pisar a propósito las ramas en la tierra, caminar por donde había tumultos de hojas, o intentar fingir cualquier tipo de conversación en voz alta.
Ninguna opción resultó efectiva, y dado al tiempo transcurrido se detuvieron un momento para pensar en la siguiente acción. Pero antes de eso, Jofiel alzó la mano izquierda y, con el dedo índice de su otra mano, toco siete puntos específicos en la palma, haciendo que se revelase un círculo mágico de color blanco con el símbolo de una nota musical.
—Algo anda mal —dijo Jofiel ahora con actitud seria, mientras miraba el círculo mágico en la palma de su mano—. El Sello de Voz no está contactando con el de Miguel. Es como si algo bloqueara la señal, o él estuviera dentro de un campo que repele cualquier tipo de sonido externo.
—Vayamos rápido con los demás —dijo Camael directo y con la misma seriedad que el joven-león, sin necesidad de más detalles para saber que algo no iba bien dentro del burdel.
El joven-león asintió con la cabeza y bajó la mano derecha, desapareciendo el círculo mágico con la acción. Y fue justo a tiempo para que él, en cuanto dirigiese la vista en dirección a su compañero garuda, se diera cuenta de algo.
https://youtu.be/MuBXLfOpTa4
—¡Camael agáchate! —advirtió Jofiel abriendo aún más los ojos, y sujetando de inmediato a su compañero águila para agacharlo junto a él, evitando que tres cuchillas le atravesaran el pecho y cabeza.
El duo miró alarmado aquellas tres cuchillas metálicas con forma de pluma volando en una dirección, para después voltearse y regresar por donde vinieron. Jofiel y Camael, mientras se levantaban con cautela, seguían con la mirada las tres cuchillas hasta ver que regresaban con quien las había arrojado; a unos cuantos pasos lejos de ambos, se encontraban dos personas ocultas en la niebla. Sin embargo la espesa neblina desde hace unos minutos empezó a despejarse, de manera que Jofiel pudo ver a tiempo las tres cuchillas acercarse, y ahora él, al igual que Camael, pudieron ver con claridad a sus atacantes.
El primero era una joven británica rubia que parecía estar cerca de los 17 años, de constitución delgada, un poco esbelta y busto pequeño. Su cabello era liso, ondulado en las puntas y lo bastante largo como para mantenerlo atado en una coleta, además de estar peinado y con un flequillo largo en el lado derecho del rostro. Tenía los ojos azules, su piel era pálida natural, de modo que sus mejillas tenían un ligero sonrojo, y sus labios tenían labial rojo.
En cuanto a vestimenta, llevaba un elegante vestido blanco de manga larga, con falda de bordes rojos y longitud corta hasta la mitad de las piernas, de forma que le permitían mayor libertad para moverse. Llevaba tacones pequeños, pantimedias oscuras y detalles rosas en la falda de su vestido. Y aparte traía en su mano derecha una espada ropera de plata pura, con diamantes celestes incrustados en su puñal, el cual parecía formar el símbolo triqueta celta.
La segunda persona también era una mujer, pero que aparentaba estar cerca de los 19 años, era de origen francés, piel menos pálida que la rubia británica, sus labios eran de color rosa natural y sus ojos de color gris. Tenía el cabello liso, de color negro con mechas blancas y era tan largo que lo mantenía atado en una coleta más larga que la de su compañera.
Respecto a su vestimenta, llevaba puesto un elegante vestido sin mangas, semejante al de una bailarina, de color plateado con bordes negros y una cinta negra en la cintura, junto con brazales metálicos en las muñecas y tacones altos hasta por arriba de las rodillas, con una punta filosa detrás. Y como adorno traía aretes blancos, un cintillo con pluma negra y un collar hecho de suaves plumas negras que rodeaba su nuca. Aunque las doce cuchillas que flotaban alrededor de ella la hacían ver peligrosa.
—Ángela el chico rubio italiano sí podría ser un vampiro. Ningún humano puede ser tan apuesto y principesco —susurro la chica con la espada a su compañera, teniendo un tono melodioso y emocionado, mientras miraba con brillos en los ojos al joven-león.
—Puede que sí, Clarisse —contestó la otra mujer, de nombre Angela, teniendo un tono estoico y hostil—. Aunque el otro no lo creo mucho. Puede que sea un familiar.
—Oigan, no sé quienes son ustedes. Pero no somos vampiros ni familiares ni lo que sea que piensen —explicaba Jofiel con amabilidad, pero manteniendo cierta cautela, ya que logró escuchar la conversación del dúo de chicas, gracias a sus sentidos mejorados.
—¿Entonces qué hacen en este lugar? Cualquier hombre o chico que esté un bosque así, cerca de una pocilga como aquel burdel, no planearía nada bueno —dijo Angela, manteniendo un tono hostil y frío, que denotaba desconfianza absoluta.
—Solo porque paseamos por este maldito lugar del terror, no significa que seamos malas personas; también podemos ser simples civiles que se extraviaron —decía Camael, molestándose de las sospechas un tanto exageradas de la francesa.
—Lo de "simples civiles" no les queda para nada, dado a que ni siquiera parecen sorprendidos de las dagas que flotan alrededor mío y la espada brillante de mi compañera —cuestiono Angela, cruzándose de brazos y mirando con aún más sospechas a los jóvenes-bestia—. Y esas ropas tan simples y de hombres del bajo mundo, dicen mucho sobre ustedes. Será mejor que hablen con cuidado y con la verdad, o conocerán mi lado malo.
—Tu lado malo me vale verga —dijo Camael con molestia en su lengua mexicana, ganándose una muy mala reacción de la francesa.
—¡¡¡Maldito chico vulgar!!! —exclamó Ángela con furia asesina, puesto que entendió esa última frase como un insulto de lo más grave, lo cual no le cayó muy bien.
La francesa levantó una mano y chasqueó los dedos. En respuesta las dagas que flotaban alrededor suyo volaron directo hacia el joven-garuda, quien ya empezaba a detestar aún más ese lugar y el plan donde lo incluyeron.
—Me cago en la puta —se quejo Camael entrecerrando los ojos con molestia, diciendo uno de los insultos españoles de su amigo dragón, para después empezar a recitar un encantamiento—. Luz en la Guerra: Sacro Escudo.
Al instante en que recito esas palabras invoco un escudo redondo en su mano derecha, similar a los que usan los guerreros asiáticos, y bloqueo con eficiencia cada una de las dagas que iban directo hacia él. Entonces las dagas, tras impactar en el escudo mágico del joven-garuda, volaron de regreso hacia la francesa, quien ahora pasó de estar furiosa a otra vez alerta y hostil.
—¡Definitivamente no son personas ordinarias! ¡Clarisse prepárate! —exclamó Ángela inclinándose un poco, de forma alerta y lista para atacar.
—¡De acuerdo Ángela! —respondió Clarisse sonriendo con intensa alegría y emoción, para luego fruncir el ceño y ponerse en una postura de lucha, muy similar al de un esgrimista, haciendo que su espada liberara un ligero resplandor celeste.
—¿En serio era necesario insultarla? —le dijo Jofiel a su compañero águila, mientras se tapaba el rostro con una mano y bajaba la mirada con decepción.
—¡¿Cómo carajos iba a saber yo que la francesa loca de las dagas entendía frases en español?! —exclamó Camael bastante enfadado y dirigiendo la mirada al joven-león.
—¡¡¿"Loca de las dagas"?!! ¡Es oficial; voy a matarte! —exclamó Ángela sintiéndose tan ofendida, que estaba decidida a masacrar al joven-garuda, sin tener idea de lo que era en realidad, hasta ahora.
https://youtu.be/oCoH_4yzUf8
Antes de que el par de extrañas chicas atacará, quedaron congeladas de la sorpresa al ver como la luz dorada y violeta envolvían a Jofiel y Camael respectivamente, cambiándolos a su verdadera forma. No obstante sus respectivos collares también brillaron, y cuando ellos cambiaron, en vez de tener la ropa destrozada ahora llevaban una nueva que se ajustaba a su forma bestia.
Jofiel traía una armadura ligera de color gris alrededor de los hombros, con hombreras redondeadas y flexibles, junto con brazales, rodilleras y grebas, además de un pantalón corto de color negro, protegido con placas metálicas también flexibles, adornadas todas con líneas rojas en los bordes. Y como extra tenía un cinturón negro que sujetaba una capa pequeña alrededor de la cintura, de color blanco y hecho en su totalidad de metal liviano.
Y respecto a Camael, a diferencia de su amigo león que optó por menor armadura para mayor movilidad, el garuda prefirió un set de armadura completa como la de un caballero, que incluía desde sus patas hasta los bordes superiores de sus alas. La armadura que llevaba era en menor medida blanco, y en su mayor parte dorado con azul. Aparte tenía como adorno una tela azul oscuro envuelta alrededor de su cintura, junto a una tela blanca que colgaba de su hombro derecho y envolvía su estómago.
—¡Ellos son bestias como Erzuli! —exclamó Clarisse ampliando los ojos atónita de lo que veía.
—¡Y también son depredadores! —agregó Ángela ahora más alerta, para después correr directo hacia el par de bestias con el fin de atacar primero.
De igual modo Camael avanzó desapareciendo su escudo e invocando su Sacro Espada, y atacó con un corte vertical, el cual la francesa bloqueó con su pierna derecha, ahora envuelta en una luz azul que el garuda identificó como magia sagrada, lo que explicaría el por qué su espada sagrada no tuvo mayor efecto en ella. Luego el garuda se vio obligado a retroceder para bloquear con la misma espada las dagas que atacaban desde todas direcciones, mientras la francesa proseguía moviéndose alrededor de él, simulando una especie de baile, cuyo ritmo las dagas parecían seguir.
El hombre-león iba a ayudar a su amigo. Pero desde su izquierda vio venir a la británica rubia, con la espada lista para rebanarlo. Gracias a su experiencia, sabía que la espada que la doncella utilizaba no podía cortar como lo haría otras espadas. Pero su instinto le decía lo contrario, y como luchador experimentado decidió hacer caso, por lo que retrocedió cinco pasos, y quedó estupefacto al ver que la doncella al atacar con un tajo en diagonal, creó una cortina de viento que cortó la tierra junto con algunos árboles cercanos.
De inmediato Jofiel se dio cuenta de que esa espada ropera de plata no era común y corriente; así que se puso en guardia, alzando los puños arriba como todo luchador de lethwei. Gracias a su entrenamiento gano algo de experiencia luchando contra oponentes armados. Pero aun así sabía que no iba a ser tan sencillo; primero tenía que contenerse para no matar a la chica de un golpe, y segundo debía evitar que esa espada hecha de plata lo tocara.
—Escuche señorita, en serio no quiero hacerle daño, así que le pido por favor que no me desafíe —decía Jofiel frunciendo el ceño, pero empezando a mostrar la sonrisa feroz que siempre tiene cuando se emociona durante las peleas.
—¡Que caballeroso eres! Me recuerdas a esos narasinjas que inspiraron el cuento de La Belle et la Bête. ¡Ahhh! ¡Me está comenzando a disgustar el tener que luchar con usted, apuesto león! —decía Clarisse mientras se tocaba una mejilla, sonreía con ternura y se sonrojaba—. Pero por desdicha nuestra no nos encontramos en un mejor camino. Mi responsabilidad me obliga a enfrentarlo para salir viva de aquí, e ir ayudar a mi amiga Raven. ¡Lo siento mucho!
"Oh genial, me toco luchar con una Rosabella guerrera", pensaba Jofiel entrecerrando un poco los ojos y disminuyendo su sonrisa, por lo gran estupefacto que estaba al ver la tan "curiosa" forma de ser de la rubia británica.
[Ciudad de Lille: Patio de la Fábrica Abandonada]
https://youtu.be/J_-LpHbi4zI
De vuelta con Azrael, éste se encontraba esquivando rápidos y salvajes zarpazos de la mujer-hiena; a pesar de que ella era de una especie veloz, sumado a que estaba en su forma bestia, el joven-leopardo negro podía evadir sus ataques sin mayor dificultad, gracias a su experiencia en artes marciales. Incluso tuvo la pequeña certeza de que podría vencerla sin recurrir a la transformación.
No obstante sabía que había otro modo de detener el combate, sin necesidad de que alguno de los dos resultará herido, o eso esperaba, dada a la enemistad que existía entre sus especies (similar a la de los garudas y los naga). También existía la posibilidad de empeorar más la situación. Pero decidió mejor intentarlo, confiando en que ella lo atacaba por un simple malentendido.
Así que se sumergió en su propia sombra, y reapareció en la sombra de una pared que rodeaba gran parte de los terrenos que conformaban el edificio de la zona. Una vez allí espero a que la mujer-hiena volteara a verlo —acción que ella hizo sin dudar—, y entonces él empezó a cambiar a su forma bestia, la cual también tenía una ropa que se ajustaba a su cuerpo animal antropomórfico.
Ahora llevaba puesto un set completo de armadura ligera y flexible, de un color tan negro como su pelaje para mayor camuflaje. La armadura abarcaba casi todo su cuerpo, de modo que compensaba la poca dureza y resistencia del material con mayor protección en casi cada parte vulnerable del cuerpo. Aparte traía cinturones llenos de dagas, y en la espalda portaba una pequeña espada de filo encorvado, similar al que usan los guerreros persas de la antigüedad.
—Tú también eres una bestia —dijo la mujer-hiena teniendo un tono divertido, pero denotando una enorme y visible sorpresa en sus ojos—. Y eres de la tribu Yoruba.
—¿Cómo sabes eso? —pregunto Azrael con seriedad, sorprendido e intrigado de que la mujer-hiena supiera tal detalle.
—Los de tu especie son muy comunes en esa tribu —decía la mujer-hiena, ahora teniendo un tono divertido y mostrando una escalofriante sonrisa—. Además el collar que usabas en forma humana me parecía muy familiar; los de tu tribu usan collares similares en honor a algún Orisha en particular. En tu caso, creo que lo dedicas a Elegguá, el dios africano que abre y cierra los caminos de la vida, la prosperidad y las desgracias.
—Exacto —contestó Azrael teniendo una pequeña sonrisa, por conocer a alguien en esa parte del mundo que conocía las viejas costumbres y Panteón de su tierra materna, por lo que sentía algo de familiaridad con la mujer-hiena—. Es curioso. Por lo que escuche, nuestras especies son enemigos naturales, y sin embargo todo lo que siento es felicidad al hablar contigo.
—¡Je, je, je! ¡También digo lo mismo! Siendo sincera, aunque entiendo el motivo de la enemistad entre nuestras especies, no pienso que debamos llevarlo al extremo de atacarnos en cualquier parte y circunstancia. Y nuestro pequeño combate anterior no cuenta; la razón por la que te ataque fue porque creí que eras un vampiro o familiar de uno. Ofrezco mis disculpas.
—Descuida. Entiendo que con la ropa que llevo en forma humana, a simple vista me tomen por un vampiro. Y también entiendo tu punto de vista sobre la rivalidad entre nuestras especies. Mi nombre es Azrael Umbra, por si deseas que acordemos luchar en otro lugar y en mejor momento.
—Claro que sí; será un honor para mí desafiarte a un duelo, Azrael Umbra de la Tribu Yoruba —dijo la mujer-hiena, teniendo ahora un brillo de emoción en sus ojos, pero reflejando una alegría pura en su sonrisa divertida—. Me llamo Erzuli.
—"Erzuli" —dijo Azrael, pensando el significado de ese nombre—. Si mal no recuerdo es el nombre de la diosa del amor de la Tribu Vodun.
—Estas... ¡en lo correcto! ¡Nadie fuera de mi tribu y grupo sabía sobre lo que representaba mi nombre! —decía Erzuli, mostrando una intensa felicidad porque alguien fuera de su hogar supiera sobre la diosa de su tribu, cuyo nombre ella portaba con honor y respeto—. Literal todos creían que mi nombre es de una maldita diosa griega, como si no existieran más Panteones que el griego. ¡Es molesto que todos los humanos solo piensen en esos dioses de mierda y los eleven como los mejores, cuando en realidad son los dioses más desgraciados! ¡Y ese maldito Zeus es el mayor canalla deshonorable y farsante de todos los dioses corruptos!
—Te comprendo muy bien. Y créeme que cuando leí la historia de como Rudra les dio su merecida paliza a esos malditos dioses, sentí una enorme satisfacción. ¡Je, je, je!
—¡Igual yo! ¡Ja, ja, ja!
A pesar de la enemistad de sus respectivas especies, en ambos surgió una curiosa y agradable amistad, que daba para una rivalidad amistosa. No obstante el tierno momento fue cortado, cuando ambos escucharon gruñidos semejantes a los de un perro salvaje. Teniendo ahora una mirada seria, Azrael volteó la mirada a su propia izquierda y Erzuli a su propia derecha. Ambos vieron que a unos cuantos pasos lejos se encontraban el trío de individuos que se habían retirado antes.
Los tres tenían algunos cortes en la ropa, y uno de ellos sostenía en una mano la cabeza de un muñeco de tela, parecido al de madera que controlaba Erzuli. Además la mirada en los tres individuos irradiaba furia, mientras sus ojos rojos destellaban con hostilidad, y mostraban sus filosos incisivos superiores de modo amenazante.
—Creo que un muñeco no bastó para matarlos —dijo Erzuli con sarcasmo divertido, mirando con igual hostilidad a los vampiros—. Azrael, ¿Qué te parece si vemos quién de los dos elimina a más chupasangres?
—Perdona si considero el desafío un poco infantil —dijo Azrael, mostrando una sonrisa cruel y poniéndose en la guardia del silat, con la mirada centrada en los seres que más odiaba—. Pero eso no significa que rechace cualquier desafío que implique despedazar vampiros.
—Cada vez me agradas más Azrael ¡Je, je, je! —dijo Erzuli entre risas divertidas, mientras invocaba un aura fantasmal de color verde en sus manos.
Próximo capítulo: La Base Secreta de Carmilla.
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