Capítulo XLII: Legendario Cazador de Monstruos
"Tu nombre será Abraham, porque te he hecho padre de muchas naciones."
—Génesis, capítulo 17:05.
[Ciudad de Lille]
https://youtu.be/cW-S1wmJT6Q
Si el bosque cercano al burdel parecía sacado de las mismas pesadillas, las calles de la ciudad no eran mejores; la niebla dificultaba la visión del lugar y solo desde el techo de las edificaciones se podía apreciar algo, como el techo del mismo burdel que se encontraba cerca. Por ello cierto trío de jóvenes-bestia tuvo que quedarse en el tejado de la estructura más alta de las calles cercanas a la "supuesta" base de vampiros, para mantener la vigía y esperar con paciencia la señal de Miguel, en caso de que necesitará refuerzos.
Y los refuerzos no eran otros que el dragón Uriel, el leopardo negro Azrael y el kitsune Remiel.
Uriel ahora llevaba un traje que rozaba con lo elegante, pero sin ser demasiado formal como los de un burócrata; consistía en una chaqueta roja oscura manga larga con bordes dorados, junto con camisa negra, pantalón rojo con detalles dorados, correa negra con hebilla plateada y botas negras. Y como adorno tenía pequeños aretes de oro en las orejas, y en su cuello un colgante de oro con el símbolo alquímico del fuego, mismo que tenía grabado en la parte trasera de la chaqueta.
Además su cabello había ganado mechas naranjas en las puntas y crecido lo bastante como para llegar a su nariz a los lados, pero mantenía los flequillos del frente recortados para no obstruir su vista. Por último sus uñas ahora tenían un color negro natural, poseía más masa muscular y desde la parte superior de sus manos hasta el resto del brazo empezaba a tener delgadas marcas cuadradas, que simulaban las escamas de un reptil.
En cuanto Azrael, ahora llevaba una chaqueta negra larga hasta las rodillas y sin mangas con capucha, encima de una camisa gris oscura manga corta junto a un pantalón holgado negro y botas de mismo color, de modo que era capaz de camuflarse en la oscuridad casi a la perfección. Además tenía cintas negras alrededor de las manos, un broche metálico en el pecho con forma de cráneo humano, y en el cuello un collar hecho de pepitas rojas y negras con un tótem de madera con forma de leopardo colgando.
Su aspecto físico no había cambiado mucho. Entre los cambios que se pueden apreciar están las marcas tribales negras en sus brazos, lo mucho que creció su cabello al punto de llegar por debajo de su barbilla, y una pequeña porción de la parte trasera de su cabello atada en una cola de caballo.
Y Remiel llevaba como ropa una chaqueta gris manga corta, encima de una camisa negra sin manga junto a un pantalón holgado de color naranja. Era una ropa muy similar a la que usaba él en Cerdeña, con la diferencia de que el pantalón tenía degradados oscuros con forma de rayos, usaba zapatos negros, su chaqueta tenía grabado en la espalda el dibujo del kanji japonés "雷" (Trueno). Además tenía en su cuello un collar en el que colgaba el símbolo de la cara de un zorro de la diosa japonesa Inari.
Él tampoco tuvo muchos cambios físicos, salvo por un crecimiento leve de su cabello al punto de llegar a su cintura, además de tenerlo un poco desordenado. También gano un poco de altura y masa muscular, pero comparado con el resto de sus compañeros seguía siendo el de apariencia menos musculosa, aunque si era el más alto de todos ellos, mientras que Rafael era el segundo más alto.
—Sigo sin entender por qué solo ellos cuatro tuvieron que entrar al burdel del terror. ¡Estar aquí afuera es aburrido! —se quejaba Remiel, estando acostado en el techo del edificio con ambas manos en la nuca, mientras miraba el cielo nocturno.
—Porque tuvimos que gastar como treinta litros de perfume para tapar su aroma animal, en caso de que el burdel fuera una Granja de Vampiros. Y ese perfume no alcanzaba para el resto de nosotros —explicaba Azrael con la seriedad que lo caracteriza, encontrándose sentado al borde del techo, cruzado de brazos y con la mirada fija en la silueta del burdel apenas perceptible por la niebla—. Además ustedes dos son los más destructivos de todos nosotros. Así que es mejor tenerlos como refuerzos en caso de emergencia. Y para asegurarnos de que salga bien yo liderare el refuerzo.
—¿Nani? ¡¿Y qué me dices de Gabriel?! No creo que sea una buena idea llevarlo dentro de un lugar lleno de malvivientes y monstruos. ¡Será como meter a un tigre hambriento en una jaula llena de ratas! —decía Remiel, bastante molesto de que lo considerarán alguien destructivo y no muy apto para la misión sigilosa.
—Para eso está Raziel —explicaba Uriel, con buen ánimo y estando sentado al lado del kitsune—. En caso de emergencia él recitara los sutras que mantendrán la naturaleza Asura de Gabriel bajo control. Aparte el tigre es necesario por su visión. Ezequiel nos explicó que la habilidad visual de Gabriel es diferente al de un baghatma común; es capaz incluso de ver más allá de cualquier tipo de Magia de Ilusión o disfraz, como el Huǒyǎn-Jīnjīng (Mirada Dorada) de Sun Wukong. Eso lo hace más que indicado para verificar el lugar, en caso de que haya vampiros usando magia para camuflarse.
—Y al parecer no están teniendo mucho éxito —contesto Remiel cerrando los ojos y frunciendo el ceño—. Hasta la parte del plan en el que están incluidos Jofiel y Camael es más emocionante.
—Depende de si consideras "emocionante" ser carnada de vampiros en un bosque oscuro —dijo Uriel a modo de sarcasmo.
—¡¿Estás de broma?! ¡Si lo dices así se oye incluso más divertido, épico y "fantitastico" que esto! —decía Remiel sentándose ansioso y deseando más estar en aquel lugar.
—Se dice "fantástico" —corrigió Uriel a su amigo zorro japonés.
—¡Cómo sea!
Mientras el dragón y el kitsune tenían su discusión, Azrael permanecía callado y centrado en los alrededores, manteniendo la vigía como lo ameritaba el plan; siempre que había planes que involucraban la destrucción de vampiros, no había nadie más serio y dedicado al plan que el joven-pantera. Nada podría desviar su atención, exceptuando algo que sus ojos felinos lograron captar en la oscuridad y en la niebla; en un callejón ubicado entre tres edificios, a casi veinte metros lejos del burdel, Azrael detectó movimiento de tres o cuatro personas.
Podría creer que eran delincuentes, o quizás solo un grupo de personas queriendo divertirse en la casa del placer. No obstante esas suposiciones y cualquier otra quedaron por completo descartadas, en cuanto el joven-pantera pudo visualizar un fugaz brillo rojizo proveniente de los ojos de aquellos sujetos.
—Uriel, quedas a cargo de la vigía —decía Azrael de repente, llamando la atención del joven-dragón y del kitsune—. Iré a investigar algo.
—Oh genial, ahora tú también vas a una misión más divertida que está —se quejó Remiel haciendo un gesto molesto con una mano.
—¿Viste algo Azrael? —pregunto Uriel frunciendo el ceño, al captar el tono tan serio y molesto con el que habló el joven-pantera.
—Sí. Detecte posibles problemas cerca. Pero debo ir a confirmarlo antes de decidir si advertirle a Miguel o no —contestó Azrael de modo directo y serio, sin apartar la vista del callejón en donde vio a las tres figuras.
—¿En serio? ¿Y por qué tú sí puedes ir en modo ninja? —pregunto Remiel molestándose cada vez más de que lo dejen fuera de la acción y lo que parecía más emocionante.
—Porque mis habilidades y mi umbrakinesis me hacen el mejor de nosotros en sigilo —respondió Azrael—. Y porque a diferencia de ti, yo si mantengo cerrado el hocico.
—¡Ja! No encuentro fallas en esa lógica —dijo Uriel sonriendo divertido, y ganándose una mirada molesta por parte del kitsune.
Terminada la discusión Azrael se pone de pie, para luego dejarse caer al vació mientras usaba Cazador de Sombras: Uno con la Sombra. Y entonces desaparece en las sombras del edificio en cuyo techo se encontraba, para seguir a las misteriosas figuras que se movían en las oscuras calles de la ciudad.
[Burdel Dernière Nuit]
https://youtu.be/cRGRSCAOqh4
Al mismo tiempo dentro de la casa del placer el trío de jóvenes-bestia, conformado por Gabriel, Rafael y Raziel, seguía sentado en el mismo sofá, esperando a que su amigo lobo terminara de investigar el interior del lugar. Comenzaron a preocuparse un poco, debido a que él estaba tardando más de lo que debería. Aunque Rafael propuso la idea positiva de que, conociendo a Miguel, lo más seguro era que estuviera conversando con la mujer.
Aquella sugerencia tranquilizo bastante al tigre y al leopardo, por lo que decidieron esperar un poco más. Pero la preocupación volvió a crecer cuando notaron que al burdel entran un nuevo grupo de ocho hombres, vestidos todos con elegantes y simples trajes grises de distintos tipos, de modo que cada uno pasaría inadvertido en medio del público. No obstante había un pequeño detalle que todos tenían en común; un broche de metal gris con forma del rostro de un ave conocida como athene noctua (mochuelo europeo).
—Esto no pinta bien —dijo Gabriel con los ojos verdes de tigre, para luego tenerlos normales tras un pequeño parpadeo, mientras veía todo el tiempo al nuevo grupo de individuos.
—¿Qué viste? —preguntó Rafael empezando a preocuparse.
—No son humanos, al menos no del todo. Parece que la mayor parte de su cuerpo fuera de... metal... —decía Gabriel con seriedad en su tono, pero teniendo dificultades para explicar lo que vio en aquellos nuevos individuos.
—¿Son alguna especie de golem? —pregunto Raziel, pensando en algunas de las posibles criaturas existentes que estarían hechas de algún mineral.
—Algo así. Pero no son como un golem normal. Es difícil de explicar —decía Gabriel, sin apartar la mirada de aquel grupo de supuestos "humanos".
—Eso es porque no son creaciones de lo sobrenatural, sino de la ciencia del grupo para el que trabajan.
El trío de jóvenes-bestia se miraron entre sí al escuchar una nueva voz dirigida hacia ellos. Luego, de forma simultánea, los tres dirigieron la vista al frente y vieron a alguien sentado en el lado derecho de una mesa cuadrada cerca de ellos. Era un hombre de piel clara, complexión un poco robusta, estatura alta y parecía rondar entre los 33 y 36 años. Tenía el cabello liso, de color negro, largo hasta la barbilla y peinado, además de tener una pequeña barba afeitada y los ojos de color azul claro.
Como ropa llevaba una gabardina de cuero negro y manga larga, encima de una camisa de igual color abrochada con tres correas, junto con un pantalón, botas y guantes que hacían juego. Su vestimenta estaba adornada con adornos metálicos ligeros en los bordes, muñecas, e incluso codos y rodillas como protección extra. Y por último llevaba un pañuelo gris alrededor del cuello, un estrafalario sombrero de tricornio, y en la mesa un bolso negro de doctor
A juzgar por el aroma, de inmediato el trío de jóvenes-bestia supo que él era un humano. Sin embargo su repentino comentario, dirigido hacia ellos, dio entender más que suficiente que no era un "civil ordinario" de la Sociedad Humana.
—¿Cuál de tantos grupos en específico?—preguntó Rafael de modo muy casual al comentario del extraño hombre, ganándose una mirada confusa por parte de éste último.
—No parecen muy sorprendidos de que un humano extraño, dentro de un burdel extraño, empiece a hablar sobre estos temas de la Sociedad Sobrenatural —dijo el hombre con un tono sarcástico y un poco estupefacto.
—A estas alturas ya es muy difícil sorprendernos, en especial sabiendo que no hay gente normal en este retorcido mundo —contestó Gabriel sonriendo con igual sarcasmo y levantando un poco los hombros.
—Eeeeso sí que no puedo discutirlo. Las rarezas ya son un gaje de nuestro oficio —dijo el hombre sonriendo un poco, mientras ponía el brazo izquierdo en la mesa—. En especial viniendo del mismo baghatma que fue llevado más allá de su tierra original, causó la ya olvidada masacre en la ciudad de Lyon y ahora vive en un encantador castillo con buena vista al bosque. Bonito y peculiar historial, rayitas.
—Veo que sabes más de lo que debería saber un "civil común" de la... "otra sociedad" —dijo Gabriel frunciendo el ceño y cruzándose de brazos, además de tener un tono amenazador.
—Es el precio que tienes tú, al estar en lo más alto de la "lista negra" del Vaticano, el credo de musulmanes asesinos de Arabia y los exorcistas del Tíbet —dijo el hombre aun con su tono divertido y jovial—. Aunque también me sorprende ver un clan de cazadores bestias, en el que cada uno es de una tribu regional diferente. No es algo que se ve todos los días. Ni siquiera yo puedo imaginar las circunstancias descabelladas en las que se llegaron a conocer, como para formar un clan.
—¡Je, je! No tiene idea señor —decía Raziel rascándose la nuca bastante avergonzado de recordar ese día en Cerdeña—. Pero si usted sabe tanto por parte de esos grupos, eso quiere decir, ¿Que también es un cazador?
—Cooooorrecto. Diez puntos para ti pequeño felino —respondió el hombre con un sentido del humor bastante sarcástico.
https://youtu.be/3V9zxXN1rx0
Esta vez el trío de jóvenes-bestia si mostró una ligera señal de sorpresa, la cual era mucho más evidente en el joven-oso y el leopardo. Los tres sabían que ese extraño hombre no mentía, debido a que no hubo algún cambio en los latidos de su corazón o ritmo respiratorio; es un pequeño truco que les enseño Miguel y Azrael, como una forma de detectar posibles mentiras. No obstante el truco no era del todo perfecto, ya que alguien bastante experimentado y de mente fría, al momento de mentir podría controlar su propia respiración y ritmo cardiaco, para así parecer que decía la verdad por completo.
Pero no tenían otro método más rápido de saber si una persona mentía, de modo que no tuvieron más alternativa que confiar en él.
—Y respecto a lo que les decía sobre el grupo de metal mens —proseguía el extraño hombre—, pues se podría decir que son "humanos mejorados" por medio de la ciencia que ofrece su organización secreta: un misterioso grupo proveniente de Italia y Grecia, y ahora en sus siguientes puntos de expansión: Francia y España.
—¿Por qué nos está diciendo todo esto? —preguntó Gabriel con un tono serio y queriendo ir al punto de la conversación.
Con esa pregunta tan directa, el extraño se giró sobre la silla, quedando cara a cara con el trío de jóvenes-bestia. Después junto los dedos de las manos y se inclinó un poco hacia adelante, como para susurrarles algo que nadie de aquel lugar debía escuchar.
—Porque necesitaré vuestra ayuda, para evitar que ese grupo de psicópatas obtenga los recursos que necesita para comenzar su expansión en los demás continentes —respondió el extraño hombre de forma directa, con una sonrisa divertida que contrastaba con su mirada seria—. El ¿cómo me ayudarán? La respuesta es sencilla; me echarán una mano en destruir la zona, de la cual ellos robarán esos recursos: la Granja de Vampiros establecida en este antro.
—¡¡Esté lugar es...!! —decía Rafael en voz alta y casi saltando del sofá de la impresión al saber que las sospechas sobre el burdel eran ciertas.
Sin embargo al instante el joven-oso fue callado por Gabriel y Raziel, quienes le taparon la boca y luego obligaron a sentarse para evitar llamar la atención. Después el joven-tigre y el joven-leopardo hicieron el gesto de silencio, mientras veían a los lados temiendo que llamarán la atención, y el joven-oso se rascaba la nuca con pena.
—¿Usted sabe que este lugar es en realidad una Granja de Vampiros? —pregunto Raziel sorprendido y tratando de mantener la voz baja, mientras él y su amigo tigre liberaban a su amigo oso.
—Para ser honesto, no tenía más que teorías y suposiciones, hasta que llegó ese grupo —contestó el extraño hombre, señalando con el pulgar izquierdo a los hombres de metal—. Que ellos estén aquí, significa que están al menos un ochenta por ciento seguros de que este lugar es una base de criaturas sobrenaturales. Y este grupo solo confía en el porcentaje de las probabilidades; por nada del universo se arriesgan a actuar, cuando las probabilidades son medias o bajas. Básicamente son como los clásicos doctores locos obsesionados con las probabilidades de éxito en sus acciones. Por ello debemos entrar al interior de este antro antes que ellos y ayudar a vuestro amigo.
—¡Es cierto! ¡Miguel sigue adentro! —dijo Raziel poniéndose una mano en la cabeza al recordar que su amigo lobo sigue en las habitaciones del burdel, donde muy quizás está lleno de vampiros.
—Ha pasado bastante tiempo desde que él entró —dijo Gabriel, dirigiendo su mirada a la puerta por la que ingresó el joven-lobo—. No hay otra opción. Nosotros también tendremos que ir adentro para ayudarlo.
—Amigo, ¿sabes que quiero vivir unos años más? Y no me refiero al peligro de los vampiros —dijo Rafael con pena y temor.
—No te preocupes, Elsa lo entenderá, al igual que Caroline —dijo Gabriel sonriendo con optimismo, mientras le daba un par de palmaditas en la espalda a su amigo oso—. Después de todo es para salvar a nuestro líder lobuno.
—Y si les preocupa el dinero descuiden. Yo pagaré las citas para entrar. Pero no crean que lo haré gratis. Luego tendrán que devolvérmelo con lo que les paguen por esta misión. Con mil o dos mil francos basta —dijo el extraño hombre volviendo a erguirse en su silla, y mostrando por primera vez una sonrisa que denotaba vergüenza—. No me malentiendan. Las herramientas que necesito para estas misiones no son nada baratas. Además de que los avariciosos comerciantes enanos no paran de subir los malditos precios cada semana.
—No hay problema, lo entendemos. Luego se lo pagaremos señor —dijo Raziel con una sonrisa amistosa y con su característica cortesía.
—Entonces tenemos un acuerdo de alianza entre cazadores. Y ya que vamos a trabajar juntos, lo ideal es que nos presentemos —dijo el hombre, mientras se quitaba el sombrero y lo ponía encima de su bolso en la mesa.
https://youtu.be/rVbBMRT84cs
—Me parece genial. ¡Me llamo Rafael Talamh! —se presentó el joven-oso golpeándose el pecho con un desbordante y pegajoso buen humor, que reflejaba con su gran sonrisa.
—Yo soy Raziel Imole —se presentó el joven-leopardo con una sonrisa amistosa y levantando la mano derecha, en forma de saludo casual.
—Gabriel Khanom —se presentó el joven-tigre de modo directo, levantando los dedos índice y medio derechos juntos al aire con ánimo serio, y luego señala la puerta de la recepción—. Y el lobato al que vamos a ayudar se llama Miguel Wolf.
—Bestias con nombres de ángeles... ¿Es una broma? —dijo el extraño hombre ahora más estupefacto.
Que haya bestias con nombres de ángeles o incluso de dioses, era algo más común de lo que se cree en realidad; en la Sociedad Sobrenatural es muy bien sabido que las bestias tenían por costumbre el adoptar nombres sagrados relacionados con sus tierras o cualidades propias. Los nombres podían ser desde apodos o nombres secundarios de dioses, héroes, santos y otras entidades de origen divino, o ser combinaciones de palabras con algún significado sagrado.
Esta costumbre se debía por diversas razones, tales como hacer tributo al ser cuyo nombre se toma prestado, hacerle honor a un inmortal o héroe en especial, honrar a la tribu con un nombre relacionado a su cultura, tomar prestado fuerza o algún atributo especial de la entidad cuyo nombre es adoptado, tener un nombre que inspire a la bestia, o tener una identidad que demuestre cuán diferente es a los verdaderos demonios y monstruos que dañan la Madre Tierra.
Pero el que un clan de bestias de distintas tierras tuviera nombres relacionados a un grupo de entidades específico, como los ángeles, hacía del clan mucho más inusual; incluso para alguien tan experimentado como el cazador con el que conversaba el trío de jóvenes-bestia.
—Sí, sabemos que es una coincidencia escalofriante. Ya no los han dicho antes —explicó Raziel mientras se rascaba una mejilla con pena.
—No lo dudo. Recordaré anotarlo en mi lista de curiosidades en el trabajo —dijo el extraño hombre mirando a los lados estupefacto, aún no creyendo tal curiosa coincidencia, y después vuelve a mirar al trío de jóvenes-bestias, ahora con una sonrisa divertida—. En fin. Mi nombre es Abraham; Abraham Van Helsing.
[Callejones de Lille]
Mientras tanto en las oscuras calles de la ciudad francesa, el silencio escalofriante era cortado por el sonido de pesados pasos, provenientes de un grupo de tres hombres altos, vestidos con trajes oscuros que les ofrecían un magnífico camuflaje en las sombras. Ellos avanzaban por la calle cercana a una fila de casas, caminando a paso rápido, pero haciendo todo lo posible para no correr, debido a que dos de ellos cargaban una enorme caja cuadrada metálica con una terrible abolladura en un lado, de modo que la parte que parecía ser la tapa rebotaba un poco, generando fuertes sonidos del metal siendo golpeado contra otro.
Si los tres aumentaban el paso, el sonido se hacía más fuerte, además de que la caja parecía estar a punto de colapsar; de moverse mucho más rápido la tapa podría caerse, y al parecer eso era lo que menos querían ellos. Seguían avanzando hasta llegar al patio de una fábrica abandonada en muy malas condiciones, próximo a ser demolido para la construcción de un mercado, y cuya ubicación era los límites que separaba la urbanización de Lille con el bosque cercano al burdel.
El par que sostenía la caja se acercaron a un árbol, mientras el tercero vigilaba los alrededores. Pero sin que ellos lo supieran, a una considerable distancia, en el tejado de una casa se encontraba emergiendo Azrael, desde la sombra que producía la chimenea del mismo edificio; al principio solo su cabeza salía de la sombra, luego los hombros y después el resto del cuerpo. Tras salir de la sombra, se acercó con sigilo a la orilla del tejado, y sin asomar su cabeza aumentó los sentidos auditivos al límite, para escuchar la conversación de aquellos tres individuos.
https://youtu.be/9s8as5zwqyI
—Nu este timp de pierdut! S-ar putea ca cineva din grupul care ne-a atacat să vină după noi! Trebuie să mergem repede la bază și să-i dăm doamnei Carmilla bijuteria!
(¡No hay tiempo que perder! ¡Alguien del grupo que nos atacó podría venir tras nosotros! ¡Tenemos que ir rápido a la base y entregarle a la señora Carmilla la gema!). Era lo que decía uno de los dos sujetos que transportaba la caja, en idioma rumano, con verdadera furia y desesperación en su tono.
—Dacă intrăm acum că sunt oameni înăuntru, riscăm ca piatra să-i înnebunească, așa cum s-a întâmplat cu oamenii care ne-au atacat. O mișcare greșită sau o altă lovitură va sparge containerul și va crea mai multe probleme pentru doamna Carmilla.
(Si entramos ahora que hay humanos dentro, corremos el riesgo de que la piedra los vuelva locos, como les pasó a los humanos que nos atacaron. Un movimiento en falso u otro golpe romperá el contenedor y creará más problemas para la señora Carmilla), decía el segundo sujeto que ayudaba a transportar la caja, teniendo un tono molesto y a la vez preocupado.
—Taci.
(Callénse), dijo de repente el sujeto que vigilaba, con un tono serio, frío y hostil, como si hubiera escuchado algo que lo puso en alerta. Y era justo eso.
Pero el sonido no fue originado por Azrael, quien seguía oculto en el tejado de aquel edificio cercano a la fábrica; en realidad vino desde lo más profundo de uno de los callejones que daban al lugar; un espacio entre una fila de cuatro casas. Aquel sonido pareció ser el de un objeto de vidrio rompiéndose. Quizás pudo haber sido una alforja, una botella o algo semejante que se quebró por accidente. No obstante el trío de individuos no lo tomo como una circunstancia normal, pues de repente hubo un mortal silencio.
Durante casi un minuto, Azrael no volvió a escuchar nada más; al final no tuvo otra elección que arriesgarse y asomar la cabeza, solo para descubrir que, en efecto, en el sitio donde se encontraban los tres individuos ya no había nadie, ni siquiera se veía señal de la caja; era como si hubieran desaparecido en el aire.
Sin embargo el sitio no estaba del todo deshabitado, porque el joven-pantera ahora podía percibir algo allí; era la misma sensación que sintió cuando el dragón abisal activo el Salón Astral de la familia Blunavy. De inmediato supo que no podía ser una coincidencia y, además, se podía decir que él tenía un extraño presentimiento. La conversación entre esos tres sujetos no solo le dio a entender a Azrael que el burdel podía ser en verdad una Granja de Vampiros, sino que también aquellos tres individuos podrían tener relación con esa base vampírica.
Es por eso que él decidió tomar el riesgo de investigar el sitio donde estuvo la caja, para saber si aquello representaba una posible amenaza que debía ser eliminada; con la misma cautela volvió a sumergirse en las sombras, y reapareció en la oscuridad que rodeaba toda la zona frente a la fábrica. Gracias a su visión nocturna, Azrael no tuvo problemas para ver en la oscuridad, y también gracias a su agudo olfato, no tuvo dificultades a la hora de captar algún aroma en el ambiente.
A pesar de que su sentido olfativo no era tan desarrollado como el de Miguel, aun servía para captar algunos olores en la zona. No obstante esto resultó innecesario, porque en el joven-pantera persistía la extraña sensación; la mejor descripción para tal raro sentimiento, era como si él fuese un insecto siendo atraído por alguna fuente de luz, solo que en este caso, de modo irónico, era en realidad una fuente de oscuridad: era energía del vacío, o al menos una energía oscura similar.
Azrael cerró los ojos y comenzó a caminar, dejándose llevar por aquella sensación; siguió caminando al mismo en que seguía el sentimiento, hasta que su pie izquierdo chocó con algo metálico. Entonces el joven-leopardo negro abrió los ojos, y una vez más no vio nada frente a él. Pero su pie seguía tocando algo sólido que estaba allí delante, de modo que le pareció obvio que debía ser la caja, solo que invisible de algún modo.
De inmediato y de un rápido movimiento Azrael se agacho, mientras ejecutaba un zarpazo envuelto en su propia energía sombría, logrando no solo cortar la magia oscura que camuflaba la caja, sino también derribar la puerta abollada; la neblina y oscuridad del lugar se apartaron, cuando del interior de la caja emergió un destello rojizo por un breve segundo, que incluso el mismo joven-pantera tuvo que taparse el rostro con una mano.
Pero cuando el brillo se calmó, Azrael miró otra vez la caja, la cual ahora era visible y, cuando su visión volvió a la normalidad, su confusión fue mayor al descubrir que dentro estaba el pequeño fragmento de un extraño cristal de color carmesí con tonalidades púrpuras y rosas, sujetado por dos pares de pinzas que eran parte de un mecanismo conectado a la parte inferior de la caja, de modo que el cristal no se moviera ni se cayera.
Si ya de por si no parecía un fragmento de cristal común y corriente, dada a su tan singular forma, superficie y color, la energía que emanaba le daba un mal presentimiento a Azrael, porque su propia energía del vacío reaccionaba aumentando en presencia de la energía que emanaba la gema, igual que una máquina recibiendo un poco de energía a través de una planta eléctrica con el suficiente poder, como para iluminar todo un continente.
Próximo capítulo: Doncellas del Crepúsculo.
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