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Capítulo XIV: Después de la Batalla

"Cuando buscamos el tesoro, nos damos cuenta de que el camino es el propio tesoro. "

—El Alquimista de Paulo Coelho

https://youtu.be/H98ewdkbPv0

Después del segundo día, en el que el dragón y la pirata tuvieron su segunda confrontación, cesó la lucha, y se originó la extraña convivencia, entre dos seres destinados a matarse entre sí. Cada día, Teresa regresaba a la cueva, para escuchar alguna historia del dragón Agniel; puesto que las encontraba de lo más interesantes (y esperaba encontrar una forma de matarlo). Y al caer la noche, regresaba con su tripulación; en un campamento que habían montado en la isla; cerca de la grieta en las costas. 

Los días se convirtieron en semanas, y luego en meses; en ese tiempo hubo una gran, y misteriosa, evolución, en la relación entre el dragón y la pirata. Son pocos los detalles acerca de la convivencia de ambos, debido a que Teresa no revelaba mucho de ello a su tripulación (ni a su hijo). Ella siempre fue una mujer orgullosa, a la que nunca le ha gustado mostrar sentimientos, ni hablar de momentos emotivos en público; ni siquiera a los más cercanos a ella.

De lo que sí se sabe (más por parte de Agniel), era que Teresa llegó a disfrutar de la compañía del dragón; principalmente porque ambos tenían mismos gustos (como robar tesoros); por lo que se entendían mutuamente. Otro detalle que hacía al dragón muy interesante, era que trataba a la pirata como una igual; sin aires de coqueteo ni intento de dominación. Aunque Agniel podría considerarse un "simple animal", en realidad, no se definía como uno, sino, según él: "otra criatura juiciosa, como los humanos, bestias, elfos, enanos y otras razas".

Básicamente era un hombre de otra raza, y pese a eso, él no mostraba ningún interés sexual hacia ella. Incluso, en cierta ocasión, Teresa llegó a bañarse en el río de la cueva, y Agniel no mostró ningún tipo de reacción; es más, ni le tomo importancia. Y esto no era porque el dragón tuviese "otros gustos", ya que, posteriormente, reveló que tenía 20 hijos con tres dragonas.

Sin embargo, Agniel explicó que no era por eso que los humanos llaman "amor", sino por cuestiones naturales, y para tener "dominio en el nido". Resulta que, los dragones, por naturaleza, tienen un gran "vacío" en su ser, y por ello, buscan llenarlo con materiales y múltiples parejas; por lo que tendían a tener entre dos o cinco parejas, y coleccionar miles de objetos brillantes; hasta el punto de llegar a robar tesoros de otras razas.

Comúnmente era el rey o reina quien tenía más de una pareja, porque era algo obligatorio; para que el nido estuviese lleno de sus familiares y descendientes. Debido al alto sentido del honor y orgullo en los dragones, estos solo respetan, y pueden llegar a obedecer, a aquellos que sean poderosos y honorables, o a algún familiar antecesor; como un padre o madre.  ¿Y que era mejor que un familiar antecesor, que además es poderoso?

No obstante, hubo casos en los que un dragón encontró su "Tesoro de por Vida". Según Agniel, ese era el único tipo de "tesoro" que podría llenar el vacío de un dragón; y ellos lo definían como: "seres a los que darían la vida misma para protegerlas, o una única pareja con la que tendría hijos y estarían juntos de por vida". Se podría decir que era su propio concepto de "amor". Pero estos casos eran muy raros, y el más famoso de ellos fue el de una Reina Dragona Abisal, que se enamoró, y tuvo descendencia, con un poderoso hombre-tigre, llamado Absalón; uno de los avatares del Padre de los Tigres.

Y fue en esta explicación, en la que Agniel menciono casualmente que, tal vez, le pasaba algo similar a Teresa; buscaba llenar su vacío con algo. Obviamente la pirata se molestó y negó eso. Aunque no podía negar el hecho de que, mientras más tiempo pasaba con el sabio dragón, algo de su sabiduría se quedaba en ella; dejando una gran enseñanza en distintos aspectos. 

Agniel era diferente a todas las personas que Teresa había conocido; le mostraba otra perspectiva de la vida, el mundo y la historia, a la vez que compartía algunos puntos de vista y gustos con ella; básicamente él la complementaba. Y el hecho de que el dragón fuese un hombre que no caía en sus encantos, de cierta forma, le resultaba atrayente. 

No obstante, pese a que Teresa seguía con su objetivo principal, el sentimiento de amistad que sentía por él era real; lo que la llevó a estar en conflicto consigo misma; y a causa de este conflicto, sumado a la confianza y comodidad que sentía por el dragón, ella llegó a ser un poco abierta hacia este. Y por eso, le relato un poco de sí misma; desde momentos de su tiempo como pirata, hasta antes de serlo. Y en este momento, Agniel dijo unas sinceras palabras, que resonarían incansablemente en la cabeza de la pirata.

—Sabes, yo creo que, la admiración que sientes por esos piratas, sobretodo las mujeres piratas, no es por sus actos, sino por las increíbles y peligrosas aventuras que ellos vivieron. Y ese intenso deseo de tener montañas de oro, es porque tienes un gran vació que no puedes llenar. No me refiero a que deseas una pareja, familia o algo parecido. Lo que buscas es llenar tu "vacío" autosatisfaciéndote con alabanzas, mezcladas con sentimientos de aprobación; recibidas por haber logrado aventuras, y obtenido montañas de riquezas. 

—¿Por qué piensas eso? —preguntó Teresa con tono irritado, aunque estaba intrigada.

—Dijiste que en tu casa debías ser lo que la sociedad humana espera de una mujer. Pienso que, dado a que debías ser lo que el resto esperaba que fueras, sumisa y dependiente, como la típica "damisela en apuros", te sentiste furiosa con todos, porque no eres así, ni quieres serlo. Y por eso, buscaste un camino diferente; lleno de aventuras y peligros; para demostrarle al mundo que no eres una "damisela en apuros" —respondió Agniel de forma pensativa.

—Entonces, señor sabiondo, ¿lo he demostrado? —preguntó Teresa con sarcasmo ácido, y bastante molesta.

—Bueno, a mi juicio, lo has más que demostrado. Eres más grande que cualquier caballero de brillante armadura y príncipe azul. Si tuviera que compararte con alguien más, no solo sería con esos piratas que tanto admiras, sino también con grandes héroes. No muchos tienen la determinación y el valor de lograr tales hazañas como las tuyas, y enfrentar a un ser como yo, sobretodo cuando todas las posibilidades parecen ir en su contra. Realmente, eres una humana admirable; digna de respetar y temer. Y eso es algo que me gusta.

Si ya de por sí algunas palabras, de conversaciones anteriores, dejaron un poco de impacto y enseñanza en Teresa, aquella conversación, llena de sinceridad y respeto, dejó una gran, y significativa, marca en su corazón; despejando así, su conflicto interno al fin. Luego, casi dos años después de que la pirata entrará por primera vez a esa cueva, dio a luz un niño.

—¡Espera, espera un momento! —exclamó Amitiel interrumpiendo la historia —. ¿Cómo ella, una pequeña humana, pudo tener un hijo con un gigantesco dragón?

—Oye ella no era tan pequeña, en serio era muy alta —decía Uriel un poco pensativo—. Y respondiendo a tu pregunta, los dragones adultos pueden aprender magia para cambiar de forma. No tantas formas, y casi siempre es solo una. Pero la mayoría puede tomar forma humana, y mi padre era uno de ellos: su forma humana era muy similar a la mía. ¿De verdad crees que, después de crearse la Sociedad Sobrenatural, los dragones permanecieron ocultos en cuevas, y decidieron quedarse allí de por vida, para que no se sepa su existencia?

—No, esté... bueno... pues... ¡mejor sigue contando la historia!

—Okey seguimos...

https://youtu.be/nDpJTbo36lY

Continuando con la historia, obviamente la pirata cambio de plan; ya no le interesaba el tesoro, al igual que Agniel; porque ambos habían encontrado uno mejor. Y por ello, Teresa abandonó su vida como pirata; no sin antes dejar a cargo a uno de sus más fieles tripulantes. 

Hubo quienes estaban molestos por su retiro, mientras que otros agradecieron haber sido parte de su tripulación; pero entre todos ellos, dos grandes amigos suyos, quienes fueron los primeros en seguirla cuando inició su carrera de pirata, y tres fieles tripulantes mujeres que le debían la vida misma, quisieron quedarse con ella en la isla; para ayudarla y seguir sirviéndola. Y Teresa, al no poder convencer a estos de que siguieran su rumbo, tuvo que aceptar su ayuda y servidumbre. 

Luego, el resto de la tripulación regresó a la mar, y Teresa no volvió a saber de ellos. Entonces la ex-pirata comenzó a vivir en la cueva, junto a su pareja e hijo, mientras que sus amigos y sirvientes, que se quedaron en la isla, se mudaron a una aldea cercana; a petición de ella, para que también tuviesen una nueva vida, a la vez que continuaban sirviéndola.

El tiempo pasó, y según crecía Uriel, pese a que aún no se transformaba, mostró un manejo natural de la magia y la Pyrokinesis (Magia de Fuego), por lo que Agniel le enseño, y entreno, para que aprendiera a usar su poder, y se defendiera de posibles amenazas; como dragones hostiles; sobretodo porque, para algunos de ellos, los mestizos eran una deshonra o tabú para la raza draconica.

Agniel también le explicó a Uriel las debilidades que este tiene, y tendrá, cuando obtenga su transformación: al ser un Pyromancer era vulnerable a la Hydrokinesis. Dado a que controla el mana, si llega a quedarse sin dicha energía, ya no podrá usar magia (excepto su aliento, que era una habilidad natural). Y una vez pueda transformarse, será vulnerable a ciertos cristales, y materiales encantados. Pero sobretodo, será vulnerable a ataques de hombres-tigre.

El entrenamiento avanzaba muy bien, pese que, muchas veces, Agniel tenía que salir de la cueva, por medio del río (el cual era lo bastante amplio para que él ingresara, además de que conectaba con el fondo del océano), para visitar su nido, ubicado en algún lugar del África, y asegurarse de que estuviese a salvo. Sin embargo no podía llevar a Uriel ni a Teresa con él, porque temía que otros dragones del nido intentarán lastimarlos, o incluso, que algún dragón de un nido rival quisiera eliminarlos, para herir personalmente a Agniel.

Mientras el padre dragón estaba afuera, Teresa le enseñaba a Uriel todo lo que había que saber sobre la navegación, y le relataba sobre algunas de sus aventuras en el mar, y sobre los piratas que ella admiraba. Pero también le inculcaba el decidir lo que él quería ser. Le enseñaba que debía elegir el camino que él deseara seguir, y no el que los demás, y su linaje, dictaran. 

Uriel aprendió mucho de sus padres, y todos vivían (casi) como una familia normal. Pero no toda historia tiene un final feliz.

Cuando Uriel tenía casi 13 años, desde el océano, cerca de la cueva, llegó un dragón desconocido: era un dragón de aspecto un poco similar a Agniel, pero de color dorado y más pequeño; era un Dragón de Clase Dorado, enemigo natural de los Dragones de Fuego. Por seguridad, y sin tener otra opción, Teresa tuvo que huir junto a su hijo a una zona segura, mientras Agniel salía de la cueva a para enfrentar al dragón invasor. 

En cuanto la ex-pirata y su hijo estuvieron a salvo y lejos del lugar, vieron una gran explosión en la costa, muy cerca de la entrada de la cueva; y de la misma, dos siluetas emergieron; para luego elevarse más allá del cielo; donde, posteriormente, hubo grandes explosiones; obviamente eran Agniel y el dragón dorado luchando.

Después de casi tres horas, las explosiones fueron moviéndose hacia el Sahara Occidental; para finalmente césar; y luego el silencio. Al poco tiempo, Teresa y Uriel intentaron regresar a la cueva, pero la entrada principal estaba derrumbada por la explosión. Y no podían ingresar por la entrada del río, debido a la gran profundidad del agua. Todo lo que podían hacer, era confiar en que Agniel logrará sobrevivir, y regresara con ellos. Hasta entonces, la ex-pirata y su hijo, se refugiaron en la cabaña de una de sus sirvientas y amigas, que se quedaron en la isla.

Pero, sin que la ex-pirata lo supiera, debido a la vieja tripulación, que continuó su vida de piratas, se extendieron rumores sobre el último paradero de ella; los cuales llegaron a España. Obviamente la familia de Teresa se enteraría de esos rumores; por lo que fueron a la isla Lanzarote para buscarla: y en unos días la encontraron. Fue un reencuentro inesperado y tenso, pero Teresa dejó a un lado los rencores pasados, y sus padres lloraron de felicidad al haberla encontrado; felicidad que se convirtió en sorpresa, al conocer a Uriel.

Teresa, al no querer mentir sobre Agniel, y no saber cómo camuflar la historia con mentiras, les reveló todo sobre la ascendencia paterna de Uriel; y como prueba, este les mostró su magia de fuego. Era difícil para los padres aceptar y procesar todo eso. Por lo que solo se concentraron en lo único importante; que su querida hija estuviese sana y salva.

Sin embargo, los padres de Teresa no podían quedarse ni dejarla a ella, porque no eran los únicos que buscaban a la ex-pirata. Los rumores llegaron a oídos de demasiada gente; y entre ellos, el gobierno español y, muy posiblemente, viejos piratas rivales deseosos de venganza contra Teresa.

Aunque debido a la situación volcánica de la isla, y a las "raras explosiones que hubo en el cielo" (la batalla entre Agniel y el dragón dorado), las autoridades españolas decretaron esperar a que mejorara la situación de la isla Lanzarote: para ir allí, buscar a la ex pirata y enjuiciarla por sus crímenes pasados. Pero pensar que los piratas iban a esperar como ellos, no era seguro; era muy probable que, incluso, ya están de camino a la isla; para tomar su ansiada venganza. 

Pese al inminente peligro, Teresa no quería abandonar Canarias, no solo porque ahora consideraba esas islas como su hogar, también porque, en el fondo, aún creía firmemente en que Agniel seguía vivo y regresaría. Y por eso, decidió mudarse cerca de donde él fue visto por última vez: África.

Los padres de ella no estaban del todo convencidos por viajar a ese lugar, pero no tenían tiempo para seguir cuestionando; y por ello, sin más opción, tuvieron que hacer caso a aquella petición. Y por seguridad, Teresa pidió a sus amigos y sirvientes que la acompañaran (pues, eran los únicos, aparte de la familia, en quienes podía confiar, además de que conocían la verdadera ascendencia de Uriel). Entonces, todos abordaron el barco familiar, y partieron a África; en donde todo tomó un giro inesperado.

Una semana después de que llegasen a una aldea en Marruecos, Teresa cayó bajo una terrible enfermedad, que la hizo estar dos noches en cama. Y al poco tiempo después de eso, en medianoche, Uriel, al tener suficiente edad, obtuvo su primera transformación, estando en medio de la aldea. Él empezó a sentir una ira injustificada e incontrolable. Todos los aldeanos, incluidos sus abuelos, se horrorizaron al verlo. Y para evitar un desastre, Uriel voló a un valle, lejos de la aldea; donde causó un terrible caos.

A la mañana siguiente, Uriel despertó, calmado y pudiendo controlar mejor su temperamento y transformación. Y cuando se disponía a regresar, fue encontrado por una de las fieles sirvientas de su madre; acompañada de algunos guardaespaldas de la familia Hernández. Pese a la transformación en la noche anterior, ella se le acercó con seguridad, y con sumo pesar, para revelarle una mala noticia: Teresa había muerto a causa de la enfermedad en la noche anterior.

https://youtu.be/S4BFRYoVtIg

Uriel, devastado, y sin saber dónde estaba su padre, o al menos saber si aún vivía, solo se transformó, y se fue volando a otras tierras. No pensó en regresar con sus abuelos, porque, personalmente, no sentía ningún vínculo familiar, ni quería estar con ellos. No quería estar con nadie más que con sus padres. Ni menos pensó en buscar el nido de su padre, no solo porque no sabía en qué lugar del África se encontraba, también tenía miedo de que los otros dragones intentarán matarlo, por considerarlo un tabú y una deshonra.

Pasó los siguientes dos años viajando de isla en isla, y en tierra en tierra; sobreviviendo con sus instintos y con lo que aprendió de sus padres. En ese tiempo entrenó su fuerza física, su temperamento, la Pyrokinesis, y el resto de dones que su legado draconiano, para estar listo en caso de tener que enfrentarse a cualquier peligro. Y lo mejor era que, a diferencia de otras bestias, él no dependía de la noche para transformarse.

Nunca se quedó mucho tiempo en un solo lugar; era un dragón sin nido y sin tesoros. Simplemente siguió viajando, hasta llegar a la isla de Cerdeña, y conocer a Amitiel; aquí acabo de contar Uriel su historia a la joven-sirena, quien no podía ocultar sus expresiones de asombro, emoción, fascinación, intriga, y luego tristeza, a medida que avanzaba el relato.

—¿Entonces no tienes a dónde ir? —preguntó Amitiel sintiendo pena y tristeza por Uriel.

—No —respondió Uriel a secas, y con obvio intento de ocultar su pena y melancolía; aunque en vano.

Amitiel sentía que debía ayudarlo. Uriel estaba totalmente solo y corría incontables riesgos; dragones hostiles, cazadores de monstruos, vampiros. Parecía que el mundo lo quería muerto; y por eso, a la joven-sirena se le ocurrió una idea (aunque precipitada).

—Tengo una idea, ¿qué tal si vienes conmigo? Mi casa es grande, y tenemos varias habitaciones de huéspedes. Podrías quedarte por un tiempo —sugirió Amitiel con ánimos.

—¿Qué? No te ofendas pero... aunque yo pueda respirar bajo el agua, no soy muy fan del ocea...

—No, no, no —Amitiel le interrumpió—. No vivo en el océano, aunque me gustaría, pero no. Yo vivo en aquel castillo —señala con su dedo índice derecho el gran castillo detrás de Uriel, dejando a este sumamente impactado—. Pues veras... mi madre es una sirena, pero mi padre es un humano.

—¡¡¿Qué?!!

—Muy larga historia. Después te la cuento.

—¿Y a ellos no les molestara que... una criatura como yo viva con ustedes?

Con esa pregunta, Amitiel recordó de inmediato el miedo de su madre hacia los dragones; lo que la preocupó. Pero apartó esa misma preocupación, manteniendo en mente que sus padres tienen un gran corazón, y si escuchaban y conocían a Uriel, al menos lo tolerarían.

—Por... supuesto que no. Solo necesitan tiempo para conocerte, ellos son muy buenos y lo entenderán. Vamos, acepta. Al menos quédate hasta que encuentres otro lugar a donde ir —pidió Amitiel, con una sonrisa que reflejaba una gran bondad.

El joven-dragón se pone a pensar en su situación, y aunque estaba dispuesto a rechazar la propuesta de la joven-sirena, no se sentía capaz de rechazar ese gran gesto de generosidad. Además no tenía un sitio específico a donde ir; y estaba cansado de simplemente viajar sin rumbo, y estar alerta a cualquier peligro. Por lo tanto, decidió aceptar la petición de Amitiel.

https://youtu.be/eevY1zE1KYo

Entonces ambos, después de volver a su forma humana, fueron al Castillo Blunavy. En cuanto acabó la fiesta, Amitiel presento a Uriel a sus padres, pero reservando el detalle de su ascendencia para cuando lo conociesen totalmente, y así no lo juzgaran precipitadamente.

A Eric y Ariel les cayó muy bien Uriel, y se alegraron enormemente de que Amitiel por fin tuviese un amigo de la "superficie". Sobretodo la madre de Amitiel, quien creía que su hija por fin encontró a su "Príncipe Azul" igual que ella. Aunque mayor fue su sorpresa cuando, meses después, se reveló que, en vez de "Príncipe Azul", era un "Príncipe Rojo"; o más bien el "Dragón del Cuento". Y que en vez de un amigo de la superficie, era más bien un amigo del cielo y la tierra.

Unos cuantos meses después, de que Uriel empezará a vivir en el castillo, y entablará una gran amistad con los padres de la joven-sirena, hasta el punto en el que parecía alguien más de la familia, fue cuando Uriel y Amitiel revelaron la verdadera ascendencia del primero; y lo que era en realidad. Ocurrió en el jardín privado del Castillo Blunavy, y decir que los padres de la joven-sirena se sorprendieron, asustaron, impactaron y quedaron en shock, cuando Uriel les mostró su verdadera forma, sería muy poco.

Rápida, y exitosamente, Amitiel logro calmar a sus padres (justo antes de que su padre llamara a los guardias). Luego de que todo se calmara, Amitiel explico la historia completa de Uriel. Que los padres de Amitiel comprendieran fue considerablemente difícil al principio, sobretodo por Ariel, quien tenía una fobia inculcada hacia los dragones. Pero al procesar bien todo, y recordando el tiempo que pasaron junto al joven-dragón, antes de saber lo que era realmente, finalmente entendieron.

En cuanto a si Uriel podía quedarse más tiempo en el castillo (puesto que aún no había encontrado un lugar permanente), Eric fue un poco vacilante a esa decisión, pero Ariel lo convenció de dejarlo quedarse. Aunque ella seguía teniendo un ligero miedo hacia el joven-dragón, sabía perfectamente que no era malvado; pero aparte de eso, también sintió un pequeño deja vu con lo que sucedía; era similar a cuando ella conoció a su marido, solo que esta vez fue al revés: Uriel era como ella y Amitiel era como Eric. La historia se repitió, pero a la inversa.

Así fue como Uriel encontró a su nueva familia. Y con el pasar de las semanas, él decidió quedarse definitivamente; y los padres de Amitiel lo aceptaron gustosamente en la familia. Incluso, la misma joven-sirena lo invitó a la Atlántida; en donde no fue muy bien recibido por el abuelo de ésta.

Al Rey Neptuno no le cayó para nada bien el joven-dragón, sobretodo por sus dos herencias: pirata y dragón. Durante siglos los piratas cazaban sirenas, y los dragones tendían a devorar a los habitantes de la Atlántida desde el principio de los tiempos; por lo que el Rey Neptuno odiaba a los dragones y a los piratas por igual.

Pero parte de la herencia, tampoco le caía bien Uriel, porque tenía el mismo nombre de (según el Rey Neptuno) un inmortal, séptimo hijo de los Primordiales YHWH y Asherah; quien siglos atrás, derrotó en una batalla al mismísimo Dios Poseidón. Y aunque el Rey Neptuno ocultaba muy bien su intolerancia al joven-dragón, en frente de Amitiel, si fue notado por el mismo Uriel. Pero aun así no dejaba que esto le afectara, y seguía visitando la Atlántida con su amiga sirena.

Sin embargo, aparte de los momentos felices, también había complicaciones, porque, poco después de que Uriel revelase quien era, los Blunavy descubrieron que este también heredó, de su familia paterna, el deseo insaciable de robar cosas brillantes; la cual solo fue empeorando con el tiempo. Pero no dejaron que eso fuera un impedimento, y se esforzaron por educarlo, y a tratar de enseñarle a controlar su impulso codicioso; teniendo fe en que Uriel encontrase, lo que él y los dragones llamaban, su "Tesoro de por Vida", y así, perdiese su codicia insaciable.

No obstante, al pasar el tiempo, el joven-dragón comenzó a creer que jamás encontraría ese "Tesoro", porque como decía su padre, muy rara vez ocurre. Incluso llegó a pensar que ser pirata, como su madre y antepasado, era el único camino para alguien como él. Pero Amitiel siempre lo alentaba a olvidar esa idea, y le apoyaba para ser todavía mejor. La joven-sirena se había convertido en el pilar, que impedía al joven-dragón descender a la oscuridad.

Después de dos años viviendo con la familia Blunavy, en los que les trajo miles de problemas por su codicia descontrolada, Uriel estaba a un paso de irse, para no seguir dándoles problemas a tan buenas personas como ellos; hasta el cumpleaños n18 de Amitiel de 1881; donde no solo pudo librarse de su amor por el oro, sino que también encontró a un grupo muy singular, y raro, de bestias.

—Que no soy una bestia rara, soy alguien genial y mucho más normal que todos ustedes —dijo Remiel molesto, interrumpiendo la historia.

https://youtu.be/vdFmczhyFCk

Los nueve jóvenes-bestia estaban reunidos en una simple habitación de huéspedes (de las pocas que quedó intacta) del Castillo Blunavy. Las paredes eran de color celeste y el piso marrón. En un lado de la habitación, cerca de la puerta, había un armario, y en el lado contrario nueve camas esparcidas: cada una de color blanco con sábanas azules. En la pared, donde estaban las camas había una gran ventana, en la que se veía que era de mañana. 

Gabriel, Miguel, Rafael Azrael y Raziel estaban sentados en sus respectivas camas, mientras que Uriel, Remiel y Jofiel estaban sentados en tres sillas de madera, en medio de la habitación. Y por último, Camael estaba sentado en una silla, cerca de la pared; un poco distanciado del resto. Todos vestían nuevas ropas, aunque simples; excepto Remiel, Azrael y Raziel, quienes llevaban las mismas ropas que usaron antes de disfrazarse de sirvientes.

—Tuviste que arruinar el momento —se quejo Uriel.

—Descuida Uriel, si te falta por contar algo más, aún estas a tiempo. Todavía no es medio día y el supuesto "Supervisor" no vendrá hasta ese momento —decía Miguel.

—Sí, el molesto "Supervisor" de la organización encargada de eventos como el de anoche. Deberían de agradecernos por haber intervenido, y no venir a interrogarnos como si fuésemos culpables de un crimen —dijo Camael con obvio fastidio.

—Pues, aparte de haber intervenido, durante la pelea muchos humanos vieron nuestras verdaderas formas, y contribuimos en parte con la destrucción —explicó Raziel de forma razonable.

—Creo que no era necesario recordarnos eso —dijo Gabriel con sarcasmo.

—Pero al menos hicimos el trabajo que deberían haber hecho ellos, si no hubieran tardado tanto en llegar a esta isla —dijo Azrael de forma relajada y despreocupada, mientras se recostaba en su silla.

—¡Y tuvimos una emocionante pelea! —dijo Rafael de forma animada.

—En eso tienen razón —estuvo de acuerdo Jofiel, igualmente relajado y tranquilo.

—No entiendo cómo ustedes tres pueden estar tan tranquilos —dijo Miguel con incredulidad.

Poco después de la batalla con el Dragón Abisal, había llegado a la isla miembros de la organización encargada de enormes eventos sobrenaturales; conocida popularmente por las siglas islandesas de su parte investigadora, RSYA "Rannsóknarmenn Stórfelldra Yfirnáttúrulegra Atburða" (Investigadores de Eventos Sobrenaturales a Gran Escala). Pero todo su órgano es conocido, sobretodo en Noruega, como Verndarálfur.

El gremio Verndarálfur, en vez de felicitar al grupo, por haber detenido al Dragón Abisal, estuvieron a punto de arrestarlos, de no haber sido por la intervención de las familias Blunavy y Dumont; y en vez de ello, se les dio una oportunidad al grupo; por medio de una entrevista con el, actual, jefe de la parte supervisora de la organización; conocido, por ahora, simplemente como "El Supervisor", debido a que no les fue dicho su nombre a los jóvenes-bestia.

Sin embargo el "Supervisor" estaba ocupado arreglando otro evento en Rusia, por lo que no vendría hasta el medio día de la mañana siguiente. Mientras tanto, el grupo tuvo que quedarse y pasar la noche en una de las habitaciones de huéspedes del Castillo Blunavy. Antes de dormir, hablaron sobre cosas triviales, y algunos de ellos no pudieron evitar sentir curiosidad por saber de dónde venían el resto de ellos. 

Pero muchos del grupo no estaban de ánimos para hablar, a causa del agotamiento, por lo que acordaron relatar un poco sobre sus historias en la mañana siguiente; mientras esperaban al "Supervisor". Y cumpliendo lo dicho, en plena mañana, los primeros en relatar su origen fueron Miguel y Rafael, luego siguió Uriel; quien acababa de terminar.

—Ya no me falta contar nada más, al menos por ahora  —dijo Uriel—. ¿Entonces quién sigue?

—¡Yo! ¡Yo soy el siguiente! —respondió Remiel emocionado, mientras se ponía en posición de alguien preparándose para contar una historia—. Acompáñenme a oír esta triste historia.

"Los comentarios de este tipo parecen sacados de un grupo de personas, donde en vez compartir y crear historias, comparten y crean estupideces", pensaba Camael avergonzado y molesto del comportamiento del kitsune.

[Rumania: Afueras de Sinaia]

https://youtu.be/yNObg_LSJ_0

Al mismo tiempo, en un espeso y oscuro bosque, en las afueras de la ciudad de Sinaia, acampaba el grupo de vampiros guiados por Terrordar. Se encontraban en las sombras de los árboles; totalmente alejados de la luz del sol; junto a dos carruajes y un carro, tirados por un par de caballos. En el mencionado carro, había un ataúd; con tierra alrededor del mismo.

En la noche anterior, mientras ocurría la pelea entre los jóvenes-bestia y Bael en Cerdeña, en el interior del Monasterio de Snagov, Terrordar y sus lacayos, le traían partes de los cuerpos humanos de afuera, y de algunos animales, a Drácula; para que se alimentara. El resucitado vampiro ya no estaba tan demacrado como antes, pero seguía delgado y viejo; aunque ahora tenía mechones negros en su cabello canoso.

—Lamentamos no darle más alimento. Pero no podemos dejar señales de que estuvimos aquí. No es como en épocas anteriores, que podíamos cazar sin problemas —dijo Terrordar con pesar.

—Entiendo —dijo Drácula con seriedad y con mejor tono de voz, mientras se limpiaba los labios llenos de sangre con un pañuelo blanco—. Según me dijiste, han pasado cuatrocientos años; y en ese tiempo, todo cambió demasiado. Tengo tantas preguntas, y las más importantes: ¿qué fue de mis hijos? ¿Qué fue de mi reino? Y... ¿qué fue de Daniel, Absalón, Isaac, Jacob, y el resto?

—Señor, todas sus preguntas serán respondidas, en cuanto lleguemos a la sede de la Aristocracia Vampírica. Hemos preparado un ataúd con tierra de su lugar de nacimiento. Así seguirá recuperando fuerzas en el camino —dijo uno de los vampiros ayudantes.

—Entonces partamos de una vez. Ya estoy satisfecho, y quiero conocer este nuevo mundo, y el legado de la facción, conocida ahora, como Gremio San Bestia —dijo Drácula, totalmente emocionado.




Próximo Capítulo: Cachorros de un Tigre y una Kitsune

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