Capítulo XII: Bestias de Agua Salada
"...En un momento, los cuatro piratas habían trepado el declive de la loma y estaban ya sobre nosotros...".
—La Isla del Tesoro, de Robert Louis Stevenson.
https://youtu.be/ZoXEqpcC7To
[Monolitos de los Kelpies]
Poco después de que el barco del clan Nightfall Angels huyera impulsado por los propulsores, Mabel se dispuso a perseguirlos. Pero en vez de usar también los propulsores de su propio barco, la rabia y el deseo de venganza la hizo preferir usar otra alternativa; una más rápida y sorpresiva para hacer un ataque de frente.
Así que ella se agachó, poniéndose de cuclillas, y toco el suelo de la cubierta del barco con ambas manos. Acto seguido, sus ojos ganaron una luz fantasmal de color rosa; misma que comenzaba a emitir todo su cuerpo, y pasaba al suelo a través de sus manos. Poco a poco la luz fue extendiéndose por todo el suelo, pasando por los bordes y los mástiles. De esta manera, en cuestión de segundos, todo el buque estuvo envuelto en esa luz fantasmal, que le daba al barco una apariencia de barco fantasma.
Utilizó la técnica de su poder del Vacío, Aquí y en Ningún Lugar: Aparición Cheshire.
Y como efecto, el barco empezó a fundirse con la luz rosa y desaparecer en el aire, a partir de la proa y terminando la popa. A medida que esto sucedía, la parte que se fundía con la luz rosa volvía a materializarse en otro lugar; la parte trasera de una hilera de colinas altas del mar. Al final el buque de Mabel, junto con ella y su tripulación, apareció detrás de las colinas Monolitos de las Kelpies, justo en frente del barco Draco Wang.
—Fue buena idea turistear alrededor de esas piedras antes de ir al puerto —dijo Mabel con una sonrisa orgullosa, mientras se ponía de pie, tambaleándose un poco, mientras la luz rosa desaparecía de su cuerpo y del barco—. ¡Woo! ¡Ja, ja, ja! ¡Prepárense para abordar!
Los Yokai a bordo no tardaron en responder con gritos de emoción entre risas siniestras; se reían por la diversión que les daba la situación, y estaban emocionados por la batalla pirata que tendrían ahora. Así que todos corrieron a sus puestos para comenzar el ataque.
Por otro lado, la tripulación en el barco Draco Wang también se preparaba para el inminente ataque.
Un grupo conformado por Azrael, Raziel, Camael y Erzuli se ocupaban de cerrar las velas para evitar que sean dañadas durante un bombardeo; se desplazaban de un lado a otro trepando por los mástiles, ajustando las sogas de las velas sin problemas, y con la rapidez de un experto.
Uriel se ocupaba de manejar el timón según las órdenes de Miguel, mientras que Amitiel y Raven se ocupaban de leer juntas el manual de instrucciones del barco, para conocer mejor sobre las otras funciones de la mesa de controles, con el fin de emplear las funciones especiales del barco.
Los demás estaban preparándose para enfrentar el barco enemigo. Y entre ellos, Jofiel y Rafael trajeron una caja cada uno. Eran cajas grandes, que al ser depositadas en el suelo, hicieron un ruido fuerte que revelaba lo mucho que pesaban.
—¡Aquí están las balas de cañón! —aviso Jofiel, abriendo ambas cajas con sus manos de un solo movimiento, mostrando que las cajas estaban llenas de bolas de hierro.
—¡Esperen un momento, ¿Dónde están los cañones de este barco?! —preguntó Angela todavía sufriendo de nervios, y más aún al darse cuenta de que nunca se mencionó ni un solo cañón.
—¡¿Quién necesita cañones cuando tienes fuerza de bestia?! —respondió Rafael mientras agarraba una bola de hierro, con tanta fuerza que sus dedos abollaron el duro hierro. Luego el arthdruwid se preparó casi como un jugador de béisbol a punto de lanzar la pelota y, tal como en dicho juego, arrojó la bala de cañón hacia el barco enemigo.
https://youtu.be/ZL7L_Dgi9pQ
La fuerza ejercida en el lanzamiento hizo que la bola de hierro volará como un auténtico proyectil, casi comparado al disparo de un verdadero cañón. Y hubiera golpeado a Mabel, si ésta no lo hubiera esquivado doblando la espalda hacia atrás, gracias a su flexibilidad y agilidad gatuna. Aunque igual se molestó porque la bola de hierro destrozó una pared en el que colgaba un cuadro suyo.
Y mientras Mabel volvía a mirar el barco Draco Wang, ahora gruñendo de rabia, en dicho barco Rafael celebraba el lanzamiento chocando las manos con Jofiel y Gabriel. Por otro lado, Angels y Clarisse estaban boquiabiertas, porque jamás en sus vidas vieron algo tan absurdo como alguien usando las balas de cañón de esa forma.
—Bestias tenían que ser... —dijo Angela entrecerrando los ojos.
—¡Asombroso! —felicito Clarisse aplaudiendo con su espada todavía en mano, como una niña que ve un espectacular truco.
—¡Parece muy divertido! —dijo Elsa sonriendo de emoción—. ¡Yo también quiero intentarlo!
—Ricitos de oro, por más fuerza que te brinden esos guantes rúnicos, sigues siendo una simple humana delgaducha —decía Angela con incredulidad—. Necesitas al menos 100 kilos extras de puro músculo, más 20 kilos de huesos y densidad muscular de bestia cavernícola, para hacer algo así...
Mientras Angela daba su explicación, más o menos "coherente" dentro del estándar humano, Elsa había tomado una bola de hierro con sus dos pequeñas manos, sin el menor indicio de que le costaba cargarlo. Después cerró los ojos, dio un profundo respiro, y entonces sucedió la magia.
Por un instante las runas de los guantes brillaron de azul, y su cuerpo pareció ganar un centímetro más de altura, ya que su ropa lucía ajustada por un segundo. Pero al rato volvió a acomodarse a sus nuevas medidas. Aunque lo más extraño es que su piel se tornó más blanca durante ese diminuto lapso de tiempo. Y cuando abrió los ojos, su iris desprendió un brillo verde por un instante.
Entonces recitó en su mente: "Styrkur Jotun" (Fuerza de Gigante). Y al instante sus dedos abollaron la bala de cañón, para luego arrojarla con solo la mano derecha, tal como hizo Rafael, logrando repetir la misma hazaña que éste último, con la diferencia de que la bola de hierro impacto en una de las velas del barco de Mabel, y cayó en el suelo de la proa.
—¡Lo hice! ¡¿Viste eso Rafael?! —dijo Elsa feliz y emocionada, saltando y alzando las manos al aire, para luego abrazar al joven-oso con fuerza.
—Sí, lo vi. Y fue un buen disparo —dijo Rafael con una sonrisa que denotaba orgullo, mientras apartaba con suavidad a la pequeña ricitos de oro, y le daba unas palmadas tiernas en la cabeza.
—Aunque es una idea muy divertida, también es muy ingeniosa. Esto es mucho más fácil y práctico que manejar un cañón —decía Camael también tomando una bala de cañón con la mano izquierda, y luego esboza una sonrisa de diversión cruel—. Esa gata loca británica nos siguió buscando oro, pero solo le daremos plomo, y al estilo bestia latinoamericana.
Siguiendo el ejemplo que dio Rafael, los jóvenes-bestia presentes y la joven risos de oro atacaron al barco enemigo, usando las balas de cañón como pelotas de beisbol. Para esta tarea se les unieron Camael, Gabriel y Caroline; cada uno tomaba las bolas de hierro y las arrojaba con la suficiente fuerza para alcanzar el barco de Mabel. Algunas balas de cañón lograron impactar en el cuerpo del barco, pero apenas pudieron hacer una abolladura, porque el barco estaba recubierto de un mineral parecido al metal.
No obstante Mabel y su tripulación respondieron rápido; del estribor del barco se abrieron compartimientos cuadrados, de los cuales sacaron cañones con forma de cabezas de criaturas parecidas a serpientes. Y de esos cañones, en vez de simples balas de cañón, dispararon como proyectiles dos esferas de acero con líneas verdes, que al girar desprendían llamas verdes semejantes a los de un fuego artificial.
—¿Creen que el barco aguante eso? —preguntó Clarisse comenzando a preocuparse.
—¡Mejor no lo averigüemos! —contestó Gabriel, corriendo rápido hacia la punta de la proa, para poner en práctica sus más recientes técnicas aprendidas.
Allí utilizo el Godfist Style: Universal Rivers Current. Y lo hizo, atrapando el primer proyectil con ambas manos, para luego dar un giro de 360 grados, redirigiendo el proyectil contra el segundo. El choque entre las esferas metálicas provocó una pequeña explosión de fuego verde, que al rato se desvaneció en partículas mágicas.
—Podrás ser pésimo en diplomacia, pero al menos lo compensas en combate —dijo Camael de forma severa—. ¿Puedes encargarte de todas esas extrañas balas mágicas?
—Claro, ahora me divido en diez y las desvió todas como un dios taoísta —contestó Gabriel con sarcasmo molesto—. ¡No sean ratas, ayúdenme!
—Camael, Clarisse, Angela y Remiel ayuden a Gabriel a desviar esos proyectiles —dijo Rafael, agarrando otra bala de cañón—. Jofiel, Caroline, Elsa y yo nos ocuparemos de contraatacar.
Cumpliendo con la orden, los recién nombrados se posicionaron en la proa, listos para repeler los ataques del barco enemigo. Mientras que el baghatma redireccionaba las balas de cañón que iban a caer en la cubierta, los otros desviaban o hacían explotar las demás a sus respectivas maneras.
Remiel concentraba magia eléctrica en su katana, y la soltaba contra los proyectiles en tajos al estilo samurái.
Camael usaba su Arte Mágico para crear lanzas mágicas, las cuales arrojaba contra otras balas con una precisión prodigiosa.
Clarisse concentraba una radiante luz celeste en su propia espada, y la liberaba en forma de un breve láser luminoso a través del filo.
Y Angela se ocupaba de crear plumas plateadas mágicas, las cuales arrojaba en grupos para frenar algunas balas lo suficiente como para que cayeran al agua.
Jofiel, Rafael, Elsa y Caroline también pusieron de su parte en la defensa del barco; al mismo tiempo en que arrojaban las balas de cañón contra el barco de Mabel, también las arrojaban contra algunos de los proyectiles que ésta última les disparaba.
Durante el bombardeo, Uriel manejaba el barco para moverse poco a poco al estribor, con el fin de apuntar la proa del barco a un punto en el que pudieran escapar de nuevo con los propulsores, aprovechando la lentitud y falta de maniobrabilidad del barco de Mabel.
Por el momento los dos clanes tenían la situación controlada, y ya estaban preparándose en caso de que el barco de Mabel hiciera alguna maniobra extraordinaria o sobrenatural, que lo acercara hacia ellos para un abordaje violento.
—¡Sigan así chicos, ya falta poco para que podamos salir de este condenado lugar! —grito Uriel como un niño emocionado viviendo su sueño.
—Eso espero, porque tengo el presentimiento de que se pondrá peor —dijo Azrael desde la cima del tercer mástil, viendo el barco enemigo con ciertas dudas.
Y su corazonada no era del todo errónea; en el barco de Mabel se elevaron al aire dos Yokai de tipo Tengu, armados con katanas y un peculiar revolver con diseño de cañón asiático antiguo. Aprovechando sus alas, los tengu volaron directo al barco Draco Wang, esquivando los proyectiles tanto de aliados como de enemigos sin problema alguno, aunque eso los hizo ser detectados por todos en el barco Draco Wang.
—¡Enemigo aproximándose! ¡Prepárense! —aviso Azrael desde lo alto del mástil.
—¡Yo ya estoy más que preparado! —contestó Rafael aumentando el agarre en la bala de cañón a tal grado, que su mano quedó impresa en la dura superficie de la esfera.
El arthdruwid estaba listo para derribar a uno de los Yokai voladores; solo le faltaba calcular bien y estar seguro de no fallar. Lo mismo era para Camael y Elsa. No obstante, debido a que estaban concentrados en los enemigos que se aproximaban desde el aire, no pudieron divisar el que se aproximaba desde el mar, hasta que fue muy tarde.
https://youtu.be/wYVt4QYpCVE
Todos se sobresaltaron cuando, desde la parte izquierda de la proa, emergió del agua alguien de un salto inhumado, que lo hizo aterrizar de cuclillas en el barandal del barco, y se mantuvo ahí con un equilibrio admirable.
Era un joven hawaiano de 18 años, alto y fornido como Rafael, piel bronceada como todo nativo de una tierra soleada, ojos verde marino y cabello azul oscuro y rizado atado en una coleta larga. Llevaba un pantalón verde con recortes en los bordes de los pies, junto con un cinturón adornado con huesos de peces. Y en la muñeca izquierda portaba un brazalete de diseño hawaiano con el trazado de dientes de tiburón.
Iba descalzo y no tenía camisa, por lo que se podía ver tatuajes de la cultura hawaiana que adornaban sus antebrazos hasta sus hombros y espalda. Y en los tatuajes de su espalda estaba la silueta de las características mandíbulas de un tiburón. Además el extraño joven hawaiano traía en su mano derecha una placa circular; una lo bastante grande como para servir de plataforma.
—Aloha —saludo el joven hawaiano esbozando una sonrisa amigable, aunque lucía bastante intimidante.
—¡Haaa, amigos tengan cuidado, es una bestia de la tribu del dios Kamohoali-i Dakuwaqa! —advirtió Remiel tan sorprendido y alerta que dio un par de pasos hacia atrás.
—¿El Rey Tiburón de la Isla de Maui...? —decía Gabriel, reconociendo al instante ese nombre, y al igual que el kitsune se sorprendió.
—Entonces este sujeto es un kauhuhu —dijo Jofiel, entendiendo ahora la preocupación del joven kitsune.
Los kauhuhu, también conocidos como Ukupanipo, o en el presente como kanakamano, de las palabras hawaianas kanaka (hombre) y manō (tiburón), o también tangatamango, de las palabras maorí tangata (hombre) y mangō (tiburón). Son una especie de bestias nativas de las tribus polinesias, descendientes de la familia del Dios Polinesio de los Guardianes y Rey Tiburón de la Isla de Maui, Kamohoali-i, también conocido en la isla de Fiyi como el dios guardián Dakuwaqa, marido de la diosa sirena-pulpo guardiana de la isla de Kavadu.
Son una poderosa especie de bestia marina, respetada y venerada en las culturas de las islas del Pacifico como divinos protectores que salvaban a los náufragos guiándolos a un lugar seguro, ayudaban en la pesca y en la lucha contra los monstruos marinos Taniwha, y devoraban a los humanos que ellos no reconocían como nativos de la isla bajo su cuidado, de modo que las bestias tiburón se encargaban de eliminar a los humanos invasores de tribus más hostiles, como las tribus polinesias caníbales y esclavistas.
Es por eso que la mayoría de las culturas polinesias, tales como Hawái y Nueva Zelanda, tenían como guardián a un dios tiburón, cuyo respeto debía ganarse y nunca se debía buscar razones para enfadarlo. Pero también se debía tener especial cuidado de ellos, sobre todo de los que caminan entre las tribus humanas disfrazados de humanos.
Incluso existían historias de hombres-tiburón que secuestraban mujeres humanas para procrear con ellas, similar a las leyendas de algunas tribus en Asia sobre hombres-tigre que secuestraban a mujeres humanas con el fin de que fuesen sus cocineras personales.
Y al ser los kauhuhu una especie de bestia marina, se desempeñaban mejor en peleas donde hubiera agua. Como por ejemplo, la batalla en medio del mar en la que estaban metidos ahora los clanes Nightfall Angels y Twilight Maidens.
—Me honra saber cuán reconocido es mi pueblo entre ustedes... —decía el joven hawaiano dando un rápido vistazo a los que estaban allí presentes, con una dientuda sonrisa jovial—. Soy Turiel "Rock" Johnson, de la tribu Kauhuhu de la Isla de Hawai. No se alteren por los tengu. Solo fueron una pequeña distracción, que me permitiera venir aquí, sin problemas, a entregarles un obsequio de mi jefa.
—Que tiburón tan amable —comentó Camael con sarcasmo y los ojos entrecerrados—. ¿Y qué tipo de obsequio nos manda tu jefa loca?
—Ella les manda como obsequió una "aparición" —respondió el joven-tiburón, Turiel, con una gran sonrisa carismática que inspiraba confianza—. La aparición de su presencia.
Dicho eso, el joven-tiburón arrojó la plataforma al suelo de la cubierta en frente suyo. Entonces uno de los tengu que volaban sacó del cinturón el revólver, y disparó al cielo una bala luminiscente de color verde, que explotó igual que un pequeño fuego artificial.
Esa fue la señal para que, encima de aquella plataforma, apareciera cual fantasma Mabel, armada con un kusarigama negra con una cadena, cuatro garras en vez de un filo, y en el otro extremo tenía un cascabel.
https://youtu.be/_8BwHHEopec
—Digan "hello" a la kitty —comentó Mabel a modo de broma en su idioma natal, sonriendo con frialdad, mientras hacía girar las garras de su kusarigama.
La aparición repentina de Mabel fue tan inesperada, que incluso Jofiel y Rafael tardaron un segundo en reaccionar, mientras que Remiel se espantó tanto que no pudo hacer más que gritar del pánico. Y antes de que alguno pensara siquiera en qué hacer, el joven-tiburón Turiel se les adelantó.
—¡Mele La'a: e hele mai i o'u nei ka mana mai ka makani a e haawi mai i kou ikaika ia'u! ♪
"(¡Canto Sagrado: ven a mí Maná del viento y dame tu fuerza!", era lo que cantaba el joven-tiburón en su idioma natal, mientras aplaudía y se golpeaba el pecho al ritmo de la canción, y el viento circulaba desde su posición hasta empezar a ser casi un vendaval.
—Oh rayos... —dijo Gabriel entrecerrando los ojos con molestia y bajando los hombros de forma cansada—. Lo que nos faltaba. Este tiburón hawaiano también es un chamán kahuna.
Después de explicar eso, de inmediato el baghatma se tumbó al suelo. Y tanto Caroline como Jofiel, Rafael y los demás lo imitaron por precaución. Hicieron bien, porque en cuanto el tiburón terminó de cantar dio un fuerte aplauso, y el viento que se acumulaba alrededor suyo avanzo igual que un pequeño huracán, que podría haberlos tumbado a todos al mar si no se hubieran tirado al suelo.
De hecho Camael, Angela y Clarisse, debido a que fueron los últimos en agacharse, la fuerza de aquel viento los empujó hasta casi hacerlos chocar contra la pared del cuarto de cocina. Y por un momento el barco entero se sacudió un poco.
Sin embargo Mabel no se vio afectada por el golpe de viento, en parte porque el viento la rodeo igual que un río pasa de una roca; esto por supuesto fue obra del joven-tiburón y de su Arte Mágico de tipo Cántico. Pero también fue en mayor parte porque la chica-gata ya había activado su habilidad Aquí y en Ningún Lugar, la cual afectó también su arma.
Y tan pronto como el joven-tiburón creó aquella distracción, Mabel la aprovechó para arrojar el otro extremo de la kusarigama alrededor del cuello de Remiel. Después lo atrajo hacia ella de un fuerte tirón, que lo hizo caer a sus pies.
—Lo siento, pero el dragón rojo tendrá que esperar... —decía Mabel de forma jovial—. Primero tengo que resolver cuentas personales. ¡Bye, bye sayonara! ♪
—¡Oh my god! ¡Deprisa sujeten a Remiel! —exclamó Jofiel comenzando a alterarse porque sabía lo que iba a pasar. Pero fue tarde.
Mabel desapareció de forma fugaz junto con el joven-kitsune, antes de que alguien pudiera siquiera levantarse y correr para salvarlo. Aunque de todos modos, de haber podido alcanzarlo sería lo mismo: Mabel se llevó a un miembro del clan.
—Aloha, clan estrafalario —se despidió el joven-tiburón con una sonrisa amistosa, mientras se dejaba caer de espalda al agua.
Y una vez sumergido, el joven-tiburón se desplazó cual torpedo bajo el agua en dirección al barco de Mabel. Los tengu también regresaron al barco una vez acabado la pequeña misión de secuestro, dejando a todos en el barco Draco Wang tratando de asimilar lo que pasó.
—¡¿Pero qué carajos fue eso?! —exclamó Camael poniéndose de pie, incrédulo con lo que acaba de pasar—. ¡¿No se supone que esa gata solo podía aparecer en los sitios que ya ha estado antes?!
—Y es justo lo que hizo —dijo Jofiel con seriedad, mientras inspeccionaba entre sus manos la plataforma metálica en la que apareció Mabel—. Si mi deducción es correcta, su poder funciona cuando ella o su Kenoplasma tocan un punto específico, donde pueda estar de pie. Así que, técnicamente, esta tapa de metal también cuenta.
—Entonces, en base a eso, ella puede arrojar pedazos de plataformas, y usar su poder para aparecer encima de esos trozos. Un método de "teletransportación" improvisado —dijo Rafael, entendiendo rápido la teoría del joven-león.
—Eso es genial —dijo Caroline con los ojos grandes del asombro, no pudiendo evitar sorprenderse del método ingenioso con el que la mujer-gato aprovecha el poder que poseía.
—Muy astuto, para venir de una loca —decía Gabriel frunciendo el ceño, y mirando con molestia el barco de Mabel—. Pero aun así, ella sigue siendo muy poco inteligente, porque no tiene ni la más remota idea del tipo de clan al que acaba de declararle la guerra...
Todos los jóvenes-bestia del clan Nightfall Angels estaban más que de acuerdo con lo dicho por el baghatma; no iban a permitir que alguien los atacara, ni mucho menos se llevara a uno de ellos y se fuera así sin más.
Mientras tanto en el barco de Mabel, ésta apareció en la parte alta de la cubierta —la parte media del barco—, donde estaba la rueda del timón y otros dos Yokais tengu esperándola. Allí también llego el joven-tiburón, saltando desde el mar y luego aterrizando en la cubierta alta.
Una vez estando en la seguridad de su barco y tripulación, la chica-gata arrojó al kitsune al suelo, todavía sujetándolo del cuello con la cadena de la kusarigama. Pero aun así el kitsune no estaba para nada herido ni luchaba; solo estaba afligido y aterrado.
—Sabes, esperaba que fuese más difícil. Por lo menos un poco de resistencia de tu parte —dijo Mabel dejando de sonreír, y mostrándose bastante dudosa, manteniendo una considerable distancia de quien fue su pareja—. ¿O es que me tienes tanto miedo, que pierdes las ganas de enfrentarme?
—Mabel, en serio entiendo que me odies por lo sucedido —decía Remiel con la mirada al suelo, sentándose en el suelo y sujetando la cadena con una mano, mientras ponía la katana en el suelo, sin soltarla—. Por eso no voy a seguir causándote dolor... Ya no...
—Es un buen gesto de tu parte. ¿Y qué? ¿Quieres que te perdone solo por eso?
—No te pido que me perdones. Solo que dejes en paz a mi clan —decía Remiel, aumentando la fuerza de agarre en la cadena.
—¡Ohhh, que ternurita! —decía Mabel fingiendo estar encantada nada más para burlarse—. ¡Ja, ja! ¡¿Y crees que abandonare una mina de oro como ese dragón rojo?! ¡Ni hablar! ¡Es mi oportunidad para recuperar todo lo que perdí por tu culpa! ¡Después de hacer que pagues cada microsegundo que pase en prisión, perseguiré a tu clan y capturare al dragón rojo, sin piedad alguna, como tú tampoco tuviste cuando me arrestaron!
—¡Je, je! Creo que no me has entendido bien... —dijo Remiel esbozando una sonrisa divertida, mientras levantaba la mirada para ver a Mabel directo a los ojos, y la sorprendió al mostrarle cuán confiado y despreocupado estaba él—. Te pedí que los dejaras en paz, no porque estuviese preocupado del daño que puedas hacerles, sino preocupado por ti...
Tan pronto como dijo eso, todo el barco de Mabel comenzó a tambalearse de forma brusca, sorprendiendo tanto a ella como al resto de la tripulación.
https://youtu.be/5fExpycwIrU
—Estoy seriamente preocupado, del doloroso daño que te espera por parte de mi clan, ahora que has secuestrado a un miembro suyo —agregó Remiel con su característico humor optimista y divertido.
Con un mal presentimiento, y sabiendo por experiencia que no todo iba tan bien como se esperaba, Mabel soltó la kusarigama y corrió al barandal para echar un vistazo; quedó boquiabierta al ver que el agua alrededor de su barco había sido congelado, de modo que ahora estaba atrapado en un glaciar.
Aquel hielo y nieve se extendía desde el barco de Mabel hasta el barco Draco Wang. De esta manera el hielo y la nieve servían como una trampa temporal, y un suelo seguro en el que la tripulación del Draco Wang pudiera caminar para abordar el barco de Mabel.
Lo sucedido fue producto del hechizo Hogar Invernal de la Magia de Hielo de Amitiel, quien había comenzado a conjurarlo tan pronto como Uriel y Miguel vieron que Remiel fue secuestrado. Y todos no pudieron ocultar su asombro por la hazaña de la sirena mestiza.
—¡Wohh! ¡Es increíble, Amitiel no sabía que habías mejorado tanto tu magia! —dijo Uriel mirando con asombro el efecto del hechizo de la sirena.
—No tanto como me gustaría la verdad...
Contestó Amitiel con las manos levantadas en diferentes gestos manuales, y luego bajó los brazos mientras se tambaleaba un poco hacia atrás, denotando mareo y cansancio. El draconiano rojo lo noto de inmediato, así que la sujeto desde atrás para evitar que la sirena se cayera.
—Tuve que gastar cerca del 90% de mi Maná para extender el efecto de mi hechizo Hogar Invernal a este nivel... —explicó Amitiel sujetándose la frente con una mano, todavía sin poder estar parada por si misma—. Así que aprovechen esta oportunidad, porque creo que no podré repetirla por un buen tiempo.
—¡Ya oyeron a la sirena! —decía Miguel acercándose al barandal del frente de la rueda del timón, para ver a los demás que estaban en la parte baja de la cubierta—. ¡El agua está congelada y el barco enemigo está a una considerable distancia, así que vayan a rescatar al zorro chiflado y luchen sin contenerse!
—¡Vayan a reventarles la vida a esos bribones como si no hubiera un mañana! —dijo Uriel en voz alta con el ánimo de un capitán motivando a su tripulación.
—¡Resiste Remiel, ya vamos a rescatarte! —grito Rafael preocupado, mientras saltaba por la borda junto a Elsa y el resto de sus compañeros de clan, exceptuando los que se encontraban en la rueda del timón.
—¡Si morimos por tu culpa te juro que te mato, zorro chiflado! —se quejó Azrael furioso, siguiendo desde atrás al grupo que se dirigía a rescatar al kitsune.
—¡Hermano eso ni siquiera tiene sentido! —dijo Raziel corriendo atrás de su hermano.
—¡Pues viniendo de alguien muy conectado con los muertos, hay una lógica muy irónica! —contesto Erzuli divertida al comentario del joven-leopardo, siguiéndolos para ayudarlos en la misión de salvar al kitsune.
El grupo aterrizó con suavidad en la nieve cerca del barco Draco Wang, y todos juntos corrieron lo más rápido que podían hacia el barco de Mabel, más que dispuestos a enfrentar a todo un ejército con tal de salvar a un miembro de su clan. Después de todo, para las bestias un miembro del clan era lo más cercano a un miembro de la familia.
Aparte, tanto Elsa como Caroline y Erzuli, no iban a quedarse de brazos cruzados cuando sus amigos estaban en peligro. Angela, por su parte, decidió seguirlos nada más para no perderse la diversión de un combate, y recuperar algo de dignidad tras su vergonzosa escena de haber perdido la compostura.
Por otro lado, Mabel miraba atónita lo sucedido. Se había esperado algo muy obvio como una persecución, o incluso que los bombardearan con balas de cañón. Pero jamás previo que pudiera haber un Cryomancer en el barco del clan de su ex pareja, o al menos uno que pudiera hacer tal hazaña digna de un maestro de la magia elemental.
—A pesar de las diferencias culturales, todas las tribus de bestia tenemos algo en común: los lazos de clanes. Y para nosotros un clan es igual a Ohana (familia) —decía Turiel viendo con orgullo y admiración los amigos del joven-kitsune.
—Grrr... Sí, eso lo sé más que bien... —dijo Mabel apretando los dientes de furia, mientras que Remiel sonreía con diversión.
—Parece que, después de todo, si habrá una gran fiesta. ¿Ahora sí ya podemos entrar en acción?
Pregunto un chico que se encontraba sentado en el barandal de la zona del timón, tan relajado que estaba despreocupado.
Era un joven mestizo guaraní-africano de 16 años; piel oscura, alto y de físico musculoso, además de tener también en su piel marcas negras semejantes a las manchas de un jaguar. Cabello enmarañado con rastas, de color amarillo leonado con manchas iguales a las de un jaguar, largo hasta los hombros, y atado en una larga cola de caballo con algunos mechones sueltos. Y por último sus ojos eran de color gris plateado.
Vestía una ajustada camisa verde sin mangas, y un pantalón de tela flexible de color amarillo con líneas verdes. Iba descalzo, pero tenía desde los pies hasta las rodillas cintas blancas, al igual que sus manos y antebrazos. Pero lo más destacado era que su correa tenía una hebilla de intrincado diseño tribal, que se asemejaba a un tótem vudú.
—Mientras más pronto acabe este juego de piratas, más pronto volveré con mi señora —dijo el joven-jaguar con mal humor e impaciencia.
—Paciencia, Jeremiel —dijo Mabel, volviendo a su actitud confiada—. Con el bono extra que nos dará el rey Samael, podrás comprarle a tu hembra diez terrenos en Venezuela y Brasil, siempre y cuando tengas éxito en tu trabajo. Pero por ahora, no es el momento de sacar las "armas secretas". ¡Samuráis y maestros, llegó su turno de brillar!
Próximo capítulo: Clan Sunrise Angels.
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