Capítulo XI: No Somos Héroes, Somos Bestias
"A veces el mundo no necesita un héroe, a veces lo que necesita es a un monstruo".
—Drácula Untold (2014).
En el pueblo semidestruido los nueve jóvenes-bestia ya estaban presentes. Algunos de los habitantes del pueblo habían conseguido escapar. En cambio otros sólo se refugiaban en donde pudieron y lo más lejos posible de lo que se convirtió en un campo de batalla. Después de que Bael terminara de descansar y analizar la situación, aprovechando el momento de distracción entre el grupo de bestias, decidió actuar de una vez.
—Cada vez aparecen más bichos raros. ¡Pero da igual! ¡Se me acabó la paciencia! ¡¡Lamentaran haberme desafiado a mí!! ¡¡El Grandioso Bael Abyss!! —exclamó Bael con una furia sin igual, a la vez que se levantaba y una aura siniestra emanaba de él.
—¡El grandioso hijo de su lagarta madre que arruinó mi cena! —grito Remiel furioso.
Bael dirigió su mirada, junto con toda su ira, en Remiel. Luego abrió sus fauces y expulsó una gran llamarada de fuego púrpura. El joven-kitsune solo veía con una sonrisa confiada a la funesta llamarada que se dirigía a él. Entonces alzó la katana; apuntando al aliento destructor del dragón oscuro. Y acto seguido la desciende en un corte vertical en el aire a la vez que recitaba un encantamiento.
https://youtu.be/gvJSKW_9fBI
—¡Magia de Rayo: Divisor de Tormentas!
Del corte emergió un rayo eléctrico en vertical, que, aparte de golpear la llamarada de Bael, la dividió por la mitad. Bael detuvo su ataque, y se cubrió con sus alas; evitando que lo golpeara el ataque. Pero luego recibe una lluvia de flechas espectrales color violeta. Al mirar de reojo vio a Camael volando alrededor a varios metros arriba mientras disparaba con su arco, el cual era cargado con flechas energizadas que aparecían de forma "mágica" cada vez que preparaba un disparo.
Las flechas lograban causar fisuras en las oscuras escamas, y por esto, Bael se dio cuenta que era magia sagrada: su debilidad. De inmediato y a una velocidad inimaginable salto, elevándose unos metros en el aire con las alas aun cubriéndolo de las flechas, para luego abrirlas de golpe y dar un zarpazo a Camael, enviándolo a estrellarse en el suelo, con tal fuerza, que causó un cráter. El garuda no tarda en incorporarse, y después de echar un vistazo hacia arriba, con nerviosismo, desaparece su arco y da un giro hacia atrás, para luego salir volando del cráter evitando así que Bael lo aplastara.
En medio de la nube de polvo que se formó por la caída del dragón contra la tierra, éste no se dio cuenta, de que algo se aproximaba hacia él. Pero fue tarde, porque recibió un poderoso derechazo en el rostro por parte de Jofiel, quien estaba envuelto en aquella rara energía dorada. El Hombre-león no esperó reacción y volvió a atacar; dando otro puñetazo al rostro del dragón abisal.
La fuerza de ambos golpes era tan grande, que hizo retroceder a Bael varios metros lejos, destrozando todo a su paso. Pero justo cuando esto paso, aprovechó una oportunidad, para golpear a Jofiel con la cola; estrellándolo contra una choza. Bael se detiene al chocar con una colina, y es entonces, cuando oye a Uriel recitar un encantamiento.
—Magia de Fuego: Lluvia de Soles.
Uriel se encontraba flotando varios metros arriba de Bael. En cuanto terminó su encantamiento, se forman miles de esferas de fuego, simulando pequeños soles. Posteriormente, todas a la vez, bajan como una lluvia de bolas de fuego, e impactan con el dragón del abismo, provocando grandes explosiones, junto con una cortina de humo. Uriel fue descendiendo un poco, preparándose para dar otro ataque. No obstante, se da cuenta de que una extraña niebla negra, fue saliendo en línea recta, desde varios puntos de la nube de humo. El joven-dragón sigue la niebla, para ver que tomaban forma encima de él, hasta convertirse en el dragón oscuro.
Debido a la sorpresa, Uriel no pudo reaccionar a tiempo, por lo que quedó atrapado en las garras de Bael, para luego ser impactado contra el suelo, estremeciendo totalmente la tierra. Bael presionaba a Uriel con tal fuerza, que este sentía como si sus huesos se agrietaran, igual que sus escamas rojas cual rubíes.
—¡¡Te voy a destrozar como a un palo mestizo inmundo!! —exclamó Bael furioso y con una sonrisa maniática, sin notar que en su propia sombra, se movía algo, y ese algo salió de la misma sombra: era Azrael.
Para cuando Bael se dio cuenta ya era tarde; dejó de ver por su ojo izquierdo, al haber sido perforado por la mano derecha de Azrael. Posteriormente el hombre-pantera salta, alejándose del enfurecido dragón, cuyo enojo se acrecentó por el dolor de haber perdido un ojo. Bael comenzó a preparar su aliento, para acabar con su atacante, pero se detiene, sorprendido, al ver que Azrael fue envuelto por una energía sombría, y se sumergió en su sombra; desapareciendo.
Debido a ese momento de distracción, se olvidó totalmente de Uriel. Pero se acordó de él, cuando el mismo joven-dragón uso su aliento; disparando una llamarada de fuego en el rostro de Bael. Por inercia, el dragón abisal afloja su agarre sobre el joven-dragón, y este aprovecho eso para salir volando de allí. Antes de que Bael se dispusiera a atacarlo, escucho a lo lejos un extraño encantamiento.
—Escritura Sagrada: y Él llamó al firmamento cielo, lugar donde habitan las estrellas que nos iluminan en la oscuridad, con su divina luz.
Bael volteó la mirada y vió que Raziel tenía en la mano derecha un libro abierto, cuya portada era azul con una cruz blanca en el medio, y en ella estaba escrito en letras doradas "PALABRA DE LOS SANTOS". En cuanto el hombre-leopardo termino la oración, las letras de las páginas comenzaron a brillar de color azul celeste. Y acto seguido un innumerable número de pequeñas luces aparecen rodeando a Bael desde varios ángulos.
El dragón abisal se cubrió de energía oscura hasta tornarse por completo sombrío, y empezar a dividirse en sombras para salir de allí; era la misma habilidad que uso para emboscar a Uriel, y fue un grave error el usarla, porque las luces comenzaron a parpadear y , de forma simultanea, se movieron en distintas direcciones sin patrón alguno. Una de ellas termina tocando una de las líneas oscuras, causando una pequeña explosión e impidiendo que Bael, en forma de energía, escapara, y en vez de eso, su habilidad se cancelara.
Y por si fuera poco la explosión causó una reacción en cadena, que hizo estallar todas las luces, y cada vez que una luz explotaba, aparecía otra para repetir el mismo proceso que las anteriores.
"Fue capaz de dañarme, pese a que estuve en forma de sombra, y cancelo mi habilidad. Esto no solo es un hechizo sagrado para luchar contra criaturas oscuras. También sirve para luchar y encerrar espectros y demonios", analizaba Bael en sus pensamientos, a la vez que se cubría con las alas de las explosiones, aunque en vano, porque sus escamas estaban aún más agrietadas por el daño de ese tipo de magia. "¡Maldita sea, pensar que unas míseras criaturas inferiores me obligarían a usar el nuevo poder!", pensó cada vez más furioso.
https://youtu.be/Pd9UpqgFz0A
Mientras sucedía todo esto Gabriel, Miguel y Rafael solo se dedicaron a observar; sorprendidos por las habilidades de aquellas nuevas bestias. No obstante sabían que la pelea no iba a ser fácil de ganar, y por ello solo esperaron el mejor momento para entrar a la batalla. Y ese momento llegó; notaron que el estómago del dragón comenzó a desprender un brillo rojizo en medio de las explosiones de luces.
Luego el ojo y las escamas de Bael sanaron por completo en cuestión de segundos, quedando como si nunca hubiese sido dañado. Posterior a eso, el dragón abisal extiende las alas, extinguiendo las explosiones y luces restantes en el acto, a la vez que liberaba una intensa aura rojiza oscura.
—¿Es normal que haga eso? —preguntó Rafael sorprendido y comenzando a preocuparse.
—No lo creo —respondió Gabriel con seriedad.
—Bien, es hora de ir a ayudar. Esto se pondrá aún más feo —dijo Miguel frunciendo el ceño con seriedad. Y entonces empieza a correr a cuatro patas directo a la batalla, seguido por el hombre-tigre y el hombre-oso.
Bael, ahora recuperado, dispara su aliento de fuego púrpura, el cual ahora tenía tonos rojizos. El ataque se aproximaba directo a donde se encontraba Raziel, por lo que el hombre-leopardo, actuar deprisa para intentar alejarse de allí. En cuanto a Remiel, éste al ver que, por el tamaño del ataque, él también sería golpeado, decidió que en vez de tratar de evadirlo como su amigo leopardo, volvería a contraatacar con Magia de Trueno: Divisor de Tormentas.
Una mala decisión.
Después de volver a conjurar el ataque, el corte eléctrico chocó contra el aliento de fuego, y al instante fue destruido por éste último ataque. Estando a punto de recibir la llamarada del dragón oscuro, Remiel fue salvado por Azrael, quien había salido desde la sombra del kitsune para agarrarlo del brazo izquierdo y llevarlo a la sombra, desapareciendo de allí. El aliento de fuego púrpura acabo pasando de largo, hasta impactar con una roca a lo lejos en la playa; provocando una explosión que libera miles de bolas de fuego púrpura, las cuales caen cual lluvia de meteoros, impactando en diferentes puntos de la zona.
Por fortuna ninguna de ellas logró matar nadie, aunque si causo alguna que otras lesiones y quemaduras graves en las personas que estuvieron cerca de esas explosiones. Sin embargo una de las bolas de fuego impactó en los pisos superiores del castillo Blunavy, causando que se derrumbara parte de la estructura y bloqueara la entrada.
Otra bola de fuego impactó en la parte trasera, derrumbando la tierra y mostrando que había un piso inferior. Aunque esto era lo de menos, se veía con claridad que una extraña energía violeta, similar al del dragón abisal, comenzaba a emanar de los escombros de aquel misterioso piso inferior.
De vuelta con la batalla Remiel y Azrael, quienes desaparecieron en la sombra del primero, acababan de reaparecer en la sombra de otra casa; lejos de donde estaban. Con ellos estaba Raziel, quien había llegado primero al lugar, y se alegró de verlos sanos y a salvo.
—¡Eso estuvo cerca! —dijo Raziel dando un suspiro de alivio.
—¡¿Pero qué pasó?! ¡Su mal aliento no era tan fuerte! —dijo Remiel mientras se sentaba en el suelo, confundido y sorprendido de lo sucedido.
—No solo eso. La energía oscura que lo envuelve a aumentado de golpe y se ha recuperado totalmente —dijo Azrael con un semblante serio y pensativo. Pero detuvo sus pensamientos cuando se percata de que alguien más llega a donde estaban ellos: Miguel.
—No sé quiénes son ustedes, pero dado a que tenemos un objetivo en común, lo mejor será que colaboremos. Debemos juntarnos todos e idear un plan de ataque—dijo Miguel con seriedad, cruzándose de brazos y yendo directo al punto para no perder más tiempo.
—No hace falta amigo podemos encar... ¡auch! —decía Remiel, hasta que fue interrumpido al recibir un puñetazo encima de la cabeza por parte Azrael.
—Olvida lo que dijo el zorro, estamos de acuerdo contigo perro —dijo Azrael con una sonrisa que reflejaba confianza y sarcasmo.
—Gracias, ¡y no soy un perro! ¡soy un lobo! —agradeció Miguel para luego exclamar muy molesto. Después empezó a pensar con igual furia: "Primero era Gabriel quien me llamaba perro, y ahora este tipo, ¡como detesto a los felinos!".
Mientras tanto Bael lanzaba rugidos cual truenos furiosos que hacía temblar la tierra misma y a quienes lo escuchaban, excepto Uriel, quien sin miedo alguno y furia implacable se dirigía volando directo hacia el dragón oscuro para la revancha.
—¡Magia de Fuego: Garras del Caos! —conjuro Uriel y sus brazos se cubrieron de flamas salvajes, además de que sus garras se alargaron un poco más.
Después aceleró el vuelo dispuesto a dar un fuerte golpe con ambos puños al dragón abisal, quien se había percatado de él, por lo que también atacó con un derechazo. Los puños de ambos chocaron, causando un gran estruendo sumado con una enorme onda expansiva. Las escamas en el puño de Bael sufrieron pequeñas fisuras, pero las de Uriel se agrietaron aún más, y no solo eso; el golpe de Bel fue tan fuerte que hizo retroceder a Uriel.
El dragón rojo pudo haberse estrellado contra una casa en la que estaba refugiada una familia compuesta por una pareja y dos hijos, de no ser por Gabriel, quien lo atrapó en el aire. Luego hombre-tigre aterrizó con fuerza en tierra y al instante arrojó a Uriel al suelo sin cuidado alguno como si fuese un saco.
—¡Oye...! tienes una forma salvaje de ayudar... —se quejó Uriel mientras se levantaba del suelo, bastante adolorido, sobretodo en los brazos, pero los tenía lo bastante bien como para seguir moviéndolos.
—Perdóname pero aquella familia era lo primero —respondió Gabriel con una sonrisa irónica, mientras señalaba con el pulgar derecho la casa donde se encontraba la familia refugiada.
No obstante el hombre-tigre se volteó por un momento, para echar un breve vistazo a la pareja e hijos desde una ventana de la casa; observo que cada uno de ellos tenía un aura amarillenta.
"Al menos estos si merecen vivir" pensó Gabriel de forma despiadada, mientras sus ojos verdes desprendían un brillo siniestro.
Volviendo con Bael, éste se preparaba para atacar al joven-dragón en compañía del hombre-tigre. Pero fue interrumpido al recibir un gran impacto en la espalda. Volteó la mirada, y entonces vio que el garuda estaba a pocos metros en el aire, muy lejos de él, creando otra arma espiritual.
—Luz en la Guerra: Sacro Lanza —conjuro Camael, creando una lanza hecha de energía violeta en su mano izquierda, para luego arrojarla hacia el dragón abisal.
La lanza voló a una velocidad que la hacía imperceptible, excepto para Bael, pues éste extendió su ala izquierda para cubrirse. La lanza al impactar con la ala de Bael provoco un gran estallido que nublo la zona. Al mismo tiempo Camael se preparaba para conjurar otra arma, pero de forma inesperada acabo siendo golpeado por la cola de Bael, quien se encontraba detrás de él materializándose en partículas oscuras en vez de líneas de energía sombría, como era hace poco.
"¡¡¿Qué?!! ¡No solo se ha teletransportado más rápido! ¡Su habilidad evoluciono!", pensó Camael conmocionado mientras caía y se estrellaba contra la tierra.
Por otro lado Bael se elevó un poco más en el aire y se propuso a disparar su aliento flameante contra Camael. Pero se detiene porque percibe algo más interesante; miró en dirección al castillo de los Blunavy, específicamente en donde había caído una de las bolas de fuego púrpuras: la parte trasera del castillo. Entonces notó la pequeña luz violeta que emana de los escombros del piso inferior.
"Esta sensación... Es Energía del Vacío. Y justo en esa dirección es de donde vino el mestizo. Lo más seguro es que sea allí donde vive la hija y nieta del rey pez. Y por lo que veo, uno de mis ataques impactó con ese lugar, donde hay algo que reaccionó a mi magia. Uniendo estos datos, la conclusión más obvia es que allí hay uno de esos raros salones. Y al ser el hogar de la hija del rey pez... es probable que esté conectado con la Atlántida... ¡Je, je! Parece que al final no tengo que destruir la barrera. Bien, eso me ahorrará fuerzas", pensaba Bael de forma siniestra mientras miraba el castillo, concentrado en lo que iba a hacer a continuación.
El dragón estaba tan concentrado en sus pensamientos, en el castillo y en la energía que bajó la guardia, y por eso no se dio cuenta de que alguien se preparaba para atacarlo: Jofiel.
El hombre-león se encontraba en las ruinas de la choza, preparándose para saltar, mientras tenía la mano izquierda en forma de oración, y la mano derecha haciendo un puño en frente de ésta.
—Om Shri Maha Ganapataye, Om Shri Maha Ganapataye, Om Shri Maha Ganapataye ♪—cantaba Jofiel con los ojos cerrados, mientras la misma rara energía dorada empezó a envolverlo por completo, pero con más fuerza.
Lo que cantaba el hombre-león era un mantra dedicado al Dios Hindú Ganesha, el Removedor de Obstáculos y Jefe de las Tropas. Y al instante en que Jofiel terminó el mantra en el tercer coro, abrió los ojos, mostrando que brillaban como un fuego salvaje. Y entonces recitó otro mantra.
—¡Poder del Rey: Elevación del Prana!
La energía dorada que envuelve al hombre-león aumentó de golpe, y detrás de él se forma un círculo de energía dorada con forma de loto, aunque solo por pocos segundos, porque tan rápido como apareció, desapareció.
Los restos de la choza se alejan por la fuerza de la intensa energía, y se forma una grieta en el suelo. Acto seguido Jofiel salta con tal fuerza que termina de destrozar todo lo cercano, aunque no tanto como quedaron los huesos de su brazo derecho, después de haber golpeado a Bael en el estómago, rompiéndole las escamas a éste y causándole una fisura que, junto con torrentes de sangre, salió una extraña luz carmesí.
El dragón abisal vomitó una cascada de sangre por el daño que sufrió. No obstante, no se dejó dominar por el dolor, ni por la sorpresa del ataque inesperado, así que contraataco dándole un zarpazo a Jofiel; causándole a éste un gran corte en el pecho y enviándolo a estrellarse contra la tierra. Luego Bael concentra su energía en el estómago, y dicha herida sana casi de inmediato, aunque solo de forma parcial. Aquel ataque fue tan poderoso que el daño causado era demasiado grande, y al ser energía sagrada, tardará bastante en reemplazar las escamas perdidas de su estómago.
https://youtu.be/WrUt2CVc5Ks
Sin embargo a Bael no le importó esto. Y a vuelo lento —debido al casi intolerable dolor del ataque sagrados— fue en dirección al castillo de los Blunavy.
Por otra parte Rafael había ido hasta un pequeño cráter en el que estaba Camael, quien hacía un esfuerzo por levantarse pese a las graves heridas, pero terminó cayendo de nuevo y escupiendo sangre. Entonces se percató de la presencia del hombre-oso, además de notar que le apuntaba con la mano derecha en forma de palma. De repente Camael es cubierto por un brillo verdoso, y todas sus heridas comienzan a sanar más rápido.
—Magia druídica de sanación. Je, interesante —dijo Camael un poco sorprendido y muy fascinado de ver esa famosa magia celtica.
Tras terminar de sanar las heridas graves del garuda, Rafael detuvo el hechizo. Luego Camael procede a levantarse para mover los brazos y las alas; notando que, aunque todavía estaba lastimado, había sanado lo suficiente como para volver al campo de batalla.
—Lamento no curarte por completo, pero tenemos que agruparnos rápido. Aunque primero vamos a ayudar al león —dijo Rafael con buen ánimo y con algo de seriedad, a lo que el garuda asiente con la cabeza al estar de acuerdo, por lo que ambos se aproximan hacia donde estaba Jofiel.
El hombre-león volvió a levantarse, pese a tener el brazo derecho roto y un gran corte en el pecho del que corría bastante sangre. Sin embargo la herida provocada por el zarpazo de Bael ya empezó a sanar rápido, gracias al factor curativo de la bestia. Pero el daño sufrido en su brazo derecho sanaba demasiado lento. De todos modos Jofiel no le tomo importancia a esto, sino al dragón abisal, quien se dirigía al castillo. Iba a ponerse en marcha para seguirlo, pero se detuvo al notar que se acercaban a su posición Rafael y Camael.
Antes de siquiera responder, el hombre-oso usó su magia druídica en el hombre-león para empezar a sanarlo, tal como lo hizo con el garuda, y esto sorprendió bastante al hombre-león.
—¡Vaya es increíble! Puedes sanar el daño provocado por mi propio poder —dijo Jofiel sorprendido al ver que su brazo derecho estaba sanando tan rápido como el corte en su pecho.
—Veo que ya estamos casi todos.
Rafael, Camael y Jofiel pronto vieron que quien habló fue Miguel, quien se acercaba al lugar acompañado de Remiel, Azrael y Raziel. Entonces el hombre-lobo voltea la mirada y sonríe al notar a más integrantes.
—Corrección: estamos todos —se corrigió Miguel a sí mismo al ver que también llegaban Gabriel y Uriel al lugar, completando el grupo de bestias.
—No es normal que ese dragón abisal haya regenerado sus heridas de esa forma, y que luego se haya fortalecido así —dijo Raziel bastante preocupado y yendo al punto.
—Así es. Su poder lo está obteniendo de una fuente externa —dijo Azrael con la mirada fija en el dragón abisal—. Cuando el hombre-león lo ataco, de la herida de su estómago salió un extraño brillo, junto con una energía sumamente oscura y desconocida. Lo que sea que se comió, lo está fortaleciendo. Sin embargo el daño que recibió debió ser muy enorme, porque las escamas en su estómago aún no se han regenerado totalmente, por lo que es vulnerable en esa parte por, quizás, dieciocho o diecinueve minutos. Si es que no consigue absorber más energía para recuperarse más rápido. Aunque conseguir ese tipo de energía será casi imposible cerca de aquí.
—En ese caso debemos aprovechar eso de inmediato para derrotarlo de una vez —dijo Miguel con seriedad.
—Y luego ser aclamados como estúpidos héroes de brillante armadura, que derrotan al malvado dragón, igual que en los cuentos de hadas —dijo Camael con sarcasmo.
—No lo creo. La raza humana jamás verá seres como nosotros iguales a héroes. Y eso ni me importa. De hecho, mi padre y hermano mayor son todo lo contrarío a un héroe. Y gracias a eso, han salvado miles de vidas, eliminando a los malvados —dijo Remiel de forma despreocupada y divertida a la vez que tenía una mirada nostálgica.
—Yo tampoco me consideraría un héroe como los cuentos de hadas. No lo soy, jamás lo seré, ni menos quiero serlo —dijo Gabriel con bastante molestia y frunciendo el ceño.
—Los comprendo muy bien. Yo tampoco me considero un héroe, y la razón por la que lucho es para proteger únicamente a mi familia y hogar. El resto de esta gente no me importa mucho en realidad —dijo Uriel con seriedad mientras se cruzaba de brazos y sonreía de modo cruel.
—Vaya, me alegra saber que no soy el único que piensa así —dijo Rafael con una sonrisa gentil, pese a que recordaba un suceso poco amargo para él, el cual era la noche en que salvó a Elsa, matando a la tía de ésta.
Aunque Rafael no se arrepentía de hacerlo, ni sentía remordimiento, le incomodaba el hecho de que Elsa le considerara un héroe por haber matado a su tía malvada, Elvira. El hombre-oso no quería que la joven risos de oro pensara así. Por más monstruoso que fuera Elvira, ésta seguía siendo la tía de Elsa. Y aunque él no sentía remordimiento por haber hecho eso, no quería que Elsa compartiera esa antipatía. No quería que fuese como él, y en vez de eso siguiera siendo ella.
Esa era la razón principal, por la que Rafael aceptó ir a la civilización: para que Elsa viniese con él, y no perdiera lo que la hacía ella misma: su humanidad. Pero a pesar de todo, si esa escena tuviese que volverse a repetir, Rafael lo volvería a hacer sin dudar, porque no permitiría ni siquiera que un humano, que es igual o peor que el monstruo que mató a su padre, siguiese viviendo. No permitiría que otros sufran y sean como él.
—Aunque alguien me considere uno, la mayoría no lo vería así por lo que llaman "principios". Y a decir verdad, no me importa. No me importa derramar sangre, si es por salvar una vida. Y lo haría cuantas veces sea necesario —agregó Rafael con un tono serio y decidido, pese a que aún tenía su expresión amable.
—La razón por la que peleó ya la dije: nada me emociona más, que luchar junto a los míos. Además necesito fortalecerme para proteger mi propio reino. Pero tampoco me considero un héroe —dijo Jofiel con una sonrisa despreocupada, y luego mira a Azrael y Raziel—. ¿Y qué dicen ustedes?
—Siendo honesto, los humanos no me importan. Pero... lo que no tolero ni soportare, son las injusticias. Y cualquiera que sufra una injusticia, no lo ignorare. Y si es un inocente quien la sufre, responderé como sea necesario para ayudarlo, aunque tenga que derramar sangre —dijo Azrael, de una manera tan normal y sencilla, que lo hizo sonar insensible y sádico.
—Yo... hice una promesa de ayudar a todos; sean humanos, bestias u otras razas. Y evitar que haya más violencia innecesaria —dijo Raziel con una expresión deprimente, para luego cambiar a una molesta—. Pero, al igual que mi hermano, si hace falta recurriré a la violencia y al derramamiento de sangre para evitar injusticias. Y me da igual si es un crimen. No permitiré que más humanos malvados lastimen a otros, ni que monstruos causen más destrucción.
—¡Je, je! Todos ustedes ya comienzan a caerme bien —dijo Camael esbozando una alegre sonrisa.
—Me alegra ver que todos piensan así —dijo Miguel no con decepción, al contrario, con enorme felicidad, ganándose con su respuesta la mirada de todos—, porque nunca dije que necesitamos ser héroes. Ni mucho menos ahora. Por supuesto que no. Yo sé perfectamente que la raza humana jamás nos verán como héroes, no solo por lo que somos, sino por lo que hacemos. Pero no necesitamos ser eso. No necesitamos serlo, porque no somos héroes, somos bestias. Y por eso, derrotaremos a ese dragón oscuro.
Si antes tenían pensado luchar por motivos distintos, ahora con aquellas palabras estaban aún más motivados a pelear y ganar. Todos ellos decidieron derrotar al dragón abisal, no para ser héroes, sino porque eso es lo que hacía su raza: derrotar al depredador competidor que les roba las presas. Ellos actuarían y derrotarían al dragón oscuro, solo por ser bestias.
Mientras esto pasaba Bael casi había llegado al castillo. Y antes de llegar disparó una pequeña descarga de su aliento, justo donde estaba el resplandor púrpura, causando poca destrucción pero aumentando aquel extraño brillo. Al mismo tiempo, lejos del castillo, pero todavía a la vista del mismo, Amitiel y sus padres acompañados de sus guardias y algunas personas tratando de sobrevivir con ayuda de ellos —entre estos estaba la familia Dumont—, recién llegaron a la playa para ir a la zona segura y estar a salvo del dragón oscuro.
Planeaban continuar su rumbo, hasta que la pareja Blunavy se detuvo al ver que el dragón abisal se acercaba a la parte trasera del castillo, y no solo eso; también se dieron cuenta de que había una luz violeta en el mismo lugar.
—¡¿Qué?! ¡¿Quién activó el Salón?! —exclamó Eric alterandose más de lo que ya estaba.
—Eso es lo de menos. ¡Si ese dragón abisal se conecta con la energía del Salón, ahora que está activado, hará que lo lleve a mi hogar! ¡¡Eric hay que desactivarlo ahora mismo!! —advirtió Ariel también preocupándose y asustandose todavía más.
—¡No podemos llegar allí: la entrada principal está bloqueada, y es demasiado peligroso ir al sótano con ese dragón ahí! —dijo Eric pensando rápido en todas las alternativas que estaban a su alcance, y no todas eran favorables.
No obstante aparte de las entradas principales al castillo, había una ruta secreta que iba desde afuera hasta llegar a un jardín especial en el interior, con una gran piscina integrada, la cual estaba conectada al océano. Amitiel conocía este pasaje a la perfección, porque lo había usado inumerables veces para salir del castillo al océano.
Así que sin decir ni una palabra a sus padres, Amitiel corrió al agua de la playa con el objetivo de usar esa ruta secreta para ingresar al castillo.
—¡Amitiel! ¡¿Que estas...?!
No termino Ariel la pregunta, porque ya era tarde; su hija se había sumergido en el agua.
En cuanto Amitiel llegó a la suficiente profundidad, una luz azul verdosa comenzó a cubrir sus piernas hasta la cintura, cambiándolas por aletas de pez con escamas azules: se había convertido en una sirena, aunque la transformación se detuvo al llegar a su cintura, ya que de momento ella solo necesitaba las aletas.
Después como pez en el agua literal se sumergió aún más; nado a una velocidad sobrenatural, hasta llegar a un agujero redondeado en la tierra marina, cerca de la playa, ara luego entrar allí e ingresar a un túnel acuático secreto que llevaba directo al castillo.
Próximo Capítulo: El Regreso del Mal.
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