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Capítulo X: Nueve Ángeles, Nueve Bestias

"...Saldrán los ángeles y apartaran a los malos de entre los justos."

—Mateo, capitulo 13: 49.

Dentro del castillo, todos los presentes veían, por las enormes ventanas del lado izquierdo, al dragón, cuyo tamaño era entre 4 y 5 mts de alto (de las "manos y patas" hasta los hombros y caderas), y 14 o 16 mts de largo. Algunos del salón quedaron en shock, y petrificados por el miedo. Otros comenzaron tomaron la decisión rápida de salir huyendo. Sin embargo había otros, con diferente reacción.

—Amigos, de verdad existen los dragones —dijo Rafael, en un estado de enorme sorpresa y emoción, igual a un niño.

—Tu eres un hombre-oso, Gabriel un hombre-tigre, yo un hombre-lobo. Hablábamos sobre orígenes descabellados de nuestra raza. El cielo y el infierno son reales, al igual que otras criaturas como los vampiros... ¡En serio creías que los dragones no existían! —exclamó Miguel molesto e incrédulo.

—Oye pero algunas criaturas podrían no ser reales, o pudieron haberse extinguido, como los dinosaurios, ¡ja, ja, ja! —dijo Rafael entre risas.

—Después discutimos que existe y que no, ¡por ahora al suelo! —dijo Gabriel con un poco de seriedad, para luego agacharse.

Miguel y Rafael hacen lo mismo, y así, evitan el impacto de un pedazo de mástil, que atravesó la ventana, junto con parte de la pared, y avanzó, dando un pequeño sendero de destrucción, hasta detenerse en medio del salón. Por fortuna no golpeó a nadie, pero derribó las mesas del lado izquierdo, junto con la comida que había en ellas. Los tres jóvenes-bestia se levantan, y miran como el dragón se dirige directamente al castillo. 

—Bueno, ya esperaba algo de acción, je, je —dijo Gabriel con una sonrisa, pero manteniendo su expresión seria.

—¿Creen que podamos con un dragón? ¿Y qué hay de estas personas? Muchos de ellos no saben de la Sociedad Sobrenatural —cuestiono Rafael, poniéndose un poco serio, y a la vez, preocupado.

—Pues, de todos modos, no es normal que un dragón salga del océano. Y si no hacemos algo, ellos también sabrán que el cielo, purgatorio e infierno son reales, cuando vayan allá —dijo Miguel con suma seriedad—. Y no hay de que temer, porque tenemos nuestra arma secreta anti-dragones —Miguel da palmadas al hombro izquierdo de Gabriel—. Según algunos cuentos chinos, que me contaba mamá, los hombres-tigre son esencialmente poderosos contra dragones. Incluso, muchos de ellos fueron grandes cazadores de dragones, como el hombre-tigre Absalón. Otra gran ventaja eres tú Rafael. Tu increíble magia sanadora, sumado a tu gran fuerza, nos será de gran ayuda. ¡Si usamos estas ventajas bien podremos ganar!

—Tienes razón. Entonces... ese caso, y dado a que no tenemos más opción que pelear... ¡Ya estoy emocionado! —dijo Rafael con un poco de seriedad al principio, para luego ponerse totalmente alegre, y chocaba los puños con emoción.

—No se confíen demasiado —dijo Gabriel con incredulidad.

—Se positivo amigo felino, y vayamos a pelear ya! —motivo Rafael bastante animado.

Los tres tomaron definitivamente su decisión: se transformarían y lucharían contra el dragón. Posteriormente, brillos rojo, azul y verde, envuelven como fuego a Gabriel, Miguel y Rafael respectivamente, transformándolos en sus formas bestiales. Pero durante la transformación, destruyeron parte de sus uniformes, dejándolos otra vez en pantalones.

—¡Demonios! ¡Otra vez se me olvido quitarme la camisa, chaqueta y zapatos antes de transformarme! —exclamaron los tres al mismo tiempo furiosos.

Obviamente eso no pasaría desapercibido. Las personas que estaban al lado de ellos, empezaron a correr frenéticamente aterrados, al verlos transformados. Sin tomarle importancia a la reacción de la gente, los tres avanzan, y atraviesan una de las ventanas, del lado izquierdo del castillo. Pero no solo había gente corriendo y gritando de miedo, porque los padres adoptivos de Gabriel, al ver todo lo que pasaba, estaban con la preocupación al máximo, aunque cierta persona estaba todo lo contrario a ellos.

 Adán y Bella vestían ropa formal, muy similar a los que usaban, cuando adoptaron a Gabriel en el primer capítulo. Rosabella también llevaba puesto un vestido similar, al que usaba cuando era más pequeña, pero de su talla actual, y con algunos detalles rojizos en los bordes.

—¡Es increíble! ¡Un dragón aquí, como en los cuentos de hadas! ¡Y mi hermano y sus amigos van a luchar con el! ¡Es maravilloso! —decía Rosabella con gran emoción infantil e inocente, al mismo que daba pequeños brincos.

—¡No es maravilloso, es irresponsable, estúpido y loco! ¡¿Cómo se les ocurre transformarse aquí, en público, y ahora ir a enfrentar a ese monstruo?! —exclamó Adán cómicamente impactado y alterado, con las manos en su cabeza.

—¡Adán, ahora no hay tiempo para discutir eso, debemos ponernos a salvo, ya! —dijo Bella sumamente preocupada.

—Es cierto, tienes razón Bella.  Vámonos Rosabella, debemos ir a un lugar seguro, rápido!

—Está bien papá —dijo Rosabella con desilusión, porque quería quedarse allí, y ver a su hermano pelear. Pero antes de irse, mira por un momento la ventana, por donde salieron los tres jóvenes-bestia—. ¡Suerte hermano! ¡Derrota a ese dragón feo!

—¡Amos, por aquí, síganme! —dijo el Sr. Ding preocupado, quien apareció de entre la multitud, para ayudar a la familia, y estos van hacia él.

"Tengan mucho cuidado chicos, en especial tú, hijo", pensó Bella bastante angustiada, mientras miraba en la dirección en donde fueron los jóvenes-bestia, para luego acompañar a su marido e hija, a la salida del castillo.

Entonces, sin perder más tiempo, los tres, junto con el Sr. Ding, y otros sirvientes suyos, se ponen en marcha;  acompañando al resto de los presentes guiados por Eric, Ariel, Amitiel y algunos guardias del castillo. Todos iban directo a la salida, para buscar una zona segura, si es que lo conseguían.

—¡Vamos, por aquí! ¡Con cuidado! —advertía Eric con suma seriedad, tratando de controlar a la multitud descontrolada por el pánico. 

Ariel y Amitiel estaban cerca de Eric; siendo escoltadas y protegidas por algunos sirvientes y guardias a la salida. Pero éstas estaban sumamente preocupadas, y aterradas, por la situación, en especial Ariel, que comenzó a recordar horribles eventos que vio en su pasado, en los que estaban involucrados los dragones. Amitiel en cambio, estaba más preocupada y asustada, por saber dónde estaba Uriel.

"Uriel...", pensaba Amitiel asustada, y preocupada por él.

Aunque toda la gente del lugar, corría desesperadamente a la salida, para refugiarse en algún lado. Otros en cambio, estaban de lo más normal (más o menos). Remiel estaba arrodillado, de forma deprimida, enfrente de las mesas de comida, mientras que Azrael y Raziel estaban a su lado, dándole palmaditas motivadoras en los hombros. 

—Este... crimen... ¡No quedará impune! —exclamó Remiel levantándose furioso, para después correr a gran velocidad, directo a una de las ventanas izquierdas.

—¡Remiel espera un momento! —dijo Raziel preocupado, tratando de detener a su amigo.

Fue inútil la advertencia de Raziel, porque Remiel no lo presto atención, y atravesó la ventana, para ir directo a donde se encontraba el dragón.

—*Suspiro* Bueno... ya no tiene caso detenerlo, así que mejor unámonos a la pelea —dijo Azrael de forma relajada, al mismo que caminaba en la misma dirección que Remiel.

—¿Qué? Pero jamás luchamos contra un dragón, y no estoy seguro de si nuestras habilidades, junto con nuestra fuerza y la de aquellas tres nuevas bestias, sean suficientes para vencerlo —cuestiono Raziel aun mas preocupado y sorprendido.

—Por lo que veo, y puedo sentir, el dragón es de Clase Abisal, y tu magia es efectiva contra magia oscura. Y si no podemos ganarle, al menos lo entretendremos lo suficiente, para que no ataque ninguna otra ciudad, hasta que vengan cazadores de alguna Organización, y lo exterminen —explicó Azrael, aun con su expresión relajada—. Así que andando, quiero divertirme un rato antes de llegar a África.

—*Suspiro* Vale —dijo Raziel de forma rendida.

https://youtu.be/gSwbYHJYskM

Ambos hermanos avanzan y salen del castillo; por una de las ventanas izquierdas (que están rotas), para ayudar a su amigo contra el dragón. Mientras tanto, todo lo sucedido, fue presenciado por Jofiel, quien aún se encontraba en el otro extremo del salón. Pero ahora con una mirada que demostraba fascinación, junto con una gran sonrisa llena de emoción, y felicidad. Su sirvienta, Siara, aparece entre la multitud en pánico, corriendo directo hacia él, de forma angustiosa, y lo toma del brazo derecho.

—¡Amo Jofiel, debemos irnos ahora! —advirtió Siara desesperada e histérica, tratando de convencerlo de salir de allí.

—Vete tu Siara, yo tengo un deber que cumplir con los míos —dijo Jofiel, todavía en su estado actual.

—¡¡¿Se ha vuelto loco?!! —exclamó Siara a punto de colapsar de la angustia, sumado con la inmensa sorpresa por lo que escuchó de su joven amo.

—No. Al contrario, estoy más cuerdo que nunca —respondió Jofiel, ahora con una sonrisa llena de dientes filosos, y sus ojos cambiaron a un color dorado.

Siara se aleja de Jofiel, no por miedo, sino porque sabía lo que iba a pasar. Una luz flameante comenzó a cubrir al joven noble, alterandole la apariencia; su musculatura, estatura, y cabello, comenzaron a crecer de forma exponencial.

"Sí, definitivamente, esta fue una noche interesante", pensó Jofiel, con gran felicidad.

https://youtu.be/OG8GxzJTBck

Afuera del castillo, en las costas, el dragón avanzaba por los muelles, destrozándolos en el camino, junto algunos barcos y estructuras. Disparo grandes bolas de fuego, que impactaron contra los muelles y barcos a lo lejos, cerca del castillo, para impedir que su "comida" huyese. La gente cerca de allí, huía aterrada de un lado a otro, buscando desesperadamente un sitio seguro, que aparentemente no existía. El dragón solo se divertía causando pánico, hasta que decidió comer un poco. 

Con su mano derecha, a gran velocidad, atrapó a un hombre, y lo llevó a su boca. Comenzó a masticarlo vivo, hasta hacerlo puré de carne, con una cascada de sangre escurriéndose por sus fauces, y disfrutando gratamente del sabor, para luego, bajar a su estómago. Ya terminado su primera comida, mira al suelo, y divisa a otra persona. Sin quedarse a esperar, con su mano izquierda, la aplasta como a un insecto. Luego acerca la misma mano a sus fauces, y comienza a lamerla; disfrutando del sabor de la la carne aplastada, mezclada con sangre.

"¡Había olvidado lo deliciosa que era la carne de estos insectos que vinieron al mundo para alimentarnos!", pensó con satisfacción el dragón. Luego mira a los lados, buscando a su siguiente presa, solo para que una enorme roca le golpeara rostro, haciéndolo retroceder un poco, mientras la roca se fragmentaba en diversos pedazos.

—¡Quien es el maldito insecto que osa desafiar a Bael Abyss! —exclamó el dragón furioso.

—¡El que te romperá tu fea cara! —grito Rafael en el muelle, mientras levantaba otra enorme roca, comparable a una choza, y se lo lanzó con fuerza al dragón, ahora conocido como Bael Abyss.

—¡¿Una bestia?! —dijo Bael confundido, al mismo que, con la cola, apartó y destrozó la roca que se le fue lanzada.

—¡Corrección: tres bestias! —grito Gabriel, quien estaba en el suelo, pasando detrás de una casa. Luego da un poderoso salto que lo hace llegar al dragón, y le da un zarpazo derecho en el rostro, con las garras envueltas en energía roja, logrando hacerle una gran fisura en las escamas. 

Bael acabo cayendo hacia atrás, debido a la fuerza del golpe. Mientras que Gabriel volvió a saltar, y aterrizó en tierra sin dificultad, a varios metros lejos de Bael. El dragón oscuro, después de caer, se da cuenta de que tenía una fisura en sus escamas, cosa que lo dejó más sorprendido que molesto. Comenzó a levantarse de nuevo, y mira al causante de eso, y se sorprende aún más, al ver que se trataba de un hombre-tigre.

"¡¡¿Que?!! ¡¡Un baghatma!!", pensó Bael sumamente alterado.

—¡Genial! ¡Lograste hacerle daño! —halago Miguel emocionado, y acercándose a Gabriel, mientras una energía azul, empezó a envolverlo.

—Solo lo ataque usando la habilidad tuya y de tu padre. No tengo nada más potente —dijo Gabriel con algo de molestia.

—Pues le hizo bastante daño. Creo que con eso bastará —dijo Rafael, quien llegó hasta ellos dos, posicionándose al lado derecho de Miguel, con Gabriel a la izquierda de éste.

—Exacto. Atácalo sin contenerte, hasta, al menos romperle las escamas, para poder darle un golpe fatal. Mientras tanto, Rafael, mantente alejado, y sigue lanzándole cosas. Tu magia de sanación no podrá ayudarnos si te hiere de gravedad —ordenó Miguel con seriedad.

—No hay de qué preocuparse, tengo una gran resistencia. No podrá herirme tan fácilmente —dijo Rafael con una sonrisa confiada.

El dragón oscuro termina de levantarse, y lanza un furioso rugido estremecedor, a modo de desafió e intimidación. Aquel poderoso rugido podría hasta matar del miedo a cualquier criatura, excepto a los tres jóvenes-bestia, quienes en vez de miedo, solo prepararon simultáneamente, para lo que sería, la batalla más difícil que han tenido, hasta ahora.

—¡Malditas inmundicias! ¡Lamentaran el haberme desafiado! —grito enfurecido Bael, con los ojos encendidos en fuego violeta.

Mientras tanto, en el castillo, casi toda la gente estaba afuera. Dado a que el hogar de los Blunavy estaba ubicado, entre las costas y un bosque selvático, con el pueblo local al sur (a la izquierda del castillo), solo podían refugiarse en el lado norte de Cerdeña, o ir a los muelles, tomar un bote y regresar a sus respectivos barcos. Pero esta última ruta de escape quedó clausurada, cuando los muelles, junto con los botes, fueron destrozados por el fuego del dragón.

Sin muchas alternativas, y consumidos por un pánico sin igual, a muchos solo se les ocurrió subirse a sus carruajes, o los que pudiesen conseguir, e intentar llegar a otra ciudad de la isla, viajando por un camino que cruzaba la selva. Otros sin embargo, fueron por el lado norte, cerca de las costas, para intentar salvarse.

Al mismo tiempo que todo esto pasaba, entre la multitud, estaba Uriel, quien buscaba desesperadamente a los Blunavy, y lo consiguió. Los vio, siendo escoltados por sus guardias personales, y ellos lo vieron a él.

—¡Uriel! —grita Amitiel sorprendida y feliz al ver a su amigo. De inmediato corre hacia él, y lo abraza fuertemente.

—¡¿Pero en donde te has metido chico lagarto?! —exclamó Eric, junto a Ariel, bastante molesto.

—Reflexionando un poco. Después se los explico, por ahora vayan a refugiarse —dijo Uriel mientras se separa de Amitiel, y empieza a caminar, hacia donde ocurre la batalla de las tres bestias con el dragón abisal.

—¡¿Qué?! ¡¿A dónde crees que vas?! —exclamó Amitiel preocupada y confundida.

https://youtu.be/DvQFmJm3y6Q

Uriel no le responde, y en vez de eso, comenzó a emanar grandes cantidades de humo, para luego ser cubierto de fuego. La gente alrededor, al darse cuenta de ello, se apartan con el miedo al punto máximo. Amitiel y sus padres también se apartan, pero no por miedo, sino para evitar que los tocase la llamara descontrolada, en la que, Uriel sufría un gran cambio.

El joven crece varios centímetros más. Su piel se carboniza, y es remplazada por escamas rojas cual rubí en todo el cuerpo, junto con escamas color ámbar en el pecho. Sus uñas de pies y manos se vuelven negras, y crecen hasta parecer garras. Sus piernas se tuercen y alargan; similar a las de las bestias normales cuando se transforman. Le crece una cola escamosa de lagarto, junto con enormes alas rojas de murciélago, y su cabeza cambia bruscamente, hasta parecerse a la de dicho animal; pero con largos y filosos cuernos negros, junto con unos ojos por completo dorados, además de las características pupilas hendidas. 

Su ropa se incineró en su totalidad, dejándolo solo en una toga roja con armadura ligera incluida, junto con un cinturón de metal rojo y unos brazaletes dorados en sus brazos y piernas: se había convertido en un híbrido entre humano y dragón. 

Una vez completa la transformación, Uriel emergió del fuego, dando un atronador rugido que aparte de temor, también dio la sensación a la gente del lugar que la tierra temblaba. Después extendió sus alas, y dirigió su mirada hacia atrás, fijándose en Amitiel.

—Voy a defender mi territorio, mi familia y mi preciado tesoro, ¡de este invasor! —dijo Uriel, ahora con una fuerte y gruesa voz, junto con una sonrisa escalofriante. 

Luego da unos cuantos pasos adelante, para después dar un gran salto que destroza el suelo, y se va volando a donde estaba ocurriendo la batalla.

De vuelta con los tres jóvenes-bestia y el dragón, estos ya habían iniciado su combate. Bael se lanza hacia Gabriel, Miguel y Rafael intentando morder a uno de ellos; acción que los tres prevén y de inmediato se hacen a un lado, esquivando el ataque con éxito. Miguel y Gabriel, desde lejos, dieron un potente salto, y a gran velocidad, bajo la forma de un resplandor azul y rojo, ambos intentan darle un zarpazo al ojo derecho de Bael. Pero solo desgarraron su gruesa y enorme ala, de misma dirección, ya que, en un instante, este se había cubierto con ella; protegiéndose así del ataque. 

Sin esperar reacción, el dragón abisal, con gran fuerza, los golpea con la misma ala, haciéndolos atravesar dos casas, para luego estrellarse en el suelo. Rafael decidió también actuar, así que agarra la columna de una casa que parecía una tienda, la arranca de la estructura, sin importar que ésta se derrumbara, y la utiliza para golpear como un bate el lado izquierdo del rostro de Bael, aprovechando que éste estaba distraído. Pero aparte de destrozarse la misma columna, el dragón oscuro, furioso, respondió al instante golpeando al hombre-oso con la mano izquierda; enviándolo cerca de donde estaban Miguel y Gabriel, y estrellándolo contra una pequeña choza.

—Jo... der... Y los cuentos de hadas los hacen parecer... fáciles de matar —dijo Rafael, un poco adolorido, mientras se levantaba de entre los escombros de la choza, acomodándose los huesos de sus hombros y espalda. Sus compañeros tigre y lobo también se levantaron, aunque no menos lastimados que su amigo oso.

—Necesitamos otra táctica —dijo Miguel un poco frustrado, y bastante preocupado. Luego se limpia un poco de sangre de su hocico—. Si seguimos peleando así, terminaremos destruyendo la isla. Debemos acabarlo rápido, distrayéndolo, para que Gabriel se acerque, y pueda destrozarle las escamas lo suficiente, como para que podamos darle una herida fatal..

—¿Y como haremos eso gran líder, sin que nos golpee con sus garras o alas? Además, todavía no ha usado su aliento contra nosotros —dijo Gabriel, mientras se quitaba el polvo de encima, para luego escupir un poco de sangre.

—¿No puedes copiar alguna habilidad suya? —preguntó Rafael a Gabriel.

—No. La magia y habilidades que usa ese dragón son de oscuridad, y no puedo copiar nada de origen oscuro —respondió Gabriel con seriedad—. Necesitamos un mejor plan. Pero por ahora preparémonos, que ahí viene por más.

La idea de un nuevo plan se canceló momentáneamente, porque primero tenían que prepararse para el próximo round. Bael se acercaba a ellos desde los aires (ya que estaba volando). El tigre, el lobo y el oso se prepararon para esquivar otro claro ataque. El dragón abisal, ya cerca, comenzó a cargar su aliento. Pero fue interrumpido inesperadamente, cuando es golpeado por una gran bola de fuego. Al no anticipar el ataque, irremediablemente cae, aplastando una choza, y sacudiendo la zona.

—¿Qué fue eso? —preguntó Miguel, tan sorprendido como Gabriel y Rafael. Luego miran en la dirección, de donde vino la bola de fuego, y para aumentar su sorpresa, ven a una bestia híbrida entre humano y dragón, de color rojo, varios metros en el aire.

—¿Creen que sean familia? —preguntó Rafael sorprendido y confundido.

—No. El dragón oscuro es de especie abisal, el otro, por sus escamas y el fuego de color normal, debe ser un híbrido de humano y dragón de fuego —explicó Gabriel con seriedad.

—Además de que lo atacó. Es obvio que no está de su lado, aunque todavía no podemos decir si está del nuestro —dijo Miguel, cambiando a una expresión seria.

Mientras los tres dialogaban la inesperada situación que se presentó, Bael se levantaba, un poco adolorido. Pero el dolor fue ignorado totalmente, al quedar sorprendido, por haber visto quien era su nuevo atacante.

—Ya no hay duda... lo que decían las criaturas del océano eran ciertas. En esta isla, donde viven la hija y la nieta de ese maldito rey pez, también vive el hijo mestizo del Rey de los Dragones de Fuego, Agniel Draignis. Tu debes de ser Uriel Draignis —dijo Bael, sorprendido y sonriendo con ironía.

—¡Cállate maldito! ¡Por haber a atacado mi casa, y arruinar el cumpleaños de mi amiga Amitiel... te reduciré a cenizas! —gritó con furia ardiente Uriel, a la vez que sus ojos brillaban como flamas, y sus manos emanaban grandes cantidades de humo.

—¡Ja, ja, ja! ¡¿Que yo arruine el cumpleaños de la pecesita?! ¡¿Y que me reducirás a cenizas!? ¡¡Cachorro vanidoso y estúpido, tendré que darte una lección, y esta vez, papi no te salvará!! –exclamó Bael furioso, proponiendose a atacar con su aliento de fuego. Entonces es golpeado por un relámpago azul que, aparte de detener su ataque, lo obliga a volver a caer.

https://youtu.be/0hT0bXUC3UQ

Uriel, y los otros tres, quedaron sorprendidos y confundidos, por el inesperado ataque que recibió el dragón abisal. Miran en la dirección, de donde provino ese relámpago, y ven que en el techo de un edificio, que parecía ser uno de los tantos mercados del pueblo, estaba un adolescente de pelo blanco; obviamente era Remiel. 

Sin embargo, el joven asiático ahora era distinto; en vez de orejas humanas tenía grandes orejas de zorro blanco, la pupila de sus ojos rojos era hendida, en las mejillas tenía marcas que simulaban bigotes. Además tenía notables dientes filosos y garras negras. Y para terminar siete colas de zorro blanco. Era un kitsune (zorro de nueve colas).

—Maldito lagarto feo, no solo arruinaste el cumpleaños de su mejor amiga, ¡también arruinaste mi comida! ¡El mástil tumbó las mesas donde estaban los mejores manjares! ¡Por este crimen atroz, sufrirás la furia del trueno! —exclamó furioso, y de forma cómica, Remiel, a la vez que en su mano derecha blandía su katana, envuelta en electricidad azul.

—Lo que dijo el hombre-dragón es razonable. Pero la razón para estar molesto de ese zorro loco, si es una estupidez —dijo Miguel estupefacto.

—No es una estupidez. La comida es algo sagrado, y cualquiera que la arruine es un desalmado sin corazón que debe ser castigado —cuestiono Rafael, casi entre lágrimas de un modo exagerado.

—Por favor, no empieces ahora —dijo Gabriel, tapándose la cara con su mano por vergüenza.

Antes de cualquier otra cosa, todos notaron que un adolescente salió de entre las sombras, saltando a una gran altura para luego caer en el techo de otra estructura medio derrumbada. Acto seguido otro adolescente similar al primero, pero de cabello rubio con manchas negras, aparece también saltando y aterrizando al lado izquierdo del primer adolescente: eran los hermanos Azrael y Raziel respectivamente.

—No puedo creer las locuras que haces, zorro loco. Pero ya que. Jamás he peleado con un dragón, y pensar en hacerlo me emociona —dijo Azrael con una sonrisa despreocupada.

—Lo hemos pensado bien, y ese dragón está amenazando incontables vidas aquí. Aunque no me gusta usar la violencia, los acompañare en esta pelea para evitar más desgracias —dijo Raziel con un poco de seriedad y algo de nerviosismo en sus palabras.

Entonces una extraña energía sombría y una luz azul celeste envuelven a Azrael y Raziel respectivamente. Ambos crecen un poco en musculatura y tamaño, y como consecuencia la ropa de ambos se destroza; dejándolos solo en pantalones de la rodilla hasta la cintura. En cuanto pasan las sombras y la luz, se ve que también se transformaron en bestias características de las culturas africanas: Azrael era un hombre-pantera de ojos dorados, y Raziel era un hombre-leopardo de ojos azules. 

No obstante las sorpresas no acabaron allí, porque desde el cielo cayó alguien en el suelo, lejos de todos ellos, pero lo bastante cerca como para ser visible. 

—Joder, no pensé que tan pronto pondría en práctica lo que aprendí en mi entrenamiento.

Dijo la persona en medio de un pequeño cráter formado por su caída. Y en cuanto paso la nube de polvo, se reveló que la persona era otro adolescente: Camael.

—Además... ¡justo cuando llego a esta isla a relajarme aparece un dragón destruyendo todo! ¡Es que es increíble mi maldita suerte de mierda! —exclamó Camael furioso y pateando el suelo.

Acto seguido una luz violeta cubrió al joven recién llegado; de su espalda emergieron alas emplumadas, destrozando la parte traseras de su camisa, la cual termina de destrozarse por el aumento de tamaño y musculatura. Su pantalón se destroza un poco y su piel empezó a caerse, mostrando que debajo de la misma habían plumas doradas. Sus pies hasta los talones se alargaron y cambian hasta parecer patas de ave. 

Sus ojos cambiaron a dorados, y su cabeza se altera de forma inverosímil, hasta ser la cabeza de un águila. Sus manos seguían igual, aunque cubiertas de plumas y con uñas filosas semejantes a garras. Camael se había transformado en el mítico hombre-ave de muchas culturas, muy conocido en la India como el garuda. 

Luz en la Guerra: Sacro Arco —conjuro Camael levantando su mano derecha hacia a delante, y el viento comenzó a acumularse en ella, formando un arco hecho de energía turquesa—. Bueno, ahora que arruinaste mis vacaciones, e intentas matar a inocentes bla, bla, bla, lo típico que dice un héroe cuando hace entradas dramáticas. Esta es la parte donde digo algo como: ¡¿por que no te metes con alguien de tu tamaño?!

—¿Será porque no hay nadie más que sea tan grande compadre? —dijo Remiel de forma sarcástica.

—¡Oye arruinaste mi momento heroico! —exclamó Camael ahora molesto por el comentario del kitsune.

—¡Eso ni siquiera se puede llamar momento heroico! —cuestiono Remiel escéptico e igual de molesto.

La discusión fue interrumpida cuando de la nada un rayo dorado aparece elevándose varios metros en el aire, y desciende encima de una casa, destrozandola en el proceso. Y en medio del polvo se ve una figura imponente de ojos dorados.

—No sé quién demonios son ustedes, pero veo que todos son bestias, y también piensan en luchar con ese dragón abisal. Así que los ayudare.

Hablo el nuevo individuo, saliendo de la nube de polvo, y revelándose como una mítica bestia, presente en culturas africanas, pero más conocido en las tierras asiáticas como el celestial Narasimha: cuarto avatar del Supremo Dios Preservador y miembro de la Trimurti Hindú, Vishnu. 

El nuevo individuo era un hombre-león que solo llevaba un pantalón azul semi destrozado; era nada más ni menos que el joven Jofiel.

—Además, aunque no seamos de la misma especie, somos de la misma raza... ¡Y nada me emociona más que luchar al lado de los míos! —declaro Jofiel de forma teatral, mostrando una gran sonrisa dientuda y todo su cuerpo emanaba una rara energía de color dorado.

—Je, ahora aparecieron más bestias raras. Esto ya parece un zoológico de bestias —dijo Miguel, poniendo una expresión cansada. Mientras que Rafael estaba tan sorprendido como un niño al ver a nuevos tipos de bestias. Y en cuanto Gabriel, éste estaba con una mano en su rostro, avergonzado de ver esa escena bizarra.

—¡Y lo dice una bestia igual de rara! —grito Remiel ofendido por lo que dijo el hombre-lobo.

—¡Oye los licántropos somos el tipo de bestia más normal que hay! —exclamó Miguel igual de ofendido y molesto.

A la vez que todo esto sucedía, Bael aprovechaba el momento de distracción de ellos, no solo para descansar, y sanar las escamas dañadas por los impactos recibidos; sino también para planear cómo iba a actuar. Sabía рerfectamente que ya no podía subestimarlos, ni atacar sin pensar. Debía ser cuidadoso y tener un plan en mente.

"El mestizo y el zorro con arma eléctrica, serán un gran problema", analizaba Bael en sus pensamientos, y luego mira a los hermanos pantera y leopardo. "Esos no parecen tan peligrosos, pero tampoco puedo subestimarlos. Primero debo saber si tienen alguna habilidad especial, y luego los acabare", pensó Bael, y después mira al hombre-león. "Ese es otro gran problema. No se que hace aquí un narasinja, pero...".

Bael dirige su mirada a sus primeros atacantes, con bastante molestia, a la vez que seguía analizando en sus pensamientos:

"...Va a ser un dolor de cabeza, igual que el manabior y el licántropo. Además, el licántropo dijo que si el manabior es herido de gravedad, no podrá sanarlos. Y pude percibir algo de mana en este último. Eso solo quiere decir, que ese oso sabe magia sanadora. ¡Que molestia son! Y no es solo eso, no puedo evitar sentir un deja vu, al verlos a ellos dos, y al narasinja. Me recuerdan a... esas tres bestias, de hace cuatrocientos años". 

Entonces, el dragón abisal centro su mirada, específicamente en el hombre-tigre, y su preocupación se volvió mayor, al pensar en algo, que lo llenaba de terror: 

"Pero lo que más me preocupa es que ese tigre tiene los ojos verdes, iguales a él. Sin embargo, no puede ser un descendiente suyo. Los descendientes de esos avatares mortales no heredan el color de ojos. No puede ser. ¿Por qué ahora? ¿Después de cuatrocientos años, porque regresaría al mundo mortal? No puede ser, no puede ser que ese tigre Deva y Asura, devorador de mortales y demonios, haya vuelto a reencarnar en otro niño humano. No puede ser... que Khan haya vuelto".




Próximo capítulo: No somos Héroes, somos Bestias.

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