Capítulo V: Un Orgulloso Linaje
"¿No dice la Escritura que del linaje de David, y de la aldea de Belén, de donde provenía David, vendrá el Mesías?".
—Juan, capítulo 07: 42.
https://youtu.be/hmHn_dMTZUo
[Distrito Pashu: Mercado Mahuta]
Para ser un lugar donde los habitantes comunes son bestias, era mucho más tranquilo de lo que se esperaría en un principio. No obstante esa tranquilidad dentro del mercado, estaba por desaparecer; todas las bestias del lugar, poco a poco, comenzaban a percibir el choque de hostilidad entre los dos únicos dragones de allí.
Si algo es sabido por las criaturas europeas y asiáticas, es que los encuentros entre dragones sin relación sanguínea muy rara vez llegan a ser amistosos. Los dragones son la especie de bestia más antigua del Mundo Mortal; vivieron incluso antes de los tiranosaurios. Por lo tanto, son considerados los verdaderos superdepredadores del ecosistema en general.
Y siendo una especie superdepredadora, son portadores de un orgullo superior al de cualquier otra criatura promedio. Por lo general este orgullo draconiano, muy presente en los jóvenes de la especie, crea tensiones entre los miembros de diferentes nidos, llegando al nivel de rivalidad natural típica de los animales, hasta un alto nivel de competencia depredadora.
Había pasado solo unos segundos, desde la última palabra que dijeron Uriel y Shen, antes de quedar mirándose en un silencio hostil, igual que dos depredadores rivales tratando de intimidarse el uno al otro.
Dentro de uno de los vestidores, Amitiel tarareaba de forma rítmica y melodiosa, mientras se veía en el espejo con el vestido sujetado al frente suyo desde las mangas. Se estaba dando idea de cómo se vería con el vestido puesto, y la visión le dio tanta alegría que apenas le prestaba atención al repentino bajón de temperatura. Ni siquiera podía imaginarse que afuera el ambiente parecía como si fuese a estallar una guerra.
—Si yo fuera tú, cuidaría mis palabras, porque podrían tomarse como un desafío. Y una vez que empiezas una pelea, debes terminarla —dijo Shen con un orgullo frío.
—Lo tengo más que claro. Sin embargo, las verdaderas peleas inician en el primer momento en que alguien lanza el primer golpe —decía Uriel con una creciente y controlada ira—. Un ring, una arena de combate, un escenario. Lugares como esos, donde tengas que esperar a que alguien dicte el inicio de una pelea, no son más que gilipolleces. Una verdadera pelea consiste en descubrir quien queda en pie al final. El inicio y el final lo dictan los propios peleadores; el primer golpe es el que lo inicia, y el último en pie es quien lo finaliza. Siempre ha sido así en las selvas y en las calles.
—Me enorgullece escuchar esas palabras. Es justo lo que diría una auténtica bestia pura —dijo Shen, esbozando una sonrisa orgullosa—. Pero no tienes que decírmelo. A mi me sobra selva.
—Y a mi me sobra calle. Escucha, sigo sin entender que tratas de decirme. Ni se por qué lo haces. Pero lo que sí tengo claro, es que no confío para nada en ti.
—Haces bien, porque yo no vine a hacer amistades, ni menos con un indisciplinado dragón de occidente. Al contrario, vine a ver si ya eras un oponente que valiera la pena aplastar.
—¿Y se puede saber qué coño hice yo para tenerte como mi fan tóxico?
—No es nada personal. Solo quiero comprobar si mi Chi de hielo es lo bastante fuerte, como para ganarle a la magia de un dragón de fuego muy especial.
La hostilidad de ambos creció tanto que daba la ilusión de que el espacio se deformaba. Aunque en realidad lo único que sucedía, era que el cuerpo de Uriel empezó a emanar humo, y alrededor del cuerpo de Shen se formaban pequeñas escarchas.
Ninguno de los dos daba indicio de querer atacar. Como dijo Uriel, las verdaderas peleas iniciaban cuando alguien daba el primer golpe. Bajo este ideal, ambos pretendían aguardar a que el otro diera el primer golpe. Tal era así, que si los dos decidían atacar, sería a la vez.
Aun si se contuvieran, sus golpes causarían un terrible desastre. Y por supuesto, el dueño de la tienda no podía permitirlo.
—Los admiro por decir tales palabras y por mostrar tal aura de hostilidad; dejan bien en claro cuán fuertes son en realidad, pese a ser tan jóvenes...
https://youtu.be/Z7LYXExn10o
Tanto Uriel como Shen dejaron de emanar hostilidad, humo y escarcha, debido a que tras un pequeño parpadeo apareció justo en medio de ambos un hombre joven, cruzado de brazos, y sonriendo con orgullo.
Era de origen polinesio, alto y de constitución robusta. Tenía los ojos azules, el cabello negro con degradado verde marino, y parecía ser de la misma edad que Vaiana. Lo curioso de él, es que llevaba una especie de vestimenta negra en su totalidad, con guantes y botas incluidas, sin mangas y con un pañuelo negro alrededor de su cuello que servía para cubrirse la boca. Y como detalle final, en el cinturón del pantalón colgaban algunas cuchillas conocidas como kunai.
De cierto modo, la ropa parecía una especie de traje ninja.
—Pero aun así, me veré en la obligación de echarlos, si ambos incendian o congelan las ropas de mi amada tienda —dijo el hombre con una actitud seria digna de un veterano.
—Señor tortuga ninja... —dijo Uriel cambiando el semblante por uno más tranquilo y amigable.
—Cuanto tiempo sin verlo, maestro Leonardo Kamehameha —decía Shen cambiando una expresión más alegré, pero manteniendo la mirada fría.
—No te refieras a mí como "maestro". Aquí solo soy un humilde vendedor de ropa —dijo Leonardo con un humor severo y disgustado—. Y aun si no fuera un maestro, sería muy irrespetuoso de tu parte destruir el mercado que te dio tantos uniformes para tu forma humana. Lo mismo va para ti —dijo, dirigiendo la mirada hacia el joven-dragón rojizo—. Siendo tu primer día en esta tienda, dejarías una mala imagen si quemas todo, aparte de que robes algo con tu saco.
—Ya por el hecho de ser un draconiano rojo, ¿crees que soy un cleptómano pirómano? —decía Uriel entrecerrando los ojos—. Eso suena bastante discriminador.
—¿Pero tengo razón? —pregunto Leonardo ahora esbozando una sonrisa bromista.
—¡Pero tienes razón! —dijo Uriel cambiando a una actitud humorística—. ¡Ja, sabía que eres de los míos! ¡Y descuida, mi cleptomanía solo ocurre con cosas brillantes, y ya lo superé hace tiempo!
—Te tomare la palabra, solo porque estás acompañado de una sirena —dijo Leonardo, cambiando a una expresión incrédula—. No veo razón por la que una sirena parezca tan feliz de acompañar a su propio depredador natural. Sobre todo uno de tipo fuego. ¡Je! Y yo pensaba que lo había visto todo.
—Nomas espera a ver al resto de mi clan y sus acompañantes. Con ellos sí que lo verás todo —dijo Uriel con una sonrisa divertida, para luego darse la vuelta y caminar hacia una mesa cercana, donde había pantalones de licra femeninos—. Ahora si me disculpan, tengo una deliciosa sirena a la que debo atender.
"Pese a ser un dragón rojo joven, pudo controlar muy bien su ira. Tal vez si puede convertirse en un oponente que valga la pena derrotar", pensaba Shen, sin dejar de mostrar frialdad en su rostro. Y luego se dio la vuelta para entonces empezar a caminar, con el propósito de irse de allí.
—¿Te vas tan pronto, pequeño Yi? ¿No compraras algo? —pregunto Leonardo, dirigiendo la mirada hacia el joven-dragón azul.
—Hoy no. Y lo mejor es que me vaya cuanto antes —dijo Shen, sin dejar de caminar—. Te recomiendo que prepares la tienda. Quizás algunos idiotas del Mar del Este vengan a causar problemas. Esta vez no es por alguna revancha contra ti, sino por alguien más. Pero puede que tu tienda termine en medio del caos.
—Gracias por el aviso. Mi esposa y yo estaremos más que preparados, para devolverlos al fondo del mar —respondió Leonardo, para nada preocupado de la advertencia del dragón azul.
https://youtu.be/cR_EA8DKnkk
Por otro lado, Uriel ahora iba en camino al vestidor donde vio a Amitiel ingresar; llevaba consigo un pantalón de licra azul celeste, en su antebrazo derecho, para que la sirena se la probara junto con el vestido.
Antes de entrar, el joven-dragón puso el pantalón encima de su hombro derecho, mientras mantenía en el hombro izquierdo el saco. Y con la mano derecha toco la puerta y avisó en voz alta que entraría. De inmediato Amitiel le respondió, dándole permiso de pasar, y tan rápido como Uriel entró, cerró la puerta detrás de sí con la misma velocidad, para mantener la privacidad de la mestiza sirena.
Al rato vio que hizo bien en cerrar rápido la puerta, ya que Amitiel recién había terminado de quitarse ropa, quedándose solo con unas bragas. Así que se podía ver casi todo su cuerpo desnudo; sus pechos eran de un tamaño bastante "modesto", en comparación a la mayoría de las chicas del grupo. Y podía verse que su piel, desde los pechos hasta la mitad de los muslos, era de un tono claro normal, mientras que el resto del cuerpo lo tenía bronceado.
Era resultado de haber crecido justo al lado de las playas y viajando mucho en barcos. Lo cual, de cierta forma, le daba a ella un atractivo tropical único, ya que en sí era una hermosa europea bronceada, como las que se suelen ver en latinoamérica. Y no era del todo una europea actual: por parte de su madre, mantenía un linaje griego casi antiguo, debido a que todos los tritones y sirenas, al ser originarios del Territorio Griego, poseían genes helenísticos casi puros, y como tal sus formas humanas tenían rasgos distintivos de los griegos antiguos y modernos.
—Al fin llegas —dijo Amitiel poniéndose ambas manos en la cintura, sin vergüenza alguna, sino más bien molestia—. ¿Ocurrió algo? Por un momento comencé a sentir un frío espantoso.
—Para nada. No sucedió nada importante —contestó Uriel con una sonrisa despreocupada—. Lo único que sí me parece raro, es que no estés cubriéndote los pechos y regañándome por verte así.
—Uriel, en este punto ya me has visto semidesnuda incontables veces, sobre todo cuando estoy en mi verdadera forma de sirena. —dijo Amitiel entrecerrando los ojos—. Más veces de las que yo te he visto casi desnudo, tanto en tu forma hombre-dragón como humana. Prácticamente nos bañamos juntos, en otro sentido.
—Pero tu forma humana no tiene mucho parecido con tu forma sirena. Al menos no desde mi punto de vista.
—Tienes un poco de razón en eso. Pero para mí no hay mucha diferencia. Y ahora súmalo a que somos pareja. Ya no me incomoda tanto que me veas casi desnuda.
—Bueno, si tú lo dices. Como sea, aquí te traigo un pantalón para tu vestido. Te ayudará a protegerte las piernas, y con el vestido también a restaurar el tono natural de tu piel.
—¿Insinúas que me veo mal bronceada? —pregunto Amitiel frunciendo el ceño, y echándose una breve mirada a su propio cuerpo.
—Claro que no. Es solo que me recuerdas a un delicioso chocolate claro con vainilla, y eso hace que me entren ganas de morderte.
—No sé si tomarlo como un cumplido, o como un insulto... —dijo Amitiel volviendo a entrecerrar los ojos.
—Mejor como un halago. Te estoy comparando con un dulce muy popular de la Sociedad Sobrenatural —respondió Uriel, poniendo el saco en el suelo, y luego se acerca a Amitiel para ayudarla a vestirse sin arrugar demasiado la ropa.
https://youtu.be/_ZHNf6CJHe0
Uriel ayudó a Amitiel a ponerse el conjunto completo, y durante el proceso, el joven-dragón no podía evitar pensar en la conversación que tuvo con el dragón azul. No podía negar que sentía curiosidad por saber a qué se refería Shen, en especial con la parte de que el mismo Uriel no conocía del todo el resto de la historia.
Hasta donde sabía Uriel, el linaje de los dragones de fuego descendía del Supremo Espíritu de Fuego, Salamander. Los dragones de fuego tuvieron su época de gloria en Europa, antes de la llegada de los romanos a las tierras del norte. Y tuvo su declive durante el reinado de los sajones en el Reino de Britania, cuando los humanos ingleses expandieron el odio y los planes de exterminio contra los pelirrojos, por temor a los draconianos rojos entre ellos.
No sabía que más desconocía, o qué tenía que ver él al respecto con esa parte de la historia de su pueblo. Y eso se debe a que su padre no pudo terminar de contarle todo sobre la historia de su pueblo.
—Estas muy callado, y eso es muy raro en ti. En serio dime, ¿qué sucede? —decía Amitiel arqueando una ceja, tras terminar de ponerse el vestido. Y ahora extendía los brazos a los lados para que el joven-dragón le ayudara a acomodarle las mangas.
—Solo divagaciones... Estar aquí, me hizo pensar en lo mucho que tal vez desconozco de la historia de mi propia tribu —respondió Uriel, mientras acomodaba las mangas del vestido de Amitiel, lo cual solo le llevo cinco segundos—. ¿No has tenido curiosidad de conocer más a fondo tu linaje?
—Tú sabes que sí —respondió ella, procediendo con ajustar la falda del vestido con una serie de botones en el lado izquierdo—. Pase tanto tiempo mirando el océano, como si algo me llamara y me incitara a sumergirme en las profundidades, para descubrirme a mí misma. Y sólo terminó cuando al fin visite la Atlántida, junto a mi madre... ¿Acaso sientes algo similar?
—Más o menos —contestó Uriel, dirigiendo la mirada a su propio reflejo en el espejo—. Antes de despertar la transformación por completo, sentía que algo más allá del cielo esperaba por mí. A veces, soñaba con alas capaces de llevarme hasta las estrellas, y también con ser un gigante capaz de vencer mis temores. Cuando aprendí a controlar el fuego, sentí que mi sangre vibraba de vida, y desde entonces cada vez que veo mi reflejo, siento que alguien me devuelve la mirada, e intenta decirme algo. A veces siento que en mi sangre algo intenta emerger, y mi propio reflejo trata de decirme qué es, para mostrarme cuál es mi destino.
—Waoh... Eso fue muy... inspirador... y hermoso —dijo Amitiel, terminando de ponerse el vestido, para entonces darse la vuelta y mirar de frente al joven-dragón—. Tal vez una visita a las tierras nativas de tu gente te ayude. A mí me funcionó.
—Puede que sí. Aunque no sé a cuál debería ir. Según me contó mi padre, nuestro pueblo tenía un nido primario en Escocia. Lo tuvieron que abandonar y mudarse a las costas de Marruecos, debido a que los humanos escoceses estaban llevando la urbanización demasiado lejos. Pero en la actualidad el nido está protegido, y la urbanización humana está retrocediendo. Quizás ahora el nido ya esté disponible de nuevo... pero...
—Pero aun temes cómo reaccionarían los otros dragones ante tu presencia. ¿Estoy en lo correcto?
—Sí... Antes de ver a otros dragones, me gustaría "purificarme" por completo. O sea, madurar como bestia para obtener mi forma de dragón completo. Aunque para eso, tenemos que esperar un tiempo más, y será con tu permiso.
—No tienes que repetirlo —dijo Amitiel desviando la mirada, sonriendo con vergüenza y sonrojándose bastante, ya que entendió la referencia—. Pero de todos modos tendrás que prepararte, pues uno de los lugares que visitaremos será Escocia. Puede que el destino ya esté preparando algo para ti.
—Solo espero que no sean encontronazos con otros dragones. Si me lleve tan mal con uno de Asia, no quiero imaginarme como será con otros de mi propia tribu.
[Mercado Tane]
https://youtu.be/AJ_xsMnG26U
Después de encontrar la ropa ideal, Gabriel y Caroline volvieron a sus formas humanas y fueron con Vaiana a la recepción, donde el baghatma pago con 4 monedas verdes la ropa bestia de la licántropo blanca.
El gato Kumal ahora estaba fuera del saco; de hecho, se encontraba encima del mismo, el cual Gabriel cargaba sobre el hombro izquierdo. De modo que Kumal veía todo desde el hombro del baghatma.
Tras mostrar el dinero en la mesa de la recepción, Vaiana inició el procedimiento de guardar las vestimentas: primero puso los brazaletes en una placa redonda en la mesa de la recepción, y después puso un extraño colgante metálico en una placa ubicada al lado izquierdo de la otra.
—Disculpe, pero ¿qué es eso? —preguntó Gabriel, curioso de ver aquel extraño objeto en la otra placa.
—Es una Lúnica —contestó Caroline, mostrándose sorprendida—. Es un símbolo eslavo, que representa la luna, la fertilidad y la mujer. ¿O me equivoco?
—Para nada. ¡Estás en lo correcto! ¡Y es por eso que te estoy dando este Croen Anifeil eslavo! —dijo Vaiana con alegría risueña—. Como hoy es tu primer día en mi tienda, te doy de regalo este Croen Anifeil de la cultura a la que pertenece la ropa que elegiste. ¡Úsalo con orgullo y honor para tu pueblo!
—Mu-mu-muchas gracias. Gracias señora Vaiana —decía Caroline conmovida y tan feliz, que parecía estar a punto de llorar y al principio tartamudeo un poco.
Entonces la mujer-tortuga procedió con pasar la mano derecha unos centímetros por encima de las placas, y éstas desprenden un brillo verdoso. Dicha luz pasa a tomar la forma de un Círculo Mágico, que a su vez muestra una pantalla holográfica en cada placa, las cuales se unieron en una sola pantalla rectangular, dividida por una línea verde. En el lado derecho de la pantalla se veía la ropa que eligió Caroline, mientras que en el lado izquierdo no se veía nada.
Con los dedos de la mano izquierda, Vaiana tocó el lado derecho la pantalla derecha, y arrastró los dedos al lado contrario; de esta forma pasó la imagen de la ropa al lado vacío de la pantalla. Acto seguido Vaiana dio un par de aplausos, y los hologramas desaparecieron junto con los Círculos Mágicos de las placas.
—¡La "traslación" fue un éxito! —dijo Vaiana cerrando los ojos y sonriendo todavía más.
—¡¿Ya?! ¡¿Eso es todo?! —exclamó Caroline sorprendida de lo sencillo y rápido que fue el procedimiento.
—¡Je, je, claro! ¿Esperabas algún tipo de procedimiento complejo, con muchas pantallas, brillos, Círculos Mágicos y frases volando por los alrededores? —pregunto Vaiana con diversión—. Admito que eso sería muy genial. Pero a veces en este tipo de cosas, es mejor la función que la estética.
—Bueno, tienes razón —dijo Caroline, entendiendo el punto.
—Aunque por supuesto, la función y la estética deben ir mucho de la mano cuando se trata de ropa —agregó Vaiana tomando con ambas manos el colgante Lúnica, para entregárselo a la mujer-loba—. Es importante llevar protección en tus aventuras y peleas. Pero también hay que lucir genial para honrar tus raíces. Espero que esta ropa te proteja muy bien y sea digna de honrar a tu tribu.
—Gracias. Estoy muy segura de que lo hará —respondió Caroline, una vez más al borde de las lágrimas por lo que sentía en este momento. Se sentía feliz, conmovida, honrada y orgullosa. Era casi lo mismo que sentía un estudiante al obtener un reconocimiento.
Y tal como si se tratara de un estudiante poniéndose una medalla de graduación, Caroline tomo el colgante con sumo cuidado para admirarla entre sus manos. Después de unos segundos de apreciación, Gabriel tomó el colgante de las manos de ella, y con delicadeza se la puso a Caroline alrededor del cuello.
—Te queda mucho mejor que usar una simple hebilla —dijo Gabriel con una pequeña sonrisa y un tono divertido—. Resalta tu estilo de europea germánica, y combina con tu belleza de mujer alemana.
—Vaya, ¿ahora eres un experto en diseño y moda? —dijo Caroline arqueando una ceja y sonriendo con diversión.
—Oye también puedo apreciar un buen estilo. Y siempre he dicho que eres bella como una rosa. ¡Pfff, ja, ja, ja! ¡¿Entiendes?! ¡Por tu apellido, "Rosenthal", que significa "Valle de las Rosas"! Vamos, ríete por favor. Es buenísimo e ingenioso.
—No, no lo es. Definitivamente ya no puedes juntarte más con Uriel y Remiel—dijo Caroline entrecerrando los ojos con mal humor.
—Ustedes dos sí que se llevan muy bien —dijo Vaiana con una pequeña risa, mientras terminaba de sacar algo de uno de los cajones debajo de la mesa.
—No tan bien como para decir que somos los "mejores amigos" del mundo, pero al menos no intentamos matarnos cada dos segundos... —decía Gabriel dirigiendo la mirada de nuevo a la mujer-tortuga, y se congeló de la sorpresa al ver algo que ella sostenía en ambas manos.
https://youtu.be/rOTot0NJdFs
—Pues desde mi punto de vista tienen una hermosa relación. Y como se llevan tan bien, necesitaran esto —dijo Vaiana con ambas manos juntas al frente, mostrando que tenía dos pulseras de semillas Rudraksha—. Pulseras hechas con las semillas de un árbol, que según la leyenda brotó de una tierra donde cayeron las primeras lágrimas de Rudra.
»Como pueden ver, ambas tienen un emblema circular, siendo una de color negro y la otra de color blanco. En esos emblemas pueden grabar las iniciales de sus nombres. Sé que en el calendario hinduista, todavía falta mucho para el festival Raksha Bandhan. Pero no estaría mal que tú, chico-tigre, y tu amiga chica-loba llevaran algo de protección divina, que además sea un símbolo físico del lazo que los une a ambos.
—¿Por qué nos da algo como esto? —preguntó Gabriel, ahora con una expresión perpleja y seria.
—Veras, alguien muy especial, que mi marido y yo conocimos en nuestra juventud, tenía algo parecido, y nos explicó su significado —decía Vaiana, recordando a un viejo amigo y mentor—. Para él, era un recuerdo de su abuelo... Fue gracias a ese recuerdo, que él se mantuvo fuerte ante la crueldad que puede mostrar el mundo... Puedo ver que últimamente has estado teniendo tantos momentos felices, que olvidaste las tinieblas en las que viviste por mucho tiempo. Y sé por mi experiencia, que muy pronto el destino te va a volver a demostrar cuán fría, injusta y cruel puede ser la vida en la selva.
»Cuando eso pase, será muy importante que te aferres a algo muy preciado, para no volver a sucumbir ante la crueldad del mundo. La venganza y la ira son un arma de doble filo. Son como llamas que te consumen, y sin darte cuenta poco a poco te convierten en lo que tanto odias. Cuando el cruel destino ataque de nuevo, solo mira esto y aférrate a la razón por la que peleas y sonríes. Aférrate al amor, y deja que te guíe entre las vengativas llamas de los Asuras.
Sin pronunciar palabra, y aún en un estado de sorpresa e incredulidad, el baghatma tomo las dos pulseras con la mano derecha, y las observó en silencio. No había nada de malo al respecto sobre las pulseras. En realidad lo que sucedía, es que le trajeron viejos recuerdos...
[Recuerdo]
—¿Te gusta, Baaghi?
Preguntó una mujer india de vestidura tribal, cuerpo tonificado y armada con una lanza. Se encontraba en un campo abierto en medio de las selvas indias, enseñando a un grupo de niños y niñas el manejo de la lanza. Allí había hombres y mujeres jóvenes, incluyendo adolescentes y niños, que practicaban diferentes técnicas de Kalaripayattu a la luz del intenso sol.
Y cerca del campo de entrenamiento estaba el joven-tigre, limpiando con una toalla el suelo de un templo de madera. Sin embargo había parado de trabajar un momento, al ver que la instructora llevaba una peculiar pulsera de semillas Rudraksha en la muñeca izquierda. Aunque ella no era la única del lugar que tenía una.
—El chico nuevo ha estado observando la Jaap Maala desde que llegó, maestra Alisha —dijo una chica de entre los estudiantes que practicaban el manejo de la lanza.
—Je. Parece que el nuevo también quiere una, por aquel monje nómada que lo trajo aquí
Dijo un hombre joven de larga coleta, pantalón holgado y constitución robusta con algunas cicatrices en el pecho. Estaba ocupado en instruir a un grupo de jóvenes en las técnicas con espada y escudo.
—Sí, parece que sí, maestro Ravi. Pero en su casa nadie ha querido comprarle uno —dijo un chico entre los que practicaban la flexibilidad del cuerpo—. ¿Qué opina usted, maestro Kattappa?
—Nosotros no somos su familia para comprarle regalos...
Respondió, con una voz gruesa e inflexible, un hombre indio que se encontraba parado en medio del campo de entrenamiento. Parecía rondar por los 60 años, aunque en realidad tenía mucha más edad. Era bastante alto y corpulento. Tenía una pequeña barba y una larga cabellera trenzada. Llevaba ropa de monje budista de color negro con rojo oscuro, por lo que lucía más amenazante que amigable.
—Aquí nada se consigue gratis —decía Kattappa, mirando de reojo al joven-tigre—. Baaghi, la comida que te dan, la cama donde duermes, la ropa que usas. Todos los lujos debes ganártelos con trabajo, sudor y sangre. No pienses que solo porque aquel monje nómada te recomendó, vamos a darte todo lo que deseas. Si quieres un Jaap Maala, para honrar al hombre que te dejo a nuestro cuidado, entonces trabaja y conviértete en un superviviente del Kalari.
—¡Y lo haré maldito viejo! —exclamo el joven-tigre con furia, y poniéndose de pie mientras tiraba el pañuelo al suelo—. ¡Ya lo verán, aprenderé todas las técnicas de esta escuela, y luego desarrollaré mi Kalari como ninguno de ustedes jamás podrá! ¡Y cuando eso suceda más les vale conseguirme uno de esos adornos!
—¡Menos charla y más trabajo, que aún te falta limpiar el resto del comedor, luego la sala de armas y los dormitorios! —exclamó molesto el instructor Ravi.
—¡Ya voy, ya voy cocinero loco!
—¡¡¿A quién le dijiste cocinero loco, niño maleducado?!!
Mientras el joven-tigre discutía con el instructor Ravi, los demás jóvenes se reían y algunos solo suspiraban de pena, incluyendo la maestra Alisha.
Eran momentos que el joven-tigre llegó a valorar, aun cuando le colmaban la paciencia y se molestaba. No obstante, pese a las risas y los pequeños buenos momentos que tuvo en esa escuela de artes marciales, su vida allí terminó aquella noche que marco la vida del joven-tigre.
Antes de marcharse con los alemanes, él lo supo más que bien de parte de la propia instructora Alisha...
—Al escoger el camino de la venganza, deshonraste su memoria y el legado de esta escuela... Hemos cometido un terrible error contigo. Creímos darle a un niño las herramientas para sobrevivir en este mundo. Pero lo que hicimos fue afilarle los colmillos y las garras a un demonio... Lo siento mucho, Baaghi, pero ya no eres bienvenido aquí... Vete... y no regreses jamás...
[Fin del Recuerdo]
"Parece que al fin conseguí el mío... Lástima que ustedes nunca lo verán", pensó Gabriel, esbozando una sonrisa sarcástica, mientras veía las pulseras de Rudrakshas que sostenía en la mano derecha.
—Creo que también podríamos pasar por una herrería —dijo Caroline sonriendo un poco, y tomando la pulsera con medallón negro, ya que es la que más le gusto.
—No nos daría tiempo. Mejor le pediremos a Uriel que lo haga —contestó Gabriel, sin dejar de mirar la pulsera con medallón blanco, pero ahora esbozando una pequeña sonrisa—. Ha estado practicando mucho el arte de la escritura fundida, para cuando tenga el equipo necesario de herrería. Así que sería una excelente oportunidad para que sea su primer trabajo oficial como forjador.
—No creo que sea buena idea.
—Oye tampoco es que sea un trabajo muy complejo. Solo tiene que trazar en un medallón tus iniciales, "CR". Y en el otro las mías, "GK". Eso es todo.
Justo cuando estaban teniendo un momento de lo más tranquilo y conmovedor, esa tranquilidad desapareció con el sonido de una explosión afuera del mercado. Aquella explosión sobresalto y alerto bastante a cada bestia del interior, sobre todo a la dueña del local y el dúo en la recepción.
—¡¿Y ahora qué?! —se quejó Caroline frunciendo el ceño, disgustada por el susto que se llevó con el repentino sonido de explosión.
—¡Oigan, ¿qué está pasando afuera?! —preguntó Gabriel viendo a las bestias del lugar asomándose por las ventanas y la puerta.
—¡Algo que no se ve todos los días! ¡Al frente de la tienda de al lado, un draconiano rojo y una sirena están peleando contra un Yaoguai de agua! —dijo un joven licántropo pelicastaño, bastante impresionado.
Gabriel y Caroline cruzaron miradas, boquiabiertos e igual de sorprendidos, ya que no necesitaron adivinar quienes eran el draconiano rojo y la sirena. Aunque por otro lado, la dueña de la tienda también se mostró sorprendida e histérica.
—¡¿La tienda de al lado?! ¡Es de mi marido! —exclamó Vaiana sujetándose la cabeza con ambas manos, comenzando a entrar en histeria, y entonces aprieta los dientes con rabia—. ¡Grrr, esas sabandijas del Mar del Este otra vez! ¡¡Los voy a hacer pedazos!!
Próximo capítulo: Los Yaoguai de China.
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