Capítulo LXXV: Batalla de los Dioses
"Una terrible batalla se desencadenó entre ambos y los dioses de los cielos la presenciaron."
—Mahabharata, libro I: capítulo VII.
https://youtu.be/I9EsYuDYwos
[Lado Oeste del Reino de Corazones].
Más allá de los lagos de sangre y decenas de cadáveres destrozados, el ambiente estaba tranquilo y fuera de peligro. La nave Shuumatsu había caído al lado del bosque y estaba hecho pedazos. El barco de Mabel Cheshire se mantenía flotando encima de los graneros, por el momento al margen de la situación. En el enorme puente de mando los tripulantes bestias todavía observaban la enorme pantalla que visualizaba la batalla entre el Avatar de Rudra y el Descendiente de Raijin.
—¡No entiendo nada! ¡¿Qué hace un Avatar de Rudra aquí?! ¡¿Por qué naves de guerra de los dragones japoneses atacan mi hogar?! ¡¿Qué demonios ha pasado?! —decía Mabel jalándose el cabello de la frustración por no saber nada.
—Las respuestas tardan, pero llegan a su tiempo —dijo Suriel con un tono y semblante igual de serenos.
—¡Quiero que vengan ahora! —exclamó Mabel pateando el suelo.
—¡En lugar de quejarte deberías sentirte la más honrada de la Creación! ¡Tu hogar está siendo salvado por el nuevo Avatar de Rudra! —dijo Turiel tan emocionado que parecía un niño.
—¿Y contra quién o qué está peleando exactamente? —preguntó Jeremiel, viendo la imagen de Raiden en la pantalla—. Eso no parece un vampiro o un humano.
—Ese sujeto me recuerda a algunas imágenes que vi del hijo de Raijin cuando estuve en Japón —explicó Chamuel, con un semblante más serio de lo que se ha visto—. Y su Chi es tan maligno que parece ser pura maldad. Se me revuelve el estómago al solo sentir su presencia.
—Sea lo que sea, tiene un poder descomunal... que aún sigue creciendo —dijo Suriel frunciendo un poco el ceño, mirando con detenimiento la escena.
Mientras tanto, detrás de ellos, se encontraba también la kumiho Kim Go-eun, sentada en una silla con una pierna encima de la otra. Había subido al Barco Volador para dirigirse al puente de mando y ver en las pantallas lo que sucedió en el sur, pues no quería alejarse de la zona por la promesa que le hizo a Gabriel antes de separarse.
"A juzgar por la calma en su Chi, ahora su lado Deva es más dominante que su lado Asura, lo que significa que perdió fuerza a cambio de velocidad. Pero, tomando en cuenta esa transformación, está usando el Meng Amok al máximo, así que no se nota tanto la perdida de fuerza", analizaba Go-eun con la mirada fija en la imagen del baghatma en la enorme pantalla.
Al inicio Go-eun lucía indiferente, pero de nuevo sus labios se curvaron en una sutil sonrisa que denotaba su alegría, y sus ojos brillaron con nostalgia. A pesar de todo, no pudo evitar sentir emoción por ver al Avatar de Rudra en esa forma.
https://youtu.be/0oywaEPQFlA
[Lado Sur del Reino de Corazones].
Una tensa calma había caído tanto en el cielo como en la tierra. Gabriel y Raiden permanecían mirándose directo a los ojos, aguardando a que el otro atacara primero. La tensión hostil se intensificaba cada segundo, y con el eco de un trueno en el cielo la tensión explotó, reemplazando la calma por una nueva tormenta.
Docenas de relámpagos iluminaron el inicio de la segunda parte de la pelea, mientras un poderoso estruendo hizo temblar la tierra; estruendo generado por el doble ataque horizontal de los bastones de Raiden, después de ser bloqueados por los brazos terciarios de Gabriel.
En ese mismo instante el baghatma, con las manos secundarias, agarró las muñecas del rikishi y contraatacó con los brazos principales, conectando en el centro del pecho un devastador doble golpe garra, cuyo impacto provocó un estallido flameante. Los huesos de la caja torácica de Raiden se agrietaron como el cristal, mientras él terminó siendo empujado varios metros atrás y cayó al suelo otra vez sin brazos.
—Tu nombre de luchador, "Raiden", viene de un epíteto de Raijin, el Dios Japonés del Rayo —dijo Gabriel con un semblante relajado, teniendo en sus manos secundarias los brazos amputados del rikishi—. Si yo fuera tú elegiría otro apodo que te represente mejor. Te recomiendo "Sekiwanjin" (Dios de los Mancos).
—Deja de burlarte de mí... —decía Raiden, de nuevo con odio puro en sus palabras, levantándose del suelo casi como si flotará, mientras gotas de sangre caían de su boca.
—No me burlo de ti. Solo digo lo que veo —dijo Gabriel, tirando los brazos amputados del rikishi amputados al suelo—. Y lo que veo es solo una basura absurdamente idealizada como un personaje perfecto, que presume de ser capaz de humillar a un dios, pero no puede ni derribar a un dios hindú que ni siquiera tiene el cinco por ciento de su poder original. Eres un fracasado y tu racha de doscientas y cinco derrotas lo demuestra.
—Maldito... —gruño Raiden, mientras sus brazos se regeneraban casi de manera instantánea, y de inmediato tensó los músculos de su brazo izquierdo—. Ni siquiera Ezequiel Norris me humillaba de esta manera... ¡Esto jamás te lo perdonaré! —exclamó con furia, extendiendo el brazo izquierdo en un golpe de palma abierta, que disparó su energía espiritual en forma de palma budista con una tonalidad verde, que Gabriel apartó con una mano sin esfuerzo.
—Estúpido. El Chi se usa así —dijo Gabriel con severidad, mientras apuntaba con la palma derecha normal a Raiden, y disparó un ataque espiritual dorado del mismo tipo, en un nivel bajo que era casi invisible, pero devastó el suelo frente a él en un área cónica de casi cuarenta metros, que además deformó la cara de Raiden, como si hubiera sido golpeado por una enorme mano real.
Una vez más el rikishi fue empujado hacia atrás en vueltas, pero se las arregló para aterrizar de pie. Y mientras su cara se regeneraba, volvió a gruñir como un perro rabioso. Los bastones se transformaron en relámpagos y volaron a las nuevas manos de Raiden.
—Kokurai Maho: Kaminaritaiko (Magia de Rayo Negro: Tambor del Trueno) —recitó Raiden, cargando en sus bastones rayos mágicos con una coloración púrpura y negra, para entonces con un bastón golpear uno de los seis tambores, generando un breve resplandor violeta en el símbolo del tambor, y el sonido fue un genuino trueno que avanzó como una onda de choque cargado de electricidad morada y negra.
Aquello sorprendió un poco a Gabriel, pero actuó de inmediato con un rugido poderoso que también provocó un trueno, aunque con electricidad blanca y dorada. Ambos truenos chocaron entre sí y se contrarrestaron en una onda expansiva que agitó la zona con la fuerza de un vendaval.
"Es magia de rayo, pero diferente a la de Remiel. Es mucho más poderosa y... fría, como cuando Azrael usa el Kenoplasma", pensó Gabriel, mirando y analizando los tambores flotantes y también los rayos del cuerpo de Raiden.
—Admito que fue un buen detalle la referencia que hiciste al Kojiki, cuando me aplastaste el brazo antes. Tal como lo hizo Takemikazuchi con el brazo de Takeminakata en el primer combate de sumo —dijo Raiden sonriendo de forma sádica, frotando sus bastones de forma amenazante y creando chispas con la fricción—. Pero esta vez yo haré una referencia con mi música: ¡Mostraré cómo Raijin defendió Japón de invasores bárbaros como tú! ¡Ja, ja, ja!
—De luchador a músico. Eso sí es desarrollo de personaje —decía Gabriel con sarcasmo, empezando a caminar hacia el rikishi con la paciencia y precaución de un depredador.
Raiden frunció el ceño, apretó los bastones bachi y procedió a golpear los seis tambores al ritmo de una ancestral música de guerra, creando truenos y relámpagos morados de manera consecutiva en el lado contrario de los tambores. Mientras Gabriel se había detenido para inhalar más aire, absorbiendo partes de las flamas de su cuerpo, y contrarresto los rayos oscuros con un rugido más poderoso, Deva Merupu: Tuphanu Garjana.
El catastrófico torbellino, cargado de rayos dorados, que surgió del rugido de Gabriel arrasó con los truenos y relámpagos de Raiden, antes de golpear y tragarse también a éste último. El baghatma levantó un poco la cabeza, haciendo que el torbellino eléctrico ascendiera al cielo y pasará por encima de las casas que había en la entrada del Reino de Corazones, llegando solo a destruir los tejados de las que estaban en las primeras líneas. Y cuando terminó de rugir, Gabriel escupió una gran cantidad de sangre, aunque menor en comparación a la vez anterior.
"Mis pulmones y mi garganta volvieron a desgarrarse por el Tuphanu Garjana, pero el daño fue menor que en la pelea con Go-eun, en parte por el Meng Amok y también porque mi cuerpo se ha hecho mucho más fuerte, gracias a que ahora soy un hombre-tigre adulto... por Caroline", pensaba Gabriel con una mano en su garganta, aguantando un dolor semejante a vomitar navajas y ser apuñalado en los pulmones.
Levantó la mirada para comprobar lo que quedó del rikishi, y aire de sorpresa volvió a estar presente en su mirada al presenciar que Raiden estaba intacto, en una postura firme que recordaba a la de las estatuas de los guardianes budistas Kongorikishi. Y como si fuera una estatua, todo su cuerpo estaba recubierto de un extraño diamante morado oscuro, parecido al mineral amatista, que irradiaba electricidad de color rosa.
https://youtu.be/eF52Y99nacY
—Ikazuchi no Kami: Kongorikishi (Dios del Trueno: Hombre Fuerte de Diamante) —recitó Raiden, desvaneciendo en neblina la coraza de diamante oscuro que protegía su cuerpo, pudiendo moverse ahora—. Eso estuvo cerca. Si no fuera por mi nuevo talento, ese ataque podría haberme arrancando más que un brazo.
—Energía del Vacío —dijo Gabriel frunciendo el ceño, entendiendo de qué se trató ese poder defensivo.
—Sí, maldito dios hindú. Uno ligado a mi naturaleza y herencia —dijo Raiden con una sonrisa pretenciosa, y llevándose la mano derecha en el hombro del mismo lado—. Entre los humanos nativos de Japón hay clanes que descienden de un dios o un demonio. En mi caso, mi ancestro es Raijin. Y ahora gracias a la magia de mi Volund puedo acceder a esta forma divina, la cual me permite utilizar el poder de mi ancestro sin lastimar mi cuerpo.
"Lo que sea que le hizo ese diablo le ayudó a dominar el poder del cuerpo, el espíritu y la mente, y encima le transmitió las técnicas y los hechizos de Raijin, junto con el conocimiento para obtener esa transformación. Esto sí que es lo que llaman un Diabolus Ex Machina", pensaba Gabriel con sarcástico humor, sin perder la serenidad mental.
—Ikazuchi no Kami: Rokudaikoten (Dios del Trueno: Seis Tambores Celestiales) —recitó Raiden, y delante de él reaparecieron los seis tambores entre sombras y electricidad, mientras que en sus manos se formaron los batones bachi con partículas Maná—. Según escuche sabes bailar como Shiva. Espero que sea verdad, ya que deseo ver cómo bailas hasta arder con mi música.
—Entonces toca música de acción, porque verás más que solo un baile —dijo Gabriel con un gruñido amenazante, para después adoptar una postura agazapada.
Gabriel se impulsó hacia el rikishi como un flameante resplandor rojizo, rompiendo el suelo y desapareciendo a la vista de todos, excepto de los eléctricos ojos morados de Raiden, quien desapareció los bastones bachi para golpear con su enorme mano el tambor. El baghatma, dándose cuenta de eso, por instinto se cubrió con sus seis brazos, y terminó volando hacia atrás con gran parte de sus huesos fracturados y sangre escapando de entre sus colmillos.
El golpe de la mano de Raiden sobre el tambor había creado una estruendosa onda de choque en forma de palma, con rayos morados y neblina negra, que golpeó de lleno al baghatma. Sin embargo, para el enorme disgusto del rikishi, el Avatar de Rudra usó la fuerza del ataque para hacer una voltereta hacia atrás y aterrizar de pie sin tambalearse.
https://youtu.be/lCCyxEDAaqA
Tras relamerse las fauces para limpiarse su propia sangre, Gabriel se apresuró a correr hacia la derecha de Raiden, aguantando un dolor casi insoportable por las fracturas que todavía no sanaban. El objetivo del baghatma no era esquivar los siguientes ataques, sino cambiar la dirección en la que vendrían y con esto evitar que alguno llegará hasta las demás personas; el plan funcionó, porque el enloquecido rikishi solo pensaba en matarlo.
—¡Ja, ja, ja! ¡Ta, ki, ta, tatin, gi, na, tomu, ta, ki, ta...! —tarareaba Raiden como un loco, mientras golpeaba con sus puños y palmas los seis tambores al ritmo de su melodía, creando relámpagos morados y truenos con flamas negras en forma de puños y palmas budistas.
El baghatma no tuvo problemas en apartar los relámpagos con las manos normales. Por el contrario los ataques de flamas negras debió esquivarlas sin dudarlo, pues el simple roce le agrietaban los brazos de Prana y lastimaban su piel. Esas "flamas" negras no quemaban como el fuego normal, pero sí se sentían tan frías que "ardían".
No obstante, al tratarse de una cadena de ataques que seguía un ritmo musical, en pocos segundos el baghatma ya fue capaz de leer los ataques sin necesidad de usar su poder visual, y a una velocidad sónica volvió a aproximarse al rikishi, evadiendo cada ataque hasta rodearlo y llegar a su punto ciego.
Grande fue la sorpresa de Gabriel cuando pasó a través de Raiden como lo haría a través de la niebla. El baghatma se dio la vuelta y vio que, tal cual como una aparición espectral, el rikishi empezó a desvanecerse en el aire, para luego materializarse en su lugar una esfera de fuego fantasma azulado y negro, como el de las leyendas japonesas.
—¡Ikazuchi no Kami: Onibi! (¡Dios del Trueno: Fuego Demoníaco!) —resonó la voz de Raiden desde el onibi como un eco espectral, y a su alrededor empezaron a girar partículas azules de Maná, entre las cuales había electricidad violeta—. ¡Kokurai Maho: Raiju no Kogeki! (¡Magia de Rayo Negro: Ataque del Animal del Trueno!) —con la recitación del hechizo, las partículas de Maná se transformaron en aquellos agresivos relámpagos morados.
Por instinto Gabriel se cubrió con sus seis brazos; casi medio segundo después terminó siendo empujado hacia atrás, con otras fracturas en sus brazos normales y grietas en los de Prana, cuando el onibi voló como un rayo y chocó contra él. Pero una vez más Raiden sintió cólera al ver que Gabriel no fue derribado, sino que se mantuvo firme para que su espalda no tocara el suelo y luego volvió a erguirse sin problemas.
—¡Hermanito, ese monstruo japonés tiene poderes parecidos al del Oso del Viento Negro de la novela Viaje al Oeste! —gritaba Rosabella de lejos, deseando ayudar a su hermano mayor con lo que pudiese.
—¡Ya me di cuenta! ¡Gracias! —respondió Gabriel, antes de hacer otra voltereta para esquivar el orbe fantasma, el cual se desplazaba en el aire como una centella salvaje, a una velocidad que podría compararse a la de un rayo.
Por el momento el baghatma se concentró en esquivar los ataques de ese orbe fantasma, saltando de un lado a otro con la agilidad y destreza de un tigre, mientras sus brazos de Prana se repararon por sí solos y los normales sanaron. En medio de esto pensaba qué ataque podría funcionar contra una técnica de Kenoplasma como esa.
Al final eligió el que creyó era más indicado; extendió todas sus garras, tomó un profundo respiró, cargó Chi en sus garras y, en una postura de ataque con las manos en golpe garra que recordaban al estilo Hung Gar del Kung Fu, saltó directo al onibi como un tigre sobre su presa. Luego el fuego de sus garras se tornó de un dorado intenso, y con seis zarpazos consecutivos atacó al onibi.
Se había decidido por el Pashu Kalari: Vyaghra Agni Panja [Pashu Kalari: Garra Flameante de Tigre].
Desde el orbe fantasma se escuchó el grito agonizante de Raiden, como de un alma en pena, mientras el orbe fantasma volaba más descontrolado, chocando con el suelo y desplazándose en el aire sin un rumbo fijo.
—El Chi tiene como prioridad el alma, por lo que una parte del daño irá directo a tu alma, sin importar la forma que tomé tu cuerpo físico —dijo Gabriel con una sonrisa divertida—. Además el rayo es un derivado del fuego, y mi Chi de fuego es superior a tu magia de rayo.
Desde el onibi resonó el espectral gruñido colérico de Raiden casi como un trueno, antes de que el orbe fantasma se desvaneciera en el aire. No había ningún indicio visual de su presencia y todo el aire estaba lleno de su desagradable aroma. Pero Gabriel halló una pista: una débil electricidad violeta en el suelo, alrededor de él.
Casi un segundo después Raiden apareció descendiendo como un rayo oscuro, con sus seis tambores otra vez flotando en la espalda, y destrozó el suelo donde Gabriel estuvo parado antes de apartarse a tiempo del sitio. Luego, con una velocidad mayor que antes, el rikishi avanzó hacia el baghatma con un golpe Teppo, y en un parpadeo terminó con la cabeza enterrada en el suelo.
En ese instante Gabriel cambió a un nuevo estilo, semejante al denominado Godfist, con el que atrapó el brazo de Raiden y, usando la aceleración del propio ataque del rikishi, lo estrelló contra el suelo de una forma parecida a los clásicos movimientos de defensa personal.
—Doscientas y seis derrotas —dijo Gabriel con un semblante sereno que contrastaba con su sonrisa burlesca.
Después de esas palabras, Gabriel se dio media vuelta a la derecha, esquivando un sorpresivo relámpago negro que disparó uno de los tambores detrás de Raiden, por el golpe de un puño metálico negro, de un brazo derecho mecánico, de un color negro obsidiana con marcas moradas de rayo y diseño de armadura japonesa. Era una extremidad que había surgido detrás del hombro derecho de Raiden.
—Ya era hora de que también sacarás unos cuantos brazos extras, "Sekiwanjin" —decía Gabriel en japonés, para nada impresionado—. A fin de cuentas, manos te están faltando para pelarme la verga. ¡Ja!
—Rudra... En un sentido poético, tus palabras son como rayos que encienden las flamas de mi ira... —decía Raiden poniéndose de pie, con una mezcla aterradora de diversión y odio, mientras que en sus hombros se formaban hombreras negras, de las cuales surgieron otros cinco brazos más de Kenoplasma—. ¡Continúa hablando! —agregó, con una sonrisa de locura, dándose la vuelta para luego extender hacia adelante sus tres manos izquierdas, en las que canalizó partículas moradas de Maná, y disparó un masivo relámpago morado.
La mirada despreocupada de Gabriel cambió a una de sorpresa, y sin esfuerzo se apartó de la trayectoria del relámpago morado. Fue un ataque mágico predecible y básico, pero aún así trazó un extenso y amplio camino de destrucción, que pasó cerca del lado oeste del Reino de Corazones hasta el bosque distante que se encontraba más allá, reduciendo a cenizas lo que fueron murallas, cinco edificaciones, rocas grandes, tres granjas, decenas de árboles y un monte.
Fue tan impresionante y aterrador que todos los caballeros de Albion estaban boquiabiertos; incluso Ismael, Adán y Brunocingetorix, que tienen más experiencia, sintieron una pizca de terror que intentaron ocultar para no preocupar a las tres mujeres y las dos niñas. El baghatma no mostró ni un atisbo de preocupación por lo mismo, aunque ahora estaba más serio.
—¡Adelante, Rudra! —exclamó Raiden en desafío—. ¡Kokurai Maho: Raiju no Kogeki! (¡Magia de Rayo Negro: Ataque del Animal del Trueno!) —volvió a conjurar el hechizo, liberando de su cuerpo una masiva cantidad de Maná azul, mientras las marcas de su cuerpo irradiaban de intenso color morado y desprendían agresivos relámpagos violetas.
https://youtu.be/vKgjSoqPpcI
Aceptando el desafío, Gabriel se impulsó hacia Raiden como un cometa rojizo, y éste último hizo lo mismo avanzando hacia él como un relámpago morado. El choque entre ambos desencadenó una cadena de poderosos estruendos, debido al rápido bloqueo y contraataque mutuo de los seis brazos de los dos. En medio de esos golpes un zarpazo derecho de Gabriel terminó rebanando el brazo izquierdo normal de Raiden, mientras que con un puño derecho de Prana le golpeó la cara.
Sin embargo, Gabriel también fue alcanzado en el hombro izquierdo por un inesperado golpe: Raiden, con una mano derecha de Kenoplasma, lo había atacado con un golpe espada, que el baghatma identificó como la técnica Tegatana del Karate.
El brazo rebanado del rikishi volvió a regenerarse casi al instante, y lo siguiente que pasó fue un caos total: Gabriel y Raiden comenzaron a atacarse el uno al otro en una lluvia de golpes diferentes con sus seis brazos. Ahora Raiden utilizaba técnicas de Karate entre sus técnicas de Sumo, mientras que Gabriel empleaba ataques y bloqueos con su Pashu Kalari, agregando codazos y contragolpes del Muay Boran.
Los golpes de Gabriel quemaban la piel de Raiden, aunque dichas quemaduras sanaban casi de inmediato. Las manos de Kenoplasma de Raiden eran las únicas que resistían las flamas del cuerpo de Gabriel, y además le quemaban la piel con los relámpagos morados del cuerpo del rikishi. Pero las heridas del baghatma también sanaban rápido.
Teniendo ambos seis brazos podían atacar y protegerse al mismo tiempo, siendo lo más increíble que Gabriel aumentaba su velocidad con cada golpe, y Raiden respondía haciendo lo mismo sin quedarse atrás.
"El rikishi está igualando la velocidad del gato maldito a medida que avanza la pelea", pensó Ismael, siendo el primero en percatarse de ese detalle.
Prueba de eso fue que el intercambio de golpes entre Gabriel y Raiden había quedado en un punto muerto, en el que ninguno lograba conectar un golpe efectivo. La agresividad de los ataques se intensificaba a la par que aumentaba la velocidad y la fuerza de los golpes, alcanzando un nivel en el que la tierra comenzaba a temblar y partirse con cada impacto. Y de cada golpe surgían ondas expansivas con flamas rojizas y relámpagos morados.
A los ojos de todos era lo más cercano que verían a una verdadera batalla entre dioses.
Incluso Rosabella estaba atónita y un poco asustada, no por el despliegue de poder que había en la pelea, sino por la agresividad. Ella había leído historias increíbles sobre combates de inmortales, como la pelea de Sun Wukong y Erlang Shen, en las que se desarrollaba un gran respeto y reconocimiento entre ambos luchadores. Pero aquí no existía respeto alguno.
Entre Gabriel y Raiden solo se desarrollaba puro desprecio y deseo de matar al otro.
—¡Te volaré la cabeza! —gritó Raiden de enfermiza alegría, con su puño izquierdo normal logrando conectar un golpe bajo la mandíbula inferior del baghatma.
La sonrisa de Raiden casi se borró al ver que Gabriel no solo aguantó el golpe, sino también comenzó a empujar hacia abajo el puño de Raiden con la propia mandíbula inferior, mientras ambos se miraban directo a los ojos de manera desafiante. Y con un último esfuerzo Gabriel apartó el puño de Raiden con la mandíbula, para después levantar su propio puño derecho normal con la intención de regresarle el golpe.
"¡Lo resistiré!", pensó Raiden apretando los dientes, listo para soportar el golpe como lo hizo el baghatma, por lo que se dejó golpear la barbilla. Y en su caso la cara se le deformó, perdió el conocimiento por un milisegundo y fue levantado del suelo dando vueltas, antes de caer sobre sus tambores en el suelo.
—Doscientas y siete derrotas —dijo Gabriel, y casi al instante Raiden se levantó del suelo para lanzarse hacia el baghatma y reanudar la agresiva lluvia de ataques entre los dos.
En este nuevo intercambio de golpes ambos dejaron casi de lado las técnicas para atacarse más que todo con fuerza bruta, resultando mucho más agresivos y rápidos que antes. Volvieron a quedar estancados en un punto muerto, que culminó unos segundos después cuando Gabriel recibió en la cabeza una explosión eléctrica.
Entre los miles de golpes que llovían, Raiden había creado en una mano de Kenoplasma un bastón bachi, con el que sorprendió a Gabriel golpeándolo en la frente con tanta fuerza que el mismo bastón explotó en chispas eléctricas. Eso había desorientado al baghatma por un momento, que a Raiden le fue suficiente para crear otros dos bastones bachi, y usarlos en conjunto con las técnicas de Karate y Sumo.
Cada bastón explotaba en rayos oscuros al impactar contra el cuerpo de Gabriel, todavía envuelto en flamas carmesí, y de inmediato Raiden los reemplazaba con más bastones para repetir el proceso. El cambio en la forma de atacar confundió a Gabriel, obligándolo a cubrirse con los seis brazos en un intento de protegerse.
—¡Ja, ja, ja! ¡¿Por qué ya no hablas con tanta arrogancia?! ¡¿El gato te comió la lengua?! —se burlaba Raiden en medio de la lluvia de golpes.
Acto seguido un estruendo más fuerte resonó en la zona, como el de metal chocando contra un diamante. Los bastones de Raiden se rompieron, al igual que sus manos normales, mientras que sus manos de Kenoplasma se agrietaron. El rikishi contempló todo esto con incredulidad, confusión y sorpresa, antes de redirigir la vista hacia el baghatma.
Gabriel había adoptado una postura sólida como la roca, todavía cubriéndose con los brazos, aunque en cada par de manos realizaba un sello manual: Prithvi Mudra, Vajra Mudra y Rudra Mudra. Lo sorprendente es que todo su cuerpo estaba recubierto de un diamante amarillo, semejante al mineral citrino, que resplandecía con electricidad dorada, dándole un aspecto de celestial estatua hinduista.
—Deva Merupu: Vajrabhairava (Rayo del Deva: Forma Aterradora de Diamante) —dijo Gabriel, mientras las capas de diamante en su cuerpo se agrietaban, antes de estallar en cientos de pedazos, revelando que su pelaje y ojos volvían a estar normales, excepto por su puño derecho normal, que permaneció negro e impregnado de flamas rojizas y rayos dorados.
Mismo puño que enterró en el estómago de Raiden con despiadada fuerza, dispersando el manto de Maná y relámpagos morados, aparte de casi perforar su torso. El rikishi sintió que vomitaría sus pulmones e intestinos, en lugar de la sangre y la saliva que acabó escupiendo. Y cuando Gabriel retiró el puño, Raiden retrocedió tambaleándose y agonizando con las manos de Kenoplasma en el área golpeada, incapaz de hablar ni de respirar.
—¿Por qué ya no hablas con tanta arrogancia? ¿El gato te comió la lengua? —preguntaba Gabriel con seriedad, devolviéndole las palabras a Raiden como burla irónica. Su brazo derecho normal recuperó el color original, desvaneciendo las flamas y los rayos.
La respuesta de Raiden fue gruñir como un animal rabioso, ya que todavía era incapaz de hablar bien por el golpe. Se acercó al baghatma y, con un puño izquierdo de Kenoplasma, le propinó un fuerte golpe en la cabeza. Pero de nuevo Gabriel lo aguantó, pisando con firmeza el suelo, para luego regresarle el golpe en la cara con un puño derecho de Prana, que volteó al rikishi y lo tumbó al suelo.
—Doscientas y ocho derrotas —dijo Gabriel, antes de escupir un poco de sangre.
https://youtu.be/L_jzddZQ-Sg
Aunque ahora mismo estaba hirviendo de furia, Raiden decidió retroceder hasta estar a varios metros lejos, y aguardo a que terminaran de sanar sus heridas y brazos de Kenoplasma. Tras escupir sangre y un diente roto, realizó un sello manual con las dos manos normales, y con un fuerte pisotón se elevó decenas de metros arriba en el aire.
—¡Kokurai Maho: Kumo no Michi! (¡Magia de Rayo Negro: Camino de Nube!) —conjuró Raiden, expulsando bajo sus pies un gran cúmulo de Maná que se transformó en una nube blanca, que él pudo pisar y mantenerse flotando en el aire, luciendo más como Raijin.
"Ese hechizo..." pensó Gabriel, con un atisbo de sorpresa en sus ojos.
—Pretendía derribarte al menos una vez en un combate directo —decía Raiden con frustración evidente en su tono—. Pero tendré que seguir atacando de lejos hasta que me adapte a tu nivel —agregó, para luego crear bastones en sus cuatro manos de Kenoplasma.
—De ser un rikishi sin miedo a pelear de frente, a un músico cobarde que ataca de lejos —dijo Gabriel con un semblante indiferente y humor sarcástico—. Tremendo desarrollo te están dando mis golpes. Ahora sí eres un buen personaje.
—Simplemente pienso en formas mejores de enfrentarte, porque la verdad es que no disfruto pelear... —respondió Raiden, mientras la luz eléctrica de sus ojos cambiaba de morado a un rojo intenso, y el círculo de tambores volvió a moverse a su lado frontal, con los símbolos tomoe apuntando hacia el baghatma—. ¡Lo que yo disfruto es ganar! ¡Ikazuchi no Kami: Honokazuchi Daikoten! (¡Dios del Trueno: Tambores Celestiales del Trueno y el Fuego!).
Con las últimas palabras, al lado de cada tambor apareció otro más, pasando de seis a un círculo de doce tambores. Raiden, sonriendo con locura, procedió a golpear los doce tambores con perfecta coordinación entre sus seis brazos, empleando un nuevo ritmo musical que era más agresivo. Ahora los tambores disparaban truenos con kanjis japoneses hechos de relámpagos morados y flamas negras, siendo el número de ataques el triple que antes.
Mientras tanto Gabriel mantuvo la mente en calma y los seis brazos extendidos, listo para enfrentar la aterradora fuerza que venía del cielo, incluso si su cuerpo no saliera ileso, pues sabía que sería casi imposible esquivar todos los ataques de Kenoplasma.
—¡Hermano!
—¡Gabriel!
Sus orejas captaron las angustiadas voces de Rosabella y Cinder, que denotaban una profunda preocupación por él, y no permitió que eso perturbara su concentración, logrando así entrar por un instante en el estado mental La Zona.
Como efecto de ese estado mental, las manos de Gabriel comenzaron a desprender rayos celestes, como pasó antes cuando masacraba a los Einjerhar. Pero ahora esos rayos se extendieron al resto de su cuerpo, siendo la frente el punto donde se concentraron, y en su mente vio dibujarse un círculo celeste con símbolos y textos de origen indoeuropeo.
En los textos se repetía la frase Pan Nebesa (Señor de los Cielos).
—¡¿Nani?! —exclamó Raiden sorprendido y parando los golpes en los tambores.
Ismael, Valerie, la familia Bernard y la familia Dumont estaban boquiabiertos, y de ellos Rosabella era la que tenía un brillo de asombro en los ojos.
Lo que sorprendió a todos fue ver la repentina aparición de rayos azules, que descendieron como flechas del cielo y bloquearon los relámpagos morados, al mismo tiempo que fuertes vientos llegaban de las cuatro direcciones y desvanecían las flamas negras. Toda esa tormenta sucedía alrededor de Gabriel, cuyo cuerpo ahora estaba rodeado de ese viento sobrenatural, con una luz blanca conformada por innumerables partículas de Maná, entre las cuales danzaban relámpagos celestes.
El propio Gabriel tardó un momento en procesar lo que sucedió, y al mirarse las manos normales lo comprendió; acaba de usar magia y era el Arte Mágico de Rudra como Señor del Cielo.
Próximo capítulo: Tormenta, Fuego y Destrucción.
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