Capítulo LXXIV: Avatar vs Semidiós
"Pero el Espíritu de Adonai descendió sobre Sansón con poder, las sogas que ataban sus brazos no resistieron más que lino quemado con fuego y las ataduras cayeron de sus manos."
—Jueces, capítulo 15: 14.
https://youtu.be/Vv9Wgd3dMjE
[Planeta Terra. Rumania: House of Villains].
Música clásica de violín, ambiente clásico de estilo victoriano y comida clásica de realeza burócrata. Todo eso para alguien como Drácula era la definición de relajación. Incluso le sirvieron una copa con sangre humana. Y de pronto esa calma se quebró como sucedió con la copa en la mano de Drácula.
—¡Oiga señor tenga mucho cuidado! ¡Esas copas no son a prueba de fuerza monstruosa! —dijo la mujer francesa enfadada, y entonces se sobresaltó un poco al notar la hostilidad y frialdad que mostró de repente Drácula.
"Este presentimiento... Definitivamente debe tratarse de ese avatar. Su vínculo con el alma del Dios de las Bestias casi se ha completado... Muy pronto será capaz de usar también los Astras... y finalmente sabrá por qué Rudra ha regresado", fueron los pensamientos de Drácula, con su vista fija en la sangre derramada en la barra, mientras su sombra se movía de manera antinatural por unos segundos.
—¿Ocurre algo, conde? ¿Esa sangre le perteneció a un enfermo? —preguntó el Capitán Pirata con un retorcido humor divertido.
—Que la sangre sea de un humano sano o enfermo, es igual para mí —dijo Drácula, moviendo la mano en un gesto circular arriba de la barra, como si girase una rueda invisible, y de modo antinatural la copa se reconstruyó con sus propios pedazos, mientras la sangre derramada regresaba al interior de la copa.
—Asombroso... —dijo la mujer francesa, mirando más de cerca la copa con atónita fascinación—. Fue como si hubieras retrocedido el tiempo.
—Algo así... —dijo Drácula ahora con una actitud seria y mirada pensativa.
—Un vampiro que controla el tiempo y tiene una sombra viviente —dijo Adonis con sarcástico humor—. Pareces venir de un cuento con aventuras bizarras.
—Como dije, mi historia es todo menos un "cuento de hadas" —dijo Drácula, poniendo la filosa uña de su dedo índice en la sangre de la copa y empezó a mover la uña por el borde, formando en la sangre un remolino en el que visiono imágenes sangrientas de su pasado, incluyendo la silueta de Caín—. Y hablando de cuentos, si mal no recuerdo, mencionaste que aquella campesina, Bella, y su marido hombre-león adoptaron a un niño-tigre de la India.
—Sí, uno bastante raro —decía Adonis con una mueca de disgusto.
—¿Sabes cómo es la apariencia humana de ese niño-tigre? —preguntó Drácula, dejando de mover su afilada uña en la copa para escuchar con mucha atención a Adonis.
—Recientemente lo investigué, y es un chico-tigre con unos rasgos muy extraños. He visto a muchos indios inmigrantes y jamás vi uno parecido a ese. En mi opinión... Parece más un raro caso de linaje nativo indio y nativo eslavo.
"Un marut indoeuropeo...", pensó Drácula, tomando la copa para beber un sorbo de la sangre, y por experiencia comenzó a tener ciertas sospechas de que no podía ser solo casualidad.
—¿Por qué de repente el interés en ese extraño chico-tigre? —preguntó Adonis con un humor más molesto por sentirse interrogado—. No creo que sea solo simple curiosidad.
—Eres más inteligente de lo que aparentas —dijo Drácula con un tono más intrigado, mientras movía un poco la copa y veía mecerse la sangre—. Regresé a esta antigua morada, esperando encontrar a una vieja y querida amiga. Me golpeó la desilusión al descubrir que ella no vive más aquí, y luego esa desilusión fue transformada en nostalgia y alegría tras ver que este hogar no ha perdido su encanto y calma acogedora. Ahora creo que el destino me permitió venir aquí, a esta hora, para un propósito mayor. Y tú, Adonis Gastón, puedes ser parte de ese propósito.
—¿Qué sarta de cursilerías locas estás diciendo, demente? —preguntó Adonis empezando a sentirse incómodo, y tanto el Capitán Garfio como la madrastra de Cenicienta seguían escuchando a Vlad, cada vez más intrigados por el aura de misterio que lo rodeaban.
—Si deseas entender lo que digo, primero debes responder esta pregunta... —decía Drácula, dirigiendo su mirada serena y curiosa al hombre francés—. Adonis Gastón, ¿Tú crees en el karma?
https://youtu.be/B-ASuNCSkzs
[Planeta Wonderland. Lado Oeste del Reino de Corazones].
La situación se había calmado un poco para las torres fortificadas donde se refugiaron los campesinos del reino; los caballeros que protegían las torres al fin pudieron respirar unos minutos de calma, pero todavía no podían abandonar sus puestos ni permitir que los campesinos salieran, porque aún rondaban amenazas por las calles.
Y aunque era el deber de ellos eliminar esas amenazas, sabían muy bien que estarían caminando hacia sus muertes, porque lo que estaba pasando más allá de los refugios anti-invasiones era algo fuera del alcance de ellos; era una batalla entre una bestia y tres monstruos.
Era la pelea entre Caroline Rosenthal y aquellas tres sobrehumanas, Gal Bat Gaspar, Tessa "Valkyrie" Johnson y Brie Marvel.
La pelea se había extendido por los techos y después el interior de una casa, la cual comenzó a temblar por las paredes y los techos que eran destruidos durante el combate. Brie y Tessa peleaban en equipo contra Caroline, y a pesar de eso eran tratadas como insectos.
Brie levitaba en el aire, rodeada de ese mágico resplandor dorado, y lanzaba golpes agresivos con sus puños. Aunque su fuerza era tal que los impactos causaban estruendosas ondas de choque, atacaba con una disciplina militar tan básica que Caroline desviaba con las manos sus golpes sin el menor esfuerzo, para entonces hacer retroceder a Brie con simples bofetadas en la cara.
Tesas, aunque manejaba su espada mágica con un poco de maestría y también contaba con la ventaja de volar, Caroline desviaba los ataques de su espada con las garras y, también con simples bofetadas, mandaba a volar a Tessa como si fuera una mosca molesta, llegando a romperle un par de dientes.
En cambio Gal era diferente; ella atacaba con una disciplina que mezclaba el Pancracio de Grecia con antiguas técnicas de lucha semejantes al empleado por los sicarios Zelotes en Israel. Tenía una fuerza y velocidad natural muy por encima de un humano normal. Y además esperaba a que Caroline hiciera a un lado a Brie y Tessa para luchar uno a uno contra ella, por lo que Caroline intercambiaba algunos golpes con Gal como gesto de respeto.
El edificio no pudo resistir más y comenzó a desmoronarse, por lo que Gal, Brie y Tessa tuvieron que salir de allí cada una rompiendo una pared. Pero Brie, mientras se alejaba volando, cargó parte de su energía Maná en sus puños y, como si fueran cañones, disparó al edificio una gigantesca ráfaga dorada, la cual sería dispersada en millones de partículas por un solo zarpazo de Caroline, quien salió del edificio con un gran salto y ahora se dirigía hacia Brie como un misil.
"¡Maldición!", fue lo que pensó Brie del sobresalto que tuvo. Y antes de siquiera pensar en un contraataque, Caroline la mandó a volar al cielo con un puñetazo que le rompió los dientes y deformó la cara a Brie.
Tessa despegó rápido para apuñalar a Caroline por la espalda en pleno aire, y se llevó la sorpresa de que Caroline, aparte de romperle la espada con un codazo izquierdo invertido, también le deformó la cara con un golpe de la mano del mismo brazo.
Mientras Tessa caía en picada bastante lejos, Caroline aterrizó sobre un puente de piedra entre dos grandes torres. Allí también aterrizó por sorpresa Gal, lista para continuar su combate individual; efectuó tres rápidos golpes, que fueron bloqueados por la palma derecha de Caroline, y terminó siendo empujada unos metros atrás por un veloz rodillazo izquierdo en el estómago que la hizo escupir sangre y caer arrodillada.
—Pareces más motivada en tus golpes. ¡Cof, cof! —dijo Gal con una sarcástica y dolorosa sonrisa, una mano en su estómago y tosiendo un poco de sangre—. ¿Tiene que ver con esa poderosa voz y esos rugidos de hace un momento?
—Puede decirse que sí —respondió Caroline con una sonrisa visible en sus fauces de loba, y miró en dirección al sur con un brillo de afecto en sus ojos azules—. Se trata de mi hombre-tigre.
—¿Tu hombre-tigre...? Oh, el macho que habías mencionado —dijo Gal, comenzando a ponerse de pie con un leve temblor en sus piernas—. ¡Je! Es irónico. No creí que las bestias tuvieran ese tipo de afecto entre sus parejas.
—¿Parte de esa creencia tiene que ver con la razón por la que sirves a alguien como Qin Shi Huang? —preguntó Caroline, redirigiendo su vista curiosa hacia la greco-hebrea—. Desde que empezamos a pelear no me has parecido tan desagradable como ese par de locas. Incluso elogiaste mi forma humana al principio. ¿Por qué peleas de su lado?
—No tengo la obligación de decirte mis razones de luchar —dijo Gal frunciendo el ceño, con el mismo brillo de rencor en sus ojos—. Pero, como muestra de cortesía, te lo diré: yo, como todos y cada uno de los humanos revividos por el experimento Einherjar, fuimos traídos de vuelta a la vida por el rencor que sentimos hacia las bestias.
—Si es así, ¿Por qué tienes tanto rencor hacia las bestias? —preguntó Caroline cruzándose de brazos.
—Honestamente razones me sobrarían por todo lo que he visto. Mujeres llorando la muerte de hermanos y maridos devorados por las bestias. Hombres sufriendo porque sus hermanas y esposas guerreras fueron tomadas por las bestias. Humanos matándose entre sí por el simple miedo de que entre ellos hubiera una bestia. Familias devastadas porque un ser querido fue mordido por una bestia venenosa. Pero la verdad es que el rencor que siento viene por mi propia historia.
—Una bestia devoró a alguien importante para ti —dijo Caroline, ya adivinando eso.
—Fue un hombre-león... Y la víctima fueron mis padres —reveló Gal, intentando hacerse la indiferente y dura, aunque había un aire deprimente en su voz—. Mi padre fue un poderoso guerrero de la Tribu de Judah, que logró vencer a mi madre, una guerrera amazona de Themiscyra. Ambos eran tan fuertes... que un maldito hombre-león de sangre divina los eligió como presas dignas.
—Imagino que te vengaste y aún así no has logrado apaciguar ese rencor —dijo Caroline con los ojos entrecerrados, y esta vez hablando de una forma más comprensiva.
https://youtu.be/oNRs9C7HRTQ
—¡Je, je, je! Eso es lo peor —dijo Gal desviando la mirada al cielo y riendo con amargura—. Ni siquiera pude vengarme. Esa bestia me humilló y ni siquiera me considero digna de morir con honor. Un año después regresé a Judea buscando mi revancha. ¿Y qué crees? —Gal redirigió la vista hacia Caroline—. Descubrí que ese hombre-león ya había sido asesinado por alguien más.
De repente la voz de Gal pasó a sonar un poco más alegre, e incluso su mirada denotaba cierta nostalgia y respeto. Todo esto al empezar a hablar de esa persona, que ella consideraba una luz en esa época llena de tinieblas.
—Era un juez hebreo, más joven que yo en ese entonces, que pertenecía a la Tribu de Dan. Tenía buena musculatura y habilidades de lucha, pero nada sobrehumano ni mucho menos tan extraordinario como para vencer a una bestia. De todos modos decidí enfrentarlo a muerte por robarme mi venganza.
»Entonces lo entendí: ese juez hebreo era un avatar de la parte Geburah de Adonai. Confieso que fue aterrador y a la vez hermoso presenciarlo. Su cuerpo era bendecido por preciosas flamas divinas, su fuerza y resistencia crecían sin límites aparentes, su negro cabello se tornaba de un rojo intenso y sus ojos oscuros cambiaban a un maravilloso dorado.
"Creo que ya sé a quién se refiere... Si es quién creo que es, explicaría sus horribles experiencias con las bestias; es porque ella vivió en una época en que los reinos humanos en Grecia y Oriente Medio todavía vivían con miedo constante hacia las bestias", pensaba Caroline, sorprendida y al mismo tiempo entendiendo mejor el rencor de Gal.
—Obviamente no pude vencerlo —dijo Gal con una pequeña sonrisa, a pesar de recordar esa derrota—. Y aunque él intentó convencerme de abandonar mi venganza, que debía honrar a mis padres viviendo, no quise escucharlo... Y él no tuvo otra opción que ponerle fin a mi vida.
—No pudiste cumplir tu venganza contra ese hombre-león, y ahora quieres desquitarte con todas las bestias —dijo Caroline con más seriedad en su semblante y palabras—. Tus padres y el juez hebreo deben estar orgullosos de la forma en que desperdicias esta segunda vida.
—Alguien como tú, que pertenece a una raza que vive y muere para pelear, no tiene el derecho a juzgarme por lo que elegí... ni tampoco hablar de él —dijo Gal, y a pesar de que sus palabras estaban cargadas de rencor, un repentino dolor de cabeza le hizo llevarse una mano al rostro—. Él... no... no pude haberlo vuelto a ver... Es imposible que lo viera... luchando de nuevo.
Caroline se dio cuenta de que había algo raro en la greco-hebrea. No sabía con exactitud lo que era, pero estaba segura y presentía que algo no andaba bien con Gal. Y de hecho estaba en lo correcto.
Tener que hablar de ese juez hebreo comenzó a abrir las lagunas mentales que Gal todavía tiene tras revivir, porque no recuerda casi nada de lo que presenció después de morir. Todo lo que tenía eran breves imágenes de ese mismo juez hebreo, en su forma divina y con hermosas alas de ángel, enfrentando al divinizado Heracles en una especie de torneo.
Pero Gal no tenía idea de cuándo ni en qué circunstancia sucedieron los eventos de este recuerdo, al menos no por ahora.
https://youtu.be/sz60znmVUaM
[Lado Sur del Reino de Corazones].
La sorpresa y la incredulidad reinaba entre los ciudadanos de Albion tras escuchar las palabras del Avatar de Rudra. Incluso Brunocingetorix, Cinderella y Cinder estaban boquiabiertos por la revelación, y miraron tanto a la familia Dumont como a la pareja Wolf, buscando confirmación, y la obtuvieron con solo ver sus miradas.
Fue claro para Adán, Bella, Rosabella, Ismael y Valerie que ya sería imposible seguir manteniendo el secreto. Después de que este caos terminara se extendería la verdad por el resto de la Sociedad Sobrenatural, y no podían imaginarse qué más pasaría o qué cambios vendrían.
—Rudra... el dios de los animales, la cacería y la selva... el dios de la tormenta y la naturaleza... el dios que es la contraparte cruel y salvaje de Shiva... —murmuraba Raiden, poco a poco procesando todo y recordando lo que sabe de una entidad con ese nombre, según los registros preservados en la Sociedad Humana de Asia—. ¡¿Tú eres un dios de la India?!
Aunque no entendía que se trataba de un Avatar y no del dios como tal, sabía lo suficiente para entender que frente a él estaba la manifestación de un genuino dios. Y lo que más le dolió en el orgullo es que no pasó nada de lo que Raiden siempre imaginó que sucedería al enfrentar a un dios; aquí el que recibió una humillante paliza de principio a fin era el propio Raiden.
—Seki Tarokishi...
Dijo Gabriel, ahora con un tono tan sereno como su mirada, mientras movía la mano derecha normal al centro del pecho, en un sello manual conocido como Rudra Mudra. En respuesta al gesto, el círculo de lava perdió luz al enfriarse de manera instantánea.
—A partir de ahora habrá un pequeño cambio en las reglas —prosiguió Gabriel, bajando el brazo y empezando a apretar y mover las manos de sus cuatro brazos de Prana, como pequeña prueba de movilidad—. Ahora el terreno de combate será todo este reino, hasta donde lleguen las nubes grises.
Raiden retrocedió otro par de pasos, temblando de pies a cabeza con puro terror instintivo. Su brazo izquierdo volvió a regenerarse, por lo que se posicionó de cuclillas como lo hacen los luchadores de sumo.
No parpadeó, no apartó la vista ni bajó la guardia, y aun así no fue capaz de ver en qué momento Gabriel se movió, porque en un abrir y cerrar de ojos el baghatma estaba ahora parado un metro frente a Raiden. Y antes de que siquiera el rikishi moviera un músculo, una cadena de estruendos hicieron eco en el aire, acompañados de poderosas ondas expansivas. Luego Raiden se tambaleó hacia atrás y cayó al suelo, en un estado de confusión y sorpresa, con más de veinte quemaduras en forma de puño por casi toda la parte frontal de su cuerpo.
—Disculpa. Quise probar mi nueva velocidad —dijo Gabriel sin aire burlesco, aunque estaba claro que hablaba con esa intención—. Me moveré un poco más lento para que veas mis golpes.
—Maldito... ¡Cof, cof! —murmuró Raiden, tosiendo sangre y levantándose lo más rápido que pudo.
Esta vez se preparó mentalmente, y a pesar de que logró ver algunos de los cientos de puños flameantes que empezaron a llover frente a él, no podía reaccionar para contraatacar; estaba siendo masacrado sin piedad como un saco de boxeo. Así que agrandó los músculos de sus antebrazos para cubrirse como un muro de carne; era una técnica especial que él llamaba Miyama.
Pero solo consiguió que Gabriel decidiera moverse alrededor de él para golpear su espalda y otras partes vulnerables de su cuerpo, dándole la sensación a Raiden de que estaba siendo golpeado por más de cuarenta personas a la vez.
—¿En serio creías que yo me quedaría golpeando tu defensa como un idiota? —dijo Gabriel en medio de su brutal lluvia de golpes.
Consumido por la frustración, Raiden retrocedió con un gran salto y, sin esperar a que las quemaduras de su cuerpo terminaran de sanar, trasladó toda la fuerza muscular de su cuerpo a sus piernas, para después impulsarse con una voltereta frontal y atacar con sus pies. Era una técnica especial que él llamaba Shishimai.
Gabriel se cruzó de brazos con los normales de forma despreocupada, levantó las manos de los brazos terciarios, y detuvo el ataque de Raiden sin problemas atrapando sus pies, aunque el suelo bajo las patas del baghatma se extendieron grietas por varios metros. Entonces, en un acto de pura crueldad, Gabriel separó las piernas de Raiden con tal fuerza que le desgarró la pelvis casi a la mitad.
El rikishi cayó al suelo gritando y retorciéndose de dolor con las manos en su parte íntima. Pero luego apretó los dientes hasta casi romperlos y aguantó ese indescriptible dolor para ponerse de pie, mientras sus heridas volvían a sanar rápido.
"No puedo creer que un dios indio me esté dando esta paliza tan humillante. Nunca imaginé que esta horrible pesadilla se haría realidad", pensaba Raiden, comenzando a sentir auténtica desesperación, mezclada con la desagradable sensación de impotencia.
Su furia sobrepasó sus crecientes sentimientos de inferioridad, despejando gran parte del dolor e impulsándolo a enfrentar otra vez al baghatma. De nuevo fue recibido con otra despiadada lluvia de golpes que, más que balas de cañón, parecían meteoritos. Entonces su vista comenzó a acostumbrarse a la velocidad de esos golpes, y finalmente pudo reaccionar para atrapar con ambas manos el antebrazo izquierdo normal de Gabriel.
Las flamas quemaron las manos de Raiden, pero su Volund regeneraba las manos tan rápido como ese fuego las incineraba. Luego utilizó una técnica especial que él llamaba Midare Botan. Consistía en concentrar toda la fuerza muscular de su cuerpo en sus manos para hacer presión y aplastar el brazo del oponente.
Lástima que en esta ocasión, con espantosa sorpresa, Raiden se sintió igual a un niño pequeño y débil intentando aplastar con las manos el poderoso brazo de un boxeador de peso pesado; uno que estaba ardiendo como la misma lava.
—Supongo que querías hacer esto —dijo Gabriel, sujetando el antebrazo izquierdo de Raiden con las manos secundarias, y le aplastó el antebrazo con la misma facilidad con la que se rompe una galleta.
—¡Huaghhhhhh! ¡Quítame tus sucias manos de encima, asquerosa bestia! —gritaba Raiden de horrible agonía, desesperación y furia, intentando liberarse del bestial agarre del baghatma.
—No —respondió Gabriel con indiferencia y estrujando con dolorosa lentitud el pulverizado antebrazo de Raiden, al grado de hacerle crujir los huesos como ramas partiéndose.
El dolor y la desesperación de Raiden sobrepasaron sus límites mentales, sacando de su interior una fuerza misteriosa que él desconocía, y le permitió hacer retroceder a Gabriel unos cuantos metros con una patada en el estómago —sorprendiendo un poco al baghatma—. Entonces el rikishi observó horrorizado su mano izquierda colgando de los restos destrozados de su antebrazo.
—Se acabó. Acéptalo, Seki Tarokishi —dijo Gabriel con una mirada severa y cruzándose de brazos con los normales—. Como rikishi has deshonrado el sumo que amas, y tu orgullo como peleador humano de Japón está hecho pedazos. Todo porque apareció un dios de la India que demostró estar muy por encima de tu nivel, y lo peor es que se trata también de un hombre-bestia.
Esas palabras, llenas de cruel honestidad, fueron el golpe final que destrozó al rikishi.
—¡¡Maldición!! —gritó Raiden al cielo con pura ira, frustración y, por primera vez, impotencia—. ¡No, no, nooo! ¡Esto no puede estar pasándome! ¡¡Maldita tierra, malditos dioses de la India, maldito Rudra, malditos!!
Los gritos y maldiciones de Raiden apartaron los copos de nieve como ondas de choque, cuya fuerza estremecía el suelo como un terremoto. En este punto Gabriel ya no sentía ganas de pelear por la lástima que le daba ver al rikishi así.
Raiden se desplomó de rodillas tras liberar toda su frustración e impotencia con esos gritos. Estaba al borde de colapsar y, a regañadientes, aceptar la obvia derrota. Pero antes de eso, en este momento de desesperación, una vez más descendió un velo de oscuridad en el lugar.
https://youtu.be/_iF7lkXKHlA
"Esta sensación..." pensó Gabriel frunciendo el ceño, dándose cuenta de esa antinatural oscuridad, que ahora parecía concentrarse en donde estaba Raiden. Y dentro de ese velo la temperatura disminuyó tanto que las plantas se congelaron casi de inmediato, siendo las plantas cerca de Gabriel las únicas que se mantenían cálidas.
—Hijo mío...
Una voz femenina y muy familiar hizo que Raiden levantase la cabeza, atónito e incrédulo, para entonces paralizarse de la sorpresa al ver una figura familiar de pie frente a él. Raiden no podía creer que allí estaba su madre, Ken Seki.
Se veía igual a como la recordaba Raiden cuando éste último era adolescente. La diferencia era que esta imagen de Ken Seki tenía los iris de un inquietante color azul con pupilas deformadas, y sus labios estaban manchados con un labial rojo que parecía sangre. Pero Raiden se encontraba tan aturdido por volver a verla que no prestó atención a esos detalles.
—Madre... ¿Cómo es posible que...? —decía Raiden, comenzando a dudar de lo que veía. Y esas dudas fueron despejadas en el instante que sintió en su rostro las frías y delicadas manos de ella.
—Buda me permitió verte, para decirte en su nombre que no te rindas —susurraba Ken, acariciando el rostro de Raiden de una forma que no era maternal, sino seductora—. Tus compañeros, antiguos rivales, toda la aldea, tu padre y yo, te animamos junto a Buda para que sigas luchando contra los dioses por la humanidad.
—Pero... ya lo di todo y nada funciona —decía Raiden con frustración y tan desmotivado que ni siquiera había puesto a regenerar su brazo izquierdo.
—Descuida, hijo mío. Buda me concedió un regalo para ti —dijo Ken, acercando su rostro un poco más al del rikishi—. Te daré todo el conocimiento que necesitas para dominar la fuerza del cuerpo, el espíritu y la mente... Para ser un semidios.
En un desagradable acto, Ken Seki beso a Raiden en la boca con una enfermiza pasión, y éste último lo correspondió como si fuera algo normal. A través de ese desagradable beso, Seki le fue transmitiendo a Raiden niebla negra dentro de la boca, y los ojos del rikishi emitieron una secuencia de brillos color turquesa, azul y morado en ese orden.
Gabriel observaba todo con desconcierto y asco, pues él podía ver que esa cosa no era la madre de Raiden, sino algo siniestro y horrible tomando la forma de aquella mujer japonesa. Luego se le revolvió el estómago cuando escuchó de nuevo esa familiar voz cerca de su oído.
—Hermanito querido, aún desconoces este poder que acabas de despertar. Mejor aprende a manejarlo con el juguete que acabo de hacer para ti. ¡Ja, je, je!
La voz de su hermana de sangre, Nisha, susurrándole al oído de forma coqueta y humorística lo asqueó tanto que casi perdió el cien por ciento de su paz mental. No hacía falta decir que se trataba otra vez de esa entidad demoníaca multifacética. Entidad que volvió a desaparecer de forma repentina junto con la oscuridad, el frío y la inquietante aparición.
—Gracias, Buda y mamá... —dijo Raiden, poniéndose de pie con una gran sonrisa de motivación renovada y ego más inflado que antes—. Ahora sé lo que tengo que hacer para alcanzar los cielos.
—¿Y qué vas a hacer? ¿Comprimir tus músculos o una estupidez parecida? —dijo Gabriel con sarcasmo, manteniendo su seriedad y calma.
—No... Voy a hacer algo mucho mejor: voy a "liberar" el poder latente en mí, como lo hiciste tú —dijo Raiden de nuevo sonriendo con diversión depravada, antes de llevarse la mano derecha al pecho, perforándose la piel con sus propios dedos hasta casi alcanzar su corazón—. Honestamente no sé lo que va a suceder. Pero eso lo hace más emocionante —agregó Raiden con una sonrisa, aunque escupió un poco de sangre.
https://youtu.be/eF52Y99nacY
Acto seguido, a través de su brazo derecho, comenzó a liberar poderosas descargas eléctricas moradas que él transfirió directo a su corazón, como si estuviera recargando una batería. Gabriel pudo ver que la mujer nórdica, Thrud, estaba sufriendo por eso; Raiden transfería a su propio cuerpo, mente y alma la fuerza vital, magia y energía espiritual de Thrud, ocasionando la liberación de un nuevo y desconocido poder en Raiden, acompañado de otro cambio.
Kongorikishi 01%, 02%, 03%, 04%, 05%, 10%, 15%, 20%, 30%, 40%.
Los ojos de Raiden comenzaron a desprender una intensa luz azul de contornos negros, que resultaba ser Kenoplasma. Su cabello empezó a crecer y su piel se tornaba más pálida, conforme una nebulosa rosa lo envolvía y partículas moradas emergían de su cuerpo.
Entonces Raiden se retiró los dedos del pecho y fue como si detonase una bomba, porque toda esa acumulación de Kenoplasma, Maná y Chi se liberó de golpe, elevándose al cielo como una columna de flamas azules y negras, mezcladas con los rayos violetas que caían de manera caótica en el área.
Kongorikishi 50%, 60%, 70%, 80%, 90%, 95%, 96%, 97%, 98%, 99%.
Gabriel se alejó unos cuantos metros con un salto y observó atento lo que sucedía. Los caballeros y hechiceros de Albion, por más valientes que eran, no pudieron evitar sentir temor. Muchos niños entre los civiles se aferraron a sus padres con miedo; Rosabella también hizo lo mismo.
Tras unos angustiantes segundos la columna llameante se disipó, dejando atrás un cráter con un escenario casi apocalíptico de roca fundida y flamas azules, con algunos rayos púrpuras todavía cayendo por la zona. Y de las profundidades de ese cráter comenzó a emerger una gran figura, caminando entre las flamas y los rayos como un Rakshasa saliendo del mismo Naraka.
—Ra... ¿Raiden? —dijo Gabriel, mostrando un atisbo de sorpresa en sus ojos, mientras que todas las demás personas detrás de él miraban con desconcierto, confusión y espanto lo que era ahora el famoso rikishi.
—¡Rudra! ¡He superado la tierra y alcance el territorio de los cielos! ¡¡Ahora sigamos luchando hasta convertirnos en cenizas!!
Declaró Raiden con voz estruendosa y enorme sonrisa, con la luz de los relámpagos púrpuras y el fuego azul mostrando su imponente transformación.
Ahora medía la misma altura que la forma hombre-tigre de Gabriel (2, 14 metros). Tenía la piel blanca y una mayor masa muscular. Su cabello creció hasta abarcar toda su espalda y llegar a su cintura, con dos porciones cayendo a ambos lados de su rostro, luciendo como una melena espinosa de color blanco que se mantenía casi estática. Las marcas en su cuerpo se oscurecieron y tomaron formas más suaves, aunque por momentos irradiaban descargas eléctricas moradas.
Alrededor de sus ojos tenía las mismas marcas, como una aterradora máscara tribal, y sus labios se tornaron también de color morado oscuro. En sus ojos perdió la pupila y los iris para tener solo una eléctrica luz violeta. Su poca ropa fue reemplazada por un pantalón holgado negro con bordes blancos, sujetado con cuerdas gruesas. En su espalda llevaba bastones largos y rojos, similares a los usados por los músicos japoneses tradicionales al tocar tambores, y justo en su cintura colgaban un par de tambores taiko con el símbolo tomoe.
Kongorikishi 100%. Forma Final: Raijin.
https://youtu.be/Qp1t6cKEmpI
—¡¿Pero qué fue lo que le pasó a ese monstruo?! —pensó Adán en voz alta, no pudiendo comprender lo sucedido, ya que tanto él como los demás, a excepción del gato Kumal, no lograron ver casi nada de lo que ocurrió cuando aquella oscuridad antinatural rodeó a Raiden.
—¡Je! Es simple —dijo Brunocingetorix con molestia para ocultar su preocupación—. Se quedó sin ganas de que le sigan reventando la madre, recordó su pasado o escuchó una introducción musical en su mente, y luego despertó un aumento de poder que tenía guardado en el trasero. En lo personal creo que es obra de los dioses hinduistas, porque el rikishi estaba pareciendo tan patético y débil en esta pelea que luego Japón demandara al chico-tigre.
—Es... interesante tu teoría. Pero concuerdo en que es muy extraño —dijo Ismael con evidente preocupación—. De repente su poder se ha disparado en varios niveles. Y esa forma... se parece a Raijin, el Dios Japonés del Rayo. Es como si ahora fuera un semidiós.
—Yo diría que es más como un demonio —dijo Adán con exasperación y pasándose una mano por el cabello—. Dios mío. ¿En qué momento todo esto pasó de cuentos de hadas al jodido Viaje al Oeste?
"Hermano... por favor ten cuidado", pensaba Rosabella, aún más preocupada tras escuchar lo que decían los adultos. Y por eso juntó las manos para empezar a rezarle a Taranis, Perun, Yahweh, Shiva e incluso al mismo Rudra.
Cinder también hizo lo mismo que Rosabella, y después siguieron su ejemplo Bella y Cinderella, más que todo por la creencia de que eso fortalecerá a Rudra y a su vez a Gabriel, aunque en realidad las oraciones no afectan en nada al poder de los inmortales.
—Confieso que ahora luces mucho mejor —dijo Gabriel volviendo a su semblante indiferente—. Esa apariencia resalta el horrible diablo que escondía tu idealizada máscara de personaje humano perfecto.
—Que gracioso. Mira cómo me río —dijo Raiden con su enorme y perversa sonrisa, deteniéndose a un metro delante de Gabriel sin apartar la vista de sus ojos—. Pero me parece bien. Si la humanidad no puede ganarle a un dios, tendrá que hacerlo el diablo.
—Deja de hablar de "humanidad", hipócrita —dijo Gabriel con un tono más severo—. Una basura como tú no merece pertenecer a la misma raza que dio luz a verdaderos héroes y heroínas, cuyos pies tú no serías tan siquiera digno de limpiar con tu lengua.
La enorme sonrisa de Raiden pasó a ser una horrible mueca de ira y desagrado. Entonces, con lentitud, tomó los bastones en su espalda como si fueran espadas. El par de tambores en su cintura empezaron a flotar hasta ponerse detrás de él, y procedieron a multiplicarse en resplandores eléctricos, formando un círculo de seis tambores flotantes.
—Antes dijiste que ahora el terreno de combate sería todo este reino, hasta donde lleguen las nubes grises —dijo Raiden, frotando los bastones de manera lenta y amenazante, generando chispas eléctricas con la fricción—. Por un momento me pareció injusto, pero ahora lo encuentro bastante bien. Así habrá suficiente espacio, y además en cualquier terreno donde luchemos, sea en la tierra o en el cielo, si logró derribarte o por lo menos doblegarte será una victoria más en mi lista.
—Sean las reglas de tu sumo o las reglas de mi selva, ahora no me importa realmente —dijo Gabriel frunciendo el ceño y emitiendo un amenazante gruñido—. Pero si deseas continuar así, entonces seguiré enumerando tus derrotas, que por cierto, van a doscientos y cuatro.
Raiden gruño con odio puro, mientras los relámpagos morados en su cuerpo parecían intensificarse de forma aterradora y agresiva, contrastando con las armoniosas y hermosas flamas carmesí de Gabriel.
Cualquiera que mirase la escena pensaría que allí mismo estaban parados frente a frente dos dioses a punto de pelear.
Próximo capítulo: Batalla de los Dioses.
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