Capítulo LXXI: Noche de Bellas y Bestias (II)
"Pero al ver la Reina lo hermosa que era, sintió rencor y odio, y la habría transformado en cisne, como a sus hermanos...".
—Los Cisnes Salvajes de Christian Andersen.
https://youtu.be/ePvO4DMWMD8
[Guarida del Clan Nightfall Angels: Habitación de Rafael]
Rafael había permanecido en silencio, inspeccionando el cuerpo de la joven risos de oro, porque empezaba a notar algo raro; no se consideraba un experto en biología humana, pero tras ver a incontables humanos de todas las edades desde que llego a la civilización, tenía la impresión de que Elsa aparentaba más edad de la que en realidad tenía.
La cintura de Elsa era bastante delgada, pero empezaba a lucir tonificada; sus pechos se habían desarrollado tanto, que ahora tenían un tamaño "modesto", el cual los hacía lucir grandes por su estatura y talla de cintura. Sus muslos habían ganado el suficiente grosor, como para tener una apariencia curvilínea, además de tener un trasero firme. Y aunque no había ganado mucha altura, si era notable que creció algunos centímetros.
Elsa parecía una humana recién entrando a los "18" años, lo cual era bastante raro, ya que hace un mes ella seguía pareciendo una joven de apenas 16 años. Se sabe que hay casos en los que un adolescente humano, al entrar en la pubertad, puede pasar por grandes cambios físicos. Y Elsa, al ser una humana, ya entró en la pubertad hace ya bastante tiempo. Pero era antinatural que pasara por semejantes cambios en tan solo un mes.
—Elsa... Para con esto —dijo Rafael cambiando su semblante por uno serio.
—¿Qué cosa? —pregunto Elsa aparentando inocencia, mientras acostaba los pechos encima del musculoso pecho del arthdruwid, le acariciaba los bíceps de ambos brazos, y acercaba el rostro al de él.
—Podre ser infantil, pero no soy estúpido. Sé que tratas de despertar mi instinto reproductivo... para hacerme sentir atraído por ti, como lo estás tú hacia mí —dijo Rafael con seriedad—. Es muy evidente por tu olor, y también por el hecho de que siempre querías que durmiéramos así.
—¿Desde hace cuánto lo sabes? —pregunto Elsa cambiando su expresión por una preocupada y nerviosa.
—Desde hace medio mes. No creas que seguiré siendo ignorante de muchas cosas humanas, ahora que he estado visitando, y visitare, muchas civilizaciones humanas. Claro que no.
—Y entonces ¿qué? —decía Elsa desviando la mirada, y empezando a molestarse—. Me dirás que esto no es correcto, me regañaras por haberme aprovechado de tu inocencia, o...
—¿O mejor hablamos de una vez sobre nuestra "amistad", con calma, como personas maduras? —le interrumpió Rafael, tocándole la boca con el dedo índice derecho, para luego apartar la mano al terminar de explicarse.
—Je. "Como personas maduras". Eso va más para ti, Rafael, porque te has vuelto bastante maduro en tan solo unos meses —dijo Elsa con una sonrisa irónica, dirigiendo la mirada al rostro del joven-oso.
—Estas exagerando.
—No es exageración. En serio te has vuelto muy maduro, comparado con los chicos humanos de tu edad. Hasta pareces el "hermano mayor" de tu clan. Incluso, pese a que en el grupo de la amiga de la infancia de Miguel hay una británica, no actuaste con hostilidad ni pareciste molesto con su presencia.
—A diferencia de muchos, yo no veo lógico culpar a alguien por los pecados de los suyos; si lo hiciera, estaría siendo prejuicioso, lo cual me haría parecer igual a la gente que tanto detesto. Y por respeto a mi pueblo y a mis ancestros, no seré prejuicioso como los malditos que tanto daño les causaron.
—¿Ves? Es un claro ejemplo de lo maduro que eres. Cualquiera que descubriera que de pronto su pueblo ha sufrido, y sigue sufriendo, por culpa de otro pueblo en específico, lo común es que desarrolle un odio tan profundo a ese pueblo, que sienta odio injustificado hacia cada uno de sus habitantes, aunque no los conozca.
—¿Igual que el odio que sientes hacia tu propia civilización? —comento Rafael cruzándose de brazos, mientras que Elsa solo desvió la mirada y frunció el ceño—. Elsa ya ha pasado mucho tiempo desde esa tragedia. Entiendo tu odio y miedo hacia tu propia civilización. Pero también deberías empezar a madurar, superando eso.
—¿Quieres que me aleje de ti? ¿Es eso? —preguntaba Elsa volviendo a mirarlo, ahora con una expresión triste.
—Por favor no actúes como una cachorra. Lo que trato de decirte es que no quiero que desperdicies tu vida siguiéndome siempre.
—Pero he estado hablando con Rosabella y Caroline, y ahora con Raven y las otras chicas. Estoy socializando y teniendo más amigas. ¿No es eso lo que querías?
—No hablo solo de que tengas muchas amigas con las que socializar y ser feliz. Hablo de que empieces a vivir tu infancia por tu propia cuenta, sin depender todo el tiempo de mí. Quiero que veas el mundo, conozcas más buenas personas que sean tus amigos, estudies lo que te apasione y aprendas a vivir por ti misma en tu civilización, trabajando en lo que más te gusta. Quiero que seas una mujer fuerte, madura e independiente, capaz de valerte y ser feliz por ti misma.
—Por favor Rafael, no actúes como si fueses mi padre... —dijo Elsa con un tono disgustado, mientras volvía a desviar la mirada con el ceño fruncido.
—Te estoy hablando como si fuera tu "hermano mayor". Ya que el deber de un hermano mayor es proteger a los hermanos menores, guiarlos cuando no están los padres y darles un ejemplo de madurez. Es lo que aprendí al pasar el tiempo con Gabriel y Miguel. Y también es lo que aprendí del maestro Ferben y de los demás miembros de mi tribu en la Sede Nórdica de San Bestia. Jamás podré reemplazar el lugar de tus padres, y por eso, todo lo que puedo hacer, es ser el "hermano mayor" que jamás tuviste.
—¡Pero no quiero que seas mi "hermano mayor"! ¡No quiero que me veas como una "amiga" o una "hermanita"! —exclamaba Elsa volviendo a ver al joven-oso directo a los ojos, ahora con notable frustración—. ¡Rafael quiero que me veas como mujer! ¡Quiero ser tu compañera de por vida, amante, esposa y madre de tus hijos!
—Otra vez estás siendo inmadura... —dijo Rafael acostando la cabeza y mirando el techo, sintiéndose cansado de la discusión que estaba teniendo con Elsa.
https://youtu.be/u_78h2iNXr8
Era como la típica discusión entre un joven de mente madura y un adolescente infantil. Y no es que Elsa fuese tan inmadura como una niña pequeña; Rafael sabía bien que Elsa era más madura de lo que tienden a ser las adolescentes humanas de su edad. Pero del mismo modo en que Rafael suele tener sus momentos infantiles, muy común de las bestias jóvenes, Elsa también suele tener sus propios momentos de inmadurez en determinados temas, muy común de un adolescente humano.
Y por desgracia, la inmadurez de Elsa recaía en temas en los que Rafael ya tenía una perspectiva madura. Era como la frase que una vez le dijo el maestro Ferben: "el amor humano puede atontar mucho, en especial a humanos inmaduros e inexpertos".
En este preciso momento, Rafael empezó a hacer una retrospectiva de su vida con Elsa; las noches en las que tenía que acompañarla cuando tenía pesadillas, las veces en las que tuvo que llevarla consigo a sus cacerías para no dejarla sola, y también las veces en las que empezó a enseñarla a valerse por sí misma en el bosque.
Cuando la enseño a cómo pescar en un lago, cómo cocinar un pescado en la chimenea, cómo defenderse con los guantes, e incluso qué hacer cuando estaba frente a un depredador, como un lobo o un oso común y corriente. Al mismo tiempo, ella le enseñó a mejorar en sus estudios sobre idiomas, aspectos típicos de la civilización y a cómo socializar con otras personas.
Y ahora con el mes que pasaron entrenando juntos en la Sede Nórdica de San Bestia, tenían más recuerdos atesorados, como su primer día de entrenamiento.
Ambos estaban en una de las salas de entrenamiento, la cual estaba despejada y no había nada más que bancos en los bordes donde sentarse, lámparas mágicas que daban un excelente brillo blanquecino, y varias estatuas de piedra para entrenar. Mientras Rafael llevaba solo un pantalón verde deportivo, Elsa llevaba su ajustada ropa de ejercicios. El joven-oso estaba ayudando a la joven humana a hacer sparring, usando las manos sin ningún tipo de protección, al contrario de Elsa quien llevaba los guantes Fuerza de Grendel.
—Toma aire, retenlo y concéntrate en dar cuántos golpes puedas —decía Rafael con seriedad, mientras bloqueaba con las palmas los puñetazos directos de Elsa—. Cada movimiento que haces consume el aire que inhalas. Y cada vez que respiras, eres vulnerable a un contraataque. Así que debes mejorar cuantos golpes puedes dar con cada respiro, ponerte en guardia tan pronto como necesites respirar, y aprender cómo maniobrar cuando tengas que recuperar el aliento.
—Es fácil decirlo, cuanto los pulmones de tu verdadera forma son más grandes que los de un humano adulto promedio —comento Elsa con sarcasmo, sin dejar de lanzar golpes directos.
—Oye cuando vivía en el bosque, acostumbraba a nadar para pescar, correr para cazar y usar el olfato para distinguir aromas. Esos tipos de acciones ejercitan los pulmones. En cambio tú muy rara vez has salido de casa para ejercitarte, en mayor parte porque tu cuerpo humano no resiste tanto frío como lo hace mi cuerpo de bestia oso.
—Una razón más para solicitar el permiso de unirme a la tribu nórdica o celta de las bestias oso.
—Dudo mucho que te acepten.
—¿Por qué lo dices?
—No lo tomes a mal. Es que mi especie no tiene saliva venenosa como las bestias lobo o las bestias leopardo, por lo que tenemos otro tipo de metamorfosis. Y es demasiado doloroso. No creo que tengas la fuerza suficiente para resistir ese proceso de transformación.
Al principio Elsa frunció el ceño con molestia. Pero luego esbozo una sonrisa desafiante, mientras concentraba una radiante energía celeste en el guante derecho, llegando a manifestarse las Runas mágicas, cuyo significado era el propio nombre de los guanteletes. Y entonces, al ejecutar un gancho derecho, provocó un estallido luminoso cuando su puño impactó en el rostro del joven-oso, enviando a éste último a casi seis pasos lejos.
—A mí me parece que soy lo bastante fuerte —dijo Elsa con una sonrisa juguetona, mientras acercaba la mano derecha al rostro, y con un soplido desvanece el humo que emanaba de su guante.
—Si, eres fuerte. Pero no lo suficiente —contestó Rafael con una sonrisa, orgulloso de la fuerza de la joven humana, y ladeando la cabeza a los lados, mostrando que no tenía ni un rasguño visible—. Ese golpe no bastó para derribarme, o al menos aturdirme.
—Te habría hecho atravesar la pared, si no te hubieras hecho tan fuerte luego de esa pelea contra el señor Ezequiel. Yo no evolucionó ni me desarrollo tan rápido como ustedes las bestias.
—Esa es la cuestión, Elsa; si no demuestras talento para pelear y sobrevivir, no podrás resistir el Ritual de Metamorfosis de mi tribu. Además, tus padres o abuelos no eran peleadores, ni tampoco tuviste una infancia llena de conflictos como Gabriel. Eres una chica de una gran familia de clase social alta, que debería de haberse dedicado a algo fuera del combate físico.
—Ya lo sé, ya lo sé. Sin embargo, no pienso rendirme; seguiré preparándome para ser una peleadora profesional. Tal vez mis padres, abuelos y bisabuelos no eran luchadores. Pero mis antepasados sí; y entre ellos estaban las escuderas y las Valquirias. Ese es mi objetivo: ser una guerrera como mis ancestros. Pero en vez de armas, luchare mano a mano, como una boxeadora profesional de la Sociedad Humana moderna.
—Eso lo sé. Y por eso te seguiré ayudando a entrenar —dijo Rafael, para luego volver a levantar ambas manos con el fin de continuar con el sparring—. No importa que tan difícil sea para ti, o si no estás hecha para pelear. Te ayudaré a ser más fuerte; sino la más fuerte de toda tu raza, si serás una de las más fuertes.
—Me conformo con ser una de las más fuertes —dijo Elsa, con una sonrisa que denotaba una motivación creciente—. No me interesa ser la más fuerte o la mejor en todo, sino en ser lo bastante fuerte como para luchar a tu lado y protegerte, tal como me has protegido a mí.
Dicho eso, ella corrió hacia Rafael, y reanudo el entrenamiento golpeando las palmas de las manos de él, esta vez con tanta fuerza que liberaban pequeñas ondas de choque. Pero no era algo de lo que Rafael no pudiera soportar; es más, estaba divirtiéndose como un niño que juega en el parque.
Los dos continuaron entrenando, hasta que su tiempo de usar la habitación para sí solos finalizó, y tuvieron que retirarse para cederle la habitación a otros aprendices de la sede. Luego fueron al baño de su habitación personal para limpiarse todo el sudor. Pero no se turnaron para bañarse; entraron juntos.
El baño era pequeño, ya que solo contaba con lo básico de un baño modernizado del Domhan-Eile; una tina con una regadera, un lavamanos con un espejo, y la versión medieval de un retrete con tuberías incluida. Rafael y Elsa estaban juntos dentro de la tina llena de agua. El joven-oso estaba acostado en el borde de la tina, lavando el cabello dorado de la joven humana, estando ésta acostada de espalda en el pecho de él. Cerca de la tina estaba una banca con un jabón y una pequeña cubeta.
—Es increíble lo mucho que han avanzado los inventos en las sociedades del Domhan-Eile —dijo Elsa, no dejando de impresionarse con la cantidad de inventos que había en la Sociedad Sobrenatural.
—Cuando las especies humanas primitivas apenas aprendían a frotar dos ramas para crear fuego, en otros mundos ya habían civilizaciones con lámparas de aceite, máquinas de transporte y artículos domésticos —explicaba Rafael, mientras lavaba el cabello dorado de Elsa con las manos enjabonadas—. Así que, cuando los reinos de los elfos y los pueblos enanos compartieron sus conocimientos con los habitantes del Domhan-Eile, es obvio que la Sociedad Sobrenatural se adelantaría siglos de avance en diferentes ámbitos, a comparación de la Sociedad Humana.
—Y supongo que algunas invenciones si eran tomadas como "magia" por los antiguos humanos. ¿Verdad?
—De hecho sí. Por ejemplo los Barcos Voladores; los humanos del pasado pensaban que era cosa de magia, cuando en realidad eran máquinas con ingeniería avanzada, que podían desplazarse por el aire y el espacio.
—Ya veo. En ese caso, tal vez sea mejor vivir en el Alfheim o en el Domhan-Eile.
—Yo recomendaría el Domhan-Eile. Debido a que el reino humano del Alfheim sigue pasando por un proceso de restauración cultural, tras la Revolución de Fuego y Hielo, todavía no es un buen lugar para mudarse. Además los humanos de allí dejaron de ser parte de la especie homo sapiens, a causa del ecosistema tóxico donde se han establecido. Por lo que no te sentirás cómoda viviendo entre ellos. Y el Reino de los Elfos tampoco es un buen lugar para ti, más siendo de ascendencia nórdica.
—¿Todavía les tienen rencor a los humanos vikingos por lo que les hicieron en el pasado?
—Bastante. Los elfos son pacifistas y respetan la vida. Pero el problema con ellos es que, al ser una raza bastante longeva, tienen una noción del tiempo muy diferente; para ellos algo que pasó hace siglos, es como si hubiese sucedido hace solo unos días. Por lo que tienden a ser muy rencorosos con quienes les hacen daño.
—No los culpo; de hecho, los entiendo bien... Entonces, ¿Dónde podríamos vivir, si nos mudamos al Domhan-Eile?
—Después de que los malditos británicos comenzaran a oprimir y esclavizar a mi gente, varios grupos humanos irlandeses, para sobrevivir y escapar de la esclavitud, tuvieron que refugiarse en un continente grande del Domhan-Eile. También hay tribus de bestias celtas, que decidieron refugiarse en los bosques cercanos a los pueblos de los gnomos, ogros y humanos refugiados.
»Así que podríamos mudarnos cerca de cualquiera de esos pueblos. El problema es que los humanos irlandeses refugiados tienen una civilización bastante medieval, ya que tuvieron que empezar de cero, de manera que todavía no se han adaptado a la tecnología y ciencia de las otras civilizaciones del Domhan-Eile.
—¿Pero cuántas civilizaciones hay en ese mundo?
—No sé decirte todavía. Hasta donde sé ese mundo, aunque es bastante similar al nuestro, su tamaño es dos veces mayor, por lo que algunos de sus continentes son el doble de grandes que el continente europeo y el asiático. Así que puede albergar casi el doble de civilizaciones que hay en nuestro mundo.
—Ya entiendo. ¡Eso es fantástico! Así habrá más tipos de tierras, de las que seguro uno será el mejor lugar para que puedas vivir tranquilo. Ya que no necesito vivir en alguna civilización humana, porque a donde tú vayas será un maravilloso hogar para mí.
https://youtu.be/h6fgBLuON0s
Rafael guardó silencio por un momento, mientras tomaba la cubeta cerca de la tina, y la usaba para bañar a Elsa, con el fin de quitarle el jabón de encima. Luego procedió con envolver el torso de Elsa con ambos brazos de forma cariñosa, para después poner la barbilla encima de la cabeza de ella.
A pesar de que era una simple acción cariñosa, sin ninguna intención de ser erótica, la joven de rizos dorados empezó a excitarse con semejante contacto físico, al grado de tener un ligero temblor en el cuerpo y un fuerte rubor en sus mejillas. Incluso susurro un pequeño gemido bastante tierno.
—¿Todavía sigues decidida a nunca despegarte de mí? —pregunto Rafael cambiando su expresión por una seria, aunque su tono no denotaba tanta seriedad.
—Por supuesto —contesto Elsa, sonriendo con ternura, sujetando los brazos de Rafael y apoyando la cabeza en el pecho de él—. Es gracias a ti que sigo aquí, y puedo ser fuerte como mis ancestros. Además, a mi madre le hubiera encantado que tú y tu padre fuesen parte de nuestra familia. Darles un hogar y una familia más grande, para que ya no estén solos nunca más, sería lo menos que podríamos darles para agradecerles lo que han hecho por nosotras.
—En realidad tú ya hiciste más que suficiente, para pagar nuestra gratitud —respondió Rafael con una pequeña sonrisa—. Es gracias a ti que salí de la cabaña, he conocido a más de mi gente y raza, y también he estado aprendiendo a vivir, como hubiesen querido mis padres. Me liberaste de una amarga soledad, y me enseñaste a vivir. Por eso, estaré en deuda contigo por el resto de mi vida.
—En ese caso, ya somos dos, Rafael.
Dicho eso, ambos se quedaron así, abrazándose el uno al otro con cariño por un rato más, demostrando cuanto se querían el uno al otro con pureza e inocencia.
Los dos eran como dos almas unidas por el destino, para tener el final feliz que no pudieron completar sus padres. Además, en un sentido poético, mientras el joven-oso la enseñaba a cómo sobrevivir, la pequeña humana le enseñaba a cómo vivir. Y a pesar de que Rafael no sentía atracción por ella en todo ese tiempo, no podía negar que la quería.
Pero ahora en la actualidad, tras ver la acelerada maduración del cuerpo de Elsa, sumado a la actitud desafiante e insistente que estaba mostrando ahora, hizo que por primera vez Rafael empezara a sentir algo nuevo hacia Elsa: era una sensación electrizante, igual a la que suele sentir antes de iniciar un combate.
Ese sentimiento comenzó a empeorar, cuando Elsa empezó a deslizar la entrepierna por la pelvis de él, hasta que la parte íntima de ambos acabó rozándose.
—No puedes decir que no quieres esto, porque no hace falta un super oído para escuchar lo rápido que palpita tu corazón —decía Elsa con una tierna sonrisa, mientras movía las caderas de forma ansiosa—. Si el problema es que sigo siendo humana, entonces existen miles de formas para dejar de serlo. O si te preocupa tener problemas con los policías del Domhan-Eile, existe una alternativa para que yo crezca más rápido...
—El problema no es nada de eso. No quiero que renuncies a lo que eres solo para estar conmigo. Ni tampoco quiero que me admires, porque lo que hago yo no es de admirar —decía Rafael con total sinceridad, levantando la cabeza para ver a la joven risos de oro, y luego acaricia la mejilla izquierda de ella con la mano derecha—. No tienes que admirar lo que hago, ni tampoco cambiar para ganarte mi aprecio, porque te quiero tal como eres. Y lo que más deseo, por encima incluso de mis propias metas y sueños, es que tengas un futuro feliz.
—Si de verdad deseas que yo tenga un futuro feliz, entonces quédate a mi lado. Dame una oportunidad para demostrar que puedo ser una hembra digna de ti. ¡Te mostrare que puedo cumplir con todos los requisi...!
Elsa quedó callada y paralizada, cuando Rafael se sentó en la cama de forma repentina y rápida, mientras la abrazaba con fuerza, y la silenciaba con un beso en los labios. En este instante la creciente furia de Elsa fue reemplaza por un shock total de incredulidad; le costaba creer que lo sucedido fuese real. Pero podía sentir la dura piel y el calor corporal del joven-oso, presionándola contra su cuerpo como si fuese ella el oso de peluche. Por eso ella envolvió las piernas alrededor de su cintura, mientras correspondía al abrazo, y solo se quedó así, sin intentar "unirse" a él.
Al contrario que la escena anterior entre Miguel y Raven, que era una erótica pasión salvaje y primitiva, con Rafael y Elsa era algo tan puro e inocente que podría parecer "amor romántico". Aunque en el caso de la humana si lo era, en el caso del joven-oso era sólo instinto reproductivo.
Duraron así por tres segundos, hasta que Elsa se dio cuenta de cuan real el momento, porque Rafael dejo de besarla, sin dejar de abrazarla, para mirarla con total seriedad, como cuando interrumpía las peleas entre Gabriel y Miguel.
—No importa si cumples con algún requisito —sugirió Rafael con una mirada seria, pero mostrando una pequeña sonrisa tranquilizadora, mientras acariciaba el hermoso cabello dorado de la joven humana—. A mi juicio, en realidad soy yo el que debería saber si es digno de estar contigo; de ser parte de tu familia.
—En eso no tienes de que preocuparte; para mí tú eres digno de ser el padre de mis hijos —respondió Elsa sonriendo también con alegría y más confianza, al grado de que estaba llorando de felicidad.
Luego Elsa procedió a volver a unir los labios con los de Rafael, mientras éste correspondía a la acción con delicadeza y cariño.
https://youtu.be/AzdJDF9IVUQ
[Habitación de Camael]
A diferencia de las otras habitaciones, la de Camael casi no tenía nada personal. Ya que, aparte de la cama, la mesilla y el closet, había tan pocas cosas que la habitación parecía que su dueño apenas había terminado de mudarse.
En un rincón había cuatro baúles cerrados con candados, pegados a la pared y unos al lado del otro. En una pared se hallaba un cuadro en el que estaban colgados los símbolos de la tribu de los garudas de México y del Reino de Siam. Las lámparas eran de diseño normal. Y afuera de la ventana se encontraba una pequeña plataforma instalada, con una casa para pájaros de madera tallada a mano.
Por otro lado, en el suelo cercano a la cama descansaba Camael, con nada más que un pantalón corto, arropado con una sábana y usando solo una almohada debajo. Mientras tanto Angela descansaba en medio de la cama con las sabanas encima, aunque llevaba un camisón gris con ligera transparencia que dejaba poco a la imaginación.
Desde que los dos entraron a la habitación, por orden de sus respectivos líderes, intentaron ser los más "respetuosos" con el otro lo mejor posible. De hecho, el mismo Camael prefirió evitar los conflictos para no destruir su propia habitación. Aunque los siguientes eventos casi hacen que Angela iniciara una pelea allí mismo.
Lo que sucedió fue que ambos estuvieron discutiendo sobre quien se bañaría primero; resultó que, contra todo pronóstico de la mujer cisne, el garuda propuso que ambos se bañaran al mismo tiempo, y hasta lo argumento...
—Escucha "señorita simpatía", una de las cosas que más odio son los clichés. Así que podemos resolver esto simplemente bañándonos juntos, sin montar ridículas escenas dramáticas ni nada de esas "mamadas". Además no tienes de que preocuparte; ni pienso verte o aprovecharme de ti como un idiota pervertido. En realidad prefería admirar el estiércol antes que tu cuerpo desnudo.
—¡¡Hijo de piolín malnacido!! —exclamó Angela con tanta ira por el último comentario, que se notaban las venas en su frente, mientras apretaba los puños con fuerza, como si fuese a dar un golpe al garuda.
—Y también quiero que sepas que me vale verga la "caballerosidad" y las quejas. Acepto todo tipo de insultos, pero si usas violencia física injustificada contra mí, te devolveré los golpes con la misma fuerza. Después de todo, de eso se trata la verdadera igualdad. Te lo aviso para que luego no te quejes, y te lo pienses dos veces antes de responderme con golpes. Porque también odio tener que responder estupideces infantiles con violencia.
Tras esas palabras tan duras y frías como la roca, Angela se contuvo de atacarlo con magia o solo con las manos. Por lo que se tragó la rabia que le producía escucharlo, y optó por dejar que el garuda se bañara primero. Luego fue el turno de ella.
Después de esa conversación, los dos no volvieron a dirigirse la palabra, más que para debatir sobre quién dormiría en la cama. El garuda prefirió dormir en el suelo, y no fue por algún sentido de "caballerosidad", sino porque le pareció lo más lógico, ya que él estaba más que acostumbrado a dormir en el suelo, mientras que la chica cisne estaba acostumbrada a los lujos.
Por supuesto Camael explico esto con detalle, y de todas maneras a Angela le pareció un insulto; desde la perspectiva de ella, debe ser Camael quien duerma en la cama por ser la habitación suya. No obstante Camael se mantuvo firme en su decisión, y arregló todo para dormir en el suelo, mientras Angela estaba en la cama, gruñendo de rabia por la testarudez del garuda.
Eso los llevó a su situación actual.
—Oye en serio no hacía falta que me cedieras tu cama —decía Angela con la mirada al techo y el ceño fruncido.
—No sigas con eso —respondió Camael, con los ojos cerrados, los brazos cruzados bajo su cabeza y teniendo un tono indiferente.
—Lo digo en serio. Yo ya he tenido que dormir en el suelo más de una vez.
—¿Cuánto tiempo exactamente?
—Juntando todas las veces, casi cuatro años.
—Yo tuve que dormir en el suelo desde que nací hasta los catorce años.
—Oh... Bueno, en eso me ganaste... —dijo Angela ampliando los ojos por un momento, con genuina sorpresa, para después quedar unos segundos en silencio, mirando a los lados, y continuar hablando—. Entonces, ¿Cuál fue el motivo de eso?
—¿Para qué quieres saberlo?
—Solo trato de conocerte mejor. Reconozco que no empezamos bien, a diferencia de tu amigo león y mi amiga Clarise, o tu amigo pantera con la maestra Erzuli. Así que... pues...
—¿Deberíamos empezar de cero?
—Sí, exacto. Mañana saldremos a una peligrosa misión, y es importante que arreglemos las cosas entre nosotros para no perjudicar la misión.
—Pues... en eso estoy de acuerdo contigo... *suspiro*. Está bien... ¿Qué quieres saber?
—En la base de los vampiros, habías dicho que jamás conociste a tus padres. Y también, por la forma en como hablaste de tus padres adoptivos, supongo que no tuviste una buena infancia. Digo, me sorprende que lo hayas dicho así como así, sin que parecieras afectado ni en lo más mínimo.
—Así es; soy un huérfano que tuvo la mala suerte de que lo tocase una pésima familia adoptiva. Pero no necesito lastima de nadie, ni lloriquear o avergonzarme toda la vida por eso. No me importa.
—Eso sí que lo respeto, en serio. Entonces, ¿Creciste en Mesoamérica y vienes del Territorio Hinduista? ¿O tus verdaderos padres eran de distintas tierras?
—¿Cómo carajos sabes eso? —pregunto Camael abriendo los ojos y viendo de reojo la cama.
—La ropa que llevas me recuerda a la que suelen usar los habitantes de la India. Y a juzgar por las jergas que usas y acento que tienes al hablar en español, puedo suponer que creciste en alguna región de Mesoamérica.
—Waoh. Que atenta eres a los detalles.
—No es nada. Cualquiera con dos dedos de frente notaría detalles tan obvios como esos.
—Y la mayoría ni siquiera lo hace: literal cosas como cuando una persona es atacada de repente por un amigo o familiar, la persona no se da cuenta de que algo raro le pasa, aunque el amigo o familiar tiene anormalidades evidentes como ojos rojos, marcas raras o nuevas características físicas.
—Si. Eso es bastante tonto e irreal.
—Vaya que lo es... Respecto a tu pregunta, pues tienes razón en lo segundo. Mi padre era un garuda del Reino de Siam, del sudeste asiático. Y mi madre era una garuda de la tribu mexicana, siendo más exacto los Aztecas. Por parte materna no tengo más familiares. Pero por parte paterna, creo que tengo algunos primos naga.
—¡¿Qué?!
—Larga historia familiar.
—¡Ja! Con que también tienes un conflictivo pasado familiar, ¿eh? Si es así, entonces lo comprendo.
—Claaaro.
—Hablo en serio... —dijo Angela frunciendo todavía más el ceño y teniendo un tono molesto—. Mi pasado familiar no es un cuento de hadas colorido. Y aún hoy en día, me sigue persiguiendo en carne viva, literal.
—¿Tiene que ver con el hecho de que usas magia de camuflaje durante el día?
Con esa pregunta, Angela amplio los ojos con genuina sorpresa, para luego morderse el labio inferior con nerviosismo.
—¿Cómo lo...?
—Mientras volvíamos a la sede principal de San Bestia, Gabriel me dijo que cuando amaneció, tú tenías una especie de "manto mágico" rodeándote el cuerpo —le interrumpió Camael—. Y cuando me acerque a ti, también llegué a notar el manto casi transparente, gracias a la luz del sol. Y también note que dejaste de usarlo cuando anocheció. Tal vez yo no tengan una habilidad visual como Gabriel, pero tengo un muy buen ojo.
—No esperaba menos de un águila... Si, usó magia para forzarme a mantener mi forma humana durante el día. Y no es porque yo sea una bestia... *Suspiro*. La verdad es que... Como sabrás, no es nada normal que yo pueda usar dos elementos tan opuestos como la luz y la oscuridad, literalmente.
—Eso lo sé. Por lo que he escuchado, esos casos por lo general se deben a una bendición o una maldición.
—En mi caso es una maldición... Una que llevo desde que nací, y que heredé de mi abuela paterna, Odette. La maldición me permite usar la luz y la oscuridad, a cambio de cruzar por dos caminos; en otras palabras, a cambio de ser dos criaturas distintas. La magia que uso es parte del Sistema Esotérico del Territorio Israelita y el Babilónico. Como humana puedo manejar la oscuridad durante la noche, y como... como... lo "otro", puedo manejar la luz durante el día. Aunque Raven me enseño a usar mis dos elementos, sin necesidad de estar en una forma específica, si uso ambos elementos a la vez, la maldición me obliga a pasar por cambios físicos entre el día y la noche, como si fuese una bestia; en la noche soy humana, y en el día soy lo "otro".
—¿Pero qué es lo "otro" que mencionas?
—Es complicado de explicar... Básicamente soy una "sirena".
—Espera... ¿Eres una sirena como la novia del dragón subnormal?
—No exactamente ese tipo de "sirena". En realidad las sirenas no son todas criaturas marinas, ni tampoco son como las bestias. En biología son razas diferentes, debido a que las bestias se originaron a partir de algunas simples especies de animales, mientras que la raza a la que pertenecen las sirenas, los tritones y demás seres similares, se originaron a partir de los humanos modernos. Así que, aunque se les suele considerar "bestias", en realidad son razas distintas catalogadas errónea y popularmente bajo el mismo término. Es igual a lo que sucede con los nativos americanos, que en la Sociedad Humana los siguen llamando "indios", cuando en realidad los verdaderos indios son los habitantes de la India.
—Lo sé; eso lo entiendo. Así que ve al punto ¿sí? ¿Qué eres exactamente?
—Está bien, está bien, no me presiones. Lo que quiero decir es que soy... una especie de "Harpía".
—Ya sé que eres una arpía. Lo que quiero saber es cuál es tu otra raza o especie.
—Hijo de... —susurro Angela en su lengua española, cerrando los ojos por un momento y tomando pausa antes de terminar el insulto, para dar un respiro y tranquilizarse, ya que entendió la mala interpretación del garuda sobre el término.
Dato: "Arpía" se suele usar para referirse de forma despectiva a una persona (especialmente mujer) mala y perversa.
—Estoy hablando en serio —dijo Angela volviendo abrir los ojos, y tratando de contener su creciente rabia, aunque poco a poco sus mejillas fueron ganando un rubor, por la vergüenza que sentía al tener que revelar lo siguiente—. Soy una especie de "Sirena Aérea", llamada Harpía. Pero en vez de ser un halcón o una lechuza, soy una de tipo cisne. En otras palabras; soy una "Doncella Cisne".
—¡¿Qué?! —exclamó Camael ampliando los ojos y sorprendiéndose tanto, que se levantó sentándose en el suelo, y gracias a su altura pudo ver a Angela en la cama, quien ahora le devolvía la mirada con un notable sonrojo de vergüenza—. De acuerdo, ahora si tienes mi atención.
Angela solo mostro una sonrisa sarcástica, mientras volvía a mirar el techo, incrédula de la conversación que estaba teniendo con Camael, el mismo garuda que tantos dolores de cabeza le había traído, desde que lo conoció en aquella alocada noche. De hecho hasta el propio Camael soltó una pequeña risa sarcástica, también incrédulo de la conversación que tenía con Angela, la misma hembra malhumorada que tan mal le caía.
Tal parecía que la idea de tener una oportunidad para dialogar, estaba dando sus frutos.
Próximo capítulo: Noche de Bellas y Bestias (III).
Nota del Autor: debido a las pautas de la plataforma dejo esta nota para aclarar que Rafael, como bestia, ya es mayor de 18 años en edad humana, y Elsa debido a su condición "especial" también ya es mayor de edad biológica y psicológicamente.
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