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Capítulo LXII: Beast May Cry

"La sirena no tiene un alma inmortal, ni puede adquirirla si no es por mediación del amor de un hombre; su eterno destino depende de un poder ajeno..."

—La Sirenita de Hans Christian Andersen. 

https://youtu.be/SpRf2DqRoHs

[Tres Días Después: 02 de Abril de 1881]

[París. 01: 19 pm. Guarida del Clan Nightfall Angels: Sala Común]

Comparado con los días agitados que presentaba la situación actual en París, en este sábado en particular no había muchos problemas; sobre todo en un singular edificio de cinco pisos, en cuya puerta principal había un letrero encima que ponía "Beast May Cry".

Dentro del primer piso del edificio, en lo que parecía ser una descomunal sala llena de muebles, estantes y mesas, iluminada por la gran cantidad de luz solar que proporcionaban las ventanas, se encontraba el clan Nightfall Angels descansando de su primera misión exitosa.

Como un clan de bestias oficial, el clan Nightfall Angels contaba con su propia guarida donde descansarían de sus cacerías y planearían sus próximas misiones. Debido a que todos ellos eran de tierras diferentes, el gremio San Bestia les dio la posibilidad de establecerse en un punto intermedio: en algún lugar cercano a París —donde se hallaba la entrada a la sede principal de la organización—, o para ser más fácil podían establecerse en alguna ciudad del Domhan-Eile.

Al final el clan eligió establecer su guarida en la misma ciudad de París; en una localidad con bastantes árboles, pasto y muy pocas casas vecinas. El motivo de esto era porque no conocían las ciudades del Domhan-Eile más allá de vistas superficiales o menciones, por lo que tal vez en un futuro, cuando tengan más conocimiento de aquel mundo, decidan mudarse a alguna ciudad de allí. Pero hasta entonces vivirían en París.

La casa del clan tenía en total cinco pisos. El primero era la oficina y sala común donde recibirían a los invitados y clientes. En el segundo piso estaban la cocina, la biblioteca personal donde cada uno de ellos recopilaba información de sus respectivas tierras/culturas, y la oficina donde reciben mensajes de espíritus familiares como el de Remiel. 

Y en los tercer, cuarto y quinto piso estaban los dormitorios de los miembros del clan; tres dormitorios en cada piso, todos con el mismo diseño y cada uno con un baño incluido, de manera que ellos podían personalizar su propia habitación como quisieran. Además la guarida contaba con una bodega secreta, en la que guardaban sus equipos, ítems, artilugios peligrosos y su propio Salón Astral para casos de emergencia. 

Respecto al nombre de la guarida, Uriel y Remiel fueron los responsables en idear uno, y terminaron dando opciones extravagantes como el Zoológico de la Soledad, la Bestiguarida, la Mansión "B", la Guarida Grayskull y la "Avenger League". 

Por supuesto tanto Azrael como Miguel y Camael rechazaron todas esas opciones hasta que, con mucha insistencia por parte de Uriel y Remiel, aceptaron solo "Beast May Cry" porque era de los pocos nombres que no estaban registrados, y no era tan "exagerado" como los demás. 

Y ahora mismo, tras completar su primera misión oficial, se les dio un descanso de tres días junto con el pago de la misión multiplicado por diez (tal como prometió Uriel que conseguiría). Sin embargo ahora mismo el clan tenía la visita de Caroline, Elsa y Amitiel, más otras personas que por razones personales no tenían otro sitio seguro donde refugiarse.

—¡Jaque mate!

—¡¿Qué?! ¡¿Otra vez?!

Celebró una orgullosa y divertida Raven, y respondió un atónito Miguel que veía la tabla de ajedrez muy de cerca. Ambos se encontraban sentados frente a una mesa cuadrada al lado de una de las dos escaleras que conducían a los pisos superiores, jugando una intensa partida de ajedrez, con piezas de piedra tan detalladas que parecían pequeñas estatuas medievales —Miguel usaba las piezas blancas y Raven las negras—. Y en dicho juego el licántropo perdió por cuarta vez contra la dhampiresa, aunque ambos perdieron muchas piezas durante la partida.

—¡¿Pero qué demonios está pasando conmigo?! —dijo Miguel mientras se sujetaba la cabeza con ambas manos, frustrado y molesto consigo mismo.

—No tienes por qué sentirte tan mal Miguel. En realidad eres muy bueno en este juego —elogió Raven, no con orgullo sino con alegría y genuina sorpresa—. En mi castillo solo mis padres podían vencerme en ajedrez, mientras que el resto de los sirvientes y maestros no pasaban de cinco turnos. Pero en cambio tú has durado más de cuarenta turnos en cada partida. ¡Eres muy bueno!

—Eso no me hace sentir mejor —dijo Miguel todavía molesto consigo mismo por haber perdido.

—¡Je, je, je! ¡Sí, entiendo cómo te sientes! La verdad es que a mí también me molesta mucho perder —dijo Raven entre risas divertidas, pues no podía evitar sentirse identificada con el licántropo—. Pero hablo en serio cuando digo que eres muy bueno en ajedrez. El problema que tienes es que cuando la situación se alarga demasiado te pones nervioso, y entonces empiezas a ir tanto a la ofensiva que te olvidas de proteger al "rey". Supongo que hasta ahora no has tenido buenos contrincantes en este juego.

—No exactamente. Jofiel y Remiel también son buenos en ajedrez. Pero Jofiel prefiere jugar a Escaleras y Serpientes, al Chaturanga o al Chaupar, y a Remiel le gusta más el Shogi. Así que, como tal, casi no he tenido buenas partidas en ajedrez.

—No tengo nada en contra del ajedrez occidental. Pero el Chaturanga es el ajedrez original, inventado milenios atrás en la India. Y en lo personal me gusta más lo clásico que inventaron los asiáticos que las copias y versiones de occidente —dijo Jofiel tras escuchar la conversación entre su líder con la líder de las Twilight Maidens.

https://youtu.be/LtDMBtjyq9A

El narasinja se encontraba junto con Camael, Clarise y Angela, cada uno sentado en una silla diferente y frente a una mesa cuadrada en un rincón cerca de una de las ventanas y de donde se hallaban Miguel y Raven. Los cuatro estaban jugando un clásico juego de mesa tan popular, que tenía muchas versiones alrededor del mundo, llamado Chaupar.

La británica rubia le había estado insistiendo a Jofiel que le enseñara a jugar algunos juegos de mesa que él aprendió en su viaje a Asia, ya que según ella era una fanática de los juegos de mesa. Y entonces por orden de Miguel, el narasinja no tuvo más opción que aceptar jugar con Clarise al Chaupar.

El Chaupar es un juego de mesa originario de la India, derivado de un juego más antiguo de esa misma tierra, llamado Pachisí, y cuenta con diferentes variantes en el resto del mundo, de las cuales las más conocidas son "Ludo" o Parchis".

Las reglas del juego original son bastante similares a sus versiones fuera de la India; consiste en un tablero con forma de cruz, cuyos brazos se dividían en tres columnas, y estas a su vez se dividen en ocho casillas cuadradas, de las cuales ocho son de diseño floral que se ubican en medio de los brazos de la cruz. Cada jugador maneja cuatro peones de madera representado de un único color distintivo (rojo, verde, amarillo, negro).

Los dados son conchas de cauri, las cuales son arrojadas a un lado, y el número de conchas con la hendidura arriba determinará un puntaje que será el número de casillas que recorrerá los peones del jugador. Y el puntaje que se le da varía de acuerdo a la región.

Además los jugadores solo podrán introducir sus peones al tablero, empezando en una casilla floral de su respectivo lado, cada vez que saquen un valor alto con las conchas. Y los peones recorrerán las casillas en el sentido del reloj, con el objetivo de darle la vuelta al tablero y llegar a su columna correspondiente, para luego llegar al centro de la cruz. Tal como en el parchís occidental, las casillas florales son lugares seguros en los que cuando dos peones de jugadores diferentes caigan allí, ninguno será eliminado del tablero.

Y también si un peón es eliminado del tablero —cuando el peón de un jugador rival caiga en la misma casilla en donde estaba ese peón—, entonces el jugador del peón eliminado no podrá volver a introducirlo en el juego hasta que saque un valor específico con las conchas. El ganador es el jugador que logre hacer que sus cuatro peones lleguen al centro del tablero, pero solo gana si durante el viaje de los peones alguno de estos eliminó a un peón de al menos un jugador rival.

Clarise conocía las versiones occidentales del juego, e incluso llegó a jugarlas bastante junto a sus amigas en su infancia, por lo que no tardó mucho en aprender a jugar la versión original del clásico "Parchís". Pero Jofiel no se sentía cómodo estando con ella, así que aprovecho la constante rivalidad entre su amigo Camael con la francesa-española Angela para que los acompañaran a jugar.

El garuda estuvo más que feliz por jugar un juego originario de una tierra del Territorio Hinduista, y la bailarina cisne decidió jugar solo por nostalgia a la versión que ella había jugado de niña. Aunque los cuatro optaron por jugar usando dados en vez de conchas para hacerlo más sencillo para las chicas europeas. Y aparte en el momento en que empezaron a jugar, Camael y Angela comenzaron a tomarse el juego bastante en serio.

¡Me cago en su putisima vida! —exclamó Angela con furia extrema en su lengua materna tras tirar los dados y ver de inmediato que sacaba un número igual en ambos por tercera vez, lo cual según las reglas del juego en la versión más moderna, el último peón que ella había manejado debía ser eliminada del tablero.

—¡Ja, ja, ja! ¡Cálmate Angela tampoco es para tanto! —dijo Clarise entre risas, divertida más por escuchar a su amiga decir palabrotas que por lo que le pasó a ésta en el juego. Y es que la joven británica era el tipo de persona con un sentido del humor que la hace reírse de casi todo.

—¡No me pidas que me calme si es que tengo muy mala suerte! ¡Al fin logró hacer que un peón casi llegue a la maldita casa, y mi suerte hace que tenga que quitarlo del tablero! ¡Es que esto es increíble! —dijo Angela con bastante furia, mientras retiraba uno de sus peones blancos, molesta por la racha de mala suerte que está teniendo en la partida actual.

—¡Je, je, je! Sí, suele pasar cuando juegas un juego en el que es pura suerte —dijo Camael con un muy buen humor, también divertido de escuchar las palabrotas de la francesa-española.

—Oye tampoco es para tanto. También es necesario saber cuáles peones hay que mover. Así que la estrategia también es importante —dijo Jofiel con una sonrisa amistosa, pasándola bastante bien con el juego. Luego tomó los dados y los tiró en la mesa para sacar un número.

—¡Exacto! Por ejemplo yo si he sabido mover mis peones de un modo tan "estratégicamente estratégico", que el leoncito no se dio cuenta de que uno de sus peones está cerca de uno de los míos —dijo Clarise con una alegría infantil que la hizo parecer inocente y adorable.

—¿A sí? Vaya no me había dado cuenta. Gracias por avisarlo —dijo Jofiel sorprendiéndose con lo que dijo la británica rubia y entonces esbozó una sonrisa gatuna.

Luego con un rápido vistazo, el narasinja vio que uno de sus peones amarillos estaba a cinco casillas de caer en una en la que estaba un peón negro, lo cual era el número exacto que había sacado hace un momento con sus dados. Así que movió su peón amarillo a esa casilla ya ocupada, eliminado en el acto al peón negro que lo ocupaba. Pero se había olvidado por un momento que en realidad los peones de Clarise eran los verdes.

—¡Ese es uno de los míos león atolondrado! —dijo Camael sorprendiéndose y molestándose, ya que los peones negros eran los suyos. Y según las reglas del juego, ahora él debía quitar del tablero su peón, el cual aparte estaba a sólo una casilla de llegar a una casilla floral. Esto volvió a hacer reír a la rubia británica, y además hizo desaparecer el mal humor de la francesa-española.

—¡Ja, ja, ja! ¡Tal parece que yo no soy la única "ave" desafortunada! —decía Angela ahora con un renovado buen humor por lo que le paso al garuda, quien dirigió una mirada molesta hacia ella.

https://youtu.be/pWqV3mWNcQM

—Me alegra ver que por fin empiezan a llevarse bien con ellos, Angela, Clarise —dijo Raven con los ojos cerrados y sonriendo de forma inocente y divertida.

—Al menos no empiezan peleas que pueden destruir nuestra guarida. Ya tenemos suficiente con los "accidentes" que tiene Uriel en la cocina —dijo Miguel con molestia, mientras apoyaba su codo derecho en la mesa y descansaba su barbilla en su mano.

—¿Cómo? ¿Por eso hay tantas runas mágicas de protección contra el fuego en toda la casa? —pregunto Raven para luego dar un breve vistazo por los alrededores, viendo que en algunas paredes y techos había runas trazadas de tal forma que parecían simples decoraciones.

—No tienes ni la menor idea —dijo Miguel dando un suspiro molesto al final—. Rafael y Elsa tuvieron que trabajar mucho escribiendo cada runa en la casa para asegurarse de no dejar sitios vulnerables al fuego. Además de las peleas y el reconocimiento de minerales, Uriel es un buen cocinero, aunque tiende a excederse cuando usa el fuego. Y la única razón por la que está ahora mismo en la cocina, es porque su amiga sirena mestiza también está allí, y ella puede apagar sus desastres.

—¿Con "apagar sus desastres" no te referirás a "congelar toda la cocina"? —comento Raven a modo de broma.

—Al menos así se mantendrá fresca la cocina. Tener que mantener los contenedores fríos constantemente para que la carne no se pudra es un fastidio —dijo Miguel con sarcasmo, aunque seguía un poco de mal humor.

—Hablando de "carne podrida", Miguel ¿has sabido algo de la creación de Frankenstein? —pregunto Camael mientras veía a Clarise mover uno de los peones del juego.

—Claro. Esta mañana fui a la sede, y descubrí que le consiguieron un trabajo como ayudante de mantenimiento en las fuentes eléctricas de la capital del Domhan-Eile —respondió Miguel—. Su alta resistencia a la electricidad y capacidad para absorberla será muy útil en un trabajo así, ya que en esa ciudad tienen las fuentes eléctricas más grandes de ese planeta. Además al ser la capital, estará a salvo y podrá caminar al aire libre sin llamar mucho la atención. Ya de por si hay tantos tipos raros que su apariencia espeluznante no es casi nada sorprendente.

—Se podría decir que tendrá lo más cercano al concepto de una "vida normal" —dijo Jofiel con optimismo y felicidad por el futuro esplendoroso de la criatura de Frankenstein.

—¡Me alegró mucho por esa pobre criaturita! —dijo Clarise con tanta alegría que lo demostraba con una hermosa sonrisa, mientras le pasaba al garuda los dados.

—Ya veo. Al menos él, después de una vida tan miserable como la que tuvo, al final sí consiguió su propio final feliz —dijo Camael, tomando los dados para agitarlos y sacar un número—. Vivir en libertad bajo el cielo azul y tener un lugar al que llamar hogar, es una bendición que muy pocos valoran de verdad.

"Más razón no puedes tener, pajarraco tonto...", pensó Angela con la mirada fija en el juego y manteniendo una expresión molesta, pero en el fondo estando muy de acuerdo con el comentario del garuda, porque de verdad lo entendía, aunque no se atrevía a decirlo.

—Por cierto, "francespañola", perdiste dos peones y te quedan solo los otros dos en el tablero. Recuerda que si uno de nosotros dos gana, el otro deberá pagar cincuenta francos por cada peón que fue eliminado del juego en esta partida. Y si pierdes los otros dos me deberás doscientos francos: cincuenta por cuatro son doscientos. Matemáticas hija —dijo Camael con una sonrisa burlona y diciendo lo último en su lengua materna.

—Ya lo sé, pichón subnormal —dijo Angela con su lengua española al final, empezando a volver a perder la paciencia y no pudiendo creer como solo a veces sentía empatía por el garuda, para un rato después tener ganas de matarlo a golpes.

[Segundo Piso: Cocina]

—¡Ya les dije que fue sin intención!

Exclamó Uriel con un tono cansado y molesto, mientras estaba lavando platos junto con Amitiel en el fregadero de la cocina.

La cocina era casi una habitación propia hecha de madera y piedra, con un horno de piedra, mesas y alacenas de madera, una ventana por la que la luz del sol iluminaba la cocina, y un par de lámparas de aceite apagadas colgando en las paredes, de manera que la cocina tenía un estilo medieval mezclado con un estilo moderno de la época.

Había una puerta al fondo que llevaba una habitación contigua donde se hallaba una gran mesa rectangular, en la que los miembros del clan e incluso invitados se reunían para comer. Al fondo de esa habitación contigua se hallaba dos puertas: una llevaba a un pasillo que conducía a la biblioteca y a la oficina de mensajes, mientras que la otra puerta llevaba a las escaleras de ascenso y descenso por los pisos.

https://youtu.be/-GAnV4QsPTw

—Uriel, incendiaste toda la cocina cuando intentaste solo calentar el agua para el café —dijo Amitiel con los ojos entrecerrados, mientras que con los dedos índices de ambas manos hacía distintos gestos, haciendo que el agua de su lado del fregadero se elevara en un torbellino junto con los platos, de tal forma que estos no se rompieron.

—¡Intentaba probar un nuevo hechizo que aprendí para calentar varias ollas al mismo tiempo! —se explicaba Uriel mientras lavaba los platos a la antigua, con sus propias manos.

—¿Igual a como intentaste solo "hornear" el pastel de mi cumpleaños pasado? —pregunto Amitiel con sarcasmo divertido, ganándose un suspiro molesto del joven-dragón rojo.

—Más o menos... Perdón otra vez por ese pésimo cumpleaños —dijo Uriel desviando la mirada a otro lado con vergüenza.

—¡Je, je! Sabes que estoy jugando contigo. No estoy molesta por eso, y ni siquiera fue un pésimo cumpleaños. Al contrario fue muy emocionante y divertido para variar, excepto por el hecho de que casi se incendia el castillo —dijo Amitiel con una sonrisa divertida, a la vez que tomaba uno de los platos del remolino de agua y lo limpiaba usando un paño con sus propias manos.

—Je, sí. Aún recuerdo la cara que puso tu padre cuando bajó las escaleras y encontró la mitad del primer piso en llamas. Desde ese día empezaron a llamarme el "Pirómano del Pueblo" —dijo Uriel con una sonrisa apenada, recordando el día en que empezó su mala reputación como pirómano.

—Pues ya somos dos con reputación fenomenal: recuerda que a mí me llamaban la "strana ragazza che parla ai pesci" (extraña niña que habla con los peces) —dijo Amitiel casi entre risas su apodo en su lengua paterna, luego pone el plato que terminó de limpiar en la despensa, y procede a limpiar otro plato—. Además Uriel, solo porque tú seas inmune al fuego y lo controles literal no significa que seas un maestro usándolo para otras cosas, que no sea rostizar a tus presas y enemigos.

—No tienes que recordármelo... Pero a veces me gustaría ser útil en algo que no sea solo pelear y pescar al estilo dragón, porque no puedo evitar sentirme inútil aquí como... como cuando estaba en tu hogar... —decía Uriel con molestia y reanudando su trabajo con los platos—. En Cerdeña no había pelea callejera que perdiese, y eso es lo único en lo que era bueno bajo mi disfraz de humano: pelear. Intente aprender a cocinar, para hacer el intento de seguir los consejos tuyos y de tu madre, pero solo consigo incendiar todo junto con la comida.

—Pero aun así desarrollaste una extraordinaria habilidad en la cocina —dijo Amitiel dando un suave golpe con el codo izquierdo al brazo derecho del joven-dragón rojo—. Como eres un dragón de fuego, por naturaleza rostizas o cocinas todo lo que comes. Y sumado a tu extraordinario sentido del gusto, tienes el potencial de ser un grandioso cocinero. Solo te falta práctica y control en el fuego, eso es todo. Pero aparte de la cocina, también tienes otro talento oculto.

—¿Ser un tragafuegos? —dijo Uriel a modo de broma sarcástica.

—¡No estúpido! —dijo Amitiel aguantando las risas y volviendo a darle un golpe al draconiano rojo en el brazo derecho, que no le hizo más que cosquillas—. Gracias a tu pasatiempo de coleccionar piedras y minerales brillantes, eres muy bueno reconociendo casi todos los elementos de la tabla periódica de la Sociedad Humana, y de la Sociedad Sobrenatural. Con un poco más de estudio, te podrías convertir en un grandioso experto en minerales y joyas, lo que también te puede servir muy bien para ser un herrero o un alquimista. ¡Podrías ganar mucho dinero en ambas sociedades!

—Sí... tienes razón... —decía Uriel deteniendo un momento su trabajo de lavar los platos, ya que empezaba a pensar en lo que decía la sirena mestiza—. De hecho, hasta Miguel me aconsejó que puliera mi conocimiento sobre los materiales, ya que podría servirme para practicar alquimia y, con ayuda de Rafael, aprender sobre herrería para mejorar nuestros equipos sin necesidad de pagarle a los avariciosos enanos. Con lo que me estás diciendo ahora, con mis conocimientos podría conseguir títulos como chef, joyero, herrero y alquimista, lo cual sumado a mi trabajo de cazador, implica un aumento de mis ganancias en un ochenta por ciento... ¡Ostia! ¡Puedo formar mi propio "Nido de Tesoros" al fin como un verdadero dragón!

—No es exactamente lo que quería decir, pero sí —dijo Amitiel, estupefacta de que el draconiano tenía la mentalidad primitiva de querer hacerse un nido propio, como cualquier dragón juvenil—. Como diría mi papá: tienes potencial, solo te falta pensar en grande como un verdadero emprendedor, y proponerte a alcanzar grandes metas. Y si necesitas ayuda en algo, recuerda que estoy aquí para darte una mano, o mejor dicho, una aleta ¡je, je!

—Gracias Amitiel. ¡Eres maravillosa! —dijo Uriel sintiendo tanta felicidad, que se acercó a la sirena, la abrazo con el brazo derecho y la sorprendió con un cariñoso beso que fue directo a los labios de ella.

Un segundo después Uriel se separó de ella y continuó lavando los platos, esta vez con más emoción y positivismo, ya que tenía como objetivo el empezar a prepararse para sus metas emprendedoras. Por otra parte la sirena mestiza estaba dos segundos en shock, procesando lo sucedido, hasta que todo su rostro se tornó tan rojo como el cabello de Uriel, y empezó a balbucear tanto en italiano como en griego antiguo, hasta que consiguió gesticular palabras entendibles.

—¡Imbécil no puedes hacer eso tan de repente! —dijo Amitiel dando un puñetazo más fuerte en el hombro derecho del draconiano rojo, aunque éste sólo volvió a sentir cosquillas.

—¿Qué? Pero si dijiste que ya no tenías problemas en que yo mostrara mi afecto uniendo mis labios con los tuyos, tal como hacen los humanos cuando ya están "formalizando" su relación reproductiva —dijo Uriel confundido como un niño.

—¡No lo digas así! ¡Y...! Solo llevamos cinco días juntos y todavía no hemos "oficializado" el siguiente nivel de nuestra relación. Así que hay que tener cuidado cuando... "mostramos nuestro cariño" de esta manera —dijo Amitiel tratando de bajar la voz, aunque estaba tan apenada que eso no era un problema—. ¿Qué tal si lo llegabas a hacer en casa o en frente de mis padres?

—¿Y no que tu madre ya no estaba tan incómoda con mi presencia? —pregunto Uriel todavía no entendiendo el punto.

—Si... Bueno, si es cierto que mamá ya no te tiene miedo. Y respecto a papá y al abuelo, todavía no puedo decir que les agrades. Pero no se trata de ellos es... es solo que primero tenemos que ir con calma... para saber si esto va a funcionar... Uriel, yo no soy como tú. No tengo las mismas... "concepciones primitivas" que tienen ustedes las bestias sobre estas cosas, y por eso... quiero asegurarme de que... soy capaz de ser tu... "incubadora de guerreros del nido".

—Oye, oye tranquila sirenita. No tienes que definirte a ti misma tal como los dragones vemos a quienes ayudan a "agrandar la ascendencia de los reyes del nido". Y además lo entiendo: quieres asegurarte de que puedes ser mi "pareja de por vida" —dijo Uriel con una pequeña sonrisa, calmando la emoción del momento pero no dejando de sentirse feliz—. No eres "romántica" o "frágil" como otras hembras, que sin duda a este punto estarían pensando en las futuras citas, el posible matrimonio u otras cursilerías así.

—Que bien me conoces —dijo Amitiel también sonriendo y mostrándose apenada—. Y también debo decir lo mismo de ti: no eres nada "romántico" ni tampoco un cliché "chico malo". Eres más del tipo "chico salvaje, inexperto y poco tradicional", y eso para mí es mil veces más interesante que un estereotipado romancista o un matón idiota. Y lo mejor de todo es que tú me inspiras a ser más fuerte, me enseñaste lo que es una verdadera amistad, me mostraste la belleza del cielo y... y fuiste capaz de entenderme como nadie más pudo antes.

—Del mismo modo en que tú también me motivas a mejorar, me enseñaste un valor más grande que el oro más brillante, me hiciste ver la belleza que hay bajo el océano, y fuiste capaz de entenderme en el sentido de lo que pase yo tratando de encajar en algo. Por eso no puedo imaginar a una mejor hembra para ser la madre de mis cachorros, que mi querida princesa de los mares y guerrera del hielo.

—Por favor no lo digas así. E-e-estás viendo muy a fu-futuro —dijo Amitiel con un poco de tartamudeos por lo nerviosa que se sintió al imaginarse, por un breve segundo, como serían los hijos de ella con Uriel, si es que llegaban a estar tanto tiempo juntos. Hasta se preguntó sí nacerían siendo una especie de mestizos dragón-sirena, o los genes de Uriel serían tan dominantes que ella solo tendría hijos dragones.

Tal como explicaban ambos, ya habían admitido lo que sentían por el otro hace no mucho, y estuvieron de acuerdo en empezar a formalizarlo. Sin embargo la sirena mestiza quiso ir paso a paso, para estar segura de que iba a poder estar con Uriel.

https://youtu.be/eevY1zE1KYo

Después de que el draconiano rojo se uniera al gremio San Bestia, Amitiel decidió investigar sobre las bestias y los dragones, para tratar de entender como ellos se relacionaban y veían las relaciones amorosas, y así declarar al fin lo que sentía por Uriel. Y durante sus investigaciones descubrió que las bestias, en contraste con los humanos, tienden a ser muy directos al decidir tener como pareja a alguien.

También descubrió que a diferencia de los humanos, quienes van romantizando todo y teniendo noviazgos e incluso varios matrimonios a lo largo de su vida hasta dar con la pareja ideal, o en determinados casos decidir dejar de tener parejas, las bestias son como algunas especies de animales: una vez que consiguen una pareja, esa unión es para toda la vida. Por eso ellos tienden a referirse a sus parejas como "rivales eternos" o "compañeros de por vida".

Tal es así, que incluso si la pareja de una bestia llega a morir primero, la bestia sufrirá un golpe psicológico que lo hará incapaz de volver a tener una pareja por muchas décadas, o por el resto de su vida; este dolor es mucho más fuerte en bestias que ya se han apareado con su pareja elegida.

Otra diferencia con los humanos es que las bestias no eligen parejas en base a puras emociones; el subconsciente primitivo de las bestias los hace elegir una potencial pareja en base a la "selección natural". En otras palabras, no solo se centran en lo superficial o psicológico, sino en una mezcla de ambos.

Se fijan en múltiples factores tanto físicos como en la personalidad de la persona, y entonces eligen a la mejor opción, como por ejemplo quien se complemente mejor con ellos, los pueda hacer crecer como peleadores, y también puedan concebir cachorros poderosos para mantener fuerte a la especie y evitar su extinción.

Por otra parte Amitiel no era una chica romántica; ella era consciente de todo lo que acontece un noviazgo, y por lo tanto sabía que por más amor que sintiera por Uriel, el hecho de que ella no fuese una bestia como él no aseguraba que ambos estarían juntos para toda la vida. Ni siquiera aseguraba si iban a durar el tiempo suficiente como para pensar en matrimonios, en especial porque ambos eran la primera "pareja oficial" del otro.

Incluso ella, al igual que Elsa, comenzó a tener la idea de pedirle consejos a la madre de Caroline, Valerie, para saber cómo pudo hacer que funcionara su relación con una bestia (Ismael Wolf).

Sin embargo la misma Amitiel no negaba que el haber aceptado sus sentimientos, y haber comenzado a "experimentar" cómo sería su vida al lado de Uriel, le había quitado un enorme peso de encima, y le trajo una alegría casi sin igual.

—Pero... para ser honesta, no puedo imaginar una vida más emocionante, divertida y fantástica, que la de estar al lado de mi más preciado aventurero de los cielos y peleador de fuego —dijo Amitiel con una tierna sonrisa, mientras levantaba la mano izquierda a la altura del pecho y conjuraba su magia de hielo en la palma.

Con una sonrisa que reflejaba el mismo sentimiento, Uriel levantó la mano derecha y conjuro en la palma un poco de su magia de fuego. Luego con la misma mano sujetó la mano izquierda de Amitiel, provocando que la magia de ambos se "mezclara" en un remolino púrpura. Posterior a esto, fue el turno de la sirena en sorprender al draconiano rojo con un beso en los labios, que éste no dudó en tratar de corresponder tal como lo hacían los humanos.




Próximo capítulo: Manada en Crecimiento.

Nota del Autor: al principio este capítulo también iba a ser tan largo como el anterior, pero decidí mejor "dividirlo" en diferentes partes para no hacer capítulos largos tan seguido y además variar un poco entre capítulos "largos" y "cortos". 

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