Capítulo LIX: Kukulkan, Thor y Fujin
"Eran los típicos holgazanes de esquina, cuya única misión en la vida consistía en importunar continuamente a pobres inocentes..."
—Felidae, de Akif Pirinçci.
https://youtu.be/_oG7onlvOBk
[Lado Norte del Reino de Corazones].
La mejor forma de describir la escena desde la perspectiva de una persona normal, es que era un completo caos.
Nostradamus continuaba atacando con su campo hecho de orbes mágicos como una lluvia de balas de plasma. Y Raziel desviaba, bloqueaba y destruida cada orbe mágico con los brazos y las garras en movimientos calculados, precisos y veloces imbuidos de energía Chi tan rápidos que dejaban siluetas detrás de sí.
Al principio el eniyamotekun amarillo no podía bloquear todos los ataques, resultando en que algunos le golpeaban en partes no vitales del cuerpo. Sin embargo poco a poco su capacidad evolutiva le permitió adaptarse rápido en segundos, y llevó el combate a un punto muerto.
Raziel ahora podía defenderse bien de los orbes mágicos. Pero su rango de ataque seguía estando lejos de su enemigo, y aún no encontraba una abertura en esos orbes mágicos para acercarse más. Tampoco podía atacar con algún conjuro, porque todos sus hechizos sólo eran efectivos contra enemigos relacionados con magia oscura, todavía no sabía cuál puede serle útil en esta situación, y además necesitaba hallar el momento indicado para concentrarse y recitar los largos conjuros.
Por el lado de Nostradamus sus Artes Mágicos eran muy poco eficaces contra este tipo de oponente; él sabía muy bien que cualquier ataque mágico suyo puede ser anulado o incluso repelido por la energía Chi de Raziel, y además estaba en completa desventaja en un combate cuerpo a cuerpo. Tampoco quería arriesgarse a probar con algún otro hechizo de otro Arte Mágico, porque si fallaba sería un desperdicio de Maná y además sería inútil volver a usarla por la adaptación de Raziel.
—¡Nayeli enfócate en proteger a la princesa y la piedra! —dijo Raziel recordando la prioridad de la misión, aunque por haber tenido que hablar perdió la concentración, y en consecuencia un orbe mágico le rozó los bigotes del lado derecho de su cabeza de leopardo.
—¡¿Y qué crees que estoy haciendo?! ¡¿Disparando a lo loco como cualquier estadounidense?! —respondió Nayeli entre nervios y concentración mental extrema, permaneciendo cerca de Heidy para protegerla, a la vez que disparaba el rifle contra los soldados de terracota que Qin Shi Huang estaba creando en medio de su batalla contra Miguel y Raven.
Nayeli, en el instante en que su vista divisaba un enemigo, lo reconocía como tal y disparaba con una precisión prodigiosa que le permitía acertar en la cabeza, el cuello y el pecho de cada objetivo. Algunos arqueros de terracota lograban disparar flechas, y Nayeli las atrapaba con la mano libre o las destruía golpeándolas con el propio rifle o mediante un disparo.
Era tal como Miguel y Raven pensaron al planear cómo se organizarían los grupos: Raziel era un conjurador cántico de magia sagrada y diestro en combate cuerpo a cuerpo con energía Chi, y Nayeli era una maestra en el combate a larga distancia con un arma multiforme de Maná. Entre el leopardo y la cierva se compensaban las debilidades del otro en batalla.
Miguel y Raven hicieron cada grupo y pareja pensando en la compatibilidad entre los estilos de lucha de todos ellos, tal como se forman los equipos de cazadores y aventureros al ingresar a una mazmorra. Solo necesitaban experiencia para aprender a luchar juntos y complementarse.
"Si esto continua así, terminará convirtiéndose en una larga lucha de resistencia física y mental. Antes logre sorprender a Michel y pude atacarlo. Solo un golpe más. Tengo que conectar un golpe más" pensaba Raziel, poco a poco construyendo una estrategia sobre la marcha en la que daría todo en un ataque decisivo, porque el resultado de este combate dependerá de quién logre dar el primer golpe fatal.
https://youtu.be/9OYhCbXxwdY
[Lado Sur del Reino de Corazones].
Kumal se había mostrado tal como era: un Cait-Sidhe. Y como ejemplo de su poder había matado al enorme perro de dos cabezas en un instante.
Los demás perros infernales, incluidos los alebrijes perros y los dholes zombis, aunque estaban temerosos seguían obedeciendo las órdenes de sus alfas restantes, la Hellhound hembra y el Alebrije Jaguar, que con sus respectivos ladridos y rugidos ordenaron atacar.
Entonces se desató la masacre.
Diez de los dholes poseídos fueron los siguientes en acercarse, y terminaron incinerados al instante por un único golpe de la cola del Cait-Sidhe, que pareció extenderse de manera inverosímil y volver a su longitud original después del ataque.
Veinte alebrijes perros y dholes zombis saltaron sobre Kumal como una manada de lobos sobre un ciervo, pero los colmillos de esas abominables criaturas apenas conseguían perforar la gruesa piel del gato hada. Y éste último se deshizo de ellos con nada más que liberar su poder en una pequeña llamarada celestial por unos breves segundos. Los dholes zombis se convirtieron en cenizas al morir, y los alebrijes eran destruidos cual rocas frágiles, aunque con sangre morada y órganos internos como cualquier otra criatura orgánica.
Kumal saltó sobre un Huodou y lo aniquiló en un instante destrozándole la cabeza de un zarpazo. A un Alebrije Perro le hizo añicos la cabeza con una feroz mordida. Un Huodou le iba a morder el cuello, pero Kumal lo esquivo apoyándose en las patas traseras y levantando la cabeza, para luego morderle la nuca con tanta fuerza que decapitó al Huodou. Otro Alebrije Perro quiso atacar a Kumal mordiéndolo en el estómago, la parte más vulnerable de muchos animales, y el Cait-Sidhe lo sorprendió con un zarpazo diagonal que convirtió al monstruoso perro gárgola en cientos de pedazos.
Veinte de los Huodou, posicionados en diferentes puntos alrededor del lugar, dispararon de sus fauces bolas de fuego demoniaco rosa. Kumal también respondió con un ataque similar: disparó de sus fauces una bola de fuego sagrado azul, pero apuntando al cielo y con una intención especial.
Las bolas de fuego demoníacas volaron atraídas por esa flama sagrada, por lo que la persiguieron y colisionaron todas en el cielo como fuegos artificiales. De esta manera Kumal evitó la posibilidad de que la explosión o una de esas llamas alcanzaran a Rosabella y a los demás.
Muchos de los sabuesos infernales, alebrijes perros y dholes poseídos avanzaron en sincronía para abalanzarse otra vez sobre el Cait-Sidhe, y más rápido de lo que un humano normal podía ver todos comenzaron a ser despedazados por las garras ardientes del Cait-Sidhe. Cada zarpazo de Kumal dejaba líneas flameantes de color azul como resplandores fugaces, y después de cada uno volaban pedazos carbonizados de sus monstruosos enemigos.
Uno de los Huodou se propuso a atacar a las mujeres, aproximándose desde una distancia alejada de Adán, el felino mágico, el licántropo gris y el guerrero galo. El Huodou no pudo ni llegar a tres metros cerca de alguna de las tres mujeres o las dos niñas, porque su cabeza fue pisada y aplastada contra la tierra por la pata derecha de Kumal.
Dos Alebrijes Perros se acercaron desde otro ángulo, y mientras el primero voló en pedazos por un zarpazo la cabeza del otro fue triturada por los dientes de Kumal. Otro Huodou intento hacer lo mismo que el anterior desde otra posición, y acabó siendo partido a la mitad desde el torso por un brutal ataque de las patas delanteras de Kumal.
Kumal se estaba moviendo alrededor de las tres familias transformándose en un resplandor azul, y lo hacía tan rápido que los protegía en diferentes puntos casi al mismo tiempo, mientras Ismael, Bruno y Adán se ocupaban de eliminar a los que se acercaban por el frente. Ahora los tres hombres podían luchar sin muchas dificultades, porque el feroz gato hada les protegía las espaldas.
En pocos minutos las manadas de monstruos y el ejército de vampiros se redujeron a más de la mitad. Y entonces, de forma repentina, los enemigos pararon sus ataques para tomar bastante distancia; los enemigos no detuvieron el ataque porque se rendían, sino porque ahora podrían ser un estorbo para sus generales que decidieron resolver la situación ellos mismos.
—Había escuchado que las fuerzas en el este, oeste y norte están teniendo problemas. Pero por un momento creí que aquí en el sur sería diferente.
Comentó alguien caminando a paso tranquilo al lado del Alebrije Jaguar. Era un hombre mexicano de mediana edad, alto y delgado con una marcada musculatura, con cabello arreglado y un delgado bigote. Vestía con un simple pantalón con los colores tradicionales de su país y zapatos deportivos, como si fuese un boxeador de clase mundial, y de hecho se podría decir que "sí".
Su nombre era Ricardo "Kukulkan" González, un boxeador profesional y veterano de peleas clandestinas de la Sociedad Humana de México, Estados Unidos y España. Era un niño criado en las montañas de México, que se adentró en el mundo del boxeo y las peleas para saber lo que era ser fuerte. Su búsqueda lo llevó a estar invicto en más de cien combates, y alcanzó un nivel que en el futuro podría ser campeón invicto de peso pluma, tal como lo sería en peso mínimo su descendiente Ricardo "Finito" López.
El Señor Vampiro Mefisto escuchó de él y lo encontró en una noche en los barrios bajos de México; no tardó mucho en contratarlo como familiar humano, prometiéndole que entendería lo que es ser fuerte en el mundo de las peleas dentro de la Sociedad Sobrenatural.
—Es mejor así. Aburrido hubiera sido que solo a nosotros no nos tocase algún desafío.
Contestó un hombre de ascendencia noruega que rondaba por los 20 años, cabello negro largo y barba desaliñada, ojos azules, piel pálida y cuerpo fuerte. Vestía con armadura germánica muy parecida a la que usaría un vikingo, pero con modificaciones adicionales para mayor protección y comodidad. Portaba un hacha de guerra con runas inscritas en ambas hojas.
Era Karl "Thor" Pettersen, un estadounidense fanático de los vikingos y la cultura nórdica que entreno para parecerse a uno, y se unió a un grupo extremista de "neo-paganos" en Noruega que rechaza todo lo que no tenga relación con Odín y Thor. Su fanatismo es tal que, para parecerse a los verdaderos vikingos, se fabricó un hacha y asalto una iglesia local de su pueblo, resultando en la muerte de diez hombres, seis mujeres y dos niños.
Mefisto lo encontró en los bosques de Noruega durante una noche tormentosa mientras Karl huía de las autoridades del pueblo; el Señor Vampiro lo contrató como su familiar humano bajo promesas de que Karl lucharía junto con verdaderos vikingos y viviría como ellos, sin molestarse por las leyes de la actual Sociedad Humana.
—Estoy de acuerdo. Y lo mejor es que hay mujeres y niñas preciosas.
Agregó, con una sonrisa depravada y tono divertido, un adolescente japonés alto y delgado, de cabello marrón típico de protagonista, con un traje elegante oscuro muy estilo británico. Pero la piel blanca, los brillantes ojos rojo sangre y el par de colmillos superiores largos como agujas delataban su condición de vampiro.
Se trataba de Tsukune "Fujin" Kure, un simple estudiante de Japón y fanático de los vampiros y los británicos que soñaba con ser un demonio, tener su propio harén y promocionar su país como el pueblo superior de Asia. También es uno de los sobrevivientes de un poderoso y antiguo clan de humanos peleadores y maestros asesinos de Japón, descendientes del Dios Japonés del Rayo Raijin. Un clan que fue casi erradicado y borrado de la historia por el maestro Yuda Uwais.
El propio Tsukune fue quien encontró a Mefisto de casualidad en Japón, y le pidió convertirse en vampiro para vengarse de Yuda Uwais. El Señor Vampiro reconoció el potencial del joven japonés por el linaje del clan al que pertenecía, por lo que aceptó tenerlo como pupilo y lo convirtió en vampiro.
Ricardo, Karl y Tsukune le debían mucho a Mefisto, y por él fue que aceptaron su orden de unirse al nuevo ejército de Qin Shi Huang para ayudarlo en la misión de recuperar la Gema del Abismo.
—Fujin ocúpate del lobison. El tipo con la espada es tuyo Thor —dijo Ricardo con una expresión aburrida, como la de un veterano que no ha tenido muchos desafíos emocionantes desde hace años—. Yo me haré cargo del francés aristócrata desarmado —dijo centrando la vista en Adán.
—Ni hacía falta decírmelo. De todos modos ya tenía claro quién sería mi contrincante —dijo Tsukune todavía con humor divertido mientras se aproximaba a Ismael.
—¡Ja! ¡Trata de no matar tan rápido al tipo francés! Debes divertirte de vez en cuando —dijo Karl con una risa divertida, acercándose a donde se encontraba Bruno.
Kumal volvió a transformarse en un resplandor azul con la intención de atacar a los tres nuevos enemigos. Pero se topó con una sorpresa que dejo atónito a su grupo, incluido a él; en pleno aire y en forma de resplandor azul celeste, fue alcanzado por un resplandor rojo oscuro que lo golpeó y estrelló contra la pared de un edificio, para luego caer de pie en el suelo en su forma Cait-Sidhe.
Frente a él aterrizó aquel misterioso resplandor rojo oscuro, revelándose como la Hellhound hembra, que ahora podía verse en su collar las letras hebreas que conformaban su nombre: "Judith".
Como todo gato Kumal movió las orejas hacia atrás y mostró sus colmillos con un gruñido hostil y amenazante, que Judith respondió ladrando y también enseñando los colmillos. Tras esa muestra de intimidación bastante igualada, la Hellhound hembra se transformó en un negruzco destello rojizo, mientras que el Cait-Sidhe macho se movió como un blanquecino destello azulado.
Ahí se demostró que los demás monstruos serían un estorbo e hicieron bien en apartarse, porque Kumal y Judith comenzaron a chocar entre sí como meteoros, y durante su lucha frenética se desplazaban tanto por el suelo como las paredes de los edificios en la zona, destrozando toda superficie por las ondas de choque de los cabezazos, o por la fuerza de sus saltos y el impacto de sus aterrizajes.
Para la mayoría eran solo dos destellos moviéndose y chocando entre sí. Pero a la velocidad de ambos, el gato hada y la can infernal intentaban morderse el uno al otro, se chocaban la cabeza contra la del otro, se golpeaban con sus patas delanteras, y se atacaban disparando bolas de fuego, siendo las de Judith rosadas con negro y las de Kumal eran azules con blanco.
Algunos disparos fallaban, otros daban en el objetivo y unos pocos golpeaban por accidente a alguna otra criatura enemiga. Sin embargo Kumal se aseguraba de mantener la lucha lejos de su familia, y también evitaba que alguna bola de fuego los alcanzara; incluso se dejó impactar por alguna que otra bola de fuego para que no alcanzara a su familia.
Por otro lado, los demás tenían sus propios enfrentamientos.
https://youtu.be/gIeUOSumRdU
Ismael llevó las manos al suelo para moverse a cuatro patas tan pronto como el vampiro japonés Tsukune se acercara lo suficiente. Sin embargo tuvo que retroceder un par de pasos tan rápido como podía, debido a un vendaval que surgió de forma repentina, ocasionándole profundos cortes en la mayor parte del cuerpo.
Aquel vendaval había sido invocado por unos simples gestos de los dedos de Tsukune, quien sonreía orgulloso y reía con sádica diversión.
—Magia de viento... —dijo Ismael inspeccionándose de reojo los cortes en su cuerpo, reconociendo el tipo de ataque que había recibido.
—Y no una cualquiera: es magia antigua heredada de los poderosos hermanos kamis Raijin y Fujin —dijo Tsukune bastante prepotente, mientras movía sus manos en suaves gestos, y el viento empezaba a arremolinarse a su alrededor con notorias partículas turquesas de Maná—. Siéntete orgulloso, hombre-lobo inmundo, ¡Porque serás la primera bestia estúpida que mate!
Luego de esa declaración, aparecieron marcas turquesas en la piel visible del rostro y las manos Tsukune que se asemejaban a flechas. Después él realizó tres sellos manuales parecidos a las usadas en la magia sintoísta, y a su alrededor las partículas turquesas de Maná formaron diez enormes armas shuriken de viento.
Ismael se cubrió con los brazos poco antes de que empezaran a atacarlo los shuriken mágicos de viento como sierras redondas. Cada ataque venía desde una dirección y ángulo distinto, logrando rasgar los densos músculos del licántropo y salpicar la tierra con su sangre, aunque él lucía más disgustado por algo que afectado por los ataques.
En el lado contrario Bruno estaba ocupado defendiéndose del agresivo Karl, que agitaba el hacha como un loco asesino. El sable resistía sin problemas los ataques del hacha, la cual soltaba descargas eléctricas y ondas de viento con cada choque.
—¡Oye, esa arma que tienes es buena! ¡¿Es un tesoro de los vikingos?! ¡¿O un arma forjada por los enanos?! —preguntó Karl eufórico entre hachazo y hachazo violento.
—Es un tesoro heredado por los herreros celtas y bendecido por los druidas galeses. No un arma corrupta de tu tierra, bruto ególatra —dijo Bruno mientras bloqueaba cada ataque, expresando nada más que molestia y aburrimiento sin ni una pizca de estar esforzándose en el enfrentamiento.
Al mismo tiempo Adán esperaba paciente a que Ricardo terminara de acercarse lo suficiente para golpearlo.
—Me dijeron que me divirtiera un poco. Pero no voy a malgastar mi tiempo luchando con un francés pendejo —dijo Ricardo en su español mexicano, y luego se detuvo para ponerse en la postura del estilo ortodoxo del boxeo.
—Cuanto resentimiento tienes compadre —contesto Adán en un español bien fluido, con algo de sarcasmo y entrecerrando los ojos, aunque su acento francés estaba un poco marcado—. Sí, sé hablar español por unos años que pase viviendo en España. Y viendo lo perfecta que esta esa postura, también sé que eres un boxeador veterano.
—Más que un simple boxeador veterano. Soy la leyenda viviente; el orgullo de México; el omega del boxeo y el "Kukulkan" entre humanos, Ricardo González.
—Bonitos títulos. Entonces quizás yo si me divierta un poco.
—En vez de fingir que eres fuerte, mejor actúa como lo que eres en realidad —dijo Ricardo con un poco de molestia, no como un insulto sino como una afirmación verídica.
—¿Ehhh? Oye, oye, oye, ¿acabas de llamarme "débil"? —preguntó Adán frunciendo el ceño, para después comenzar a caminar hacia el boxeador mexicano.
Bastaron tres pasos para que Adán entrara al rango de Ricardo, y en el instante en que su pie derecho dio el tercer paso, el sonido de un golpe hizo eco en el aire como una explosión mientras Adán se tambaleaba hacia atrás, sangrando de la nariz y la boca; había recibido en la cara un jab de Ricardo tan veloz que podría compararse a una bala. Lo curioso es que Adán no lucía tan afectado por el golpe, más allá de estar sorprendido.
—Sí, eres solo otro hombre francés privilegiado debilucho —dijo Ricardo con un semblante molesto.
Dicho eso, Ricardo prosiguió con un bestial combo de jabs tan veloces que al ojo humano no podían verse, cargados de tanta fuerza que cada impacto generaba una onda de viento.
En menos de dos segundos Adán recibió quince golpes distribuidos por el estómago, pecho, hombros y rostro. A los quince jabs le siguió un uppercut derecho bajo la barbilla, y finalizo con un golpe directo en la cara. Adán cayó de espalda en el suelo, con la parte frontal de su ropa un poco desgarrada a causa de los golpes, además de algunas magulladuras en el rostro.
—Yo en cambio soy un supercampeón invicto de cien peleas y que está más allá del nivel mundial del boxeo. El mundo del que provengo es uno muy distinto al tuyo —dijo Ricardo con el ceño fruncido, antes de darse la vuelta con la intención de retirarse de allí, como un luchador que solo siente lástima por su oponente.
—Privilegiado, privilegiado, privilegiado. Todos los idiotas como tú son iguales y pecan de la misma hipocresía de juzgar a otros sin conocerlos.
Ricardo se detuvo y giró la cabeza para mirar a su espalda. Su rostro serio y casi inexpresivo al fin mostró algo de sorpresa tras ver a Adán otra vez de pie, aunque con la cabeza agachada y el rostro tapado por su largo cabello, sin tambalearse ni mostrar alguna señal de que los golpes le hayan hecho algún daño.
—Tienes más resistencia de lo que creí, eso lo admito —dijo Ricardo girando el cuerpo para mirar de frente a su oponente otra vez—. Sin embargo, esta vez no volverás a levantarte.
Apretando el puño derecho, Ricardo lanzó un golpe directo cargado con toda su fuerza, y su rostro expresó mayor sorpresa e incredulidad al presenciar cómo la mano izquierda de Adán detenía sin esfuerzo alguno aquel devastador golpe directo.
https://youtu.be/rL4bls79Ohs
—Pero de todos modos quiero darte las gracias. Esos golpes fueron tan buenos que me trajeron recuerdos bellamente desagradables —decía Adán pasándose la mano derecha por la cara hasta la cima de la cabeza para apartarse el cabello de su vista, y Ricardo sintió un escalofrío recorrerle la columna vertebral por lo que vio.
La expresión seria y malhumorada de Adán había cambiado por una de alegría desquiciada, con una enorme sonrisa y ojos que brillaban de emoción salvaje. Era la misma expresión de locura que tenía Jofiel cuando le invadía la emoción de un combate, y como curiosidad cabe recordar que Adán Dumont también fue un hombre-león en el pasado.
Sin embargo Ricardo no se dejó intimidar y apretó el puño izquierdo para un ataque al cuerpo. Entonces su visión se tornó borrosa y cayó de espalda al suelo, un metro lejos de su contrincante, con una horrible marca roja en la cara como señal de lo que pasó: Adán lo había apartado con una bofetada en la cara usando la mano derecha, y fue tan rápido que el boxeador veterano ni siquiera lo vio venir.
—Siempre he dicho que el boxeo moderno es demasiado limitado y suave, porque es el deporte favorito de los caballeros. Pero en mi familia yo nunca fui un caballero, ni tampoco la oveja negra...
Decía Adán, con desbordante alegría aterradora, mientras se agarraba el cuello de la chaqueta junto con el de la camisa, para entonces abrirlas con tal fuerza que las desgarró por completo hasta las mangas, como si rompiese una hoja de papel en vez de tela gruesa. Era la acción que un veterano de las luchas callejeras suele hacer para evitar que los enemigos le agarren la camisa.
Pero aparte de ser una acción preventiva con su propia lógica, también sirvió para exponer los músculos marcados en sus abdominales, hombros anchos y bíceps grandes, todo este tiempo ocultos por los trajes elegantes que él vestía. Y debido a los golpes que recibió antes, el cabello largo de Adán estaba despeinado como una melena salvaje. Casi parecía la imagen de un clásico hombre salvaje deshaciéndose de su imagen de hombre "civilizado".
—¡Yo era un león rodeado de corderos! —prosiguió Adán al final con una gran sonrisa, mientras dejaba caer los restos de su camisa y chaqueta.
"Ese no es el cuerpo de un aristócrata que vive con pereza en mansiones o castillos; parece más un hombre de las cavernas. Y la fuerza de aquel golpe no era la de un humano normal; parecía el golpe de un orangután", pensaba Ricardo mientras se ponía de pie, escupiendo sangre y un diente roto, con una cara de desconcierto total por el físico y la fuerza de Adán que tenían toda la esencia de un hombre primitivo.
Y no era el único combate saliéndose de control.
Su compañero Karl todavía estaba esforzándose en al menos darle un golpe a Bruno, quien seguía bloqueando con el sable mágico cada poderoso ataque del hacha como si estuviera apartando moscas con una ramita. El vikingo moderno al fin entendió que era inútil continuar atacando con el hacha, por lo que a la primera oportunidad movió su puño izquierdo en un sorpresivo y amplio golpe, consiguiendo solo rozar la camisa de Bruno, ya que éste último reaccionó a tiempo para alejarse.
—Oye cuidado con esta ropa. Fue un regalo de mi esposa por nuestro aniversario —dijo Bruno molesto y todavía sin tomar en serio a su oponente.
—Reconozco que esa espada es excelente. ¡Pero yo tengo un arma forjada por artesanos enano y poseo la poderosa magia heredada del dios Thor el más fuerte entre los dioses! —decía Karl con orgullo, para luego liberar en todo su cuerpo descargas eléctricas que iban condensándose en su hacha, mientras runas azules se manifestaban en su armadura—. ¡Así que siéntete honrado porque irás al Valhalla por mi mano!
—Prefiero Avalon que esa madriguera nórdica sobrevalorada llena de ratas e hipócritas —dijo Bruno con un humor más amargo—. Toda esta locura me tiene muy de malas. Pero el hecho de enfrentar a un vikingo loco, ya me está revolviendo el estómago.
Luego de esas palabras, Bruno transformó su sable mágico de nuevo en un anillo puesto en su dedo angular. Esa acción sorprendió a Cinderella, porque ella sabía lo que estaba por ocurrir; su marido se lo confirmó al empezar a caminar hacia el vikingo moderno, sin la intención de volver a sacar el sable mágico.
—Idiota, idiota, idiota. ¿Por qué guardaste esa arma mágica que tanta ventaja te daba? —preguntó Karl divertido y con más confianza—. ¿Qué podría hacer un principito francés contra un poderoso vikingo?
—Aquí el único idiota eres tú por tu ignorancia colosal. En primer lugar, la razón por la que utilizó una espada mágica es por misericordia de mi parte —decía Bruno con un humor menos amigable ahora—: así definitivamente mis enemigos morirán más rápido y con menos vergüenza.
—¡Ja, ja, ja! ¡¿Qué puta mierda de broma es esa?! —decía Karl levantando su hacha cargada de magia de rayo para luego descenderla en un devastador ataque sobre su enemigo.
Su sonrisa cayó en el instante en que su hacha fue detenida por el dedo índice izquierdo de Bruno, incluso si el ataque tuvo tanta fuerza que retumbó la tierra bajo los pies de ambos.
—¡¡¡¿Qué?!!! —exclamó Karl tan en shock que sus ojos podrían haberse salido de sus cuencas de forma caricaturesca.
—En segundo lugar, técnicamente no soy del todo un francés "moderno" —explicaba Bruno con un semblante serio que dejaba en claro que ya no estaba jugando—. En la tribu de mi padre no tienen apellidos, por lo que él adoptó como apellido el nombre de un familiar de mi madre. Pero cuando nací me nombraron como parte de la tribu de mi padre. Mi nombre de nacimiento es Brunocingetorix, hijo de Lutterix de Nueva Galia y descendiente de Ambiorix de la Antigua Galia.
Mientras él decía esa revelación, su cuerpo comenzó a soltar descargas eléctricas doradas, las partes visibles de su rostro y manos adquirían marcas celtas de fosforescente color verde, y sus ojos adquirían un amenazante color verde.
Por otro lado Tsukune continuaba atacando al licántropo gris, y a simple vista parecía estar dominando el combate, aunque sus ataques mágicos no lograban causar un daño severo.
—¡Ja, ja, ja! ¡Ya deja de resistir en vano y déjate matar! ¡Los vampiros son mejores y más fuertes que los licántropos, y yo soy un vampiro de Japón con el poder de un dios! —decía Tsukune con un ego inmenso, sin dejar de mover las filosas uñas de sus dedos para que no cesaran sus ataques mágicos.
Entonces sus shuriken de viento se detuvieron y dispersaron, en el mismo instante en que Ismael alzó la mano derecha en una clara señal de alto. Tsukune miro lo sucedido confundido al inicio, y trató de reanudar el ataque con otro gesto de una mano; se vio con la impactante revelación de que su magia de viento ya no respondía. Todo lo que pasaba era que una suave brisa giraba alrededor de ellos dos, como si el viento mágico aguardara una orden para actuar; una orden que no era la de Tsukune.
"¡¿Qué mierda es esto?! Siento claramente que el Maná fluye desde mi mente y se libera al exterior, pero el viento creado no me responde como si... No puede ser posible... Esto solo debería pasar si yo enfrentase a otro mago de viento cuyo nivel de control esté muy por encima del mío..." pensaba Tsukune, poco a poco comprendiendo lo que pasaba, y aun así se rehusaba a creerlo.
No podía creer que el licántropo que ahora enfrentaba tuviese un dominio de la magia de viento mucho mayor que él.
—Me disculpo. Como es la primera vez en mucho tiempo que peleo con alguien que maneja magia de viento, actué por instinto y nostalgia —dijo Ismael dejando de cubrirse para mirarse la mano derecha con una mezcla de disgusto y vergüenza en su mirada—. Sin embargo, me siento menos culpable en volver a usarlo... Y creo saber la razón...
Ismael cerró la mano derecha en un puño, y entonces la suave brisa comenzó a condensarse alrededor de su puño, con partículas de Maná de color celeste. Esto llevó a que Tsukune estuviera boquiabierto de la incredulidad, porque se había confirmado la sospecha que él se negaba a creer.
—Hace mucho tiempo juré no volver a usar esta magia que tantas vidas ha arrebatado —proseguía Ismael con un amenazante gruñido de lobo furioso—. Algunos sí se lo merecían, y otros no... Pero hace unos meses un gato maldito me dijo que deje de ser un lobo malvado... Ya no soy la mano derecha del príncipe Amadeus Borgia. Este poder lo usare de nuevo, pero para proteger —dicho esto, Ismael redirige la vista hacia el vampiro japonés—. Y lo mejor es que matar a una escoria como tú no me hará sentirme culpable.
Ismael bajo el puño y abrió la mano derecha de manera dominante, lo cual provocó que la brisa en su brazo se extendiera y empezara a dar circular alrededor de él como un torbellino. Y abajo de su palma derecha se manifestó un Círculo Mágico turquesa con palabras en alemán y símbolos geométricos eslavos.
Sin duda el ejército de Qin Shi Huang tampoco tuvo suerte en el Sur del Reino de Corazones, porque se topó con monstruos de los cuentos de hadas.
Próximo capítulo: Monstruos de los Cuentos.
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