Capítulo LIV: Corazón de Metal (III)
"La naturaleza no se apresura, sin embargo, todo se logra".
—Lao Tse.
https://youtu.be/tKh51PD1WIg
[Sede Japonesa de San Bestia: Dojo de Syuri Kondo]
Mientras tanto en el otro lado del Mundo Mortal, en las tierras niponas, se estaba llevando a cabo un proceso de iniciación en uno de los dojos integrados en la sede de San Bestia establecida allí. El dojo personal de la maestra Kondo era tal como en el Japón Feudal, pero de un tamaño lo bastante amplio como para albergar a más de mil estudiantes, y también para dejar un espacio en el centro ideal para devastadores combates de entrenamiento o de demostración. Y para resistir la fuerza que podían ejercer los estudiantes, las paredes y techo estaban reforzadas con madera de los bosques oscuros del Mundo Yokai, capaces de resistir explosiones de gran magnitud y poder destructivo.
Además las paredes estaban adornadas con dibujos tradicionales de tigres, zorros y dragones. En una pared colgaba los kanjis de la disciplina que se practicaba allí —karate—. En otra colgaban carteles con kanjis que describían los principios de las artes marciales y los preceptos a seguir para ser un artista marcial de allí. En otra pared había un cuadro con un dibujo antiguo de Absalón Khan, quien había fundado en la India, China y Japón las sedes asiáticas del gremio San Bestia. Y en el fondo del dojo se encontraba parada la maestra Syuri Kondo.
La maestra de la sede japonesa de San Bestia no era muy diferente a la vista en el torneo donde Ezequiel destrozó a Raiden Tameemon. Aparte de tener ahora el cabello recogido en una sola coleta y aparentar ser dos años mayor, seguía teniendo su ropa casual, aunque con algunas ligeras modificaciones, como una chaqueta de tela negra con el mismo símbolo de un dragón celeste en la espalda, aretes negros en las orejas y un sombreado celeste en ambos ojos.
—¿Ya terminaste con tu gala de técnicas y trucos, "pequeña prima"? —pregunto Kondo estando cruzada de brazos, arqueando una ceja y teniendo un tono severo que hacía juego con su mirada seria.
—No te molestes Syuri-sama; ya acabe de repartir palizas.
Contestó, con un tono burlón y cínico, nada más ni menos que la kitsune coreana Kira Ginoh; llevaba su ropa casual a pesar de que se encontraba en el dojo donde estudiaba, y se hallaba parada en medio de cientos de estudiantes chicos y chicas de karate tirados en el suelo, llenos de golpes, manchados con sangre y dando quejidos de terrible dolor. Pero todos seguían vivos, no tenían heridas fatales, y ya estaban empezando a ser atendidos por los médicos y sacerdotes sanadores de la sede; aunque esto no tranquilizaba a la maestra Kondo.
—¡Y la verdad es que me decepcione bastante! ¡Ni siquiera el mejor estudiante de tu sede me ha dado una pelea decente! —se quejó Kira con molestia mientras se daba la vuelta y, de un salto, aterrizó a unos pasos cerca de la maestra kondo.
—Reconozco que ese arte marcial que aprendiste en Corea es muy poderoso. Y combinado con el karate de nuestra familia, hasta el maestro de karate más fuerte de Japón le será casi imposible vencerte. Pero no te sobrestimes mucho —dijo Kondo con más molestia para luego, de forma repentina, esbozar una radiante y soñadora sonrisa, mientras desviaba la mirada a otro lado—. ¡Mi amado tigre es el mejor de entre todos mis estudiantes! ¡¡Él es casi tan poderoso como yo!!
—Claro, tu estudiante, sucesor y también prometido, Byakko Nishimura —dijo Kira deteniéndose a cinco pasos lejos de su maestra, y poniendo una cara apenada por la reacción infantil de ésta última—. Si fuera otra criatura yo tendría serias dudas de tus afirmaciones. Pero dado a que él es un baketora, no puedo dudar de que sería uno de los pocos estudiantes tuyos que me daría una excelente batalla.
»Pero por desgracia él sigue desaparecido en alguna "dimensión alterna", y tus otros estudiantes estrellas graduados estan ocupados en misiones fuera de Japón. Así que ya no tengo más rivales y oponentes en todo el Territorio Japonés, incluido el Mundo Yokai. Y como tal, oficialmente ya he demostrado que supere a todas las criaturas del maldito Territorio Japonés.
—Lamento decir que te equivocas otra vez, kira-chaaaan —dijo Kondo volviendo a fijar la mirada en la kitsune coreana, teniendo una sonrisa divertida y un tono burlón.
—No vuelvas a llamarme así... —contestó Kira enseñando sus filosos dientes de forma amenazante e iracunda—. Como les dije a tus tíos y al resto de tu familia; no quiero que me llamen por el maldito nombre que me dio esa escoria que se hacía llamar mi padre. Ahora en adelante usaré mi nombre como nativa del hogar original de mi madre. Ahora mi nombre es Gi-No; Kim Gi-No.
—Aunque me gusta tu nuevo nombre, igual te seguiré llamando como mis tíos te decían cuando te adoptaron. Además, "Kira" también es un nombre bello —decía Kondo ahora cambiando su expresión por una jovial y emotiva—. En el idioma eslavo significa "mujer fuerte". En ruso es la forma femenina del nombre "Kir", que puede traducirse como "amante, gobernante, líder del pueblo". Y en japonés significa "brillante, reluciente".
—Y en los reinos occidentales de habla inglés se malentiende con la palabra killer (asesino) —agregó Kira entrecerrando los ojos con molestia.
—No es el primer nombre que es malinterpretado en otros idiomas —dijo Kondo agitando dos veces la mano derecha como si no fuera nada malo—. Al igual que no eres la primera estudiante revoltosa creyendo ser la "número uno" de mi dojo. Lamento romper tus ilusiones, pero aún queda un estudiante mío que es más poderoso que tú: ¡hablo de Gao-kun!
—¿El nuevo avatar mortal del Rey Tigre? —preguntó Kira arqueando una ceja, con total incredulidad—. No es un usuario de mana, y no pudo aprender a usar el Chi para pelear, ni siquiera para sanar. Hasta la fastidiosa licántropo hembra que lo acompañaba aprendió lo básico para usar el Chi en combate, e incluso dominó varias de las técnicas de karate. Si tú no hubieras interferido nuestro combate, yo le habría ganado a ese baketora, porque a pesar de tener el alma de un depredador de dioses y demonios, él no es nada grandioso.
—Igual que el Rey Tigre, Rudra —contestó Kondo teniendo ahora una sonrisa que denotaba felicidad genuina—. En el principio Rudra no era más que un simple felino primitivo. Y aunque la mayor parte de su poder la desarrolló por sí mismo gracias a sus constantes evoluciones y batallas, sólo pudo convertirse en uno de los seres más poderosos de la existencia, gracias a la ayuda y enseñanzas que le dieron otros seres como Sun Wukong, Buda II, Augusto de Jade, Inari III y sus propios discípulos, como el segundo arcángel San Gabriel. Y Gao-kun también pasa por lo mismo; él es fuerte por sí solo, pero con el apoyo, la ayuda y el aprendizaje correcto, podrá desarrollar todo el potencial latente en su interior.
La kitsune coreana solo comenzó a reírse de esa afirmación, como si hubiera escuchado una estupenda broma. Sin embargo la maestra Kondo agrandó la sonrisa que tenía y levantó la mirada al techo, porque tenía el presentimiento de que sus palabras iban a ser confirmadas dentro de poco.
https://youtu.be/ENH6cWrKrGw
[Base de Carmilla: Almacén Principal]
—¡Abran fuego! —ordenó Sócrates alzando la mano derecha al aire.
De inmediato todos los hombres de metal —a excepción de quien tenía el agujero negro en ambas manos— levantaron sus armas y apuntaron en dirección de donde emergieron primero aquellos árboles oscuros. Los primeros en disparar fueron los que portaban los rifles; las armas de estos comenzaron a generar pequeñas descargas eléctricas de color violeta, y en cuanto presionaron el gatillo, los engranajes incorporados en el rifle comenzaron a girar a gran velocidad, mientras disparaba trescientas balas por minuto. Y de cada diez balas de hierro, había una de plata.
Las balas no podían atravesar las paredes rocosas, pero cuando impactaban en un árbol, lo atravesaban y dejaban un agujero detrás de sí, como si el árbol fuese real, pero cuando las balas derribaban una rama o agujereaban tanto a un árbol que lo derribaban, la rama partida y el árbol derribado desaparecían de forma sombría. Sin embargo aquellos árboles fantasmales eran tan fuertes como uno de verdad, ya que Remiel, junto con Gabriel, Miguel, Rafael, Azrael, Raziel, Jofiel y Erzuli, al trepar por uno el árbol no desapareció, y hasta soporto el peso de ellos.
Luego las bestias del grupo empezaron a moverse y balancearse por las ramas de los árboles oscuros, mientras esquivaban los disparos. El kitsune estaba a la cabeza, saltando de un árbol a otro con prodigiosa agilidad y velocidad, protegiendo a varios de sus compañeros de alguna que otra bala al desviarlas con la katana. Mientras tanto los hombres de metal entendieron de inmediato que por culpa de los árboles iba a ser muy difícil acertar un disparo, por lo que decidieron aumentar la potencia de fuego para deshacerse de los árboles.
—¡Cañoneros preparados! —ordenó Sócrates, y en respuesta los tres que portaban los trabucos se prepararon para disparar.
Los tres hombres de metal apuntaron sus respectivas armas a los jóvenes-bestia. Luego los tubos y la esfera de los trabucos comenzaron a desprender una luz blanquecina, y cuando la intensidad de esa luz alcanzó un punto en que era casi cegador, los fusileros detuvieron los disparos y se hicieron a un lado; luego los cañoneros apretaron el gatillo de sus armas, y entonces cada trabuco disparó un poderoso resplandor blanco, que destrozó árboles y paredes rocosas que estaban en su camino.
—¡Par de gatos malditos es su turno! —gritó Miguel deteniéndose en la copa de un árbol.
En respuesta Gabriel y Jofiel, por separado, se posicionaron en la rama de un árbol, delante del grupo, y se prepararon para recibir aquellas esferas de luz. El narasinja comenzó a cubrir con Prana sus puños y, estando parado en la rama con un equilibrio digno de un felino, se preparó para redirigir dos de las tres esferas, mientras el baghatma se encargaba de la última.
Aunque las esferas luminosas avanzaban tan rápido como una flecha disparada por una ballesta, para Gabriel avanzaban en cámara lenta; para él fue como si el tiempo comenzará a avanzar lento, y él no creía que era por alguna habilidad suya desbloqueada, sino más bien por algo natural, muy parecido a lo que le sucede a veces a una persona que está por sufrir un accidente, o un luchador experimentado que segundos antes de recibir un golpe crítico, siente que todo avanza lento.
Y mientras aquella esfera de luz se dirigía en cámara lenta hacia el baghatma, éste recordaba el consejo motivador de Jofiel sobre cómo controlar la energía Chi.
—Tienes que despejar la mente; dejar que fluya el Chi de manera natural por tu cuerpo igual que la sangre en tus venas; no la fuerces ni creas que no puedes lograrlo. Pero sobre todo, debes decidir la inclinación de tu Chi —decía Jofiel con una sonrisa amistosa, pero teniendo el tono sereno de un sabio—. El Chi está ligado a la esencia primordial de la existencia, que conforma el Yin y el Yang. Por lo tanto, es necesario que tengas en claro a cual sigues, para crear un "camino" estable y fuerte con tu espíritu, por el que fluirá el Chi a través de tu cuerpo. Debes decidir por fin si eres el Yin o el Yang; si eres la oscuridad o la luz.
A pesar de que Gabriel tenía como pasatiempo secundario cazar criminales y todo tipo de personas perversas, y era la reencarnación de Rudra, un ser que ha derrocado todo tipo de seres tiránicos como el dios Zeus y ha salvado innumerables mundos como el planeta tierra, no se consideraba una especie de "mesías", ni mucho menos un justiciero; tal como lo dijo antes y como se lo dijo al mismo narasinja, no se consideraba alguien especial, que influía de manera positiva en todos alrededor y lograba salir de cualquier situación sin esfuerzo.
Era todo lo contrario a la idea de un elegido; eran las personas quienes influían en él, tuvo que tener maestros para conseguir aprender el Kalaripayattu y a cultivar el Chi, no tiene interés en ser reconocido como un "héroe", y su manera de hacer "justicia" es matar a los culpables. No era ningún "elegido" ni algo parecido, por lo que, a pesar de que su alineación karmica no era Yang, tampoco podía ser Yin; ya que tenía un código de no matar inocentes ni crear caos. Además el que fuera Yin o Yang no significaba que fuera un "villano" o un "héroe".
En contraste con el Prana, el karma en el Chi no se medía en niveles sino en una "balanza", y también podía ser empleado por criaturas de corazón maligno. Esto se debe a que el Chi es una energía que encarna el principio primordial de la existencia (la dualidad de la luz y la oscuridad) en el interior del alma de los seres vivos. Por lo tanto está vinculada por igual a la luz y la oscuridad de la naturaleza.
Sin embargo para que un ser de corazón maligno pueda usar el Chi es necesario requisitos específicos, similares a los que necesita alguien de corazón puro; siendo los principales una comprensión clara de la dualidad del Tao, junto con un entendimiento correcto de la naturaleza del Chi, y que el individuo acepte que su verdadera naturaleza es oscura. Es por esto que incluso los demonios y dioses oscuros del Panteón Chino son capaces de usar el Chi.
Pero Gabriel no era luz ni oscuridad en su totalidad; era parte Deva y parte Asura; era la encarnación mortal de la destrucción pura y naturaleza primigenia de la existencia. Por lo tanto, teniendo en cuenta que dentro de la oscuridad puede haber luz, y dentro de la luz también puede haber oscuridad, él debía estar entre ambos; como Deva y Asura debía recorrer el camino intermedio entre la luz y la oscuridad de la verdadera deificación, y al igual que un "juez" debía marcar la línea entre el Yin y el Yang.
https://youtu.be/rHj3tFcsWcM
"No soy Yin ni Yang... En realidad... en realidad...", pensaba Gabriel cerrando los ojos, y empezando a comprender la naturaleza ambigua de su alma, y de su "otro yo". Luego abrió los ojos y, con una determinación renovada en su mirada, vio la esfera de luz que se acercaba, mientras pensaba para sí mismo: "Mi naturaleza no está ligado al Yin ni al Yang... sino a... ambos... En realidad... ¡mi energía Chi es parte de ambos! ¡Es parte del Yin y el Yang por igual!".
Según el baghatma resolvía su conflicto interno sobre la alineación de su Chi, dicha energía comenzó a manifestarse por su cuerpo bajo la apariencia de un aura flameante, de un color tan dorado y brillante como el sol. Luego entró en la guardia clásica del kalaripayattu, y cuando la esfera luminosa estuvo cerca de él, recordó su entrenamiento con aquel extraño, y usó su primera técnica marcial con Chi; era una de las técnicas básicas de aquel extraño arte marcial del luchador nómada: [Godfist Style: Universal Rivers Current].
La técnica consistió en que envolviese sus manos con energía Chi, después tocó la esfera de luz con la palma izquierda y, tal como el agua fluyendo en un río de forma tranquila y sin detenerse, Gabriel movió el brazo hacia la izquierda, mientras guiaba la esfera de luz en dicha dirección, haciendo que la misma impactara en la pared del quinto piso de la base.
Al mismo tiempo Jofiel golpeó las otras dos esferas de luz, desviándolas a paredes en lados contrarios —piso cuatro y piso tres respectivamente—. Los hombres de metal, al ver como las esferas de luz eran redireccionadas por el dúo narasinja y baghatma, por un momento quedaron boquiabiertos y paralizados de la sorpresa, ya que reconocieron al instante que el dúo de bestias eran guerreros de energías internas.
Mientras tanto Jofiel, Remiel y el resto de los jóvenes-bestia se dieron cuenta de que la tercera esfera de luz también fue desviada con éxito por Gabriel, lo cual les llenó de felicidad y orgullo. Hasta el mismo baghatma estaba tan sorprendido de su logro personal, que miraba su propia mano izquierda, incrédulo de que había conseguido mantener su energía Chi liberado y usarlo en combate.
—¡Lo logró! —dijeron Remiel y Raziel al mismo tiempo sonriendo de felicidad y emoción.
—¡Lo logró! —festejo Rafael sujetándose con ambas manos de la corteza de un árbol oscuro, estando sorprendido, feliz y orgulloso de su amigo igual a como lo estaría un hermano mayor.
"Lo logró. ¡El gato maldito lo logró!", pensó Miguel esbozando una gran sonrisa, feliz como líder por el progreso de su subordinado, y a la vez molesto porque ahora le será más difícil vencer al baghatma.
—¿Lo logré? —se preguntó Gabriel así mismo todavía incrédulo de su propia hazaña, viéndose sus propias manos envueltas en energía Chi, la cual se mantenía fluyendo a través de todo su cuerpo sin señales de desaparecer o estar débil, como las primeras veces que lo liberó.
—Sí, lo lograste. Felicidades por tu gran avance —decía Azrael con tono sarcástico, mientras emergía de la sombra detrás de Gabriel, y luego le da a éste último un fuerte coscorrón en la cabeza—. ¡Ahora despierta tigre idiota y prepárate para luchar! ¡¡Recuerda que seguimos en medio de una maldita batalla!! —exclamó Azrael cambiando a una actitud furiosa por la pausa momentánea del baghatma, que le hizo olvidar que estaban a mitad de una lucha.
—¡Ay es cierto! ¡Perdón! —dijo Gabriel sujetándose la cabeza, al principio molesto por el golpe que le dio su amigo pantera, pero ahora furioso consigo mismo por distraerse.
De modo que reanuda la marcha al igual que sus compañeros saltando y balanceándose de rama en rama de los árboles, mientras Azrael se sumergía en la sombra que los árboles producían en el suelo.
[Sede Japonesa de San Bestia: Dojo de Syuri Kondo]
Al mismo tiempo, a pesar de haber una abismal diferencia de distancia entre la Base Secreta de Carmilla y la sede japonesa de San Bestia, la kitsune coreana detuvo sus carcajadas y pasó de reflejar alegría jovial y diversión villanesca, a mostrar desconcierto absoluto en sus ojos. Luego volteó su mirada en dirección al noroeste, donde ella percibía una fuente de Chi puro y a la vez caótico.
"Ese Chi...", pensaba Kira con total incredulidad; se negaba a creer que la energía Chi que percibía era del mismo baghatma que hasta hace unos días apenas podía hacer visible dicha energía.
—¿Lo sentiste verdad? —pregunto Kondo poniendo ambas manos en las caderas con una sonrisa orgullosa—. Yo también pude percibirlo. Pero debido al vínculo que existe entre las almas de ustedes dos, para ti es más fácil percibir su presencia. Lo mismo será para Caroline-chan, esté donde esté, ahora que ella también puede liberar y controlar su Chi.
—¡Bulganeunghan! (¡Imposible!) ¡¿Cómo maldiciones pudo lograrlo?! —exclamó Kira terminando de darse la vuelta, y luego apretó los puños con rabia.
—Es porque él ya tenía los requisitos físicos para liberar el Chi; solo le faltaba los requisitos psicológicos para usarlo —contesto Kondo de modo jovial—. En la raza humana es común que entre los individuos haya talento en una área intelectual o creativa; como construir, memorizar, calcular o pintar. Pero son muy pocos los que tienen talento para las peleas, o que al menos se especializan más en luchar, siendo la mayoría de estos luchadores natos hombres. Ya que los varones de la raza humana están diseñados para usar más su fuerza que su intelecto. Y el cachorro tigre cuando era humano, no era bueno en casi nada, excepto en una cosa: sobrevivir.
»Antes de ser una bestia diseñada para pelear, él ya tenía talento para el combate y además cada día para él era una lucha por la supervivencia, tanto en su propia aldea humana como en la misma selva que visitaba; al igual que cualquier animal y bestia, su vida ha girado en torno a las luchas y la supervivencia, de manera que se ha acostumbrado al conflicto y a las peleas. Pero ahora gracias a Caroline-chan, a su nueva familia y a su clan, está empezando a desarrollar la suficiente confianza y fe en sí mismo, para que empiece a usar los talentos naturales que desarrollo desde su conflictiva y traumática niñez.
https://youtu.be/QmVl0auyqJQ
Kira no volvió a responder; solo apretó los dientes y gruñó igual que un enorme canino furioso, mientras recordaba con ira al baghatma de ojos verdes. La kitsune coreana vino desde su hogar en Corea a la sede japonesa de San Bestia, cuando se enteró de que había llegado a dicho lugar el nuevo avatar mortal del Dios de las Bestias, y quedó bastante decepcionada al descubrir que Gabriel no era tan poderoso como lo fue Absalón, a pesar de que ya pasaron dos años desde que Rudra reencarno en él.
Por eso la kitsune coreana sintió una hirviente furia hacia sí misma, por haber subestimado al baghatma al grado de perder casi todo el interés en luchar con él.
"He esperado cuatrocientos años para volverte a encontrar, y no pienso esperar más por nuestra jurada batalla. Esta vez me asegurare de que cumplas tu promesa conmigo... Absalón...", decía Kira en su propia mente con furia y a la vez tristeza, mientras recordaba una noche especial de su pasado.
Siglos atrás en una noche Kira paseaba por las calles de uno de los grandes reinos del Mundo Yokai, donde se hallaba el palacio de la tribu del Clan Dragón Japonés —donde ella vivía tras ser adoptada—. Debido a la posición geográfica de aquel reino, era común que en las noches llegaran viajeros de otras aldeas y reinos, buscando un Ryokan (posada tradicional japonesa) para alojarse y descansar. Pero en la noche en que Kira quiso salir del estricto y agobiante palacio, fue testigo junto a otros yokais de la llegada de un destacado y bizarro grupo de seis extranjeros, conformados por cinco mujeres y un hombre, que preguntaban por un Ryokan para descansar de su largo viaje.
La primera mujer era una hermosa vampiresa rumana, de constitución delgada, bastante esbelta y apariencia adulta (26 años), con cabello negro largo hasta la barbilla, de puntas onduladas y lo mantenía sujetado detrás de la cabeza. Brillantes ojos carmesí y sombreado negro en los párpados. Carnosos labios rojos, y llevaba puesto un elegante y estrafalario vestido de condesa gótica de color negro en su mayor parte con camisa roja, chaqueta negra y rubíes auténticos incorporados como adorno.
La segunda mujer era una licántropo germánica de 24 años, de cuerpo bastante tonificado con grandes pechos y amplias caderas. Su cabello era rubio platino de estilo rebelde, con mechas azules y delgadas trenzas que se juntaban en un moño encima de su cabeza. Tenía los ojos de un color azul zafiro, pintura tribal de color azul en su rostro. Y como ropa llevaba una ajustada camisa gris y pantalón de mismo color, reforzadas con pechera y rodilleras de hierro. Aparte traía como adorno una piel de lobo gris a modo de capa, y tenía tatuajes rúnicos de color azul en sus brazos.
La tercera mujer era una dragona abisal, con la apariencia de una humana rusa que aparentaba 30 años de cuerpo atlético, maduro y bastante esbelto. Cabello blanco largo hasta las caderas y ondulado, labios negros, una rara piel de color violeta, ojos por completo rojos, enormes cuernos dracónicos negros en ambos lados de la cabeza, y portaba armadura ligera hecha con escamas negras de dragón que daba una vista amplia de su desarrollado cuerpo, de manera que podía apreciarse que algunas zonas de su piel tenían marcas semejantes a escamas.
La cuarta mujer era una joven que pertenecía a la raza orco, con ojos dorados y cabello rojo oscuro, rizado y largo hasta por debajo de los hombros, pero mantenido atado en una larga coleta. Aunque era robusta y bastante alta no tenía un cuerpo tan musculoso como suelen tener los orcos, pero si tenía curvas y pechos muy proporcionales, de manera que era muy esbelta y madura. Y como muchos de su raza vestía lista para la batalla, con camisa sin mangas, pantalón ajustado con cinturón de acero y botas de cuero, aparte de cintas blancas en las manos.
Y la quinta mujer era una joven elfa de especie luminosa, que aparentaba la edad de una humana de entre 18 y 20 años. Como cualquier elfo su biología la hacía tener una constitución bastante delgada para tener una mayor agilidad, flexibilidad y velocidad, de manera que era muy delgada y juvenil en comparación a las demás mujeres. Tenía la piel clara con las marcas de color blanco. Sus ojos eran violetas y su cabello dorado, largo y ondulado. Llevaba una elegante gabardina verde, encima de una camisa blanca y una falda corta marrón, junto con guantes y botas también marrones y una pequeña capa de mismo color.
En cuanto al único hombre del grupo, era un hombre-tigre de 22 años, cuya forma humanizada era la viva imagen de la forma humana de Rudra, solo que en este caso, aunque sus ojos se seguían manteniendo de ese característico color verde, tenía las pupilas de forma redonda igual que las de cualquier humano, y vestía ropas blancas japonesas con rayas de tigre. Pero tenía sus manos y piernas envueltas con vendas blancas, como las que suelen usar los peleadores de muay boran.
Con solo ver a aquel baghatma indio/hebreo, Kira sintió un indescriptible golpe de felicidad y nostalgia en el interior, a pesar de que jamás lo había visto antes. Sin embargo este detalle no le importo a ella en ese momento; porque al instante en que lo vio, sintió un "vínculo" que lo atraía hacia él, casi como cuando alguien tiene lo que es llamado "amor a primera vista", por lo que se motivó a sí misma a tratar de saber quién era aquel baghatma.
Pero cuando Kira descubrió la verdad de lo que era aquel "vínculo", y al fin pudo conocer en persona a aquel baghatma, ya era muy tarde para ocupar un lugar a su lado.
Próximo capítulo: Memorias de la Madre Lobo.
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