Capítulo III: Rizos de Oro y un Oso
"A mitad del camino de la vida, en un bosque oscuro me encontraba, porque mi ruta había extraviado."
—Infierno de Dante, Canto I: 1-3.
[Noruega. 1879]
https://youtu.be/3FISciPpyb8
En una noche de luna llena, un carruaje conducido por un solo caballo cruzaba rápido un espeso bosque. La nieve caía y las nubes bloqueaban la luz de la luna, por lo que el camino era muy oscuro. El carruaje era manejado por una mujer que aparentaba estar por los 30 años. De cabello corto y rubio, ojos azules, piel clara y llevaba un traje de invierno de color rojo, con pantalones blancos y botas rojas.
Cada segundo la mujer agitaba las riendas para acelerar todavía más. Pero el camino era tan oscuro que las ruedas no dejaban de chocar con algunas piedras o ramas grandes, que la mujer no alcanzaba a ver, haciendo que el carruaje durante todo el camino se mueva de forma brusca en algunas ocasiones. Pero eso a la mujer le importaba muy poco; ni siquiera le importaba si se llegaba a estrellar con un árbol o una roca a causa de la poca visibilidad del camino, porque su vida dependía de ese viaje.
—Tía Elvira, ¿qué pasa?
De pronto se oyó una dulce voz dentro del carruaje; era la sobrina de la mujer, y aunque esta última la escuchó, no le respondió.
—Tía Elvira por favor dime ¿qué sucede?
—Ahora no Elsa —respondió la mujer, conocida como Elvira, con tono duro y sin amabilidad, además de sonar impaciente y nerviosa.
—¿Pero por qué estamos en el bosque? ¿Qué fue lo que...?
—¡Silencio ahora! —exclamó Elvira, interrumpiendo las preguntas de su sobrina y mirando detrás, a costa de no poder ver una gran rama en el lado izquierdo del camino.
Aquella rama no era lo bastante enorme para bloquear el paso, pero sí para que la rueda izquierda del carruaje —la cual estaba muy dañada por el dificultoso camino— se rompa al chocar con ella; causando que el carruaje colapsara y cayera. Elvira terminó cayendo en el suelo no muy lejos del carruaje. Pero no recibió mayor daño que el dolor por el impacto, por lo que aún podía caminar.
Tan pronto como se recuperó, avanzó lo más rápido que pudo hacia el carruaje; el soporte que sostenía al caballo se había roto, liberando al caballo y permitiéndole huir. Además el carruaje estaba volteado por el lado izquierdo, por lo que Elvira tuvo que abrir la puerta del lado contrario para ver cómo estaba su sobrina, Elsa, y sacarla de allí. Por fortuna su sobrina también estaba bien; poco antes de que el carruaje cayera logró sostenerse de la ventana del lado derecho, evitando que la caída la estrellara contra la pared izquierda del carruaje.
Tras abrir la puerta y comprobar la salud de su sobrina, Elvira por fin la saco del carruaje; Elsa era una joven de 14 años, con un hermoso y largo cabello dorado rizado, ojos azules y piel clara. Llevaba puesto un traje y pantalón de invierno color azul y blanco, con botas blancas, una bufanda violeta oscuro y un gorro de invierno rojo. Aparte en su brazo izquierdo cargaba un oso de peluche.
Entonces, sin mediar palabra, Elvira la toma de la mano y la obligó a caminar para continuar su viaje a pie. Elsa no preguntó ni dijo nada; el terrible miedo que le producía aquel aterrador bosque la mantenía en silencio. No hacía más que sujetar con fuerza la mano de su tía por miedo a perderse; un miedo que disminuyó un poco, cuando las nubes comenzaron a separarse, y la luna llena iluminaba ese oscuro bosque, dándole más un toque mágico que aterrador.
Después de lo que parecieron varios minutos caminando en completo silencio, ambas logran salir del bosque para luego entrar a un vasto páramo cubierto de nieve, casi sin árboles y solo con algunas rocas grandes y montículos de nieve. Pero el cielo volvió a cubrirse un poco, haciendo que la luna llena se volviera tenue, lo cual le dio un aspecto sombrío al paisaje.
Sin embargo ambas logran ver que no muy lejos se hallaba una cabaña; no había humo en la chimenea y las ventanas estaban oscuras, lo que la hacía parecer abandonada. Sin tener más opciones, Elvira camino directo a la cabaña para refugiarse, llevando consigo a su sobrina aún tomada de la mano, sin imaginar lo que ocurriría más tarde en aquella cabaña.
En cuanto ambas llegaron a la cabaña, Elvira vio que la puerta no estaba cerrada con llave, por lo que entraron sin problemas. Aunque dentro todo estaba oscuro, se podía distinguir en el fondo de la izquierda, cerca de la ventana, una chimenea; ella soltó a su sobrina y se acercó a la misma chimenea. Vio que había algunas ramas amontonados en un rincón, así que busca unas piedras o algo parecido con el fin de frotarlas y encender una chispa que prenda fuego en la chimenea.
No obstante sólo logró encontrar dos extrañas rocas ovaladas con runas nórdicas grabadas en ellas; parecían haber sido talladas a mano. Pero esto muy poco le importaba a Elvira en la situación actual; se centró en frotarlas de modo continuo y casi desesperado, logrando soltar una extraña chispa azul verdosa, que encendió casi de forma instantánea el fuego en la chimenea.
Mientras tanto Elsa se había sentado en una silla que estaba junto a una mesa cerca de la chimenea; dado a que no podía ver casi nada, no pudo hacer más que esperar a que su tía encendiera la chimenea para ver algo del interior de la cabaña. Y en cuanto la cabaña recibió un poco de iluminación gracias al fuego de la chimenea, Elvira se dio cuenta de que en el piso, debajo de la ventana, había una lámpara.
Sintiéndose cada vez más afortunada ella tomó la lámpara y luego la encendió, usando una de las pequeñas ramas cerca de la chimenea como cerillo —después de encender la misma rama con el fuego de la misma chimenea—. Ahora teniendo suficiente luz, Elvira por fin pudo inspeccionar con claridad el interior de la cabaña.
Era muy espaciosa y bastante humilde. Había una alfombra vieja en el medio, un estante lleno de libros a la derecha. Cerca de la chimenea se encontraba una simple mesa rectangular de madera junto con tres sillas. Al fondo a la derecha estaba la escalera que conducía al segundo piso y, en su lado contrario, a la izquierda de la cabaña se hallaba la cocina. Y por último había seis ventanas; dos a ambos lados de la entrada, otros dos en ambos lados de la casa, uno en donde estaba la cocina y otro cerca de las escaleras.
No obstante Elvira pudo darse cuenta de algo muy extraño: no había muchas telarañas y casi nada de polvo. El lugar estaba demasiado limpio para que fuera abandonado. Pero lo más resaltante fue que el grupo de ramas cerca de la chimenea no estaban cubiertas de polvo ni telarañas, y en la mesa había un plato limpio.
Todos esos detalles implicaban que la cabaña no estaba del todo "abandonada". Aparte Elvira llegó a la conclusión de que, el hecho de que no hubiera fuego en la chimenea y la puerta no estaba cerrada, el dueño de la cabaña pudo haber salido hace poco y podría volver en cualquier momento.
Sin embargo ella ya no tenía carruaje, y caminar a pie de noche por el bosque era muy peligroso. Y aunque se quedara es muy poco probable de que el dueño acepte dar refugio a dos desconocidas, y aunque lo hiciera, estaría la posibilidad de fuera un depravado. Tales ideas alteraron en extremo a Elvira, por lo que ésta de inmediato le dijo a su sobrina que esperará allí, porque subirá al segundo piso a buscar algo de ropa extra para el frío. Y cumpliendo lo dicho Elvira corrió hacia las escaleras, dejando a su sobrina sentada en la silla más pequeña de las tres que hay junto a la mesa.
https://youtu.be/L5WaD8kvNZM
El frío estaba empezando a ser demasiado para Elsa; así que se levantó de la silla y se sentó en el piso cerca de la chimenea, mientras abrazaba a su oso de peluche con fuerza. La situación actual estaba agobiándola, y sumado con los eventos recientes que han acontecido en su vida, formaban una carga emocional demasiado pesada.
Tal era su angustia actual, que Elsa no pudo evitar cerrar los ojos para sumergirse en sus recuerdos; para recordar una época en donde todo era más feliz, al lado de sus padres. Recordó con cariño que su madre siempre le contaba fabulosas historias. Pero su favorita era una en especial, en la que, según su madre, era real, y le había pasado a ella (su madre) en su niñez.
Cuando su madre era niña, en cierto día fue de aventura a un bosque cercano a su casa. Pero su pequeña aventura terminó por hacerla quedar perdida en medio de aquel bosque; la madre de Elsa, empezando a aterrarse, corrió por el bosque, intentando encontrar el camino de regreso. Sin embargo solo consiguió adentrarse más, hasta que cayó la noche y ella llegó a una cabaña, donde vivía una singular familia compuesta por una pareja y su hijo pequeño.
La madre de Elsa los llamaba "Papá Oso, Mamá Oso y Bebé Oso", porque según palabras de ella misma parecían osos de verdad, pero de cierta forma eran... "diferentes". Sin embargo ellos no eran una familia para nada amistosa, porque "Papá Oso" y "Mamá Oso" la capturaron con el propósito de comérsela, y pudieron haberlo hecho, de no ser por Bebé Oso, quien la ayudó a escapar y a regresar a casa sana y salva.
Pero al contrario que en otros cuentos donde la pareja termina juntas y viven felices por siempre, en esta ocasión "Bebé Oso" tuvo que despedirse de ella para no volverse a encontrar jamás.
La madre de Elsa le contó sobre este suceso a su propia familia, y como es de esperarse nunca le creyeron. Y desde entonces no le permitieron volver al bosque ni a ningún otro. Pero aunque pasaron años desde ese sobrenatural suceso, ella nunca olvidó a Bebé Oso, y siempre decía que le gustaría reencontrarse con él, y volver a agradecerle por haberla salvado.
Elsa nunca se cansaba de oír esa historia, e incluso también ha soñado con llegar a conocer a ese amable "Bebé Oso" que salvó a su querida madre. No obstante la pequeña risos de oro tuvo que volver a la realidad, al escuchar detrás de sí a su tía acercarse; llevaba puesto lo que parecía ser un traje o vestido de invierno grisáceo limpio encima de su otro vestido, y en una mano cargaba un abrigo marrón pequeño, el cual se lo tiró a Elsa para que se lo pusiera; orden que ésta obedeció con dudas. Luego Elvira se dirigió rápido a la cocina con el fin de buscar comida para el viaje.
Sin embargo su pequeña sobrina ya estaba cansada de guardar silencio; quizás sea una niña inocente, pero no era tonta. Elsa sabía que algo pasaba.
—Tía Elvira dime ¿qué sucedió? Dímelo ahora por favor. ¿Qué estamos haciendo aquí? —pregunto Elsa con ligera amabilidad, pero elevando el tono de voz y estando a punto de perder la calma por todo el misterio y la presente situación tan extraña
—Elsa ahora no es el momen...
—¡Sé cuándo algo va mal así que dime la verdad por favor! —Interrumpe Elsa a su tía, mientras las lágrimas empezaban a caer por sus mejillas, harta por completo del horrible silencio de su tía.
—¿La verdad? ¡¿Quieres saber la verdad?! ¡Pues te la diré! —exclamó Elvira liberando toda su frustración e histeria interna, mientras se daba la vuelta para revelarle a su sobrina el trasfondo siniestro que envolvía la situación.
https://youtu.be/Y7Xoc2F0uj8
[Recuerdo]
En un pueblo cercano al bosque se llevó a cabo un funeral en una ostentosa mansión; era el funeral de la madre de Elsa, Elizabeth Goldshine, quien falleció de forma repentina por causa de una "enfermedad desconocida". Su muerte afectó bastante a su familia y al pueblo, pero sobre todo al padre de Elsa, Albert Goldshine.
Albert era un hombre de buen corazón que pertenecía a una familia honrada de clase media, y que en su niñez conoció a quien sería el amor más grande de su vida; Elizabeth. La historia de ambos no era nada especial; solo un par de jóvenes soñadores que se comprometieron y al crecer lograron su sueño de casarse y formar una familia.
Mientras que Elvira, al contrario que su hermana Elizabeth, se casó por puro interés con un hombre perteneciente a una familia mucho más adinerada que la suya. No obstante ese matrimonio solo duró 3 años, porque el hombre murió en una pelea provocada por él mismo en una fiesta; un final común y corriente para los hombres como él.
Después del funeral de Elizabeth, Albert entró en una terrible depresión; tal era su tristeza, que para intentar despejar su mente fue convencido de viajar a Francia por negocios, dejando a su hija al cuidado de una niñera llamada Martha.
Pero por desgracia un mes después de haber llegado al país francés, Albert fue asesinado una noche en la que un grupo de adolescentes intentaron robarle. Él se resistió al robo, obteniendo como consecuencia el perder la vida. Sin embargo aquellos ladrones no salieron impunes, ya que fueron atrapados esa misma noche y encarcelados.
No obstante a pesar de que aquel crimen recibió justicia, esa segunda pérdida destrozó aún más a ambas familias. El padre de Elizabeth tuvo que modificar su testamento, dejando a su nieta Elsa como la heredera de la fortuna familiar; algo que no le gustó mucho a Elvira. Sin embargo ésta última se enteró de algo sobre el testamento, que si le agrado bastante: "si algo le llegase a ocurrir a Elsa, o por algún motivo ella rechazaba lo que le corresponde, toda la fortuna recaería en la segunda hija de Edward Goldshine, Elvira".
La tía de Elsa codiciaba más que nada la fortuna familiar, sobre todo ahora por su situación actual; después de la muerte de su esposo se enteró que él estaba endeudado hasta el cuello, y con su muerte todo lo que dejó fueron deudas, que ella tuvo que pagar gastando casi todo el dinero de ambos.
A pesar de que Elvira aún tenía el suficiente dinero para mantenerse por si misma, e incluso mantener a un niño si lo tuviera, ella quería mucho más; quería volver a ser de clase alta, estar en la cima, tener todo lo que muchos de clase media y baja sueñan, porque al igual que muchos que alguna vez estuvieron en la cima, desea con anhelo desesperado volver a subir, y estar en esa cima donde han estado acostumbrados a estar.
Si Elvira quería ser la heredera de esa gran fortuna, tenía que deshacerse de su sobrina. Pero tenía que esperar bastante para eso. Si le pasaba algo a Elsa días después de la modificación del testamento, toda la sospecha recaería en ella (Elvira). Y para empeorar las cosas, el abuelo de Elsa dejó a ésta última a su cuidado, hasta que encontraran a algún familiar más indicado para cuidarla, por lo que las sospechas serían aún mayores.
Tenía que ser paciente e idear un plan perfecto; su paciencia rindió frutos.
Más tarde Elvira descubrió algo interesante: un viejo amigo del abuelo Edward, un hombre muy temperamental de clase alta, armó un escándalo en la casa de Albert, una semana antes de que Elizabeth muriera; estaba furioso porque el mismo Edward había enviado a la cárcel al único hijo de aquel hombre, donde tres días después lo mataron en una riña dentro de su celda.
Lo habían enviado a prisión, porque aquel joven se había metido en la casa de Albert y Elizabeth a robar. Sin embargo solo consiguió llevarse un collar que era de la madre de Elizabeth, porque Albert lo había descubierto en el acto, así que huyó. Y cuando intentó vender aquel collar, lo atraparon. A pesar de que Albert y Elizabeth tuvieron compasión por el chico, el padre de Elizabeth no tuvo ni una pizca de ello; sin poder cambiar de parecer, Edward hizo todo lo posible para que el joven fuese a prisión, donde tiempo después encontró la muerte.
Antes de que los oficiales echaran al hombre, éste prometió que tomaría venganza contra la famili, por lo que le paso a su querido hijo. Al saber esto Elvira investigó más al hombre, y descubrió que se había mudado a un pueblo muy cerca de ahí. Luego de conseguir en secreto la dirección de la casa del hombre, Elvira ideó su plan: visitaría la casa durante la noche estando disfrazada, y cerca de la casa enterraría un baúl cerrado y encadenado, donde estaría Elsa. Acto seguido regresaría a su casa antes del amanecer, y acusaría al hombre de haber secuestrado a su sobrina.
Para cuando las autoridades encontraran a Elsa dentro del baúl en su casa, ya habría muerto.
El viaje en carruaje al pueblo donde vivía el hombre sería de dos o tres horas, pero tardaría solo una hora si tomaba el camino que cruza el bosque. Así que Elvira puso en marcha su plan; alrededor de las 11:30 p.m, una hora en la que todos en el pueblo estaban dentro de sus casas, Elvira preparó su carruaje personal, encontró un baúl lo bastante grande y lo puso dentro del carruaje.
Luego Elvira pensó que para poder meter a Elsa dentro del baúl tendría que hacerlo a mitad del bosque para estar más segura, y creyendo que durante el viaje Elsa se dormiría, facilitándole el trabajo.
Una vez preparado todo, Elvira fue al segundo piso de su casa, a la habitación donde dormía Elsa; la despertó y le dijo que darían una visita sorpresa a la niñera Martha, con quien Elsa siempre la pasaba bien. Aunque era extraño todo esto, Elsa no protesto debido al sueño y el cariño que le tenía a la niñera Martha, de modo que se arregló deprisa, tomó a su oso de peluche favorito, bajo con su tía afuera de la casa, entró al carruaje, su tía agitó las riendas y partieron de allí.
Si no fuera por la espesa oscuridad, la nieve que caía, las cortinas en las ventanas del carruaje y el pesado sueño, Elsa podría haberse dado cuenta de que estaban entrando al bosque. Y de no ser por esa misma oscuridad y los nervios, Elvira podría haberse dado cuenta de que poco después de haber entrado al bosque el sendero se dividía en dos, y un gran letrero ubicado en medio que indicaba la dirección de ambos caminos: IZQUIERDA PUEBLO DE THOREN. DERECHA PELIGRO TERRITORIO DE OSOS.
Elvira llevó el carruaje a la derecha.
[Fin del Recuerdo]
La pequeña Elsa no podía creer lo que escuchaba; estaba congelada del horror de tan atroz plan, y de la idea de cómo alguien tan puro como su madre podía tener a un monstruo como hermana. Mientras tanto Elvira, después de revelar su plan, notó que a su lado en la pared estaba recostado un viejo rastrillo con puntas muy filosas.
—Como ahora no estamos en Thoren, y llegar allí o regresar a casa a pie de noche es peligroso, además de que tú ya conoces todo esto, me temo que tendré que cambiar de plan. Y no puedo dejarte ir, querida sobrina —decía Elvira tomando el rastrillo entre sus manos, y mostrando una sonrisa que helo la sangre de Elsa—. Ahora el plan es esté: un extraño nos secuestró, nos llevó a esta cabaña donde planeaba comernos. A ti te mato primero; te hizo pedazos con un rastrillo. Pero yo logré escapar, mate al infeliz, regrese al pueblo y lleve a las autoridades a la cabaña donde ocurrió el homicidio. ¿Qué te parece mi cuento sin final feliz?
Aquellas palabras tan frías como el hielo mismo, hicieron temblar a Elsa de pies a cabeza; su miedo empeoró cuando su tía empezó a acercarse a paso lento, con el rastrillo listo para dar el primer golpe. No obstante por puro instinto preservador, el cuerpo de Elsa reaccionó, haciéndola mover las piernas para correr lo más lejos que podía, y ella sin dudar obedeció.
La niña ahora presa del miedo corrió lo más rápido que pudo en su vida, logrando llegar a la puerta y la abrió en un rápido movimiento; todo el tiempo sin mirar atrás, pero escuchando con claridad cómo su tía corría detrás ella.
Con la misma velocidad Elsa salió de la cabaña y continuó corriendo, hasta que tropezó con una roca oculta en la nieve que la hizo caer al suelo. De inmediato se volteó, y el terror volvió a invadirla cuando vio a su tía acercarse con el rastrillo aún en manos. Pero antes de levantarse para huir, Elsa vio como detrás de la cabaña, a la izquierda por donde estaba su tía, algo enorme se acercaba, y quedó paralizada de miedo al ver lo que era.
Elvira ya estando a pocos metros de Elsa, escuchó con claridad que algo se acercaba detrás de ella; eran pisadas fuertes, lo que daba a entender que aquello era enorme; mucho más grande y pesado que cualquier hombre adulto.
Ahora siendo Elvira quien temblaba de miedo, se volteó y lo vio: era parecía un gigantesco oso cuyas extremidades delanteras eran mucho más largas hasta parecer brazos. Elvira quedó en shock al ver que las patas delanteras del oso eran en realidad enormes manos con garras; ese oso tenía brazos humanos.
Era una especie de hombre-oso.
Por inercia Elvira atacó al "extraño oso" con el rastrillo. Pero no le hizo nada; era como golpear un muro de piedra sólido. Entonces el oso la tomó de los hombros con ambas manos, y lo último que Elvira vio fue la enorme mandíbula del oso abriéndose, para después ver el abismo oscuro de su garganta.
https://youtu.be/28_P3W40_ZY
Elsa contempló como el extraño oso arrancó de un solo mordisco la cabeza de su tía, y luego la soltó junto al cuerpo inerte en la nieve, ahora roja por la cantidad de sangre producto de la brutal escena. Después de esa despiadada muerte, el oso dirigió su mirada hacia la pequeña risos de oro, quien debido a la acumulación de emociones que se mezclaban en su interior, cayó al suelo inconsciente.
Entonces como si todo hubiera sido un sueño, Elsa despertó, asustada y perpleja, dándose cuenta de inmediato que ahora se encontraba en una cama, dentro de una habitación simple de la cabaña. Echó un rápido vistazo por la ventana y se dio cuenta que era de mañana. Luego, con inmenso horror, recordó los sucesos de la noche anterior, y al extraño oso.
Por un momento Elsa empezó a creer que todo había sido más que una terrible pesadilla. Pero al poco de empezar a tener esta idea, la puerta de la habitación se abrió, y grande fue la sorpresa de ella al ver a un chico de su edad: de piel clara (y un poco bronceada), cabello marrón oscuro, ojos verdes, y llevaba puesto pantalones marrones junto con una camisa verde oscura sin mangas, que mostraba unos brazos con exagerada musculatura para su edad; de hecho poseía un físico muy musculoso y alto para un joven de tan corta edad.
—¡Tranquila! ¡No te haré daño! —dijo el chico de inmediato, sorprendido al ver que Elsa ya había despertado, por lo que intentó tranquilizarla—.Te salvé de aquella mujer anoche. ¿Recuerdas? Aunque... lamento que hayas tenido que ver mi otra "cara", y el cómo tuve que salvarte...
Elsa al escuchar esas últimas palabras, tan sinceras como la claridad del agua más limpia, quedó petrificada del shock; no solo supo que lo sucedido no fue un sueño, sino también se dio cuenta de que ese niño fue ese extraño oso de anoche. Por un instante Elsa volvió a ser presa del terror. No obstante, como una forma de autocalmarse, un segundo después se le vino a la mente la historia de su madre, sobre la singular familia de extraños osos, y Elsa se apoyó en la creencia de que ese extraño niño-oso podría estar relacionado con esa vieja historia.
Pero aun así ella necesitaba confirmarlo...
—A... Acaso tú... ¿Eres "Bebé Oso"? —pregunta Elsa con tanta timidez, temor y pena que apenas lograba pronunciar las palabras.
—¿"Bebé Oso"? ¡Je, je! Que curioso... Así le llamaba una niña a mi padre cuando él era niño... antes de ayudarla a regresar a casa —contestó el chico con una sonrisa nostálgica, mientras veía al suelo sumido en sus recuerdos, y después vuelve a centrar la mirada en la joven risos de oro—. Mi nombre es Rafael.
En ese momento, Elsa no solo se dio cuenta de que la historia de su madre era real; la historia se repitió, y esta vez, con ella y el hijo de "Bebé Oso", quien la había salvado de un verdadero monstruo disfrazado de tía. Aunque resultase extraño, Elsa ya no tenía miedo, porque ahora se sentía a salvo en aquella cabaña, al lado de ese chico-oso, llamado Rafael.
Próximo Capítulo: Tres Bestias, una Trinidad (I)
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