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Capítulo I: La Ciudad Esmeralda

"Si Dorothy se contentara con vivir en la Ciudad Esmeralda, todos podríamos ser felices."

—El Maravilloso Mago de Oz de Lyman Frank Baum.

https://youtu.be/U5u9glfqDsc

[Domhan-Eile: Cathair Emerald]

En sus inicios, el Domhan-Eile era un planeta inhóspito, infértil y con una gravedad mayor que el de la tierra. Por lo tanto, sólo era visitado por criaturas con un desarrollo muscular, que los hacía capaces de aguantar semejante nivel de gravedad: como por ejemplo los inmortales.

Siglos atrás la Primordial Celta, Dannan (Danu), se interesó en crear su propio Panteón. Pero antes de eso, inició todo tipo de proyectos y experimentos, para intentar crear la lista de criaturas que poblarían su Territorio y Panteón. Para esto eligió este planeta, al que bautizó como "Domhan-Eile" (Otro Mundo), ya que sería un "mundo gemelo" conectado al Mundo Mortal, donde coexistirían todos los Territorios Mortales.

Y al ser un mundo gemelo al del planeta Terra (Tierra), elegido para ser el "Jardín del Edén" de mortales y criaturas celtas (escocesas, galesas, irlandesas y bretonas), la propia Danu terraformo el planeta, no solo para hacerlo capaz de albergar formas de vida, sino también para que fuese capaz de ser habitado por criaturas procedentes del planeta Terra.

Así que tanto la atmósfera como el ecosistema del Domhan-Eile eran muy similares a los del planeta Terra, con la diferencia de que la mayor parte del ambiente de sus continentes, son tal cual como los que se ven en Irlanda, Gran Bretaña, Galicia y Escocia. Aunque eso no significaba que no hubiese también regiones de hielo y de arena (generadas de forma natural por el propio planeta), o incluso algunas regiones selváticas como los de la India (esto último lo agrego la propia Primordial Celta para motivar a su consorte a visitarla a ella de vez en cuando).

Pero después de que los dioses y otras entidades inmortales celtas se mudaran a otro mundo, el Domhan-Eile quedo solo habitado por animales y algunas razas juiciosas. Animales como tatzelwurm, unicornios, wyvers, basiliscos, cocatriz y serpientes marinas. Y razas juiciosas como ogros, duendes y gnomos; aunque por ahora de todas estas razas, las únicas en evolucionar lo suficiente para tener civilizaciones fueron los gnomos y algunas especies de duendes (como los Leprechaum).

Con el tiempo el mundo también empezó a ser habitado por algunas hadas, gracias a las entradas naturales que todavía existían en Irlanda, Escocia, Galicia y Gran Bretaña. Después en el año 1476, comenzó a ser habitado por tribus de bestias celtas. Y en siglos posteriores por otras razas, como humanos procedentes de Irlanda y algunas brujas europeas exiliadas.

De todas las ciudades que se han llegado a construir, la más grande y principal es la famosa capital Cathair Emerald (Ciudad Esmeralda). El corazón mismo de todos los reinos y ciudades del Domhan-Eile. Y también el principal punto de referencia donde se reúnen y concentran habitantes de todos los pueblos, reinos y ciudades, de manera que el Cathair Emerald estaba dividido en distritos, de los cuales cada uno estaba diseñado para ser el hogar de una especie/raza específica.

A pesar de que la coexistencia entre culturas era importante, no todos podían estar viviendo en el mismo vecindario: era una ley universal dentro de las criaturas juiciosas, el estar donde sentían que pertenecían, similar a los animales que se sienten cómodos viviendo solo en su hábitat natural.

Así que todas las razas y especies de Cathair Emerald coexistían entre sí, viviendo por separado en sus propios "hábitat". Pero también tenían múltiples puentes y caminos, que les servían para viajar entre los diferentes distritos: de esta forma, a pesar de vivir separados, también había comunicación constante entre todos ellos, permitiendo socialización entre las diferentes especies y razas, que fortalecerían la tolerancia mutua.

Gracias a este diseño de la capital, fue posible que hubiera décadas de paz y prosperidad. Y a pesar de haber tenido altibajos e incluso épocas de dictadura, todos los ciudadanos tenían la suficiente tolerancia y respeto mutuo como para colaborar y superar juntos esos tiempos oscuros.

En el presente el reino recién se recuperaba de una dictadura, dirigida por dos malvadas brujas hermanas. Y ahora su nuevo rey, con ayuda de otros gobernantes, se esforzaba para mantener la paz en la ciudad, y ser el buen rey que merecía su gente...

—¿Y quién es el rey ahora?

Preguntó la "humana" Elsa Goldshine, con los ojos bastante abiertos por el asombro, interrumpiendo el trasfondo que le relataba el arthdruwid Rafael Talamh. La joven risos de oro y el joven-oso se encontraban sentados juntos en una banca, con una sombrilla que les daba sombra ante la luz del sol; además Rafael tenía a su lado en el suelo un saco amarrado con un cordón, al parecer bastante lleno.

Se hallaban frente a una mesa cuadrada, en el patio de lo que parecía ser una taberna medieval, aunque en realidad era un tipo de "restaurante + panadería", de nombre "MacDarren", que solo servía alimentos dulces como pasteles, tartas de manzana, empanadas gallegas e incluso bebidas como jugo de frutas.

El establecimiento era de dos pisos y tamaño amplio. Además contaba con mesas y bancas afuera del edificio. También parecía tener bastante popularidad en la ciudad, ya que en cada distrito había tabernas semejantes, de las cuales cada una se especializaba en servir un tipo de comida diferente: desde las que se servirían en restaurantes de lujo, hasta alimentos simples como dulces. Y además todas siempre estaban llenas de clientes, de manera que era muy difícil conseguir mesas libres en el interior.

—Por lo que escuche, el nuevo rey es un espantapájaros viviente creado por un maestro druida —respondió Rafael a la pregunta de Elsa, para luego proceder a terminar de comerse el último trozo de una tarta de miel, que estaba en un plato en su mesa.

—¿Y quién es ese tal "Mago de Oz" que tanto menciona Clarisse? —pregunto Elsa denotando tanta curiosidad, como una niña del campo en sus primeros días en la gran ciudad.

—Es un humano escocés, que llegó a parar en este mundo por accidente. Fue nombrado el "Mago de Oz", porque "Oz" es el nombre de este continente. Y aunque él empezó a practicar magia años después de haber llegado aquí, en realidad no es un "mago" como tal.

—El Mago de Oz es uno de los estudiantes de "Nikolas Tecna", un elfo luminoso que se especializa en ingeniería mecánica elfica y magia elemental de rayo. Lo sé porque una vez tuve la desdicha de asistir a una clase de ese elfo durante mi entrenamiento en San Bestia.

Agregó el licántropo alemán Miguel Wolf, acompañado de la dhampiresa Raven Tepes; ambos se acercaban a Rafael y Elsa desde la entrada al interior de la taberna, ya que habían terminado de comprar una bolsa de panecillos rellenos de chocolate, que ambos venían comiendo juntos en el camino. Raven tenía la bolsa de panecillos en una mano, mientras que en el mismo brazo sostenía una cartera que hacía juego con su vestido gótico.

—¿Por qué dices que fue una "desdicha"? —pregunto Raven por curiosidad, y luego toma un panecillo de la misma bolsa—. Digo, por lo que escuche, Nikolas es un elfo de renombre que incluso fue elegido para hacer avanzar la tecnología de la Sociedad Humana —dicho esto, ella le da un mordisco a su panecillo. 

—Porque ese elfo es un tipo con un... "particular" rencor hacia los humanos, debido a que creció entre ellos pensando que también era un humano —respondió Miguel con molestia, tomando un panecillo de la bolsa que sostenía Raven—. Y por eso tiende a demostrar ese rencor de forma bastante explícita, mientras dice alguna que otra palabrota en nórdico antiguo, que jamás imaginé que existían —dicho esto, se come el panecillo de un solo bocado.

El dúo licántropo y dhampiresa pausa la conversación un momento, para sentarse juntos en una banca, ubicada al otro lado de la misma mesa donde se hallaban Rafael y Elsa. Por supuesto esta reunión captó la atención de muchas personas cerca de allí, debido a que todos y cada uno de los individuos en la zona eran bestias, en su mayoría de origen celta y nórdico, ya que el grupo se encontraba en el distrito de las bestias: el Distrito Pashu.

Siendo el hogar de diferentes especies de bestias, el distrito tenía colinas y árboles inmensos, en los que estaban construidas algunas casas y plataformas de madera. Había plataformas elevadizas y estructuras de piedra construidas al lado de otras, ordenadas en formas geométricas y posicionadas justo al lado de árboles, los cuales servían como soportes o escaleras entre el suelo y los pisos superiores de las edificaciones, o "puentes" entre los edificios y las casa-árboles. Y los edificios de piedra eran de diseño medieval europeo.

De cierta manera era como una ciudad medieval celta, fusionada con la propia naturaleza. Pero no era tan "medieval" o "primitiva" como se pensaría a simple vista, ya que los habitantes contaban con lámparas mágicas en las calles y dentro de los edificios. Aunque debido a que era apenas mediodía, por ahora las lámparas estaban apagadas. 

También había Santuarios Astrales de intrincado y complejo diseño, más por estética que por utilidad, para darle al escenario un estilo "místico", que a muchos les gustaba ver en la naturaleza. No había vehículos como carruajes, debido a que las propias bestias se desplazaban por los árboles y los tejados a velocidades superiores a las de un caballo; los únicos que necesitaban un "transporte" eran los niños-bestias menores de 14 años, quienes eran llevados en las espaldas de sus respectivos padres o cuidadores.

Y para las bestias del lugar, sobre todo los cachorros, era demasiado inusual ver allí mismo a una dhampiresa y una humana, al lado de un licántropo y un arthdruwid.

https://youtu.be/g-jGHbkM8e4

—Con el tiempo que tardaron adentro, creí que estarían comprando por lo menos tres cajas de pasteles —dijo Elsa con una sonrisa divertida.

—De hecho quise comprar unas cuantas cajas de pasteles para llevar. Pero Miguel estaba tan apenado porque fuera yo quien comprara todos los dulces, que mejor compre esta bolsa —dijo Raven con una risa contenida, mientras veía de reojo al licántropo alemán.

—No es por pena. Es que no quería tener más deudas de las que ya tengo —dijo Miguel con una expresión cansada y afligida—. Por lo menos en una semana podré devolverte lo que gastaste en comprar esa bolsa.

—¡Ja, ja, ja! ¡Miguel descuida, no tienes que devolverme nada! —decía Raven riéndose de lo que le parecía algo bastante divertido—. Esta vez yo invitare, así que puedes pedirme lo que quieras. Considéralo el "segundo premio" del día por... lo de ayer... 

Agregó ella de forma juguetona, mientras tomaba un panecillo con la mano derecha, e intentaba dárselo a Miguel directo en la boca. Aunque él estaba tan apenado que intentaba rechazarlo, pero Raven seguía insistiendo. 

Elsa solo se reía del momento tierno entre Miguel y Raven, obvio sin entender para nada la indirecta que había en las últimas palabras de ésta última. Lo cual Rafael si entendió, gracias a la conversación privada que tuvo con el licántropo alemán antes de salir de la guarida.

Miguel y Raven se habían apareado; el primero ya era oficialmente un adulto completo, y la segunda no tenía ni pizca de vergüenza en demostrar el cariño afectivo que sentía por él, a pesar de que éste le había dicho a ella que se tomarían las cosas con calma. Aparte, el joven-oso no pudo evitar reírse por dentro, al imaginarse la vergüenza que debía de sentir el joven-lobo, con el hecho de que fuera la dhampiresa quien pagara por todo durante las "citas".

—¡Ejem! Pues de cualquier forma, nos vendría bien comprar unos cuantos bocadillos —dijo Rafael, tosiendo un poco para intentar ponerse serio, aunque seguía sonriendo por la hilarante situación de Miguel—. Los demás fueron a comprar las herramientas necesarias para las dos misiones, y olvidaste pedir que también compraran comida adicional, por si acaso se presenta una batalla y necesitamos recuperar fuerzas.

—Oh maldición... —dijo Miguel, terminando de tragar el panecillo que la dhampiresa le dio casi a la fuerza, y luego se tapa la cara con molestia con una mano.

—¿Las bestias recuperan energías comiendo? —pregunto Raven por curiosidad.

—Un poco, sí —explicó Miguel, mientras bajaba la mano para tomar otro panecillo de la bolsa—. La cantidad de energía que nosotros gastamos es demasiado alta. Y por eso, comer nos hace recuperar un poco de energía. Y la energía recuperada será mayor, si se trata de carne humana. ¿Erzuli no te lo explico?

—No. La verdad es que no he pensado en indagar mucho sobre las bestias, porque jamás pensé que interactuaría tanto con ellos por... pues, la mala reputación que tiene mi pueblo paterno —decía Raven, mostrándose bastante apenada—. Al principio creía que la biología y psicología de las bestias, no se diferenciaban mucho de las de los humanos. Pero mientras más tiempo paso con ustedes, más descubro lo diferente que son de los humanos en realidad. Son como... no se vayan a ofender, pero parecen más "animales" que criaturas "racionales" en realidad.

—Tranquila, en vez de ofender lo que haces es halagar —dijo Rafael con una sonrisa sarcástica—. Y el término correcto sería "juicioso". Los animales también poseen una capacidad de "razón", aunque obvio no al mismo nivel que razas como los humanos. Así que el término más apropiado para definir la diferencia entre una criatura muy inteligente de un simple animal, son los niveles de juicio que tiene para obedecer sus instintos naturales, y pensar en temas complejos más allá de sus necesidades básicas.

»Los humanos tienen juicio completo junto con altos niveles de razón, de manera que pueden actuar en contra de todo lo natural, y hasta pensar en ridiculeces como rechazar la biología. Mientras que las bestias, aunque tenemos capacidad de juicio, nuestro nivel es menor que el de los humanos. Y esto hace que nosotros, aunque podamos pensar e incluso sentir emociones, como avaricia por cosas materiales, nuestro bajo juicio nos limita en esos aspectos.

»Lo cual a su vez, hace que sigamos guiándonos por instintos primarios; como el instinto de pelear contra seres fuertes y preservar nuestra raza mediante el apareamiento. Por eso no podemos sentir lujuria, ni "amor romántico" en el mismo sentido que los humanos, ni tampoco remordimiento al matar a nuestras presas. Pero a diferencia de los animales, en nuestro caso tenemos un "poco" menos de juicio; esto hace que nuestros instintos sean más fuertes, y sumado con nuestras funciones biológicas, también los hacen más primitivos.

—Es por eso que jamás verás a una bestia teniendo como pareja a alguien de su mismo género, ni tampoco verás una bestia que se cree de otro género o algo así, como suele pasar con algunos humanos —explicó Elsa a la dhampiresa.

—Así que no sospeches tonterías ni imagines emparejamientos que jamás sucederán, como suelen hacer las fujoshis —agregó Rafael con notable molestia.

—¿Qué es un "fujoshi"? —preguntó Miguel, confundido de escuchar esa palabra.

—Es un término japonés, que Remiel ha mencionado mucho ayer durante su charla con varias humanas francesas, cuando Caroline, Elsa y yo fuimos de compras con él y Raziel —respondió Rafael—. Remiel me explico lo que significaba. Así que si quieres saberlo... mejor habla con él.

—No gracias. Prefiero seguir conservando mi salud mental —dijo Miguel con igual molestia.

Por otro lado Raven estaba callada, al pensar en lo fascinante e intrigante que era la naturaleza de las bestias. Con la información que ha adquirido hasta ahora, empezó a notar que ellos entraban en el concepto de "raza guerrera". Ya que todo su diseño biológico y psicológico, estaba adaptado y programado para los conflictos y sobrevivir a toda costa; a cambio de estar encadenados a instintos primarios y a una limitada capacidad de juicio, eran capaces de sobrevivir y prosperar incluso en los peores ambientes.

Tal vez no eran la raza más inteligente de todas, pero desde la perspectiva de la dhampiresa, las bestias eran la auténtica "obra maestra" de la naturaleza. No por nada la "Forma de Vida Definitiva", era el propio Dios de las Bestias.

—Por cierto, ¿dónde está mi hermana? —preguntó Miguel mirando a los lados, dándose cuenta que en ninguna mesa cercana ni lejana estaba su distinguible hermana mayor—. ¿Está dentro haciendo fila para comprar un helado de arándanos?

—Eso no es posible —decía Raven haciendo memoria de cuando estaba adentro de la taberna con Miguel—. Si es cierto que había mucha gente y largas filas. Pero en ningún momento me pareció haberla visto en alguna de esas filas. Ni siquiera cuando salimos.

—Es porque jamás entró. Al principio si iba a entrar, exactamente para eso. Pero al rato se arrepintió, porque la fila era tan larga que iba a tardar demasiado —explicaba Elsa con total despreocupación, aun cuando sabía que lo que estaba por decir iba a desencadenar una mala reacción—. Así que decidió acompañar a los demás, junto con Gabriel.

"Aquí viene", pensó Rafael tapándose las orejas con ambas manos, ya sabiendo lo que vendría.

—¡¡¡¿Queeé?!!!

Exclamó Miguel tan fuerte que su voz sobresalto a todos los presentes en el lugar, y asusto a algunas aves que se encontraban en los árboles. También varias bestias que se encontraban a más de un kilómetro de allí lo escucharon —aunque no le prestaron mucha atención—. Y por eso no fue nada raro que cierta persona lograra oírlo.

https://youtu.be/WrUt2CVc5Ks

—¿No les pareció oír la voz de mi hermano?

Preguntó, con un obvio sentimiento de incomodidad y nervios en su tono, la licántropo blanca Caroline Rosenthal, mientras caminaba detrás del baghatma Gabriel Khanom, quien seguía al draconiano rojo Uriel Draignis, la sirena mestiza Amitiel Blunavy, el kitsune Remiel Nishimura, los eniyamotekuns Azrael Umbra y Raziel Imole, y la bultungin Erzuli Umholi.

De todos ellos solo Gabriel, Uriel, Raziel y Erzuli cargaban grandes sacos casi vacíos sobre sus respectivas espaldas, mientras que Amitiel llevaba una cartera y Caroline una pequeña bolsa de tela en su cinturón.

Se encontraban caminando por un puente de madera, ubicado en una agrupación de puentes construidos sobre las ramas de árboles inmensos. Se dirigían hacia un conjunto de casas, establecidas encima y dentro de colinas pequeñas y árboles de todos los tamaños.

En su camino había todo tipo de ciudadanos bestias, aunque todos estaban en su forma humanizada. Y en contraste con las calles humanas, en esta ocasión ellos pasaban desapercibidos en medio de los "civiles". Después de todo estaban caminando entre su propia gente, y entre ellos eran solo otras bestias más en el vecindario. Pero a pesar de esto, la licántropo blanca se seguía cubriendo con su característica capucha, de forma temerosa, como siempre hacía al caminar entre humanos.

—¿La voz de Miguel? Loba albina, tus nervios están saliéndose de control —se quejó Azrael con molestia del comentario de Caroline, mientras tenía la mirada fija en un mapa del distrito que sostenía entre las manos.

—Azrael no le hables así —dijo Gabriel frunciendo el ceño—. Recuerda que Caroline no está acostumbrada a caminar entre tanta gente.

—Sus problemas no son problema mío —respondió Azrael, para entonces detener su caminata, y el resto detrás de él lo imitan—. Y mi problema actual es saber dónde demonios están los mercados —agregó levantando la mirada para ver los letreros en las ramas y postes—. Así que tú, tigre bizarro, sirve de algo y traduce los letreros.

—Tus problemas no son problema mío —comentó Gabriel esbozando una sonrisa sarcástica, haciendo que Uriel y Remiel dieran una pequeña risa por lo tonto que era la respuesta irónica.

—Haaa... Ahora empiezo a entender a Miguel... —decía Azrael dando un resoplido molesto al principio—. De acuerdo, perdón. ¿Sí? Por favor ayúdame, y luego ayuda a la loba albina con su problema de inseguridad pública.

Ahora con mejor humor, el baghatma procedió con observar los letreros, los cuales estaban escritos en idioma irlandés. A pesar de que jamás ha estudiado sobre ese idioma, conocía el idioma original del que procedía la familia lingüística céltica, gracias a los conocimientos de su segunda alma. Y por ello, con solo ver las palabras irlandesas escritas en los grandes letreros, construidos en ramas y postes de madera, ya podía saber de inmediato lo que decían.

—Según el letrero, los mercados de armas, equipamiento y herramientas son esas filas de casas de allá abajo —dijo Gabriel, señalando con el dedo índice derecho a un conjunto específico de casas, establecidas a unos cuantos metros adelante en el suelo—. También dice que hay mercados de tela y ropa normal, por si a alguien le interesa saberlo.

—A mí sí me interesa. Necesito más tela para hacer muñecos de vudú —dijo Erzuli interesada en esos mercados.

—Yo creo que necesitare comprar una ropa más "acorde" —dijo Amitiel, mirándose el vestido que llevaba mientras se sujetaba la falda con la mano izquierda—. Aunque me gusta vestir así, necesitare un tipo de ropa más "cómoda", en caso de que surja una inesperada batalla.

—Y Raziel tendrá que ver qué tipo de regalo puede comprar para la hembra que captó su atención —agregó Remiel sonriendo y guiñando el ojo derecho, mientras golpeaba el hombro izquierdo del joven-leopardo con el codo derecho.

—Por favor Remiel, ya para con eso —dijo Raziel con los hombros caídos y la mirada baja, bastante avergonzado.

—En ese caso, si quieres Azrael, puedes adelantarte con Erzuli —decía Uriel fijándose en el joven-pantera—. Llevaré a Amitiel a comprar una ropa más acorde para la misión. También nos ocuparemos de comprar suficiente tela para los muñecos vudú.

—¡Y yo ayudare a Raziel con sus compras! —decía Remiel rodeando el cuello del joven-leopardo con el brazo derecho—. Necesitará de la sabiduría de un experto para que sepa elegir bien los regalos.

—Si no te molesta Azrael, Caroline y yo también iremos a los mercados de ropa —decía Gabriel, ahora con mejor humor al dirigirse al joven-pantera—. Ella todavía no tiene ropa para su forma bestia. Y como no tiene dinero, voy a ayudarla a comprar uno.

—Claaaro. Bien pensado atigrado ¡eh, je-eh!

Dijo Remiel guiñando varias veces el ojo izquierdo y señalando al joven-tigre con el dedo índice de misma dirección, como si estuviera dando a entender, de forma "indirecta", que entendía algún "plan indirecto" entre el dúo tigre y loba. Y por esto, el joven-tigre entrecerró los ojos y empezó a apartar la mano del joven-kitsune, quien solo se reía por la reacción apenada del baghatma, creyendo que éste último estaba "disimulando".

Y es que en realidad no había "planes indirectos". La licántropo blanca necesitaba ropa para su forma bestia, ya que lo único que tenía el artefacto mágico que guardaba ese tipo de ropa, el Croen Anifeil, era justo la predeterminada. Por ello, antes de salir de la guarida, el baghatma prometió que la ayudaría a comprar ropa de bestia.

—Esta bien. Cuando terminen las compras, reunámonos en la entrada del puerto —dijo Azrael, mientras caminaba para acercarse a Uriel—. Si se separan, mejor lleven cada uno un mapa por si acaso. Este lugar es una selva, nunca mejor dicho —dijo sacando de un bolsillo del interior de su chaqueta un par de mapas extras, enrollados de forma cuadrada, para luego entregárselas al joven-dragón rojo—. Pero no pierdan mucho tiempo. Recuerden que tenemos que estar antes del anochecer en el puerto para llegar a tiempo a nuestros destinos. No olvides Uriel que el encargado de elegir el mejor Barco Volador eres tú.

—¡Ten por seguro "panterino" que no lo olvidare! —dijo Uriel con una sonrisa que denotaba emoción infantil, mientras aceptaba los dos mapas del joven-pantera—. ¡Después todo jamás me perdería la oportunidad de elegir mi propio barco!

—Un Barco Volador —corrigió Amitiel con una sonrisa, divertida de la actitud infantil del joven-dragón rojo.

—¡Es igual! ¡También pueden navegar por los océanos! —dijo Uriel sin perder ni una pizca de su emoción, al contrario solo se emocionaba más.

—Puede, si el Barco Volador que elijas está diseñado para eso también —agregó Erzuli con sutileza para no sonar pesimista o molesta.

https://youtu.be/EvyTqEH-Y6w

Mientras los demás tenían su planificación y discusión, el joven-tigre se había dado la vuelta para atender a la mujer-loba. A pesar de que estaban en la Sociedad Sobrenatural, y en pleno pueblo de bestias, Caroline tenía la capucha encima, y la sujetaba por los bordes con ambas manos, como si tuviese miedo de que se mostrará su rostro y cabeza en público. Era lo mismo que ella hacía cuando estaba rodeada de tantas personas, en especial durante las tardes.

—Sabes que todos aquí son bestias, ¿Verdad? —preguntó Gabriel con una sonrisa sarcástica, y con la espalda un poco encorvada para mirar el rostro escondido de la mujer-lobo.

—Sí, sí, lo sé —decía Caroline también sonriendo con sarcasmo—. Sé que debería sentirme "cómoda"... Pero todavía no me siento preparada. No aun.

—Está bien loba demonio —decía Erzuli, mirando con simpatía a la licántropo blanca, tras escuchar la conversación baja entre ésta última y el baghatma—. Es normal que alguien en tu situación, se siga sintiendo incomoda en lugares tan concurridos. Pero no tienes de qué preocuparte. Aquí no tienes que ocultar lo que eres.

—Sí. En este lugar todos podemos mostrar nuestra verdadera forma sin problemas —dijo Amitiel con una sonrisa tranquilizadora, para después mostrarse apenada—. Aunque en mi caso necesito estar en agua para mostrar mi forma completa. ¡Pero el punto es que aquí todos pueden mostrar su auténtica forma sin meterse en líos!

—¡Sí! ¡Cualquier criatura no-humana es "normal" aquí, sobre todo nosotros las bestias! —agregó Uriel, también mostrándose comprensivo como la mestiza sirena.

—¡Claro! ¡Incluso Raziel está cómodo aquí! —agrego Remiel dándole unas palmadas en la espalda al joven-leopardo.

—Es cierto. No me siento para nada incómodo, a pesar de estar rodeado de tantas personas —dijo Raziel, con una sonrisa apenada, pero denotando sinceridad y felicidad tanto en sus palabras como en su mirada.

—Ya los has oído. Aquí no tienes que tener miedo de mostrarte tal como eres —decía Gabriel con un humor más jovial, mientras se acercaba a la mujer-loba y le sujetaba los bordes de la capucha—. Créeme. Jamás en mi vida me he sentido tan cómodo, como ahora.

—¿En serio? —preguntó Caroline alzando un poco la mirada para ver al joven-tigre a los ojos.

—Claro que sí —afirmó Gabriel con una sonrisa radiante, que reflejaba cuán feliz se sentía al estar allí.

Entonces el baghatma hace otra breve inspección del lugar; observa los árboles, las casas construidas en piedras y en los mismos árboles. También contemplo las demás estructuras talladas a mano, las cuales eran monolitos, murales y estatuas de animales, todos detallados con trazos, pinturas y diseños igual de complejos y a la vez simples.

Mientras tanto todos los habitantes bestias del lugar que iban y venían, en su mayoría bastante animados, otros muy apurados y algunos solo caminaban tranquilos, muchos desplazándose por las ramas de los árboles, otros balanceándose y corriendo por los tejados en total libertad, y el resto solo caminaba por la calle y los puentes.

A pesar de que era un simple día común y corriente en esa zona y el resto de los vecindarios, en el que todos hacían sus actividades rutinarias, a los ojos del joven-tigre era como ver un hermoso festival lleno de vida y energía.

Ya había empezado a sentir algo similar, cuando estaba dentro de las instalaciones de la sede japonesa de San Bestia. Pero el estar allí, en un simple vecindario como cualquier otro, donde solo hay bestias y todo está construido de acuerdo a sus necesidades básicas, le producía al joven-tigre ese sentimiento a un nuevo nivel: este sentimiento era el mismo que él sentía cuando estaba en la selva, con nada más que con sus vecinos animales. Pero ahora lo volvía a sentir con más fuerza.

—Es igual a cuando entrenábamos en el bosque, o cuando caminábamos por los pasillos del Dojo de la maestra Kondo. Solo que mucho mejor —decía Gabriel, volviendo a mirar los ojos de la mujer-loba—. Jamás me había sentido tan libre y... vivo. Aquí me siento tan familiar... tan.... "nostálgico"... Y si yo me siento así, entonces tal vez tú también podrías sentirte igual, o incluso mejor. Solo tienes que hacer el intento. Luego puedes seguir llevando la capucha, si continúas sintiéndote incómoda. No te obligare. 

Esas palabras, junto con la increíble seguridad y felicidad con las que el joven-tigre las pronunciaba y reflejaba en su sonrisa, lograron hacer efecto en Caroline. Sobre todo verlo a él sonreír así; tan alegre y jovial, sin ninguna pizca de querer esforzarse por sonreír, ni tampoco sin aire sarcástico, como suele hacer. Era una sonrisa sincera, y por eso la licántropo blanca mostró una sonrisa igual, para luego bajar las manos, y permitirle al baghatma quitarle la capucha de encima con lentitud.

Al principio Caroline empezó a sentir que estaba por tener un "ataque de nervios" (o algo parecido). Pero cuando su cabeza estaba siendo liberada de la capucha, sus oídos fueron captando los diversos sonidos de la zona, provenientes de la muchedumbre y la incalculable variedad de actividades que sucedían en todos lados. Pero no era un ruido desagradable, sino todo lo contrario; era intrigante y hasta divertido.

Todo lo que escuchaba la licántropo blanca la distraía, y la hacía adentrarse en el nuevo mundo en el que se encontraba. De modo que no prestaba atención a su propio temor e incomodidad. Y esto ayudó a que poco a poco se adaptara, y por fin empezará a sentir lo mismo que los demás, en especial el joven-tigre: un sentimiento de pertenencia. 

—Tienen razón. ¡Je! No es tan malo en realidad —dijo Caroline esbozando una sonrisa risueña, y dando una breve inspección a los alrededores, para después volver a mirar al baghatma a los ojos, quien solo sonreía enternecido de verla a ella así. 




Próximo capítulo: Un Pueblo Bastante Bestial. 

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