Capítulo 16- Cautiva
Me siento cansada.
Desde qué me soltaron de la cama lo primero qué hice fue salir corriendo con mis piernas tambaleando hacia la a puerta.
No había un indicio de poder salir-, por lo que me derrumbe en un rincón a llorar sobre mis rodillas como cuando era una niña. Me habían cerrado la puerta enorme oxidada en mi cara.
Yo tenía tanto miedo y me sentía sola. Observándo la habitación con miedo y solamente eran cuatro largas y sucias paredes , esa puerta y una pequeña rendija para la ventilación que lo único que hacia alli era ser de utileria, porque aún la habitación olía fuertemente a moho y a sangre seca. Levantándome luego de calmarme fui a mirar las paredes.
Observando la manchas oscuras que habían me di cuenta de lo que era... Sangre. Sintiendo el miedo en mi cuerpo retrocidi. Yo sabía que iba a morir y lo haría en una habitación de 3x4 metros aproximadamente creó... pero.. ¿la verdad? tenía unas ganas de morirme realmente.
Recogiendo mis brazos me acerque a lo que era mi "cama" y Solamente un catre con una sabana gris, y encima había un bombillo fluorescente.. ¿ eran la de los ahorradores?.
— "Con qué le preocupa el ambiente al infeliz"— me envolví con mis brazos llorando sin parar, abriéndose otra vez la pueerta levante mi mirada y mire la silueta de un hombre,la luz lo iluminaba bastante y a pesar de la oscuridad se acerco a mi y yo pude ver realmente quién era.
.....
—¿Soy libre? —Pregunte ilusionada.
Aquél desconocido frente a mi simplemente sonrió siniestramente y sentí un escalofrío en mi espina.
Acercandose a mí se paro frente estirando sus dedos hasta hacerlos sonar.
—Ingenua,—- tomándome del cuello me arrinconó hacía contra la pared, y me observo con los ojos perdidos como si estuviera enloquecido.
Yo nunca fui una persona tan sensible a como lo era en este momento,¿por qué me sentía así? Tenía miedo y quería llorar y pedie auxilio descontrolada, yo habia sufrido el acoso en carne propia y ya por ende mi piel no dolía mas.
Pero estaba humillada, me sentía desmoralizada.
Aquel hombre que me sometía fon sus golpes era casi de mi altura y tenía el cabello negro un poco largo casi por los hombros. Lo observaba tratando de saber quién era. Pero no lograba identificarlo, él usaba lentes y una bata de laboratorio blanca.
- soy tu nuevo padre así que más te vale que me des mi debido respetó— me amenazó quitándose el cinturón del pantalón y golpeándome mi cuerpo con éste. Yo aguante el chillido, pero no podía evitar que las lagrimas me corrieran por las mejillas de dolor y la vergüenza con los ojos inyectados de odio.
—Tu vida está en mis manos ¿tienes el descaro de mirarme de esa forma?— dijo con la voz furiosa y éste Volvió a golpearme más fuerte.
—¿Qué te hice yo? ¿Por qué me lo dices? —Pregunté enojada. Y por esta respuesta me golpeó repetidas veces haciéndome soltar un chillido.
— eres hermosa, intentaré no dañar mucho tu rostro, eres bella—, dijo de forma acosadora y traté de apartarme de sus brazos pero no lo conseguía.
—¿Quién eres tú? —Grité con lo poco que me quedaba de voz.
—Dime Dipp, te cuidaré, desde ahora— respondio golpeándome repetidas veces, - veo que cabreaste bastante al jefe, ¿no es cierto? Vaya, desde hoy seré tu papi— dijo él riendo malvadamente y yo lo miraba asustada
— "este tipo estaba loco"— pensé aterrada.
El tal Dipp se acercó más a mí y me levantó con un impulso y me tiró al catre. El impacto me lastimó en yna de las heridasque me quedaban de unas inyecciones en la espalda y me contraje del dolor.
—¿estás cómoda princesa? —Preguntó con sarcasmo y sin dejarme responder continuo riéndose — A ver cuanto duras —dijo él riendo.
Colocandose frente a mi se desabrocho con torpeza el pantalón y atemorizada trague en seco.
—...¿Qué haces? —Pregunté asustada levantándome rápidamente, él me tomó del pie y me volvió a golpear lastimándome fuertemente mi tobillo... y solté un chillido por el dolor.
—Te dije que no me hagas golpearte en la cara. ¡ te lo dije!— me regaño con una risa delirante, hablaba como un lunático y no entendía lo que sucedía. Me dolían las piernas y la espalda de los golpes y aún tenía la piel de mis tobillos y muñecas en carme viva. Él me arranco la bata de laboratorio que tenía, quedando expuesta ante él y trate de cubrir mi desnudez.
—Diablos, eres hermosa, si nos hubiéramos conocido de otra forma, posiblemente te cortejara, saldríamos a una cita... tú... ¿aceptarias ser mi novia? Posiblemente sí, fueras mi novia, pero... la verdad era muy tímido...— dijo con una risa infantil y luego su transición cambió y me miro molesto—¿Lástima, no? Yo soy tu dueño ahora— dijo riéndose, mientras me golpeaba con el cinturón en el cuerpo, sentía cada golpe mas ardiente que el anterior y vi cómo el último que me daba salpicaba sangre, ya que me había arrancado una de las costras del brazo— ¿te duele?— Preguntó con ternura y nerviosa asentí y sonrió de forma escalofriante, —¿si? ¿No? Esto te dolerá más—. Mientras me tomaba de las medias me las intentaba abrir y yo luchaba contra sus manos.
Tomándome de los tobillos me acercó hacia él y usando su peso me inmovilizó y con rudeza me penetró.
Él estaba llorando de horror, sentía que me iba a morir cada vez que su asqueroso miembro entraba más dentro de mi casi desgarrandome por dentro.
—Vaya, vaya.., la niña no es señorita... eres una pequeña zorrita— -dijo agarrándome del cabello casi arrancándolo de mi cuero.
Gritando de dolor, está vez tuve que gritar por instinto tratando de buscar ayuda.
—¡¡¡¡AUXILIOO AUXILIOO!!! — gritaba asustada hizo que el hombre mas se enfureciera.
— Eres una idiota, en este lugar nadie te escuchara— y golpeandome maduro en rostro comenzaba su primera sesión de golpes que marcaría el comienzo de mi vida en este lugar.
Forzandome con cada una de sus penetraciones y al eyacular rápidamente su erección bajo. Al menos se había cansado rapido. ¿Era un consuelo? después de eso saco una caja de cigarrillos y comenzó a fumarlos y podía reconocer el olor hierba de estos.
Él se veía diferente a cómo había llegado, su cara alargada y barba mal afeitada me recordaban a uno de los novios de mi tía, capaz y lo era. ¿O todos los pervertidos se veían igual?
—¿Saliste alguna vez con una mujer llamada Terra?— Pregunte curiosa.
Un momento, ¿ lo habia dicho en voz alta? Y él me miró desconcertado y extendiendo su cigarrillo yo negué con la cabeza.
‐ Lo necesitaras.. —confesó incomodó —¿Terra?, según tu expediente,¿ era tu tía no?— preguntó y yo asenti — La verdad no. Ella es mayor que yo y mi me gustan más jóvenes,—respondió y sin decirle nada, apagando su cigarrillo escupió a un lado— Más tarde regreso—
Levantandose se fue de la habitación, dejándome sola con la piel magullada y lastimada. Me acosté en la cama en posición fetal y mire a un rincón una especie de..¿ una cámara?.
¿Era posible que ese desgraciado observaba todo? mire mis piernas llenas de hematomas y algunas de las costras sangraban. Todo mi cuerpo estaba morado y tome algo de sangre que salia de mi piernas con mi dedo y suspiré.
—Día 1.. — anoté en la pared y sin pasar mucho tiempo que mi verdugo me había dejado, la puerta se abrió y él regreso. Consigo trajo un pote de pastillas y se acercó a mi cama.
Temerosa vi que simplemente traía medicina y con un pañuelo me limpio la cara y el cuerpo con agua que salia de un pequeño grifo de una especie de baño que estaba en un rincón.
Mi verdugo se portaba tan amable que me daba miedo. Alimentandome y tirandome a un lado un cambio de ropa lo vi sorprendida.
Era un vestido de unas tallas mas que las mías y sorprendida me vestí avergonazada y aunque estaba alerta, él se portaba amable...¿Seria su hermano gemelo?
No lo era, hasta que volvió su ser el mismo.
- ¡Desnudate!.— ordenó mientras volvía a comportarse como antes
No tenía fuerzas para realizarlo y tratando de quitarme el vestido volvió otra vez a gritarme enfurecido.
—¡¡¡TE DIJE QUE TE DESNUDARAS ESTÚPIDA PERRA!!,— me gritó y con las lagrimas en el rostro hundió sus dedos en mis tobillos —¡ te mereces todo lo que en este lugar te ocurra!, eres una perra sucia,— me amenazó y levantando su brazo me sostuvo del cabello y empezó a golperme con fuerza.
Agarrando unas pastillas y tomó tres sin agua y observando la caja trague en seco.
¡mierda!, eran pastillas sexuales.
— Lo bueno que en el laboratorio te esterilizaron, así que no tendrás nunca hijos y no correremos el riesgo de salir con un embarazo no deseado— dijo como si me consolara con sus palabras— deberías decir gracias y agradecer que te cuidan— dijo él riéndose mientras apretaba mi cara con fuerza.
Forzandome con violencia yo miraba la pared llorando horrorizada, cada lagrima y sollozo lo volvía más furioso. Luego, al terminar después de unas horas me dejo sucia y en el mismo rincón de mi cama.
Ya no tenía fuerzas para vestirme o para seguir llorando luego de un rato. Tratando de levantar mi brazo para quitarme el cabello de mi rostro.. No lograba coordinar cada movimiento de mi cuerpo y solo me hundí en aquel colchón lleno de resortes y de fluidos corporales.
¿No hay alguien que me ayude?
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