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O6. De niñeros y pequeños cambios estéticos.


¿Sabían que Yeosang era un chico muy despistado?

Usualmente no recordaba fechas importantes, como las de los exámenes, aniversarios y esas cosas, tampoco sabía cómo despertarse a tiempo, incluso si ponía quince alarmas apagaba las quince estando aún dormido, una cosa bárbara, tampoco podía cuidar mascotas, aún recordaba con trauma como había aplastado la tortuga de su amigo Hongjoong cuando se le cayó y al recogerla la pisó... El mayor no lo dirigió palabra alguna por más de seis meses y aún no dejaba de recordarle aquello al llamarlo insistentemente como el "mata tortugas". Por eso 一y otros miles de detalles一 es que Kang Yeosang no era particularmente confiable para cosas que implicaran compromiso o responsabilidad.

Pero aún con eso en cuenta...

El día comenzó despejado, perfecto para tomar la energía del sol como si las personas fueran plantas en medio de la fotosíntesis, el sonido de la ciudad en movimiento, el olor de la tierra mojada gracias a la vecina anciana de al lado que regaba sus preciosas rosas amarillas, cientos de cosas hacían la mañana agradable y cálida para los ciudadanos de buen humor... Pero Yeosang no era uno de esos ciudadanos de buen humor, obviamente. La irritante alarma de su teléfono lo despertó de su perfecto y relajante sueño embellecedor, entre quejidos exagerados el rubio tomó su teléfono y apagó la alarma, pataleando como niño mimado antes de molestarse en siquiera ver la hora que era, y cuando lo hizo lo único a lo que le pudo prestar algo de su atención era al reloj digital que le indicaba que ya eran las ocho de la mañana de una forma molesta para su vista.

Ugh, su teléfono tenía todo el brillo.

Decidido a dormir un poco más, y luego de un largo quejido que pudo haber lastimado su voz, apagó su teléfono y se dejó caer en los brazos de Morfeo en cuestión de segundos, brazos de los cuáles cayó directo al suelo debido al timbre de su departamento que había comenzado a sonar.

¿Era muy tarde para bajarse de ese tren llamado vida?

Cansado, el pobre chico que estaba siendo claramente castigado por los dioses debido a su pereza insana, se levantó de su cómoda cama, arrastrando los pies y verdaderamente tentado a ignorar el llamado y regresarse a sus cálidas mantas, para finalmente 一luego de una batalla moral interna sobre ser o no un maleducado一 ir hasta la puerta y abrir, encontrándose con un sonriente pelinegro de tez clara, ojos finos y sonrisa amplia que cargaba algunas bolsas de productos que aún adormilado reconoció como tinte y colorantes.

一¿San?

一Hola~ 一saludó el aludido mientras se abría paso para entrar al hogar impropio, tal como si fuera su propia casa.

El rubio se había quedado mirando hacia la calle mientras que procesaba lo que ocurría, al hacerlo se giró para ver al contrario.

一¿Qué haces aquí? Son como las cinco de la mañana.

一Primero, son las ocho y doce de la mañana 一aclaró el contrario mientras miraba y le enseñaba su reloj al que frunció su ceño, escéptico de la información一 y segundo, dijiste que me ayudarías con mi cabello, ¿No lo recuerdas?

Entonces el silencio reinó el lugar, tanto que 一si ponías suficiente atención一 podías escuchar el cerebro de Yeosang trabajando por una respuesta.

Buscando el guión...

Descargando archivos...

Falla de conexión.

Error: Programa no encontrado, iniciando ruta de escape «no.tengo.idea.exe».

Pasaron diez segundos para que la ardilla que Kang tenía por cerebro funcionara.

一Ah 一soltó de repente, fingiendo saber de lo que hablaba一, lo siento, he tenido mucho trabajo y... Lo olvidé.

El de cabello negro lo miró con sus ojos entrecerrados, claramente no cayendo en la más típica excusa de un descuidado nivel cien como Kang Yeosang, al final solo respondió rodando sus ojos, dejando las bolsas de productos químicos sobre la mesa de centro.

En ese momento lo único que deseaba era dormir las diecisiete horas que se gastó jugando videojuegos el día anterior.

No quería hacer na-da.

El rubio estaba cerrarando la puerta cuando su teléfono comenzó a sonar estruendosamente en su habitación, razón por la que gruñó con molestia, haciendo un puchero exagerado y mil y un mofas más por lo inconveniente que resultaba el mundo cuando él solo quería dormir. Arrastrando sus pies y con un aspecto deplorable y dramático, Yeosang buscó su teléfono y contestó en medio de un bostezo.

一¿Hola?

¡¿DÓNDE MIERDA ESTÁS?!

En ese momento el rubio perdió su tímpano derecho.

Gosero 一se escuchó en el fondo.

一Primero que nada, buenos días Yeonjunnie.

Hace una hora que deberías estar aquí 一afirmó el menor entre dientes, plenamente irritado, el mayor parecía entre confundido e idiota一. ¿Dónde estás?

一¿Que yo debo estar en dónde?

EN MI PUTA CASA CUIDANDO A KAI.

GOSERO 一se escuchó de nuevo a la vez que un bufido de parte de Yeonjun se dejaba escuchar en medio de la llamada.

Mientras tanto Yeosang estaba con sus ojos muy abiertos.

Oh sí, se le había olvidado.

Le había prometido a Yeonjun que cuidaría a Kai.

Bueno, en su defensa, nadie podría jugar mejor que él en las partidas online de Overwatch, eso sería un crimen.

一Oye, jeje, ¿Sabes? yo-... No pued-...

Tienes cinco minutos para llegar hasta aquí o iré a tu casa con unas lindas tijeras de cocina y, oh, no quieres eso.

Yeosang tragó grueso.

Buenos días 一y cortó.

"Binis díis".

La educación por delante, Yeosang.

San, por otro lado, miraba al rubio con una ceja enarcada.

No estaba seguro si su expresión era de fastidio, molestia, flojera o estreñimiento, porque parecía una combinación de todo.

一No quiero ir~ 一se quejó el rubio cual niño pequeño mientras se dejaba caer en el sofá dramáticamente, ignorando al chico que permanecía quieto en su lugar.

¿Cómo podía evitar aquella responsabilidad?

Vamos Yeosang, piensa.

一¿No quieres ir a dónde? 一Preguntó inocente el pelinegro, ignorante de lo que pasó por la mente macabra del rubio al recordar su presencia.

Y a Yeosang se le prendió el foco de las ideas.

(...)

一¡Tú, pequeña mier-...! ¿San?

一Hola.

Habían cientos de cosas que Yeonjun alguna vez habría esperado de Yeosang, ninguna era una de las que el aludido podría estar orgulloso, sin embargo... ¿Por qué estaba Choi San allí?

Yeonjun parpadeó incrédulo, manteniendo la calma en una profunda respiración que servía para reprimir sus ganas de gritarle a su mayor. Intentando mantenerse tranquilo estaba a punto de preguntarle al pelinegro qué ocurría cuando un mensaje en su teléfono le distrajo.

Yeosanguarro.

No puedo ir.
↪8:37am

Estoy enfermo. :'(
↪8:37am

Te mando a San en mi lugar. :-*
↪8:38am

Cien cosas que deberías saber, escrito por Choi Yeonjun. Número uno, nunca cuentes con Kang Yeosang.

一Ese imbécil 一murmuró el peliazul entre dientes antes de bufar y mirar a San, pensado unos segundos antes de preguntar一. ¿Puedes cuidar a Kai?

一Realmente yo-....

一Perfecto 一interrumpió de inmediato mientras llamaba al pequeño castaño que jugaba tranquilo con sus peluches y se acercó a pasos graciosos cuando su poderosísimo padre lo llamó一. Kai, él es Choi San, y va a acompañarte mientras yo trabajo ¿Okay?

Oquei 一Respondió el bebé desde su lugar.

Yeonjun asintió, le dio unas instrucciones rápidas a San que más que aclararle solo lo enredaron mucho más... Primero que nada, ¿Por qué habían tantas marcas de papilla y todas distribuidas a lo largo de la casa? Luego de más o menos darle una idea al contrario de lo que debía hacer, Yeonjun se despidió del niño y se fue apresurado a su trabajo, dejando al pelinegro en una situación inesperada, abrumadora y completamente fuera de su zona de confort.

El solo quería teñirse el cabello, no cuidar con un pequeño que probablemente le sacaría canas en segundos.

Definitivamente le quitaría un mechón de cabello a Yeosang cuando regresara.

El pelinegro miró al niño que se paró frente a él y quien le miraba de regreso, atento y algo emocionado.

Yo Kai.

Cuando el castaño se presentó poniendo su pequeña mano sobre su pecho, San sonrió enternecido.

一Yo San 一respondió en el mismo tono, divertido.

Bueno, ¿Qué tan difícil sería cuidar a un niño?


(...)



Respuesta: muy difícil.

Súper ultra hiper mega muy demasiado exórbitantemente difícil.

Cuidar a un niño con tanta energía como Kai era realmente complicado.

Ya lo había puesto a jugar, se emocionó e hizo un fuerte de cojines que caían a cada rato, se atoró en un sábana cuando casi rueda escaleras abajo con ella como capa, quedó atrapado bajo el sofá y San tuvo que mover todo para poder sacarlo sin romper nada, lo amarró 一débilmente, eso sí一 a una silla, supuestamente demostrando su autoridad como pirata junto a su fiel compañero Toobin que portaba un parche de desconocida procedencia. A San le dolían las piernas, también su espalda, el infante lo había obligado a esconder debajo de la mesa mientras que él cumplía una misión importante que se resumía en él intentando alcanza una caja de Fruit Loops que hicieron que el pelinegro golpeara su cabeza contra la mesa al salir desesperado de su escondite para atajar al niño antes de que cayera de pañal contra el suelo.

Y eso que aún ni siquiera era la hora del almuerzo.

Suspiró cansado y se lanzó en el sofá. Recién había terminado de convencer a Kai para que se quedará quiero mirando la tele en lugar de seguir intentado escalar los muebles, escondiéndose en lugares extraños o intentado comer cosas probablemente tóxicas, estaba dispuesto a descansar solo un segundo para aprovechar la tranquilidad del jovencito.

Jovencito, ya sonaba como su abuela.

En cuanto el joven, pero cansado chico quedó en una posición cómoda en el sofá no pudo evitar quedarse dormido producto del cansancio de un par de horas junto a tal creativo infante, sin saber que unos pocos minutos más tarde mientras él roncaba un pequeño niño se acercaría desde el piso de arriba hasta la sala, inspeccionando los alrededores y encontrándose con unos pequeños envases de decolorante y tinte.

Kai sonrió al ver lo que parecía ser pintura sobre la mesa ¡Tal como las que el señor rascacielos le había enseñado hace unos días! Le emocionaba debido a que en aquella ocasión no había podido tocarlas porque no estaban a su alcance, pero esta vez era diferente.

¡Estaban allí, muy cerca de él!

Con sus pequeñas manos tomó uno de los frascos y con mucho, muchísimo esfuerzo lo destapó, arrugando su nariz al sentir aquel fuerte olor químico llegar a sus fosas nasales sensibles y pequeñas a tal punto de hacerlo estornudar de forma estruendosa.

El castaño quedó inmóvil cuando vio que el alto muchacho de cabello extraño se había movido en su lugar al escucharlo, su cabeza cayó a un costado y sus ojos se abrieron, haciendo pleno contacto visual con el pequeño que imitaba una estatua.

El silencio gobernó hasta que Kai llevó uno de sus dedos índice hasta su boquita, imitando a su padre cuando le decía que hiciera "shhhhh".

Sorprendente, San se volvió a dormir luego de eso.

Kai pensó que había sido magia.

Poco después el bebé, continúo destapando el resto de cosas que habían en la mesa, todos de diferentes colores, olores y texturas que se entremezclaban de forma dispareja con ayuda del pequeño artista. Kai, completamente emocionado, comenzó a buscar un lugar donde pintar, no había papel cerca y Yeonjun había hablado seriamente con él sobre no colorear las paredes así que...

El bebé hizo un puchero inconsciente al pensar, viendo a todos lados en busca de algo que funcionara, su vista cayendo nuevamente sobre el muchacho de tez levemente acanelada que reposaba en el sofá.

Oh, ¿Pero qué es eso que veían sus ojitos?

¿Era acaso su próxima obra de arte?


(...)


Un fuerte olor a químicos cerca de su nariz y la sensación de tener algo jalando de su cabello lo despertó con lentitud, lo primero que San vio al abrir los ojos fueron las pequeñas manos de Kai y su mirada concentrada mientras tocaba un mechón de su cabello, sacando su pequeña lengua de una forma cómica.

Lito 一dijo el niño con una sonrisita mientras alejaba sus manos manchadas de su cabello.

¿Listo qué?

El mayor frunció su ceño con confusión, sentándose en el sofá y mirando a su alrededor cuando el pequeño se alejó entre saltos, asustándose al notar como su tinte y decolorante estaban abiertos y regados a lo largo del lugar.

Principalmente en las manos del niño que le veía sonriente.

Ay, no...

A toda prisa y con su corazón acelerado al tener una sospecha de lo que ocurría, él también apellidado Choi fue al baño principal del lugar para verse en el espejo y...

Gritar.

Gritar como una niña cuando vio su cabello.












¡Shan Jolk! 一Gritó eufórico el bebé Kai, enseñandole a Yeonjun con orgullo su obra cuando llegó al sitio donde Choi le estaba llorando a su cabello que ahora relucía con un mechón de color Grinch.

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