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62. ¿LA DUEÑA?.

Apocalipsis 3

1 Escribe al ángel de la iglesia en Sardis: El que tiene los siete espíritus de Dios, y las siete estrellas, dice esto:
Yo conozco tus obras, que tienes nombre de que vives, y estás muerto.









Las lágrimas rodaban por mis mejillas al leer el primer mensaje.

Leticia:hola hija 🥺.

Leticia: dónde estás hija mía?

Sentía mi corazón encogerse dentro de mí al ver la preocupación de mamá.

«Al menos ella si piensa en mi».

Leticia: perdóname por cómo te grité, yo no quería echarte, solo no quería que tú padre te lastimara.

Sonrío en medio de las lágrimas al ver que mamá solo quería protegerme.

Definitivamente mamá, es mamá, no importa lo que pase.

Sé que a pesar de lo fría que es algunas veces.

Eso no significa que no me quiera.

Aunque muchas veces el diablo me hizo creer eso.

Leticia:eres una joya muy preciosa para mí.

Lloró más al leer esto.

A pesar de ser solo un mensaje, llegó a lo profundo de mi corazón.

Si hay algo de gran valor y estima para mí, es la familia.

Leticia:hija, te amamos, te extrañamos, nos equivocamos contigo, perdón.

Al leer este  mensaje me recuerda lo que Erick me dijo en la segunda visita.

Él es el que ha estado pendiente de mi todos estos días.

Él me contó que ya se descubrieron las cosas.

Incluso me dijo que ya tenemos un nuevo pastor que por cierto tiene un hijo único, bastante peculiar.

El pastor se llama Eubulo.

Me dolió mucho cuando Erick me contó que él pastor Benito le pidió la credencial a papá.

Pero aún así pienso que era lo mejor.

Leticia:hija, si lees esto por favor vuelve a casa, aquí está la dirección...

Leo la dirección que mi madre me ha dado y no está muy lejos.

Comienzo a escribirle.

Yo:hola mamá, no te preocupes por mi yo estoy súper bien.

Inmediatamente mamá lee el mensaje y comienza a escribirme.

Leticia:oh gracias a Dios que estás bien, no sabes lo angustiada que estaba por ti.

Yo: tranquila mamá 🥰.

Salgo del chat de mamá y entro en el de papá.

A papá casi no le gusta eso de facebook pero milagrosamente me ha escrito.

Diótrefes:hija, si lees esto, perdón, de verdad que no tengo cara para verte después de todo el daño tan terrible que te causé, ojalá algún día puedas perdonarme, también desearía que regresaras a casa para darte todo el amor que te negué 😭😭😭.

Ese mensaje hizo que llorara más.

—pero... ¿Que te pasa? —pregunta el hermano Evaristo atorado en galletas.

Yo sigo llorando sin responder.

—ven aquí mocosa —dice de manera cariñosa.

Esa es su forma de ser amable.

Dice la señora Emine que solo es querendón con el hijo de ella.

Se acerca y me da un abrazo mientras suavisa mi espalda.

No lo sé, pero eso fue de gran ayuda.

Después de usarlo de paño de lágrimas, me calmé y le conté lo sucedido.


—¿Que estás esperando? —me pregunta —toma el coche y ve en busca de tus padres.

Eso fue más que suficiente para que saliera corriendo hacia el parqueadero, me subí en el Lamborghini rojo y me fuí a ver a mis padres.

De verdad que lo único que anhelaba ahora era verlos y abrazarlos.

Sé que lo que me hicieron fue algo muy duro.

Pero no les guardo rencor.

Además ellos no sabían nada, así que no tienen la culpa, aparte de eso ya la han pasado bastante mal.




...



Estaba parada frente a la puerta de la casa que arrendaban mis padres.

Tenía la mano en alto para tocar, pero no me sentía capaz de hacerlo.

Tal vez tenía miedo.

Miedo de afrontar otra realidad, era como si...

La puerta se abrió dejándome ver un padre totalmente diferente al que siempre he estado acostumbrada a ver.

Era un padre con una gran sonrisa llena de amor.

—¡Hija! —exclamó antes de darme un gran abrazo.

Nuevamente lloré mientras lo abrazaba, era como si hubiera pasado una eternidad lejos de ellos.

Hacía tanto que extrañaba estos abrazos.

De repente sentí como unas manos calidas se unían a este abrazo.

Abrí mis ojos y ví a mamá.


Después de llorar todos, pedirmen perdón y abrazarnos por largo rato, finalmente entramos a la casa.

No era como la otra.

Es una casa un poco humilde pero es bien cálida.

—¿En dónde has estado todos estos días? —me pregunta mamá.

Comencé a contarle como una familia me había acogido y habían sido súper buenos conmigo, no les conté la broma pesada del señor Fary, temía que si se la decía se iban asustar.

—bendito sea el Señor que uso a esas personas para que fueran de bendición para tú vida, —hablo mi papá —ellos hicieron lo que yo como papá no supe hacer.

—deja de culparte papá —le digo —por cierto, ¿Dónde está Mauricio? —cambio de tema.

Mi padre bajó su mirada al suelo.

Entonces imaginé lo peor.

Hasta el día de hoy Erick no me ha dicho nada de mis hermanos, solo me contó lo de mis padres.

—él está en la cárcel —responde mamá.

—¡Oh por Dios! —exclamé.

«Eso sí que no me lo esperaba».

Me tomo por sorpresa.

«¿Mi hermano en la cárcel?».

«¿Cómo puede ser eso posible?».


—¿Que pasó? —pregunté sobresaltada.

—fue detenido por violación —esta vez fue mi padre el que respondió.

—¡No Dios mío!, —dije tapándome el rostro con ambas manos —eso no puede ser verdad —las lágrimas comenzaron a salir —tiene que ser un mal entendido.

No me imagino a mi hermano siendo un violador.

—yo también lo creí así —habla papá con dificultad —no le di la mayor importancia, siempre metí las manos al fuego por él, y por eso paso lo que paso, fue mi culpa.


Yo seguía negando con la cabeza mientras lloraba.

Es cierto que Mauricio fue un hermano un poco duro conmigo, pero eso no le quita que es mi hermano.

Después de calmarme un poco y de asimilar un poco lo de mi hermano, pregunté por Sol ya que no la he mirado en todo el rato que he estado aquí, supongo que ha de estar estudiando o al menos eso es lo que quiero creer, no quiero ni pensar lo que pasó después que mi padre se enteró de la verdad.


—ella se fue de la casa —responde papá.

—¡¿La echaron?! —pregunté aterrada.

—yo lo hice, —habla mi mamá —lo que hizo fue algo intolerable.

—¿Dónde está ahora? —pregunté.

En tan solo unos pocos días, mi familia ha pasado por mucho.

—no lo sabemos —contestó —solo aspiró que dónde esté este bien y que pueda reflexionar por sus errores.


Quise interceder para que la dejarán volver, pero me abstuve de hacerlo al recordar como me pagó por todo lo que hice por ella.

De verdad que no tiene caso cubrirle la espalda a alguien que está en pecado.

Tal vez todo lo que pasó, también fue culpa mía por no hablar desde un principio y siempre protegerla.


—creo que ya me tengo que ir —me puse de pie.

—quedate con nosotros —dice papá.

—lo siento —le sonreí —pero tengo que volver, además salí sin decir nada y ando en auto prestado, aunque la señora diga que es mío.

—que tal si la llamas o le envías un mensaje y te quedas a cenar con nosostros —propuso mi madre —es aburrido comer solo los dos.

Saque el teléfono y marque el número de la señora Emine.

Este timbrada y timbrada pero nadie tomaba la llamada.

Marque el número del señor Fary y pasó lo mismo.

Eso hizo que me preocupará un poco.

«Pero...».

«¿Que mal les puede pasar a ellos?».

Son multimillonarios.

Le escribí un mensaje a la señora Emine diciéndole que volvería mañana.

Fue así como me quedé con mis padres para pasar un rato en familia.

Aunque se sentía un gran vacío al no ver a mis dos hermanos.




Día siguiente.


Después de hacer el devocional, me despedí de mis padres para volver.

—dales las gracias de parte de nosotros —dice papá —empaca tus cosas y vuelve a casa.


—sip —asiento con la cabeza —lo haré.

Aunque todavía no me sentía muy segura de volver a casa.

De alguna manera me sentía rara.

Tal vez por la ausencia tan evidente de mis hermanos.


O posiblemente porque aún me duelen algunas cosas que pasaron, pero eso no significa que no ame a mis padres.



....



Me encuentro cantando una canción atrapada en el tráfico.

Debido a que me deje coger la tarde, ahora hay una inmensa cantidad de autos detenidos y en el medio de todos ellos estoy yo.

Muchas personas se desesperan y no cesan de pitar, otras incluso gritan malas palabras.

Yo por mi parte me dedico a escuchar música ignorando lo que pasa afuera.

No voy a permitir que personas amargadas arruinen mi vida.


Miro por la ventana y veo que estoy frente a una panadería.

Considerando que este embotellamiento se demora, decido bajar un instante del auto para comprar unas galletitas para el hermano Evaristo.

Entro rápidamente y toco seguidamente la campana al ver que nadie está para atenderme.


—¡Ya va! —grita una voz femenina molesta —no somos máquinas para correr tan rápido.


No dije nada.

Fije mi vista hacia el auto esperando a que no vayan a avanzar, de lo contrario no alcanzaré a comprar las galletas.


—¿Que necesita? —pregunta alguien haciendo que vuelva mi rostro al frente.


Apenas miro quien es, abro mi boca sorprendida.

—¡Elisa! —exclamo.

La miro de pies a cabeza y simplemente no lo puedo creer.

Está totalmente cambiada.

Nada que ver con la chica linda de antes.

Aquella niña tímida con la que jugamos muchas veces y nos prometimos eterna amistad.

Su porte de vestir no era nada parecido al de una hija de Dios.

Su ropa era vulgar por así decirlo y ni hablar del maquillaje que había en su rostro.

Jamás pensé llegar a verla así.

De verdad que me dolió en el corazón ver a mi mejor amiga en esas condiciones.


—¿Que ha pasado? —le preguntó al ver que solo baja su mirada avergonzada.

—¿Que desea para llevar? —me pregunta ignorando mi pregunta.

—Elisa —le digo con tono serio —tenemos que hablar, no puedes darle la espalda a Dios así por así.

En ese momento se escucha una gritería afuera.

Volteo a ver y veo que el problema es por el Lamborghini.

—me tengo que ir, —le digo —pero después hablamos.

Corro afuera pero ya prácticamente tienen la grúa para llevarse el auto.

—¡Esperen! —les digo a la policía —yo soy la dueña.

Él policía mira el auto, luego me mira a mi.

—¿La dueña? —pregunta como si conociera al dueño del auto.

—bueno, la que lo conduce —aclaro.

—vea pues, —comenta —es la primera vez que veo que él joven le deja conducir su auto a otra persona, más le vale que no se esceda en velocidad.

Lo miro sorprendida.

—¿Usted conoce al dueño? —me atrevo a preguntar.

—por supuesto, todo mundo lo conoce.

—pero el murió —le digo.

Eso hace que él oficial suelte una carcajada.

—mala yerba nunca muere —comenta antes de marcharse dejándome confundida.


Yo me quedo por un momento meditando en sus palabras.

«Será que todo este tiempo a mí me vieron la cara».


Los pitidos de los otros autos hicieron que saliera de mis pensamientos.

Me subí al Lamborghini y me dirigí hacia la mansión.



Durante todo el camino lo único que hice fue pensar en ese supuesto hijo muerto.

También me puse a analizar todo lo que me han dicho de él y he llegado a la conclusión de que ese sujeto posiblemente está vivo.


Según lo que me dijo el policía.

Cómo habla su mamá de él.

La forma en que se expresa de él, el mayordomo.

Definitivamente si está vivo.



Apenas llegó a la mansión lo primero que hago es buscar al señor Fary para que me diga la verdad.



Llegó a la sala en dónde acostumbra a estar sentado viendo televisión.

Pero no hay nadie.

Subo las escaleras y entro a su oficina.

Tampoco hay alguien.


Me dirijo a la alcoba matrimonial y me encuentro con una de las jovencitas del aseo.

—disculpe, —le digo —¿Está el señor Fary?.

Ella niega con la cabeza.

—el señor Fary lo tienen en la clínica gravemente hospitalizado —responde.









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