61. HOMOFÓBICA.
Isaías 5
20 ¡Ay de los que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz; que ponen lo amargo por dulce, y lo dulce por amargo!
—¡Esto si que es vida! —exclama la señora Emine mientras el viento despeina su cabello.
A pesar de ser una mujer que ya tiene sus años, se ve hermosa y radiante.
Es como si los años hubieran pasado por encima sin dejar rastro.
Ni siquiera es amargada como algunas personas que ha cierta edad les molesta el ruido.
Ella en cambio lo disfruta.
....
Llegamos al centro comercial e inmediatamente muchas miradas cayeron sobre nosotras.
En especial eran miradas de jovencitas que corrieron hacia el Lamborghini.
Ellas gritaban emocionadas y algunas tomaban fotos.
—¡No lo puedo creer! —grita una —ese es el auto de...—se calla apenas me mira.
Puedo ver la decepción en las otras chicas que inmediatamente guardan sus teléfonos.
Era como si hubieran estado esperando que de aquel auto hubiera bajado una celebridad.
—vamos querida —dice la señora Emine bajando del convertible —no les prestes atención, son chicas con hormonas alborotadas.
Reí ante su comentario.
Entramos al centro comercial y había de todo, por ratos me quedaba embelezada mirando, cuando me daba cuenta había perdido de vista a la señora Emine.
Miro para todos lados y finalmente la encuentro.
Está viendo telefonos de última generación.
—¿Cuál te gusta más? —pregunta cuando me acerco a la vitrina.
—pues...—empiezo a decir.
La verdad es que no sé cuál es mejor.
Todos se miran lindos y no sé cuál es más avanzado.
Siempre he tenido telefonos, más que todo para llamadas y un tanto de redes sociales, así que no sé mucho de calidad, zoom, cámara y todas esas cosas.
Lo único que me interesa es que le dure la carga.
—no me digas que eres como mi hijo —comenta al ver que no he respondido su pregunta.
—¿Cómo era su hijo? —me atrevo a preguntar.
La señora Emine es alguien muy valiente.
Habla de su hijo como si estuviera vivo.
Es como sino le afectará su muerte.
Él solo hecho de imaginar lo terrible que fue, me da escalofríos.
—él es de los que le gusta los teléfonos que aún no han salido al mercado, exportados directamente del extranjero. —responde.
—wooo, —exclamo —su hijo si que era exigente.
—lo es —contesta como si estuviera vivo.
No me atreví a decir nada, porque no quiero que le afecte.
Perder un hijo a de ser bastante duro.
—yo pienso que ese es lindo —señale un teléfono color plateado.
—perfecto —respondio —me lo llevo.
Le empacaron el teléfono en una caja, luego de eso me tomo del brazo.
—vamonos a hacer lo que se nos da super bien a las mujeres —me dice.
—¿Que? —pregunto confundida.
—ponernos lindas.
.....
No sé cómo pasó.
Está señora es muy buena convenciendo.
Cuando me di cuenta ya estábamos en un salón de belleza.
Me encontraba sentada en un sillón giratorio mientras un hombre con aires de gay me examinaba de arriba abajo.
—¡No! —exclama disgustado —¡No y no Emine! —le dice a ella.
Ella pone una mirada tierna.
—porfiiis —le dice.
Incluso se parece a la patita wen.
—he dicho que no —responde él muy seguro —ni que yo fuera Dios para hacer un milagro —dice mirándome —es cierto que ella es linda, pero esa ropa es fatal. —se lamenta.
—¡Oigan! —hablo yo —no es necesario que hagan nada por mi, además yo no pedí venir.
Ya me estaba empezando a sentir ofendida por este sujeto.
—tienes razón mi niña —habla la señora Emine y me ayuda a parar de ese sillón.
Cuando finalmente vamos saliendo del salón de belleza que por cierto es bastante lujoso, al parecer aquí solo vienen celebridades.
La señora Emine le da una última mirada a su estilista.
—mi hijo tenía razón, —le dice —tu no tienes sentido de la moda —setencia.
Eso fue como si le hubiera disparado.
Ese hombre se mandó una mano al pecho como si fuera a desmayarse.
—¡Agua por favor! —grita —¡Tráiganme agua!.
Una chica aparece rápidamente trayéndole agua mientras esté se deja caer en un sofá como si le estuviera dando un soponcio.
—vamos —la señora Emine me toma del brazo y no me deja terminar de ver la escena.
Esos hombres gays, son más dramáticos que uno.
No habíamos llegado ni siquiera a la otra esquina cuando sentí que alguien me tomo del brazo.
Volteé a ver y era el mismo sujeto gay.
—ven conmigo —me dice —no voy a permitir que nadie me ofenda en mi propio territorio, primero tenemos que cambiarte de look.
—ese es mi estilista —se jacto la señora Emine.
Cuando menos pensé ya estábamos en una de las boutiques de Jak.
Jamás había visto ropa más única.
—ven, ven, ven —me dice él sujeto con tono femenino mientras me jala.
En estos momentos no me sentía muy bien para hablar de Dios.
Había pasado tantas cosas difíciles con mi familia que me sentía muy dolida.
A pesar que en estos momentos no tengo tiempo para llorar estando al lado de la señora Emine.
De verdad que pienso que Dios la puso a mí lado.
Aunque debo de confesar que ese señor Fary me dio un susto muy amargo.
De verdad que yo creí que era un sicópata o algo peor.
—usted necesita arrepentirse —me atreví a decirle mientras era prácticamente arrastrada por él en los pasillos ante las atentas miradas de muchos.
Él se detuvo de caminar y me miró fijamente.
—¿Que dijiste? —me preguntó.
—lo que escuchó —sabia perfectamente que se hacía el desentendido.
Él bufo ante mis palabras.
—eres una homofóbica —me dice, antes de volver a tomar mi brazo y llevarme.
—ponte esto —baja un vestido y me lo tira encima sin dejar que la chica de la boutique nos atienda.
Yo tomo el vestido.
—pero...—intento decir pero él me interrumpe.
—y este —me tira otro vestido —esto también a ver cómo te queda —me tira una blusa —llevate esto —me tira un pantalón.
—¡Pero oiga! —le digo al ver que me está tapando en ropa.
Creo que antes le caía mal y luego que le dije que tenía que arrepentirse le caí peor.
—¡Yo soy cristiana! —le aclaró al ver que me está tirando encima ropa que ni siquiera debería de llamarse así.
Creo que a esta boutique de Jak están metiendo mercancía ilícita.
Él no tiene en su tienda cualquier ropa.
—lo que me faltaba, —comenta —ahora resulta que eres una religiosa fanática.
Ahora sí acabé de completar.
—¡Pues si! —dejo caer toda esa ropa al suelo.
La chica encargada de atendernos se apresura a recogerla.
—¡Soy cristiana, fanática si así lo quiere decir, pero no soy religiosa, el evangelio no es religión, el evangelio es poder de Dios según Romanos 1.16!. —le dejó bien claro.
—¡Calma!, ¡Calma! —la señora Emine se acerca a nosotros —estamos aquí de compras, no para pelear.
—lo siento señora Emine —me disculpo —pero no permitiré que alguien se meta con el evangelio, que es salvación para todo aquel que está perdido.
—no pues que le haremos, —habla el gay —ahora resulta que yo soy el malo de la telenovela, si fue usted la que empezó a ofenderme.
—yo solo le dije que necesitaba arrepentirse —le digo.
—¿Y acaso eso no es ofenderme? —pregunta indignado —¡Estas atentando contra lo que yo soy, me estás juzgando, eres una homofóbica!.
—¡Yaaa! —lo regaña la señora Emine —deja de gritar, todos nos están viendo.
—¡Que se den cuenta que aquí hay una homofóbica! —grita otra vez.
La señora Emine suspira.
Yo lo miro con indiferencia.
Solo hice un pequeño comentario y él ya se puso como loco.
—¡La voy a denunciar por discriminación de género! —me señala.
Yo me cruzo de brazos.
Jamás de los jamases había pasado por algo así.
Un rato estás bien, super feliz.
Al otro rato estás agarrada con un homosexual.
—¡Por el amor de Dios! —le dice la señora Emine —callate, pareces un niño, debería de darte vergüenza, ella es menor que tú, tan sólo una niña y le estás peleando, que poco profesional eres.
A mí se me escapó una risita.
Eso fue la gota que lleno el vaso.
Pensé que pondría el grito en el cielo, pero fue todo lo contrario.
Tomó aire por la nariz y lo votó por la boca.
Luego pasó su mano por el cabello como si se estuviera peinando.
—lleva a la señorita para que se cambie de ropa —le dice a la jovencita que atiende la cual estaba en shock al vernos pelear.
«Dios mío, perdoname si me excedí».
....
—creame señora Emine esto no es necesario —le digo al ver que me está comprando una cantidad de ropa.
—por supuesto que es necesario —habla con autoridad —además para nosotros no es problema el dinero, así que no te preocupes, déjanos cuidarte.
Lo último lo dice con tanto amor que termino cediendo.
Pero ya me comienzo a sentir en deuda con ella.
—ahora si —habla el gay. —vamos arreglar ese cabello.
Está es la hora que no sé su nombre.
...
—¡No te atrevas! —le advierto al ver que tiene unas tijeras en la mano.
—ni se te ocurra —vuelvo hablar al ver que quiere tinturar mi cabello.
—¿Entonces que rayos quieres que te haga? —pregunta desesperado.
—quiero algo natural, además estoy aquí sentada por la insistencia de la señora Emine, nada más —le aclaró.
.....
Finalmente salimos de ese lugar.
No les voy a negar que el sujeto hace un buen trabajo.
Yo salí de ahí super hermosa.
Sin una pizca de maquillaje, ni nada que atente contra mis principios cristianos.
Subimos al convertible que por cierto estaba lleno de todas las compras que se hicieron, incluso hasta zapatos de todos los estilos.
—¿Te gustó haber salido? —me pregunta la señora Emine apenas empezamos a conducir.
—si, —respondí —me distraje mucho, aunque debo de confesar que ese sujeto me estaba sacando la paciencia —fui sincera.
—él es así, —contesta ella —si vieras las agarradas tan terribles que se daba con mi hijo, a él también le decía homofóbico. —rie.
Yo no digo nada.
Solo pienso que si su hijo viviera.
Tal vez.
Solo tal vez.
No la llevaríamos bien.
—toma —dice ella cuando llegamos a la casa.
Me entrega el teléfono que compró en el centro comercial.
—es para que te comuniques.
Días después.
La he pasado muy bien estos días para la gloria de mi Dios.
Tan bien que ni siquiera tengo tiempo de recordar todo lo que me hicieron.
En especial mi amada gemela.
La señora Emine se encarga de arreglar una agenda para todo el día, es así como me mantiene ocupada y si no es ella, es el señor Fary.
Hablando de él.
Es una persona súper divertida y bromista.
Hay veces que me saca la paciencia, pero es buena persona, aunque parezca loco, como dijo Jak.
Hoy me desperté como de costumbre, luego de haber desayunado considerando que la señora Emine no me ha propuesto nada, me fui a ver el mayordomo.
—¡No! —dice él apenas me acerco —¡No te acerques a mi jardín!.
—es una pena que no me pueda acercar —me lamento.
La señora Emine me contó que él es muy celoso con el jardín, por la sencilla razón de que su hijo con sus amiguitos siempre tenían la costumbre de ir a jardín solo a dañar las flores.
Fue entonces cuando el mayordomo aparte de ser mayordomo, se volvió protector de las plantas, en otras palabras jardinero, aunque él diga lo contrario.
—hoy traje galletas recién horneadas —le digo.
—no intentes sobornarme —endurece su semblante.
—no lo estoy haciendo —me hago la disimulada —solo vine a comer aquí.
Tomo una galleta del plato y me la como delante de él.
Él me mira atentamente.
Yo sé perfectamente que las galletas son su debilidad.
Sonrió para mis adentros, al ver cómo está sucumbiendo.
—esta bien —me dice —te dejó entrar en el jardín.
Le di las galletas y comencé a caminar en medio de aquellas flores tan hermosas.
De repente mi teléfono comenzó a vibrar anunciándome la llegada de varios mensajes.
Abro mi cuenta de Facebook y mis ojos se cristalizaron al ver que son mensajes de mis padres.
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