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59. SORPRESA.

Proverbios 17

17 En todo tiempo ama el amigo,
Y es como un hermano en tiempo de angustia.




Narra Fary:


Apenas dejé a Luna en la habitación de mi hijo, me apresuré a bajar las escaleras para llegar a la sala, ya que estaba a punto de darme un ataque.

Pero no era un ataque cualquiera.

Era un ataque de risa.

Sip, uno de esos.

Ya no aguantaba más.

Eso de ser malo se me había dado bastante bien.

Fue tan cómico ver la cara de miedo de esa pobre chica.

Me tapo la boca con ambas manos para acallar la carcajada tan terrible que tengo.

Definitivamente mañana que llegue Emine del viaje le voy a contar todo lo sucedido.

Quiero ver su cara de asombro al ver que me salí con la mía.

Tomo mi teléfono y le escribo un mensaje.

Yo: querida Emine, te tengo una sorpresa.

Luego de enviar el mensaje me fui a dormir las cuántas horas que faltaban para amanecer.

Yo creo que la que no va a poder cerrar el ojo es Luna, esa si que tenía bastante miedo y desconfianza.

«Creo que me va a recordar por siempre».




Tiempo después.





Unos movimientos fuera de la habitación hacen que me despierte.

Me siento en la cama mirando todo a mi alrededor.

Luego de darme una ducha rápida salí a ver si ya Luna se había despertado, o si se le había ocurrido salir de la habitación jejeje.

—¿Ya despertó? —le preguntó a una de las jovencitas del servicio que baja del segundo piso.

—creo que si, su huésped ya está despierta, pero no se atreve a salir de la habitación.

«Perfecto».

Sonrió para mis adentros.

—manda que le lleven el desayuno —le digo.

—como usted mandé señor. —caminó hacia la cocina.

Yo me quedé en la sala paseandome de un lado a otro mientras miraba hacia arriba con mucha piquiña.

Tener esa chica en casa no había sido fácil.

Pero tanto esfuerzo para que la sacarán de la casa valió la pena.

Fue una gran cosa que su hermana fuera atendida después del aborto en nuestro hospital, eso hizo que se facilitarán bastante las cosas.

Sol Caroling nos dió bastante la mano, nos entregó a su hermana en bandeja de plata y ni siquiera se dió cuenta.


—bienvenida a casa señora Emine —le escucho decir al mayordomo.

Inmediatamente arreglo mi pelo para verme mucho mejor de lo que ya soy.


—hola querida —saludo con una gran sonrisa apenas ella entra por las puertas.

Las empleadas salen a recibirla.

—tomen eso —les dice tirando la cartera.

Una de las empleadas recoge la cartera mientras las otras están pendientes.

—¿Desea algo de beber? —pregunta una.

—¿Quiere que le prepare su baño? —habla otra.

Ella pasa de ellas y se acerca a mi.

—hola amado —me saluda de beso. —¿Que ha pasado?, ¿Cuál es la sorpresa? —pregunta —me han informado que ayer hubo bastante movimiento en la mansión.

—si que lo hubo —respondo con una sonrisa de picardía.

Ella se me queda mirando inquisitivamente esperando a que le diga más.

Entonces le digo lo que ella había esperado tanto escuchar.

—tengo a Luna.

—¡Tienes a Luna! —exclama feliz. —¿Cómo le hiciste?.

—pues... —sonrió maliciosamente.

Ella me mira atenta y yo comienzo a contarle todo desde el principio hasta el fin.

Minutos después.

—¡¡Ya mujer, yaaa, cálmate!! —le digo esquivando sus golpes —tampoco es para tanto.

Ella sigue corriendo detrás de mi golpeándome con su bolso.

Esa mujer si es porque tiene fuerza.

Creo que cuando muera no moriré de enfermedad, sino por los golpes de ella.

—¡¿Cómo pudiste hacerle eso?! —me regaña —¡La asustaste!, así no se va a quedar y vamos a perder todo nuestro esfuerzo y nuestros planes.

—¡Calma mujer, calma! —trato de tranquilizarla.





Fin de la narración.



Me encuentro en la habitación que aquel hombre me asignó.

No pude dormir en toda la noche, solo me la he pasado pensando en como voy a escapar de aquí.

Miro por la ventana y aparte de que está bien alto, también hay muchos hombres vigilando por todos lados.

«No sé que voy hacer».

Tocan a la puerta.

—¿Quien? —pregunto alerta.

—soy una empleada —responde —le he traído su desayuno, con permiso.

Abre la puerta y pone el desayuno en una pequeña mesa que está situada cerca de la cama.

Yo me quedo mirandola hasta que se va, luego miro lo que me ha traído.

Se ve que es un desayuno bastante delicioso, pero aún así no me atrevo a probarlo.

No quiero que me pase lo mismo de ayer.

Finalmente me revisto de valor e intento abrir la puerta, aunque creo que le tienen seguro.

La puerta se abre.

Miro hacia todos lados y no se ve nadie.

Solo se escuchan gritos en la planta de abajo.

Creo que es la voz de ese señor combinada con otra voz femenina.

Todavía recuerdo las carcajadas de ese señor anoche y me da miedo.

Se reía tan duro que hasta aquí se oía.

Termino de salir de la habitación y camino hacia las escaleras con desconfianza.

Cada paso que doy hace que sienta mucho más cerca mi sentencia.

Es como caminar hacia la muerte.

Cuando llegó al inicio de las escaleras y miro hacia abajo, veo a una mujer bastante familiar.

Me quedo mirandola detenidamente e inmediatamente recuerdo que es la señora de aquel retrato.

La misma que aquel hombre dijo que había muerto en un cruel accidente.

Fue como si sintiera mi mirada porque dejo de pegar y discutir con ese señor, miro hacia mi.

Yo me quedé de hielo al ver como me miraba, era una mirada como...

—hola querida —comienza a subir las escaleras.

Yo me quedo ahí incapaz de decir algo, solo la miro atentamente.

Llega hasta mi y me mira de pies a cabeza.

—eres una chica muy hermosa —comenta.

Siento que me mira como si estuviera examinando mercancía.

Eso hace que tenga más desconfianza.

—mucho gusto —toma mi mano —mi nombre es Emine, soy la esposa de Fary —señala a ese señor el cual da una leve sonrisa.

—yo me llamo Luna —respondo aunque creo que ella también lo sabe.

—lamento el mal momento que mi esposo te hizo pasar —se disculpa —solo fue parte de una broma, suele ser bastante bromista.

—pero... él me ha estado investigando —digo con miedo de empeorar la situación con mis palabras.

—obviamente —me dice con una sonrisa tranquilizante —en las redes hay bastante información, él te investigo para saber a quien iba ayudar.

—¿Solo para eso? —pregunto dudosa.

—solo para eso —asegura con una sonrisa.

Entonces recuerdo algo.

—pero él me drogó —le digo.

—lo hizo porque le daba miedo que te fueras por ahí sola, solo por eso.

A pesar de sus palabras yo sigo teniendo bastante desconfianza.

—entonces ¿Me puedo ir? —pregunto.

La verdad es que no quiero quedarme aquí ni un momento más.

—por supuesto que puedes irte, —responde sin dejar de sonreír.

Esas palabras si que me hicieron feliz.

Ahora la pregunta es:

¿A dónde voy a ir?.

—pero si quieres quedarte las puertas están abiertas para ti. —me da otra opción.

Ahora sí no me siento como ayer que creí estar siendo secuestrada.

Me quedo pensando.

Está señora se ve bastante amable.

Pero aún así su esposo me hizo pasar un muy mal rato.

La verdad es que no estoy segura de que hacer.

Además no tengo a donde ir.

Si salgo de aquí posiblemente me vaya a sentar en un andén.

Hace unos minutos atrás quería si o si salir de aquí.

Ahora que tengo las puertas abiertas para hacerlo, estoy dudando por la sencilla razón de que no tengo a donde ir.

—¿Que te parece si primero vamos a desayunar y luego nos dices que piensas? —me propone.

Acepto su oferta y juntas bajamos al comedor.

Llegamos y tomamos lugar en el comedor que por cierto es muy bonito, también el señor Fary toma lugar a la cabeza de la mesa.

—buenos días Luna —me saluda está vez como una persona normal y no como me hablaba ayer.

«Creo que le tiene miedo a su esposa».

—buenos días —saludé con pocos ánimos.

—uumm...—comienza a decir —lamento lo de anoche, solo te quería jugar una pequeña broma.

—¿Pequeña? —pregunto un poco indignada.

—todo depende de cómo la hayas visto.

—ni siquiera pude dormir anoche —soy sincera.

—a pesar de ser tan joven tienes bastante coraje —contesta.

—pues como no, después de lo que pasó anoche, además...

—desayunemos —la señora Emine nos interrumpe.

—de verdad que lo lamento —dice el hombre fijando la mirada en el plato que le acaban de entregar.

Yo lo miro poco convencida.

La señora me da una sonrisa cálida.

Me dan mi desayuno, uno nuevo.

Pero aún así solo lo miro, soy incapaz de comerlo.

Presiento que también está drogado.

—supongo que tienes desconfianza —habla la señora Emine —toma el mío —me extiende su plato.

Tomo su plato y le doy el mío.

El señor Fary suspira.

—niña —empieza a decir —si te quisiéramos matar, ya lo hubieramos hecho.

—Fary —la señora le da una mirada de advertencia.

Eso fue más que suficiente para que el señor se quedara callado todo el resto de desayuno.


Tiempo después.

—y bien —me dice la señora después de desayunar —¿Que has pensado?.

—aun no he pensado con claridad —respondo sincera —la verdad es que aún no tengo claro a donde ir.

—si deseas puedes quedarte hasta que encuentres un lugar —me propone.

A pesar de todo se ve amable.

Además se supone que son familia de Jak, aunque todavía no estoy muy convencida.

—esta bien —le digo —es solo que su esposo no me da confianza.

Ella ríe.

—tranquila, de mi esposo me encargo yo —sus palabras me dieron más tranquilidad.

Se nota que el señor Fary le tiene bastante respeto.



—eres libre de andar por dónde tú quieras —me dice poniéndose de pie —yo voy a descansar un poco del viaje.

Yo asiento.

Él señor Fary también se pone de pie y se va con ella, no sin antes darme una mirada de disculpa.

Creo que lo hace más que todo por su esposa.

Apenas ellos salen del comedor, yo también me pongo de pie y comienzo a caminar.


Minutos después.

Está mansión es inmensa, es una cosa de no creer, me la he pasado recorriendo el lugar y es impresionante.

Lo que más me llamó la atención fue el jardín.





Era como si la señora Emine se hubiera puesto a sembrar todas las flores del mundo.

Habían de toda clase, incluso flores que jamás me llegué a imaginar que existieran.


—señorita —me llama la misma joven que me llevo el desayuno a la habitación.

—digame. —la miro.

—la señora le manda esto para que tome una agradable ducha —me entrega una caja.

—gracias —tomo la caja en mis manos y me dirijo hacia la habitación.


Apenas abrí la caja una sonrisa apareció en mis labios.

Ahí había un vestido muy hermoso, como a mi me gustan, con todo lo necesario, lo más importante es que era de mi talla y estaba totalmente nuevo, se veía que era uno de los que la empresa de Jak diseña.

Tome una toalla y me metí a la ducha.

A pesar de ser un baño de chico, tiene bastantes implementos de aseo, incluso tiene una cabina para poner música a todo volumen.

Se nota que el fallecido hijo de los señores tenía bastante cuidado de su persona.

Hay de todo un poquito, comenzando por champoo, acondicionador, cremas faciales, mascarillas, entre otras más cosas.

Pues...

Considerando que él ya falleció, no creo que allá problema si yo uso sus cosas, además solo será un poquito.

Me despojo de mis ropas y me meto a la tina la cual ya está lista, llena de mucha espuma y huele muy a rico.

Jamás en la vida había tenido el privilegio de bañarme en una.

Supongo que siempre hay una primera vez.

Se siente súper bien el agua caliente, me relajo y disfruto de lo que él fallecido dejó.

Lo siento por él, de verdad que le daban una gran vida.

Pero que se le va hacer.

Estiró mi mano y tomo el shampoo.

Apenas leo lo que dice me doy cuenta de el color de cabello del fallecido.



Luego de ducharme me puse el vestido el cuál me quedo apenas.

Me senté frente al espejo y comencé a peinar mi larga cabellera.

Después de estar perfectamente arreglada sonreí al espejo y salí de la habitación.

No sé porque pero de pronto me siento bastante bien aquí.

Es como si pudiera sentir el calor de hogar que en mi familia ya no había para mí.

Es inevitable que la tristeza no llegue a mi apenas recuerdo todo lo sucedido.

Todavía me sigo arrepintiendo por aquel día haber reemplazado a mi hermana gemela en los exámenes.

«Si tan solo no hubiera ido».

Me dirijo hacia las escaleras y me encuentro con la señora Emine.

—que bueno que estás aquí, —sonríe —por cierto te ves preciosa.

—gracias —sonreí también.

—alguien está aquí y pienso que te gustaría verlo —me informa.

—¿Quien? —pregunto.

—ve a verlo por ti misma.

Bajo las escaleras rápidamente y camino hacia la salida.

A mí mente viene la persona que podría ser.

«Por supuesto que es Jak».

«Él dijo que vendría a verme».

Antes de llegar a la salida, veo quien está entrando.

Es inevitable que una sonrisa no aparezca en mis labios.

No es Jak.

Pero es alguien mejor.

—¡¡Erick!! —exclamo.






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