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57. ¡SOY TU HIJO!.

Proverbios 20

6 Muchos hombres proclaman cada uno su propia bondad,
Pero hombre de verdad, ¿quién lo hallará?





Todos se quedaron atónitos ante mis palabras, incluyendo a aquel chico que solo piensa en ir al baño.

—op, —dice la mujer de hace rato —yo no sabía que el era el heredero, pensé que él señor Méndez no tenía hijos.

Yo le dedico mi mejor mirada.

«La tendré presente para no hacer socia con ella».

—ya lo oyó —le dice Jak al que supuestamente iba a presentar la propuesta —puede retirarse al baño y no volver.

Rodeo aquella gran mesa hasta llegar donde aquel fulano y le arrebato la propuesta que tiene en sus manos.

—gracias —sonrio de manera forzosa.

Él fulano pasa por mi lado y se apresura a salir de la sala.

Yo mientras tanto comienzo a leer mentalmente la propuesta para ver de qué trata todo.

La ojeo rápidamente.

Trata de conseguir mejor equipos médicos para mejorar la empresa y...

Sigo leyendo hasta que veo un punto que no me cuadra el cual dice:

Está es la propuesta y se disponen a vender gran parte de las clínicas porque se está en quiebra.

Frunzo el ceño, pero inmediatamente vuelvo a poner mi cara normal al ver que tengo muchas miradas encima.

—no creo que sea capaz —le escucho murmurar a alguien —él nunca ha estado en una junta.

Tomo aire y fijo mi mirada hacia todos los presentes.

—muy buenas tardes, —saludo —para los que no saben quién soy —enfatizo lo último —mi nombre es Fabricio Méndez el hijo del señor Méndez y futuro presidente de esta cadena de hospitales y clínicas, la propuesta que les voy a presentar, son los nuevos equipos que nuestros hospitales van a obtener, lo cual ayudaría más al avance de nuestra empresa y ampliaría nuestras formas de socializar con otras empresas...

Seguí hablando y hablando.

Me di cuenta que cuando uno habla de algo y le pone interés, el tiempo se le pasa bastante rápido.

Lo que más me impacto fue que gane la atención de todos los presentes.

Cuando llegué al último punto donde habla de que es lo último que se hará, me detengo y doy por finalizada la propuesta.


Jak comienza a aplaudir y todos los presentes lo hacen.

—me parece una propuesta excelente —dice con seriedad.

No sé porque pero me quedo una sensación agradable de logro.

Vuelvo nuevamente a mi lugar.

—wooo —dice Erick —lo hiciste bien.

—eso si que fue sorprendente —habla un Jason admirado.

—pensé que lo harías mal —habla Deimond —digo...nunca has hecho esto antes, así que pensé que quedarias como un zapato, definitivamente eso de ser empresario lo tienes en las venas.

La verdad es que hasta yo estoy admirado de haberlo hecho.

Después de mi sigue otro sujeto presentando su propuesta.

Yo mientras tanto me centro en mirar lo último que hay en la propuesta de la empresa de mi padre.

«¿Enserio se piensa declarar en quiebra?».

«¿Ira a dejarlo todo tirado?».

«Aquello que por tanto tiempo lucho».


Horas después.


—esta junta se da por terminada —finalmente anuncia Jak.

Todos se comienza a poner de pie para irse.

—Aleluya —exclama Deimond.

Yo mientras tanto sigo sentado en mi lugar sin terminar de asimilar la decisión de papá.

—vamos por un trago brother —me invita Jason —hay que celebrar tu triunfo en este día.

—no tengo tiempo para eso, —respondo —al menos no ahora.

—entonces te espero al rato, —contesta —yo me voy a ensayar el último disco que grabé.

Jason se va y así sucesivamente todo mundo.

—¿Te piensas quedar ahí sentado? —pregunta Jak puesto de pie también para irse.

Niego con la cabeza.

—ahora si hazme la pregunta que ibas a hacerme —me dice —soy todo oídos.

Vuelvo a negar con la cabeza.

—ahora tengo cosas más importantes en la cabeza.

«No puedo permitir que mi padre se deshaga de la empresa».

Me pongo de pie y salgo de ahí.



Horas después.


Me bajo del carro blindado y camino con pasos decididos hacia la mansión.

Hace días que no venía aquí.

—¡Oh por Dios! —exclama el mayordomo nomás al verme —que gusto volver a tenerlo por aquí.

—es una pena que yo no pueda decir lo mismo —contesto.

—le diré a las empleadas que preparen su plato favorito —responde feliz y se va corriendo en dirección a la cocina.

Si fuera en otras circunstancias sonreiría.

A pesar de lo mugre que soy, el mayordomo siempre me ha querido.

Tal vez sea porque es al único que no he hecho despedir.

Supongo que se ha de sentir en deuda conmigo.


Miró todo a mi alrededor y aún recuerdo cuando jugábamos con todos los J5 a la pandilla.

Es una pena que después que ingresó Jason al grupo, todo eso se acabó.

Dijo que eran cursilerías, y Jak le creyó.

Jason prefería jugar a los golpes de verdad.

Dejo de pensar en eso y terminó de entrar por aquella gran puerta.


Veo a mi madre bajando por las escaleras mientras que las estilistas están detrás, por lo visto está en pleno arreglo de cabello.

—oh hijo de mi alma —me dice —que felicidad tenerte con nosotros, ¿Por qué no has avisado que venías para tenerte algo preparado?.

Llega hasta mi y me da un gran abrazo.

—que bueno que recuerdas que tienes padres.

—no te molestes en atenderme —le digo sin corresponder a su abrazo.

En este momento no estoy de humor para que me consientan.

—solo vine a ver a mi padre y ya me voy —termino de decir.

—¿Tú padre? —pregunta un poco sorprendida.

—el mismo —respondo.

Vine a la casa porque según tengo entendido que por su salud ya casi no va a la empresa.

Es tanto que incluso envía empleados inútiles para que lo representen.

No es raro que así como va se quede en quiebra.

—se encuentra en el despacho, —contesta ella —por favor no vayas a sacarle la paciencia, está enfermo.

—no te preocupes, seré breve —digo caminando escaleras arriba hacia el despacho.


Apenas llegó abro la puerta sin siquiera tocar.

—si, —esta hablando por teléfono —necesito a mis abogados para firmar ese documento.

—¿Que documento? —lo interrumpo.

Él está tan concentrado que ni siquiera se había dado cuenta de mi presencia.

Mamá y Jak tienen razón, el viejo se ve un poco enfermo.

Él no responde mi pregunta, solo me mira un poco incrédulo de que realmente esté ahí.

Hasta yo mismo me asombro de mi azaña.

—¿Acaso tiene que ver con la venta de las acciones de la empresa? —vuelvo a preguntar.

—¿Como lo sabes? —me pregunta de vuelta confirmando mis sospechas.

Yo aprieto las manos en puños con rabia.

—¡Osea que sino vengo hasta aquí, no me habías dicho nada! —se me acabó la paciencia.

—¡No me vengas a pelear a estas alturas de la vida mocoso! —me grita también —a ti nunca te ha importado la empresa.

—pero aún así —digo al borde de la desesperación —debiste de habérmelo dicho, ¡Soy tu hijo!.

—¡¡¿Cuántas veces me he cansado de llamarte y no has contestado?, ah ¿Cuántas?!! —me sigue gritando.


De pronto se manda la mano al corazón como si se aferrara a el con fuerza y se queda sin voz.

No le hago caso porque sé que lo hace para evadir el problema.

Su rostro empieza a perder el color natural y se vuelve morado.

Es ahí cuando me doy cuenta de que es verdad.

Corro hacia él con la intención de ayudarle.

Pero cae al suelo antes de que llegue a él.

—¡¡Papá, papá!! —comienzo a llamarlo angustiado.

Pero papá no responde.

Papá está...

—¡¡Llamen una ambulancia!! —grito con fuerza mientras lo intento levantar del suelo.




Fin de la narración.





La toma de decisiones puede cambiar totalmente el rumbo de nuestra vida.

Una decisión mal tomada nos puede desgraciar la vida para siempre.


Nos les voy a narrar mi vida desde este momento.

Les voy a contar desde que le dije a aquél señor raro que iría con él.

Apenas le dije que iría con él, sonrío plácidamente y le ordeno a sus hombres que abrieran la puerta de ese costoso auto para mí.

Yo subí con toda la desconfianza del mundo.

Sentí que iba rumbo a mi muerte.

Pero era eso o esperar a que aquellos otros sujetos extraños me hicieran daño.

Aquel auto era una limusina bastante espaciosa en la que aquel hombre también entró y se acomodó sin ningún problema.

Acá dentro no estaba haciendo frío, al contrario estaba calentito y olía bastante bien.

Aquel hombre oprimió un botón y se abrió un pequeño cajón de donde salió una botella de vino, sirvió en una copa y me ofreció.

—gracias —le digo —pero yo no bebo.

—es una pena —lo dice con un tono de pesar —el vino es un complemento excelente para ahogar las penas, se dice que con el se puede olvidar todo lo que nos aqueja.

—lo siento —contesto —pero yo no comparto ese mismo concepto, además la biblia me dice otra cosa acerca del vino.

—oh vaya —comenta —así que eres evangélica, ¿De las verdaderas o las falsas? —pregunta.

—¿Que quiere decir? —pregunto con desconfianza.

—pues ahora hay muchos que se proclaman evangélicos así mismo, pero realmente no son nada, incluso me atrevo a decir que son peores que los de afuera.

Eso que dijo es triste, pero es verdad.

—tiene razón —le digo —aun así yo no me proclamó perfecta, pero anhelo servirle a Dios con todo el corazón.

—uumm, —me mira fijamente de pies a cabeza haciendo que me sienta bastante incómoda —que interesante —bebe un sorbo de su copa.

Yo desvío mi mirada hacia la ventana para ver hacia donde vamos.

Pero está totalmente sellado, no sé puede ver nada.

Vuelvo mi mirada nuevamente hacia ese señor y él sonríe plácidamente.

Entonces me doy cuenta que haber subido a este carro fue un gran error.

—¿Hacia donde vamos? —pregunto.

Procuro que mi voz suene normal.

Pero la verdad es que me está empezando a dar miedo.

—vamos a mi hogar, —responde —hogar, dulce hogar. —canta.

Es ahí cuando me doy cuenta que esté sujeto no está bien de la cabeza.

—sería tan amable en detener el vehículo —le pido amablemente.

Él sonríe aún más y niega con su dedo índice.

—me temo que eso no se va a poder, —contesta —no sabes lo mucho que hice para poder lograr esto.

Siento un escalofrío recorrer todo mi cuerpo desde la coronilla de la cabeza hasta la punta de mis pies.

«Definitivamente estoy metida en un gran problema».

Afuera con aquellos otros sujetos, al menos podía correr.

Pero aquí con este señor no tengo hacia donde ir.

Tomo aire y trato de no ser presa de mis miedos.

—¡Le exijo que detenga el auto ahora mismo! —hablo con todo el valor que me queda.

—esta bien, está bien —me dice —no te enojes, le diré a mis hombres que detengan la limusina, pero con una condición.

—¿Que quiere? —lo miró con desconfianza.

—quiero que disfrutes de un delicioso postre ya que no quisiste tomar vino.

Nuevamente se abre otro compartimiento del auto, está vez en mi lado y de ahí sale un pequeño postrecito en un plato con una pequeña cuchara.

Yo me quedo mirando aquel postre sin decir una palabra.

La verdad es que no quiero comerme eso.

Ni siquiera sé que contendrá.

—son postres importados —comienza a decir —hechos del mejor chef en todo el mundo, verás, cuando se tiene bastante dinero, no se puede comer cualquier cosa, espero que no me lo rechases.

—de acuerdo —le digo al ver que no tengo salida —me lo voy a comer, pero detenga el coche.

—como quiera señorita —oprime un botón y una pequeña ventana se abre dejando ver en donde está él conductor con otros hombres. —detengan el auto —les ordena.

—como usted órdene jefe —responde el conductor.

Inmediatamente el auto se detiene.

—yo ya cumplí con mi parte, —me dice —ahora tu cumple con la tuya.

Tomo el plato con una mano y con la otra tomo la pequeña cuchara agarrando un pedacito de postre.

Lentamente lo llevo a mis labios ante la atenta mirada de ese hombre.

«Siento que me estoy envenenando».

Apenas meto la cuchara en mis labios, puedo sentir lo exquisito que sabe.

Jamás en mi vida había probado algo tan delicioso.

—eso es —vuelve a hablar el hombre —disfrutalo lentamente.







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