52. ES MEJOR DEJARLO IR.
Hebreos 10
29 ¿Cuánto mayor castigo pensáis que merecerá el que pisoteare al Hijo de Dios, y tuviere por inmunda la sangre del pacto en la cual fue santificado, e hiciere afrenta al Espíritu de gracia?
Narra Jiseth:
Horas antes.
Estoy profundamente dormida.
Ha pesar de que estos días han sido difíciles para mí, luego de enterarme de que Mauricio va hacer echado en la cárcel, finalmente pude dormir en paz.
De pronto siento como alguien se sienta en mi cama.
Supongo que es mamá que vino a ver si estaba dormida así que no me preocupo.
De repente mete su mano debajo de la cobija.
Yo me estremecí.
Es ahí cuando me dí cuenta de que no era mamá.
Me quite rápidamente la cobija despertando de golpe y entonces lo miré.
Era Mauricio.
Me miraba con una mirada carnal, llena de deseos impuros.
Abrí mis labios para gritar pero la voz no me salió por los nervios tan grandes que tenía.
—¿Que? —pregunta Mauricio con diversión —¿Estás sorprendida?.
Yo no digo nada.
Me es imposible hablar.
Estoy súper aterrada.
—¿Pensaste que podias librarte de mi así como si nada? —sin darme tiempo a nada me agarró del cuello.
A medida que hacía presión en mi garganta, mi respiración se cerraba haciendo que perdiera mis fuerzas.
De un momento a otro me empujó haciendo que cayera en la almohada.
Inmediatamente capte sus intenciones.
Quise detenerlo, pero él era más fuerte que yo.
Ya nada se podía hacer.
El daño que él me estaba causando era algo irremediable, algo que jamás en la vida iba a olvidar.
Quedaría marcada para siempre.
Lo único que pasó por mi mente fue Erick.
«Si tan solo le hubiera dado una oportunidad».
—¡Hija, hija! —siento que me sacuden.
Abro los ojos con el rostro empapado en lágrimas.
Es ahí cuando me doy cuenta de que solo fue una terrible pesadilla.
Pero una bastante real.
—¿Que pasa hija? —me pregunta mamá preocupada —¿Por qué estabas gritando?.
Inmediatamente me dí cuenta que las imágenes de aquella pesadilla estaban comenzando a desaparecer, de tal manera que no lo recordaba, solo sé que era con Mauricio y era algo malo, muy malo.
—tu...tuve una pesadilla —digo en medio del llanto —te..te...tengo el presen....presentimiento de...de... —me cuesta tanto decirlo —de que a Mauricio lo van a dejar en libertad y va a cumplir sus amenazas.
—¡Oh por Dios! —exclama mi madre con horror mientras me abraza con fuerza.
Yo mientras tanto no dejo de temblar y llorar como una niña, tengo mucho miedo de que algo malo me llegué a pasar.
Mi madre toma el teléfono y llama a la estación de policía.
—buenos días —saluda apenas le contestan. —llamo para preguntar por el detenido Mauricio.
Yo mientras tanto trato de calmarme.
Sé que no debería de hacer tanto show por un sueño, pero aún así tengo miedo.
—no se preocupe señora en el día de hoy va hacer trasladado a un centro penitenciario —le responden.
Mi madre suspira aliviada.
Yo hago lo mismo.
No es que quiera el mal para él, es solo que temo a sus amenazas y pienso que detenido está mejor.
Aunque creo que se me va a venir toda la iglesia encima.
Posiblemente hasta me expulsen, pero que se le va hacer.
—no te preocupes —dice mamá acariciando mi cabello —todo está bien.
Yo asiento más calmada.
—ahora duerme tranquila, todavía es muy temprano y hoy tienes el día libre, así que descansa, mamá se va alistar para irse a trabajar.
Me recuesto nuevamente, mi mamá me acobija y antes de irse hace una oración por mi.
Es así como me vuelvo a quedar dormida un poco más tranquila.
Tiempo después.
Luego de orar y encomendar mi vida a Dios, me fui por una ducha para luego ponerme a hacer oficio.
Dejó mi cabello suelto para que se seque y me pongo la diadema musical.
Son unos audífonos en forma de diadema en los cuáles escucho música, incluso tienen unas orejas de gato.
Me encantan.
Después de eso me voy a buscar algo para desayunar.
Abro la nevera, sonrió al ver que todavía hay cereales, me sirvo un poco con leche y me siento en el mueble a comer.
Mientras desayuno recuerdo la última vez que Erick estuvo aquí.
Sin darme cuenta estoy sonriendo.
Desde ese día no he vuelto a saber de él por cuanto no he ido a los cultos por miedo del que dirán, aunque mamá dice que no le ponga cuidado a eso, lo importante es que yo tenga mi conciencia limpia.
Es por eso que mañana domingo si o si voy a ir al culto.
Termino de desayunar, le pongo volumen a mi diadema y me pongo con toda la actitud a hacer oficio.
Comienzo primero arreglando las habitaciones.
Minutos después.
—¡¡Al Rey, hosaaanna!!, —canto a todo pulmón —¡¡Al Rey aleluuuya!, me ha enseñado su grandeza, ha ungido mi cabeza, me vistió de su realeza y de su salvación, yo cantareeeeeé....
Sigo cantando hasta que la canción se termina y escucho unos golpes en la puerta.
Inmediatamente mis alarmas se encienden y pienso en Mauricio.
Pero es imposible que sea él ya que posiblemente en estos momentos se encuentre en la cárcel.
Me quito la diadema para escuchar mejor.
Efectivamente están tocando a la puerta.
Me tranquilizo y camino lentamente hacia la puerta mientras los toques se hacen un poco más fuertes.
«Tal vez sea la vecina que necesite algo».
Me detengo antes de abrir y me recojo el cabello en un roscón, afortunadamente ya está seco.
Suspiro profundo y abro la puerta.
Apenas miré quién era, trate de mantener la calma.
Lo que menos quería era demostrar mis emociones delante de él.
No quería que viera que su sola presencia me afectaba.
Pero mi cuerpo me traicionó.
Cuando me di cuenta ya estaba sonriendo.
No sé porque pero me hace muy feliz verlo aquí.
Además él tampoco ayuda a que yo esté seria con esa sonrisa radiante que hay en su rostro.
Sin pensarlo dos veces camina hacia mi.
—¡¡Oye, oye!! —pongo una mano en alto. —¿Que vas ha hacer?.
—pues abrazarte —responde encogiéndose de hombros como si fuera la cosa más normal del universo.
—de ninguna manera —me rehusó a ser abrazada por él.
No quiero terminar cayendo en sus encantos.
Además he notado que sus abrazos son realmente adictivos, y eso es algo muy peligroso.
—mira quién llegó —dice mirando hacia la carretera.
Yo lo sigo con la mirada y cuando me doy cuenta ya me está abrazando.
Me engañó, no había llegado nadie.
Quise apartarme pero él se negó a dejarme, así que lo deje abrazarme.
No sé qué tiene con eso, pero siempre ha sido así.
Por cierto él es bastante cálido.
Es por eso que uno se siente bien en sus brazos.
—ya es suficiente —le digo al ver que no me suelta.
—tienes razón —me suelta —¿Quién me diera el privilegio de poderte abrazar con toda libertad? —comenta triste.
Lo miro seria.
Él sonríe de inmediato.
—solo era broma —rie.
Como siempre Erick con sus chistes, nunca cambia.
—¿Que haces aquí? —le pregunto.
Veo un poco de tristeza en su mirada pero inmediatamente lo disimula.
—me alegra mucho saber que estés bien —me dice cambiando el tema.
No me gusta ser dura con él, pero tampoco quiero tener más problemas.
Si por casualidad llega a pasar un hermano en estos momentos, como la hermana Bitia por ejemplo, se armaría el chisme del siglo.
—¿Que haces aquí? —vuelvo a preguntar con más seriedad.
Él baja su mirada al suelo como queriendo ocultar su dolor, pero al instante vuelve a mirarme con una sonrisa.
Esa sonrisa que siempre usa para ocultar que algo anda mal.
—pasaba por aquí así que dije, voy a saludar a mi mejor amiga, eso es todo —responde.
—creo que viniste de aposta —le digo —pero en fin, ya me saludaste así que te puedes ir.
Me doy la vuelta decidida a volver a entrar en casa
—no quiero irme —escucho su tono serio.
Eso enciende mis alarmas.
—¿Perdón, que dijiste? —pregunto sin voltear a ver.
—dije que quiero estar siempre contigo, quiero que me des una oportunidad.
Oh por Dios mi corazón comienza a saltar dentro de mi y eso es malo, bastante malo.
«Siiii, dile que si»
Escucho la voz de mi corazón.
—¡¿Que, que?! —pongo mi mejor cara de molestia volteando a verlo. —vuelve a decir tonterías y nuestra amistad se acaba aquí.
Eso me dolió hasta a mí.
—creo que ya me voy —sonrie triste.
—sabes que es lo mejor —le digo —estoy haciendo esto por testimonio.
Por veces Erick es un poco terco y no entiende las cosas.
—no he venido con malas intenciones Jiseth —me aclara.
Él solo hecho de que diga mi nombre me alarma.
—solo quería asegurarme de que estuvieras bien, es todo.
—¿Justo tiene que ser cuando mamá no esta? —lo confronto molesta —pareces acosador.
Esa última palabra fue el detonador.
—¿Enserio me acabas de decir acosador? —pregunta molesto.
Incluso yo me sentí mal.
Erick jamás sería un acosador, es solo que fue lo único que se me ocurrió.
—lo siento yo...
—deberías de ver quién realmente es el acosador y que yo solo quiero protegerte.
Suspiré tratando de mantener la calma.
Creo que la embarré.
Erick ya se enojo.
—si de verdad quieres protegerme —le digo con voz calmada —entonces vete.
La mirada de Erick se cristaliza.
«Dios mío».
«¿Por qué siempre tiene que ser tan difícil con él?».
Yo no le quiero hacer daño.
Pero él se lastima solo.
—si eso es lo que quieres, entonces me iré.
Se da la vuelta y camina hacia su auto.
Abro mis labios para detenerlo, pero los volví a cerrar.
Quise correr a abrazarlo.
Pero me di cuenta de que eso era una locura.
Es mejor dejarlo ir.
Apenas su auto se marcha, me encierro en la casa.
Trato de no llorar.
Me siento tentada a llamarlo, pero me resisto.
Aún así me siento culpable.
Pero no debería de ser así, se supone que estoy haciendo lo correcto con él.
Además él es un ser inalcanzable.
Entro a la cocina y pongo ambas manos sobre la isla mientras la miraba se me torna borrosa por las lágrimas que amenazan con salir de mis ojos.
—no voy a llorar, —me digo a mi misma —no voy a llorar.
Dios mío.
Ya estoy llorando.
Comienzo a llorar y a llorar de la mera rabia conmigo misma.
Soy tan...
Vuelven a tocar la puerta.
No lo dudo dos veces y corro a abrir.
Sé que es Erick, así que no voy a perder tiempo.
Le diré lo que tengo que decirle antes de que me arrepienta de hacerlo.
Abro la puerta y con la mirada en el suelo comienzo a hablar.
—perdoname, perdoname Erick por ser tan dura contigo, yo no te quiero perder, es solo...—la lengua se me traba —es solo que...que siento que eres alguien inalcanzable para mi, pero si tú quieres que oremos, yo estaría dispuesta a...—creo que no voy a tener el valor de hacerlo —a...a orar conti...
—definitivamente es alguien inalcanzable para ti —me interrumpe.
Quedó totalmente congelada al oír esa voz y levantó mi mirada.
No es Erick.
Narra Mauricio:
Minutos antes.
Luego de pagar el taxi, finalmente me encuentro en la casa de Jiseth.
Sonrió con satisfacción.
Ya me imagino su cara cuando me vea.
Cuando vea que nada salió como pensaba.
Creyó que me iba a hacer pudrir en la cárcel por un simple besito jejeje.
Aún no entiendo porque se formó tanto proceso en mi contra.
Todo iba bien hasta la mitad de semana.
Incluso creí que me iban a dar salida, pero de repente todo se complicó.
Es como si alguien de los grandes me quisiera mal.
En fin, ya no tiene caso pensar en eso.
Ahora lo importante es que estoy libre.
Así que a lo que vine.
Ya es hora de darle una lección.
«Mauricio».
Escucho una voz mental que me llama.
«Piensa muy bien lo que vas hacer».
Sigo mi camino tratando de ignorar aquello.
«No vayas a hacer nada de lo que te puedas arrepentir después».
Sonrió para mis adentros.
Jamás me voy a arrepentir de lo que voy a hacer.
«Aprovecha la oportunidad que te estoy dando».
Inmediatamente me detengo al escuchar lo último.
¿Acaso Dios me está hablando?.
Comienzo a sentir una opresión en mi pecho.
Hace tanto que no escuchaba aquella voz.
Inmediatamente comienzo a recordar mis comienzos.
Cuando le servía a Dios de corazón.
Cuando solo éramos él y yo.
Antes de que le abriera la puerta al diablo.
—¡¡Lucas!! —escucho unos gritos que me hacen volver en si —¡¡Lucas!!.
Volteo a ver y es un niño pequeño que está gritando en la casa del frente.
Al instante sale otro niño más grandecito pero igual de flacucho que el otro niño.
Supongo que ha de ser Lucas.
—¿Que pasa? —le pregunta al primer niño.
—mira —me señala.
Yo me hago él que no escucho.
Como siempre los niños son tan imprudentes.
—llego el novio de la señorita. —sigue diciendo el pequeño.
Inmediatamente mi pecho se hincha de orgullo.
—nooo —habla Lucas —ese no es el novio de ella, el novio de ella tiene auto lindo, además es guapo en cambio este es feo.
«Ya me cae mal».
Dejó de perder mi valioso tiempo y toco a la puerta.
Inmediatamente escucho pasos correr a abrir.
—perdoname, perdoname Erick por ser tan dura contigo, yo no te quiero perder, es solo...—dice Jiseth apenas abre la puerta mirando al suelo —es solo que...que siento que eres alguien inalcanzable para mi, pero si tú quieres que oremos, yo estaría dispuesta a...—se queda en silencio —a...a orar conti...
Antes de que termine de hablar la interrumpo.
—definitivamente es alguien inalcanzable para ti.
Simplemente no lo puedo creer que me halla confundido con ese sujeto.
Ella de inmediato levantó su mirada hacia mi.
¿Ya les dije lo hermosa que es?.
Me deleite al ver el terror en sus ojos.
Parecía un conejo asustado.
Eso hacia que quisiera lanzarme por ella.
—¿No me esperabas verdad?.
Ella niega con la cabeza horrorizada mientras toma aire con la intención de gritar.
—shsss —pongo mi dedo índice sobre sus labios. —aquí nadie va a gritar.
Veo como las lágrimas comienzan a correr por sus mejillas.
—no me haga nada por favor —me dice en un hilo de voz.
—tranquila —acaricio su mejilla —no te voy a hacer nada solo quiero hablar, ahora déjame entrar.
Ella niega con la cabeza.
Pero yo la muevo y comienzo a entrar.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro