30. LUNÁTICA.
Nota:hola Fans de esta historia.
Volví ☺️.
La idea era publicar mucho más antes.
Pero mi teléfono anda loco y se le ocurrió borrar todo el párrafo que había escrito, fui a restablecer y solo me concedió restablecer 79 palabras, así que ni modo, me tocó volverlo a escribir.
Génesis 27
22 Y se acercó Jacob a su padre Isaac, quien le palpó, y dijo: La voz es la voz de Jacob, pero las manos, las manos de Esaú.
Narra Fabricio:
Me encuentro acostado mirando el techo.
Nunca había estado tan interesado en la infraestructura del techo.
Es solo algo blanco, no hay nada interesante, pero ya me cansé de ver los comentarios de amor que me escriben en todas mis redes sociales.
Como ustedes saben soy una persona muy guapa, así que eso es algo muy normal.
Es por eso que de buenas a primeras no puedo andar por ahí solo.
Siempre tengo escoltas a mi disposición.
Pero ahora solo algo ronda en mi mente.
«¿Voy al culto o no voy?».
No entiendo como es que ahora que tengo toda la libertad de no ir, porque mi primo ya no me obliga, entonces pienso en ir.
Es algo extraño.
Suspiro y al recordar lo que esa tal Caroling me hizo, creo que debo de ir, al menos para darle una cucharada de su propia medicina.
Me levanto de la cama, abro el closet y busco la mejor ropa que tengo y me dirijo a la ducha.
Una hora más tarde.
Detengo mi auto frente al templo como lo suelo hacer siempre para mí entrada triunfal, en la que llamo la atención de la mayoría de las chicas.
La única diferencia es que está vez no hay ninguna, porque el culto ya empezó.
Además hoy está de ujier ese hermano que no deja ni que se me acerquen porque ya las está regañando.
Supongo que me carga mucha envidia y hasta yo la tendría si fuera él y tuviera que ver todos los días esa cara fea en el espejo.
Sonrió hipócritamente al ver que me está viendo con esa cara de: ¿Otra vez usted?.
Camino hacia él con mis lentes de sol puestos.
Me paro a su lado ignorando su presencia y suspiro.
—que injusta es la vida —comento —a algunos nos ha dado mucho —paso la mano por mi cabello con elegancia —pero a otros no les ha dado ni siquiera un poquito —lo miro.
Él sonríe como sino le afectará, pero yo sé que si.
Es más si yo fuera él ya me habría suicidado.
Con esa cara fea que tiene no va a llegar a ningún lado.
—la vida no es injusta —dice él —pero tristemente algunos tienen la salvación y otros no, —me mira —porque simplemente no la quieren y solo vienen a perder el tiempo en la iglesia.
Rio sin ganas.
Para buen entendedor, pocas palabras.
Dejó de perder mi tiempo con él, no sea que se me pegue su fealdad y mejor entro al templo.
Definitivamente la envidia existe y él es un claro ejemplo de ella.
El culto ya ha empezado, se encuentran en la adoración, es el momento en dónde él pueblo le da a Dios o al menos eso es lo que dicen.
Pero aún así, a pesar de ser algo tan importante, puedo ver cómo algunas chicas se distraen al verme llegar.
Les sonrió y guiño el ojo.
Luego mi mirada va hacia él lugar en donde se hace la familia pastoral.
Es ahí donde puedo ver a Caroling, solo que...
Fue como si sintiera mi mirada o quizás estaba esperando mi llegada, porque abrió sus ojos y me miro.
Nuevamente sonrió como la primera vez que su mirada dió con la mía.
La miro incrédulo.
Ayer me trató como sus zapatos y ahora me está sonriendo.
¿Acaso es lunática?.
Niego con la cabeza indignado y miro hacia otro lado.
Minutos después.
Aquella adoración se vuelve eterna, así que prefiero sentarme y bostezar.
—parece que le gustas —me dice una tierna voz en mi oído.
—¿Quien? —pregunto.
—la hermana Caroling —me responde aquella vocecita —ví como te sonrió y le brillaban los ojos, aunque a decir verdad es imposible que no le gustes si tú le gustas a to...—se calla de golpe.
Me giro a verla y sé porque se ha callado.
«Pobre niña».
«¿Cómo sobrevive con esa madre?».
—miren quien está aquí —habla Linda.
Me cruzo de brazos y miro hacia el frente ignorandola.
—él chico que solamente viene a perder el tiempo y hacerle daño a las pobre chicas ingenuas.
Sigo ignorandola.
Ella toma a la pobre Elizabeth de la mano y se la lleva.
Niego con la cabeza indiferente.
Por cierto todavía no me he vengado de ella.
Saco mi teléfono sin discreción alguna y le escribo a Jason.
Yo: Jasón.
Al momento me responde.
J5: ?.
Sonrió al ver su mensaje, así que soy claro.
Yo: quiero que me ayudes con algo.
J5: que?.
Yo: hablemos en tu bar está noche.
J5:ok.
Cierro el chat de Jason y veo el resto de chats.
Más de 10.000 mensajes escritos.
Eso es a lo que le llamo ser el chico más cotizado de todo el mundo.
Y esos son solo mensajes de chicas seleccionadas e importantes, chicas de mi gusto y ya saben que mis gustos no son cualquiera.
Tengo las mejores chicas rogando a mis pies.
Sonrió triunfante al ver lo importante que soy.
De verdad que soy demasiado para muchas mujeres.
Siento una mirada en especial sobre mi, levanto mi cabeza y veo que es Caroling.
No cesa de verme.
Vuelvo mi mirada hacia otro lado ignorandola por completo.
Ella no se merece ni siquiera que le dirija la palabra después de lo que me hizo.
Mi teléfono comienza a vibrar.
Es la excusa perfecta para salir.
Me pongo de pie y salgo por la puerta lateral.
Corto la llamada porque no me interesa responder y comienzo a andar por los pasillos, aún así puedo oír la voz del que pasó adelante.
—vamos amados hermanos a estar orando por las ofrendas. —dice.
Niego con la cabeza indignado.
Creo que si no he ofrendado más de cinco millones, no he dado nada.
Siempre que pasan recogiendo ofrendas, me propongo firmemente no dar nada.
Pero luego veo como los demás dan y por la pura vergüenza de quedarme atrás, decido dar.
Pero está vez no voy a hacerlo.
Meto mis manos en los bolsillos y me detengo en una puerta, ahí me recuesto y me quedo escuchando como aquel personaje ora por las ofrendas.
«No sé que estoy haciendo aquí».
«Podría está divirtiéndome».
«Pero estoy aquí».
«Se supone que hoy es mi día libre».
«Pero estoy aquí».
—hola —dice alguien sacándome de mis pensamientos.
Miro quién es y la miro de la misma forma que ella me miró cuando estábamos al borde de aquel precipicio.
La miro como si fuera algo despreciable.
Ella deja de sonreír y frunce el seño confundida.
—¿Pasa algo? —pregunta como sino recordara nada.
Rio con ironía y paso por su lado caminando hacia el lugar de culto.
Aunque mejor cambio de parecer y decido irme.
Me dirijo hacia el parqueadero.
—espera —me llama ella —¿Podrías explicarme el por qué de tu actitud?.
—¿Es enserio? —digo dejando de caminar pero sin voltear a verla —me tratas como a tus pies y luego quieres que te explique porque soy así.
Ella me alcanza y se para frente a mi.
—primero eres un sol, —sigo diciendo —luego eres una luna, —me comienzo a indignar —incluso te atreviste a negar que me conocías, de verdad que no te entiendo y no sé que es lo que pretendes, habíamos empezado con pie derecho.
Ella baja la cabeza como sintiéndose apenada.
Me quedo ahí esperando una explicación.
Al final levanta su cabeza y fija sus ojos en los míos.
—perdón —se disculpa —por veces suelo ser un poco rara, pero te aseguro que no es mi intención, es como si me olvidará de las cosas, solo ignorame cuando esté así.
Frunzo el seño confundido.
—¿Tienes transtorno de personalidad o que?. —pregunto.
Siento que estoy hablando con una loca.
Es la primera vez que trato con alguien así.
—algo similar, pero no así —me dice incómoda —solo dame un poco de tiempo y lo entenderás.
Sonrió de medio lado.
Había pensado en rendirme con ella, pero porque no divertirme un rato.
—¿Que vas a hacer para disculparte? —pregunto.
Ella sonríe inocentemente.
—lo que tú quieras. —responde.
A mí mente vinieron muchas formas de pedirme disculpas, pero opté por una sencilla.
Ya llegará el momento de divertirme con ella como lo hice con Elisa.
Tampoco es que tenga mucho afán, las mujeres no me faltan ni me faltarán, siempre estan a mi disposición.
—si tus disculpas son sinceras —la miro de manera coqueta —saludame por el micrófono —le pido —y haré de cuenta que todo eso nunca pasó.
Continuo mi camino.
—haré lo que tú quieras que haga —dice a mis espaldas mientras suspira.
«Definitivamente la tengo mal».
«Está perdidamente enamorada de mi».
Sonrió triunfante.
Entro nuevamente al templo, para ese entonces ya han terminado de ofrendar.
Al instante veo a Caroling entrar por la otra puerta y me dedica una sonrisa, yo le guiño el ojo.
—bueno —dice el pastor subiendo a la plataforma —quiero dejar a mi amada hija Caroling para que nos salude.
Miro expectante.
Ella sube con ayuda de su padre al altar y toma el micrófono.
Puedo ver cómo su mirada se dirige solo a mi.
Se supone que debo estar feliz por salirme con la mía como siempre, pero de alguna forma no me siento completo.
—Dios los bendiga a todos —dice sin dejar de mirarme —quiero saludarlos en el nombre de nuestro señor Jesús, en especial al joven Fabricio que a pesar de sus ocupaciones esta aquí con nosotros.
Sonrió una vez más y busco con la mirada a los J5 que dijeron que era falso todo lo que yo había dicho de ella.
Jak está concentrado en un libro en especial y ni siquiera le puso cuidado a sus palabras.
Erick la mira de manera aburrida.
Deimond abraza a Linda.
Parece que a ninguno de ellos les importo, aún así les voy a restregar que ella si está interesada en mi, de lo contrario no me habría saludado.
A pesar de que a ellos no se les dió por nada, los demás jóvenes si me miran, a algunos se les puede ver la indignación por encima al ver que no los saludo.
Eso es porque ella si tiene muy buenos gustos.
Tiempo después.
—Dios los bendiga —dice la pastora terminando el culto —nos podemos saludar en el nombre del Señor.
Me pongo de pie y antes de que las chicas me aborden voy hacia donde esta Caroling.
Ella también está rodeada de personas las cuales quieren saludarla, pero apenas me ve desaparecen los demás.
—Dios te bendiga —me dice evadiendo educadamente a las demás personas.
—amen —tomo su mano y la detengo conmigo mucho más tiempo. —¿Podemos hablar? —lo digo en voz baja solo para ella.
Ella asiente.
—compermiso —pasa por en medio de todos.
Algunos se nos quedan mirando pero ella no les pone cuidado.
—¡Caroling! —la llaman.
Ambos volteamos a ver.
Es el pastor.
—¿Para donde vas? —le pregunta.
Ella sonríe con esa sonrisa que la caracteriza pero que no tiene nada de sinceridad, es solo mera hipocresía.
—voy a darle un consejo —responde refiriéndose a mi.
—no vayas tan lejos —le dice.
—si papá —contesta con voz tierna.
Por la forma en que él pastor me mira, puedo notar que no le agrado mucho.
Pero desde que le agrade a la hija, que más da.
Seguimos caminando y es ahí cuando nos encontramos a Erick de frente.
Viene distraído con su teléfono.
Yo carraspeó la garganta para llamar su atención.
Quiero ver su cara al verme andando con Caroling.
Siempre es él que parece inseparable con ella, pero ahora soy yo.
Él levanta su mirada del teléfono y nos mira.
—hola —me dice sin molestarse en mirar a Caroling.
Es como si ella no estuviera, la ignoró de manera deliberada.
Fue tanta la ignoración que por un momento pensé que no la había visto o no era visible para él.
No la saludo y ella tampoco se molestó en hacerlo.
Seguimos caminando.
—¿Que fue eso? —pregunto confundido.
—¿Que? —pregunta ella.
—¿Por qué no se saludaron, se supone que son amigos inseparables? —le preguntó.
Ella baja su cabeza y sonríe.
Al ver que sigo esperando su respuesta levanta su cabeza y me mira.
—en realidad no nos la llevamos tan bien —responde —nada es lo que parece.
—pero...
Me quedo pensando en todas las veces que los he visto juntos, se ven bien cercanos.
«¿Cómo es que ahora dice que no se la llevan bien?».
Me rasco la nuca y prefiero quedarme callado.
Las chicas se me quedan viendo, intentan acercarse pero al verla a ella se detienen, solo me sonríen.
—¿A dónde quieres ir? —le preguntó.
—donde tu quieras está bien —responde.
Sonrió malicioso.
—¿A dónde yo quiera? —le pregunto.
—si, —responde muy segura con una sonrisa de oreja a oreja.
Está chica me salió más fácil que Elisa.
—entonces vámonos a dónde yo quiera.
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