VI
Amy está de pie al otro lado de la puerta principal, con su flamante rostro preocupado que me resulta contagioso. Las palabras de Zyer bailan en mi cabeza, ahora también lo hace la expresión de mi amiga.
Un alivio esperanzador navegó por mi cuerpo al responder la llamada y saber que no era del hospital. Eso quiere decir que Rehon no se está aventurando más allá de querer matarme, y que mamá está bien dentro de unas enormes comillas.
—Te dije que ese club, bar... —su lengua se traba— como sea que se llaman no traería nada bueno. —Entra a la casa agitando sus brazos con torpeza—. Yo quería largarme pero tú siempre buscas el peligro.
Ahora suena como mamá, poniéndole un toque cómico a... bueno... todo este mal rollo. Comienzo a creer que es una pésima idea haberle contado todo. Trato de decirle que yo no busco el peligro, sino que él tiene una obsesión muy extraña conmigo.
Me para antes.
—¿Qué pasará ahora contigo, Reese? —me mira de forma acusadora. Hemos intercambiado los papeles, ella es la chica atrevida y yo la temerosa—. Pones tu vida en riesgo, y la de tu madre.
Las lágrimas me salen con oír lo último. Si mamá llega a estar en un riesgo que sea a causa mía, jamás me lo perdonaré.
Seco mis lágrimas guardando la compostura. Amy ha dejado de lado su tensión al ver mi lado más sensible.
—No fue culpa mía ver cómo Rehon se devoraba a alguien —defiendo—, yo iba de paso.
—Pero fue culpa tuya encerrarte en la oficina de ese extraño tipo y firmar un contrato que no leíste.
—Me iban a matar, Amy, ¿qué querías que hiciera?
—No sé, ¿hacer lo que hace una persona normal y llamar a la policía?
Suelto una carcajada irónica que evoca mi malhumor. Como soy un libro abierto, sobre todo para Amy, se cruza de brazos sabiendo lo que diré.
—Ellos no hacen mucho...
—No seas resentida.
Lo sabía.
—No soy resentida, es así. —Agarro la llave de la casa, mi celular y el monedero—. Tal vez, si fueran un poco más listos papá no... —Debo morderme la lengua para no escupir y maldecir la ineptitud de "las autoridades en la ciudad"—. Da igual.
—¿A dónde pretendes ir?
—A comprar —me mira de mala gana—. La tienda queda a una cuadra.
Gesticula un escuálido «bien», sabiendo que no me convencerá en quedarme. Dentro o fuera de la casa estoy en riesgo. Todos conocemos las leyendas de la clase de monstruos que hay como Rehon, los rumores que hay sobre ellos. Nadie después de enfrentar a sujetos como ellos está a salvo, ni siquiera dentro de sus casas. Además, no busco que él me encuentre allí, quiero que venga por mí para que Zyer cumpla con el trato.
—Estoy en un pozo —digo de camino a la tienda.
—Uno muy profundo.
No es Amy quien emite aquel comentario lleno de sarcasmo y cizaña, lo formula una voz que guarda mofa. Es un tono masculino que ya oí antes.
Empuño las llaves en caso de que la figura oscura, presentada en el tejado de una casa, quiera venirse encima de nosotros para atacar. Amy se aferra a mi brazo y retrocede al verlo saltar, quedando de pie frente a nosotras.
Haciendo una reverencia, el hombre de cabello blanco y negro nos saluda.
—Qué pestilencia más trascendental es la que siento... —pronuncia, olfateando el ambiente—. No me miren así, es un cumplido.
Me despojo del tacto de Amy y dejo las llaves en mi bolsillo.
—Sadistik, ¿verdad? —aseguro recordando la primera vez que entramos al Red Maze— ¿Dónde está Zyer?
—No soy niñera de ese intermedio. Oh, vaya... —La sonrisa de Sadistik crece en su rostro. Su mirada intimidante bajo la fría noche, reposa sobre mi amiga— Tú serías una delicia para cualquier paladar. —Amy busca alejarse del intimidante rostro que parece a todas luces desear comerla, olisqueándola con sus ojos cerrados—. Te ves maravillosamente apetitosa.
—¿Qu-qué? —pregunta mi amiga, tras mi espalda.
—No te asustes —le dice—, estoy llevando otra clase de dieta.
Amy y yo nos miramos queriendo desaparecer. ¿Cómo fue que conocimos esta clase de... seres? Todavía no logro comprender la normalidad con la que tratan su "estilo de vida". Aunque en The Noose siempre se supo de la existencia de cosas paranormales, conocerlas es diferente. Muy extraño.
—¿Qué haces acá?
—Me encargaba de cosas. —Del bolsillo interno de su traje, saca lo que parece ser un dedo portando un anillo que brilla contra la escasa luz de la calle—. ¿Cómo está tu madre?
La mueca de asco me desaparece y es reemplazada por una seria. Sadistik empieza a carcajearse; agarro del brazo a Amy para apresurar el paso.
Al llegar a la tienda, me encuentro buscando pan de molde para mañana. La campanilla de la puerta suena, el propietario de la tienda saluda a quienes entran. Pego un brinco al notar que sus líneas de expresión están marcadas, las cuencas de sus ojos profundas y muy oscuras, la piel es de un extraño color verdoso y una maraña de colmillos. Sus caras se transforman en seres demoniacos; y aunque sus ojos oscuros no se ven, sé que están mirándome a mí. Murmullos adyacentes de todos lados dicen mi nombre distorsionado por la gravedad del tono. El frío me golpea, pero siento calor por todo mi cuerpo... un calor que me quema mientras los seres infernales avanzan hacia mí extendiendo sus manos con pieles que guardan gusanos debajo.
—¿Ocurre algo?
—¡No me toques! —Amy ha colocado su mano en mi hombro, pero del miedo la aparto. Ahora me mira con expresión confundida que roza la preocupación. Busco a las personas que han entrado; ellos también me miran confundidos, incluyendo al vendedor.
—¿Qué tienes, Reese? —pregunta mi amiga en un tono más bajo e intimo— Estás sudando, amiga.
Salgo de la tienda y Amy sale detrás preguntando qué me ocurre. Me doy vueltas de lado a lado agarrándome la cabeza, diciéndome que la falta de sueño me ha pasado la cuenta, que esas expresiones horribles son invenciones mías, que el fuego ardiendo a mi alrededor es una mentira.
—¡Reese! —chilla Amy golpeándome con su bolso.
—Amy... —me paro contemplando el interior de la tienda, cómo ese grupo de personas son acompañadas por un aura oscura y rostros endemoniados— esos rostros...
Antes de concretar mi oración, mi celular suena. Es el número del médico que atiende a mamá.
—Holaaa —canturrea Rehon desde el otro lado de la línea.
—¡No...! —los gritos desesperados del doctor Meyers revelan que mi miedo se ha hecho realidad— ¡Por favor!
—¡CÁLLATE! —ordena Rehon con una voz monstruosa. Oigo ruido y un grito que se apaga, luego una risa y un suspiro que va acompañado de un quejido. Un quejido hecho por mamá—. Adivina dónde estoy...
—¡Mamá!
La llamada acaba. Busco el camino factible para llegar al hospital y tomo aire para comenzar a correr, sin embargo, Amy se coloca enfrente.
—Reese, no —me dice—. Eso es lo que él quiere.
—Tiene a mamá.
Empiezo a correr, buscar algún auto que pueda llevarme. El hospital está lejos y no puedo imaginar lo horrible que mamá debe estarlo pasando... lo que Rehon podría hacerle o hizo. Las lágrimas impiden que vea el camino, las luces se hacen más fuertes. Debo seguir corriendo hacia el hospital, trata de solucionar esto. Necesito acabar con toda esta mierda. Rehon me quiere a mí, tal vez pueda salvarla a cambio de...
—¿A dónde vas, Reese?
Zyer entorpece mi paso. Está de pie, frente a mí.
—Voy al hospital —anuncio pasando por su lado, recuperando algo de aire. Zyer alcanza mi apresurado paso, puedo verlo por el rabillo de mi ojo con su formal vestimenta, pero sin el cuervo.
—No te he dado el permiso.
—No lo necesito —digo de golpe.
—Eres más inteligente que él, no vayas.
Es demasiado tarde, ya tomé mi decisión.
.
La habitación de mamá está vacía. El hospital está oscuro. Nadie merodea los pasillos, nadie atiende, nadie está en la sala de espera. Parece que todo se acomodó a los macabros planes de Rehon. Un rastro de sangre me guía por las escaleras hacia la azotea del hospital. Atravieso el umbral de la puerta encontrando al doctor Meyers tirado, cubierto de sangre.
Cubro mi boca ahogando un grito. Arrastro mis ojos más allá del piso; Rehon está de pie con mamá sobre sus brazos.
—¡Mamá!
Emprendo camino en su búsqueda, pero Rehon amenaza con lanzarla del edificio.
—Ah, ah, ah... —Me detengo frente a su mano cubierta en sangre del doctor Meyers— no tan rápido. —Los pies de mamá quedan a centímetros del suelo, Rehon la sostiene con facilidad; su asquerosa mano toca la barbilla de mi inconsciente madre—. ¿Conoces el dicho "ojo por ojo, diente por diente"? —me pregunta con una sonrisa formándose en su pálido rostro—. Extraño mi ojo.
Se pasa la lengua por sus comisuras llevando lentamente su mano ensangrentada hacia mamá, hacia su ojo, mientras con el otro brazo la mantiene en pie.
—¡Déjala en paz! —ordeno dando un paso, mas vuelve a amenazar con tirarla.
No sé qué es peor.
Rehon ahora parece un toro, echando humo por las narices. Su aspecto marañoso junto infunde un miedo que me paraliza otra vez. Su ojo inyectado en sangre revela lo que pretende hacerme.
—¿De verdad crees, mocosa inútil, que no le haré nada? Primero me ocuparé de ti —amenaza—. Te dejaré lo suficientemente cuerda para que veas como mato a tu tonta madre.
Lo dice como si saboreara la destrucción que promete hacerme. Empiezo a temblar cuando lanza a mamá a un lado y avanza hacia mí, dándome una patada. Normalizo mi respiración a causa del golpe y trato de arrastrarme lejos de Rehon.
Él viene por mí.
Levanto mis manos cubriéndome de sus futuros golpes.
Golpes que no llegan.
Zyer se interpone entre nosotros.
—Rehon.
—Zyer, por fin. —Rehon menciona su nombre con una familiaridad que me descoloca. La sonrisa le crece aún más antes de disponerse a seguir. Yo sigo arrastrándome mientras Zyer está en mi frontis—. ¿Sabías que él planeó que vieras el asesinato para que huyeras y firmaras? —me pregunta, entonces me detengo—. El ingenio siempre fue lo suyo.
—¿Q-qué?
Reúno la fuerza necesaria para ponerme de pie.
—Así es... Y ni siquiera te necesita.
—¿Eso es...
Antes de buscar alguna explicación tomando su hombro para que me mire a la cara y responda, Zyer se abalanza contra Rehon. Una pelea entre ambos empieza a desatar golpes de una magnitud alucinante. Las luces precarias de The Noose parpadean y el viento va de lado en lado. Zyer porta una pequeña daga en su mano descubierta; Rehon solo escapa de la empuñadura con agiles movimientos.
Me siento en una pesadilla, sobre todo porque cada paso que doy hacia mamá es más infinito. La veo a una distancia que juega con mi deseo, en el suelo sin responder a mis llamados. Y lo peor de todo: está al borde de caer del hospital.
—Mamá...
La llamo agarrándola por debajo de los brazos. Es pesada y apenas puedo levantarla y correrla para que no caiga. La patada de Rehon ha dejado su consecuencia y los sollozos inoportunos no favorecen la situación.
—Lo siento, mamá. Perdóname.
Hago mi mejor esfuerzo, pero de nada vale. Cuando levanto mi vista hacia la pelea, Rehon mi mira. Es como una bala, viaja hacia mí a una velocidad que me deja inmóvil. Siento sus manos contra mi vientre, adentrarse con fuerza en mi sistema. Y luego el viento meciendo mi cabello. La azotea, las estrellas, la Luna misma y a Zyer viendo cómo caigo desde las alturas.
Voy a morir.
Después de todo lo haré más rápido de lo que creí.
O quizá no.
Zyer se lanza en picada contra mí; extiende sus brazos, sus dedos largos buscan los míos para impedir la caída. Estiro mis manos en su dirección, mis dedos queriendo tocar los suyos. Falta poco. Falta muy poco. En un movimiento rápido, en los que cierro mis ojos, el viento se suaviza y la oscuridad huye. El canto de las aves atrae mi atención, la calidez del ambiente también. Abro mis ojos; es de día y parece que estamos lejos de The Noose.
Una estructura enorme se presenta ante mí, en el techo tiene una cruz y sus ventanas también. Un grupo de monjas pasa en frente, pero parecen no verme. Camino con cautela temiendo tocar algo o... reencontrarme con mi pesadilla que lleva por nombre Rehon.
¿Estoy muerta? ¿Estoy teniendo alguna especie de sueño?
Una sombra oscura se desliza por mi lado y camina hacia una solitaria mujer sentada en una banca. Su presencia es apacible e infunde confianza. Al ver la figura ennegrecida que pasó por mi lado, sonríe y se pone de pie.
—Es muy persistente —dice la mujer—, teniendo en cuenta vuestro origen y el mío.
Él sujeto ennegrecido responde con palabras difusas y luego ofrece llevarla a caminar. A mujer acepta gustosa. Al girarse, noto que esa figura es nadie más que Zyer.
Con ese descubrimiento vuelvo a la realidad. La oscuridad me golpea y el frío adormece mis pensamientos.
—Te tengo.
Zyer es quien habla.
Temiendo lo que encontraré, abro los ojos. En efecto, Zyer me sostiene manteniéndose en el aire agitando dos alas negras.
..........
Cada "ser" en las historias de The Noose representa un pecado capital, ¿qué pecado representan Zyer, Rehon y Sadistik?
Al que responda correctamente le dedicaré el próximo capítulo... aunque no esperen que sea luego xD
Gracias por leer después de que actualizo cada un año :'( ¡Son los mejores!
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro