Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

V


Los ojos amarillos vuelven a aparecer entre la oscuridad. El frío de la habitación se torna palpable e inquietante. Mis manos se adormecen, cada instante voy perdiendo el tacto. No siento mis manos, ni mi rostro, ni mi cuerpo. Soy un ser volatín que está sumido en la oscuridad, atrapada por siempre en un infierno, capacitada para observar esos ojos amarillos que lucen tan cercanos.

Entre la nada algo susurra mi nombre. El eco va en aumento, los susurros ahora son gritos. Para contrarrestar los otros, pego un alarido al borde de que mis oídos estallen, adoloridos por el volumen. Un zumbido se aloja en mi cabeza, uno que me inmoviliza tirándome al suelo con el puro movimiento de mis lágrimas resbalando por mi sien.

Trato de respirar, entrecortadamente, pero me voy a pagando...

Estoy muriendo lentamente en un bucle oscuro, frío y tortuoso.

Un viento pasa sobre mí, como un suspiro, seguido del silencio.

«¿Este es el final?»

Una sonrisa acompañada a los ojos dice lo contrario. La sonrisa se transforma en un gruñido; puedo ver sus colmillos brillantes como el mismísimo oro.

Es Rehon.

Intento gritar del horror, de verdad lo intento, pero no puedo. Mi cuerpo no reacciona, solo puedo sentir sus manos apretar mi cuello y su aliento vomitivo mezclarse con el mío.

—Reese...

Un graznido me saca de la pesadilla.

Abro mis ojos; comienzo desorientada y luego me tranquilizo al notar que me encuentro en mi habitación, recostada en mi cama. Sin embargo, la sensación es extraña. El sentido de pertenencia ha muerto con aquella pesadilla tan vívida.

En la anchura de unos hombros altos, puedo ver al progenitor del graznido: es un cuervo, el cuervo de Zyer reposando sobre él.

La fluidez de los movimientos que posee Zyer hipnotiza, por eso al agacharse y comprobar que todo esté en orden, me asusto. A su lado me siento vulnerable, como un maldito bicho en la tela de araña.

Si Zyer es un intermedio, ¿dónde pertenecía? ¿Al cielo o al infierno?

Ese un motivo mayor por el que temer, nada desacredita que él esté detrás de Rehon o ambos sean cómplices.

—¿Qué demonio me hiciste firmar? —le pregunto una vez sentada en la cama. Sin honoríficos, sin palabras razonables.

La parte que se cuestionaba todo esto ha muerto.

—Hicimos un trato.

No es la respuesta apropiada, mucho menos la que me esperaba.

—Para saldar tu cuota —afirmo y todo me tiembla.

—Eso no es de tu incumbencia, Reese.

—Claro que lo es, ahora soy parte de tu mundo —farfullo—. Ahora te pertenezco a ti. ¿Es así o no lo es?

Aprieto mis puños con la intención de estrellarlos en su rostro que se observa difuso entre la oscura luz que proporciona la Luna. La ira se apodera de mi cuerpo y el impulso sobrepasa todo raciocinio. Quiero descargarme en alguien por ser una tonta, por dejarme influenciar de tal forma. Por querer luchar y rehuir de la muerte, que parece querer cazarme a como dé lugar.

Pero el graznido del cuervo me detiene. Bate sus alas y se inclina en mi dirección para reprender mi atrevido intento.

Retraigo mis manos con miedo a que me haga daño, pero no lo hace; vuelve a la tranquilidad sobre el hombro de Zyer.

—Si... si hicimos un trato entonces debes cumplirlo. Ese sujeto... ese tal Rehon, quiere matarme, quiere devorarme. —Llevo mi mano al cuello con la evocación de sus manos alrededor—. Por su causa firmé y tú no has hecho nada.

Abrazo mis piernas rindiéndome a la desdicha y los sollozos. Escondo mi rostro de la penumbra a la oscuridad que mi cuerpo proporciona.

—Yo... quiero rescindir del contrato... trato... de la maldita mierda que va esto. Estoy condenada de todas formas, no tengo escapatoria.

La mano de Zyer, que está cubierta por guantes negros, se posa sobre mi hombro. Levanto mi cabeza confundida, preguntándome qué tiene éste sujeto para que hasta su tacto se sienta familiar, e incluso reconfortante.

—Por eso estoy aquí —pronuncia despacio.

«Tan suave... ¿acaso sigo soñando?»

—Reese —me saca de mis pensamientos—, para que no hayan futuros malentendidos te diré algo: no puedes rescindir de este trato hasta acabar las tres peticiones. Eres de mi propiedad ahora.

—¿Debería sentirme tranquila? —ironizo.

La sonrisa se torna en su rostro, burlesca.

—Deberías sentirte asustada —confiesa—. Pero descuida, si quisiera verte muerta lo habría hecho al traerte aquí, o en mi oficina. No tengo ese derecho sobre ti, a menos que me lo pidas.

La tensión se fracciona en mi cuerpo. Vislumbro un halo de luz que lo ciega un momento, lo que me recuerda a la típica historia de vampiros. La situación aquí es diferente, muy diferente, y eso es lo que más me aterra.

—¿Y si te pido que te mates? ¿Qué pasa si mi segunda petición es que mueras?

—Estás muerta de todas formas, Rehon vendría por ti.

Rehon.

El oírlo me provoca un miedo inexplicable. Me abrazo a mi misma otra vez en un intento de decirme que no estoy sola, olvidar esos ojos amarillos.

—¿Y si jamás termino las otras peticiones?

—Entonces tú y yo estaríamos atados, condenados el uno por el otro.

Tomo mi cabeza sin poder almacenar tantas cosas y creer que estoy dentro de los parámetros de una adolescente cuerda. ¿Cómo será mi vida desde ahora? ¿Cómo será estando condenada a una persona extraña que no pertenece a este mundo?

Como quisiera poder retroceder el tiempo, decirme a mí misma que tome otro camino de vuelta a casa.

Ojalá pudiera.

Ojalá tuviera las agallas para aceptar mi pronta muerte, pero simplemente no puedo hacerlo.

Zyer se levanta para darme la espalda. Su cuerpo ahuyenta a luz que provenía de la ventana, ocultándomela. Miro hacia el cielo por el hueco de la cortina, aterrándome ante una nueva aparición de Rehon. Si estuvo en el colegio, entonces puede venir aquí...

«O con mamá...»

Mierda.

No, no hay motivo para que él vaya con ella, y hasta que esto termine, hasta que no lo atrapen yo tampoco. No la pondré en riesgo, más del que está atravesando.

—¿A dónde vas? —pregunto al notar que se dirige hacia la puerta.

Me levanto estirando mi brazo para alcanzarlo. Un dolor punzante se aloja en éste, el mismo dolor que sentí cuando Rehon enterró sus dedos con un poder bestial.

—No me iré de aquí, sí pretenderé que no estoy.

—¿Cómo?

—Aquí es el sitio donde probablemente vendrá, pero no lo hará si estoy yo aquí.

Eso suena razonable.

Guardo silencio siguiendo su paso hasta la sala. Tengo demasiadas preguntas flotando en mi cabeza.

—Por cierto —se detiene antes de salir por la puerta—, tu horroroso objeto electrónico ha estado sonando un par de veces.

La barbilla de de Zyer apunta hacia la mesa de centro frente al sofá.

—Una cosa más.

—¿Qué?

—Tú los ves a ellos y ellos te ven a ti.

Mi mano queda a unos pocos centímetros de tocar el celular. Arrastro mi mirada hasta sus ojos; el atisbo de miedo crece en mi interior.

—¿Quiénes? 

Zyer responde con una sonrisa indescifrable, luego sale por la puerta.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro