Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Las advertencias de Matthew Sanders

Despierto con un fuerte dolor de cabeza. Aunque eso es algo común en mi. ¿Común? ¿Los dolores de cabeza son comunes en mi? De repente no lo recuerdo. Pero, ¿por qué no puedo recordarlo? ¿Esta es mi habitación? Está un poco vacía, debería comprar muebles.

—¿Una nota? —miré mi mano y lentamente la abrí— “He tenido que tomar decisiones muy difíciles. Nada ha estado saliendo bien, no me queda otra opción que hacer esto. Espero puedas perdonarme algún día.” —estrujé la nota y la lance a una esquina de la habitación— Eso no era para mí.

—¿Hola? —escuché cómo abrían la puerta y alguien se adentraba a la habitación, me encontraba de espaldas y mis nervios aumentaban a medida que escuchaba sus pasos acercarse a mi— ¿Estás bien? —tocó mi hombro y sentí escalofríos, hasta que ví su rostro de preocupación. Era un chico de pelo castaño, lo llevaba despeinado, pero aún así se veía muy bien. Lo miré a los ojos, eran de un color gris, pero se notaban muy apagados.

—¿Quién eres? —pregunté manteniendo las distancias.

—Yo... No lo sé —contestó y agachó la cabeza.

—¿No lo sabes? ¡Estás mintiendo! —grité.

—De verdad, no lo sé. Pero... ¿tu quién eres? —me preguntó y sentí como mis fuerzas se desvanecían. Sudor empezó a formarse en mi espalda y mi frente.

—No puedo recordarlo... —murmuré angustiada.

¿Por qué no podía recordar mi nombre? ¿Mi vida? ¿Quién era yo? ¿Dónde estaba? ¿Qué me había pasado?

—¡Cálmate! —gritó y empezó a moverme de alante hacia atrás con fuerza— Tu tampoco sabes quién eres. Esto no debe ser una coincidencia. Tenemos que hayar un modo de salir de aquí.

—¿Sabés dónde estamos?

—No lo sé, pero es un sitio muy grande. He estado explorando un poco desde que desperté, así fue como llegué aquí —dijo tomando mi mano y llevándome fuera de la habitación. Una ráfaga de olor a gasolina golpeó mi rostro.

—Parece una fábrica —murmuré mirando.

—¿Qué dijiste? —preguntó y yo negué con la cabeza— Ven, vamos por aquí—dijo y empecé a seguirlo.

A medida que caminábamos, noté que habían muchas habitaciones, eran iguales a la mía. Aunque ya ni siquiera sabía si algo podía pertenecerme.

—¡Auch! —grité cuando tropecé con unos barriles que se encontraban a la orilla del pasillo.

—Ten cuidado, no sabemos qué hay aquí. Lo mejor será no hacer ruido. —comentó aquel chico.

—Está bien.

Continuamos explorando el lugar, pero empezaba a parecerme un poco raro como aquel chico sabía exactamente que puertas abrir para continuar el camino.

—Ven, pasemos este túnel.

—¿Por qué ese túnel? —pregunté desafiante.

—No preguntes, solo vamos —dijo ignorandome.

—No iré.

—¿Qué estás diciendo?

—No planeo pasar por ese túnel. No quiero. Eres muy sospechoso —contesté y empecé a retroceder.

—No es momento para ponerte terca, tenemos que salir de aquí. ¿No quieres volver al mundo exterior? —dijo y sujetó mis hombros con fuerza.

—Ya te dije que no —grité y empecé a forcejear— ¡Suéltame!

—¿No lo entiendes? —notaba como se empezaba a poner nervioso. Sus ojos se abrían más y más con cada palabra. ¿Por qué no me dejaba ir? ¿Por qué le importaba que yo permaneciera a su lado?

—No, no lo entiendo. Eres raro, no observas nada, como si ya conocieras el lugar. Quise confiar en ti...

—Puedes confiar en mi, Adeline —susurró sonriendo.

—¿Adeline? ¿Me llamaste Adeline? —pregunté confundida. Ese nombre me parecía extraño, como si ya lo hubiera escuchado antes.

—No dije nada —contestó serio.

—Si, me llamaste, Adeline. ¿Ese es mi nombre? ¿Me conoces? Sabes lo que me pasó, ¿cierto? —me encontraba emocionada, olvidando por completo que este hombre podría ser peligroso, incluso la persona que me trajo aquí.

—No, no, no —negaba nervioso, me asusté cuando empezó a jalar su cabello de forma frenética— Mi plan fracasó, no debió de pasar así —Aun cuando yo estaba allí, el hombre hablaba para si mismo, lamentándose de cosas que yo no entendía.

—Tu... ¿quién eres? —hablé entre dientes.

—No debiste... No debiste haberme llevado la contraria —gritó enojado y de su bolsillo sacó una jeringa. Antes de que pudiera darme cuenta, ya la había clavado en mi cuello.

Empecé a sentirme mareada y de repente todo se tornó negro.

...

Escuché un ruido y abrí mis ojos nerviosa al no poder ver nada. Froté mis ojos, pero todo permanecía negro. ¿Qué me estaba pasando?

—Linda, ¿ya despertaste? —escuché una voz a mi lado.

—¿Quién eres? —pregunté nerviosa y intenté moverme, pero terminé cayendo de lo que parecía ser una cama.

Murmuró algo que no pude escuchar y luego habló en voz alta— Mi amor, soy yo. Soy tu esposo.

—¿Mi esposo? ¿Estoy casada? —Me había casado y no lo recordaba, ¿por qué?— No puedo recordarte.

—Es normal, cariño. Tuviste un accidente, los médicos dijeron que podrías olvidar algunas cosas, pero no te preocupes, yo estoy aquí para ti. No volveré a abandonarte —habló entre dientes, pero pude escucharlo ligeramente.

—No lo entiendo, no puedo recordarte, no recuerdo nada de mi.

—¿Recuerdas tu nombre? —preguntó, me pareció estúpido porque aunque no recordara cosas, mi nombre no era algo que olvidaría tan fácil, pero la realidad me golpeó fuertemente.

—No... No puedo recordarlo.

—¿Lo ves, cariño? Ni siquiera recuerdas tu nombre, yo cuidare de ti.

—¿Cuál?

—¿Cuál que? —dijo en tono de confusión.

—¿Cuál es mi nombre? —pregunté algo irritada.

—No es de importancia, mi amor. Tu nombre ni siquiera te gustaba.

—Conocer mi nombre si es de importancia, es probable que me traiga recuerdos de cuando me llamas por el.

—No lo será, porque no suelo llamarte por tu nombre —dijo y me sentí decepcionada. Aunque ya era bastante obvio, pues solo me ha llamado por varios apodos ridículos, linda, cariño y mi amor.

—¿Por qué no puedo ver? ¿Es debido al accidente que mencionaste?

—No, siempre has sido ciega —anunció y me sorprendí. Aunque no pudiera recordar cosas, si que recordaba los colores, las formas, los animales, mi rostro. ¿Por qué este hombre mentia?

—¿Me conociste así?

—Si, mi amor. Aún con esta discapacidad, siempre has sido el amor de mi vida. Hemos pasado por muchos problemas, pero aún así, nunca he dejado de amarte y de velar por ti. Ahora mismo, me duele mucho que no puedas recordarme, a mí y nuestros buenos momentos. He cometido errores, y tomado decisiones muy difíciles, pero siempre he hecho lo correcto para ti y nuestra relación.

Sus palabras me sorprendieron bastante, su tono se notaba sincero, pero mentia. Algo de lo que este hombre decía era mentira pura. Fiarme de el sería un error. Optare por mantener la calma y no alertarlo de que desconfío.

El día pasó bastante tranquilo, mi "esposo" habló todo el día sobre nuestra relación y años juntos. Nuestras experiencias y pasatiempos. No podía negar que había pasado un día muy agradable con el. No podía verlo y tampoco sabía si podía confiar, pero me tranquilizaba escucharlo.

—Saldré a hacer unas compras y a pagar los recibos. Espérame aquí y toma este teléfono, si llega a pasar algo solo tienes que marcar este botón —dijo tomando mi mano para explicarme cuál botón presionar.

—En realidad quiero ir contigo. Siento que tomar aire fresco me hará sentir mejor —dije esperando a que el se negara. Si no me dejaba acompañarlo, mis sospechas serían ciertas, pero sino mis dudas se dispersarian un poco.

—Es genial que te estés recuperando tan pronto, ven, te ayudaré a colocarte el abrigo, afuera está haciendo mucho frío —dijo ayudándome a levantarme del sofá.

—¿En serio? ¿Puedo acompañarte? —dije emocionada.

—Por supuesto, ¿por qué no podrías? —preguntó y yo solo negué con la cabeza.

—Olvida eso, vámonos, ¿dónde está la puerta? —empecé a saltar de emoción. Este hombre si era mi esposo, me dolía no recordarlo, pero aún así todo estaba bien. Podía llevar una buena vida, pasear y ser querida.

Caminamos por un buen rato, hasta llegar a lo que me dijo era el centro de la plaza.

—Esperame justo aquí, entraré un momento a cambiar unas cosas en la tienda de empeño. Hay mucha gente, pero trataré de salir rápido —dijo y me dió un beso en la frente— No te muevas de aquí.

—Que lindo —murmuré para mí misma. Me agaché en el suelo y lo tocaba para sentir su textura.

Me sorprendió mucho tocar nieve, pues aunque sabía lo que era, no recordaba haberla tocado anteriormente.

Mientras trataba de levantarme, unos niños pasaron correteando y tropezaron conmigo, haciéndome perder el equilibrio y el sentido de dirección. Me había alejado por varios pasos del lugar en donde mi esposo me había dejado.

Decidí tomar una bocanada de aire y caminar hacia adelante, esperanzada de que fuera la dirección correcta, pero al final solo tropecé con un gran cuerpo.

—Lo siento mucho. En serio, lo lamento. Soy ciega y no veo por donde voy —me disculpé tratando de no buscar problemas, ya que me encontraba sola.

—No te preocupes. Vaya, aún sin poder ver nada, eres tan hermosa, Adeline.

—¿Qué...?

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro