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ARCÁNGEL CAÍDO (KNJ)


Ser un celestial, uno de los arcángeles más cercanos al creador era un verdadero honor.

Desde que mi existencia comenzó mi único propósito era agradar a mi creador. Seguir sus leyes, cumplir su voluntad y serle fiel como buen hijo.

Solía ser tan fácil para mi, en mi eterna existencia no había nada que me hubiera hecho dudar ni un poco. Ni siquiera Lucifer, el ángel más amado por Dios, logró desviarme del camino. A pesar de que lo intentó.

Tenía completa conciencia el motivo de mi existencia.

Servirle al creador y cumplir su voluntad. Encargándome con éxito de cada una de las misiones que se me eran asignadas.

Jamás había tenido una misión qué me tentara tanto como esta. Cuidar de ella, era lo que me mantenía a su lado.

No planee nada de lo que acontecía, pero, no sabía con exactitud que era esto creciendo dentro de mi. Se alborotaba y galopaba cada que su cercanía sentía.

-Esta leña será suficiente para la chimenea.- Le dije, cuando terminamos de juntar los pedazos de rústicos troncos, que alguna vez fueron frondosos árboles.

-Llevemos un poco más, solo por si acaso.- Asentí al ver su sonrisa y esos ojos color esmeralda. Justo del color de mi joya divina que me fue dada al momento de comenzar a existir. Su piel de miel, se miraba tan exquisita -Podrías...olvidalo.

-Dímelo, te he notado afligida.- Me acerque a ella tomando sus pequeñas manos entre las mías.

-Namjoon... Bang, quisiera encontrarlo. ¿Como saber si volvió con mamá?, ¿cómo saber si esta a salvo?.

-Te dije que él está bien, no corre peligro alguno. Confía en mi.- Tome sus manos colocándolas en mi pecho -Jamás te mentiría.

-¿Volveré a verlos?, a mi madre y a Bang.- Sollozo.

-Lo harás, pero no ahora.

Después de secar sus lágrimas cargue toda la leña y la lleve directo a la cabaña. Entramos y cerramos esta, para evitar que el frío entrará.

Aunque, a decir verdad, era inútil, el frío traspasaba las paredes de madera.

Prepare sopa con algunos vegetales que logre conseguir en mi última salida al pueblo más cercano.

-Paola, a comer.- Puse los tazones sobre la mesa de madera. Ella se acercó y tomo asiento.

-Huele delicioso.

Comíamos mientras manteníamos una conversación. Con ella siempre había un tema del cual hablar y me gustaba hacerla reír. Su risa, era como música para mis oídos.

-Quiero ver tus alas.- Dijo al terminar de comer -Me dijiste lo que eres, pero no he tenido la oportunidad de ver de cerca tus alas.- Parecía hacerle ilusión -Cuando me encontraste, no pude verlas con detalle porque me desmayé.

-Quieres ver mis alas.- Me incline sobre la mesa, quedando a pocos centímetros de ella.

-Si.- Se acercó más, sentí su aliento chocar contra el mio de lo cerca qué estábamos.

Mire sus labios con deseo. Ansiaba sentirlos sobre los míos, quería tomarlos.

-Después podrás verla.- Me pare levantando los platos de la mesa, no podía perder el control -Ahora tenemos que estar aquí, se acerca una tormenta.

-¿Como sabes eso?.

-Puedo sentirlo.- Le di una última mirada antes de seguir mi camino.

No demore en volver con ella, prepare la fogata en la chimenea, mientras mi preciosa doncella yacía acostada en la cama. Trataba de cubrirse lo más que podía con las cobijas, el frío traspasando las paredes de madera la hacía tiritar.

-Mamá solía preparar té para quitarnos el frío, el de manzanilla es su favorito.- Me contaba sin dejar de tiritar.

-Podría salir a conseguir algo así.- Me pare de la silla en la que me encontraba sentado.

-No, no lo hagas. No quiero que me dejes en medio de esta tormenta.- Se estiró y tomo mi mano.

-No dejas de temblar, el frío está aumentando.- Chasquee la lengua.

-Puedes...puedes acostarte aquí...con...conmigo.- Me pidió.

Lo pensé por segundos, era consciente que mi debilidad por ella aumentaba cada vez más. Pero, no podía dejarla congelarse.

-Solo para que entres en calor.- Sentía que el corazón me latía a mil por hora. Me quite la camisa, sabía que podía darle más calor estando descubierto -Así podré calentarte más.

Deje mi cuerpo caer a su lado, nos cubri con las cobijas y la atraje a mi pecho, envolviendo la entre mis brazos.

Sentir su pequeño cuerpo contra el mio, me hacia sentir esta emoción crecer en el pecho. Mi mano comenzó a acariciar su brazo y después la otra cayó en su mejilla. Paola levanto la mirada, esos ojos esmeralda se clavaron en los míos.

Entonces, no pude contenerlo más. Roce sus labios, ella los abrió recibiéndome sin ninguna objeción. Sus labios carnosos los deboraba con tanta pasión. Con una mano reforcé el agarre en su cintura. Cada movimiento me incitaba a probar más y más de ella.

Quería tocarla, tocar cada centímetro de su desnudez. Ni una sola vez la había visto de esa manera, pero lo deseaba.

Estaba yendo en contra de todo, de mis ideales, principios, leyes del firmamento. Incluso en contra de mi creador.

No hizo falta un ángel rebelde para hacerme caer.

Solo unos ojos hermosos bastaron.

Estaba consciente de lo que podía acontecer debido a mi deslealtad para con los mios.

Pero, por ella estaba dispuesto a soportar cualquier castigo. Tan solo por tenerla.

Por poder llamarla MÍA.


Escrito por:
MonMadalex

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