-¡Hola Alice!.- me dijo muy alegre la pequeña Hada de colores.

Me hice hacia atrás, me tallé los ojos para asegurarme de que no estaba soñando.

-¿Ho-Hola?.- le pregunté temerosa.

-Alice, soy Badali, ¿me recuerdas?.- voló hacia mi. -Dime que no me olvidaste.- me dijo esperanzada.

-Estúpida, Alice no recuerda nada, desde... Aquel día.- le dijo la pequeña Hada de color rosa. -Hola mi pequeña, soy Badila.- me dijo mirándome.

-Hola, Badali y Badila.- les di mi dedo índice a cada una. -Un gusto... ¿Volver a verlas?; Lamento mucho... ¿no acordarme? Quienes son.- les dije muy triste.

-No importa cariño, desde aquel día innombrable no recuerdas nada, pero sabemos que pronto te acordarás, solo tienes que venir con nosotras.- dijo una pequeña Hada color morado.

-Lo siento, no puedo ir con ustedes.-

-¿porqué no?.- preguntó Matilde.

-Esto no puede ser cierto Matilde, Las Hadas existen, pero hay buenas como malas, yo no soy Alice y no puedo acompañarlas, ustedes me están confundiendo.-

-Les dije que esta niña no podía ser mi adorada Alice, ella confió en nosotras ciegamente, esta niña duda de nosotras. ¡No es Alice!.- Dijo muy enojada una Hada color negro. -¡VÁMONOS!.- les gritó.

Al despertar empecé a recordar lo que había pasado anoche.

Lo último que recuerdo fue que la Hada negra pasó volando cerca de mi, movió sus manos en círculos y no recuerdo más.

Matilde ya no estaba en mi cama, vi la hora, 7:36 am.

Me levanté de la cama y me metí a bañar.

Decidí ponerme un short de mezclilla, una blusa color negra y unos tenis color negro.

Baje a la cocina y vi a mi mamá haciendo el desayuno.

-buenos días mami.- le dije dándole un beso en la mejilla.

-buenos días mi niña, ¿qué tal la primera noche?.-

-pude dormir, ya tengo hambre-

-tranquila, ya está el desayuno-

***

Van salió a caminar por el bosque, se sentía bien ahí, sabía que pertenecía a ese lugar mientras tanto las pequeñas hadas escondidas entre los arbustos la veían pasar.

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