Las personas la abrazan, le dicen que lo sienten, le dicen que se ha ido a un mejor lugar pero nadie se atreve a decirle que nunca más volverá. Nadie se atreve porque nadie puede hacerlo.

Se ha ido pero ella no llora. Le duele pero no llora.

No ha llorado, ni cuando el médico puso aquella mirada que suplía a las palabras que confirmaban su fallecimiento.

No ha llorado desde hace mucho.

¿Por qué si la ama?

El amor de su vida se ha ido y ella no está llorando ¿Cómo es posible eso?

Su rostro es sólo la composición de incontables noches en vela, su rostro es la interpretación del final de un camino exhaustivo.

Su rostro está palido, sus ojeras están terribles, sus ojos se ven hundidos... Vacíos.

Sin lágrimas, ni un sollozo o alguna plegaria.

¿Está resignada?

Poco a poco la gente comenzó a irse hasta que se ha quedado sola con sus suegros y su madre.

Ellos sí han llorado, ellos piden al cielo que la regresen pero ella no... No se atreve a pedir algo como eso. Porque tal vez... Sí está en un mejor lugar donde no hay dolor.