Dejarla ir.
—Por favor no vayan a casa —suplicó con una voz cansada.
Subió a su auto y manejó hasta su hogar.
Durante el camino su mente se mantuvo silenciosa, no quería pensar...
Tomó sus llaves y entró.
El aroma de la casa la golpeó sin contemplaciones.
Sus labios temblaron así como sus manos cuando giraba la llave para quedar encerrada.
...
—Ya no volveré a casa —dijo la rubia mirándola con pena a los ojos.
—No digas eso, volveremos juntas.
—No... No puedo soportarlo y tampoco quiero que sigas sufriendo. Deja que me vaya.
...
Puso las llaves sobre el mueble y caminó.
Ella no volverá esta noche... Se ha ido para siempre.
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