Capítulo 08: Madre e hija
.
Cuando el reloj marcó a las 12 decidió que era suficiente y se durmió. Sin embargo dejó su teléfono muy cerca de ella esperando a que Lapis llamara, pero la única vez que su teléfono sonó fue cuando se activó la alarma de a las 5:30 a.m.
Lapis no llamó ni dejó mensajes.
No se sentía triste, se sentía decepcionada por creer que de verdad podía tener algo con una chica como Lapis.
Comenzaba a creer que Lapis era una ligona, de esas que podían hacer lo que quisieran con quien quisieran.
Se sentía engañada.
Era inevitable pero ya había pasado por eso y comenzaba a acostumbrarse.
Peridot estaba decepcionada pero no sorprendida.
Preparó el desayuno, se bañó, desayunó y se despidió de su papá como todos los días.
De camino a la parada de autobuses, pasó por la cafetería y le pareció extraño que estuviera cerrada, normalmente estaría abierta y la señora Blue estaría barriendo la entrada como siempre.
Se detuvo por un momento y miró al rededor, había una sensación extraña...
...
Lapis despertó en su cama, tenía el cuerpo adolorido y sentía los párpados muy pesados, intentó poner en orden su mente antes de volver a quedarse dormida, recordó las luces del auto en su espalda y el golpe que la lanzó con su bicicleta hacia la banqueta, después de eso todo era confuso y borroso en su mente. No recordaba haber vuelto a su casa por cuenta propia así que no tenía idea de cómo es que había llegado ahí.
Miró el frasco de analgésicos sobre el buró y un un tubo de pomada que antes no estaba.
De pronto, en aquel momento de confusión recordó que le había prometido a Peridot que iba a llamarle. No tenía idea de dónde estaba su teléfono, tampoco sabía a qué hora era y si tenía compañía en casa. La claridad que lograba atravesar sus cortinas le hacía suponer que ya era mediodía.
Su espalda adolorida la obligaba a permanecer en la cama, intentó moverse pero era completamente inútil así que llamó a su madre esperando que la mujer estuviera cerca.
Blue le contestó al otro lado de la habitación y en cuestión de segundos ya estaba con ella.
—Lapis, no te levantes —sentenció.
Pero Lapis le insistió en que la ayudara, tenía que orinar y cepillarse los dientes.
Blue la ayudó a llegar hasta el baño y el resto lo hizo sola. Dentro de su baño había un espejo de cuerpo completo, ahí pudo ver qué tan mal se veía. Su brazo tenía unos raspones grandes, su pómulo derecho se había abierto y le habían puesto al menos tres bendoletes para cerrar la herida; tenía un moretón en el abdomen y no podía erguir la espalda por completo. Estaba tan confundida, ni siquiera en sus peor borrachera le había ido tan mal como para no recordar casi nada.
Terminó de cepillarse y salió del baño, para su sorpresa, Blue ya no estaba. Desde su lugar observó la habitación tratando de encontrar su teléfono y fue toda una empresa llegar hasta el buró, ahí estaba.
Al lado del mueble había un contacto donde estaba enchufado su cargador, conectó su teléfono, rápidamente marcó el porcentaje de batería. Esperó un poco y encendió el teléfono, al ver la hora, supuso que Peridot estaría en la escuela y que sería mejor dejarle un mensaje para darle una breve explicación sobre lo que había pasado porque en realidad no recordaba todo. Todo parecía ir bien hasta que intentó desactivar la pantalla y ésta no respondió.
—Te traje el desayuno —dijo Blue entrando a la habitación.
—Se descompuso... —soltó Lapis luego de haber reiniciado el teléfono una vez más.
—¿Qué cosa? —preguntó acercándose.
—El teléfono —lo desconectó para enseñarle.
—Lo traías en el bolsillo delantero de tu pantalón, debiste caer sobre él.
—¿Puedes prestarme el que tenías antes?
Hacía dos meses que Blue había cambiado su teléfono viejo por uno nuevo. El problema con el viejo era la batería, estaba muy gastada, solo duraba unas tres horas y se apagaba sin avisar.
—Claro, si es que aún enciende pero primero debes comer... —suspiró—. Lapis anoche nos diste un gran susto —se limpió los ojos antes de que las lágrimas salieran pues sólo recordarlo era doloroso.
—No recuerdo mucho de lo que pasó —bajó la cabeza—. ¿Cómo llegué a la casa?
—Fueron al negocio a decirme que te habías caído con la bicicleta, no quisieron decirme que te habían atropellado pero desde el momento en el que me dicen que tengo que ir por ti, yo supe que era algo más.
—¿Instinto maternal?... —pensó Lapis con las mejillas sonrojadas.
—Cuando llegué por ti a la casa de Franco —un hombre que vivía a dos calles de la casa de Peridot—, toda tu mejilla estaba llena de sangre y tu brazo también.
—Pero, ¿estaba consciente? —preguntó intrigada con la imagen en su cabeza.
—Sí, dijiste que fue una camioneta blanca, que iba tan rápido y que no se detuvo.
Lapis tragó saliva, no recordaba haber hablado con su madre, tampoco recordaba al señor Franco y a su hijo quién había ido a avisarle a Blue.
—¿Y después?... ¿me llevaste al médico?
—Sí, fuimos rápido, te recetó unos medicamentos y mañana iremos otra vez para que te revise y me sienta más tranquila.
«Blue siempre fue una mujer maravillosa» decía su papá cuando le preguntaba por ella.
Lapis no recordaba mucho de su infancia, de cuando estaban juntos antes del divorcio, para Lapis, Blue fue una mujer que le llamaba por teléfono casi todos los fines de semana y que le decía "hija" con aquella voz que siempre sonaba apacible y reconfortante a través de la bocina.
Su relación a distancia no le permitía conocer a su madre como tal y cuando decidió vivir con ella por el tiempo que no estaría estudiando, se dio cuenta que no era lo mismo hablar por teléfono que estar realmente juntas, desde su llegada y con la rutina de la propia Blue no habían podido tener momentos de madre e hija, era absurdo que por un accidente por fin pudieran estar juntas como lo que eran pero estaba feliz.
—Lapis, ¿a dónde habías ido?
—A la casa de Peridot y después llamó Marina para que volviera... Iba de regreso cuando sentí una luz sobre mi espalda y el sonido de un carro a alta velocidad, luego un golpe en la llanta trasera de la bicicleta que me lanzó sobre la banqueta...
—¿Por qué fuiste a la casa de Peridot?
Lapis desvió la mirada con un ligero rubor en sus mejillas.
Blue mostró una sonrisa y se sentó en la cama posando su mirada sobre la pared.
—Tu padre y yo siempre nos tuvimos confianza... aún después del divorcio... Él me contó...
—Yo quería venir y estar contigo, conocerte de verdad.
—Y estoy feliz de que hayas venido aquí y te ofrecí un lugar en el negocio para que pudieras mantener tu mente ocupada y así no pensar en aquella chica del vóley.
Lapis abrió los ojos y quedó boquiabierta.
—¿Qué es lo que papá te dijo? —su voz se quebró en el intento.
—Sobre Laurence... todo lo que él sabe.
Lapis bajó la mirada, no podía ver a Blue a la cara, no se sentía bien...
Se abrazó los costados y se quedó callada.
—Peridot Gisli es una chica encantadora, no cometas el mismo error que tu padre.
—¿Papá? —levantó una ceja—. ¿Qué hizo él? —preguntó confundida.
Blue suspiró y desvió la mirada.
—Él pudo haber sido feliz desde un principio, si él hubiera sido sincero consigo mismo, su primer amor no se habría ido.
—¿Antes de ti? —preguntó temerosa—. Pero... Él me dijo que también fue feliz contigo... Que fuiste su primer amor...
Vió a Blue y sintió que su corazón se hacía más pequeño.
Blue volteó a verla y le asintió.
—El primer amor no siempre es el verdadero pero el verdadero se siente como si fuera el primero.... Hijs... A veces aferrarse es bueno, sobre todo cuando es algo que tiene la capacidad de hacerte feliz... No sé qué esté pasando con esa chica pero te aseguro que podrá arreglarse y... Espero que puedas tener la confianza necesaria para poder contar conmigo para lo que sea, te llevé en mi vientre 9 meses y te amamanté 7 meses sin interrupciones, te enseñé a hablar y a dar tus primeros pasos, te llevé de la mano hasta que aprendiste a ir al baño sola y cuidé de ti como mi más grande tesoro... Sin embargo mi mente se quebró tras la muerte de mi hermana menor y de mi madre y entonces tu padre tuvo que hacerse cargo de ti... He luchado por volver a ponerme de pie y seguir adelante, tú eres mi única razón... Y cualquier cosa que a ti te haga feliz tendrá mi aceptación...
Lapis sintió un nudo formándose en su garganta e intentó mantenerse tranquila pero no puedo y se apresuró a abrazar a aquella mujer que la había traído al mundo.
—Te amo hija... Y quiero que seas feliz.
❤
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro