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Capítulo 05: Volviendo a casa

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Ante la pregunta bastante incomoda para la rubia, la morena sonrió con un gesto adormilado y le dijo que ya se acostara a dormir.

—Vamos, no te voy a hacer nada —dijo riendo.—Ya duérmete, mañana saldremos muy temprano.

Se levantó y sacó dos sábanas, una para cada quien; y volvió a tumbarse en la cama.

Se arropó con la sábana y se regocijó en la suavidad de la cama.

Peridot al verla dispuesta a dormir tomó su sábana y dejó su teléfono en el mueble de al lado con una alarma puesta; y sus anteojos junto a él.

—Peridot...

—¿Sí?

—No apagaste la luz...

—Uh ¡Lo siento! —se levantó rápido y apagó las luces, llegó hasta la cama con ayuda de la pantalla de su celular y se acostó.

Cerró los ojos y segundos después, sintió que una luz se había encendido, no hizo caso, seguro era la lámpara que estaba al lado de Lapis.

—Peridot...

—¿Uhm? —ya no podía abrir los ojos, estaba muy cansada.

—Dos chicas juntas...  ¿Es raro para ti?

Peridot abrió los ojos y volteó a verla, estaban tan cerca, los ojos de Lapis estaban puestos sobre ella y se veían profundos con la tenue iluminación de la habitación, su mirada era tan enfrascante que Peridot no podía escapar de ella.

—No... —respondió al recordar que Lapis esperaba una respuesta. —Creo que si las dos personas quieren...

—¿Quieres hacerlo?

Peridot se estremeció en su sitio, Lapis estaba yendo demasiado lejos; tocando las cuerdas de su corazón, alterando  en muchos sentidos.

Lapis se las arregló para subir sobre ella...

«Dos chicas juntas... ¿Es raro?»

Peridot se había dado cuenta de su atracción por  las mujeres desde los catorce, pero nunca había tenido una novia y por ende, nunca había estado en una situación similar pero tampoco era una ignorante.

Lapis tomó su menton para asegurar el aterrizaje de sus labios sobre los suyos.

...
Peridot​, ¿alguna vez has besado a alguien?

—No, ¿y tú?
...
Su primer beso lo había dado a los trece, un pequeño roce que no contaba y que había sido con su amiga Agnes.

...
—¿Quieres intentarlo?
...

Los labios de lapis se movieron sobre los de ella con experiencia, dulzura y gentileza. Y sus manos subieron por la cintura de la joven morena mientras tanto.
...

No creo que debamos...
...

Lapis se separó de ella con una sonrisa y comenzó a bajar de su regazo.

—Es hora de dormir, Peridot, debo llevarte con tu padre mañana temprano.

Peridot se quedó callada y sin saber cómo reaccionar. Estaba avergonzada y confundida, la morena lo notó y se disculpó antes de voltear y cubrirse con la sábana.

La rubia se quedó despierta tratando de digerir lo que había pasado. Se dió la vuelta para darle la espalda a Lapis, se cubrió hasta la cara con las sábanas.

Las chicas le gustaban, Lapis era una, Lapis le atraía; por eso la había invitado al concierto en primer lugar. Pero no cabía en su cabeza la sola posibilidad de que Lapis sintiera atracción por ella.

No entendía el beso y no sabía qué pasaría después.

...

Peridot, despierta. Tu alarma está sonando.

Se había dormido muy tarde y apenas podía abrir los ojos, así que, sin ver tomó el teléfono y apagó la alarma.

—Aún es muy temprano, sigue durmiendo —dijo Lapis cayendo de nuevo en el sueño.

—Sí... —volvió a cerrar los ojos, de verdad estaba muy cansada.

—Peridot...

—¿Uhm? —respondió en su batalla contra el sueño.

—¿Puedo abrazarte mientras dormimos una hora más?

Peridot abrió los ojos, le estaba dando la espalda a Lapis así que no podía saber qué cara tenía pero, por suerte, Lapis tampoco podía ver la suya.

—¿Puedo preguntar por qué? —susurró.

—Solo tienes qué decir que no si no quieres...

—No es eso, sí puedes, yo sólo...

Casi enseguida sintió el brazo de Lapis por la espalda, estaba tan cerca, sentía su calor y su respiración.
El perfume de Lapis mezclado con el olor a cigarros... No era un sueño, estaba segura de que era real.

En ese momento, Lapis le estaba dando algo maravilloso...

Se sentía tan cómoda y no quería moverse de ahí, no quería que la hora que Lapis había sentenciado terminara, quería quedarse tantas horas como tuviera el reloj...

Nunca olvidaría ese día pues habían pasado cosas muy interesantes: un concierto, dormir fuera de casa, besar a una chica y despertar con ella al día siguiente.

Sin embargo, aquel joven corazón no se sentía tan tranquilo, la intriga y la inseguridad lograban perturbar su felicidad.

Estaba pensando demasiado y pronto comenzó a sentir abrumación.
Quería saber qué pensaba Lapis y cuáles eran sus intenciones.

Lo deseaba ansiosamente...

De repente, el teléfono de Lapis comenzó a sonar, pero ella no se despertaba.

—Lapis... Tu teléfono.

—Apágalo... —estaba muy, muy dormida.

—Es tuyo, no mío.

—¡Cierto! —se despertó abruptamente con un sobresalto que incluso asustó a la rubia; y se separaron.

Se levantó de la cama y vio el teléfono, eran a las 6:45 de la mañana.

Se puso los zapatos y fue al baño. Peridot por su parte, también salió de la cama, se frotó los brazos sintiendo lo fresco que se había puesto con el aire acondicionado. Lamentaba no tener una chaqueta como la de Lapis.

Se calzó los zapatos y, mientras esperaba a que la morena saliera del baño, revisó su teléfono por si tenía algún mensaje.

Lapis salió después de un rato y Peridot ya estaba arreglando la cama y doblando las sábanas.

—No tenías que hacerlo —le dijo con una sonrisa.

—No importa, en casa hago casi todo los deberes. Es como mi religión —respondió.

Su mamá se había ido con un viejo amor y la dejó a ella con su papá cuando tenía tres años. Así que cuando pudo, aprendió a cocinar y a hacer los quehaceres para poder ayudar y no dejarle más trabajo a su papá, quien trabaja de sol a sol, de lunes a domingo. Ordenar la cama era lo más normal y cotidiano que podía hacer.

—Bueno, es hora de irnos, le dije al señor Gisli que te llevaría en cuanto amaneciera.

...

Bajaron las escaleras y al salir por la puerta principal, vieron un coche estacionado frente a la camioneta.

—Es mi papá —dijo Lapis aún si el auto tenía vidrios polarizados.

—¿Va o viene?

—Viene.

Se abrió la puerta del copiloto y bajó un hombre de zapatos brillantes, traje y corbata; fragancia francesa y barba acicalada. Era como un modelo.

Ese... ¿Es el ex esposo de la señora Blue?contuvo el aliento.

—Oh, Lapis, creímos que no íbamos a alcanzarlas.

¿Creímos?frunció las cejas

Peridot, él es Jean y mi papá es él —señaló al hombre que apenas se estaba bajando del auto.

—M-mucho gusto —le tendió la mano.

El otro hombre vestía de la misma manera, se veía un poco mayor y no llevaba barba.

Hablaron algunas cosas con Lapis y luego se despidieron. Ellos entraron a la casa y ellas subieron a la camioneta.

Salieron de ciudad playa sin problemas pero luego de conducir media hora  se encontraron con la carretera bloqueada.

Lapis bajó para ver de qué se trataba.

Un grupo de personas habían cerrado la carretera y exigían hablar con el presidente de la ciudad. Hasta que no hubiera un diálogo con las autoridades, no iban a ceder el paso a nadie.

—Tenemos qué regresarnos. Es seguro que después del medio día se levantan —dijo Lapis.

—¿Eso te dijeron?

—Sí, el chico con el que hablé me llamará más tarde para avisarme, así que... Ya que estamos aquí, ¿qué te parece ir a la playa?

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