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Capítulo 01: La chica repartidora


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Peridot y Amatista se reunieron a estudiar en casa de la rubia. Era la última semana de clases, quedaba un examen y la entrega de los resultados, después de eso podrían disfrutar las vacaciones de verano y lo que seguía era comenzar su último año de preparatoria.

—Recuerda que éste examen vale el 80% de la calificación, tienes que esforzarte —Dijo Peridot, pero  Amatista parecía no tomarlo en serio.

Amatista era una chica difícil, nunca podía estar quieta y enfocada. No llevaban ni una hora en su casa y Amatista ya había invadido su refrigerador y la alacena.

—Oye, ¿y si pedimos algo? —preguntó Amatista al no encontrar nada en ambos lugares.

—¿Qué quieres pedir? —dijo Peridot desde la mesa observando sus apuntes.

—Pediría una pizza pero...

—No, Pizza no —atajó de inmediato.

—Lo sé... Y... como tú vas a pagar, ¿qué se te antoja?

Peridot entrecerró los ojos, Amatista era un peligro para su economía.

—Espera, déjame ver cuánto me queda —dijo mientras sacaba su cartera de su mochila.

Entre sus billetes encontró una pequeña tarjeta de una cafetería en la que estratégicamente ofrecían los más deliciosos productos y un número telefónico para pedir a domicilio, además la dirección del establecimiento.

—Se me antojan unas donas 

—¿Donas? —contestó con el ceño fruncido.

—Ayer cuando regresé de la escuela pasé por la cafetería que abrieron la semana pasada. Me dieron una tarjeta para hacer pedidos a domicilio, olía muy bien desde afuera.

—¿Quién olía bien? —levantó la ceja.

—El lugar... El lugar olía bien —dijo poniendo los ojos en blanco.

—Bueno —rió—, ¿cuál es el número?

—Este —Peridot le dio la tarjeta para que ordenara y esperaron.

Más tarde, mientras su compañera despreocupada estaba usando su baño, llegaron las donas.

Se dirigió a la puerta con su cartera en mano y abrió.

Había una chica haciendo una bomba de chicle frente a su puerta; su cabello estaba teñido de azul y llevaba encima una gorra del mismo color.

—Buenas tardes —dijo con un tono formal.

—Buenas tardes —contestó ligeramente apenada.

—¿Peridot Gisli? —La rubia asintió.—Aquí está su orden.

Peridot recibió y pagó rápidamente.

—Gracias, disfrute de nuestros postres —luego se dio la vuelta para tomar su bicicleta e irse.

Peridot se quedó anclada al suelo hasta después que se fue aquella repartidora.

Shorts vaqueros; medias y tenis negros; camiseta y cabello azul; y ojos fríos... Todo eso quedó grabado en su cabeza.

Estaba sorprendida.

Esa noche estuvo pensando mucho en ella y en su look antes de poder conciliar el sueño y, al día siguiente, durante las clases fue terrible, su rendimiento fue muy bajo por haberse desvelado.

—Tu rostro luce fatal.

—¿Tanto? —preguntó Peridot quien estaba recargada sobre su pupitre a punto de dejar caer la baba.

—Más que mi resultado anterior —contestó parada al lado de ella—. Es hora de irnos —la tomó de la mano y la arrastró fuera del salón.

Peridot acompañó a la morena por su bicicleta y salieron de la escuela.

—¿Te irás directo a casa?

—Sí, necesito descansar.

—¿No quieres ir a escuchar el ensayo? —preguntó Amatista.

—No lo sé, creo que deberías preguntarles primero si están de acuerdo... A veces siento que no encajo.

—Pero si sólo son Perla y Jasper, vamos, ellos ya te conocen.

Peridot no cambió de idea, para ella eran personas con las que nunca podría encajar. Eran demasiado geniales y ella se sentía como  un bicho tan pequeño que pasaba desapercibido al lado de todas las maravillas creadas por la naturaleza. Incluso a veces le costaba llevarse con Amatista, su estilo de vida, ideologías y metas eran muy distintas a las de ella.

—Peri... Me gustaría que hicieras más amigos... Los de internet no cuentan...

Peridot se sintió avergonzada, la morena había dado en el clavo. De verdad que no tenía amigos cercanos y si podía considerar a alguien como su amigo, sería la misma Amatista.

—Oye algún día seremos famosos, ¿no sería genial que pudieras decir que pasaste días divertidos con nosotros? —dijo dando golpes suaves con el codo.

Estaba equivocada... Amatista de verdad era una increíble amiga.

—Vamos Peri, disfruta la juventud y nuestros días de escuela —le dijo con una sonrisa.

—Bien... —dijo con las mejillas rojas. —Llévame a vivir la juventud.

—Entonces sube —dijo riendo.

La rubia asintió y se subió a la parrilla trasera sujetándose de los hombros de la morena.

Amatista iba a todos lados en su bicicleta, era genial, en cambio ella que no tenía una, tenía que esperar el autobús para que la dejara a seis cuadras de su casa, aunque no era tan malo, le gustaba caminar y con la cafetería nueva era agradable el camino pues al pasar frente a ella olía delicioso y lo disfrutaba.

—Peridot...

—Dime —se estaba arreglando el uniforme luego de bajar de la bici.

—Tus huesos están pesados.

—Tú te ofreciste, no es justo que te quejes —dijo inflando los mofletes y mostrando una cara roja.

—Ya, ya —sonrió—, te lo tomas todo tan en serio —rodó los ojos y comenzaron a caminar hacia la cochera de la casa.

Amatista tocó la pequeña puerta de al lado y esperaron.

En seguida abrió Perla, ésta vez su cabello estaba teñido de color durazno, antes había sido de color rosa.
Era tan  blanca y hermosa que le quedaba muy bien cualquier tinte.

—Peridot, qué gusto verte, ¿te quedarás hoy? —dijo Perla.

—Sólo un rato —respondió con las mejillas sonrojadas, no sólo era hermosa, su voz era tan agradable a los oídos y su perfume olía a dulces.

Al entrar vio a Jasper, él era el hermano mayor de Perla y el vocalista de la banda que habían creado.

Lo saludó con un movimiento de manos y él hizo lo mismo...

Él era muy atractivo, su cuerpo estaba muy bien trabajado, su cabello rubio caía sobre sus hombros y sus ojos eran de color ámbar.

La primera vez que Peridot lo vio, creyó que había visto al mismísimo hijo de Odín...

Su hermana era hermosa y él era bastante atractivo. Podían hacerlo de modelos si es que no triunfaban en la música.

No es que se sintiera atraída por ambos, tan solo sabía apreciar la belleza de las personas.

Terminaron de instalar su "escenario" y empezaron a ensayar aun sin uno de sus integrantes.

Amatista estaba en la batería, Perla en la guitarra electrica y Jasper con el micrófono. Faltaba Bismuto, la chica del bajo, pero ella no podía ir por cuestiones de trabajo.

...

De pronto el teléfono de Perla comenzó a sonar, lo había dejado con Peridot porque estaba esperando esa llamada.

Rápidamente dejaron de tocar y la chica atendió.

Todos se veían ansiosos por dicha llamada.

—¡Muchas gracias! —dijo Perla de repente y con mucha emoción.
Luego asintió varias veces y finalmente terminó la llamada con mucho entusiasmo.

Se dio la vuelta para encararlos, sus ojos irradiaban felicidad y sus labios esbozaban una amplia sonrisa.

Rápidamente Jasper y Amatista lo comprendieron.

—¿Lo consiguió?

—¡Sí! —abrazó su teléfono contra su pecho—¡En un mes tendremos nuestra primera presentación en público! —tomó aire— ¡Pisaremos el mismo escenario que Rebel Diamond!

Estaban tan felices que decidieron celebrarlo, sacaron unas bebidas y ordenaron pizza. A Peridot no le gustaba la pizza así que tuvo que despedirse antes de que ésta llegara, no sin antes felicitarlos por las buenas noticias.

...

De camino a casa no le fue tan bien, tan pronto como se alejó de la casa de Jasper y Perla, comenzó a llover.

Por suerte llegó a la entrada de una casa donde el techo sobresalía lo suficiente como para refugiarse de la lluvia.

Se abrazó los costados, el agua estaba helada. La noche anterior también había llovido pero no se lo ocurrió llevar un paraguas a la escuela porque había amanecido con un cielo muy despejado. Estaba molesta por sus malas decisiones cuando de pronto escuchó una voz femenina

—¡Oye!

Peridot alzó la mirada, había una camioneta vieja parada al otro lado de la calle y quién conducía era la chica del día anterior.

—¿Te llevo? —dio vuelta a la calle y se paró frente a ella. —Sube.

Realmente no podía negarse, parecía que la lluvia no tenía intenciones de cesar así que subió de inmediato.

—Muchísimas gracias —dijo castañeando los dientes. Dentro del auto estaba muy cálido y olía a café.

—Supongo que no podía dejarte ahí afuera, así que no agradezcas —tenía un vaso de café en la mano al que apenas le había dado un par de sorbos—. Te lo dejo —añadió mientras miraba hacia la calle llena de agua.

Peridot se acomodó los anteojos, no podía aceptarlo, ya era bastante con que la llevara.

—No es necesario —trató de no sonar como una malagradecida.

—Cielo, para mi son gratis pero si no quieres está bien —le acercó más el vaso.

Peridot tuvo que aceptarlo al verse acorralada. Al tener el vaso en sus manos aspiró de cerca. Olía tan bien que soltó un jadeo.

—Ten cuidado, aún está caliente —advirtió la de los cabellos azules y puso la camioneta en marcha—. ¿Te llevo a tu casa?

—¿En verdad? —preguntó sonrojada.

—Por supuesto.

Hubo un rato de silencio mientras conducía, las calles estaban llenas de agua, imposible andar a pie.

Se sentía muy afortunada por recibir su ayuda.

—La señora Blue, ¿es tu mamá?

—Sí —asintió la chica.

—Pero, tú no vivías aquí, ¿o sí? —volteó para verla, quizás era por el tinte que no la reconocía.

—No, estuve viviendo con mi papá en Ciudad Playa.

—Vaya... ¿es cierto que hace mucho calor allá?

—Bueno no lo sé, yo creo que como aquí hay muchos árboles aún, el aire se refresca y ustedes están acostumbrados a eso, entonces cuando van a Ciudad Playa piensan que se están asando —dijo sonriendo.

—Supongo que es así —dijo ensimismada.

—Es lo más seguro —contestó la morena.

—Las donas —dijo Peridot después de un rato—, estaban muy bien.

—¿De verdad?

—Sí, bastante y el café igual —dio un sorbo.

—Yo las hice —sonó apenada en lugar de orgullosa.

Quizás no se sentía tan cómoda hablando de ello así que decidió no decir nada más.

Al llegar frente a su casa, le agradeció una vez más y rápidamente atravesó la lluvia para entrar.

...

—Te tardaste —observó su madre.

—Ah, sí, en el camino vi a la hija del señor Gisli y supuse que no podía dejarla bajo la lluvia —contestó mientras anudaba el delantal.

—¿Peridot?

—Creo que sí —respondió sin darle mucha importancia y comenzó a lavar los platos.

—Me da gusto...

La señora Blue, era una mujer de cuarenta años, su cabello negro comenzaba a mezclarse con las canas, su personalidad era muy tranquila y era una muy buena repostera.

—¿El qué? —preguntó Lapis.

—Que la hayas ayudado, Peridot es una buena chica

—Supongo.

—Eres un año mayor que ella, quizás puedan llevarse bien —dijo la mujer tratando de alargar la conversación.

—Mamá, no estaré mucho aquí, no sé si sea buena idea hacer amigos...

—No cuesta nada intentarlo.
...

Salimos a buscarte, estábamos preocupados.

—¿Lo estaban? —xijo sorprendida.

Salimos a buscarte.

—Bueno... alguien me trajo a casa.


¿Alguien? ¿Quién? preguntó Amatista con mucho interés.

—Pues...

De repente se dio cuenta que no sabía su nombre y se avergonzó de sí misma.

¿Peri?...

—La chica repartidora.

¿Repartidora?

—La... La chica de la cafetería, ella iba pasando y me trajo a casa y... Eso, yo lamento haberte preocupado, Amatista.

—¿Te subiste al auto de una desconocida? la morena se oía muy sorprendida y tenía algo de razón, Peridot no era alguien que subiría al auto de alguien que acababa de conocer.

—No lo digas de esa manera —contestó sonrojada.

La risa de Amatista se pudo escuchar al otro lado del teléfono.

Peridot por su parte sólo sonrió de manera incómoda y esperó a que la morena dijera algo más.

Oye Peri, tengo que colgar, nos vemos mañana.

Peridot asintió con una sonrisa y terminó la llamada.

...

[Extra]

-¿De verdad estabas preocupada?

-Claro, es semana de exámenes.

-Ah... ¿Es por eso?

-Si te enfermas tendrás que quedarte en casa y eso no puede pasar.

-¿Ah? ¿Quieres que te pase las respuestas?

-No, tú amas los exámenes. Faltar sería lo peor que pueda pasarte...

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