Dedicado a:
AreliHolland

Mientras que al otro lado del Mar Angosto Daenerys Targaryen criaba en su vientre al hijo de Khal Drogo bajo la supervisión de Jorah Mormont, Eddard yacía moribundo en las mazmorras de la Fortaleza Roja. Se había cumplido el plazo para la condena y al día siguiente sería llevado ante la justicia de los Siete.
Mayleen se vistió con una de sus largas túnicas, se echó la capucha a la cabeza y con sigilo comenzó a descender las numerosas escaleras. Tocó a su celda para no asustarle y la abrió.

—¿Quién sois?—. Su voz sonaba áspera, de no haberla usado en mucho tiempo.

—Vuestra amiga May. Tomad—. Se arrodilló junto al hombre y le tendió un pellejo con agua, otro con vino y un trozo de pan con tocino y carne—. Es todo lo que he podido tomar. ¿Cómo os encontráis?

—He estado mejor. ¿Por qué hicísteis aquello?

—No podía ayudaros si mostraba que estaba de vuestra parte—. Respondió observando el ansia con la que hablaba.

—¿Ah sí? Y ¿de qué parte se supone que estáis ahora? ¿Por qué debo confiar en vos como lo hice con Baelish?

—Soy lo único que os queda. Vengo con noticias, comida y bebida. Ni siquiera Lord Varys se ha encargado de vuestra comodidad ¿me equivoco?—. Mayleen dio una vuelta por la celda y a decir verdad estaba ‘limpia’, la paja mantenía su color amarillento y Ned no dejaba de seguirla con la mirada.

—¿Qué ocurre ahí fuera? Por favor…

—Sansa ha suplicado clemencia para vos y yo sugerí que, si confesáis vuestros crímenes ante los Siete, se os perdonará y vestiréis el negro en la Guardia de la Noche. En el Norte, vuestro hijo Robb ha convocado a los vasallos y está a punto de enfrentarse a las tropas de mi abuelo, parece que ha hecho un trato con lord Walder Frey para pasar por su puente. —Eddard suspiró y cerró los ojos. Su hijo no era más que un chico de diecisiete años que había tenido que madurar antes de tiempo.— Catelyn está con él.

—¿Robb? Es sólo un chico. No sabe lo que hace.

—Deberíais confiar más. Vuestro hijo ya ha convocado a vuestros vasallos y todos luchan por él, no por quien es. Su verdadera fuerza reside en eso.

—Habríais sido buena esposa para él—. Señaló con una sonrisa moribunda. May apartó la mirada, aunque meditando las palabras.

—Ser Jorah no ha vuelto a escribir, parece que está dispuesto a ayudar a la joven Targaryen. ¡Las cosas que se hacen por amor! La última noticia de Mormont fue la confirmación de la muerte de Viserys. Khal Drogo le dio su corona de oro de una forma especial—. Mayleen no había visto antes a Ned tan desesperado y derrotado.

—¿Qué ha sido de Arya?

—Nadie lo sabe. Huyó gracias a Syrio Florel. Entretuvo a los guardias para que ella se fuese. Murió. Esa hija vuestra es más valiente de lo que lo es Joffrey—. El hombre rió porque sabía que estaba en lo cierto.

—Es verdad que mi hija pequeña tiene carácter. Algun día la llevará a la perdición—. Eddard la miró a los ojos fijamente, apartó el pelo de su mejilla y vio la marca ensangrentada de su blanca piel. Al pasar los dedos por ella la chica se apartó.

—¿Joffrey? —asintió despacio— ¿cómo fue?

—No me arrodillé cuando me lo ordenó y… uno de sus guardias me forzó. No volveré a arrodillarme ante ningún otro rey. Lo haré cuando verdaderamente lo merezcan—. El hombre sonrió y Mayleen se quedó extrañada.

—Vivimos en una época en la que la rebeldía se paga con la muerte y destierro. Sólo el pueblo libre hace esas cosas y, si de verdad piensas así, no lo dudéis y haced de vos toda una reina —la joven le miró extrañada—, me lo habéis demostrado. Tenéis un corazón noble aunque lo intentéis esconder. Dejad de actuar como una araña y hacedlo como un león. Tarde o temprano se descubrirá la verdad y no debéis dejaros llevar. Luchad—. Con gran pesar, ambos se levantaron del suelo, él para despedirla, ella para salir y volver a cerrar la celda. Sentía un agujero dentro de ella porque sabía que aquello no estaba bien. ¿Cómo podía aquel Stark haberse convertido en un amigo?

—Adiós, Lord Eddard.

—Ha sido un placer conoceros, lady Mayleen—. Ella estaba a punto de irse cuando volvió y le abrazó fuerte. En un principio fue desconcertante para ambos, pero él la correspondió. Era, muy probablemente, la última vez que volverían a hablar.

—Gracias, por todo.

No se distrajo más y volvió a subir las largas escaleras. Arriba la esperaba Petyr con su habitual media sonrisa impertinente y mirada penetrante que parecía desnudarla para encontrar sus más profundos secretos.

—¿Qué hacíais allí abajo?

—Puesto que tan solo hay un prisionero en esas celdas, no preguntéis qué hacía, sino qué hablaba con Eddard. Meñique, ¿acaso perdéis práctica en esto?

—Está claro que me conocéis—. Sus dientes estaban impecables y era obvio que quería saber el diálogo que habían tenido lugar en las mazmorras.

—Demasiado. Si me disculpáis, voy a dormir. Mañana es un día duro, se decidirá si lord Eddard va a confesar sus no crímenes para salvar a sus hijas y su cabeza. —puede que Mayleen bromeara, pero en el fondo estaba muerta de miedo— Joffrey será muchas cosas, pero la palabra 'piedad' no entra en su diccionario.

—¿Acaso os da miedo que el hombre muera mañana?—. Paró en seco y se giró a verle la cara. Ahora era Mayleen la que rió.

—Para nada. Buenas noches, Baelish.

—Buenas noches, lady Mayleen—. Subir hasta su alacena fue más duro de lo que le había parecido nunca. Se asomó a la entreabierta puerta de Sansa y la chica parecía sumida en un pequeño sueño, seguro que de haber llorado y suplicado a los Antiguos Dioses que perdonaran cualquier tipo de pecado.
La Lannister llegó a su cama, se desató el vestido y se tumbó, no tenía fuerzas para nada más. Observaba por la ventana a los buhos y otras aves nocturnas que volaban y se encontraba a sí misma volando en su imaginación que podía huir de esa grande y fría torre a ver mundo hasta que se durmió.

No fue una buena noche, soñó que una jauría de lobos atacaba a una leona solitaria. La leona estaba demasiado viva para dejarse morir y demasiado muerta para avanzar. Entonces llegó la sombra y… abrió los ojos apresuradamente. Estaba sudando.

Lyress la ayudó con el vestido y Nareen recogió su pelo en trenzas para después unirlas todas en un gran roete en lo alto de la cabeza. May lucía espléndida aquel día, sin embargo, no se encontraba bien. Ni física ni moralmente.
Al final llegó ante su caballo y subió, Chase parecía algo más animado.

—No debes separte mucho, hija. El pueblo se vuelve agresivo cuando se trata de dar justicia. ¡Ser Slynt! Cabalgaréis junto a mi hija y la defenderéis si es necesario—. El caballero llegó a lomos de su corcel tostado y echó a andar hacia el Septo de Baelor. Cuando las personas les veían aparecer, la mayoría se apartaba del camino y una vez en el estrado, descabalgó. Allí estaba también el Gran Maestre Pycelle. Los demás tardaron poco en llegar y al asomar la cara Eddard, las gentes de Desembarco gritaba y profería insultos.

—¡Hoy ha venido aquí Lord Stark! ¡Ha venido a confesar sus crímenes ante los Dioses! —gritaba el viejo maestre para hacer callar al público— Eddard, ¿tenéis que decir algo?

Cersei se encontraba entre su hija y Sansa, detrás de las mujeres estaba Sandor, vigilando cualquier peligro acechante. Joffrey no dejaba de caminar por toda la tarima mirando todo a su alrededor. El condenado miró a su hija, la cual esperaba angustiada que su padre aceptara los términos de los que Mayleen le informó una noche anterior. Esta última fue capaz de distinguir a la joven Arya encima de una estatua de la calle.

—Mi nombre es Eddard Stark, señor de Invernalia y Mano del Rey —se hizo un silencio. Todo el mundo quería escuchar su falso testimonio—. He venido a confesar mi traición. Traicioné la confianza de mi amigo Robert prometiendo que cuidaría de su familia y… y luego volví para acabar con la vida de su hijo —una piedra voló y fue a golpear en la cabeza del hombre. Mayleen, angustiada, apretó la muñeca de Sansa y tanto la pelirroja como Cersei se fijaron en el pequeño, pero importante dato—. Ante la gracia de los Siete, los hombres y en nombre de Baelor el Santo, yo —se mordió los carrillos. Era visible que se odiaba a sí mismo por lo que decía— confieso que Joffrey Baratheon es el verdadero heredero del Trono de Hierro.

—¡Cuando pecamos, también sufrimos! ¡Este hombre ha confesado! Puesto que ha sido sincero, ¿qué deberíamos hacer, Alteza? ¿Enviarle al Muro y que vista el negro?—. El joven rey alzó la mano para acallar los murmullos que se levantaron.

—Mi prometida ha pedido clemencia para su padre, al igual que mi madre y mi hermana. Es algo normal que existe en el blando corazón de las mujeres —al escuchar estas palabras, Mayleen se puso tensa y se miró con su madre. Luego miró a Eddard y señaló con los ojos a Arya. Rápidamente el hombre comunicó a Yoren, un hombre de la Guardia de la Noche, que se encargara de mantenerla a salvo—. Sin embargo, mientras yo reine, ¡la traición no será perdonada! ¡Ser Ilyn!

—¡Joffrey, para esto!—. Gritó su hermana dirigiéndose a él. La gente empezaba a gritar de frenesí, Cersei aconsejaba entre susurros que no le matara. Sansa gritaba desconsolada pidiendo piedad mientras que El Perro la sostenía—. ¡No tenéis ni idea de lo que hacéis! ¡Será la guerra!

Balon Swann la atrapó antes de que pudiera alcanzar a su hermano. La chica gritaba y gritaba, aunque para nada sirvió. Observó como colocaban la cabeza, como Ilyn sostenía a Hielo, la espada de Ned, y como la levantó en el aire.

—Proteged a mi familia—. Fue el último deseo del honrado Stark segundos antes de que la espada le atravesara el cuello.

Mayleen cerró los ojos, dejó de forcejear. Estaba derrumbada. Se había acabado. Eddard había muerto, y la repercusión sería tan solo el inicio del caos.

Buenas noches!! Como veis, esta temporada se va acabando y espero que, si habéis llegado hasta aquí, me acompañéis hasta el final... que realmente no sé a dónde llegará.

Tengo una pregunta para vosotros, en un futuro, ¿con quién veis a May? ¿Gendry, Jon, quizás Robb? O ¿simplemente la veis reinando sola? ¿o con otro personaje?

Espero vuestras respuestas con mucho ánimo!!